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Prepararse para la muerte es un arte de amor y de rendición ante Dios.
Prepararse para la muerte, hijos, es en verdad la acción diaria de estar con el corazón limpio y vacío de las cosas del mundo, temeroso de Dios y rendido a Su Voluntad Celestial.
Prepararse para la muerte debería ser un acto constante, en el que la consciencia despierta cada día sabiendo que puede ser el último y vive cada instante dando lo mejor de sí para que la Voluntad de Dios se realice.
Temer a Dios es, en verdad, amarlo por sobre todas las cosas y no titubear en el momento de renunciar a las cosas del mundo para abrazar Su Universo Celestial.
Todos los días de sus vidas, ustedes deberían prepararse para la muerte, en el sentido de dejar que la gratitud, la rendición, el amor y la entrega impregnen todos sus átomos e ingresen en los miedos más profundos de sus seres, no solo en aquellos que se ocultan en el alma humana, sino, sobre todo, en aquellos que son parte de la condición material de los seres humanos y que impregnan hasta sus huesos.
Para vencer esos miedos deben amar cada día más, pero no amar solo al mundo, amar a Dios, amar a la vida y saber que ella no se encierra en el planeta Tierra; saber que una vida mayor y eterna los aguarda y que para ser dignos de ella basta que lleven consigo el Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en sus corazones.
Por eso, hagan el ejercicio de amar, de agradecer y de entregarse a Dios cada día. Aspiren a descubrir un Reino Mayor dentro de ustedes, en el mundo y más allá de él; y descubrirán así, la unidad entre las realidades de la vida y que la muerte es un paso para una vida mayor, en la que no existen misterios, sino solo la verdad y la transparencia de saberse hijo de Dios retornando a Su Corazón.
Que cada día hijos, el Amor del Creador se expanda en ustedes y tome el lugar de sus miedos más profundos.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
El Ángel de la Justicia tiene en sus manos una balanza, y en ella mide los méritos y las faltas de la humanidad, para que así se diseñe el cumplimiento de las Leyes para el próximo tiempo.
El caos y el mal luchan para influenciar a los seres a cumplir sus falsas voluntades y a manifiestar sus deseos, colocando en la balanza el peso que fortalece sus falsas leyes, basadas en el engaño y en la ilusión en la que vive la humanidad.
Los Ángeles de la Misericordia y los Ángeles de la Guarda oran e inspiran a los corazones a la transformación, a la redención, al servicio, para que en la balanza de la justicia pese el bien y la humanidad siempre reciba una nueva oportunidad.
Cada acción de los seres es pesada en esta balanza divina. Cada pequeño o gran acto diseña el futuro de la humanidad. Por eso, hijos, mucho más allá del Amor y de la Gracia Divina, cada ser deber hacerse responsable por la humanidad.
Ya no hablamos de las elecciones de sus propias vidas, pero, sí, de la responsabilidad que cada ser tiene, ante Dios, por el destino de este mundo. Estar despierto es, entonces, ser consciente de cada acción, pensamiento y sentimiento. Que sus vidas sean instrumentos de paz y de Misericordia para todos los seres.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Sintiendo en su pecho una angustia profunda, que no sabía explicar, un alma le cuestionó al Señor, diciéndole: “Señor, en mi corazón hay un sentimiento que no me explico. No sé si es tristeza o confusión. No sé si es angustia o pesar. No sé si me falta un sentido para vivir o si estoy sintiendo Tu dolor, el dolor del mundo. ¿Me podrías explicar lo que siento?”.
Y el Señor le respondió, diciéndole: “Alma pequeña, contempla el Infinito y la vastedad del universo. Contempla la grandeza y la complejidad de la vida. Contempla los misterios ocultos en las estrellas. Tu propio ser es tan infinito como la vida, y lo que sientes y vives muchas veces no proviene de esta Tierra ni de este tiempo, sino de un espacio y de un tiempo distantes de lo que vives hoy. Muchas veces, la angustia de tu corazón proviene del Infinito, de partes de tu consciencia que habitan en el universo, en donde la vida sigue su evolución, creándose y recreándose constantemente.
Pero no importa lo que sientes o de dónde provienes. Si quieres aliviar tu pequeño corazón, solo ven a Mí, que Soy tu Dios y conozco las raíces más profundas de tu ser, de tus pensamientos y sentimientos, en fin, de tu vida.
Ven, alma pequeña, a Mi encuentro, rendida y sincera, transparente y frágil. No tendrás una explicación para todas las cosas, porque a veces no es el tiempo de que conozcas ciertas cosas sobre ti, pero sí de que tengas un alivio para todo, que se encuentra en Mí.
Por eso, ven a Mí humilde, sabiéndote pequeña. Ven a Mí como una hija que encuentra refugio en su padre, y te explicaré lo que pueda. Y, cuando no fuera el tiempo, solo te aliviaré, y sea cual fuera Mi respuesta, ella te hará crecer, porque a veces creces por el conocimiento y otras veces creces por saber que nada sabes”.
Que este diálogo, hijos, les enseñe a buscar el alivio siempre en Dios y a no siempre encontrar las respuestas, sino a agradecer tanto por Su Silencio como por Su Voz y, sobre todo, acoger el Amor de Su simple Presencia.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando un ser ama con el Amor de Dios, crece humana y espiritualmente, porque ese Amor lo lleva a donarse, a entregarse cada vez más profundamente, a alcanzar espacios desconocidos de la propia consciencia, adonde el amor no había llegado, y allí abrir las puertas hacia Dios.
Un ser que ama con el Amor de su Padre Creador no teme rendirse ante Él, no teme morir para sí mismo y para sus infantilidades, no teme dejar la falsa libertad y la autoafirmación de la adolescencia para crecer y ser un siervo de su Creador.
El Amor de Dios aproxima las criaturas a la Verdad y, ante ese Amor, nada que provenga del mundo tiene fuerza, todo pierde su sentido, su valor, su peso dentro de los corazones, porque ellos descubren el Infinito.
El ser que ama con el Amor de Dios solo aspira a construir Su Reino y a dar a conocer el Amor del Creador. Aprende a vivir de Sus milagros, despierta en su interior la fe, abre la consciencia a la Sabiduría Divina, es impregnado por los Dones del Espíritu Santo, porque cada día aspira menos para sí y más para Dios, se vacía de sí y da lugar al Padre, por eso crece humana y espiritualmente.
Aspiren a eso, hijos, a vivir ese Amor, a encontrar esa Verdad y a crecer humana y espiritualmente.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Superar los errores y persistir, hijos, es una forma de crecer humana y espiritualmente.
Cuántas veces sus personalidades, y aun las resistencias de sus almas, los llevan a caer en abismos profundos y oscuros, de donde solo pueden salir a través de la humildad, de la obediencia y cuando abrazan y acogen el desierto.
Cuando una consciencia comete un gran error en el camino espiritual, tiende a querer desistir de todo, porque le es más fácil sucumbir de una vez en el abismo que erguirse con esfuerzo y valentía, con humillaciones y obediencia, yendo en contra de todo lo que antes la engrandecía.
Pero cuando esa consciencia se arrepiente y abraza el camino de retorno al Corazón de Dios, por más doloroso que parezca ser, y coloca sus pies en las huellas de la humildad, de la rendición y de la obediencia, es entonces, hijos, que esta consciencia conocerá verdaderamente el Amor, el Perdón y la Misericordia de Dios.
Es entonces que crecerá como hombre espiritual y forjará en su interior una fortaleza que no es humana, sino divina.
Es entonces que aprenderá que más vale caer y levantarse mil veces que sucumbir en las facilidades de los abismos del mundo, porque estos abismos solo traen sufrimiento y dolor, angustia y pena, mientras que levantarse de ellos trae un crecimiento forjado a fuego que imprime en el alma la unión con Dios. Y por más que los seres sean siempre probados en su camino, esa alma ya sabrá lo que debe hacer al caer y, en cada caída, crecerá más, humana y espiritualmente.
Aprendan de los errores. No se rindan ante las debilidades humanas, sino afírmense en la humildad y en la obediencia, y así seguirán en ascensión al Corazón de Dios.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando llega el segundo domingo después de la Pascua y las almas ya fueron lavadas por la Sangre derramada por Cristo en Su Pasión, ha llegado el momento de reconfirmar su compromiso con Él, de confesar delante de Su Corazón los pecados más ocultos, aquellos que avergüenzan a los seres y que, a veces, ni siquiera pueden pronunciarlos delante de Dios.
Es el momento de rendirse ante el Amor absoluto del Creador que, con Ojos de compasión, se vuelve hacia cada ser de esta Tierra y, con Piedad y Misericordia, los perdona por sus pecados más antiguos y desconocidos.
Es el momento de vivir bajo el espíritu de la humildad y de reconocer las propias imperfecciones y debilidades, las fragilidades e ignorancias que llevan a las almas a caer todos los días.
Es el momento de mirar hacia la Cruz de Cristo y también mirar el Sepulcro vacío y saber que Aquel que fue alzado por los pecados humanos, por Su Amor y Perdón resucitó, demostrando a cada ser el camino hacia la vida eterna, hacia la trascendencia de toda condición humana, inclusive de la muerte que es aquella que lo separa del Tiempo de Dios.
La Fiesta de la Divina Misericordia es el momento en el que las almas se regocijan en Cristo. Ningún pecado fue mayor que el poder de Su Amor, y ni aun la autocondenación de las almas puede vencer a la Misericordia del Redentor cuando los corazones se rinden delante de la Cruz.
Hoy, hijos, es un día para recordar el absoluto e insondable Amor de Dios y de hacer esto también por los que no lo hacen, porque Aquel que murió en la Cruz y resucitó lo hizo por amor a todas las almas y por cada una de ellas.
Por esto, oren por los que están perdidos, oren por los que no miran a Cristo y son indiferentes delante de las Gracias y Misericordias del Redentor, porque así podrán interceder para que, al menos en el último instante de sus vidas o después de ellas, esas almas tengan una oportunidad de arrepentirse.
La Fiesta de la Divina Misericordia es el momento en el que las almas comprenden un don que Dios les dona gratuitamente a aquellos que solo se abren de corazón y se arrepienten. Sean humildes delante del Creador, resignados frente a Su Voluntad y dispuestos a ser amados con un Amor inmenso e insondable. Y, más allá de cualquier error, conocerán el poder de la Divina Misericordia.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
La Resurrección de Cristo, hijos, significa el inicio de un nuevo tiempo, en el que la humanidad podrá comprender para qué vino al mundo y cuál es el camino que debe seguir para tornar plena la propia existencia.
La Resurrección los eleva más allá de los mayores miedos humanos, que son el sufrimiento y la muerte, y los coloca en la verdad del Tiempo Eterno de Dios, para que sepan que aquel que da todo de sí a Dios, recibe de Él todo lo que Él es, participa de Su Gloria en unidad con Su Reino.
Resurrección es júbilo infinito, divino y universal, porque es la revelación, no solo de la Faz de Dios, sino también es la revelación de la faz de los hombres como hijos de Dios y criaturas semejantes a su Creador.
El camino hacia la Gloria de Dios es la entrega absoluta, el amor incondicional, extremo y total, que nace de las entrañas más profundas de la rendición humana.
Ustedes ya saben todas estas cosas, pero deben recordarlas porque la propia condición del planeta los colocará ante situaciones que los llevarán a vivir esto, a escoger la cruz, la entrega, la vida eterna en Cristo.
Año tras año, ustedes son llevados a recordar la Vida, la Muerte y la Resurrección de Cristo para que, cuando llegue el tiempo de la Pascua de este mundo, puedan imitar Sus pasos.
Por eso, amen cada día más a su Señor, a Su vida, a Su ejemplo, a Su entrega, a Su Consciencia eterna, a Su Camino, a Su Verdad, porque ese mismo Amor los llevará a imitarlo.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Permite que tu alma sea arrebatada por el Amor de Cristo. No temas, no te resistas. Entrégale a Él tu vergüenza, tus miedos, tus aspiraciones más profundas, tus metas y todo lo que eres, entre miserias, destrezas y virtudes.
Está llegando la hora de ser lavado por la Sangre de Cristo, de ser permeado por Su Amor y renovado por Su entrega y, más que estar delante de la memoria de Su Pasión, estar delante de Su propia entrega, de Su Amor y de Su Cruz.
Por esto, hijo, ha llegado el tiempo de la definición, de la madurez en Cristo, para profundizar en tu consagración y no tener miedo de crecer en Él y por Él.
Deja que seas barro nuevo en las Manos del Alfarero, porque Él conoce el Propósito de Dios para tu vida y puede moldear tu consciencia según la Voluntad Divina.
Ora y pronuncia con amor los Poemas* que el Señor te entregó, porque a través de ellos, Él te enseña el sentido espiritual de la rendición y de la humildad. Así, un alma rendida se comunica con Cristo.
No temas vivir la experiencia de la entrega. Y en lo que resta de esta Cuaresma y de este desierto profundo, comienza a caminar, en tu corazón, con pasos decididos hacia Jerusalén, confirmando y reconfirmando, cada día, tu entrega a Cristo.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
*San José hace referencia a los Poemas de un alma al Sagrado y Bendito Corazón de Jesús, transmitidos por Cristo Jesús en los meses de julio y agosto de 2018.
De ciclos en ciclos, revive el llamado de Cristo en tu interior.
Dentro de tu corazón, hijo, contempla el mar de tu vida, de tu historia y de tu entrega y, en las orillas de ese mar, encuentra la Mirada de tu Señor que busca tus ojos.
Sin miedo, vuelve a caminar en dirección a tu Salvador y permite que Él te pida algo nuevo, una entrega más profunda, una rendición más perfecta.
Deja a Sus Pies la red de todos tus deseos y aspiraciones, todo aquello que perseguías en el mar de la vida, intentando conquistar, aunque fuera algo espiritual o aunque fuera algo para Cristo.
Escucha la Voz de tu Señor, llamándote para profundizar en Su Corazón. Y, vacío de todo, ve con Él a cumplir Sus designios, a transitar desiertos, a curar tu propio corazón y, así, conceder cura, ser amado profundamente y, de ese modo, conceder el Amor de Dios a las almas.
Nunca pienses que basta entregar la vida a Cristo solo un día, pero sí, hijo, entrégate todos los días. Escucha Su Voz en cada instante. Abre camino, en tu interior, para que Cristo llegue a los espacios más ocultos de tu ser.
Hablo de entrega y de rendición, todos los días. Percibe que esas son las llaves de este tiempo, son las bases en las cuales tu espíritu estará seguro en Dios y en Su Voluntad. Eso es lo que Él te llama a vivir en este momento, porque de esa forma crecerás, de esa forma cumplirás los designios del Creador para tu vida.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Vive con la fe de los primeros cristianos, aquellos que no temían a la muerte, sino que deseaban con locura la vida en Cristo y ofrecían constantemente su existencia a Dios, para que Él hiciera de sus almas receptáculos para que gracias y misericordias llegaran al mundo.
Vive con la fe de los primeros cristianos, aquellos que anunciaban el Reino de Dios, no solo con el verbo, sino, sobre todo, con la vida; aquellos que se dejaron encender por el Amor de Dios y descubrieron lo que es la verdadera fe en el Corazón del Padre Celestial.
Vive con la fe de los primeros cristianos, aquellos que no estaban luchando para alcanzar y acumular cosas en el mundo, sino que estaban rindiéndose para conquistar su espacio en el Cielo, fundidos en el Corazón de Dios, tornándose Uno con el Padre.
Vive con la fe de los primeros cristianos, aquellos que entregaban sus vidas por misterios que desconocían, por una experiencia y una Vida mayor, que solo se guardaba en la certeza de sus corazones y en lo oscuro de su fe absoluta.
Vive, hijo, con esa fe, dejándote encender por ella, en oración. Que esa fe, escondida en tu interior, gane espacio en todo tu ser, para que sea Cristo quien se expanda en ti.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Acoge con amor y gratitud las pruebas que tu Señor te envía y descubre, a través de cada una de ellas, el camino perfecto para tu cura, tu despertar y tu redención.
A veces, hijo, Dios te da una enfermedad para experimentar y que, a través de ella, vivas una cura espiritual profunda. La enfermedad te muestra la fragilidad de tu ser humano cuando solo está sustentado por fuerzas humanas y en las leyes de este mundo.
Cuando te rindes de corazón y colocas tu vida en las Manos de Aquel que la creó, y que es el único capaz de conducirla con perfección, entonces comprenderás que la enfermedad viene para curarte de ti mismo, para vencer tus resistencias más profundas, para colocarte delante de Dios, tal como un frágil cordero en los Brazos de su Pastor.
Percibe la enfermedad como la advertencia que proviene del Cielo y que te llama a profundizar en tu entrega y resignación a Dios, en tu rendición delante de Su Voluntad, para que comprendas que Él es el único capaz de guiar tus pasos.
Mientras tú tienes fuerzas, Él tiene Poder.
Mientras tienes conocimientos, Él tiene Sabiduría.
Mientras tú buscas una verdad, Él es la Verdad.
Por eso, hijo, permanece delante de Dios en tu interior, para agradecer cuando Él busca abrir tus ojos, revelándote tu fragilidad.
Profundiza en el sentido de la entrega, de la rendición y de la obediencia. Profundiza en el sentido de la fe, de la gratitud y de la humildad ante Dios; porque de esa forma, tu enfermedad será curadora para ti y tu espíritu se liberará.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando tu corazón ya no sepa qué hacer, hijo, mantén tu espíritu en la certeza de la Presencia de Dios y solo ofrece al Padre tu vacío, tu silencio, tu angustia, tu condición humana, tus aspectos más profundos, tus debilidades más ocultas.
Ofrécete al Padre todo el tiempo, y que tu pequeña vida esté delante de Su Altar Celestial.
Agradece, aunque sea por las pruebas, por los desiertos y por los desafíos.
Agradece los abismos profundos, de los cuales tu Creador viene a retirarte, cuando le extiendes las manos.
Que esas experiencias de entrega fortalezcan tu espíritu para una entrega aún mayor, porque se trata solo de rendirse a Dios, cada vez más y más profundamente.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Si tu corazón está cansado interiormente, si tu mente está cansada de resistir, si tus cuerpos están cansados de sustentarse a sí mismos y a este mundo, hijo, llegó el momento de rendirte a Dios.
Si tu espíritu es tentado, si tu alma está en agonía, si la soledad se aproxima y, aun rodeado de amigos, es su silencio el que habla más alto en tu interior, hijo, es porque llegó el momento de rendirte a Dios.
La Pasión planetaria comienza con la tentación.
Antes de entregar todo por amor, tu Señor ya cargaba espiritualmente el peso del mundo y, venciendo a las tentaciones internas con la revelación de Su Fe inquebrantable, venció, entonces, a Sus resistencias más humanas al sudar Sangre y, en ella, al miedo de toda la humanidad de vivir la entrega y el sacrificio por un amor sin recompensas.
Una vez más te digo, hijo Mío, medita en la Cruz de tu Señor y crea un vínculo profundo con Él.
Porque cuando el Verbo Divino se silencie, cuando las estrellas se oculten en el cielo y hasta aun tu universo interior esté oscuro, como una noche sin luna, solo el poder de la memoria de la Pasión de Cristo es lo que inspirará a tu alma. Es tu unión profunda con Él y la meta de imitar Sus pasos lo que te permitirá seguir adelante.
Es tan poco lo que padeces, hijo Mío, pesar engrandecido por las tentaciones del mundo, los asedios de estos tiempos. Pero te digo que mucho mayor es el Amor y el Poder de Dios dentro de ti.
Arriésgate a descubrirlo; entrégate para vivirlo.
No permanezcas en el cansancio o en la agonía, sino bebe del Cáliz divino que parece ofrecerte dolor, pero que, en verdad, te ofrece el Amor infinito.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
En donde estés, une tu corazón a Dios para cumplir con Su Voluntad y manifestar Su Plan.
La Voluntad y el Plan de Dios son mucho mayores y más amplios de lo que tu pequeña mente puede concebir. Aun así, es a través de las cosas simples que tu corazón encuentra el camino para vivir esa Voluntad y concretar ese Plan.
La Creación de Dios es vasta y amplia entre las dimensiones, tanto en el Cielo como en la Tierra. Sin embargo, para recordarla y reconocerla hoy, pudiendo acceder a estas realidades sublimes, basta que seas simple de corazón, puro de intención y dispuesto a amar y a servir cada día más y mejor.
Aunque tus ojos físicos no vean las extraordinarias existencias y manifestaciones de la vida, tu corazón puede participar de lo que es invisible y tu alma puede transitar por las realidades eternas cuando estás unido a Dios.
La humanidad fue creada para mucho más que ver y sentir las realidades de la vida. Los seres humanos fueron creados para unir esas realidades, vivirlas y estar en ellas al mismo tiempo.
Porque, así como el Corazón del Padre Celestial, los corazones de Sus hijos tienen esa posibilidad de unir en sí toda la Vida, de estar unidos a todo y de participar en todas las dimensiones de la existencia.
Por eso, antes de ver, sentir o experimentar sensiblemente la Verdad Divina, busca, hijo, entregar tu corazón a Dios y, a través de la rendición de tu espíritu y de cada parte de tu consciencia, hacerte uno con toda la Creación.
Las dimensiones habitan en ti, y tu corazón puede habitar en todas ellas y vivirlas cuando eres simple y verdadero.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
En el desierto, hijo, en donde no hay alimento, no hay agua, no hay fuentes, solo vacío, tu sustento será el Soplo del Espíritu de Dios.
Es la unión con el Espíritu Santo la que te revelará tu fortaleza en Cristo, a pesar de toda miseria, debilidad o pequeñez.
Es el Espíritu de Dios, que habita en lo más profundo de tu ser, el que hablará más alto que todas las palabras confusas de tu mente perdida y de las tentaciones del mundo. De adentro hacia afuera, el Espíritu Santo se revelará en tu interior, y en el desierto árido y oscuro, en tu propio corazón, encontrarás una luz.
Por eso busca al Espíritu Santo, aunque te sea incomprensible. Pide la Gracia de descubrirlo y conocerlo en ti y en todo.
Cuando fuiste pensado por Dios, en tu interior, en lo más profundo de tu condición humana, se escondió una partícula de Su Santo Espíritu. Ese Espíritu que anima a la materia, y que es el puente entre la ilusión y la Verdad, puede ocuparse de todo lo que eres, a través de la rendición de tu corazón, de la entrega y de la unión verdadera con Dios, aun en el vacío.
Clama por la revelación del misterioso y silencioso Espíritu de Dios.
Su Sol dorado se revelará en la noche de tu corazón, y tú ya no caminarás perdido en el desierto, sino que tendrás una dirección, que es la profundización del misterio de la entrega, que te mostrará un día lo que verdaderamente eres.
Tienes Mi bendición para eso.
San José Castísimo
Cada vez que te cansas de algo que debe transformarse en ti y, finalmente, rindes tu ser, percibiendo que tus acciones son frutos de tu propio mundo interior y no las consecuencias de las actitudes del prójimo; ahí entonces, hijo, das un nuevo paso rumbo a la madurez espiritual.
Aunque parezca que siempre te arrepientes de las mismas cosas, nunca es igual. La transformación se va profundizando en tu consciencia.
Que no se angustie tu corazón por confesar las mismas cosas, sino que se alegre tu alma por percibir lo que hay que transformar, sin permanecer en la ignorancia, en la ilusión ni en la oscuridad.
No te aflijas al percibir las mismas miserias que necesitan ser liberadas, pero arranca con más fuerza las raíces de los atavismos humanos, que habitan en ti, hasta que eso pueda ser liberado de tu consciencia y, en consecuencia, de toda la consciencia humana.
No te digo que encontrarás alegría al percibir el lodo que hay en ti, pero aliviarás tu alma y tu corazón con la determinación de la transformación y con la victoria de la rendición a Dios.
Camina con amor hacia la meta que ves delante de tus ojos. Yo siempre te ayudaré a llegar.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Ora por las almas que necesitan de liberación.
Ora por los corazones que necesitan de auxilio para desvincularse de la oscuridad y abrazar el camino de la luz, del bien y del Amor de Cristo.
Ora por los que purifican su pasado y que desconocen el lodo que emerge de su interior.
Ora para que tengan el valor de estar delante de sí mismos y aspirar incansablemente a la transformación.
Ora por los que necesitan rendirse ante Dios, y rinde también tu corazón.
Ora por el prójimo, siempre consciente de tus miserias, para que tu oración te conduzca a un espíritu humilde.
Ora por la paz y por la Gracia en los corazones de tus hermanos.
Ora para que alcancen la santidad y se superen en el amor cada día.
Sé un celador para que la Gracia se mantenga en el interior de tu prójimo. Ama ver el crecimiento y la evolución de los demás. Deja que tu oración por el prójimo se convierta en tu mayor servicio.
¿Quién sabe si no habrá otros orando por ti?
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Este mundo, en este tiempo, hijos, es un mar de estímulos retrógrados y es el escenario de una batalla espiritual entre el caos y el mal, entre la luz del despertar y la oscuridad de la inconsciencia.
Esta batalla tiene sus raíces en lo invisible, en un juego de fuerzas que estimulan y distraen a la humanidad de su verdadero propósito para que los seres jamás descubran quiénes son y lo que vinieron hacer en este mundo. Al mismo tiempo, el Creador les ofrece tesoros espirituales únicos que los impulsan a dar un salto en la evolución y en el despertar, si tan solo se esfuerzan por tornarlos vida.
Es una batalla entre la sabiduría y la ignorancia, entre el amor y la indiferencia, entre el Tiempo de Dios y el tiempo ilusorio del mundo. Y ustedes, en medio de todo esto, deben vivir su definición y dar pasos firmes en el camino que escogieron seguir.
Piensen en el Propósito de Dios y busquen amarlo. Amen el camino que ustedes son llamados a vivir y luchen contra sí mismos para permanecer en él, porque esta batalla, en sus niveles más ocultos, también se traba dentro de ustedes. Los estímulos degenerados de la vida sobre la Tierra también habitan en el interior de los seres.
A lo largo de la evolución humana, de sus experiencias, de sus errores, de sus descaminos, esas fuerzas ganaron su espacio en el interior de los seres y purificarlas es un trabajo arduo, paciente y perseverante.
Por encima de todo, hijos, fortalezcan la fe, porque aquel que tiene fe y confía en Dios eleva sus manos al Padre y recibe Su auxilio. Por encima de todo, busquen la humildad porque ella vence todos los estímulos mundanos y conduce a los seres a la rendición, que es la puerta para que el Creador pueda actuar en sus vidas.
No se cansen de luchar, de caminar, de proseguir.
Si ustedes buscan sinceramente un corazón humilde, no se cansarán tan fácilmente, porque la humildad vence las batallas a través de la rendición. Con el corazón manso, la humildad vence la batalla. Aquel que es humilde vence el orgullo con su simple presencia. Por eso, hijos, cultiven esta humildad en su interior.
Tienen Mi bendición para eso.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Oh alma que te desposaste con el Señor, entrega a Él tu ser, cuerpo, alma, mente, espíritu y corazón para que así estés en tu Esposo y Él en ti.
Sé fiel a Aquel que te llamó por tu nombre y que, entre tantos seres de la Tierra, te hizo escuchar Su dulce voz, Su firme llamado.
Busca, alma del Señor, ser una eterna compañera de tu Esposo, fiel en las gracias como en la cruz, entregándole todas las virtudes y miserias, todo lo que alcanzaste y también aquello que ni siquiera intentaste hacer. Coloca todo en los brazos del Señor y rinde tu Corazón ante Su grandeza.
Ya no esperes más para vivir la alianza con tu Dios. Renueva tu unión con el Creador en cada instante de tu vida. Comprende la unión con Dios, no como los matrimonios de la Tierra, sino como un matrimonio espiritual, una alianza que se establece entre tu alma y Dios; representando que todo lo que eres y lo que has vivido hasta aquí está colocado en las manos del Altísimo, para que Él disponga de tu consciencia y de tu espíritu para cumplir con Su Voluntad.
Aprende a amar a Dios cada día más.
Aprende a ser fiel y dedicada.
Aprende a ofrecer siempre todo de ti, para que Su Voluntad se cumpla.
Tienes Mi bendición para eso.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Para encontrar a Dios, hijos, basta que sean sinceros de corazón, verdaderos y transparentes.
Cuando se confiesan con Dios y se rinden a Él, lavados por la Misericordia que desciende sobre sus almas, es cuando están preparados para cruzar las puertas del propio interior e ingresar en Su Reino.
No basta querer saber, conocer o adquirir el Conocimiento Divino para engrandecer sus personalidades humanas; porque así, hijos, estarán con sus mentes llenas de las medias verdades que los hombres pueden alcanzar, pero vacíos de la Sabiduría y del Don del Discernimiento y de la Ciencia Divina.
Querer saber es un paso, pero no es todo el camino recorrido. Querer ser es otro paso, que tampoco completa su destino. Rendirse a Dios en humildad es más que un paso, es una llave que les abre la puerta para el encuentro con el Redentor y con el Creador de todas las cosas.
Por eso, les enseño sobre la humildad antes de revelarles las Ciencias Divinas. Por eso, les hablo sobre la rendición antes de hablarles sobre el conocimiento, les hablo sobre el amor antes del entendimiento, les hablo sobre la fe, antes de la revelación de la Verdad.
Para pasar por la puerta estrecha de la unión con el Padre, primero deben retirar de ustedes muchas capas que no les permiten atravesarla. Y eso, hijos, se da a través del Sacramento de la Confesión, de la transparencia, de la humildad y de la rendición ante Dios.
Tienen mi bendición para recorrer ese camino.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más