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Cuando los corazones expresan gratitud a Dios y las almas alaban al Creador con su más pura alegría, Dios también expresa Su gratitud a los hombres, a Sus pequeñas criaturas, aquellas pequeñas partes de Su Ser, de Su infinito Corazón.
Cuando expresan gratitud a Dios, se unen a Él, porque la gratitud, hijos, abre las puertas del Cielo y une las dimensiones, a pesar de la indiferencia de la humanidad, a pesar del adormecimiento y de la ilusión que aún impregna a los corazones de tantos seres en esta Tierra.
Cuando unos pocos, más sinceros, expresan su gratitud a Dios, las puertas se abren al Universo infinito de Su Misericordia y de Su Amor y no solo aquellos que claman, que son agradecidos y que aman al Padre reciben Su Misericordia. Su Fuente se derrama indistintamente sobre todas las almas, porque así es el Corazón de su Dios, infinito, infinito en Su Amor, infinito en Su Gracia, infinito en Su Misericordia.
Hoy vengo hasta aquí no solo por ustedes, sino por un continente herido.
Vengo hasta aquí por aquellos que están más distantes de Dios, que no lo conocen y que por eso no lo aman.
Vengo hasta aquí por aquellos que se aferraron a sus heridas y que, sin percibirlo, prenden sus propias almas al sufrimiento, a la angustia, al vacío, que no es un vacío espiritual, sino un vacío de Dios, una ausencia de amor.
Sé que, en lo profundo de cada uno de ustedes, estas heridas también se reflejan. Por eso estoy aquí.
Yo soy parte de esta humanidad, que se desconoce a sí misma. Yo soy parte de sus corazones, los comprendo, pero también sé cuánto pueden ofrecer a Dios y no lo saben o no lo quieren saber, porque esto, hijos, significa esfuerzo, valentía, coraje y, sobre todo, amor.
No hay otra forma de conocer el Amor de Dios sino arriesgándose a amar, intentando amar todos los días, buscando el camino que los lleva al verdadero amor. No lo busquen en otros seres humanos, porque solo aprenderán a amar de verdad a sus semejantes cuando amen a Dios, porque Él se encuentra en todas las criaturas.
Hoy vengo para extender Mis Manos y tocar a cada una de sus esencias para que despierten.
Por mucho tiempo, Yo los acompañe de una forma silenciosa, caminando por este continente, trayendo cura y despertar para las almas, pero esto no fue suficiente. Por eso, retorno en nombre de Dios, en nombre de Mi Hijo, que es el Hijo del Creador, que es Dios mismo.
Toco sus corazones para que recuerden sus compromisos con Dios, porque ya llegó el tiempo.
Toco sus corazones para que se animen a dejar las mezquindades humanas, los conflictos, las desavenencias, la falta de fraternidad tan arraigada en sus corazones, para que den lugar a un amor que aún desconocen.
Así como Yo vengo al mundo por una humanidad herida, quiero que cada uno de ustedes también esté en el mundo con este mismo propósito de curar el corazón humano, de sembrar el bien, de sembrar lo nuevo.
Llegamos a este lugar por un pedido de Dios, no porque sea el que más necesita, sino porque la humanidad necesitará de él.
Aquí vinimos a plantar una nueva vida, sembrar la cura, la Gracia y la Misericordia de Dios, para que los Dones del Corazón de su Padre broten aquí como un manantial infinito, donde las almas podrán matar su sed cuando ningún otro lugar les dé el Agua, Agua de Vida, Agua que proviene de Dios.
Vinimos a sembrar aquí la pureza, para que puedan expresarla.
Vinimos a abrir aquí las puertas del Cielo, como de lo profundo del Corazón de Lys, para que puedan unir el Cielo y la Tierra, para que este Reino tan silencioso no les sea solo una historia, un conocimiento o una información, para que sea una realidad, una experiencia viva.
Aspiren a ser instrumentos del Reino de Lys, instrumentos de Dios, instrumentos del Corazón de su Madre Celeste, para que puedan llevar Sus Virtudes, Sus Gracias a cualquier lugar donde fueran, para que puedan multiplicar lo que reciben y servir a la humanidad y a los Reinos de la Naturaleza con sus acciones, con su verbo, con su simple presencia.
Aspiren a la transformación, aspiren a curarse, aspiren a despertar y a salir del punto en que se encuentran todos los días, porque un instrumento de Dios, hijos, no es aquel que alcanza la perfección, sino aquel que se deja transformar todos los días por las Manos de su Padre, reconociendo la brutalidad de su madera, pero también el potencial de que ella se transforme en algo sagrado en las Manos de Dios.
Cada día más, la humanidad busca la comodidad y todas las formas de mantenerse más inerte.
Por eso hoy, con Mi Corazón lleno del Espíritu de Dios, les vengo a traer un Fuego para incendiar sus almas, para la renovación de sus espíritus, para que no estén como la humanidad común, buscando comodidad en un tiempo en el que la Tierra agoniza, sedienta de servicio, de entrega, de donación de sí.
No vean las metas de Dios como algo inalcanzable. Eleven sus manos y toquen aquello que el Padre les ofrece. Sus Brazos están siempre extendidos al mundo, Su oferta es permanente, inmutable. Su esperanza no se desvanece y Su Amor nunca muere, pero ustedes necesitan elevar sus ojos y sus brazos para tomar aquello que Dios tiene para cada uno de ustedes. No se contenten con las cosas del mundo, no se contenten con el conocimiento que ya recibieron. Busquen una experiencia que torne ese conocimiento vivo, y así lo amplíen.
No conozcan el Reino de Dios, vivan el Reino de Dios.
No conozcan el Reino de Lys, sean el Reino de Lys, sean parte de ese Reino Sagrado y que él ya no sea un misterio para la humanidad, porque cuando aquellos que no lo conocen les pregunten: "¿qué es el Reino de Lys?", ustedes les puedan responder: "yo soy el Reino de Lys". Y usted puede ser el Reino de Lys cuando se abra, de corazón, para que él ingrese y lo transforme en un instrumento de la pureza y de la paz que habitan en él.
Yo pedí aquí un Relicario de Mi Corazón, para que puedan despertar definitivamente, para que lo contemplen y busquen auxilio, para que lo contemplen y reconozcan la propia imperfección. Pero sepan que, aun con ella, el Señor opera milagros. Este Corazón que está delante de sus ojos no es perfecto, pero Su entrega es absoluta.
Yo jamás viví la perfección en la Tierra. Al contrario, todos los días tuve que entregar muchas miserias a Dios, pero fue esa misma entrega constante la que Me aproximó al Corazón del Padre.
Vengan delante de este Relicario para reconocer sus miserias y entregarlas a Dios, para que estén más allá de ellas, clamando por el mundo. Contémplenlo por aquellos que no consiguen llegar hasta aquí.
Imaginen que Sus Rayos y Su Gracia, que no provienen de Mí, sino de Aquel que Me envía al mundo, puedan llegar a cada alma más necesitada.
Hoy Yo les muestro Mi Casto Corazón y lo ofrezco.
Acepten esta Gracia, esta oferta y anímense, queridos compañeros de Cristo, a hacer la misma oferta delante de Dios.
En cada Relicario, dejo un pedacito de Mi Ser, así como en el Reino de Lys, que también es Mi casa.
Cántenle a este Relicario para que Yo pueda bendecirlo y para que este Corazón, que hoy expongo delante de sus ojos, se pueda reflejar en esta madera, tan imperfecta como un corazón humano, pero que se llena de Gracias, de Misericordia, de amor cuando se oferta a Dios.
Dejen que todos los Dones y Virtudes, que nacen de Mi Casto Corazón, ingresen en este Relicario, y que no solo aquello que alcancé en Mi vida sobre la Tierra pueda estar guardado allí. Que todo lo que aprendí desde el origen de Mi Ser hasta Mi encuentro con Dios sea depositado, espiritualmente, en este pequeño Corazón para que, de esa forma, el que Me contemple aprenda a recorrer este camino del origen al origen, del Corazón de Dios al Corazón de Dios.
De esta forma, comprendan que las Gracias del Señor son infinitas y misteriosas, pues jamás cabrán en la mente humana. Pero aquel corazón que tiene fe no necesita comprender con la mente lo que está en la certeza de su corazón.
Ahora canten y permitan que todo lo que les dije se torne vida.
Tu corazón, hijo Mío, representa el corazón de toda Europa. Por eso, te llamé hasta aquí, te pedí que hicieras la morada de Mi Relicario, para que fuera a Europa por tu intermedio, acogiendo y amparando a Mi Casto Corazón. Y, mientras tus manos trabajaban, no solo tu corazón se curaba, sino también el corazón de Europa para que, de esa forma, cada ser comprenda que no está separado de su pueblo y de su historia, y que un pequeño acto, aunque sea inconsciente, puede ir transformando poco a poco la historia de esta humanidad.
Te llamé hasta aquí no solo para concederte una Gracia, sino por intermedio de ti conceder Gracias a este continente, a este planeta. Así es el Misterio de Dios, Su Corazón se multiplicó, se repartió y generó vidas y criaturas, pero nunca dejó de Ser único. Tú eres parte del Corazón de Dios y cada uno de tus hermanos también es parte de ti.
Revelando este misterio, te pido y les pido a todos tus hermanos que todo lo que hagan a partir de hoy, lo hagan en nombre de la humanidad, en nombre de Europa, en nombre de sus naciones, y sean conscientes de que, para transformar este mundo, no precisan de grandes cosas, sino solo exponer el propio corazón para que Dios lo haga.
Vivan el misterio divino la Presencia de Dios en sus interiores y no comprendan Su unidad, sean esa unidad y, de esa forma, abran las puertas y los caminos para que otros de sus hermanos también puedan retornar.
Como Mi Hijo Me enseñó y Le enseñó al corazón y al espíritu de cada sacerdote consagrado por Él, llegó el momento de recordar Su entrega, de hacer aquello que Él pidió en Su memoria, para que Su Presencia sea eterna no solo espiritualmente, sino físicamente, transformando las células y los átomos de cada ser que comparta con Él el pan y el vino consagrados y transformados en Su Cuerpo y en Su Sangre.
En la Presencia Espiritual de Cristo, junto a Sus Ángeles, elevemos esta oferta para que Él la consagre.
Encuentren, dentro de ustedes, el recuerdo de la Cena de Cristo porque, en este espíritu de unidad, todo lo que fue vivido por un corazón humano se guarda en el interior de todos. Recuerden cuando Él elevó el pan, lo bendijo y lo repartió a Sus compañeros y a cada corazón humano. Recuerden cuando Él elevó el Cáliz, lo bendijo y colocó allí Su Sangre, Su primera oferta que sería derramada por el perdón de los pecados, por la redención de las almas.
Hoy la Sangre de Cristo se vuelve a derramar en este jugo consagrado, en este fruto que se ofrece en nombre de toda la vida y de todos los Reinos de la Naturaleza para transformarse en Cristo. Así como el trigo y la uva se ofrecen como un símbolo de la entrega de la naturaleza al Corazón de Dios, ofrézcanse también ustedes para que, cuando estos elementos consagrados ingresen en sus cuerpos, los transformen en Cuerpo y en Sangre de Cristo, para que una nueva vida comience a ser gestada, poco a poco, dentro de ustedes y de cada ser humano.
Oremos juntos aquella oración que Él les enseñó, que une el Cielo y la Tierra, que vuelve a unir el corazón del hombre al Corazón de Dios.
Padre Nuestro (en arameo).
Que toquen la campana siete veces.
Mi Corazón aguardará en la sala de oración de esta humilde casa. Que el Centro Mariano se manifieste para que él pueda habitar allí y de allí irradiarse al mundo.
En esta noche, los bendigo y les agradezco por llegar hasta aquí, porque este es el símbolo de que sus almas están sedientas por despertar.
Que las bendiciones del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo sean una realidad en sus espíritus.
Les agradezco.
Sigan cantando para que Yo me despida y, con la misma alegría, canten para que reciban a su Señor y a su Señora, porque la Gracia de Dios es infinita.
Vengo de un Templo donde la vida sacerdotal se torna plena. Vengo de un Templo donde la Presencia de Dios existe en cada elemento, en el aire que se respira como en el interior de las criaturas, en cada vela encendida como en cada espíritu en adoración.
Vengo de un Templo donde la pureza existe como principio divino y original, no solo en el interior de los seres, sino entre ellos, en su verbo, en sus acciones, en sus sentimientos y pensamientos, en sus menores intenciones.
Vengo de un Templo donde no solo se comulga del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, sino también de Su Presencia eterna, de Su sabiduría viva, de Su sacrificio y de Su entrega.
Vengo de un Templo donde el tiempo no existe, donde solo existe la Presencia Divina, la Verdad, la Esencia, la unidad con el Todo.
Vengo de un Templo que sustenta al planeta, donde las almas contemplan y adoran constantemente para que este mundo no desaparezca.
Vengo de un Templo donde el Pensamiento Divino está vivo, dentro y fuera de los seres, como una llama que se alimenta de la devoción, pero también de las acciones.
Como ese Templo, existen muchos otros en diferentes puntos del planeta, en su interior, ocultos para la mayoría de los ojos humanos, sin embargo vivos y tan palpables para aquellos que los buscan y que, con fe, aspiran a ingresar en ellos. Los que son puros en sus intenciones ingresarán y lo conocerán, y vivirán en Él.
El mundo interno del planeta, hijos, guarda muchos misterios, de donde, en verdad, proviene el sustento de la vida en la Tierra. Si esos Templos de Verdad eterna no existiesen, la vida en este mundo ya no existiría.
Los Códigos dejados por Jesús, en Su Pasión, ingresaron en el suelo de la Tierra y se hicieron fértiles dentro de ella, en su interior, en dimensiones que se crearon sin el conocimiento de la humanidad común, porque pocos fueron aquellos que miraron hacia dentro, hacia dentro de sí, hacia dentro de la Tierra. Y como el suelo que alimenta a las raíces de los árboles que generan la vida, esas dimensiones internas alimentan al espíritu y al corazón humanos con aquello que es verdadero, y permiten que estos no perezcan por las futilidades de este mundo.
Hoy vengo de un Templo que aspiran a conocer, un Templo donde todos ustedes encuentran un lugar cuando son sinceros, cuando pueden ser lo que ustedes realmente son. Quisiera elevar la consciencia humana para que pudieran conocer la verdad, la verdadera vida que habita en esta Tierra y que no debería estar separada de la vida de superficie, sino existir para caminar junto con la evolución humana.
Ese Templo, del cual hoy vengo, pertenece a un Reino tan perfecto y tan sublime como el Reino Celestial, porque a él responde, a él se une, porque de él se nutre, en él se torna pleno. Como ese Reino, existen muchos otros, tan sagrados como el universo.
Vengo del Reino de Lys, que muy pocos conocen, pero también quisiera presentarles el Reino de Mirna Jad, el Reino de Aurora, donde la Vida Sagrada se esconde, porque los ojos humanos no se abren para verla.
En cada uno de esos Reinos, lo Sagrado se manifiesta, una cura se dispone, un camino se guarda para que retornen al Origen. Y para ingresar en ellos, hijos, basta que sean simples, en la mente como en el corazón; que cuestionen poco y se entreguen más; que duden menos, que amen más; que juzguen menos, que comprendan más; que piensen menos en lo que no alcanzaron y más en aquellas puertas que están abiertas para que puedan ingresar; que deseen menos las cosas del mundo y aspiren más a las del Cielo; que estén menos presos del pasado y más vivos en el presente; que estén menos aferrados a las estructuras, a las instituciones y más disponibles a lo nuevo, a aquello que se renueva como el universo, aquello que evoluciona con el Corazón de Cristo, aquello que se renueva con Dios, que cambia y que se transforma para retornar, retornar al Origen.
Ingresen Conmigo en ese Templo, en ese Reino, como en tantos otros que abren sus puertas a la humanidad. Y aprendan aquí a recorrer el camino de retorno al Corazón del Padre, a curar los desvíos, los engaños, a curar las incomprensiones y las heridas. Vengan a ser perdonados para que aprendan a perdonar; vengan a ser curados para que se tornen curadores, curadores en silencio que curan con el ejemplo, que curan con una mirada, que curan cuando unen el corazón al Corazón de Dios, que curan cuando son humildes ante el orgullo, que curan cuando son pobres ante la riqueza y la soberbia, que curan cuando son castos ante la lujuria, la vanidad.
Ingresen en ese Templo, al cual los llamo para que puedan auxiliar a este mundo. Ya estamos, hijos, en el último tiempo de ilusión para la Tierra, porque la Verdad emergerá como una ley que moverá los espacios y los interiores de los hombres, moverá a los Reinos de la Naturaleza, moverá a este mundo, para que él pueda despertar.
Ingresen en ese Templo, al cual los llamo, para que él construya en ustedes una fortaleza inquebrantable, una fortaleza que no desequilibra con el viento ni con el temblor de la tierra, que no se debilita con los asedios, que no se estremece con las amenazas del enemigo; una fortaleza que se construye con el espíritu de la paz y que es inquebrantable, no por sí misma, sino por su unidad con Dios.
Permitan que sus consciencias se eleven a una vida superior, dejando de lado, aunque sea por algunos instantes, las mezquindades de este mundo, esas cosas tan pequeñas que se tornan grandes y que toman la mente y el corazón humano, porque aún son niños en la vida espiritual y no saben disponer sus prioridades para encontrar a Dios.
Muchos aún no comprendieron la urgencia de estos tiempos, y por eso se pierden en las cosas pequeñas. Llegó la hora, hijos, de que vuelvan a lo sagrado y que las Palabras que les entregamos durante tantos años se tornen vida. ¿Cuántas veces escucharon esa frase? ¿Cuántas veces les pedimos que vivieran Nuestros Mensajes?
Responder a ese pedido ya no debería ser una opción, sino una necesidad, porque este mundo está sin vida y la vida proviene de Dios. El verdadero aire proviene del Soplo del Espíritu que los alimenta y los sustenta. Aquel que no respira de este soplo, aunque que esté de pie, morirá; aunque camine, estará vacío.
Ayuden a este mundo a despertar, ayuden a sus hermanos a encontrar la verdad, den de beber a los que tienen sed de Dios, muestren la fuente a los que están vacíos, porque ya es tiempo de que crezcan y de que preparen, en este mundo, un camino digno para que el Rey del Universo retorne.
Conozcan los Reinos Divinos, que se espejan en el interior de la Tierra, en los Centros Sagrados, porque un día ellos emergerán a la superficie y aquellos que reconozcan sus puertas podrán ingresar para recomenzar la vida en la Tierra, como ella debería ser desde el principio.
Si Mis Palabras les son incomprensibles, solo siéntanlas, dejen que ellas ingresen en su interior como una verdad que los transforme y así, hijos, no les será un peso vivir la transformación.
Hoy les dejo las puertas abiertas para que den un nuevo paso e ingresen Conmigo en ese Reino, en ese Templo, como en tantos otros que están debajo de sus pies y no los ven.
Oren de corazón y permitan que el Señor les revele Sus misterios. Dejen que sus ángeles de la guarda los conduzcan, en cada instante de la vida, para que den pasos seguros, afirmados en la Voluntad Divina, y no en la propia.
Dejen que cada inicio de un nuevo ciclo los renueve verdaderamente y los eleve. Si así fuera, cuando llegue el último, él los encontrará listos para dar un paso definitivo. Hoy conduzco sus esencias a los Templos Sagrados del interior de la Tierra, para que sean renovados y dejen que la fuerza humana sea substituida por el Poder de Dios.
Hoy Mis Palabras son como una llave que les abre la puerta hacia aquello que siempre fue desconocido y que ahora ya no debe serlo. Déjense conducir, déjense guiar y, así, hijos Míos, estarán en el lugar correcto donde Dios necesita de ustedes, para que auxilien a la humanidad cuando estén prontos para eso.
No solo pregúntense dónde están y qué son los Reinos Sagrados del interior de la Tierra. Pidan, en humildad, conocerlos en esencia y que ellos puedan vivir en ustedes como una comprensión divina, una sabiduría que nace de lo profundo de su interior, una cura que emerge y los renueva, un agua que los lava y los purifica.
No esperen que los Centros Sagrados, los Reinos del interior de la Tierra se manifiesten como los Reinos de este mundo. Ellos se expresan en ustedes como un estado de consciencia, un estado de espíritu. Solo vivan y sean esas Emanaciones Divinas.
Dejen que Mirna Jad se exprese como una cura que los libera del pasado. Dejen que el Reino de Lys se exprese como una pureza que surge en el interior. Dejen que Aurora se exprese como una voluntad superior que los conduce a instituir en la Tierra la nueva vida.
Hoy los dejo con estos impulsos que son simples y profundos al mismo tiempo, así como es la Vida Divina; que son claros y misteriosos al mismo tiempo, comprensibles y desconocidos. Dejen solo que ellos vivan en cada uno de ustedes.
Con Mis Palabras y por la potestad que Dios Me concedió, Yo los bendigo y los renuevo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Hoy el Reino de Lys se expande más allá de los bosques, se expande más allá de los lagos, llegando a los mares, a los océanos, a los ríos. Hoy el Reino de Lys demuestra su pureza a través del Reino de las Aguas, para que de esa forma les pueda ayudar a los Reinos que allí habitan, para que encuentren la paz y la redención con el auxilio de la humanidad. Hoy el Reino de Lys se extiende hasta aquí para clamar por auxilio, para que su paz toque a los corazones de los hombres y ellos reconozcan la vida superior, la verdad que habita en sus corazones y que los llama a la comunión con todos los Reinos de la Naturaleza.
Como Sagrada familia, hoy les revelamos que los Sagrados Corazones también habitan en Lys y encuentran allí la fortaleza para recorrer este mundo, para ayudar a los que más necesitan, sin perder nunca la esperanza de que el Plan de Dios se cumpla.
Hoy el Reino de Lys se extiende a los mares y a los océanos para que los espejos de luz, que se reflejan con el Poder de Dios, con la luz del sol que proviene del universo, puedan transmutar y liberar a este planeta, sobre todo a esta parte del mundo, para que reciba un poco más de paz y tenga un tiempo para despertar, antes de que la Justicia de Dios descienda.
Hoy, al lado del Mayor Espejo de Amor de los universos, su Madre Santísima los llama a despertar el espejo de sus corazones, unidos al Reino de Lys, para irradiar al mundo el amor que él tanto necesita.
Contemplen, en las aguas de los mares, la pureza de su interior que muchos perdieron. Dejen que el Espejo Mayor del Corazón de María despierte a los espejos de sus corazones, para que el Reino de Lys se pueda extender también a través de sus almas, pueda encontrar en cada uno de ustedes un instrumento para llevar la paz al mundo.
Hoy estoy delante de los mares que tanto necesitan de auxilio y que, al mismo tiempo, sustentan el planeta. Así debe ser el corazón humano que, a pesar de todo el auxilio que necesita, pueda superarse a través del amor a Dios para sustentar este planeta, en comunión con los Reinos de la Naturaleza.
El Reino de Lys se extiende hasta aquí para demostrarles cuán grandiosa es la piedad del Corazón de Dios para con el corazón humano. Y que de esa forma puedan inspirarse para transformar sus vidas en una imitación de la donación de los Reinos de la Naturaleza, en una imitación de la donación del Reino de Lys y de todos los seres de luz que allí habitan y que incansablemente sirven a la humanidad.
Con palabras simples, busco despertarlos a una realidad superior, porque los corazones están adormecidos y, aunque expresen devoción, aún no expresaron su compromiso verdadero con Dios.
Los Mensajeros Divinos recorren Europa en este tiempo para despertar a aquellos corazones que se comprometieron con el Plan de Dios en el principio, que se comprometieron con el Reino de Lys para este momento, para cuando la Tierra más lo necesitara. Llegó la hora, hijos, de vivir ese compromiso verdadero, dejando un poco de lado las necesidades prácticas de sus vidas, aquellos pequeños problemas internos que les impiden vivir el amor; porque cosas urgentes los aguardan, situaciones planetarias que dependen del sí de la humanidad, que dependen de la adhesión del corazón humano para que la Ley de la Misericordia pueda actuar.
Por eso, hoy vengo a su encuentro, junto al Reino de Lys, para que de esa forma reconozcan un servicio espiritual que deben despertar y cumplir en este tiempo. No les pediré nada extraordinario porque el Reino de Lys es la expresión de la simplicidad, de la humildad y de la pureza.
Solo les pediré que ingresen por la puerta que hoy Yo les abro, dejando todos los conceptos mentales, todas las ideas humanas que cultivaron hasta hoy para que, ingresando en este Reino, reconozcan la verdad de la cual se alejaron hace tanto tiempo.
¿Por qué será tan difícil vivir la fraternidad y la unidad unos con otros? ¿Por qué será tan difícil, hijos, para los corazones suplir la necesidad del prójimo antes que la propia? ¿Será inalcanzable para sus corazones amar y servir? ¿Será inalcanzable sentarse delante de un océano y agradecer por su existencia, contemplando su sacrificio y uniéndose a él para que sienta alivio, aliento, amparo? ¿Será imposible, inalcanzable, llegar delante de un hermano al cual le faltaron y pedirle perdón?
¿Será extraordinario, imposible, escuchar a aquellos que necesitan ser escuchados? ¿Orar con los que necesitan de la Presencia de Dios? ¿Expresar al mundo la propia fe, sin miedo a los juicios humanos? Esas son cosas simples que marcan la diferencia en la historia de la humanidad.
Expandan el Reino de Lys difundiendo la paz, la humildad y la unidad con todos los Reinos. Expandan el Reino de Lys siendo un poco más fraternos, un poco más humanos, aquel ser humano que Dios pensó, aquel en el cual Él pone Su esperanza y del cual no desiste nunca, porque Él conoce esa verdad, aunque ella se oculte ante sus ojos.
Dejen que el Reino de Lys toque sus corazones y sus espíritus, liberándolos del mal, liberándolos de la ilusión, para que puedan cumplir con aquel propósito que Dios tiene para ustedes desde el principio.
Imaginen un pequeño espejo de luz que se enciende delante de sus seres, delante de sus corazones. Algunos de ellos necesitan ser limpiados, purificados y liberados para que puedan tornarse instrumentos de Dios. Sientan la luz que proviene del Reino Celestial y también del Reino de Lys, y dejen que esa luz purifique sus seres, los renueve y los impulse a ser verdaderos servidores de Dios y no de sí mismos.
Por un instante, entréguense a lo desconocido para que actúe en sus vidas, y oren Conmigo por el Reino de las Aguas, para que Lys encuentre un espacio en la esencia de esos Reinos y pueda expresarse.
Pureza del Reino de Lys, extiéndete sobre los mares. Pureza del Reino de Lys enciende el espejo de nuestros corazones. Pureza del Reino de Lys vuélvenos puros y simples para la redención del planeta. Pureza del Reino de Lys extiéndete sobre el Reino de los mares. Pureza del Reino de Lys despierta a los espejos de nuestros corazones. Pureza del Reino de Lys vuélvenos puros para la redención de este planeta.
Sientan la Presencia de Adonai que hoy contempla el mundo y, con Su Santo Espíritu, espera descender sobre los hombres y sobre los Reinos. Contemplen la Misericordia de Adonai. Contemplen Su infinita Luz, más brillante que un sol o que mil soles. Dejen que este intenso brillo, que proviene del Reino de Dios, limpie y purifique los espejos de sus corazones y que, a través de ellos, se irradie al mundo y a los Reinos de la Naturaleza.
Con el corazón unido al Corazón de la Sagrada Familia, oremos a Dios:
Adonai,
Misericordia, Misericordia, Misericordia,
Redención, Redención, Redención
para este planeta.
(cuatro veces)
Amén.
Ahora orarán por todos los Reinos y pedirán redención para los Reinos de la Naturaleza:
Adonai,
Misericordia, Misericordia, Misericordia,
Redención, Redención, Redención
para los Reinos de la Naturaleza.
(siete veces)
Amén.
Purifiquen sus vidas y pacifíquenlas a través de la oración. Es de esa forma simple que entrarán en el Reino de Lys y curarán aquello que les parece imposible. Hoy, hijos, solo quiero hacer de sus vidas espejos simples del Corazón de Dios, prolongamientos del Reino de Lys hacia el mundo, porque así deben ser sus servidores.
¿Será que preferirán lo que viven en sus vidas a vivir en el Reino de Lys? ¿Preferirán la ignorancia de los hombres a vivir en la Sabiduría en el Amor de Dios? Deben preguntarse estas cosas todos los días para que avancen en la vida espiritual y para que la vida espiritual no sea para ustedes una teoría, un libro en el armario de sus casas, sino una experiencia, una vivencia que eleva a la humanidad y le permite retornar al Reino de Dios.
En la Presencia de la Santa Virgen, que los ama y los bendice incansablemente; en la Presencia del pequeño Niño Jesús que hoy les transmite Su pureza, Su bondad; consagraremos los elementos que son el símbolo de la mayor Gracia y de la infinita Misericordia que brota del Corazón de Dios; que la Humildad Divina del Creador, que se multiplica en el pan y en el vino, ingrese en sus corazones y los invite a vivir esa virtud que les abre las puertas del Cielo.
Que toda la humanidad y también los Reinos de la Naturaleza comulguen espiritualmente de este grandioso milagro de la multiplicación de Dios y que, unidos a Él en Su interior, puedan ser inspirados y guiados para volver a vivir un día la unidad con el Padre. Oremos, entonces, unidos a Dios por la conversión de los elementos, por la redención del planeta.
Padre Nuestro (en arameo y en portugués).
Comulguen de la Presencia viva del Corazón de Dios y sigan en paz, dispuestos a unirse al sagrado Reino de Lys, por la misericordiosa Presencia de Dios entre los hombres y entre los Reinos de la Naturaleza.
Nosotros los bendecimos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sigan en Paz.
Les agradezco.
En este momento, Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús compartió el Mensaje diario transmitido por la Virgen María en este mismo día, 19 de mayo de 2017.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Solo queríamos completar que es muy especial ver en los días 19 a la Sagrada Familia reunida, cuando es posible, porque de alguna forma los códigos divinos que Ellos nos traen ingresan en nuestras consciencias y también nos renuevan a todos nosotros en este espíritu de fraternidad y de hermandad, volviendo posible, a través de nuestros esfuerzos, como dice San José, que algún día alcancemos la meta de ser una verdadera familia espiritual.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más