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Era una vez, en el tiempo eterno, un Propósito infinito y amoroso del Único, en el que quería reflejar Su experiencia a través de una Creación formada y constituida por muchos tipos de vida.
Así, se crearon primero los Universos, sus galaxias, soles y estrellas; luego se crearon las nebulosas y, dentro de ellas, ya habitaban las dimensiones y los planos de consciencia.
Más tarde, cuando esa primera Creación había madurado, vibratoria y espiritualmente, el Padre con todo Su Amor, fijó Su mirada en un punto del Universo, en donde un planeta, el que más había brillado, generó una condición espiritual mayor que era capaz de albergar y de recibir un Proyecto.
Para eso el Padre pidió que ese tesoro del Universo, que se estaba expresando espontáneamente, recibiera uno de los elementos y fluidos más especiales de la Creación: el elemento agua, para que lo que sucedería después, tuviera el apoyo necesario para poder desenvolverse y evolucionar.
Ese elemento traería para la consciencia humana, que fue el último proyecto realizado, la capacidad interior y también material de recordar su origen no solo desde el vientre materno, sino también su origen superior.
El elemento agua es la base fundamental para el equilibrio emocional y sentimental del ser humano. Por eso, en la creación del planeta Tierra, el Padre le quiso conceder a Sus hijos la mayor cantidad de océanos y de mares para que no sintieran la desconexión espiritual del vientre materno.
Es así, que el Proyecto humano fue acompañado desde el principio, y ha sido el Proyecto genético más privilegiado porque el propio Proyecto, para poder ser corregido y redimido, recibió la encarnación del Hijo de Dios para que la raza humana encontrara un camino directo por donde poder retornar a su verdadera esencia.
Fue así que otros seres humanos se ofrecieron para que el Proyecto pudiera perdurar y alcanzar el mayor grado de perfección, lo que fue posible por todo lo que enseñó Cristo, que fue el camino del Amor y del Perdón.
Por eso todos los seres humanos bajo cualquier condición tienen la posibilidad, dentro de todo el Universo, de vivir y de experimentar el Amor de una forma directa y sin grandes esfuerzos; un Amor que proviene del espíritu, un Amor que trasciende los errores y que pacifica, que amplía la consciencia y que abre los sentidos internos para poder vivir conscientemente el Plan y la Voluntad de Dios.
Este pequeño planeta azul, dentro de la Creación, es la escuela predilecta en donde otras consciencias universales pueden aprender sobre cómo el Amor verdadero por el Creador, por el Padre Supremo, puede mover los acontecimientos y puede conceder milagros de vida y de redención.
La llave está en vivirlo y en confiar en el poder del Amor Mayor.
¡Les agradezco por responder a Mi Llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hoy vuelvo aquí, a Colombia, como el Hijo Solar y a Mis Pies Yo les muestro, en los planos internos, la ciudad sagrada de Guatavita, aquella ciudad legendaria que una vez se expresó en la superficie y trajo para los Andes un sagrado conocimiento que aún no fue revelado al hombre de hoy.
Pero muchos de ustedes participaron de esto. Por eso estoy regresando a Colombia, para reunirlos en Mi Nombre y para que definan sus caminos por una única Jerarquía, por una única Ley, por un único grupo.
A este grupo de almas congregado por Mi Amor, así como muchos grupos de almas que Yo tengo en el mundo y que en este tiempo llegan a Mí para servirme y expresar Mi Obra redentora, ante esta ciudad sagrada que brilla como el oro y como el cobre, lo hago reverenciar internamente este legado al que perteneció en otros tiempos, en otras experiencias y que, ahora, los velos de su consciencia caen para que pueda ver la verdad y la razón primordial de estar aquí, en este lugar, presentes en este país y unidos como hermanos.
Eso es lo más importante que necesito en este tiempo para que Colombia, finalmente, pueda expresar su tarea. Aún hay mucho por hacer y aún hay mucho por realizar. Ustedes son el preámbulo de algo muy importante, pero recuerden la unidad y la Ley de Jerarquía. Si eso no se cumple entre ustedes, nada se manifestará.
Sé que no es fácil para muchas consciencias obedecer lo que Yo les pido y cumplir estrictamente lo que dice la Jerarquía. Pero, compañeros, hermanos y hermanas Mías, ya no hay tiempo, ya no queda tiempo. Y esa es la realidad.
Los impulsos de la Jerarquía interior llegan para convertir a los corazones, para despertarlos, para purificarlos y transformarlos. Por eso hoy traigo Mi Consciencia Solar, y como un Ser Espejo refracto sobre la sagrada ciudad de Guatavita todos los principios y atributos de Dios, que esa sagrada ciudad, indígena e interna, alcanzó también en otros tiempos.
Los valores de la cultura de Colombia son muy importantes para Dios al igual que los valores de la cultura azteca y de la cultura maya. Esos valores son los que necesitará la humanidad de hoy para poder vivir la transición de los tiempos y el Armagedón; para no olvidar los principios, los atributos y los mandamientos del Padre que son Leyes básicas para su evolución y su despertar; para que puedan profundizar en los grados de amor y en los grados de solidaridad.
Eso construirá entre ustedes y en muchos más que llegarán, la verdadera hermandad de superficie, ese sagrado Tercer Orden que debe expresarse en Sudamérica para poder sostener y contener el fin de los tiempos, el tiempo de la purificación, el tiempo de la tribulación.
Entre ustedes no pueden existir mentiras, engaños ni apariencias. Es algo que Yo les enseñé a Mis apóstoles en el pasado y es algo que vengo enseñando hace muchos años a todos ustedes.
No vengo a ver de ustedes la imperfección ni tampoco las miserias, porque Mi Misericordia les concede la transformación y la liberación de sus vidas.
Yo solo les pido, compañeros, la lealtad, la transparencia y la unidad cristalinas. Eso permitirá que Mi Obra se pueda expandir en Colombia y muchas más emergencias puedan ser atendidas por la Jerarquía.
Pero mientras tanto y a pesar de todo lo que reciben, de todos los impulsos que fueron entregados desde que la Jerarquía interna se expresó en este lugar de Guatavita, aún hay mucho por purificar.
Pero Yo, como un Espejo Solar, les tiendo Mi Mano para que se tomen fuerte, para que confíen, para que se arrepientan y se reconcilien.
Eso permitirá disolver en Colombia muchas corrientes de caos y de adversidad que aún circundan a este país y a este herido pueblo, al que hoy vengo a entregarle Mi Misericordia y Mi perdón para que pueda renacer y resurgir por el impulso que trae el Espíritu Santo como Esencia Solar.
Regresen a sus orígenes, retomen las raíces de su cultura y preserven de ustedes mismos todo lo que es sagrado, bendito y sublime; todo lo que proviene de la Jerarquía, sea Su conocimiento, sea Su palabra o sea Su amor o Su presencia.
Si ustedes, compañeros Míos, hoy están congregados aquí por Mi Presencia, y no otras personas, es por alguna razón espiritual que aún desconocen.
Nunca rompan las reglas, porque el Padre y sobre todo Su Hijo lo ven todo. Eleven sus corazones en el espíritu del arrepentimiento y recibirán algún día la llama sagrada de la redención, con los Códigos Crísticos, los méritos alcanzados por su Maestro y Señor cuando estuvo en la Tierra.
Y así serán Mis memorables apóstoles, los apóstoles del fin de los tiempos, que protegerán el legado de la Jerarquía no solo en la superficie sino también en los mundos internos y que podrán espejar y representar a la Hermandad donde sea y cuando sea.
Para eso, Yo los necesito firmes, disponibles y abiertos al cambio, no solo de la consciencia sino también del corazón, de la personalidad y del ego.
Eso permitirá que el legado que se guarda en la sagrada ciudad de Guatavita esté siempre protegido e irradie sus principios a la humanidad que tanto los necesita en este tiempo. Porque no solo ustedes recibirán la transformación y la renovación, sino también otros pueblos en otras partes del mundo que siguen perdiendo los valores y los principios de su cultura, lo que han recibido y vivido a lo largo de los tiempos y que Mi adversario se encargó de disolver, de dividir y de borrar de la memoria de los hombres y mujeres de la Tierra.
Por eso Sudamérica está en juego, no solo de una forma política, social y económica; Sudamérica está en juego de una forma espiritual y es en ese nivel en el que las verdaderas y graves situaciones se presentan y en el que la Jerarquía las debe enfrentar y atender en este tiempo.
Ustedes no solo deben ser soles en la superficie de la Tierra así como lo fue la sagrada ciudad de Guatavita, sino también deben ser espejos del amor, de la solidaridad, de la hermandad, del bien, de la transparencia. Ya es hora de que no viva en ustedes ningún resquicio del mal, ningún resquicio de adversidad ni de contrariedad.
Ya son depositarios del Amor Crístico de Mi Corazón y lo deben proteger y amparar para que él pueda crecer y expandirse hacia el mundo, porque muchas, muchas almas están perdiendo la oportunidad no solo de evolucionar sino también de despertar, de realizar su verdadera tarea y misión en este tiempo.
Este pueblo de Colombia ha tenido la gracia de ser bendecido por la Jerarquía y es en los pequeños grupos de almas en los que se realiza el Plan para después dar oportunidad y gracias a todas las demás almas del mundo.
Para que puedan hacer todo lo que les pido, compañeros, deben confiar en Mi Presencia, en Mi Palabra, en Mi sostén y, especialmente, en Mi Amor que es inconmensurable e incondicional para las almas.
Dejen que todo lo que ya no les pertenece sea retirado. Vacíense, vacíense en este momento y ofrezcan sus vidas, sus almas y sus corazones a Dios a través de la Presencia Solar del Hijo de Dios; y eleven sus aspiraciones a lo Alto, las aspiraciones de la redención, de la reconciliación, de la unidad y de la paz, para que esos atributos desciendan sobre ustedes y sobre sus hermanos y se construya esa hermandad sólida, firme y cristalina que vive por el Plan de Dios y su cumplimiento en este ciclo.
Les traigo esta ciudad dorada de Guatavita, la sagrada ciudad de Guatavita, para que puedan renacer y volver a descubrir, dentro de ustedes, sus orígenes; el motivo principal que los trajo hasta aquí, que no es personal ni tampoco individual; que es grupal, que es entre almas para servir a Dios y cumplir Sus aspiraciones no solo para Colombia sino también para el resto de Sudamérica.
Recuerden que cuentan con el apoyo y el sostén de los Recintos sagrados, en donde podrán depositar sus consciencias, almas y seres para que sean trabajados y curados y aun sigan viviendo el proceso de la redención.
Sean esas chispas de la redención de Mi Corazón, porque el mundo lo necesita para que algún día se dé cuenta que está equivocado y que se ha desviado completamente de la verdad.
Colombia aún debe despertar, debe despertar más profundamente de lo que ha despertado. Pero para que eso sea posible, primero la transformación y el cambio debe comenzar en ustedes, compañeros Míos, que Me representan ante Dios en esta tarea espiritual por Colombia y por todas las almas que aquí se encuentran.
Es en ese sentido, que la esclavitud espiritual y material terminará en este país y las almas podrán tomar consciencia de la importancia de volverse hacia Dios para poder volver a escucharlo y sentirlo profundamente.
Ofrezcan esta próxima Maratón de la Divina Misericordia como una oportunidad de volver a sus orígenes, a sus principios y a su cultura original; y que puedan servirse de la compañía de todos los seres internos que colaboran, en hermandad y en amor con la Jerarquía en este momento.
Que Colombia pueda renacer a los principios de su cultura, de su solidaridad y de su amor al Padre Celestial.
Por esa razón, compañeros, a todos ustedes y a todos sus hermanos que escuchan Yo les doy la bendición para que esta tarea, a través del Encuentro de Oración de Misericordia, sea bendecida y colmada por los dones del Espíritu Santo. Y les pido que confíen en la venida de esos dones que no solo transformarán e impulsarán sus espíritus y consciencias, sino también su vida material que día a día deberá ser un espejo de la Hermandad en la superficie.
Como el Sol del Universo, desde el centro de esta Galaxia, que brilla sobre esta ciudad sagrada de Guatavita que hoy refracta sus principios y sus orígenes hacia las almas que pertenecieron a ella, así como a todas las almas que pertenecieron a los pueblos originarios de los Andes, les doy la Paz y la bendición, deseando una bellísima y gloriosa tarea en este tiempo crucial en el que las almas deberán renacer al amor y al perdón.
Con los rayos del Sol Central que provienen de la emanación del Corazón de Dios y en unión a la Gran Confraternidad Universal, que Colombia se eleve, que los corazones estén firmes para vivir su redención en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Así como el hombre fue creado de un Principio Esencial de Dios, también fueron creados los planetas. Con diferentes misiones para expresar y con diferentes niveles de vida y de participación en la transformación y en la evolución de la Creación Divina, los planetas también son parte de la Consciencia de Dios, frutos de Su Soplo y de Su Verbo, portadores de Su Presencia espiritual.
La Creación, hijos, comprendida desde un punto de vista evolutivo, está formada por diferentes partes de la Consciencia Divina que, multiplicada, se recrea y se renueva a sí misma a través de los aprendizajes y de las experiencias vividas por los seres.
El sentimiento de individualidad y de independencia que algunos seres sienten es fruto de no tener consciencia de su verdadera esencia. El Creador les concedió a Sus criaturas la posibilidad de aprender a través del libre albedrío y, a lo largo de su evolución, solo las observa y las acompaña según sus elecciones, según el permiso que le ofrecen a Dios para que Él actúe en sus vidas y las guíe. A pesar de estar presente en la esencia vital de Sus hijos, el Creador permanece silencioso en su interior.
Pensar en la Ciencia de la Creación es como pensar en la composición humana: todo lo que son, desde el espíritu hasta sus células, son partes vivas de un único ser. Pero si la consciencia no entra en diálogo con sus diferentes núcleos, cada uno de ellos actúa de forma independiente y, a veces, hasta sus células crean dentro del cuerpo una vida propia, manifestando enfermedades muchas veces incurables. Esas células no dejan de ser parte del cuerpo por ser cancerosas, por estar enfermas, pero actúan como si no lo fueran, como si pudieran vivir en desarmonía con el todo, que es la consciencia del ser.
De la misma forma, hijos, sucede en mayores proporciones con la Creación Divina. Ustedes no dejan de ser parte de Dios por creer que tienen vida propia y por no ser conscientes del Cuerpo Místico del cual forman parte.
De la misma forma, los planetas son como órganos de Dios, las galaxias y los universos son Sus sistemas y ustedes son esas partículas, casi invisibles en el todo, que podrían llamarse átomos y que, a pesar de ser tan pequeñas, guardan en sí misterios infinitos.
Un átomo de sus cuerpos puede cambiar sus vidas completamente. De la misma forma, ustedes pueden transformar la Creación.
Ser conscientes de la unidad es aproximarse a Dios y colaborar para que Su Cuerpo Celestial esté en armonía. Sembrar la paz en una nación es sembrar la cura de un sistema de vida que depende de cada ser para evolucionar y retornar a la unidad con el Padre Celestial.
Les digo todas estas cosas, de esta forma, para que comprendan el diseño de la Creación, para que se comprendan a sí mismos dentro de ella y a ella dentro de cada uno de ustedes.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Para que el Reino de Dios llegue a la Tierra, primero tendrá que vivir en el interior de los seres. Abran camino hacia ese Reino a través de sus oraciones, momentos en los que la pureza de sus corazones emerge y les da a conocer los verdaderos sentimientos y pensamientos que un ser humano vino a expresar en el mundo.
Oren, hijos, atrayendo la paz hacia su interior y hacia su consciencia y luego dejen que esa paz se expanda por este mundo.
Como criaturas semejantes a Dios, los seres humanos guardan en sí el potencial de irradiar hacia toda la vida lo que hay en su interior. El universo de sus cuerpos, el microcosmos que se guarda en la composición de sus seres desde la consciencia hasta el menor de los átomos, es un espejo del Cosmos infinito.
Ustedes, hijos, son espejos del Corazón de Dios. Lo que habita en ustedes se irradia al mundo, aunque no sean conscientes de eso.
Para tener un mundo de paz, ustedes deben dejar que la paz se instale en sus consciencias y se asiente en todas sus células. Pacifíquense, conscientemente y, así, estarán trayendo paz a la vida.
Todo por lo que ustedes claman lo pueden atraer hacia el mundo a través de la transformación de su propia consciencia. En oración, pueden encontrar en ustedes la puerta hacia el Reino de Dios y, cuando sean capaces de permitir que Él se exprese en su interior, ahí entonces, hijos, ese Reino comenzará a expandirse por el mundo.
¿Comprenden la ciencia de la existencia humana?
El Creador manifestó a los seres humanos para transformar, a través de ellos, a toda Su Creación. El amor que puede nacer en ustedes, cuando abarca su genética y se expresa en todos sus átomos, puede transformar galaxias y universos. De la misma forma, cuando ustedes no viven en paz, la oscuridad que habita en los seres también resuena en toda la vida.
Reconozcan entonces, el potencial de sus corazones, de sus cuerpos, de sus vidas y tórnense instrumentos de paz y de Misericordia para este mundo.
Tienen Mi bendición para eso.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Siente, todo el tiempo, cómo Dios contempla Su Creación y, entre toda la infinidad de galaxias, universos y estrellas, cómo Él ama especialmente a la Tierra.
Siente el valor desconocido que tiene el planeta Tierra y recuerda la experiencia de la cual Él fue partícipe durante la Vida de Jesús.
Recuerda cómo el mismo Dios se hizo pequeño, siendo tan grande y poderoso, para poder encarnar entre los hombres y enseñarles sobre los grados de amor y de perdón.
Ten consciencia de todo esto una y otra vez y afirma que, por encima de toda prueba o dificultad, siempre prevalece esa verdad del amor que es eterna y que se transmite de generación en generación.
Trae hacia tu consciencia el significado de todo lo que el Padre hizo por Sus hijos y cómo Su Amor, que es invencible, continúa obrando y actuando a través de los tiempos.
Aférrate a esa divina Verdad; vive a través de ella para que todos los días seas un servidor tan semejante a como lo fue Cristo, Nuestro Señor.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Antes de la existencia de este Sistema Solar y del conjunto conocido como las Nueve Galaxias, las que conforman la agrupación de un universo de vidas, Dios, como Creador y gran expresión del Amor-Sabiduría, deseó profundamente que algunos de Sus Hijos, los Creadores del Universo Material, llamados también de Arcángeles, los grandes Co-Creadores de este sistema de vida, le ofrecieran a cada una de las Nueve Galaxias la oportunidad de experimentar la evolución a través del "conocimiento de sí" y de los llamados "grados de amor".
Así fue que esos grandes seres Co-Creadores llevaron adelante todos los proyectos universales recibidos por ellos como sutiles impulsos espirituales de luz, para luego ofrecerle a los sistemas creados, como el que es conocido como "Vía Láctea", la oportunidad de profundizar en el "conocimiento espiritual" y en los "grados de amor".
Todo esto sucedió antes de la caída del adversario.
En ese tiempo, en todos los Universos se vivieron los primeros mil años de paz, periodo en el cual el desarrollo de la vida, las escuelas internas de aprendizajes y sobre todo, el despertar de los diferentes "grados de amor", le concedieron a este Universo Local, en donde se encuentra este Sistema Solar y especialmente la Tierra, la oportunidad de que en un planeta de altísimas características espirituales como lo es la Tierra, se pudiera llevar adelante uno de los doce más importantes Proyectos de Amor de Dios.
Por esa razón, el planeta Tierra atravesó diferentes ciclos. Los mares, que antes eran ácidos, pasaron a ser alcalinos para que después se volvieran receptáculos de componentes minerales y cristalinos, viviendo así un alto grado de oxigenación.
Los continentes, que antes eran desérticos y fríos, vivieron una readaptación biológica para después convertirse en semilleros de nuevas especies.
De esa forma, el planeta Tierra y toda su atmósfera se convirtieron en un gran vientre de luz para gestar, finalmente, la consciencia del hombre, lo que más tarde fue conocido como Adán y Eva.
En esta primera experiencia de amor, el Padre Celestial aspiraba interiormente a que este Proyecto, tan ansiado por Su Corazón, permitiera corregir y recrear la Creación para que en ella se vivieran grados de amor cada vez más altos.
Ya que, un tiempo más tarde, el Universo comenzaría a vivir las primeras fallas en la evolución debido a la fuertísima caída del ángel desobediente.
A partir de allí, todo el Universo, lugar en donde se vivía la paz, el bien y la armonía, fue escenario repentino de los primeros pasos de la dualidad, una corriente contraria al principio de la Voluntad Máxima; una dualidad que comenzaría a poner en juego la libertad que le fue concedida a todas las criaturas con el fin de que aprendieran a amar, así como el Padre Celestial las ama.
El planeta Tierra fue uno de los últimos lugares en donde esa corriente espiritual de dualidad descendió para poner a prueba, a través de Adán y Eva, el Proyecto de una humanidad unida esencialmente al Reino de Dios.
A través de diversas e inexplicables tentaciones el Proyecto fue siendo alterado y modificado, ya que corrientes espirituales contrarias fueron rompiendo el escenario del llamado "Edén".
¿Por qué el Padre Celestial lo permitió?
En un sentido misterioso, Adán tuvo la oportunidad de poder dar su primer paso en la evolución de los grados de amor y del despertar de la consciencia, si él hubiera sido incondicionalmente obediente a Dios.
Por su parte, Eva hubiera tenido la posibilidad de ser la prometedora consciencia que experimentaría el Aspecto Femenino de Dios mediante el espíritu de la Maternidad, un estado que concedería el nacimiento puro de las siguientes criaturas que vendrían después de ella.
En ese momento, la Tierra, como primera experiencia humana, sufrió su primera y gran prueba, la que, si hubiera sido atravesada victoriosamente por Adán y Eva como representantes de la humanidad de aquel tiempo, habría permitido que esta raza alcanzara un grado de amor semejante al de Jesús.
Ese es el motivo por el cual el mismo Dios, presente en la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, es decir, en El Hijo, decidió encarnar en la Tierra después de mucho tiempo para donarse a Sus Hijos en Amor y en Sabiduría y para enseñarles a todos sobre la Verdad.
Fue en el tiempo preparatorio de la encarnación de Jesús que el Padre retiró de una de Sus Fuentes más puras del Universo Espiritual, uno de Sus Aspectos más elevados y puros, el que fue la base espiritual para la Concepción Divina de quien luego en la Tierra sería conocida como María, la Madre de Jesús.
De esa forma, los Arcángeles, a pedido de Dios, fueron los que prepararon ese escenario para la venida del Mesías, Aquel, quien habiendo dado testimonio de amor y de vida, demostraría en Su máxima humildad, cómo se puede vencer la dualidad para que todo ser viviente de la Tierra pudiera aprender, finalmente, a cumplir la Voluntad que lo trajo al mundo y para transitar por la escuela del perdón y de la redención, caminos internos que llevarán a recolocar la consciencia humana en el lugar que tenía antes de cometer los errores.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Hijos Míos:
Hoy, contemplen bajo Mi Manto la Creación Divina, porque, como Madre de la Vida, vengo a revelarles los misterios de las Fuentes que habitan en el Cosmos, como prolongaciones de la Consciencia Divina; Fuentes en las cuales se generó todo lo que es vida manifestada.
Contemplen bajo Mi Manto la Consciencia infinita de Dios, la que se expresa en las dimensiones divinas como una inmensa Luz que guarda en sí todos los colores y todos los sonidos.
Esa Luz que encandila los ojos y los corazones, pero que también los torna plenos con Su magnitud, es la Consciencia Divina. Como un lago infinito y eterno, cuyo silencio vibra de una forma inexplicable para las mentes humanas y solo es palpable para el corazón: ese es Dios.
Contemplen esta Fuente de Luz. Sientan las vibraciones que emanan de ella como ondas invisibles, que no se ven, pero que se hacen sentir, porque contienen en sí principios creadores, partículas de vida.
De esa Fuente Infinita, que es la Consciencia Divina, emanaron otras Fuentes menores en el Cosmos; se las llama menores debido a su jerarquía celestial, pero, son tan plenas y perfectas como el propio Dios, porque Él encuentra en esas Fuentes Su Morada.
Las Fuentes de Vida, que son la propia Consciencia Divina manifestada, se comunican a través de una red de Espejos Sublimes que llevan el amor, la gracia y el poder creador más allá de las dimensiones, recreando y renovando la Creación.
Esos Espejos Sublimes reciben del Padre Eterno Sus principios de manifestación y de vida, y así crean y alimentan nuevas Fuentes con los principios celestiales que provienen del Corazón de Dios.
Los Espejos Sublimes son los brazos que obran y el Verbo Divino que se manifiesta en el vasto Cosmos y más allá de él, en toda la vida. Los Espejos Sublimes son, en sí, la Ciencia de la Creación, pues guardan en su interior el misterio de la perfección de la vida.
La perfección que proviene de Dios se vierte en los Espejos Sublimes y, a través de ellos, llega a todo lo que existe. Desde una pequeña flor hasta una galaxia, la perfección de la manifestación es conducida por los Espejos Sublimes y, por medio de ellos, permea la vida y permite que haya belleza, que exista la misma perfección de Dios en la expresión de la vida, en la naturaleza, así como en el Universo.
En la Tierra, hijos Míos, los Espejos Sublimes tienen su morada dentro de los océanos, porque la pureza de las aguas y de los seres marinos permiten que la perfección llegue a la materia y allí se renueve, para irradiar a toda la vida en el planeta. Así, los océanos son el hilo entre la Creación que se manifiesta en el planeta y la perfección de la Consciencia Divina. Por medio de ellos, la belleza, la gracia y la vida pueden existir.
Si los océanos mueren, también la vida dejará de expresarse a semejanza de la Consciencia Divina, porque los Espejos Sublimes, que traen las vibraciones, el Amor y la perfección de Dios, ya no encontrarán su morada.
Si los océanos se enferman, también se enfermarán los Reinos de la Naturaleza, la consciencia del planeta y los seres humanos, porque la perfección de Dios ya no conseguirá expresarse con plenitud en la vida sobre la Tierra. Eso hará que las enfermedades, el caos y el mal permeen al planeta, dentro y fuera de los seres.
Hoy vengo para tornarlos conscientes de una vida superior, para que amplíen su conocimiento y, sobre todo, expandan sus corazones y comprendan que para que exista armonía y la humanidad siga evolucionando y expresándose como un Proyecto de Dios, todos los Reinos deben ser respetados, amados y cuidados por los hombres.
Comprendan a los océanos como una Morada Divina, como un puente hacia Dios dentro de la Tierra. Y así amen, respeten y reverencien esos grandes Espejos de Luz que les conceden la vida.
Hoy les traigo y les revelo los Espejos Sublimes de la Creación y, así como los manifiesto en Mi Corazón, también les revelo esta presencia en los océanos.
Sepan amar la vida, hijos Míos. Sepan reverenciar la presencia divina que se expresa en la Tierra y sean parte de este Todo, viviendo en armonía con todos los Reinos de la Naturaleza.
Oren por los océanos y comulguen con ellos de la perfección de Dios.
Yo los bendigo y les agradezco por despertar al conocimiento divino, por abrirse a la ciencia universal y por amar a los océanos, así como lo aman a Dios.
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Hoy vengo a traer el Silencio de Dios al mundo, para que sea sentido, para que sea recepcionado por los corazones, por los que llevan adelante la Obra de Dios en este planeta.
El Silencio de Dios trae un cambio importante para las almas del mundo, especialmente para aquellas que están sumergidas todavía en la ilusión y que no consiguen por sí mismas salir de ella.
El Silencio de Dios fue el que permitió la creación de los universos, de los cuerpos celestes, de los planetas, de los soles y de las estrellas.
Del Silencio de Dios surgió el Divino Pensamiento para toda la Creación. De ese Silencio, después surgió la vida por la fuerza del Soplo del Espíritu, quien manifestó la esencia, y después, la materia.
Dios pensó en todo, en cada detalle y cuidó de todo para que Sus hijos fueran parte de esta Creación y se sintieran partícipes de cumplir con una parte de Su Voluntad, entre tantas humanidades, entre tantos universos, entre tantas galaxias
Pero esta Creación debería vivir un gran aprendizaje, el cual surgió hace mucho tiempo atrás, en el Universo, con la Rebelión.
En ese momento, los Portadores de Dios tuvieron que decidir, en el camino de la dualidad, por el bien o por el mal. Y una cicatriz, una herida, quedó abierta. Y el Silencio de Dios, que regenera la vida y la consciencia, se retiró, desde el momento en que uno de los Padres Creadores no obedeció a la Fuente, ni a las Leyes del Altísimo.
A partir de allí, de esa Rebelión universal, el planeta fue escogido por el Padre para llevar adelante el máximo Proyecto de Amor Crístico.
En ese momento, el Silencio de Dios se recogió en lo más íntimo de Su Ser y de Su Existencia. Pensó, contempló y meditó en toda la Creación, en todo lo que ya existía, para buscar una respuesta a la gran falla de las humanidades del Universo.
Mientras tanto, espíritus valientes y desconocidos, circundaban por las estrellas como grandes ángeles de Luz, llevando un mensaje de Paz y siendo portadores de la Paz que uniría a toda la Confraternidad, a fin de cicatrizar las heridas y borrar las huellas que quedaron grabadas en millones de consciencias que hoy están aquí, en este planeta.
Cuando Dios se recogió en Su Silencio y contempló a la Creación y los errores cometidos por Sus criaturas, fue cuando los Resplandecientes, los Elohim o los Hellel, se reunieron ante los Tronos del Creador para entregar una decisión tomada, que en verdad, compañeros, era una petición de todos los seres de la Luz, de todos los ángeles, que buscaban en Su Sabiduría y Amor, una sabia respuesta.
Esa respuesta y esa petición fue el surgimiento de la Segunda Persona de Dios, de Su Amado Hijo, para que el Espíritu del Amor-Sabiduría descendiera de lo más invisible del Espíritu, hacia lo más material y encarnara entre los hombres de este mundo, llevándolos a la Redención y al aprendizaje del Amor y del Perdón.
A partir de ese momento, el Proyecto de Dios y la Creación fueron recreadas. San Miguel Arcángel, San Rafael Arcángel y San Gabriel Arcángel se comprometieron a llegar a la humanidad, para prepararla para ese gran acontecimiento del Nacimiento de Cristo.
El Hijo del Padre, portador del Amor-Sabiduría, llegó como un Sol, más brillante que todos los soles, trayendo en Su Esencia y Divinidad la experiencia que la humanidad debería vivir, por medio de Su Nacimiento, de Su Vida pública y de Su Muerte.
Hasta los espíritus más caídos de este planeta, durante la existencia de Cristo sobre esta humanidad, aprendieron y vivieron la redención, el perdón de los errores. Y así se cerró un ciclo.
Por eso Judas, el antiguo apóstol, fue el antes y el después para esta humanidad y este planeta. Fue él quien se ofreció, en su más grande ignorancia e indiferencia, a recrear esta Creación. Así, como parte de la condición humana, llevó al mundo a la escuela del perdón y de la reconciliación. Y aunque el destino de Judas no fue muy bueno, su Maestro y Señor, a pesar de que supiera de su traición, lo perdonó, al igual que su Madre María.
¿Por qué hoy les cuento esta historia?
Porque la humanidad todavía no sabe de la esencia de Mi Evangelio y de Mi Existencia en esta humanidad.
Desde la Rebelión hasta el presente, muchos errores se siguen cometiendo. Por eso es tan importante la manifestación de la Obra de la Misericordia en todas las naciones y en todos los pueblos. Esta es la última tabla de salvación que les entrega Dios, para todas las criaturas de este mundo.
Una parte de la humanidad fue redimida durante el tiempo de la Presencia del Señor. Pero otra parte aún no fue redimida, que es esta última civilización del fin del tiempo, que tiene el chance de vivir la redención y el perdón.
Del Silencio de Dios surgió la Fuente del Amor-Sabiduría, la que a través de los tiempos y de los ciclos fue descendiendo de plano en plano, hasta llegar aquí, con el Nacimiento del Mesías y Redentor.
La humanidad necesitaba tener encarnado el propio Amor-Sabiduría, para que lo pudiera comprender, sentir y vivir. De lo contrario, no hubiera sido posible la redención de los espíritus más resistentes que cometieron errores, en tiempos anteriores.
Aún este planeta y esta humanidad son la escuela escogida para la expresión del Amor-Sabiduría entre los seres y las almas. Hasta que Nuevos Cristos no surjan en el fin de estos tiempos, esa escuela de Amor-Sabiduría, de perdón y de redención, estará abierta, para que las almas la puedan vivir y puedan aprender cómo amar cada día más, sin condiciones, así como amó su Maestro y Señor, los mayores ultrajes, las temibles indiferencias, los grandes errores de toda esta raza, aún no redimida.
Aún les cuento esto, compañeros, porque veo en sus corazones el potencial de un Cristo del Nuevo Tiempo, que debe animarse a no ser nada más para sí, sino todo en donación por los demás, y sin condiciones.
A través de estos últimos tiempos, los he llevado de la mano a la experiencia en la escuela del Amor-Sabiduría. Y así como lo fue en el antiguo Oriente, en este tiempo Mi gran deseo y aspiración, es que en Occidente surja una raza de Nuevos Cristos; de seres abiertos de corazón, de almas en donación; de espíritus incansables al servicio del Plan del Creador.
Los Cristos del Nuevo Tiempo, que surgirán de diferentes religiones y caminos, y que se encontrarán en un mismo estado de consciencia y de vibración, son los últimos santos de los últimos días, que prepararán el Retorno de Cristo para el momento más difícil de la humanidad, que ya se aproxima.
Ustedes son parte de la transición de ese acontecimiento. Su historia de redención y de amor está siendo escrita en los Libros de Amor de los Señores de las Vestiduras Blancas. Si esta historia se concreta y finaliza, un importante acontecimiento sucederá, para que más consciencias puedan ser partícipes del Retorno de Cristo y podrá ser evitado que esas consciencias sean trasladadas hacia otras moradas.
Deseo que con su corazón ardiente, que he visto durante esta Maratón, ese ardiente amor que los lleva a encontrar el Amor-Sabiduría, pueda permanecer en ustedes, sobre todo en este ciclo, en donde las pruebas serán más grandes y los desafíos serán más inalcanzables. Pero quien esté en el Amor-Sabiduría, estará en Mí y Mi Padre estará en ustedes, para que siempre los conduzca por el camino de la Verdad y del Amor.
Hay muchas cosas que la humanidad no sabe del Universo ni de la Divina Existencia. Hoy solo les he contado menos del uno por ciento. Imaginen entonces, compañeros, cuánta historia está escrita en los Espejos de Dios y en toda la Fuente de donde surge la vida de las esencias, de las almas y de los espíritus encarnados en este y en otros mundos.
Ya no piensen que esta Tierra, que este planeta, es el único que está vivo, con una humanidad. Abran sus consciencias a lo infinito del Universo y vean que dentro de él existe mucha más vida de lo que parece; que existen consciencias que los aman y que ustedes desconocen que sirven al Proyecto de Dios silenciosamente, para que la Creación, y en este caso los universos, se mantengan en perfecto equilibrio y armonía.
Los invito, con ánimo de alegría y de motivación, a penetrar en las Leyes del Universo, en aquello que es intangible y cósmico. Así, algún día podrán tener la sabiduría y la comprensión de que todo forma parte de una Jerarquía.
En este tiempo compañeros, la obediencia será impredecible. La obediencia también será una escuela para Mis apóstoles, porque será la forma de permanecer en la Luz, o lejos de ella.
La obediencia a Dios y a Su Plan, no son restricciones ni reglas, tampoco lamentaciones ni resistencias. A partir de que uno de los Padres Creadores desobedeció a Dios, decretó en este Universo la prueba de la desobediencia en todas las criaturas, no importando su evolución o despertar. Ustedes, con su compromiso y adhesión a Mi Corazón Misericordioso, deben ayudarme a vencer definitivamente esta dualidad, para que este Universo local viva el ciclo, el ciclo que le espera, de ser recreado como el Padre lo piensa en Su Silencio interno.
Por eso retornaré al mundo, en Gloria, Luz y Potestad. Y nadie podrá escapar a ese acontecimiento tan importante, en donde leyes, puertas y energías sublimes serán movidas, para que el Hijo Solar retorne a esta humanidad.
Cada cumplimiento del Plan y su etapa, es vital. Por eso la importancia de cumplir con Mis pedidos y con la convocatoria de la Jerarquía Celeste. Eso testimoniará al Padre que es posible llevar adelante Su Aspiración Cósmica, no solo en este planeta, sino en el Universo.
Y cuando el Retorno de Mi Glorificado Corazón se concrete, muchas cosas se terminarán. Y como he dicho, no quedará piedra sobre piedra, sino corazones triunfantes.
Cada detalle, cada acto de amor, cada oración, así como cada caridad que ofrezcan, construye el Plan del Padre en esta humanidad y activa pulsantemente a los Cristos del Nuevo Tiempo.
Mi Propósito, amados Míos, es hacer un corte en el tiempo y en el espacio de la historia de este Universo, para que sea purificado, transmutado y liberado. Y que a partir de Mi regreso al mundo por segunda vez, se reescriba finalmente la historia de la redención y el despertar de los Nuevos Cristos al Amor Crístico.
Mi Corazón se aflige por aquellos que no pudieron seguir Mi Propósito y que hoy no pueden escuchar este mensaje, en donde les he revelado, con total apertura, una pequeña parte de la historia de esta Creación, de esta vida infinita que los llama para la elevación de la consciencia, para que todas las razas, todos los pueblos y todo este planeta, se eleven de plano y de liberación y formen parte de la Confraternidad.
Vengo a decir esto fuera de Mi Iglesia, que está extendida por toda esta Tierra, para que muchos más corazones, independientemente de su religión o de su credo, puedan saber que Yo Soy el Amor-Sabiduría, que Soy más que Jesús. Soy el Unigénito, el Primogénito del Padre; el que fue anunciado por los labios del Arcángel Gabriel, para traer al mundo la redención y la misericordia de todas las criaturas.
Hoy, como Profeta y Pastor de nuestro Altísimo Padre del Universo, vengo a extender la historia del Apocalipsis. Vengo a extender lo que ha escrito Juan en el libro del Apocalipsis, porque a medida de que los Cristos despierten y se confirmen, la historia cambia, y la posibilidades de redención en las almas es visible y se concreta.
Yo los invito, compañeros, a persistir en este nuevo tiempo que llega, a soportar los embates, a transmutar las interferencias y a sufrir con valentía las disociaciones y las pruebas, sabiendo que Mi Mano poderosa e invencible, que Mi Rayo glorificado, estarán extendidos hacia ustedes, para siempre salvaguardarlos, y ayudarlos delante de cada prueba.
Para que la humanidad sea merecedora de una nueva oportunidad, grupos de almas en diversas partes del mundo, se ofrecerán a sostener, junto Conmigo, a esta humanidad, a fin de que al menos una cuarta parte de ella se redima y sea la que repoblará la Nueva Tierra y vivirá el principio de una nueva y fraterna humanidad.
Mientras tanto, no dejen de sostener con sus manos la Espada de Fuego que les ha dado el Arcángel Miguel, para que en las batallas sus oraciones sean las grandes vencedoras contra el mal y todo lo que disocia a la mente humana.
Que su Escudo Protector, entregado por el Arcángel Rafael, sea la fe, la que moverá los acontecimientos y generará oportunidades inexplicables en las consciencias, que ni siquiera hoy se imaginan.
Que su Casco de Luz, entregado por el Arcángel Gabriel, sea la protección de su sabiduría y de su discernimiento, para que siempre sepan qué hacer y en dónde estar, cuando la Jerarquía los convoque a la gran misión.
Con todos estos testimonios de la Creación, vengo a bendecir a los que hoy se sacramentarán, sabiendo que por detrás de cada Sacramento aún se encuentra un misterio que no fue develado. Por eso, quien vive un Sacramento con total apertura del corazón, develará ese misterio y penetrará en la esencia de la Divina Existencia.
Padre Altísimo, Creador de todo lo que existe, Te pido, en el nombre de Tu Amor-Sabiduría y de Tu Gracia, que bendigas todos estos elementos, para que sirvan de gozo y de plenitud a las almas que claman por la Redención. Amén.
Padre Altísimo, Soberano de la Misericordia, concede, por medio del Sacrificio de Tu Hijo, la reparación por los pecados cometidos contra Tu Divino Corazón y Tu Plan de Amor para este planeta. Que las almas que se sirvan de este Sacramento vivifiquen el Amor-Sabiduría de Tu Amado Hijo, Jesucristo. Amén.
Siéntanse en este momento chispas de Luz del Padre, y ya no más seres miserables, sino espíritus que pueden, en Cristo y por Cristo, irradiar amor a todo lo que existe y a todo lo que vibra, buscando como aspiración traer la cura, el amor y el perdón para este planeta y su humanidad.
Siempre Me alegro cuando puedo volver a Aurora, porque aquí Yo puedo decir al mundo lo que siempre quiero decir, y no debo cuidarme de lo que debo pronunciar para las almas y su despertar.
Aurora es esa Luz que brotó de la Fuente de los Padres Creadores; la misma Fuente que manifestó la Segunda y Tercera Persona de Dios, el Hijo y el Espíritu Santo.
Entonces, hermanos Míos, están ante un gran misterio, lleno de amor y de sabiduría. Aurora es esa Luz que los lleva a la reconciliación y a la cura interior, y que los hace seres libres, para siempre.
Cuando quieran encontrar Mi Perdón, vengan aquí, a Aurora, que Yo los esperaré. Y cuando no puedan venir, se coliguen con Aurora, y así, se coligarán Conmigo plenamente.
Agradezco en esta noche el ofrecimiento de todas sus oraciones y de todas sus canciones. Me ha llenado de gozo la voz consoladora de las almas que persisten en el camino de la consagración.
Que sus voces, algún día, sean consoladoras para este mundo, que sufre y está enfermo.
Que sus voces nunca se cansen de proclamar el Nombre del Señor, porque así, el Señor estará con ustedes y entre ustedes, trayéndoles la Vida Divina.
Recójanse en el Silencio de Dios y todo será curado. Comulguen de Su Silencio Divino y todo será comprendido, a pesar de que haya sido injusto.
No sufran más.
No padezcan más y no retrocedan más.
Sigan Mis Pasos, contemplen Mis huellas, porque hacia donde Yo los conduzco, nadie podrá conducirlos. Hacia donde Yo los llevaré, nadie podrá llevarlos.
Yo nací de la Fuente del Amor-Sabiduría de Dios, para que ustedes, como almas, vivieran el verdadero Amor.
Que se escuche la voz consoladora de las almas y que en las almas se puedan cicatrizar las heridas más profundas, a fin de que se establezca el Amor del Padre en los corazones.
Yo los bendigo, hijos, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Les agradezco por responder a Mi convocatoria. Amén.
Ser nada es descubrir la verdad sobre sí mismo. Perder la propia identidad o individualidad es llegar al origen de todo, donde no existe otra cosa sino la unidad con el Todo.
Llegar a ser nada es un gran desafío, porque la identidad individual de cada consciencia fue construida más allá de este mundo y de esta vida, en otras experiencias del alma y del espíritu que trascienden lo que hoy ustedes conocen sobre sí mismos.
Hijos, grande es el misterio de la Voluntad Divina, pues el Creador que era Único, se dividió en Tres y, de esa forma, en muchas otras partículas de vida, cuya verdadera misión es descubrirse, nuevamente, en unidad con Él. El Creador se multiplicó en los universos, en las galaxias, en las constelaciones, en las estrellas, en los planetas, en los seres, en los Reinos de la Naturaleza; creó la escala evolutiva, que es nada menos que el camino de retorno al origen.
El Creador abrió las dimensiones, desde la materia hasta los suprauniversos, y cerró, de arriba abajo, las puertas que llevaban a Él. Y la única llave que abre esas puertas es el amor.
Ser nada, hijos, es descubrir la verdad sobre sí mismo. Ser nada, como individuo, como personalidad, como partícula separada de Dios, es saber que el Creador es quien vive dentro de cada ser; Él es quien anima la vida. Aquel que se descubre en Dios y descubre a Dios en él vive la plenitud.
Pierdan el miedo de perderse, pues perdiéndose de sí mismos se encontrarán. Ser nada es descubrir la verdad sobre sí mismo.
Ilusión de ilusiones es creerse algo, festejar méritos y llorar derrotas. Dios es quien vive en cada criatura; de Él es la victoria de sus vidas, a Él pertenece su evolución, hacia Él es el camino de retorno; en Él están contenidas todas las ciencias, todos los rayos, todos los mundos, toda la vida.
El Creador emana la vida, que a Él debe retornar. Es el eterno ciclo de construirse y creerse algo para, entonces, desconstruirse; saberse nada y, en la nada, descubrir al Todo, Dios, Único e Inmutable en Su Infinitud, estático en Su movimiento permanente.
La búsqueda de la nada no es triste. Perderse no es morir, es encontrarse. Morir no es terminar, es comenzar de nuevo.
Saber no es ser. Por eso les digo estas cosas.
Hijos, más que saber la ciencia de la nada, ustedes deben vivirla. Por eso les digo cosas que muchas veces ya saben, porque ayer fue la era del saber, y hoy es hora de ser.
Su padre y amigo,
San José Castísimo
Queridos compañeros en Cristo:
Quisiera hablarles sobre la grandeza de la Creación y los Misterios Celestiales; quisiera revelarles el Amor que colma las estrellas y anima a los universos, para que así ustedes se vean fortalecidos y resguardados por un Propósito Mayor, para que cumplan con la propia misión en este final de ciclo en la Tierra.
Con Mis palabras, cada día espero que sus consciencias alcancen un nivel de comprensión que trascienda los límites de la mente humana. Intento hacerles comprender la magnitud del Plan de Dios y cómo ese Plan no puede comenzar y terminar en la existencia de este mundo.
Sé que muchos necesitan palabras simples para comprender la tarea de rescate de los Mensajeros Divinos y adherirse a ella. Muchos prefieren no creer en Nuestras Palabras y en Nuestras Presencias, cuando les revelamos algo que no comprenden y que no se ajusta a lo que ya conocen. Sin embargo, les pido que no intenten reducir la Grandeza de Dios a la comprensión de la mente humana; no intenten comparar al Amor del Único con la capacidad de amar de ustedes. Y no esperen que la Creación de Dios se restrinja a la existencia de este pequeño planeta, cuando tan vasto es el universo.
¿Para qué existirían tantas estrellas y galaxias si no es para que en ellas habiten las diferentes expresiones del Amor de Dios en Sus criaturas?
¿O acaso piensan que las estrellas en el cielo existen para que los hombres puedan contemplarlas desde la Tierra?
Mientras un gran cambio se precipita en el mundo, los Mensajeros Divinos intentarán elevar la comprensión y el conocimiento de la humanidad; intentarán abrir los ojos del corazón humano a las verdades que no se ven con los ojos materiales.
Esto será así porque solo la certeza de un Propósito superior y de una vida superior que los ampara les dará fuerzas para vivir los tiempos que llegarán. Sin una comprensión mayor de los Planes de Dios, sus vidas perderán el sentido, así como ya lo perdieron muchos jóvenes y adultos que no encuentran motivo para estar en este mundo.
Si estuvieran fortalecidos en la esperanza de una meta espiritual y divina, podrán perseverar y mantenerse firmes para superar los obstáculos con amor, perdón y valentía; y, cuando sea el tiempo, reconstruir el mundo con el debido coraje y con los principios del espíritu.
Sabrán que nunca estarán solos y podrán contar con el auxilio de Hermanos suyos, que observan el mundo y aguardan, con santa esperanza, que la Tierra viva su aprendizaje.
En Amor y Paz, preparando sus corazones,
San José Castísimo
Cuando el Sol despunte en el horizonte de este mundo anunciando un nuevo día, en una Nueva Raza, él iluminará los abismos y elevará hacia lo Alto a las almas que estén con las manos levantadas.
Ese Sol iluminará los ojos de los que estén ciegos de alma y de espíritu. Encenderá los corazones que estaban fríos y a punfto de desvanecerse.
Ese Sol dará aliento a los que perseveraron en su espera durante días de mucha oscuridad y que nunca perdieron la esperanza de volver a encontrar la Luz.
Ese Sol no vendrá solo, pues traerá consigo galaxias enteras, estrellas que, de muchas proveniencias, iluminarán el mundo. Por ese motivo, ese no será un día como todos los otros.
El Sol vendrá cuando ese día sea anhelado por todas las criaturas de la Tierra; cuAando todos clamen por un poco de luz en sus vidas. En ese día, la Tierra se tornará un clamor vivo y ninguna criatura dudará de que el Sol que llega es la respuesta de Dios a su clamor.
Los que mantuvieron su fe se exaltarán, los incrédulos se arrepentirán y los que escogieron seguir los caminos de la oscuridad desearán no existir, porque no habrá un camino oscuro en el retorno
del Sol, en el retorno de la Luz.
Guarden Mis palabras que son simples y, pronunciadas en pocas líneas, serán el prenuncio de los días de paz y las bases para que ustedes mantengan la fe, cuando la noche les parezca muy oscura y sin fin.
Por la Luz que vendrá al mundo,
San José Castísimo, anunciando el retorno del Sol.
Para estos tiempos de transición entre el viejo y el nuevo hombre, el hombre original, deberán conocer un atributo universal divino: el Rayo de la Omnipresencia. El Rayo de la Omnipresencia es aquel que permite que la Consciencia de Dios esté viva y presente en todas las cosas.
El Rayo de la Omnipresencia es el vehículo de Dios mismo en Su Creación.
¿Por qué deben conocerlo?
Porque cuando la humanidad esté muy apartada de Dios y los Mensajeros Divinos no se encuentren más entre los hombres como ahora, necesitarán saber que el Creador está en todo, y no solo saber, sino que también deberán experimentar y vivir eso. De esa forma, jamás se sentirán solos o desamparados, porque el Rayo de la Omnipresencia les será visible y palpable al corazón.
Para conocer la Omnipresencia de Dios, deberán buscarla desde ahora y Yo les diré cómo.
En la concentración de la mente, del corazón, del alma y del espíritu, silencien y permanezcan solo en el presente, sin pensar en el pasado ni en el futuro. Sientan el momento presente, sientan los elementos de la naturaleza, como el aire, por ejemplo, porque independientemente de dónde se encuentren el aire estará presente. Sientan el aire como portador del Rayo de la Omnipresencia y perciban que un mismo Dios les promueve la vida por medio del aire y anima los universos, en el centro de toda la Creación.
Descubran la Presencia de Dios en la vida que los sustenta, dentro del propio cuerpo, moviendo los elementos que componen el ser. El mismo Dios que habita la perfección de la materia y conduce el funcionamiento de un organismo es aquel que habita el cosmos, conduciendo el Plan hacia las diferentes galaxias.
La Omnipresencia de Dios se descubre al percibir al mismo Dios en las pequeñas y en las grandes proporciones de la vida.
El Creador está vivo en todo lo que fue creado por Él. Encuéntrenlo dentro de cada uno de ustedes, como en el centro de la Creación. Encuéntrenlo dentro del prójimo, como en todas las cosas. Así, podrán sentirse guiados aun estando solos y, si en un momento de necesidad lo escuchan, el Dios que está en todo podrá conducirlos al cumplimiento de Su Voluntad.
Los Mensajeros Divinos les hablan directamente y con palabras tan humanas para que aprendan, algún día, a hablar con el lenguajedel corazón y a escuchar la voz que se pronuncia en el silencio de su interior.
Yo los amo y los conduzco hacia los tiempos de transición.
San José Castísimo
Contemplen la divina belleza de la Creación
Queridos hijos, que desde ustedes brote la esencia del amor y de la verdad para que vuestros corazones estén abiertos a la esencia de la donación. Hijos Míos, nunca dejen de contemplar el Amor de Dios en vuestros corazones. Abracen la esencia del perdón en su interior para que así se siembre en ustedes el nuevo Espíritu de Amor.
Queridos hijos, nunca bajen los brazos, eleven vuestra aspiración hacia el Infinito, aspiren a vivir en el Reino de Dios y aspiren también a vivir la Reconciliación y la Misericordia de Mi Hijo.
Pequeños hijos, nunca pierdan la alegría de estar en Mí y de vislumbrar en ustedes el poder de Mi Amor Inmaculado. Acepten estar en Mi camino. Vuestras almas reconocen de dónde proviene Mi Corazón Maternal, ellas reconocen Mi presencia antes que vuestras consciencias.
Yo soy la Señora de los Cielos, soy la Rosa Mística, soy la Madre que socorre a los peregrinos y soy el Corazón Inmaculado que se dona a ustedes para amarlos y perdonarlos.
Queridos hijos, Mi voz se anuncia al mundo una vez más para que Mis hijos no pierdan el sendero que lleva a la salvación, al rescate del corazón.
Estoy con ustedes en este camino de peregrinación hacia la eternidad. Que en vuestras vidas no pese el dolor, la amargura ni la desolación; que vuestros corazones, colmados por el Espíritu Santo, reciban la Paz, Paz que viene desde el Universo, Paz que emanan los soles y las estrellas, Paz que irradian todas las galaxias, la Paz que viene del Infinito y que ustedes desconocen.
Desde allí llega a ustedes Mi Corazón Maternal para mostrarles el camino que conduce a una vida humilde y pacífica, un camino hacia el Universo, hacia todo lo que el Padre, Adonai, creó por amor a ustedes y para Su Gloria.
Queridos hijos, ¡glorifiquen a Dios!, ¡amen a Dios!, ¡busquen a Dios en vuestras vidas! porque de esa manera vuestras pequeñas esencias y todas las esencias estarán en el Reino Celestial del Universo.
Más allá de vuestra vida terrena existe la eternidad, el eterno presente, la Omnipresencia de Dios en todos los universos. Por eso, hijos Míos, ¡oren!, ¡oren! y ¡oren! Que vuestros labios no se cansen de orar para que la Misericordia de Cristo auxilie a la humanidad.
Agradezco a todos Mis hijos por el amoroso recibimiento en esta Nación Paraguaya.
Amor y paz para todos.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más