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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Oh, Mis amados hijos!, congrego a todos en Mi Corazón, Templo seguro para su redención, Camino seguro para su conversión, para el alivio de todo el sufrimiento.
Hoy, estoy aquí en regocijo y alegría. Soy su Madre, la que alivia el sufrimiento y los lleva a la paz. Esperé tanto tiempo para volver aquí, para contemplar con Mis propios Ojos y sentir con Mi propio Corazón las bases ardientes de la Obra de Dios, expandidas y multiplicadas en las consciencias.
Por eso, estoy aquí, para confirmar este Sagrado Proyecto de la esperada Casa de San Lázaro, en honor a aquel que fue resucitado por Mi Hijo. A través de esa Casa de cura, acogimiento y sanación, las almas reencontrarán el perdón y la reconciliación.
Como Yo les He dicho hace algunos días, también vengo a bendecir el Proyecto Fraterno Servir.
El mundo necesita conocer que hay un lugar en este planeta, en donde la Obra de Dios se refleja y se manifiesta con el esfuerzo, el esmero y el sacrificio de corazones valientes, con aquellos que confían en la Madre Divina y siguen Sus pasos hacia lo desconocido y lo infinito, aunque muchas veces no comprendan lo que esto significa.
Yo les vengo a anunciar con alegría que su fe los trajo hasta aquí, hasta este momento, en el que el mundo necesita la Ley de la Cura para poder reencontrar la Ley de la Paz y así, poder encontrar el camino del amor y del perdón.
Quiero que la Madre del Alivio del Sufrimiento tenga Su lugar en la Sagrada Casa de San Lázaro, porque allí Yo reuniré a las almas y a los corazones que más necesitan cura. Más allá de los cuidados o del acogimiento, lo más importante, Mis queridos hijos, es que cada gesto y cada acto que realicen, por más pequeño que sean, sean hechos con amor. Esto curará la vida de muchas personas, aliviará el sufrimiento de muchos corazones y les concederá la paz a todos.
Esta es la tarea más importante de Brasil en este tiempo, porque la Sagrada Casa de San Lázaro no es solo para los que lo necesiten, sino también es para toda esta Obra acogida por Mi Corazón Inmaculado.
El tiempo pasará, hijos Míos, y sus almas necesitarán ese lugar para vivir la cura profunda, en el último día de sus vidas; para que ese pasaje no sea un pasaje de miedo o de sufrimiento, sino un camino de trascendencia y de ascensión de sus almas y espíritus hacia la unión perfecta con la Fuente de la Luz, en donde sus experiencias internas serán volcadas para recrear esta Creación y confirmarle al Padre Eterno que es posible este Proyecto de Redención de la humanidad.
La Casa de San Lázaro estará abierta al mundo entero.
Ustedes saben, hijos Míos, que el planeta está enfermo y que la humanidad está enferma en todos los sentidos, por eso, la importancia de esta Sagrada Casa. Que no sea solo un espacio de recibimiento y de atención, sino también un lugar predilecto de Mi Corazón, en donde el amor pueda reinar y expresarse.
También vengo aquí para bendecir el Proyecto Fraterno Servir, una obra silenciosa que comenzó durante esta última pandemia, imperceptible para muchos corazones, pero misericordiosa y bondadosa para muchísimas almas.
Hoy, le entrego este pilar del Proyecto Fraterno Servir a cada uno de ustedes. Por eso, He venido aquí como su Madre del Alivio del Sufrimiento, para que alivien las vidas de muchas personas, para que más corazones conozcan que es posible reencontrar la paz y el amor a través del corazón de este Sagrado Núcleo-Luz.
Que palpite en sus vidas el ánimo de servir, de donarse por el otro, de colocar al otro primero en todos los momentos; porque lo que debe triunfar, hijos Míos, es el Amor de Mi Hijo en los corazones, así como Su Amor ha triunfado a través de estos tiempos en sus corazones; aunque caigan o se detengan, aunque tengan miedo al fracaso o a lo desconocido.
Hoy, Yo vengo aquí, Mis amados hijos, a extender Mi Manto de Cura del alivio del sufrimiento y a decirles que estoy presente en cada uno de sus pasos. Por eso, nunca se olviden de Mi Corazón, del Sacrificado Corazón de María, que sigue siendo traspasado por las injurias y los pecados del mundo; del Corazón que siempre dará la vida por ustedes, que siempre los escuchará y los recibirá, que siempre les concederá la paz y la esperanza para seguir adelante, en estos tiempos de caos; porque todos, absolutamente todos, necesitan del alivio del sufrimiento.
Por eso, derramo hoy, en nombre de Mi Hijo, el Principio de la Compasión, Ley predilecta de Cristo que ustedes deben aspirar a vivir todos los días, comenzando con sus seres queridos y amados, con todos los que encuentren en sus caminos. Porque no será el desafío el que los llevará a la paz ni tampoco el enfrentamiento entre hermanos y hermanas; lo que los llevará a la paz es la Compasión de Cristo, que brota como una Llama Incandescente de Su Corazón Misericordioso para el mundo entero, para todas las almas que lo busquen y lo necesiten.
Respondiendo al pedido de Cristo, también vengo aquí para consagrar a nuevos Hijos de María, este nuevo grupo de oración, que hoy fundaré y bendeciré, que tendrá la sagrada tarea de orar por la Casa de San Lázaro, para que los pilares del amor, de la compasión y de la caridad sean los primeros que se funden como base de esta Sagrada Casa, para que el alma de esta Sagrada Casa, que será construida y manifestada, sea amparada por el Sagrado Ángel de la Compasión de Dios y las almas reciban de la Fuente Suprema todas las Gracias que necesitan a través de las manos y, sobre todo, de los corazones que se ofrecerán para servir en ese lugar.
Por eso, les digo, Mis amados hijos, que ya levita en el plano espiritual sobre este espacio la Sagrada Casa de San Lázaro. Contémplenla, reconózcanla, acéptenla, háganla parte de sus vidas y esencias. Permitan que los Ángeles de la Cura de Dios desciendan y materialicen esta Sagrada Casa de San Lázaro, porque las almas gritan por cura, redención y alivio, en este país y en otros.
Esta será la célula de la Cura de Dios, que curará las células enfermas de los hombres y mujeres de la Tierra a través del sagrado toque del Amor de Dios en las esencias y en los corazones sufridos.
Una vez más, Me alegro por estar aquí, porque en el anonimato de los corazones que aquí sirven, durante esta última pandemia, se forjó el espíritu del guerrero del amor, de la caridad incansable, del sostén para las familias necesitadas, de la aspiración ardiente de manifestar la Casa de San Lázaro; porque recuerden, Mis queridos hijos, que todo forma parte de la Obra de Dios. Esto pertenece al Padre Eterno y sus vidas son llamadas a participar de esta Gracia extraordinaria y especial para todos.
Coloquen sus manos en señal de recepción y reciban, de la Madre de Dios, la consolación y el alivio del sufrimiento que hoy sus esencias y las esencias del mundo necesitan.
Cuando esa Casa se manifieste, seré la primera en entrar en ella para bendecirla con Mi Luz y con Mi Amor de Madre; porque si eso sucede, Mis queridos hijos, la Ley de la Cura no desaparecerá del planeta, no será dominada por el conflicto o por la enfermedad, sino que la Ley de la Cura triunfará a través del Amor.
Reciban este tesoro de la Casa de San Lázaro y, ahora, llévenlo hacia su corazón, haciendo un voto Conmigo de hacer todo lo posible y un poco más para que ese proyecto descienda lo antes posible, porque mientras esto no suceda el mundo seguirá sufriendo.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Los Hijos de María que se consagrarán, se pueden colocar de pie.
Yo vengo a bendecirlos en esta nueva tarea, importante y predilecta para la Madre de Dios, para que las corrientes de la Ley de la Cura desciendan y fluyan desde el Universo hasta esa Sagrada Casa de San Lázaro, aspirando ardientemente a que muchos corazones más alcancen la Cura que necesitan y el alivio del sufrimiento que los hace agonizar y padecer.
Por eso, ofrézcanme hoy sus corazones para que Yo los pueda elevar hacia Dios y presentarle al Padre Eterno la oferta sincera y honesta de los corazones que se esforzarán para llevar adelante este Sagrado Proyecto de la Casa de San Lázaro, que hoy con amor comparto con ustedes para que se sientan parte de esta Gracia Divina.
Por eso, hoy, los consagro no solo como Mis Hijos, sino también como Mis soldados orantes, como los pilares que se ofrecerán espiritualmente para sostener esta Sagrada Casa de Dios y permitir que el Ángel de la Compasión de Dios inspire, guíe y oriente a todos los que servirán fraternalmente a los que sufren en su última hora de la vida.
Yo los consagro como Mis Hijos, como los guardianes de la Casa de San Lázaro, como celadores de este Sagrado Proyecto de la Cura de Dios para este mundo sufrido.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Con alegría, júbilo e infinita gratitud, Mi Hijo Me envía a derramar Sus Gracias y Sus Misericordias a través de los Sacramentos.
Hoy, los que no fueron ungidos serán ungidos, aquellos que no fueron bautizados serán bautizados. Eso es lo que les ofreceré con todo Mi Corazón y Vida para que triunfe el Amor en sus corazones y siempre recuerden, hijos Míos, que siempre estaré allí, a su lado, para llevarlos hacia Mi Paz.
Recemos, a partir de ahora y en los próximos tiempos, por la Casa de San Lázaro, para que siga descendiendo desde el plano espiritual como Dios manda y en poco tiempo sea una realidad en la superficie de este planeta, en Brasil.
Oremos.
Señor,
que se cumpla el advenimiento de la Nueva Raza.
Que la humanidad pueda expresar su arquetipo.
Que la palabra sea viva y construya Tu Templo.
Que se expanda en nosotros Tu Misterio
y que se revele al mundo la verdadera existencia,
para que podamos reunirnos en Tu Nombre
y glorificar la perfecta unidad.
Amén.
Yo les agradezco por haber respondido a Mi llamado en tan poco tiempo. Esto es muy significativo para Nuestro Padre, porque Él puede derramar Su Confianza en los corazones y, a través de los corazones, manifestar Su Infinita e Insondable Misericordia.
Hoy, siéntanse ungidos por las Manos de Jesús a través del Sacramento que será ofrecido con humildad y simplicidad.
Siempre sean agradecidos por todo, la Ley de la Gratitud todo lo transforma y lo concede.
¡Sigan adelante! Yo los acompañaré como la Madre que alivia el sufrimiento, como la Madre que rezará en silencio por la manifestación de la Casa de San Lázaro.
¡Les agradezco!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a prepararnos para los Sacramentos. Vamos a sintonizarnos a través de una canción muy simple que se llama “Consagración”, que para la Madre representa el alivio del sufrimiento.
Hoy no encuentro otro lugar en el mundo que el corazón de Mis hijos, porque es en el corazón de Mis hijos en donde podrá realizarse la Voluntad de Dios y expresarse Su divina providencia.
Es en el corazón de Mis hijos en donde podré encontrar la paz de Mis queridos hijos, para poder servirme de esa paz, y uniéndola a Mi Paz, poder derramarla sobre el mundo, especialmente en aquellos lugares donde ya no existe.
Hoy no solo vengo con la alegría de poder reencontrarlos, queridos hijos, de poder bendecirlos en este día de consagración, sino también vuelvo con la alegría interior de poder ayudar a otras naciones de Sudamérica, como lo es Venezuela, en la que a través de Mi presencia maternal en este momento, todos los que se encuentran en ese país sufrido y herido como también todos los que emigran del mismo son amparados y ayudados espiritualmente por los ángeles del Cielo y hoy sus bocas reciben un maná espiritual para que puedan recobrar la fortaleza, la confianza y la fe en el Creador.
Pero este tiempo, hijos Míos, no es solo un tiempo de tribulación, la tribulación que la humanidad escogió vivir en este ciclo; Dios está con Sus brazos abiertos para recibirlos y acogerlos. Por eso, Me ha permitido regresar aquí a Colombia no solo para bendecir a su patria y a su pueblo, sino también para ayudar espiritualmente a sus naciones hermanas de Venezuela y Ecuador, porque como ustedes saben, cosas gravísimas están sucediendo en estos tiempos.
Dios contempla a todas las almas del mundo, especialmente a aquellas que viven los conflictos y la división en las naciones; por eso envía a Su Espíritu Santo a través de Su Sierva fiel, para despertar a las consciencias del mundo entero hacia la cooperación y la colaboración con los más necesitados. Porque si un hermano vuestro, por más desconocido que sea, está sufriendo o está padeciendo, la humanidad entera es la que está padeciendo y sufriendo.
Por eso vengo a colocarlos, hijos Míos, en esta noche, ante un panorama y una visión espiritual y universal, porque llegó el momento, llegó la hora, de que cada uno salga de sí para poder abrazar el todo que es la humanidad enferma.
Eso permitirá, hijos Míos, que bajo el espíritu de la colaboración y de la solidaridad por aquellos hermanos que sufren y padecen el caos de estos tiempos, pueda llegar el espíritu de la intervención divina, de la ayuda celestial y cósmica que todas las almas en este tiempo necesitan sin excepción, cada uno en su escuela, cada uno en su aprendizaje y en su momento de despertar.
Vengo a concederles la Gracia de liberarlos para siempre de este hipnotismo e ilusión mundial para que sus corazones también impulsen a otros corazones al despertar de la consciencia, al despertar de la cooperación y de la solidaridad, sabiendo que el mundo entero está sufriendo, aunque una minoría sufra mucho más de lo que sufre la mayoría en estos tiempos.
Yo les traigo, queridos hijos, esta Gracia especial porque aún la humanidad tiene velos en su consciencia y no solo no consigue ver la realidad de estos tiempos, sino que tampoco consigue ver lo que está detrás de cada consciencia, quién es esa alma, quién es ese espíritu que está encarnado en este momento para servir y cumplir una misión con Dios.
Por eso, este es el tiempo de la cooperación y de la integración grupal. No son tiempos de barreras ni de divisiones, es un tiempo de poder sentir a Dios en el corazón y de cumplir Su Voluntad y Sus mandamientos.
Cuando den ese paso profundizarán en su vida espiritual no solo orante, sino también en su vida interior y podrán representar a Mi Hijo de alguna forma, porque Él también está de brazos abiertos para recibir a Sus nuevos y últimos apóstoles que, de una forma servicial y humanitaria, ayudarán a los que más necesitan, a los que no tienen nada, a los que han perdido todo, así como lo perdieron Mis hijos de Venezuela.
Pero muchos se preguntarán en este momento o alguna vez se lo preguntaron: ¿dónde está Dios ante todo lo que sucede en Venezuela? Dios está allí. Por eso vengo a estar en sus corazones, porque Dios está en sus corazones y es en los corazones en donde se realizará el Plan de Dios.
Los corazones serán impulsados a vivir el fin de estos tiempos a través del apostolado y del servicio de una manera incondicional y abnegada. Ese es el primer paso y es la primera escuela para ustedes, hijos Míos, aparte de formar los grupos de oración que Yo necesito en este momento para Colombia. Porque Colombia no puede ser un espejo de lo que sucede en Venezuela.
Sé que la devoción interior de cada uno de ustedes y la fidelidad para Conmigo, hijos Míos, todo lo impedirá y Dios seguirá derramando Su Gracia sobre este pueblo querido y amado por el Plan Divino. Y sus consciencias estarán más disponibles, más dispuestas, más enteras a ayudar en lo que fuera necesario no solo al Reino Humano, sino también a los Reinos de la Naturaleza, en todos los lugares de la Tierra. A la vuelta de sus casas o aun dentro de sus familias existen grandes necesidades internas que se terminan reflejando en necesidades materiales.
No estoy hablando de propiedad o de poder, o de poseer alguna cosa material, estoy hablando de las carencias que enfrentan Mis hijos en estos tiempos, principalmente, de la falta de Amor y de una inconmensurable incomprensión de lo que le sucede a cada hijo Mío.
Por eso, Nuestras Palabras que ya están siendo las últimas en este ciclo serán su Fuente, para que puedan beber, nutrirse y quitarse la sed. Nuestras Palabras, las Palabras de los Sagrados Corazones, serán la Luz para el mundo que enfrenta la tribulación y la adversidad. Nuestras Palabras serán sus impulsos para el cambio de la consciencia y para la transformación del ser.
Ninguna de Nuestras Palabras a través de los años han sido desperdiciadas, porque Nuestras Palabras provienen de la Voluntad de Dios, es Dios quien dicta a Nosotros lo que debemos decir, así como ustedes deben hacer resonar dentro de su mundo interior todo lo que reciben.
Ningún ser de la Tierra, por más ateo o no creyente que sea, quedará sin instrucción y sin guía. Todos los pasos están siendo indicados hasta en los mínimos detalles. Por eso, hijos Míos, deben aprovechar la Fuente de la instrucción en los momentos más difíciles y agudos del planeta. Estos son los tiempos difíciles, los tiempos difíciles no llegarán, los tiempos difíciles ya están aquí, ante sus ojos, ante sus casas, ante la realidad planetaria de estos tiempos.
Yo los invito, hijos Míos, no solo a vivir la consagración para que siempre sean bendecidos y protegidos por Mí, sino también Yo los invito a hacer algo por este planeta y por la humanidad. Cuantos más hagan algo por esta humanidad y por este planeta, menos situaciones graves sucederán, muchas almas serán desviadas del peligro, del terror, de la persecución y aun del caos. Porque cuando la mayoría de la humanidad haga algo de una forma verdadera, permanente y sincera, muchos se salvarán y los Reinos de la Naturaleza serán protegidos de las manos de los hombres que los quieren herir y lastimar.
Cuando la humanidad comprenda que es parte de una única creación, y se dé cuenta de eso, tomará consciencia de todo lo que no ha hecho bien; y esperamos, rezamos e imploramos por el arrepentimiento de todos, para que el odio y la maldad acaben, para que la paz y el amor se establezcan, para que las almas encuentren dentro de sí mismas el Reino de Dios.
Este es el tiempo del Armagedón. El libro de Juan el apóstol, el Apocalipsis, se está cumpliendo. Por eso es el tiempo, hijos Míos, de proteger su mundo interior de todo lo externo. No estoy hablando de que se aíslen ni que se dejen de comunicar con sus hermanos. Estoy hablándoles, hijos Míos, de que sean selectivos y que sepan aquello que les hace bien y aquello que no les hace bien. Así su pureza esencial no será contaminada con los ruidos continuos que genera este mundo y que se escuchan a eones de tiempo y en otras partes de este sistema solar, aunque no lo parezca.
Lleven sus consciencias hacia el sacrificio y hacia el ejercicio del silencio interior, y por medio de la oración ayuden a equilibrar y a armonizar este planeta, para que toda la vida que está en la superficie de la Tierra alcance por lo menos un momento de paz.
Hijos, el tiempo de las palabras bonitas terminó. Llegó el tiempo de la consciencia, de la madurez y de la responsabilidad. Por eso, estas son Mis últimas apariciones, después de once años, porque cuando concluya el ciclo que Dios espera, todo se cumplirá y la humanidad vivirá lo que ha escogido.
Pero como Madre mediadora e intercesora, Yo vengo a evitar esos acontecimientos y hoy Me coloco de rodillas ante ustedes, para pedirle al mundo entero que se arrepienta de corazón, que busque la paz y que sepa que todo lo que digo no es solo una advertencia, sino un pedido de Mi Corazón maternal para cada hijo Mío, en cada parte de este planeta, para cada raza, pueblo o cultura como para cada religión.
Hoy vengo como la Madre del Apocalipsis para colocar a Mis hijos debajo de Mi manto, en donde encontrarán protección y amparo para estos momentos. De rodillas les digo: no vengo a darles miedo, Yo soy la Reina de la Paz, la Madre Universal, el inmaculado y materno Corazón de María.
Vengo a llamarlos a la verdad y a la consciencia. Quiero construir a través de ustedes un puente hacia Dios, porque Dios y Mi Corazón en este ciclo serán su fuerza y su gracia.
Con amor hoy bendigo todas estas flores, que no son Mías sino de Mis hijos y que representan la simplicidad de la belleza de Dios, a través del Corazón de María y de los aromas sutiles del Cielo que la rosas captan por su naturaleza. Estas rosas son para ustedes, para que las lleven consigo hasta sus últimos días y para que siempre recuerden Mi presencia que es eterna e inextinguible.
Por eso invito, en esta noche, a que se aproximen a este escenario los que se consagrarán como Hijos de María, para recibir la bendición, la consagración y la paz de Mi Corazón.
Pero antes de que eso suceda, hoy vengo a pedir una canción que representa un pasaje de la vida de su Madre Celeste, es el Ave María que fue inspirado por el señor Gómez, y que ese Ave María no sea realizado por Mí, sino por la imploración de todos Mis hijos a Dios a través de Mi Corazón inmaculado.
Esta canción hoy derramará Gracias para ustedes y para el mundo. Esta canción, hoy los consagrará como Mis hijos, como los nuevos grupos de los Rosarios de Luz, para que muchos más hijos Míos que necesitan del alivio, de la cura, del amor y de la redención puedan formar esos grupos, a fin de que en todos los puntos de la Tierra, existan Rosarios de Luz que son el reflejo de todos Mis hijos, los que amo profundamente.
De rodillas ahora los escucho, y abran sus corazones para esta consagración.
Cántico: Ave María.
Lleven sus manos al corazón y agradezcamos.
En el nombre del Amor y de la Paz de Mi Hijo es que hoy los bendigo y los consagro como Mis hijos y orantes del planeta que servirán a Dios con amor y dedicación. Siempre fueron Mis hijos y siempre lo serán. Recuérdenlo, así Mi inmaculado Corazón triunfará.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Le agradezco a Colombia y a todo su pueblo por haberme recibido. Dios está alegre por este acontecimiento.
Les agradezco.
Nos pondremos de pie, en este momento, para terminar respondiendo a un pedido más de María, cantando el Himno de la Consagración de los Hijos de María y encendiendo en nuestro corazón la llama de amor de María.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más