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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vengan a Mi Océano de Misericordia y en fe caminen sobre las aguas, así como Yo le dije a Pedro. Antes de que su fe se debilitara, él caminó sobre las aguas, sin percibirlo.
Esto es lo que hoy los invito a hacer nuevamente. Necesito que el mundo camine hacia lo desconocido, para aprender a superar los miedos de todo aquello que no puede controlar o retener.
Yo vengo a enseñarles el camino, porque Yo Soy el Camino. Yo ya estuve con ustedes en Tierra Santa y ustedes estuvieron Conmigo, más cerca de lo que se pueden imaginar.
¿Cuántas veces tocaron Mi túnica? ¿Cuántas veces, en Tierra Santa, rogaron por Mi bendición? ¿En cuántas oportunidades escucharon Mi Voz, predicando y enseñando el Evangelio? ¿Cuántos de ustedes siguieron los pasos de la Cruz del Señor, hasta lo alto del Monte Calvario?
Recuerden todo lo que una vez vivieron Conmigo y tengan fe, porque Cielo y Tierra pasarán, mas Mis Palabras permanecerán en los corazones que creen en Mí.
Y hoy, estoy aquí, sobre los mares de Uruguay, porque vengo a cumplir con Mi promesa, el Señor está retornando y con Él retornarán todas las estrellas, todos los soles y todo el firmamento.
Felices serán los que caminen Conmigo hasta el final, superando sus propios miedos, transcendiendo sus propios obstáculos, confiando plenamente en el Amor de Mi Corazón.
He aquí el Corazón Vivo del Maestro, que palpita de Amor por las almas; es un Corazón sediento de los que están perdidos y agonizando. Pero, Mi Misericordia y el Océano de Mi Amor son más grandes que todo este océano.
Yo nací por ustedes, Yo viví por ustedes y por ustedes morí en la Cruz, por ustedes resucité al tercer día y por ustedes ascendí a los Cielos para poder retornar en algún momento al mundo.
En sus almas está escrita la historia que nos une, que nos hace reencontrar una y otra vez, a través de los tiempos. Yo estoy al lado de los que caminan en Mi Camino y Mi Mano se extiende para bendecirlos con el Amor de Mi Padre.
Hoy, vengo con un Mensaje de gratitud para todos los uruguayos; para los que trabajan, día a día, preparando Mi Retorno; para los que esperan encontrarme, cara a cara, como Santa María Magdalena Me encontró en el huerto del Sepulcro.
Hoy, los llamo por su nombre, así como llamé a María Magdalena, para decirles que aquí estoy.
Mi Presencia es inmutable. Mi Amor es inextinguible. Mi Consciencia no cambia, sino evoluciona. Así como ustedes pueden evolucionar, dando los pasos que son necesarios en estos tiempos, ante un mundo herido y ultrajado por el conflicto y la guerra, por la crueldad y la maldad.
Pero, Yo vengo a traerles, a ustedes y a sus hermanos, toda la esperanza que hay en el Reino de los Cielos y toda la alegría de servir a Dios incansablemente, haciendo lo mejor hasta el fin.
A través de este momento, Yo vengo a estar con ustedes para que Me puedan sentir y reconocer como su Maestro, como Aquel a Quien le fueron lavados los Pies con las lágrimas de las santas mujeres, como Aquel que fue ungido por el aceite santo de las santas mujeres.
Mi sostén estaba en ellas y el sostén de las santas mujeres estaba en Mí, y así se manifestaba la Fraternidad Blanca. Hoy, ustedes forman parte de esa misma Fraternidad, porque ya nos conocemos y nos sabemos. Por eso, no se detengan en lo que es material y concreto ni tampoco en lo que es mental.
Dejen y permitan que sus corazones crezcan en el amor, en la bondad y en la misericordia. Que sus vidas sean Mi gesto de Amor para el mundo, a pesar de las ofensas, a pesar de los agravios y a pesar de las indiferencias que puedan vivir.
Hagan todo en nombre de Mi Amor, para que el Amor reine en el mundo y en la humanidad; para que el Amor retorne a los corazones que lo están perdiendo por el sufrimiento, el vacío, la angustia y la desesperación.
Que sus vidas sean Mi ejemplo en el mundo, el ejemplo de la Presencia incansable del Señor, que no se detiene, que no descansa; porque el Pastor trabaja por Sus rebaños para que todos alcancen la meta espiritual que está escrita en la esencia profunda de cada ser.
Deseo que este año que comienza sea un año de mayor concordia, esperanza y paz. Que se puedan reconocer, los unos a los otros, como hermanos de un mismo camino y de un mismo Padre que está en los Cielos; porque Yo Soy el Señor de Israel y vengo a recordarle el Llamado de Dios al mundo entero.
Detengan el caos, detengan los conflictos, disuelvan las discordias.
Ámense, así como Yo los amo.
Vivan, así como Yo vivo, y la Verdad los liberará para siempre.
Sobre estos océanos y, más aún, en sus corazones, el Señor hoy encuentra reposo. Porque Yo quiero estar en ustedes, así como espero que ustedes quieran estar en Mí, en comunión con la vida infinita, en unión con todo el universo.
En esta Maratón, recemos, compañeros, para que sea un año de más esperanza, paz y justicia, para que el amor sustituya a la venganza, para que la paz sustituya al odio, para que el bien sustituya al mal, para que la unidad sustituya a la indiferencia, para que el perdón sustituya al error.
Oremos para que se alcance la paz en el mundo y el fin de la guerra, de todas las guerras en sus diferentes manifestaciones y formas; a fin de que las almas alcancen el alivio, la cura y la redención.
Yo los reúno en el nombre de la Gracia.
Yo les agradezco por estar aquí Conmigo, en la simplicidad y en la humildad del espíritu; porque allí está Dios, en la simplicidad y en la humildad del espíritu.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El gran océano de Mi Misericordia se abre, pero aún son muy pocas las almas que quieren entrar.
En ese océano, Yo purificaré a esas almas, enmendaré sus errores y faltas, las liberaré del pasado, les otorgaré la vida eterna y las sacramentaré a través del Espíritu Santo que ungirá a esas almas que entran en Mi océano de Misericordia, así como los apóstoles fueron ungidos junto a Mi Santísima Madre en Pentecostés.
El Poderoso Espíritu de Dios volverá a ser difundido en el mundo y los corazones abiertos a Él lo conocerán. Pero antes de que eso suceda, las almas deben aceptar entrar en el océano de Mi Misericordia, para que Yo las pueda justificar ante las Leyes de la Creación.
Esta es la hora en la que la gran puerta de Mi Misericordia comienza a cerrarse en el mundo, porque ha de cumplirse el tiempo de la Justicia Divina, así como fue escrito por Juan el Apóstol en el Apocalipsis.
Llegará la hora en que, durante los tres días de oscuridad, se cumplirá la Justicia Divina, pero no como la humanidad cree. La Justicia de Dios es Amor en equilibrio. La Justicia de Dios es Amor en armonía. La Justicia de Dios es Amor en sabiduría.
Pero antes de que la puerta de Mi Misericordia se cierre al mundo, díganle a las almas que deben volverse hacia Dios, antes de que sea demasiado tarde. Porque cuando Yo deje de estar con ustedes y de hablarle al mundo a través de esta Obra, todo, absolutamente todo, se desencadenará.
Por eso, mientras hay tiempo, muy poco tiempo, deben afirmarse en Mi Misericordia; deben navegar en Mi océano de Luz, a través de la constancia de sus oraciones y súplicas; deben ser el fiel testimonio de Mi Amor para el mundo, especialmente para los corazones que han perdido la fe y la confianza en Dios por todo lo que les sucede, por todo lo que viven, enfrentan y transitan.
Pero, así como una vez Yo vine a Polonia, a través de Santa Faustina, a revelar la infinidad de Mi Insondable y Divina Misericordia; así como Yo vine en la noche oscura de una guerra que se presentaba de forma inminente en Europa, en aquel tiempo; así Yo volveré como la Luz del mundo.
Y, en el horizonte interior, Me sentirán, reconocerán la Faz de Cristo y expulsaré a los anticristos, así como expulsé del templo a los comerciantes. Porque la Casa de Mi Padre es sagrada, en este mundo y en otros. La Casa de Mi Padre es bendita porque es celestial, cósmica y divina, porque Él la ha creado para todos Sus Hijos y Criaturas, para todas las esencias que han surgido de Su Fuente Inmaterial.
Y esa Casa mora en lo profundo del templo de las almas, templos que han sido corroídos por las influencias de este mundo, por las tendencias y las ideologías. Así, el mundo pierde el sentido de la perspectiva al no encontrar a Dios, por estar con su atención en otro lugar.
Por eso, todos los tesoros que Yo les He prometido a ustedes y a sus hermanos, se los He entregado, para que tuvieran parte con Mi Padre en el Reino de los Cielos, para que este mundo conociera que en el Amor está la superación de todo, de cualquier trauma o dolor, porque Yo vengo en nombre del Amor de Dios, de ese Amor inmutable e inconfundible, de ese Amor que tiene un caudal desconocido para el mundo y la humanidad.
Esa es la razón por la cual estamos aquí con ustedes, hace tanto tiempo. Porque esperamos que aprendan de ese Amor que el mundo y la humanidad ya no tiene, que aprendan de un Amor maduro y consciente, de un Amor que es capaz de aceptar y de acoger al semejante, a aquel que nadie quiere ni nadie acepta porque aparentemente es un problema.
Pero, si Yo acepté a los doce apóstoles como eran, así como en este tiempo Yo los acepto a ustedes como son, ¿dónde está el Amor que les He entregado para que Me representen en este mundo y en esta humanidad?
El Amor de Dios es la base de todo el camino espiritual y de toda esta trayectoria terrestre; porque en el Amor está la felicidad de Dios y Su alegría, el júbilo del reencuentro con el Padre Eterno, la cura de todas las heridas.
Yo vuelvo a entregarles este Mensaje con otras Palabras, porque deben tener amor por todo lo que han recibido y por todo lo que les fue ofrecido desde el comienzo, en el que sus consciencias fueron despertadas al Conocimiento Universal y Divino, a las Leyes Inmateriales y a las Corrientes Universales.
Antes de que Me despida de ustedes en este ciclo, y en el mes de agosto, Mi imperiosa necesidad es que existan almas y personas que asuman los tesoros de la Jerarquía, presentes en los Retiros Internos del planeta; porque no solo ustedes, sino también sus hermanos del mundo los necesitarán para todo lo que llegará.
¿Qué más es lo que necesita la humanidad para poder cambiar?
Cuánta abundancia Mi Padre les ha dado a través de Su Creación y, sobre todo, a través de la vida: que puedan ver nacer el sol en cada amanecer; que puedan respirar la pureza de la naturaleza y de los océanos; que puedan tener una familia, a pesar de cómo sea, y la aprendan a amar así como Dios los ama a ustedes desde el principio; que puedan aprender a servir para salir de ustedes mismos, cada día un poco más, y abandonar ese empedernido ego que solo coloca a las consciencias en obstáculos y en caminos sin salida.
Dios les ha dado Su Amor, porque Su Amor es Su Poder y no la autoridad. Su Amor para las almas y la Creación es Su Gobierno Espiritual.
Sin Amor no existiría la Compasión y la Misericordia, derramada por Su Amadísimo Hijo en la Cruz cuando fue traspasado por la lanza en Su Costado. Aun Yo, sin vida, muerto en la Cruz, les di el Amor de Dios hasta los límites de Mi Consciencia, a través de Mi Sangre y de Mi Agua; acto sublime que superó todos los errores y todas sus consecuencias durante el Viernes Santo.
Ahora que, en estos últimos años, hemos formado los oratorios y los Rosarios de Luz, es tiempo de que se guarden en sus casas y hogares, oren con fervor a Dios e invoquen el poder del Corazón de María y de Mi Corazón, para que todos estén protegidos y amparados, y muchos más puedan tener la misma Gracia de ser amparados por la Madre de Dios, que extiende Su Manto de Luz sobre el mundo, día tras día.
La Madre del Mundo, en lo más invisible y silencioso de Su Espíritu, toma el Cetro con Su Mano para guiar a las almas hacia el Reino de los Cielos; para que todos estén algún día en el Paraíso, viviendo la misma felicidad espiritual y el mismo gozo espiritual que vivimos con todos los que dijeron sí en algún momento de esta evolución.
Las instrucciones ya les fueron dadas a todos. Mucho tiempo ha pasado, muchas enseñanzas fueron entregadas, todo ya fue dicho.
Ahora, es tiempo de asumir y de comparecer en las filas del Plan del fin de los tiempos. Y, así, cuando lo hagan por ustedes mismos, por el amor que dicen tener por Mí, asumirán su parte, asumirán su servicio y ya no reclamarán. No evadirán la necesidad que les coloca el universo ante sus ojos. Ya no se mentirán a ustedes mismos, no se engañarán, porque harán cada tarea y vivirán cada compromiso, así como Yo lo He vivido por ustedes, desde Mi Origen en la Fuente Creadora hasta Mi Ascensión.
El Plan espera, como les dije, a los consecuentes, a los que ya no deberán ser más empujados, a los que serán conscientes de lo que tienen que hacer, sin que se les diga. Porque quien vive en Mi Amor, es capaz de percibirlo todo y de reconocer dónde está la necesidad en este tiempo crucial, no solo en Mis Islas de Salvación, sino también en el mundo, en donde las almas esperan ayuda, que alguien las escuche, que alguien las acoja, que alguien las pueda amar; así como Yo amo a todos, más allá de los errores, más allá de las negaciones y de las indiferencias que Me ocasiona el mundo.
Es tiempo de reconstruir a la humanidad y esto dará mucho trabajo. Pero tengan fe, porque un Buen Padre nunca se olvida de Sus Hijos y un buen capataz nunca se olvida de sus trabajadores. Porque quien sirve a Dios se renueva, se trasciende y se transmuta. No existe otro camino para la superación de ustedes mismos, compañeros.
Estamos en la fase de preparar Mi Retorno y solo tocaré con Mis Pies este suelo herido, pero también sagrado, cuando pueda vivir en ustedes para siempre, en la comunión más íntima del corazón, de la vida y de la esencia.
Que Mis Palabras permanezcan y no solo pasen. Cielo y Tierra pasarán, pero Mis Palabras quedarán en aquellos que se abran a recibirlas y a reconocerlas como propias, como una tabla de salvación.
Que en este tercer día de encuentro Conmigo, a las puertas de Montserrat, la Comunión sea ofrecida como reparación por los que sufren las guerras del mundo, por los refugiados y desatendidos, por los que son descartados, olvidados y abandonados, sin que un grado de amor se mueva en las consciencias que los ven.
Por eso, la reparación es necesaria para que la Justicia se aplaque; para que la Misericordia, Mi última Misericordia, actúe y obre en las almas.
Que esta Comunión nutra la vida. Que esta Eucaristía fortalezca los corazones y los anime a seguir adelante, así como Su Maestro siguió adelante en cada paso del Calvario hasta lo alto del Gólgota, sin perder la fe de cumplir la Voluntad de Dios, en cada clavo recibido en Mi Cuerpo, en cada látigo que arrancó Mi propia Carne, en la propia Coronación de Espinas, en los insultos y repudios de todos a los que Yo les había hecho milagros.
Todo necesita ser reparado para que llegue el tiempo de la Tierra Prometida, del nuevo Edén.
Oh, Adonai,
Tú que ves los errores del mundo y sus consecuencias,
contempla, por un momento, a todos los que Te siguen
y tienen fe en Tu Insondable Presencia.
Derrama Tu Amor sobre los consecuentes,
pero en especial, Adonai,
derrama Tu Amor sobre los que están condenados.
Que el precio de Mi Sangre no sea en vano.
Que los códigos de Mi Amor,
que son los Tuyos y que provienen de la Fuente,
curen, rediman y nutran
a las almas necesitadas de Ti, Señor,
que han perdido la filiación espiritual Contigo.
Adonai, abraza a todos con Tu Manto,
así como este viento de Montserrat
abraza a todos con su suavidad y pureza.
Adonai, no cierres la puerta de Tu Misericordia,
sino que Tu Misericordia se perpetúe en todos
los que suplican Misericordia por Mi Dolorosa Pasión.
Adonai, así como en lo alto del Monte Calvario
viste la gran ofensa y pecado del mundo,
Tu Amor descendió y actuó con el poder
de todas las estrellas y de todos los soles.
Y así, el universo fue movido
por el descenso de Tu Amor,
y todo fue liberado y cerrado,
para que en la Resurrección de Tu Hijo,
Tú, Adonai, dieras testimonio de Tu Amor
y de Tu Triunfo en el mundo.
Oh, Adonai, Sagrado Padre,
Omnipotente y Soberano Creador,
que todos Te vivifiquen,
que todos formen parte de Tu Existencia Sideral;
que muchos más lo puedan hacer
y tengan la Gracia de poder vivirlo,
para que, en el final de los tiempos,
todos Tus Hijos, junto a Tu Hijo Predilecto,
restablezcan la unión entre el Cielo y la Tierra,
y los Mil Años de Paz,
a través de la Cena de la Redención,
en la que volveré a partir el pan
y a consagrar el vino en Tu Nombre, Adonai,
para que todo comience de cero
y todo se renueve para siempre.
Amén.
Así, en estos tres días de impulsos y de confesiones de Mi Corazón, los preparo para el mes de agosto.
Vayan en paz.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Después de más de cincuenta años retorno a Cracovia para traer al mundo la Paz y conceder a la humanidad la Misericordia.
Por esa razón estoy aquí y les he pedido estar aquí, Conmigo, para que las almas se liberen del sufrimiento; un sufrimiento que dejó de ser histórico para convertirse en un sufrimiento milenario.
Por eso, los he traído hacia la Fuente de Mi Divina Misericordia, porque necesito que profundicen en ella, que la puedan conocer más, que puedan profundizar más en ella con la consciencia, porque aún el mundo la necesita.
Pero hoy los traje a un escenario más difícil, a uno de los escenarios más difíciles de la humanidad. Por eso me digné a descender aquí hace tanto tiempo, así como Mi Madre lo hizo en Fátima, para dar a conocer al mundo lo que pensaba y sentía Dios. Pero aún la humanidad no ha comprendido nuestro mensaje, porque no lo ha escuchado de verdad.
Eso trae demoras en el despertar de la humanidad. Por esa razón he regresado aquí, a Polonia, por medio de esta Obra, para que sepan que Mi Obra de Misericordia es una sola Obra, nacida desde la misma Esencia y de la misma Fuente, la que el mundo deberá conocer y no solamente invocar y pedir.
Mientras estoy aquí presente con ustedes, estoy presente con Mis hijos de Polonia y de toda Europa Oriental, porque ya estoy abriendo los caminos con Mi Consciencia Divina y Paternal para poder llegar a Asia y a Oceanía.
Preparando las bases a través de la Fuente de Mi Misericordia, la Obra de la Redención se podrá realizar y ella se podrá llevar adelante, con la ayuda incondicional que muchos han dado para que Polonia recibiera esta oportunidad especial.
Es así que hoy estoy deteniendo la historia de lo que ha pasado; es decir, estoy disolviendo el sufrimiento humano, lo que ha quedado registrado en la consciencia de los hombres y de las mujeres de toda Polonia.
Por medio de Mi Fuente vengo a disolver el sufrimiento, vengo a conceder la paz y traer la esperanza a los corazones, sabiendo que aún hay mucho por hacer en esta humanidad.
Es así, que hoy me presento a ustedes como el Señor de la Misericordia, pero también como el Señor de la Gracia, como el Señor de la Piedad, el Señor del Amor, ya que estos atributos son los necesarios en este momento y para lo que necesitan los hermanos de Polonia, sabiendo que su propia fe los ha salvado.
Es esa fe tan ardiente, tan verdadera y pura que ha permitido esta Gracia, que su Maestro y Señor del Universo retorne a la Tierra, retorne al lugar en donde Él abrió la Fuente de Su Divina Misericordia para que no solo todo se pueda recuperar, sino para que también las almas reciban lo que necesitan en este momento.
Estamos en un momento importante ante el Universo, ante la Iglesia y la humanidad. El Señor de la Misericordia viene a su encuentro, no solo para borrar el pasado, sino también para hacer renacer los espíritus en la Fuente del Amor y de la Unidad.
En esta hora disuelvo lo que ha sucedido aquí, en este pueblo, así como disuelvo en sus corazones, la impotencia que existió en algún momento de no poder sobrevivir. Pero ahora, ante Mi Presencia Celestial, el Maestro del Amor y de la Unidad les vuelve a presentar Su Fuente de piedad y de reparación, para que todas las esencias de Polonia y del mundo se sumerjan en Mi Fuente de reparación y de cura, en la que los códigos del mal serán disueltos para que renazca en ustedes la verdadera luz que son ante el Padre Celestial.
Por eso, en esta tarde en la que Polonia recibe la presencia del Cielo, Yo les ofrezco el Don del perdón y de la reconciliación, para que sean instituidos en sus vidas a fin de que esos dones de Mi Gracia ayuden a reparar a muchas más almas que necesitarán desprenderse del sufrimiento y de la agonía para volver a tener confianza en Dios y sobre todo, en Su Divino Reino.
Con todo el Poder que instituye el Cielo y el Universo, Yo les traigo la Fuente de Mi Divina Misericordia, para que se puedan sumergir en Mi Océano de Amor y los Códigos de Luz se renueven en sus seres y en todo el pueblo polaco.
De este modo Yo les traigo la expiación para que consigan perdonar y volver a amar, sabiendo que todos son parte de una misma Fuente y de un mismo Origen y que, algún día, todos serán uno dentro de esa Fuente de Amor y de Unidad que representa al Padre Celestial.
Que hoy sus rostros no reflejen la tristeza del pasado, porque sé que es una tristeza verdadera por la agonía, por el sufrimiento, por el dolor. Pero Yo les pido que reflejen un rostro de esperanza, porque Dios les ha concedido a su pueblo dos sucesores de Mi Misericordia: Santa Faustina y San Juan Pablo II.
En ellos encontrarán las bases de esa renovación. A través de ellos llegarán a Mi Corazón misericordioso, porque en total incondicionalidad se han ofrecido al mundo después de ascender a los Cielos, para ayudar a la humanidad y sobretodo a Europa Oriental a fin de reparar y de cicatrizar las heridas, heridas imborrables en las mentes y en los corazones.
Pero sepan, compañeros, que en la Fuente de Mi Divina Misericordia todo se resolverá, porque mientras les hablo y Me escuchan, Yo escucho el llanto de los inocentes, los acojo en Mi Corazón paternal y los llevo a la Fuente de Mi Divina Misericordia; una Fuente armoniosa y pacífica para que todos ellos se puedan liberar.
Por eso, en esta hora muchas cosas están sucediendo. No hay enfrentamiento contra el mal o la adversidad. Mi Presencia ha neutralizado todos los espacios. Mi Presencia ha iluminado todos los rincones. Mi Corazón ha concedido el fin de un cautiverio espiritual que ha quedado guardado en el corazón de los polacos.
En esa unión íntima con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, el Señor de la Misericordia y de la Piedad viene a reconstruir a Su humanidad y a Su pueblo, por medio de los siervos que Yo he enviado al mundo, que han pasado por esta Tierra para anunciar y proclamar Mi Palabra y que aún pasan por esta humanidad como embajadores de la paz para proclamar Mi Evangelio victorioso y la llegada al mundo de Mi infinita Misericordia, antes de que se abra la Fuente de la Justicia Divina.
Por eso, compañeros, no solo ustedes ingresen en la Fuente de la reparación de Mi Corazón, sino llévenla a todos los que necesitan de Mi infinita Misericordia, así Yo podré hacer muchos más prodigios, como los que hago en el espíritu de los presentes y de los no presentes, llevándolos a la comunión con Mi Corazón Eucarístico y encendiendo en sus almas el Fuego misericordioso de Mi Amor, el que finalmente curará todas las heridas, liberará a todas las almas y establecerá la paz.
Que se cumpla entonces el advenimiento de la Misericordia en Mis siervos para que el planeta, como un todo, reciba una oportunidad, sabiendo que deberá volverse a Dios para encontrar la cura y la reparación de toda la vida planetaria, especialmente de aquellos acontecimientos que han marcado la historia de la humanidad y de millones de almas que aún no han conseguido liberarse del sufrimiento y del dolor humano.
Pero hoy por medio de Mi Gracia y de la Fuente de Mi Divina Misericordia, su Maestro y Señor viene a reparar a todas las esencias, especialmente a la esencia original de Polonia que a pesar de todo lo que ha sufrido y padecido, no ha perdido la esperanza, la alegría y el júbilo de vivir a su Maestro y Señor.
La prueba del pasado fue realmente difícil, pero la victoria de su pueblo está en la perseverancia y en el dogma de su fe; esto hace regresar la Fuente de Mi Misericordia a Polonia, sabiendo que aún hay tiempo para poder redimirse por medio de los Sacramentos que Yo les he concedido desde Mi Vida pública hasta la Última Cena, llegando a lo alto del monte Calvario en la Cruz.
Todos esos méritos, todos esos dones, todos los poderes de esa Gracia concedida por Dios, forman parte de la Fuente insondable de Mi Misericordia que hoy vuelvo a derramar sobre Polonia y especialmente en las almas que aquí habitan, para que en el próximo tiempo, el tiempo de la gran renovación y del gran cambio, ustedes demuestren al mundo que es posible perdonar, amar y reconciliarse interiormente, a pesar de todo lo que haya sucedido.
Es por este medio de la Divina Misericordia que el Señor y Maestro de Polonia, el Señor de Europa Oriental, viene a este lugar que es bendecido por la Gracia para entregarles nuevamente la comunión con Mi Cuerpo y con Mi Sangre, para que todo se pueda renovar en sus espíritus, para que todo se pueda disolver en sus consciencias, especialmente aquello que les ha impedido seguir caminando en la fe y en la alegría de vivir a Dios en plenitud y en confianza.
Por eso eleven sus corazones hacia los altares de Nuestro Padre Creador, para que en este ofrecimiento y sacrificio del Cordero Unigénito, todo pueda ser reparado y restaurado en la Fuente de la Divina Compasión, concediendo a su pueblo y al mundo la Misericordia de Dios, aquella que disuelve los errores, los sufrimientos y las heridas profundas.
Ofrezcan hoy Conmigo este Sacramento del Altar, para que los ángeles que han venido a Mi encuentro y desde el Reino de Dios, no solo transubstancien la forma del pan y del vino, sino también transubstancien a todas las esencias de Polonia a fin de que se reencienda el Fuego y el Espíritu del Amor consolador y todo se redima, poniendo fin al sufrimiento e ingresando al Portal de Mi Corazón, de Mi Corazón de Alegría, de Esperanza y de Júbilo.
Con estas palabras que hoy les traigo desde el Cielo, los invito a celebrar esta Eucaristía en nombre de millones de almas más en el mundo que en muchos rincones de la Tierra, como en muchas naciones del Mundo, esperan por la Fuente de Mi Divina Misericordia.
Quiero que en esta tarde de celebración y de profunda reparación lleven esta Fuente al mundo, por medio de la comunión con Mi Cuerpo y Mi Sangre, estableciendo así en sus consciencias el estado de Mi Gracia eterna.
Celebremos entonces este momento, por todos los sacerdotes, por todos los religiosos, por todos los creyentes y los no creyentes, por todos los que necesitan sumergirse en la Fuente de Mi Misericordia, concediendo a su pueblo y a la humanidad esta expiación extraordinaria que hoy Mi Corazón trae del Cielo para derramarla en sus corazones, como un Cáliz renovado por la Sangre del Cordero. Amén.
Incienso.
Y todos los que Me escuchan en cualquier lugar del mundo, también ofrezcan este sacrificio junto a su Maestro y Señor, para que la paz no solo llegue a los corazones, sino también a las naciones del mundo que viven los conflictos y las guerras de estos tiempos.
Envío ese Rayo de Mi Misericordia de una forma especial y muy amorosa para Egipto, Siria, Irak, Nicaragua y Venezuela. Que todas esas almas que allí se encuentran, hoy sean merecedoras de la Divina Misericordia, para que no pierdan la esperanza y la aspiración de volver a encontrar a su Maestro y Señor cuando Él retorne al mundo por segunda vez y para poner fin al sufrimiento humano, para instituir el espíritu de la alegría del Reino de Dios. Que así sea.
Que los elementos del altar sean transubstanciados por la presencia de los ángeles del Cielo y así el Espíritu de la Renovación se pueda instituir, trayendo la Paz y la Misericordia al Mundo.
Felices hoy serán los que vivan este Sacramento, porque podrán reconocer a Aquel que vendrá entre las nubes, trayendo la Gloria de Dios y el regreso del Reino de los Cielos, como fue en el principio.
Que el Espíritu Santo descienda sobre este elemento para que él esparza sus Dones en Polonia y el mundo.
Con el agua los purifico y también los consagro.
Con el agua los elevo y también los trasciendo.
Con el agua los sublimo y también los santifico.
En esta Cena que hoy les ofrezco, se volverá a desvelar un misterio que se encuentra en el centro de Mi Corazón, que es el Misterio del Amor vivo de Dios en todos los seres y en todas las criaturas que Él ha creado a Su Imagen y Semejanza. Es hacia esa llama poderosa del Amor que deberán retornar y regresar siempre, porque en el Amor de Dios se encuentra la Fuente de Mi Misericordia.
La Sangre y el Agua que brotó del Cordero es la Sangre que santifica a las almas y las redime espiritualmente.
Por todos los que obran en Mi Iglesia de la Tierra y en Mi Iglesia Celestial, hoy ofrezco este Sacramento para que se esparza como Luz en el mundo y las tinieblas se disuelvan.
Tomen y coman todos de Él porque este es Mi Cuerpo que es ofrecido por el Cordero Inmolado y entregado por los hombres para el perdón de los pecados. Nunca olviden hacer esto en Mi Memoria.
Tomen y beban todos de Él, porque esta es Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza que es derramada por los hombres para el perdón de los pecados. Beban de esta Fuente de amor y de reparación para que todo sea curado, dentro y fuera de los hombres de la Tierra. Este es el Cáliz de la Concepción Original, el Cáliz de la Santísima Trinidad que se ofrece en lo más simple y humilde, para que sea bebido por los hijos de Dios a fin de renovar todos los tiempos.
Este es el Sacramento de la fe de todos los hombres de la Tierra. Benditos sean los que comulgan de Él para renovar sus consciencias, familias, pueblos y naciones para que triunfe el poder de Mi glorificado y misericordioso Corazón.
Oración: Padre Nuestro.
Escucharemos ahora el Padre Nuestro en polaco.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros (se repite dos veces)
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, dadnos la paz.
Felices serán los invitados a beber de la Sangre y a comer del Cuerpo del Cordero para que todo sea renovado.
Es de esa forma que Yo les concedo la Paz, para que vivan en Mi Paz y sean Mi Paz.
Vayan en Paz y lleven la Paz, porque así el mundo será reparado y toda la humanidad será consolada de sus innumerables sufrimientos.
Yo les agradezco por haberme ayudado a llegar hasta aquí, para reabrir la Fuente de Mi Misericordia, no solo en Polonia, sino también en Medio Oriente.
Todo se ha consumado.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Ahora se darán el saludo de paz en Mi Nombre.
He venido entre las nubes del Cielo a traer la buena nueva.
Dichosos de aquellos que se prepararán para estar los siete días Conmigo, reviviendo Mi Pasión, trayendo para sí los nuevos códigos, los que transformarán sus vidas para siempre.
Los códigos que Yo traeré para este ciclo, no son los mismos que Yo les he traído en tiempos anteriores.
Vendré con los códigos que iluminarán sus células; porque serán las células las que primero se prepararán para lo que ha de venir al mundo.
Vengo con la buena nueva de traerles más esperanza, para que sus espíritus se aquieten y perciban las frecuencias del Cosmos, las que Mis Rayos traerán desde el Universo hacia la Tierra durante los siete días.
Hago silencio entre las palabras, para que escuchen con atención lo que les digo.
Mis Palabras no pueden sonar solamente en sus mentes, deben vibrar en sus corazones para que la profecía se cumpla.
Ustedes son parte de esa profecía, de la profecía de Juan sobre el resurgimiento de Cristo, de su venida gloriosa al mundo.
Por ahora compañeros, puedo mostrarme a ustedes en Divinidad, pues Mi Cuerpo aún es Glorificado y Mi Consciencia total también lo es.
Es hasta que ustedes alcancen nuevas vibraciones, que Yo Me mostraré al mundo en Divinidad. Hasta que no alcancen la trascendencia de las energías terrestres, vendré en Divinidad a hablarles, para después mostrarme en gloria a todos.
Así como Yo ascendí a los Cielos, así Yo regresaré, al sonar las siete trompetas de los ángeles, los que anunciarán los siete nuevos ciclos que vivirá esta humanidad en sus cinco continentes.
Serán las nuevas tribus de Israel, las que serán llamadas por el sonar de las trompetas; por eso lo que hoy viven es una preparación, la antesala a un gran acontecimiento.
Por eso, aprovechen, beban de la Fuente que hoy Yo les traigo para que sus corazones, en el momento más crucial de Tierra, no sean indiferentes ante todo lo que sucederá; pero sí, que asuman todos los acontecimientos humanos y de este planeta, que se desarrollarán en estos nuevos siete ciclos.
La Sagrada Semana será una preparación interior para todos. Un portal se reabrirá, así como en cada Sagrada Semana anterior. Pero este portal será diferente a los anteriores. Ustedes tendrán la chance de poder vivificar Mi Espíritu, de sentir nuevas cosas que antes no sentían, de vivir nuevos aprendizajes que nunca antes vivieron, de dar pasos seguros que nunca antes se animaron a dar.
Estas son todas las posibilidades que hoy les traigo, para aquellos que son dichosos y preparan sus corazones para la Sagrada Semana.
Las revelaciones de estos tiempos son parte del despertar de la consciencia. Nada quedará oculto, todos tendrán la posibilidad de saberlo todo, dentro y fuera de los seres, en la humanidad y en el planeta.
Estamos en el tiempo de la antesala de la venida de Cristo.
Yo Soy aquella Consciencia que está resurgiendo en estos tiempos, y que está escrita en los libros proféticos de los sabios.
Toda la humanidad podrá saber que Yo estoy aquí, y aunque Mi Iglesia se movilice, no teman, porque si su Señor no fue aceptado en el templo de Jerusalén, ¿ustedes creen que serán aceptados?
Yo vengo a construir las bases de Mi Iglesia Espiritual en las almas.
Yo vengo a resucitar lo que está muerto en los seres, vengo a encender en los seres lo que se está apagando.
Todas estas son las ofertas que hoy les traigo. No permitan que la chispa de su amor por Mi se apague. A pesar de lo que suceda, sean valientes.
El Reino de Dios se aproxima.
Yo les traigo Mi Corazón sincero, para que tan simplemente lo puedan sentir.
Hoy llamaré a un grupo de mujeres que Me ha servido en otros tiempos, así como tendré la oportunidad durante la Sagrada Semana de llamar a muchas almas más a Mi encuentro, para que reciban los tesoros que Yo les quiero entregar con tanto Amor; tesoros inmateriales e invisibles, que harán las almas jubilosas, porque podrán estar a través de ese tesoro que Yo les entregaré, en la Sagrada Gloria de Dios, y serán consideradas por el Padre, posibles almas misericordiosas.
Es por eso que necesito, compañeros, que despierten definitivamente a esos dones, porque el mundo y la humanidad lo necesitan.
Cada impulso que Yo les traigo es definitivo, es la oportunidad de dar un gran paso, y de animarse a cruzar los abismos, para poder encontrar el Océano de Mi Misericordia.
Aún espero que puedan entrar a ese Océano para que Yo los pueda transformar, y convertirlos en Mis soldados valientes que no tendrán miedo de proclamar Mi Palabra, de anunciar Mi nuevo evangelio por medio de las instrucciones que Yo les he traído en estos tiempos. Solo son palabras de salvación y de amor.
Es esa luz la que Yo necesito que distribuyan en el mundo. Por eso siempre los enviaré en misión, para que el sufrimiento se alivie y sus corazones despierten al servicio incondicional dentro del Plan de Dios.
Mientras les hablo, les dejo muchas llaves, para que puedan penetrar Mi Mensaje, ser parte de Mi Mensaje, y vivirlo en estos tiempos finales, porque así tan simplemente Me ayudarán a realizar la Obra de Mi Redención.
Vengo a enseñarles a través de Mi Amor, a que puedan resucitar a lo imposible, que puedan traer para sus vidas las misericordias que han perdido.
Este es el manantial que Yo les ofrezco.
Por eso estoy enviando de dos en dos a Mis soldados; porque necesito, compañeros, que repartan y compartan la misericordia que han recibido de Mi Corazón para todos los corazones del mundo que naufragan en sus sufrimientos, que no encuentran la salida, ni tampoco la paz.
Ustedes fueron merecedores de Mi Paz, y ¿qué harán con la paz que Yo les he entregado?
Sean portadores de ese legado, por muchas almas en el mundo que no lo tienen.
Cuando estén a punto de abandonar Mi Obra, recuerden estas palabras, recobren fuerzas internas, y sigan adelante, sin mirar atrás, solo observando el horizonte de amor que Yo les traigo y así, las fuerzas del mal serán derrotadas, porque el propio mal se come a sí mismo al no conocer el poder del Amor de Dios.
Ustedes son chispas de ese amor invencible, crean en eso y nunca perecerán.
Contemplen a Mi alrededor el universo interior. Eso es lo que Yo busco de ustedes todo el tiempo, para poder fundar las bases de Mi Obra en el mundo.
Será a través de su universo interior que Mi Obra se realizará en la humanidad.
No vengo a hacerlos materialistas de Mi Plan, sino seres espiritualizados bajo el Amor de Dios y de Su infinita Misericordia.
Nuevamente vengo a abrir las puertas para los que las tienen cerradas.
Vengo a traerles el bálsamo de Mi Amor, porque será la llama que los confortará para los tiempos de oscuridad en toda la Tierra.
La Sagrada Semana es el refugio para Mis soldados, es el maná que vendrá del Cielo para impulsar a las consciencias a llevar adelante el estandarte de la paz que hoy entrego para cada uno.
A través del Sacramento de la Comunión, se establece la unión de las almas con Dios, el Cielo y la Tierra, como una sola consciencia, a través del ejercicio adorador de los ángeles.
Muéstrenme el pan y el vino, para que se conviertan en Mi Cuerpo y en Mi Sangre, divinos códigos de rehabilitación para las consciencias.
Fray Elías: Cantamos “Cristo Tú el amor”, suavemente
Hoy las consagro, a ellas, a Mis hijas, como Mis primeras auxiliadoras de Mis ceremonias sacramentales.
Como siervas de Mi Misericordia, a través de su donación, construyen los altares para Mi Obra en el mundo.
Quiero que sean las primeras siervas de Mi Misericordia, porque ustedes serán las que testimoniarán que durante este tiempo, Yo estuve entre ustedes, para darles a conocer el poder de Mi Amor y de Mi Gracia.
Siervas Mías, sean consoladoras de Mi Pasión. Prepárense para servirme durante la Sagrada Semana, así como las mujeres Santas Me sirvieron en el Sepulcro y hasta los pies de la Cruz.
Sean como María Magdalena, que con sus lágrimas lavó Mis Pies, y Yo la atraje hacia Mi Misericordia.
Sean semejantes a María Magdalena, sean las nuevas Marías, para esta próxima Sagrada Semana.
Quiero que estén alrededor de su Rey, contemplando el amor que Yo tengo por ustedes, por cada pequeño paso que han dado en esta manifestación de la ceremonia de Mi Corazón.
Consagro así estos elementos, que entre sus manos serán señales para una nueva vida.
Hoy ante ustedes, siervas Mías, están siendo testigos del último legado que entrego para la humanidad.
De sus labios deben salir divinas palabras de alabanza y oración; de sus corazones debe irradiarse el amor consolador para su Doloroso Rey, que sufre la indiferencia del mundo en su más silenciosa agonía.
Las consagro como auxiliadoras de Mi Divina Misericordia; como las primeras mujeres, de su Glorioso Rey, que darán ejemplo para todas las demás que serán llamadas internamente por la concreción de la ceremonia divina en cada nuevo altar.
Hoy Dios les trae este mérito, para que sean repartidos muchos méritos más, en las nuevas santas mujeres que Yo llamaré por su nombre.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Quiero escuchar de sus labios, el cántico “Corazón Sincero”, para que sean semejantes a Mí, en cada nuevo detalle.
Les agradezco por servirme, que la paz sea en ustedes. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más