APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Contemplen hoy, hijos, en lo profundo de sus corazones todas las Gracias recibidas; en lo profundo de sus consciencias, todos los dones que les fueron entregados; en lo profundo de sus espíritus, el Propósito Divino. Contemplen hoy en el propio interior, en el universo de sus corazones, la Voluntad Perfecta de Dios para sus vidas.

El Creador aún espera que renueven y manifiesten Su Amor. El Creador aún espera que puedan trascender la dualidad humana para alcanzar un Amor Mayor. El Creador aún espera que sean capaces de pacificar el propio corazón, curar sus heridas más profundas, perdonar el pasado que aún los aflige, para ingresar en un Nuevo Tiempo.

El Creador espera atentamente que puedan tornarse pequeños y simples, que puedan tener como prioridad en sus vidas manifestar el Reino de Dios en sus pensamientos, en sus sentimientos, en sus acciones. El Creador espera que aquel Amor profundo que Él emanó en el principio de la vida pueda multiplicarse en el corazón de Sus Criaturas.

Dios, hijos, cuando creó a la humanidad y, además de ella, a todas las criaturas en el universo material, les entregó un Libro para que, con la vida, escribieran una historia. Para que pudieran manifestarla, el Creador les entregó Sus más profundos Pensamientos y Su  más profundo Amor para que fueran las líneas de este Libro, líneas en las cuales caminarían y escribirían sus vidas, su historia; y el Creador escribió en este Libro la última palabra.

Cuando Dios escribió la última palabra en este Libro de la Vida, Él quiso expresarle a los seres que, a pesar del libre albedrío, a pesar de que los seres tendrían la libertad de vivir y de escribir su historia, había un propósito, una conclusión. Y ese propósito, hijos, es la renovación del Amor.

Por eso, dentro de ustedes lleven la certeza de que, a pesar de lo que acontece en el mundo y a pesar de lo que sucede dentro de los seres, esta historia tiene una palabra final, un propósito final, que le da conclusión a todo lo que las criaturas vivirán, no solo en este planeta, sino en todos los universos manifestados.

Por eso, mientras los seres experimentan y viven sobre la Tierra, el Creador sigue con Sus Ojos sobre el mundo, acompañando cada línea que es escrita en la historia de los seres humanos. Y Él conduce los pasos de aquellos que se lo permiten, para que puedan llegar más rápido a este Propósito que Él tiene para la vida.

Que sus corazones no se confundan con el poder o con la voluntad propia. Que sus corazones no se confundan con lo que Dios permite que acontezca y lo que es Su Verdadera Voluntad, porque Él les dio el libre albedrío a los seres para que pudieran experimentar, porque esta fue la elección de Sus Criaturas en el principio de la creación humana. Ellas tenían la oportunidad de vivir el Amor y de conocer el Propósito Divino desde el inicio, pero eligieron no saber, eligieron la voluntad propia antes de conocer una Voluntad Superior.

Sin embargo, hijos, en la historia de la humanidad, la voluntad humana no tiene un punto final, la voluntad humana no marca el propósito de la existencia ni la conclusión de este libro, porque la última palabra ya fue dicha.

Independientemente de la historia de las criaturas y del camino que elijan trazar, independientemente de lo que elijan escribir, el Propósito Divino siempre retornará y se expresará en la última palabra del Libro de la Vida.

Y, cuando les digo “vida”, no hablo solo de la vida en este mundo, porque esta es una pequeña parte de la vida, una parte importante y definitiva, pero no es la única. La vida es amplia, llena de misterios, de universos y dimensiones, plena de posibilidades y de oportunidades de retornar.

La vida en esta Tierra es como un trampolín que el Señor les concede para que lleguen más rápido a Su Corazón. En este mundo, todo tiene un sentido profundo de ser, sea el sufrimiento, la renuncia, la humillación, aun hasta las enfermedades; todo tiene un sentido profundo de ser y es parte de esta escuela que transforma la condición humana y, dentro de ella, transforma toda la Creación.

La condición humana guarda en sí una síntesis de la vida en todos los universos y, a través de la transformación de los seres, toda la vida se transforma y se renueva. Y esa transformación continúa más allá de la Tierra, cuando le llevan al universo y también a las dimensiones inmateriales de la vida los aprendizajes que vivieron aquí.

Les digo todo esto porque verán en el mundo situaciones incomprensibles, impensables, cosas que sus corazones jamás pensaron presenciar o experimentar; pero, dentro de ustedes, debe existir la certeza de que en la Historia de la Vida, su Creador ya escribió la última palabra.

En cada uno de ustedes se guardan las respuestas que necesitan. En cada uno de ustedes se encuentra el puente hacia el Corazón de Dios para que, en cada nuevo día, en diálogo con el Creador, puedan preguntarle al Señor lo que Él aspira a escribir en el Libro de sus vidas.

Hoy, les traigo un pequeño Lirio, que representa a la Humildad de Mi Casto Corazón. No todos lo quieren recibir, pero él está aquí. Él está disponible para los que quieran ser pequeños; él está disponible para los que no buscan los poderes de este mundo; él está disponible para los que descubrirán, a través del vacío, el Poder de Dios.

Aquí está el Lirio de la Humildad de Mi Corazón. Él está disponible para los que quieren ser y vivir la Voluntad Divina, él está disponible para los que, negando los placeres del mundo, encontrarán dentro de sí el Universo de Dios.

Aquí está el Lirio de la Humildad de Mi Corazón que los ayudará cuando estén ante situaciones incomprensibles, cuando estén ante sufrimientos impensables, cuando estén ante grandes dolores que despertarán en ustedes un grado de amor aún desconocido.

Reciban este Lirio que Yo les traigo como una Gracia que Dios Me permite concederle a la humanidad. Este es el pequeño gran tesoro de Mi Corazón, la llave primera que Me permitió retornar al Corazón de Dios y hoy venir a testimoniarle este retorno a cada uno de ustedes. Reciban este Lirio en sus corazones y sientan Mi paz.

Que vengan hasta aquí los que hoy se consagrarán como Hijos y Amigos de San José.


Traigan incienso y agua para bendecir.


Este incienso que Me ofrecen, Yo lo consagro para que los libere del pasado y de sus heridas más profundas.

Esta agua que Me ofrecen, hoy Yo la consagro para que purifique sus faltas y les conceda una nueva oportunidad de retornar a Dios, de reencontrar a Dios en el propio corazón.

Hoy, Yo los bendigo, los consagro, los renuevo y les pido, hijos, que no pierdan la esperanza de ver manifestado el Pensamiento Divino para cada una de sus vidas, para sus familias, para sus corazones.

Mi Presencia entre ustedes y lo que hoy les traigo son tan importantes que todas las interferencias [1] intentarán callar Mi Voz, pero existe algo que Yo no hablo, que solo lo hago llegar a sus vidas.

Una cosa Yo les pido: así como hoy, muchas interferencias llegarán a sus vidas; así como hoy, una gran batalla se trabará en el Cielo y en la Tierra; mas Yo les pido que no pierdan la fe, que no pierdan la esperanza, que no pierdan el ánimo y la voluntad de seguir adelante y de manifestar el Propósito Divino.

Que puedan ir más allá del sufrimiento, de las batallas y del dolor; que puedan ir más allá de las enfermedades, de las incomprensiones, de las tristezas y que siempre tengan delante de sus ojos el Libro del Creador con una última palabra escrita: el triunfo de Su Amor no solo en todo el género humano, sino en toda la Creación.

Que esta fe los anime a seguir adelante.

Que el Lirio, que hoy Yo les entregué, sea su pequeño gran tesoro para que puedan ir más allá, más allá de todas las dificultades, más allá de todas sus propias resistencias. Que puedan ir más allá y llegar al Corazón del Padre.

Y hoy Yo les dejo dos pedidos, dos últimas Voluntades que el Creador le concede a Mi Casto Corazón.

La primera de ellas es que Me ayuden a llegar a África el 19 de diciembre de este año, para que Yo esté con Mis pequeños hijos y para que, en la Natividad del Señor, una nueva esperanza también nazca en sus pequeños corazones. Así como caminé hasta Belén hasta ese humilde pesebre, para manifestar una Voluntad del Señor, caminaré hasta el corazón de África, para que en este humilde pesebre el Señor vuelva a nacer por la intercesión de los Sagrados Corazones, de forma especial por la paternidad de Mi Casto Corazón.

Y la segunda Voluntad que les pido es que, en Mi última Aparición, el próximo 19 de marzo, le den a conocer al mundo la historia que Yo les entregué, “Del Origen al Origen”, para que comprendan cómo Dios construyó el corazón humano, para que comprendan cómo se escribe la historia de la humanidad y tengan la certeza de que la última palabra ya fue escrita y que, independientemente de todo lo que acontece y de todas las experiencias vividas, esta última palabra se manifestará.

Por esos dos pedidos, Yo les agradezco, porque esta es la Voluntad de Dios.

Les dejo Mi bendición, Mi paz y Mi fortaleza.

Recuerden, hijos, que existe un puente dentro de ustedes hacia el Corazón de Dios. Nunca pierdan eso de vista. Este camino existe y está dentro de ustedes. Allí, el Creador les hablará siempre que necesiten Sus Palabras.

Yo los bendigo, les agradezco y fortalezco sus espíritus para que reencuentren la paz.

En nombre del Padre, del Hijo e del Espíritu Santo. Amén.

Para finalizar, canten el himno de su consagración, “Padre de las almas”.

 

[1] Se refiere a las interferencias en la transmisión, que no le permitían al público escuchar Sus Palabras.