APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cuando la superficialidad del mundo sea tan grande que los corazones ya no sepan quiénes son, será entonces, hijos, que las almas más perdidas se volverán hacia Dios.

Es cuando la naturaleza se agita y le muestra al mundo su dolor, que las almas son capaces de comprender la existencia de todos los Reinos.

Es cuando parezca que los hombres y mujeres del mundo no saben amar, y las guerras estén creciendo cada vez más, dentro y fuera de los seres, que la esencia humana gritará y las almas se volverán hacia Dios.

En este universo de dualidades y de extremos, es de esa forma cómo la consciencia humana escoge aprender: con el sufrimiento extremo. Eso no es así para castigarlos, hijos, sino para que despierten. La esencia divina que habita en su interior jamás permanecerá en silencio, viendo cómo se apaga la Luz que un día Dios depositó en Sus Criaturas.

Tan grande es el Poder Divino que habita dentro de los seres, que no existe nada ni nadie capaz de apagar ese Propósito que el Creador depositó en Sus Criaturas en el principio. Pero, hasta que puedan manifestar este pensamiento, largo será el camino que recorrerán.

Les digo esto no para que teman, sino para que comprendan el sufrimiento, para que comprendan las pruebas. Todo lo que los lleva a los extremos hace que sus almas griten dentro de su interior, y muchas veces, hijos, es solo en el silencio de sus abismos internos, cuando las distracciones del mundo ya no los colmen, cuando estén en el profundo vacío y soledad, es solo entonces que se dispondrán a escuchar a sus almas.

Cuando vean la agonía de la naturaleza, cuando vean que se destruyen sus bienes materiales, sus almas se volverán a preguntar cuál es el propósito de la vida. Las distracciones de los seres terminan ante la grandeza del sufrimiento. El sufrimiento se torna un instrumento del despertar, el vacío se torna un instrumento de escucha, porque en él aprenden a dirigir sus ojos y sus oídos hacia Dios.

Es cuando ya no encuentran respuestas afuera de ustedes, que se vuelven hacia adentro y que descubren que en el propio interior habitan todas las respuestas que necesitan.

Cuando se vuelvan hacia adentro e ingresen por la puerta del propio corazón, descubrirán en sí mismos un misterio infinito, una sabiduría infinita que no proviene de la condición o de la mente humana. No es un conocimiento que sus mentes puedan elaborar ni siquiera explicar; es la sabiduría que proviene del silencio, de lo profundo del Corazón de Dios, de la unión perfecta entre el Creador y Sus Criaturas.

Es en este punto, en el centro de sus seres, que pueden mirar hacia la destrucción y comprender que en ella habita el poder de la renovación. Es en este punto, en el centro de sus seres, que pueden vivenciar el sufrimiento, sabiendo que los lleva a una unión más profunda con Dios, que les revela no solo la fragilidad humana, sino también la grandeza de este Proyecto que está mucho más allá de todo lo que pueden ver, tocar o sentir.

Busquen, hijos, a través de Mi Presencia, este punto en su interior, este espacio interno donde sus almas pueden ser escuchadas. Solo estén allí, en el centro del propio corazón, donde pueden encontrar al Todo, al Corazón del Creador.

Cada día que vengo a su encuentro, vengo a enseñarles a trascender la superficialidad y la apariencia; vengo a enseñarles a trascender los sentidos y todas las prisiones internas, mentales, emocionales, humanas. Porque sus ojos verán muchas cosas que no comprenderán, que les parecerán no poder soportar; sus sentidos estarán ante situaciones que les demostrarán la profunda fragilidad de la materia humana, pero no deben permanecer allí.

Deben ingresar en este punto que hoy Yo les muestro, en el centro del propio corazón, para que en silencio, en el vacío, aprendan a escuchar a sus almas y, a través de ellas, al Corazón de Dios.

Sé que buscan respuestas y referencias, sé que buscan ejemplos para seguir e imitar. Pero en estos tiempos, hijos, no encontrarán referencias ni encontrarán ejemplos; porque, en este tiempo de purificación, todo lo que un día fue ejemplo y referencia demostrará su más profunda imperfección; porque ya no es tiempo de imitar lo que es viejo, no es tiempo de imitar lo que ya existe, sino de encontrar referencias en lo que se debe manifestar, que habita en lo invisible de sus consciencias.

La referencia se encuentra en el centro del propio corazón, porque de allí vendrán las respuestas. No miren al prójimo buscando ejemplos ni se asusten con las miserias que verán.

Ya no busquen afirmarse a través de las imperfecciones ajenas, buscando las miserias del otro para sentirse menos miserables. Ya no lo hagan.

Cuando sus almas sientan la necesidad de ejemplos, sean ejemplo.

Cuando sus almas sientan la necesidad de referencias, busquen la referencia dentro de ustedes mismos, en el centro de sus seres, allí donde el nuevo hombre comienza a nacer, allí donde las Gracias que recibieron en los últimos 30 años están siendo fecundas.

Cuando no encuentren ejemplos o referencias afuera de ustedes, comprendan que es tiempo de mirar hacia dentro, porque de allí surge la vida nueva. Y ella no se expresará con palabras, con sentimientos o con pensamientos, ella se manifestará con acciones, ella se manifestará con Rayos Cósmicos, con un patrón de vida superior que se expresará en ejemplos fraternos, en acciones fraternas que cada uno de ustedes es llamado a vivir en este tiempo.

Ya no miren al mundo buscando beber de una fuente que está seca, sino vayan hacia el centro de sus seres, en donde habita una fuente insondable e inagotable que es la unión de cada ser con su Creador. ¿Comprenden lo que les digo?

En este tiempo, muchas almas agonizarán porque su referencia y su sustento están en el mundo, en un mundo de apariencias y de superficialidades. Y esos seres se cansarán, hijos, y necesitarán aprender, como un niño pequeño, cómo ingresar dentro de sí mismos para encontrar la respuesta. Y todos ustedes, que son hijos de la Gracia y de toda la sabiduría que el Creador depositó en la humanidad a través de Sus Mensajeros, deben vivir lo que recibieron.

Mediten en las Palabras Divinas. Mediten en las Sagradas Instrucciones.

Busquen el centro de sus seres, para que sus vidas ya no estén sustentadas en los sentidos, sino en el centro de la consciencia. Esto es lo que vengo a decirles hoy, porque esta es la base de la espiritualidad del final de los tiempos.

Sin ese aprendizaje y esa experiencia, todo cuanto leyeron, escucharon o pareció que aprendieron no tendrá sentido alguno, porque perderá su sentido ante los acontecimientos del mundo. Perderá el sentido si su referencia interna fuera el mundo. Por eso, vuélvanse hacia el centro de sus seres y encuentren allí la Fuente de la Paz.

Que vengan hasta el altar los que se consagrarán como Hijos y Amigos de San José.

Traigan aquí incienso y agua bendita.

Que sus almas encuentren paz, aun cuando no haya paz en el mundo.

Que sus consciencias sean respuesta para un mundo perdido.

Que sus miradas sean esperanza para las almas vacías.

Que sus oraciones sean agua pura para las almas que tienen sed.

Que su clamor sea Misericordia para las almas que viven en la Justicia.

Que su servicio sea alivio para los Reinos ultrajados.

Que su transformación sea alegría para el Corazón de Dios.

Que su redención sea una esperanza para toda la vida universal.

Que el perdón del pasado sea también fuente de perdón para las almas más pecadoras.

Que sus vidas den testimonio de que nada es imposible para el Corazón de Dios.

Que las Gracias depositadas en su interior sean fecundas, manifestando fortaleza en medio de la debilidad humana, manifestando humildad ante las miserias, manifestando comprensión ante las limitaciones, manifestando paciencia ante las dificultades.

No tengan prisa, porque la transformación humana es un proceso. No quieran ser perfectos de la noche a la mañana y no le exijan esta perfección a los demás, sino que cada día, hijos, busquen superar un poco más la condición humana, busquen liberarse un poco más de las superficialidades, de lo que es mundano, de lo que es aparente.

Dense el tiempo y el espacio para mirar hacia adentro, para encontrar el centro de su propio ser y, allí, un momento de unión con Dios. Crean en las respuestas que Él les da, no duden cuando Su Voz les hable en su interior, pero no permanezcan allí, en esa experiencia única con Dios. Dejen que esa experiencia genere frutos; que la Voz de Dios en su interior genere transformación, perdón, redención y paz.

Muchas almas que escuchan la Voz de Dios solo permanecen allí, guardando esa experiencia en los estantes de su interior como un trofeo: “El día que escuché a Dios”. ¿Cuáles son los frutos de esa Voz?

Más vale, hijos, un corazón que fructifica y florece en el desierto y en el vacío que aquel que escucha la Voz de Dios, pero no la sigue. Por eso, cuando estén en el centro de sus seres, con sus almas en silencio, con sus seres en el vacío, y escuchen la Voz de Dios, aunque sea una palabra, un soplo, un susurro, que esa Voz sea fecunda, que los mueva a la transformación, que los lleve a encontrar la paz y a multiplicar la paz para los que la necesitan.

Por eso, hoy los bendigo. Con este incienso, los libero, los purifico y los consagro. Y con esta agua los lavo, los renuevo y los bendigo como Hijos y Amigos de San José, como Mis compañeros en este camino, que se disponen a ser formados y a formar a través del ejemplo de la propia vida.

Yo estaré con ustedes y ustedes Conmigo. Cuenten con Mi intercesión, porque siempre estoy atento a sus súplicas.

No quiero traerlos hacia Mí, sino solo llevarlos a Dios. Y, como un ser que conoció y conoce profundamente la condición humana, Yo vengo a su encuentro para llevarlos de la mano al Corazón de Dios y al encuentro profundo con el Señor.

Hoy, les dejo un camino abierto hacia el centro de su propio ser. Recuerden esta llave que les entrego para vencer lo que es superficial y mundano e ingresar en el espacio de su propio ser, en el centro de sus corazones, donde pueden estar en Dios.

Tienen Mi bendición para esto.

Su padre y amigo,

San José Castísimo

En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Hermana Lucía de Jesús:

Ahora, vamos a cantar el himno de los Hijos y Amigos de San José, “Padre de las almas”, y nos vamos a preparar para la Comunión.

APARICIÓN ANUAL DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

La consagración de las almas es como un bálsamo para el Corazón de Dios, es como un rayo de sol en medio de una gran tempestad, es como una brisa suave en un lugar cerrado.

La consagración de las almas le genera alivio al Corazón del Padre. Las almas consagradas son como pétalos de rosas sobre las heridas de Dios que, con su amor y su aroma, van reparando cada pequeño espacio y aliviando el dolor del Padre.

Dios cultiva almas consagradas como un Jardinero Celestial y cuida con cuidado, con amor, a cada una de ellas. Las almas que se consagran son para Dios una esperanza de que Su Proyecto Humano y Divino, poco a poco, se va concretando, de adentro hacia afuera, en sus pequeñas almas.

Cuando Dios contempla el mundo y observa cada ultraje vivido en la humanidad, cada transgresión que el corazón humano le causa, tanto al prójimo como a sí mismo; el Creador busca entonces a las almas consagradas para encontrar en ellas el equilibrio, la razón para interceder por el mundo y concederles una nueva oportunidad a Sus hijos. Por eso, hijos, nunca dejen de vivir con verdad y sinceridad la consagración de sus almas.

Hoy, Mi Casto Corazón viene a interceder con ustedes por el mundo, para rogar ante el Padre por las almas que sufren y necesitan de auxílio; por las almas que claman y no son escuchadas; por las que padecen, pero que no son encontradas, para que su sufrimiento sea aliviado.

Hoy, vengo por las almas de las guerras para que encuentren la paz aun en el profundo caos, para que no pierdan la esperanza de reencontrar a Dios, para que no dejen de creer en el corazón humano y para que no piensen, hijos, que los seres humanos son hechos de maldad y de rencor.

Hoy, vengo como su Padre, como Padre de las almas, para que, junto a cada uno de Mis hijos, podamos orar por el planeta. Escuchen el grito de la Tierra, un grito silencioso que, para ser escuchado, los corazones necesitan estar en oración, necesitan ir más allá de sí mismos, de sus necesidades y pruebas, de sus dificultades y desafíos, para clamar por algo superior a sí mismos, que es el Propósito Divino para este mundo.

Esta Cuaresma, hijos, marca para ustedes y para toda la humanidad el inicio de un nuevo ciclo, que no será como los ciclos anteriores; marca el inicio de una gran prueba, en la que sus pies tocarán por primera vez el calvario de estos tiempos.

Por eso, Nuestro Señor viene al encuentro de las almas todos los días, para acompañar paso a paso su trayectoria por esta Cuaresma. Escuchen Sus Palabras y no dejen que ellas pasen, porque entre cada una de ellas habita un impulso celestial, que emergerá de sus corazones en cada paso del calvario.

Así como vivieron 40 días en la Cuaresma, vivirán 40 ciclos de este calvario, 40 pruebas y, para cada una de ellas, el Señor les entregó una llave que los ayudará a trascenderlas sin dejar este camino, sin desistir ante las dificultades, las caídas, las miserias y la condición humana que emergerá con intensidad desde adentro de ustedes para ser transmutada.

Cada vez que se vean ante una dificultad que no puedan superar, tomen los impulsos cuaresmales y en ellos encontrarán una llave para ir más allá.

Cuando esta Cuaresma termine y el desierto llegue a su fin, los ciclos de la Tierra exigirán de ustedes corazones maduros. Por eso, la consagración los ayudará y los protegerá de ustedes mismos, siempre y cuando sean guardianes de los votos que hicieron, de los pilares que se dispusieron a vivir, de los principios que se abrieron a descubrir.

Es por eso, hijos, que los Mensajeros Divinos les conceden consagraciones a todas las almas para que, según su escuela, según su ciclo evolutivo, según el impulso de sus corazones, puedan encontrar aquella consagración que les sea verdadera y, a través de ella, estarán protegidos.

Hoy, vengo como su Padre y Amigo, en medio de este desierto, así como un día también estuve en espíritu con Jesús.

Cuando el Señor pasaba los 40 días en el desierto, el Creador Me permitió que lo visitara en espíritu para que, como Su padre y amigo, le ofreciera un hombro en donde Él pudiera reposar en medio de todas las tentaciones y le ofreciera agua de la Fuente Divina para que Él pudiera beber y renovar Su oferta.

Junto con los ángeles y arcángeles, Me aproximé al Señor con humildad y Su Corazón Humano y Divino se conmovió al encontrarme.

Así como un hijo encuentra a su padre para encontrar alivio en su abrazo, así fui al encuentro de Jesús, para que Yo pudiera aprender de la condición humana y divina, y para que Cristo también pudiera descubrir la potencia de la paternidad, del amor que existe entre las familias. Y fue así, hijos, que en ese día todas las familias fueron reparadas y el amor de los padres por sus hijos y de los hijos por sus padres fue renovado, a través del Corazón de Cristo, en toda la humanidad.

Hoy, vengo a su encuentro con esta misma esperanza de ofrecerles un hombro y un abrazo, de renovar su esfuerzo y su consagración para que reencuentren el propósito de servir y de donarse para que reencuentren el propósito de vivir sus votos, los pilares y los principios que se dispusieron a vivir; y que así, estén preparados y fortalecidos para comenzar a cruzar los portales que los llevan al calvario, los portales de la entrega, de la rendición y de la renuncia, los portales del vacío, de la trascendencia y del amor extremo que transforma todas las cosas.

Hoy, a pedido del Padre, traigo al mundo los principios que fundaron la Orden Gracia Misericordia, que es una Orden que aún no fue comprendida por sus consagrados ni por el mundo.

La Orden Gracia Misericordia, hijos, nació de lo profundo de la Voluntad Divina; una Orden pedida por el Creador que no forma parte de ninguna religión instituida, para que de esa forma pueda interceder por todas las creencias y todas las razas, para que pueda interceder por todas las almas, independientemente de sus diferencias.

La Orden Gracia Misericordia nació como una Aspiración profunda de Dios para reparar la vida consagrada en el planeta, y este propósito solo podrá cumplirse si la consagración de sus almas fuera renovada todos los días.

Caminen hacia ese Propósito, encuentren esa Voluntad Divina, acojan en sus corazones esta misión para que, como monjes y monjas, como sacerdotes, padres y madres, como adoradores y auxiliadoras, todos los corazones reencuentren el Corazón de Dios y, en Él, Su Propósito para esta Orden.

Que esta sea una Orden intercesora, por todas las religiones y por todos los pueblos, por toda la vida sacerdotal del planeta, por lo sagrado que debe habitar en la Tierra.

Que cada adoración de los adoradores sea reparadora.

Que cada altar de las auxiliadoras sea sagrado.

Que cada oración de las almas consagradas sea verdadera.

Que cada pequeño esfuerzo por vivir sus votos, todos los días, sea sincero.

Que, en cada amanecer, exista la aspiración de trascenderse. Que, en cada instante, exista la aspiración de ir más allá. Que no coloquen limitaciones en sus vidas y en sus pasos. Que crean en la trascendencia de la condición humana. Que aspiren a la santidad, porque ser santos es cumplir la Voluntad Divina, es vivenciar el Propósito de Dios, y esta es una oferta que el Padre realiza para todos Sus Hijos: que aspiren a ser Cristos, a vivir en Cristo y como Él, para que así, hijos, se cumpla el Propósito para esta humanidad.

Que los Hijos de María y los Hijos de San José sean los brazos de la Orden Gracia Misericordia en el mundo, sean la luz que llega a todas las almas en las diferentes ciudades y países, en los lugares más olvidados. Que ellos sean un ejército de oración y de acciones reparadoras. Que, como la Sagrada Familia, puedan obrar en silencio, pero verdaderamente, para transformar la condición humana.

Para que vivan todas estas cosas, hoy Yo les traigo esta Gracia, la Gracia de renovar la consagración, la Gracia de reencontrar el Propósito Divino, la Gracia de encontrar el Abrazo Celestial que los renueva y los fortalece, para que encaren de frente el calvario de estos tiempos, con sus cabezas erguidas y sus corazones abiertos, con sus pasos firmes, sin embargo humildes, con sus corazones orantes y sus consciencias despiertas.

Que se levanten aquellos que se consagrarán como Hijos y Amigos de San José. Traigan aquí agua bendita e incienso.

A los sacerdotes y padres de esta Orden les concedo la Gracia de ser padres, como Yo soy, para que acojan a los corazones, para que consagren a las almas. Que en sus espíritus reine la humildad que les permitirá ser siempre instrumentos de la Mano Divina para bendecir y sacramentar, para traer a las almas el Propósito de Dios.

Por eso hoy, les doy la potestad de consagrar y acompañar a los Hijos y Amigos de San José, así como Yo mismo aspiro a consagrar y a acompañar a las almas. Que sus corazones siempre se oferten, antes de cada consagración, para ser instrumentos de Dios, para ser intercesores ante las almas, que recuerden la Gracia que Yo les entregué y que la hagan revivir dentro de ustedes para que la multipliquen ante las almas.

Con esta agua, los lavo de los pecados y de las transgresiones.

Con este incienso, los libero de las amarras y de las maldiciones para que sus almas sean renovadas.

Que no haya oscuridad que les impida consagrarse. Que no haya miseria que les impida recibir Misericordia. Que el camino esté abierto a la Gracia que desciende de Dios, que los consagra y los renueva en Mi Nombre y por Mi intercesión, como Hijos y Amigos de San José, para que lleven el Amor de la Sagrada Familia a todos los corazones, para que sean ejemplos de transformación y de esfuerzo; porque no les pediré que sean perfectos, pero sí les pediré que venzan las inercias de cada día y que se esfuercen para ir más allá. Mi Gracia siempre los renovará.

Hoy, hijos, la vida consagrada fue renovada en todas las religiones, en todas las creencias, en todas las almas que se ofertaron a Dios con sinceridad. Hoy, el Corazón de Dios fue aliviado, y solo les pido que sean guardianes de este tesoro que recibieron, que sean dignos Hijos de Dios, dignos Hijos y Amigos de Mi Casto Corazón.

Yo los bendigo y los consagro, por la potestad que el Creador Me entregó de interceder por las almas y por las causas imposibles; porque nada es imposible a los Ojos de Dios, pero es necesario esforzarse para encontrar el Propósito Divino.

Yo los bendigo y los consagro, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Vayan en paz y continúen reparando el Corazón de Dios.

Tienen Mi bendición para esto.


Hermana Lucía de Jesús:
A pedido de San José, vamos a cantar todos juntos “Gratitud, San José”

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Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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