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Te alabamos, Señor, y Te bendecimos,
que por Tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Amén.
(tres veces)
Cuántos días y meses He contado para poder estar aquí hoy.
Cuántos días y meses He contado para estar con cada uno de sus corazones hoy.
Ni se imaginan lo que Me ha producido esperar tanto tiempo para estar con cada uno de ustedes, y He podido presenciar cómo, en tan pocos días, han podido manifestar todo esto para Mí; porque en verdad todo lo que Me ofrecen es para Dios.
Hoy, vengo con una dádiva del Cielo; hoy, traigo entre Mis Manos un importante Tesoro Espiritual para la humanidad, que He traído desde Medio Oriente para cada uno de ustedes, para el propósito espiritual de esta nación y de este querido pueblo. He aquí, compañeros, el Arca de la Santa Alianza.
Sagrados Ángeles del Cielo contemplan este Tesoro Espiritual. Patriarcas y profetas de otrora lo veneran, y hoy todos los seres de buena voluntad pueden reconocerla como el Sagrado Terafín que preparará el surgimiento de la Nueva Humanidad en esta parte del planeta, en todas las Américas.
Por eso, no teman, he aquí el Sagrado Tesoro de Dios, del cual cada una de sus vidas puede formar parte.
Este es el Sagrado Tesoro que guarda el tesoro de las experiencias más importantes de la humanidad, desde el momento de la Creación, en el Génesis, hasta este mismo momento, en el que cada uno de ustedes puede sentirse partícipe Conmigo, para aportar a este Sagrado Terafín Espiritual lo que la próxima humanidad y la Nueva Tierra necesitarán, no solo para purificar al planeta, sino también para reerguir los Atributos de Dios en la superficie de este planeta. Atributos y Principios de la Sagrada Arca de Dios que, en este momento culminante, Argentina necesita y que cada uno de ustedes y de sus hermanos también necesitan para aprender a levantarse en las tinieblas, para atravesar con coraje los abismos de la consciencia, para decirle no al enemigo, para hacer triunfar el Gobierno Espiritual de Dios en esta nación y en el mundo entero.
Esto es lo que necesita, en este momento, Argentina, así como también lo necesita el resto de América. Porque en verdad les digo, que no encontrarán la solución en lo que es horizontal, rectifiquen sus vidas hacia lo Alto y encontrarán la respuesta que tanto buscan.
Si hoy están escuchando a su Maestro y Señor, después de tanto tiempo que no He podido venir a la Argentina como tanto lo esperaba; es porque vengo, compañeros, a cumplir Mi promesa de que cada uno de ustedes se sienta partícipe Conmigo, preparando conscientemente, a través de las obras, Mi Retorno.
La adhesión y la obediencia es la gran llave maestra para Argentina. Eso los protegerá de ustedes mismos y de todos. No vean en sus caminos a los que son enemigos, vean en sus caminos a los que necesitan compasión.
Por eso, He traído este Sagrado Terafín, ante la presencia de todos, para que lo recuerden y para que lo veneren; porque es el mismo Terafín Espiritual que muchos pueblos de otrora contemplaron y veneraron, que muchos patriarcas y profetas buscaron para sentirse en alianza con Dios.
Quiero que la experiencia de su amor y redención pueda estar finalmente en la Sagrada Arca de Dios y, aunque les parezca imposible lo que les digo, no existe nada imposible para Dios y para su Señor. Porque si hoy estamos aquí, en Argentina, ¿será que es imposible para Dios poder concretarlo?
Esta sagrada tierra guarda muchos tesoros que forman parte de la Sagrada Arca; lugares de Argentina por donde Nuestros Pies caminarán, así como caminaron en otros momentos, que guardan muchos tesoros que forman parte de la Sagrada Arca de Dios.
¡Alégrense y ya no se aflijan! Vuelquen sus aspiraciones en este Sagrado Terafín del Padre. Confíen en lo que les digo. Un lugar maravilloso los aguarda en el Reino de Dios. Por eso, persistan y no se desanimen, sean valientes y tengan coraje para persistir.
El Señor es capaz de buscar a Sus ovejas perdidas.
El Señor es capaz de salir del hemisferio norte para venir a ayudarlos. Estoy aquí y Mi Corazón no cambia, Mi Corazón es el Relicario para todos los que aspiran vivir a través de Mí.
Sé que como pueblo se han desanimado. No hay nadie más que Yo que sepa lo que vivieron en estos últimos dos años y cómo cada uno en la soledad ha aprendido a cargar con su propia cruz. Ese esfuerzo que pueden hacer por Mí, de aprender a vivir la cruz de estos tiempos, es lo que se puede guardar como experiencia en la Sagrada Arca.
¿Acaso creen que eso es posible?
Si estoy aquí, en este mismo momento con ustedes, es para confirmarlo, es para que sepan que Nuestros Sagrados Corazones recorrerán una parte de Argentina para volver a encenderla. Esto no será visible a los ojos de todos, pero quien verdaderamente esté en sintonía Conmigo lo podrá ver y reconocer.
El propósito de sus vidas debe ser la vida inmaterial; porque el Espíritu de Dios vendrá en su auxilio, así como Su Sagrado Espíritu desciende en este momento para enderezar lo que está torcido, para corregir lo que se ha desviado, para pacificar la indignación de muchos corazones. Esto es posible por la presencia de la Sagrada Arca de Dios.
De esta forma, hoy los unjo a cada uno de ustedes, a través de la poderosa Señal de la Cruz.
También deseo que Mis Auxiliadoras Me vuelvan a ungir, que Me unjan con sus entregas, que Me unjan con sus renuncias, que Me unjan con su fidelidad y, especialmente, que Me unjan con su estricta obediencia. Porque a cada grupo de almas le He entregado algo especial a través de los últimos tiempos y eso nunca se puede perder ni desechar. Por eso, den valor a los Dones que recibieron y que Yo vengo a buscar, en este tiempo, a pedido del Padre Celestial.
Estos Dones, llamados talentos y virtudes de las almas más honestas y simples, serán los que permitirán que el Proyecto de Mi Padre se cumpla en Sudamérica, y que el Padre ya no espere ver cumplir Su Propósito, sino que Él pueda ver que Su Propósito se concrete a través de Sus hijos, los que dicen ser apóstoles de Cristo.
Vengo, así, a aliviar la agonía de muchos corazones.
Vengo a devolverles la paz que algunos perdieron.
Vengo a colocar Mi Mano sobre sus corazones para apaciguarlos; porque más allá de sus batallas o de sus imperfecciones, hoy Yo estoy aquí, en Argentina, porque creo en el amor de cada uno de ustedes, un amor que se puede seguir transformando y ampliando, un amor que no solo les recupere la inocencia, sino que sea un amor maduro que los anime a seguir los pasos de la Jerarquía Espiritual; así como Nosotros lo hacemos por ustedes, sin alejarnos ni distanciarnos, sino estando presentes en el Sagrado Silencio del Universo, en donde reverbera la Voz de Dios.
Es esta Voz Eterna y del Cielo que quiero que escuchen dentro de ustedes, la Voz del Padre que los ama, que los sostiene, que los alimenta con Su Espíritu, que les otorga Su Insondable Misericordia.
Es así, que vengo a sanar sus heridas, las heridas de cada uno de ustedes, pero también las heridas de su pueblo.
Sé que muchos no entienden por qué todo es tan difícil; pero todo comienza, compañeros, en lo que escogen. Ahí está el resultado de sus elecciones.
Sé que muchos no tienen que ver con todo lo que vive hoy la Argentina y América, pero nunca levanten su espada contra espada, eleven su voz en oración a los Cielos para que su Maestro y Señor pueda interceder, así como Él intercede en este momento.
Hoy, muchos de los que están presentes necesitan recibir el Sacramento de la Unción, porque es una señal visible de su pertenencia a Mi Reino, en donde ningún mal los puede tocar, aunque el mal crea que los puede oprimir o perturbar.
Hoy, les otorgó Mi experiencia de la Cruz, porque nadie más que Yo supo lo que es estar solo, sin dejar de confiar en la Divina Voluntad.
Extendiendo Mis Brazos y Mis Manos sobre Argentina, vengo a derramar la Luz del universo, de los soles y de las estrellas, la Luz de los Ángeles y de los Arcángeles, la Luz de todos los que viven a través de la buena voluntad y que no buscan nada para sí mismos, sino ser una chispa de Luz de Mi Corazón en este mundo herido.
Mi Madre Celestial lleva sobre Sí el Manto de la Argentina, para que el pueblo recuerde que Yo Soy el Sol de Dios, que nace después de una larga noche oscura.
Para que este encuentro tenga sus frutos, los frutos internos que todos necesitan para caminar más decididos y valientes en estos tiempos, les puedo ofrecer todo lo que tengo, lo más Sagrado de lo Sagrado que ofrecí al mundo hace tanto tiempo, que es Mi Cuerpo y Mi Sangre, emanaciones directas de la Misericordia de Dios. Esto apaciguará a la Argentina y al mundo.
Que esta Comunión, que enseguida celebraremos, vuelva a erguir espiritualmente a su patria y que todos se puedan sentir bajo el Manto de la Virgen de Luján, de la Sagrada Señora del Rosario de San Nicolás, porque fue Ella que Me trajo aquí.
Un buen hijo siempre obedece a su madre, así como una buena madre está cerca de su hijo, como María lo estuvo hasta los pies de la Cruz.
Que las poderosas Cinco Llagas de Mi Cuerpo bañen, purifiquen e iluminen a sus consciencias.
Que la Poderosa e Insondable Sangre de Jesús reconstruya la vida interna de los presentes y de los no presentes.
Que, por los méritos alcanzados por el Arca de la Santa Alianza, la Argentina se sienta en este momento sostenida por las Manos de Dios.
Porque el Amor, compañeros, siempre lo puede todo, aunque sea difícil. El Amor Me permitió llegar hasta la Cruz.
Anímense a vivir la misma experiencia, ofrezcan a Dios lo que son y lo que no aceptan, no se olviden que Argentina es parte de Mi sagrado rebaño.
Que, hoy, muchos de los presentes puedan sentir el latir de Mi Corazón, porque en Mi Corazón está el Camino, la Verdad y la Vida.
Los amo y amo este país, amo las bellezas de sus montañas, amo la extensión de sus ríos y de su océano, amo cada parte de este país, Proyecto Bendito de Dios.
Que la Cruz imante este país y que, en el sur, en el norte, en el este y el oeste, la antigua tribu de Israel se levante y vea brillar en el firmamento la Sagrada Estrella del Amor, la Sagrada Estrella de la Hermandad. Amén.
Para preparar este momento, pediré a Mi hija Lucía de Jesús que cante una canción para todos, porque es necesario que recuerden que Mi Palabra es Agua Viva, el agua que quita toda sed.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cantemos.
Canción: “Tu Palabra es Agua Viva”.
Fray Elías de Sagrado Corazón de Jesús:
Hermanas y hermanos, vamos a celebrar este momento de Comunión, aún con nuestro Maestro presente en este lugar, ofreciendo este momento por esta querida y amada nación argentina, ofreciendo este momento por el Arca de la Santa Alianza presente en las Manos de Cristo, Nuestro Señor.
Y, con el permiso y la licencia que nos ha dado Cristo a los sacerdotes, vamos a ofrecer este momento de Comunión como un acto de reconciliación y de perdón, para que todo este pueblo pueda recibir lo que tanto necesita, para que los corazones, en la Presencia de Cristo, reencuentren la esperanza, se liberen de sus amarras y de sus opresiones, puedan sentir el abrazo insondable de Dios que nos consuela a todos.
Con este ofrecimiento, vamos a purificar nuestro corazón a través del acto de contrición ante el Sagrado Corazón de Jesús y vamos a repetir una oración muy simple que nos enseñaron los Mensajeros Divinos, para que nuestro templo interno, el lugar más sagrado para Dios, se prepare para recibir este Divino Sacramento.
Repetimos:
Yo te pido perdón, Señor,
por todo lo cometido.
Concédeme la Gracia de la liberación.
Por el Don del Perdón,
que brota del Corazón de Dios,
ábrenos, Señor, las Puertas de Tu Reino.
Amén.
Ahora, Cristo va a guiar esta celebración.
Nos preparamos para este importante momento en el que las Gracias de Su Corazón descienden sobre la Argentina, sobre los corazones, como una afluente de Luz, como un inagotable manantial que nutre la vida.
Invitamos a los que puedan a que se arrodillen o se coloquen de pie.
Hoy, los vuelvo a reunir en torno a Mi Mesa, así como reuní a los apóstoles en el Sagrado Cenáculo. Hoy, este Sagrado Cenáculo son sus corazones, que Me los pueden ofrecer en entrega y resignación para que Yo pueda saciar Mi sed de almas.
Es así que, vuelvo a instituir la Eucaristía, como en aquel Jueves Santo, tomando el pan entre Mis Manos y elevándolo a Dios, pidiéndole que Su Insondable y Poderoso Amor Redentor transubstancie el pan en el Glorioso Cuerpo de Cristo, por la reconciliación y la paz en Argentina.
Es así, que lo vuelvo a partir, delante de ustedes, para decirles que este es Mi Cuerpo, que entregué por ustedes para el perdón de los pecados.
Fray Elías de Sagrado Corazón de Jesús:
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Reverenciamos el Sagrado Cuerpo de Cristo.
De la misma manera que en el Sagrado Cenáculo, vuelvo a tomar entre Mis Manos el Santo Cáliz, y elevándolo lo ofrezco al Padre para que sea transubstanciado en Mi Preciosa Sangre. Así como les dije a Mis apóstoles, hoy les digo a ustedes: “Tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, de la Sangre de la Nueva y Eterna Alianza entre las almas y Dios; Sangre que hoy es derramada sobre la Argentina para la remisión de todas las faltas. Hagan esto siempre en Mi Memoria, porque Yo ya estoy retornando”.
Fray Elías de Sagrado Corazón de Jesús:
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Reverenciamos la Preciosa Sangre de Jesús.
He aquí a Quien ha entregado la Vida por ustedes, este es el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
Que se alegren los misericordiosos, porque siempre alcanzarán Misericordia.
En unidad perfecta con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, vamos a consumar esta celebración a través de la oración que Cristo nos enseñó, elevando nuestra más sincera oferta al Padre.
Oración: “Padre Nuestro”.
Que la Paz, el Amor y la Luz de Mi Sagrado Corazón descienda sobre ustedes y Argentina.
Fray Elías de Sagrado Corazón de Jesús:
En un acto de profunda fe, oremos:
Señor,
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme.
Amén.
A pedido de Nuestro Señor Jesucristo, anunciamos la Comunión Espiritual de todas las almas del mundo con el Sagrado Corazón de Jesús.
En un gesto de reverencia y de fraternidad nos damos el saludo de la Paz.
¡La Paz de Cristo!
Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente y
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los Sagrarios de la Tierra,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que Él es ofendido;
y, por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.
Los dejo con la Presencia Viva de Mi Ser a través de la Eucaristía. Que esa Presencia Viva, que es la Luz de Dios, siempre esté latente en sus seres, y así nos preparamos para esta importante Maratón de Oración, en la que todo se transformará y se curará; confíen en eso.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Que este Sábado de Aleluya le sirva a cada uno de ustedes para hacer la síntesis de lo que han vivido Conmigo en estos días, y la síntesis de los impulsos que recibieron a través de los tiempos con Mi llegada en cada Sagrada Semana.
Porque, ahora, llegó el momento, después de esta preparación interior, después de este despertar espiritual, de realizar lo que vinieron a cumplir, de ya no dilatar más el tiempo, porque su Maestro y Señor necesita que ya vivan conscientemente el tiempo del apostolado.
Crean que los colocaré en el lugar en donde los necesito, pero para que eso sea posible, compañeros, deben permitirlo, porque no podría suceder sin su permiso y autoridad.
Así como el Hijo del Padre ama y respeta las Leyes Superiores, así las criaturas del Padre deben amar los Mandamientos para poder amar algún día las Leyes.
Ustedes saben que el mundo se ha desviado de ese camino y ahora deberemos caminar hacia el propósito de la reconstrucción espiritual de la humanidad y del planeta. Y, esto será posible, a través de la presencia de los Nuevos Cristos, que no solo den testimonio de Mí, sino que vivan a través de Mí, de la experiencia del Amor que Yo les entregué, y de la instrucción y del conocimiento que les revelé, para que la Sabiduría Divina enriqueciera sus espíritus y consciencias con el fin de que ustedes puedan dar el gran paso por Mí.
Esto fue lo que les pedí a los apóstoles luego de Mi Resurrección. No solo les demostré una vez más que Soy el Hijo del Padre, como hoy se lo demuestro a ustedes a través de Mi Presencia Infinita en este lugar; porque estamos en un momento culminante, este año 2022 es un momento culminante, en donde las consciencias tendrán la última oportunidad de hacer lo que vinieron a cumplir y así concretar la Voluntad del Padre.
Mientras les hablo, escucho la voz de los mundos internos de aquellas consciencias que, en este tiempo definitivo, fueron convocadas para estar presentes y así llevar adelante la preparación del Retorno del Redentor, porque es a través de sus vidas que debo retornar primero.
Recuerden que la humanidad ya no tiene justificación ni tampoco tiene merecimiento. Es a través de los corazones fieles a Mí por donde Yo podré retornar al mundo. Pero si Mi Amor y Mi Luz no están entre ustedes y en ustedes, ¿cómo el mundo se redimirá?
El Padre necesita ver sobre la superficie de este planeta a los Nuevos Cristos. Por esa razón y para que eso sea posible, la vela que hoy hemos encendido al Espíritu Santo tiene el propósito de invocar el Don de la Misericordia. Porque si no hay Misericordia en el mundo, ¿cómo las miserias de la humanidad se purificarán o esas miserias serán perdonadas? ¿Quién será capaz, al igual que Yo, de hacerse cargo de las condiciones infrahumanas de este mundo, a través de un espíritu de silencio, de oración, de servicio y de transmutación?
Esto que les digo es algo concreto porque, aunque no lo parezca, no cuento con cientos de consciencias que se ofrezcan Conmigo a sostener el fin de los tiempos. Pero cuando un corazón despierta y un alma toma consciencia de la realidad de estos tiempos, es una consciencia más que se une a Mi ejército de Luz. Y en los planos internos trabajan Mis comandos, ayudando, colaborando y cooperando para que la redención se establezca en la humanidad a través de hechos y acciones concretas, bajo la convicción y la confianza en Mi Corazón; porque, a todos aquellos que se unen a Mí, Yo siempre los guiaré y los conduciré.
Este es el tiempo del nuevo apostolado, un apostolado que se renueva a través de la transición planetaria, ante las necesidades más graves del mundo, para que todo esto se pueda resolver.
Por eso, sus consciencias y principalmente sus corazones, deben tener la aspiración de manifestar soluciones concretas que beneficien a los más miserables y pobres, que permitan recuperar la dignidad humana, que está siendo transgredida y sepultada por los gobiernos del mundo.
Pero no es en la oposición que encontrarán la solución. No es en la batalla en donde ganarán o tendrán victoria. Sus corazones, en este Sábado de Aleluya, deben imitar Mi ejemplo de no oposición, de no enfrentamiento, ni tampoco de desafío. Que el silencio les conceda la verdadera estrategia en estos tiempos para que, guiados por el Discernimiento y la Sabiduría de Dios, gestionen los planes preparatorios de Mi Retorno. Porque como ya les dije una vez, cada uno tiene parte Conmigo y esto es irrefutable.
Esto fue lo mismo que Yo les pedí a las santas mujeres, que se volvieran sucesoras del Legado de Cristo a través de las Sagradas Reliquias de Mi Pasión, porque existía un objetivo en todo esto: que la humanidad pudiera recuperar los grados de amor y de perdón. Por eso, fue necesario que alguien lo hiciera, aunque su Maestro ya estuviera en los Cielos.
¿Ahora comprenden que les estoy sucediendo Mi Legado para que preparen el Retorno de Cristo?
Un retorno culminante y necesario para algunas regiones del planeta, en donde ya no se puede ver la Luz ni el Amor. ¡Cuántas personas y almas están sumergidas en esos espacios oscuros del planeta a través de innumerables sufrimientos!, que en muchos casos son creados por los que se asocian entre las naciones.
Por eso, para que Mi Gobierno Espiritual pueda volver al mundo y que este planeta sea un planeta confederado, primero debemos trabajar desde las bases, desde lo que no existe en este mundo; Me refiero a que debemos implantar nuevamente los Atributos de Dios, para que la Misericordia, la Cura, la Gracia y la Fraternidad reconstruyan a la humanidad y a todo lo que aquí existe, con el fin de retirar a las consciencias de lo que es miserable, para que recuerden que la esperanza existe y está latente en el Corazón de Dios.
Si todo esto, que son Mis pedidos, son contemplados; si todo esto, que son Mis pedidos, son colocados en la oración y en la consciencia, ¿cuánto más podría suceder en este momento que hasta ahora no ha sucedido?
¿Cuántos milagros más Yo podría conceder, no solo en la vida de las personas, sino en las naciones?
¿Cuántas soluciones benéficas y duraderas podrían sensibilizar a muchos corazones que tienen todas las posibilidades de ayudar a los más miserables?
Para que eso sea posible, deben ser parte de Mi Cuerpo Místico. Y ser parte de Mi Cuerpo Místico no es una filosofía ni tampoco una teología. Ser parte del Cuerpo Místico de Cristo es ser parte de un Cuerpo transmutador y liberador, un Cuerpo de Luz que es capaz de interceder por aquellas situaciones que no tienen solución y que necesitan recuperar el amor y la verdad, la transparencia y la justicia.
Ser parte del Cuerpo Místico de Cristo es ser un guerrero, es no tener tiempo ni hora, es ser incondicional, así como su Señor es incondicional con ustedes y el mundo. Porque ser parte de Mi Cuerpo Místico es ofrecerse como un espejo para refractar los Códigos Crísticos de Mi Corazón hacia donde sea necesario e imprescindible.
Por eso, a través de Mis Sacramentos, Yo los preparo para ser parte de Mi Cuerpo Místico y para que aprendan a no desconectarse de Mí, porque en cada nuevo Sacramento existe la posibilidad de la reintegración espiritual e interna con la Sagrada Fuente Suprema, en donde existe su verdadera vida y su verdadero motivo, un motivo que debe estar claro para cada uno de ustedes.
Así, comprenderán algún día que sus vidas pertenecen a Dios, a una Voluntad y a un Proyecto ya pensados. Ahí está la razón de por qué las almas sufren y padecen cuando no consiguen entregar su propia voluntad para que sea transformada, transmutada y liberada.
Sin la Misericordia nada será posible en este mundo.
Después de esta Sagrada Semana, en la que Yo también vivo una síntesis, comenzarán a ser convocados y llamados para estar en el lugar y en el momento que nunca imaginaron, porque aún la Jerarquía Espiritual deberá seguir trabajando para contener las puertas inciertas en varias regiones del mundo.
¿Quién, después de haber recibido la revelación de los Centros Sagrados, será capaz de convertirse en una molécula de Luz, en una chispa del Amor de Dios, para estar irradiando en los lugares en donde más se necesita a través de acciones de servicio, de oración y de súplica?
Porque hay lugares en el mundo que están absolutamente desconectados de la Fuente, y es algo que ustedes pueden ver con sus propios ojos en el día a día. Y hay lugares en el mundo en los que se trabaja de forma contraria al Proyecto del Padre, desconectando a los pueblos, naciones y razas de la Fuente Suprema, porque son acciones programadas y pensadas por los propios seres humanos, los que se satisfacen con las guerras y las armas.
Pero Yo les pido una sola cosa: no trabajen en base a la indignación, ni tampoco a la intolerancia o a la violencia física, mental o verbal. Sean inteligentes como Yo lo fui, inspirado por el Espíritu Santo, en el momento más difícil de Mi Agonía, Me entregué en confianza a Dios, por todos Mis enemigos. Así, Yo los invito a través del amor, a orar por sus enemigos, porque la Misericordia también debe llegar a ellos; para que, rompiendo sus resistencias y cúpulas, algún día se den cuenta que se han alejado del Amor y de la Verdad.
Esta es la gran llave maestra de esta Sagrada Semana, para cada uno de ustedes: ¿quién será capaz de amar al enemigo, para que él se pueda redimir y así se pueda salvar?
“Adonai, Tú que traes la Luz al mundo
a través de la Presencia servicial de Tu Hijo
y del Espíritu abnegado de Tu Siervo Redentor,
concédele al mundo y a todas las consciencias posibles,
el despertar de la consciencia y la expansión del amor,
para que el mal sea sustituido por el Bien,
la Luz sustituya a la oscuridad,
el Amor sustituya a la violencia,
la Paz sustituya a las guerras,
la Fraternidad sustituya a la impunidad
y la Verdad Divina sustituya a la mentira y a la corrupción,
con el fin de que Tus criaturas sean felices
en Tu Reino Celestial.
Amén”.
Como les prometí a los apóstoles, también les prometí a ustedes que enviaría el Espíritu de Dios como fue en Pentecostés; para que, a través del agua, los bautizara, los purificara y los consagrara a la Voluntad de Dios, a la vivencia de Sus Designios y de todos Sus Proyectos.
Por esa razón, hoy, con júbilo en Mi Corazón, ofreceré a través de Mis sacerdotes, el Sacramento del Bautismo, para que en nombre de todos los que hoy se bautizarán, en este Sábado de Aleluya, todos renueven su Bautismo espiritualmente.
Bendeciremos los elementos y elevaremos esta ofrenda a Dios, antes de este Bautismo, con la sagrada celebración de la Eucaristía; para que, alimentados con Mi Cuerpo y con Mi Sangre, muchas más consciencias y muchos más corazones sientan la alegría de vivir en Dios y de reencontrar, a través de los Sacramentos, a Mi Espíritu de Paz.
“Que Tu Santo Espíritu de Luz, Adonai,
se infunda en aquellos que hoy serán bautizados
y también en Tus hijos que renovarán espiritualmente este Sacramento,
para que el Espíritu Santo, presente en Su forma luminosa y cósmica,
restablezca las bases espirituales de la Paz.
Amén”.
“Así, como bautizaste a Tu Hijo en el río Jordán,
a través de Tu Amorosa Gracia,
hoy, Padre Amado,
escucha la Voz de Tu Hijo
que pide por aquellos que se bautizarán,
para que sean lavados y purificados por Tu Amorosa Gracia.
Concédeles una vida bienaventurada,
conforme a Tu Voluntad.
Amén”.
Ahora, en Mi Nombre, se prepararán para el Sacramento de la Eucaristía y luego del Bautismo. Los invito a todos los presentes a seguir unidos a Mí, y a través de estos Sacramentos estar atentos, muy atentos, a las Gracias que descenderán por este sagrado oficio.
Yo los acompañaré en Espíritu como siempre los acompaño.
Los bendigo y les otorgo Mi Paz, la Paz que necesita el mundo para recordar el Amor de Dios.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Id a trabajar por Mí.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Señor Jesús, respondiendo a Tu pedido, celebramos este misterio de Amor, a través de la consagración del pan y del vino, por todos los que ya se bautizaron y, especialmente, por los que hoy se bautizarán; para que, a través de Tu Cuerpo y de Tu Sangre, cada uno de ellos sea guiado hacia la meta espiritual que Dios ha pensado desde el principio.
Por eso, en Tu Iglesia Celestial, dentro de Tu Altar Mayor, en donde Tú celebras perpetuamente como el Señor del Mundo y Rey del Universo, ofrecemos estos elementos y ofrecemos también nuestras vidas, para que, transubstanciadas por Tu Espíritu podamos vivir lo que Dios tiene pensado para cada uno, conforme a Su Voluntad.
Por eso, revivimos en este Sábado de Aleluya el gran momento de Tu Resurrección, que se aproxima haciendo resucitar nuestros corazones y consciencias al Propósito Mayor de Dios.
Nos ofrecemos a Tu Corazón, Señor, y recordamos el importante momento de la Última Cena, cuando reunido con Tus apóstoles, los llamaste a la mesa para celebrar la Pascua, así como hoy Tú nos llamas una vez más, para celebrar el triunfo de Tu Amor en la humanidad.
Recordamos, entonces, cuando Nuestro Señor, con toda Su entrega, amor, reverencia y devoción, tomó el pan, lo elevó al Padre para que fuera transubstanciado en Su Glorioso Cuerpo. Enseguida, Jesús lo partió, y dándolo a Sus compañeros, Él dijo: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo, que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Reverenciamos el Cuerpo de Cristo, y tengamos presente las Gracias que descienden, así como Jesús prometió en este encuentro de hoy.
Enseguida, Jesús tomó el Cáliz entre Sus Manos y, ofreciéndolo al Padre Eterno, solicitó que fuera transubstanciado en Su Preciosa Sangre, por la redención de todo el género humano. Enseguida, Él lo pasó a Sus compañeros, diciéndoles: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, la Sangre de la Nueva y Eterna Alianza, que será derramada por su Señor para la remisión de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía, hasta que Yo retorne al mundo”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Reverenciamos la Preciosa Sangre de Cristo, así como los ángeles, en este momento, reverencian la Preciosa Sangre de Cristo y el Glorificado Cuerpo del Señor, permitiendo que de los abismos de la Tierra las almas resuciten al Amor de Dios, especialmente, las almas más empedernidas.
Unidos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, unidos como un solo corazón y una sola mente, bajo el Propósito Divino, oramos el Padre Nuestro en arameo, consagrando este momento y nuestras vidas a Dios.
Oración: “Padre Nuestro” (en arameo).
Que la Paz, la Luz, el Amor y la Misericordia de Cristo, desciendan al planeta.
Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme.
Amén.
Unidos a los ángeles adoradores del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, presentes en la Eucaristía, en este Altar de la redención, anunciamos la Comunión Espiritual de todas las almas con Cristo.
Invitamos a todos los Consejeros a subir al escenario para recibir este Sacramento.
Fray Thomas, Madre Constancia, Fray José María.
Sol de Dios,
que alumbras la oscuridad de nuestras vidas,
Espíritu de Dios que liberas las faltas de nuestros seres,
ven Sagrado Cuerpo y Preciosa Sangre de Jesús,
para que, unidos a Ti,
alcancemos la Eternidad y el Paraíso.
Amén.
¡Gracias, Señor, por cuánto nos das!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y ahora, en comunión con Cristo, vamos a prepararnos para el Sacramento del Bautismo.
Seguimos unidos al Corazón de Jesús, acompañando este importante momento de los que serán sacramentados.
Si Yo les sonrío, ¿ustedes Me sonreirán?
Dios los bendiga en nombre de Su Hijo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hoy, quiero que Me traigan aquí una Menorah y una vela, porque la humanidad está ingresando en sus últimos importantes siete ciclos; y Yo los invito conscientemente, compañeros, a orar por esos ciclos, para que todo lo que espera desarrollar el Universo Celestial en la humanidad sea posible.
La Menorah es un símbolo antiguo del judaísmo desde la época de los patriarcas. Es un símbolo de inspiración divina que conscientemente prepara a las consciencias y a las almas para lo que vivirán en los próximos tiempos.
Es por eso que la primera vela que hoy encenderemos en la Menorah representa el primer ciclo que vivirá la humanidad después de la Sagrada Semana, por el cual ustedes deberán orar mucho, porque son grandes eventos planetarios que vendrán a corregir a la humanidad, no con justicia, sino con Amor y Misericordia.
Por eso, encenderemos esa primera vela en la Menorah, para que ella, a partir de hoy, esté sobre este, Mi Altar, que han concebido para la llegada de su Maestro y Señor.
Espero.
Acompañen a su Maestro y Señor en este ejercicio espiritual que hoy les enseño a vivir conscientemente, para que puedan ingresar en los próximos ciclos con madurez, compromiso y responsabilidad, virtudes que les entregará el Espíritu Santo para estos tiempos.
Y encenderemos la primera vela del Menorah pidiendo que los Dones del Espíritu Santo desciendan en este momento, así como en Pentecostés el Espíritu Santo descendió sobre Mis compañeros y sobre Mi Madre Santísima, que en este mismo momento acompaña con Amor lo que está haciendo Su Amado Hijo.
“Ven, Espíritu Santo,
y sopla con Tu Fuego sobre las consciencias del mundo
y, en especial, sobre aquellos que Me siguen
y que se animan a trazar Mi senda,
preparando así Mi Retorno”.
Dentro del Don de la Ciencia del Espíritu Santo, oremos al Santo Espíritu, invocando que, a través del Don de la Ciencia, se establezca el Don del Discernimiento en este momento culminante de la humanidad, en donde el linaje de los Gobernantes debe ser vivido y comprendido con amplitud, para que toda la superficie del planeta sea reconfigurada y reorganizada conforme a la Voluntad Divina.
Ahora, coloquemos la Menorah en el altar.
Y así, hasta el día domingo, el gran momento de la Resurrección del Señor en los corazones del mundo, la Menorah quedará completamente encendida, convocando a través del Espíritu Santo a todos Sus Dones y Virtudes para que guíen en estos tiempos a todas las consciencias que se postulan al Plan de Dios.
Pidamos al Espíritu Santo el Don del Discernimiento para todas las causas del mundo.
Pidamos al Espíritu Santo el Don del Discernimiento para todas las situaciones injustas del mundo.
Pidamos al Espíritu Santo el Don del Discernimiento para que los dirigentes de las naciones y de los pueblos tomen decisiones consecuentes y benéficas, conforme el Padre Celestial lo espera en estos tiempos.
Pidamos al Espíritu Santo el Don del Discernimiento para que no se promuevan las guerras y se justifiquen las ventas de armas, poniendo en gran peligro a la propia humanidad.
Pidamos al Espíritu Santo Su Don de Discernimiento para que las mentes y los corazones cerrados a Dios, que viven el mal del mundo, sean exorcizados y liberados de sus prisiones espirituales y eternas, para que puedan ser redimidos.
Pidamos, en este día, al Espíritu Santo el Don del Discernimiento para que esta humanidad sea reconstruida verdaderamente, a través de un diálogo pacífico y de una acción benéfica para los más miserables de la humanidad.
Pidamos al Espíritu Santo el Don del Discernimiento para que la trata de personas acabe, para que la explotación de las naciones más pobres termine, y para que los más pobres y esclavos de estos tiempos recuperen su dignidad humana.
Pidamos al Espíritu Santo el Don del Discernimiento para que el espíritu de la fraternidad se establezca en este mundo. Amén.
Para vivir los Dones del Espíritu Santo les daré una gran llave: no tener más voluntad propia. Permitan que el Espíritu Santo los abrace en este momento y que Él pueda rasgar, disolver y transmutar lo más resistente de sus consciencias.
Pidamos al Espíritu Santo, con fe y confianza, porque esta es una promesa que Yo les he hecho desde el momento en el que estuve en la Tierra: Dios enviará a Su Espíritu y renovará la faz de la Tierra a través de los tiempos y de las generaciones, a través de los que le dicen sí a Cristo.
Ábranse al misterio del Espíritu Santo, concebido en la Sagrada Fuente de la Energía Femenina, porque no solo ustedes, sino también sus hermanos del mundo no pueden dar pasos espirituales sin el auxilio del Espíritu Santo.
Invoquemos entonces a la Madre del Espíritu Santo, para que Ella envíe a través de Su Corazón el rayo más profundo de Su Pureza Original y los mundos internos sean liberados de su prisión espiritual, de la esclavitud de las fuerzas del caos, para que renazcan en el Espíritu Santo, el Fuego Eterno de Dios inextinguible e intransformable, que viene en este día a través de la Voz del Maestro a renovar todas las cosas, a renovarlas una vez más. Porque de esa forma, a través de sus vidas, Yo cumpliré las promesas que le he hecho a Dios por cada uno de ustedes.
Sientan el Soplo del Espíritu Santo, para que también el Don del Discernimiento se establezca en sus consciencias, porque si en este tiempo no hay almas con discernimiento, no habría Nueva Humanidad.
Y ustedes, que son criaturas cocreadoras ante Dios, recuerden sus orígenes, retornen a sus fuentes de origen, recuerden su verdadero nombre espiritual, aquel que está escrito entre las estrellas del cosmos y permitan que el Don del Espíritu Santo se establezca para que este planeta y su humanidad sean retirados del peligro, de la violencia, de la guerra, de la persecución, del hambre, de la falta de la distribución de los recursos; sean retirados del peligro que impone Mi enemigo, aquel que no deben olvidar que Yo vencí en la Cruz por cada una de sus vidas y de sus existencias.
¿Ahora, comprenden que en este momento son conscientes, delante de las Puertas de los Cielos, de poder retornar a sus orígenes y hacer resurgir en ustedes los Dones del Espíritu Santo? Dones que no solo necesitarán para servirme en estos tiempos definitivos, sino que los necesitarán para poder vivirlos e infundir en el mundo el Propósito de Dios, aquel que aún deberá cumplirse en este mundo, Propósito que aún no se ha cumplido desde Adán y Eva.
A pesar de que esto parezca imposible, ante los sufrimientos del mundo, eleven sus consciencias; Mi Corazón está abierto como un Templo para que esto suceda.
Ingresen a Mi Iglesia Celestial en nombre de sus hermanos y de todos los que no creen en Dios para que, a tiempo y antes de que todo suceda, antes de que infelizmente activen las armas nucleares, los Dones del Espíritu Santo, los mismos Dones que estuvieron en los apóstoles en Pentecostés, transmuten y liberen esas condiciones del mal, por la oferta de los corazones que se ofrecen como tabernáculos vacíos para que el Espíritu Santo gobierne sus vidas y establezca definitivamente la Voluntad de Dios.
Oremos, así como se los enseñé. Vamos a orar juntos invocando el Espíritu Santo, en este momento delicado del planeta:
Ven Espíritu Santo,
ilumina a los corazones,
para que ellos alcancen,
la Transfiguración de Jesús.
Amén.
(cuatro veces)
Y, ahora, cantarán Conmigo: “Adonai, Espíritu Santo”.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Nos ponemos de pie a pedido del Señor, y cantaremos como una sola voz, infundiendo este Santo Espíritu en el mundo entero.
Nos vamos a colocar bien firmes sobre el suelo, a pedido de Cristo, para que esta poderosa energía del Espíritu Santo descienda sobre nosotros y el mundo. Y vamos a colocar nuestras manos en señal de recepción y de gratitud.
Cantemos.
Canción: “Adonai, Espíritu Santo”.
Podemos sentarnos.
Y vamos a colocar nuestras manos en señal de recepción, porque el Señor, a través de los sacerdotes, dará una bendición a todos a través del agua que está siendo ofrecida para que, a través de la Luz de Cristo, sea infundido el Espíritu Santo no solo en nosotros, sino también en el mundo entero a través de esta sagrada bendición.
“Padre de la Misericordia,
Insondable Espíritu del Amor,
Inagotable Fuente de Gracia,
Inconmensurable Verdad, Justicia y Cura,
en este momento escucha la Voz de Tu Hijo Amado,
que al igual que en el Huerto Getsemaní
se ofreció para beber el Cáliz,
en reparación de Tu Corazón
y por la salvación de la humanidad.
Contempla, Adonai,
el ofrecimiento de los corazones,
el esfuerzo de las almas consecuentes
y la perseverancia de los que le dicen sí a Tu Amado Hijo.
¡Oh, Padre Celestial!,
no contemples las adversidades de la guerra,
la impunidad de algunos corazones,
la maldad que se establece en el mundo.
Hoy, Mi Corazón, como un relicario,
se ofrece entre Vos y el mundo
para poder redimir a la humanidad.
Envía a Tu Santo Espíritu, Señor,
y que a través de esta agua que Tú has creado
para saciar la sed de Tus hijos,
las almas sean bendecidas y renovadas
por la Presencia de Tu Santo Espíritu.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén”.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a cantar, algunas veces más, “Adonai, Espíritu Santo”, para que el Santo Espíritu se infunda en los presentes y en todos los que están unidos a Cristo en este momento.
Canción: “Adonai, Espíritu Santo”.
Y, antes de despedirme, antes de que ingresen en la Comunión Espiritual, en la que tienen la oportunidad de renovar el compromiso Conmigo y con Mi Obra de Redención, hoy también he venido a pedir el Sacramento del Lavapiés, del pie derecho, como en otras Sagradas Semanas. Para que, a través de las consciencias que he escogido, y en nombre de todos, se siga disolviendo de ustedes la voluntad propia, para que se establezca en ustedes la Voluntad de Dios, aquella Voluntad Suprema que tiene escrito el destino de cada ser.
La mejor forma de vivir este momento es cantándome, amándome y reconociéndome no solo en este momento, sino en sus vidas, como una partícula de Amor, crística y redentora, que ha tocado sus vidas para siempre. La canción que he escogido para este momento de Sacramento es todo lo que ustedes vivieron por Mí.
Cristo se refiere a la canción: “Todo lo que yo viví”.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a llamar aquí, al altar, en este momento de consagración y de Sacramento, a los siguientes hermanos que el Señor ha nombrado, que voy a pedirle a Cristo que me los repita porque son varios nombres:
Igor, Zimra, Marta, Tseguereda, Cristiano, hna. María Templaria, Guatami, Vanesa de Finlandia, Irene Almeida, hna. María de Fátima, Augusto y Vanilda.
¡Buen ejercicio espiritual!
Los bendigo, volviéndoles a dar Mi Paz.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hoy, sus corazones serán perdonados y sus vidas serán renovadas, porque el Todopoderoso está llegando después de Su Hijo, para liberar al mundo de las tinieblas y la perdición.
Él viene a congregar a los espíritus que lo han amado y lo han honrado, que le han dado alabanzas a Su Nombre y a toda Su Creación.
Hoy estoy ante sus miserias más profundas, pero vengo a buscar su más grande amor, aquel amor que hoy Me entregaron y Me donaron, incondicionalmente, para que Yo pudiera estar aquí, entre los Míos y darles a comulgar de Mi Cuerpo y de Mi Sangre, de Mi Espíritu y de Mi Divinidad.
Hoy, el Padre llega con Su Reino, Sus ángeles y arcángeles, con Sus coros celestiales, a bendecir la primera Cruz Azul. Y el soplo del Espíritu llegará a las almas y encenderá los corazones de un desconocido gozo que nunca vivieron.
Así como los Dones de Dios descendieron en el Cenáculo sobre los apóstoles y María, hoy los siete Dones del Espíritu Santo se congregan aquí para descender en sus corazones y esencias.
Entonces, compañeros, es un gran momento de renovación y de júbilo, en donde el pasado deberá borrarse de su consciencias y mentes, porque ahora sí podré caminar con los que están firmes, con los que han aprendido a salir de la tibieza y del desamor .
Ahora sí, podré caminar con los que han de ser justos, con los que aprenden a llevar adelante Mi Obra, con los que han dicho sí, a Mi Sagrado Corazón. En ellos no recostaré la cruz de las amarguras y del sufrimiento, sino la Cruz de Emmanuel, que es la Cruz de la victoria y de la elevación de la consciencia humana hacia el Reino de Dios.
Así, sus espíritus se elevarán y deberán creer, compañeros Míos, que sus penas se disolverán completamente, siempre y cuando den el permiso para ello.
Por eso, con esta dulzura que ahora brota de Mi Corazón, hoy no vengo a ver a los pecadores sino a los que se redimen y a los que caminan en el sendero de la transformación interior todos los días.
No crean, compañeros, que ganarán el Cielo mientras estén en la Tierra.
Han venido aquí, como la humanidad, para aprender a amar y perdonar, para aprender a vivir la compasión y la justicia en cada detalle.
Cuando eso se alcance, toda la humanidad estará libre de la adversidad y del pecado, y las puertas de los infiernos se cerrarán tantas veces como las ha cerrado Dios a través de Su Hijo y de Su Sierva Fiel, así como de San José.
Beban de este momento como un único momento que no se repetirá nunca más. Unir el Cielo y la Tierra, el Universo y la humanidad es algo grandioso que no sucede todos lo días.
El Padre no desciende al mundo desde que Yo ascendí a los Cielos. Imaginen, compañeros, cuánto tiempo ha pasado para que llegara este momento en donde los méritos de Mi Pasión y de Mi Cruz estarán grabados en el resplandor de la Cruz Azul.
Por eso, hoy he detenido a la tinieblas y a Mi adversario. Aquí está presente ante sus ojos la manifestación de la Voluntad de Dios y de Su divino Propósito. Y ustedes, en este momento, compañeros, están siendo llevados a ingresar en el espíritu de Emmanuel, en donde se encuentra la paz, la armonía, la cura y el perdón de todas sus faltas.
A esto se acrecienta la Luz de Aurora y su divino Rayo de Liberación, que hoy trabaja silencioso sin mover tantas leyes ni energías, sino en el interior de las consciencias y de los corazones que se abren para poder encontrarla.
Vean entonces, compañeros, como en este momento, el tiempo de la ilusión se detiene en una parte de este planeta e ingresa el Real Tiempo de Dios, para hacerles sentir en Su silencio, la unidad con todo el Cosmos y con toda la Vida universal.
Para eso los Resplandecientes, los Elohim, son los que abren las puertas entre los planos, para que el Padre descienda aquí con Su Espíritu.
El viento viene a limpiar el mal pensamiento de los ingratos, para que no los afecte, sino que prevalezca el Soplo del Espíritu de Dios sobre sus consciencias, en este momento.
En recogimiento y oración, vayamos al encuentro del Padre y de la bendición de la Cruz Azul.
Síganme.
Escucha Señor la voz de Tu pueblo. Escucha la voz de toda esta raza, que hoy se postra a Tus Pies para alabarte y glorificarte.
Escucha Emmanuel la voz de Tus hijos y llega a este mundo con todo Tu Poder y Esplendor, para que las tinieblas más impenetrables sean disipadas, para que los corazones se liberen de las cadenas de la perdición y de la ilusión y se establezcan los Cristos del Nuevo Tiempo; aquellos que vendrán de diferentes partes del mundo y se colocarán a los pies de Tu Cruz para esperar la llegada de Tu Hijo.
Escuchemos la Voz del Padre, que hoy no solo esta en los Cielos, sino también está aquí sobre Aurora, como el Sabio Creador de todo lo que existe, como el Padre de la Misericordia y de la Bondad, que en Su aspecto divino de Emmanuel llega a Sus hijos, para bendecirlos con Su Luz redentora y cósmica.
Mientras los Cielos se abren ante Ti Amado Señor, desciende con Tus Rayos el poder de la Creación y de toda la manifestación divina, para que se cumpla sobre este planeta Tu divino Pensamiento y las almas encuentren, finalmente, el camino del amor y de la reconciliación.
La Voz del Padre Eterno:
Amados hijos, escuchen a Su Padre.
Yo Soy el principio y Soy el fin.
Yo Soy el que Soy y vengo del Universo espiritual para congregarlos en Mi Amor y en Mi Justicia.
Los siete Ángeles Regentes que fueron convocados, que ahora desciendan y que se encienda la Cruz .
Hoy, el Padre del Amor bendice este símbolo, que unirá a los pueblos y a las naciones; que traerá la esperanza a los no redimidos y que dará la redención a todo el mal, para que triunfe el Amor de la Fuente; para que reine la Verdad y la Justicia.
Amados hijos, Yo los amo y los espero con Mis Brazos abiertos para que Mi Amado Hijo los lleve hacia Mí y puedan estar sentados a los pies de Mi Trono junto a los ángeles, para que cantemos Gloria y Aleluya.
Mientras sus ángeles de la guarda se postran al suelo, las penas más profundas son perdonadas y por medio de esta Cruz Azul se cumple un Propósito más de Dios sobre la superficie de este planeta.
La Voz de Cristo:
Hijos y compañeros Míos, para que la Luz de Emmanuel se haga visible entre las consciencias, entonemos Su Nombre sagrado, para que los ángeles derramen los códigos y los méritos alcanzados durante Mi Pasión y así se abran las puertas a las oportunidades y a las Gracias para todas las almas que buscan la unidad con el Padre y la Creación.
Hoy cantaré junto a ustedes el Nombre santo de Emmanuel.
Todos entonan Emmanuel.
Sientan sus corazones liberados del pasado, de las amarras y de las perversiones de la vida.
Sientan sus corazones llenos de la Luz de Emmanuel y comulguen del Padre, que hoy está aquí con Su Consciencia divina para traer la Paz a este mundo y también la Fuente de Su Compasión.
Y ahora, llamemos a los Nombres de Dios, para que los Ángeles Regentes, que fueron designados por el Universo, llenen esta Cruz con los códigos de la Divinidad de Su Amado Hijo.
Todos entonan los Nombres santos de Dios: Adonai, Emmanuel, Abba, Elí Elí, Yahvé, Shekinah, Elohim, El Shaddai, Iod He Vaud He.
Que esta renovación traiga para las consciencias la ampliación de sus caminos, en la consagración y en la fe, el ingreso por las puertas de la Misericordia al Reino de Emmanuel para que siempre aprendan a vivir y a cumplir Su Voluntad por más pequeña que sea.
Yo los bendigo, bajo la Luz Poderosa de Emmanuel abriendo en este Centro Sagrado el descenso de Su divino Espíritu para que las almas lo encuentren en su interior.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo Jesús:
Hoy vengo a proclamar Mi advenimiento, pero también Mi agradecimiento por las almas buenas, honestas y sinceras, que se congregaron aquí para celebrar con Su Señor el triunfo de Su Reino en la humanidad. Este acontecimiento es parte de Mi Victoria celestial en el planeta.
No teman compañeros, ni aquí ni en ninguna parte del mundo, porque si Mi rival está agitado, es señal de que está próxima su derrota.
Hoy también vengo por las almas que sufren y que no están aquí, presentes como ustedes están aquí, participando de esta Comunión íntima con Mi Corazón misericordioso.
A través de sus oraciones en estos dos días, un gran número de almas pudo ser sumergido en el Océano de Mi Misericordia. Los pecados más imborrables e imperdonables fueron disueltos por la Llama celeste de Mi Gracia.
Ahora vean, compañeros Míos, soldados Míos, discípulos Míos, cuál es la verdadera tarea para el fin de estos tiempos. No busquen resultados mayores a través de esta Obra. Eso sucederá si Mi Padre así lo desea.
Yo los invito siempre a vivir en el amor y en la verdad, porque siempre sabrán estar libres de las prisiones de este planeta y de toda su ilusión mundial.
Hoy sus almas abrieron los ojos de la consciencia.
Hoy sus corazones abrieron las puertas hacia el Infinito. Y esto es parte de Mi Gracia, de todo lo que concede Mi Sagrado Corazón para las almas, después de Yo haber vivido la dolorosa Pasión, hace ya tanto tiempo.
Hoy Me han hecho la Cruz más liviana. Por eso estoy aquí junto a los ángeles del universo, para celebrar junto a ustedes esta nueva Cena, hoy la Cena de la alegría. Es muy necesaria la esperanza en estos tiempos. Sus corazones nunca pueden perder la esperanza, porque sus hermanos vendrán a buscar esa esperanza en ustedes y en cada ejemplo de amor y de caridad.
Vengo así a verter sobre ustedes, Mis Dones, los Dones del Espíritu Santo, de la Llama Sagrada de Dios, de lo que construye la consciencia evolutiva, la trascendencia y la ascensión.
Hoy vengo a hablar con ustedes, a través de la Ley de la Ascensión, aquella Ley que el Universo aplicó para elevar Mi Consciencia al Universo, hace más de dos mil años. Esta Ley les permite vivir la trascendencia de todo lo corrupto, tan solamente cuando abren sus corazones, así como los han abierto en estos dos días.
La Ley se cumple por sí sola y las almas ya no tienen más pesos impagables que vivir. Las cadenas se liberan, las amarras se desatan y el Rayo de la Voluntad-Poder se manifiesta en todo lo que es vida planetaria.
Y a pesar de que las aguas del mundo y de las naciones estén turbias, sepan que no los abandonaré. Cumplo las promesas que Yo dicto, así como las he cumplido con Mis apóstoles, con todos los cristianos, a través de los tiempos y por medio de todos los milagros.
Hoy vengo del Cielo con Mi Iglesia Celestial. Que las puertas se abran para que los ángeles del universo desciendan y así alabemos al Todopoderoso, el Creador, por hacer a la humanidad merecedora de tantas Gracias.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Vamos, a pedido de Nuestro Señor Jesucristo, a escuchar el cántico “Alabado sea Dios, glorioso Su Reino, Aleluya, Aleluya”.
Todos juntos. Abriendo las puertas a la Iglesia Celestial.
Y ahora, a pedido de Cristo, abriremos las puertas al universo angélico y arcangélico. Cantaremos Kodoish melódico, unidos a nuestros Ángeles de la Guarda, acompañando el ejercicio que Nuestro Señor está haciendo.
Vamos a alabar, junto a los ángeles, a nuestro Creador.
Vamos a vernos acompañados por Cristo delante de la Fuente Primordial.
Vamos a visualizar, a través de nuestro corazón, esa luminosa Presencia del Padre que se aproxima hacia la humanidad por medio de Nuestro Señor Jesucristo y del poder de Su Sagrado Corazón.
Vamos a ver cómo el Maestro, dentro de Su Iglesia Celestial, nos abre esa puerta que nos llevará al encuentro con el Creador.
Vamos a visualizar a través de ese portal de luz que Cristo nos abre, un gran océano de luz, celeste profundo. Por encima de él, vemos una gran esfera de luz dorada, más luminosa que muchos soles y, sobre ella, vemos a nuestro Padre Eterno en Su aspecto de Sabiduría y de Discernimiento, de Bondad, de Amor y de Misericordia.
Vamos a ver alrededor de nuestro Padre a diferentes consciencias angélicas aladas que se postran ante nuestro Padre y levemente inclinando nuestras cabezas, vamos a saludar a nuestro Padre, el Creador, Abba.
Jesús nos ha llevado hacia Él para que lo escuchemos, para que escuchemos la Voz de nuestro Padre, así como la Voz de nuestro Padre le ha hablado a Su amado Hijo, muchas veces.
En ese recogimiento y adoración ante esa Fuente Primordial y ante ese Universo Espiritual, de los que Cristo nos invita a comulgar plenamente, vamos a realizar, a Su pedido, un acto de perdón y de reconciliación.
Y ante esa Fuente Primordial, vamos a depositar nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestros errores, nuestras equivocaciones, nuestros desvíos, para servirnos del Padre a través de Cristo, de la Fuente de Su Misericordia.
Pongamos nuestras manos en señal de recepción, apoyándolas sobre nuestras piernas. Vamos a dejar nuestro cuerpo físico distendido para que la Energía espiritual del Creador ingrese en nuestra consciencia, a través de nuestra cabeza, y hacia todo nuestro cuerpo, llegando al centro de nuestro corazón.
En este momento, ante la Presencia de Nuestro Señor Jesucristo, de los ángeles y de los Árcangeles y de nuestro Padre Celestial, vamos a emitir este acto de perdón y de reconciliación, liberando nuestros corazones de cualquier amargura, de cualquier perturbación o de cualquier aflicción que nos amarre, que nos limite en nuestro caminar espiritual.
En el silencio de nuestro corazón y de nuestra consciencia, vamos a entregar en las Manos de Cristo nuestras miserias y vamos a recibir de Cristo lo que Él retirará de la Fuente para entregarnos en un profundo vacío, sin intención ni expectativa, en una profunda nada.
Vamos a entregarnos a los Pies del Padre Celestial, vamos a ver Su Mirada bondadosa y misericordiosa, vamos a ver cómo Él nos tiende Sus Brazos y Sus Manos como un Padre que abraza a Su pequeño hijo, y vamos a sentirnos en paz, en comunión con la vida universal.
Padre Creador:
Escuchen hijos la Voz de vuestro Padre. Escucha humanidad la Voz de vuestro Padre Creador.
Enderecen sus caminos. Coloquen sus corazones en las Manos de vuestro Señor porque la inocencia en el mundo se está perdiendo y la oscuridad está avanzando, alejando a todas Mis criaturas de la Fuente de Mi Amor.
Reciban de Mi Reino Celestial la cura para sus consciencias, la Luz para su renovación, el Amor para su ascención, la redención para su liberación.
Ingresen en Mi Iglesia celestial y díganle a todos sus hermanos que ha llegado la hora de retornar al Padre, de testimoniar lo que han aprendido en este planeta.
Una síntesis hoy se realiza en sus vidas y un nuevo ciclo espiritual comienza en sus pequeñas consciencias.
Hijos de esta Creación dejen que su amoroso Padre deposite Sus Dones en sus corazones y, finalmente, en el nombre del Amor sean otros, en este planeta que tanto sufre, que tanto agoniza y que padece la persecución de esta raza y la destrucción de todo lo que he creado a imagen y semejanza de Mi Consciencia.
Sientan el dolor de la Madre Tierra y el pedido de Su Misericordia. Sientan el dolor de los Reinos y su pedido de redención. Sientan a la naturaleza, que pide por paz. Sientan a la consciencia de este planeta, el Gran Cristal del centro de la Tierra que, en su silencio, pide por piedad.
Ustedes son parte de este mundo y de este Universo Creador. Ustedes son parte de una Vida que no les pertenece. Ustedes son parte de un origen, de un principio y de un fin, pensado por Mi Corazón paternal.
En este profundo vacío, que hoy los invito a vivir, en los Brazos de vuestro Padre Eterno y en una profunda entrega, de amor y de unidad, les pido, hijos, que ayuden a Mi Plan universal, a todos Mis ángeles, a todos los Arcángeles, a Mi amado Hijo y a Mi bienaventurada Madre.
Reciban de la Fuente, la Santísima Trinidad y comulguen, en Mi Iglesia Celestial, de estos Principios. Que sus células despierten a lo nuevo, que sus sentimientos se eleven y que sus miedos se disuelvan, porque ha llegado la hora del Gran Juicio del Amor, en donde vendré a pedirles, hijos, todo lo que Yo les he dado, desde Mi universo inmaterial.
Delante de Mi Fuente, y del Universo de Mi Amor, encuentren en él la Divina Pureza. Crean que es posible poder recuperarla, porque si Yo Soy vuestro Padre que está en los Cielos, nunca habrá nada imposible para Sus hijos, cuando sea Mi Divina Voluntad.
Hoy reciban en sus mundos internos, una pequeña chispa de la Fuente de la Pureza Original y háganla crecer en vosotros, así como crece una flor para alabar a la Creación.
Ahora, lleven sus manos sobre su pecho y vean cómo una flor de luz se abre en sus mundos internos, y la reconciliación se establece entre el universo espiritual y el universo material.
Ya no hay mal que se oponga a esto, porque si Mi Voluntad, hijos, es que Yo esté en ustedes, también es Mi Voluntad que ustedes estén en Mí, así como lo está Mi Hijo y Yo estoy en Él, en perfecta unidad.
Con este ejercicio del más puro Amor de vuestro Creador, disipo algunas tinieblas de la Tierra y traigo la Gracia, en esta tarde, del despertar de nuevas consciencias.
Hijos, sean Mis Columnas, para que Yo pueda erguir Mi Templo sobre ustedes y guardar dentro de él a todos los que sufren.
Los dejo con Mi Hijo, porque en Mi Hijo está la Vida, como parte de Mi divina Emanación y de Mi sublime Consciencia en todos los universos de la Creación.
Hoy se cumple en este lugar, una Ley cósmica. Hoy, una Gracia inexplicable se manifiesta para un gran número de consciencias. Esto es obra del Amor que siento por Mis hijos; más por aquellos que se alejaron de Mí y están perdidos.
Sean el espejo de Dios en el mundo y Mi Luz podrá refractarse en la humanidad. Crean que es posible, porque así no se reconocerán.
Cristo Jesús:
Si Mi Padre no Me hubiera enviado al mundo, nunca hubiera aprendido a amar, porque a través de Mis enemigos está la vivencia del amor y la expresión de Mi Divina Misericordia.
Hoy los he traído aquí, hacia la Fuente y ante Mi Padre Celestial, para que lo escuchen, lo vivan y lo sientan, así como Yo lo siento en cada segundo de la vida y en cada respiración.
Que el mundo vuelva sus ojos al universo, para que recupere su filiación con Dios. Que el mundo no ofenda más a Dios, porque el Padre se siente muy ofendido por tanta indiferencia, por tanta maldad, por tanta crueldad.
Sean portadores de la Misericordia de Dios y alcanzarán el Reino de los Cielos, así como hoy han vivido por un momento el Reino de los Cielos.
Dios se ha pronunciado, después de Su Silencio. Dichosos sean los que abrieron sus oídos sin poder ver, porque serán dignos del Reino de los Cielos.
Quisiera que el mundo viviera los universos sublimes, pero sé que Mi enemigo se ha encargado de apartar a la humanidad de su verdadera consciencia.
Hoy, después de que han aprendido cómo conectarse con Dios, imiten Mi ejemplo y háganlo por sus hermanos, por todos los que están dormidos.
Vengo a cerrar este encuentro a través de esta unión con el Creador. Vengo a oficiar estos Sacramentos como una dádiva más para las almas. Les pido que no pierdan estos tesoros internos. Que nada ni nadie se los quite, porque pertenecen al Creador, para la vivencia de las almas.
Ahora, Mis ángeles transustanciarán los elementos y las sustancias, para que estos sirvan de cura, de júbilo y de gozo a las almas simples. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Podemos ponernos de pie, a pedido de Nuestro Señor, para la consagración de los elementos.
Cristo Jesús:
Ahora, reciban de Mi Corazón la bendición del Amor, la gratitud eterna por este encuentro. Y como esto es parte de un júbilo de Dios y de la obra de Su Gracia, quiero que hoy las naciones del mundo, más allá del Brasil y el Cono Sur, reciban de sus corazones el Rayo de la esperanza, aquel que abre las puertas para la cura de la humanidad.
Me elevo al Cielo, escuchando “Color Esperanza”. Que sus voces canten por el mundo, para que los corazones se curen de su dolencia espiritual.
Que así sea.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
¡Gracias Señor por cuánto nos das!
En este encuentro Te honramos, Señor.
Las cosas que ustedes viven son más pequeñas que los granos de arena de un desierto, porque en verdad les digo que existen cosas más urgentes y mayores que ustedes desconocen.
Yo les vengo a traer la consciencia de lo supremo, la Verdad que está oculta para muchos. Mi Presencia viene a revelarles la sagrada Voluntad de Dios, que aún debe ser conocida por los corazones consecuentes a Mi Sagrado Llamado.
Vengo en esta tarde, a mostrarles Mis cinco Llagas, no para que vean el sufrimiento que Yo padecí, sino el Amor que Yo viví por ustedes, aquel que nutrió la vida y convirtió a la humanidad pecadora.
Quien venera Mis cinco Llagas venera en presencia a Mi Corazón. Yo vengo a traerles este misterio porque Mi Corazón sigue siendo ultrajado.
Son pocas las almas que Yo elevo, entre Mis Manos, hacia los Reinos de Dios. Pero Yo vengo a formarlos, a través de la esperanza y del amor, para que puedan conocer profundamente la gran necesidad de vuestro Padre que está en los Cielos. Que ahora, en estos tiempos, se puedan convertir así como Él lo prevé en este ciclo final.
Los Sellos de Oro se están abriendo. Los Libros de Luz se están revelando. Los Ancianos se congregan en consejo, porque ha llegado la hora de determinar el día y la fecha en que Yo descenderé al mundo, una hora marcada por Dios.
Pero en verdad, ¿quién Me verá? ¿Quién podrá comprender que la humildad de Mi Corazón es la humildad de Dios? ¿Quién Me podrá reconocer entre toda esta humanidad que camina al abismo de su perdición?
Pero Yo les digo que estos libros, que son abiertos por los Ancianos de la Luz, aún se mantienen cerrados por el afluente de Mi Misericordia que modifica la Ley, la equilibra y la armoniza para la humanidad.
¿Por cuánto tiempo esto sucederá? Hoy no se lo podré decir. Por eso vengo a preparar ejércitos, para que estén preparados para recibir las señales que vendrán de los Ancianos y las que revelarán el momento tan crítico para la humanidad.
Pero existen corazones misericordiosos que, saliendo de este encuentro, seguirán renovados por la fe. Allí no habrá ningún misterio y los Ancianos así reconocerán que esta parte del Proyecto de Dios, que ya es el último para esta era, Yo lo estaré cumpliendo en ustedes, a través de Mis Obras de Misericordia y de Redención.
Pero muchos ojos no querrán ver la Ley. La Ley se manifestará, de todas formas, en el momento culminante de la purificación. Por eso, vuestros cuerpos están siendo entrenados en la purificación, en el camino de la pureza, del desapego, de la humildad y de la simplicidad. Porque así Yo estaré en ustedes en la hora culminante de la tribulación, y Dios encontrará Mi semilla de Luz en cada una de vuestras almas.
Pero sé que en esta tarde no comprenden lo que les digo. Ya no vengo a hablar a vuestras mentes, sino a hablarle a vuestros corazones, que son los únicos tabernáculos, en donde todo puede resurgir, transfigurarse y redimirse, a pesar de que exista el mayor pecador.
Corrijan vuestras vidas y las vidas de vuestras familias se corregirán. Vivan actos buenos y serviciales para el prójimo. Así estarán ayudando a que esta pesada balanza no se rompa antes de tiempo.
Así, de esta forma, hoy conocen el poder insondable de Mi Amor, aquel que viene a asistirlos para colmar vuestros corazones hasta el último momento de vuestras vidas, tiempo en el que ya estarán preparados para vivir el fin de los tiempos.
También rezo por aquellos que no estarán preparados y que no se detuvieron a escuchar Mi Voz y Mi Amor. Continúen rezando por todos ellos porque son la mayoría, es la mayoría de la humanidad.
Por eso Mis cinco Llagas aún se lastiman. Entre Mis Manos, siento el dolor de la humanidad. En Mi Costado, siento la lanza, aquella que es colocada por los corazones ignorantes y que ultrajan todo el tiempo la Ley de Dios. Mis Pies son marcados por los caminos confusos, turbios y malos que muchas almas viven.
¿Quién saciará Mi sed? ¿Quién colmará Mi Corazón misericordioso con los códigos de Luz de la oración? Que la oración no solo sean palabras, sino que sea un testimonio de vuestra conversión.
Que vengan aquí aquellos que Me escuchan, porque Yo necesito, en estos tiempos, de verdaderos soldados formados en la redención.
No les prometo en este mundo cosas maravillosas porque, el mundo y la humanidad, toda la consciencia planetaria está negando al Dios del Amor. No alcanza con los que son.
Mi Obra ya fue realizada en tiempos pasados. Les di y les entregué el verdadero testimonio de Amor, a través del sacrificio de la Pasión. Pero sé que muchas almas aún no lo han entendido.
Solo espero, en el cenáculo de Mi Corazón, poder reunir a todos ustedes para que, en los momentos más difíciles, sepan reconocer el bien y el mal. Los corazones y las miradas de muchos se confundirán, pero quien confía en Mí no se perderá.
Les vengo a decir aquello que necesitan escuchar, ya no pierdan tiempo en las cosas superficiales ni gasten vuestro verbo en comentarios inútiles. Busquen, todo el tiempo, la unión con Dios a través del silencio, porque así Yo podré decirle a Mi Padre que, en verdad, estoy haciendo algo con cada una de vuestras almas. Únanse cada día más. Abandonen los comentarios. Ya no juzguen a vuestros hermanos.
Están deteriorando Mi Plan de redención, porque sé que, saliendo de aquí, cruzando la puerta de esta sala, estarán diciendo otras cosas y, ¿dónde habrá quedado Mi energía espiritual? ¿Habrá valido la pena que Yo haya descendido de la decimosegunda dimensión de Adonai para venir a esta tercera dimensión contaminada a buscar corazones, en los abismos de la Tierra?
Las manos de Mi Madre ya no alcanzan para tantas almas perdidas. Por eso, Ella los consagra con tanto amor para que puedan ser Sus manos, trabajadoras en el servicio y en la caridad, en toda esta humanidad.
¿Comprenden lo que les digo? Díganme sí con vuestro corazón más que con vuestras palabras. Necesito que Mi mensaje resuene en lo profundo de vuestros seres.
No quiero que sean Mis Llagas. Quiero que sean los Rayos de Mi Corazón transformados en redención y en luz. Quiero que sean lo bueno para Mi Padre. Quiero que sean lo justo, lo justificable ante Dios. Quiero que sean el equilibrio y la verdad, la transparencia y la confianza entre hermanos. Quiero que sean la columna de luz que preparará el templo para la venida de vuestro Rey.
Pero si el Rey no viene a vuestros corazones, a los pocos corazones dignos de la Tierra, ¿cómo Él podrá venir al mundo? ¿Qué dignidad tendré ante Adonai para pedirle descender a esta humanidad material? Por eso, debo encontrar rebaños preparados, todos dentro del establo de Mi Corazón y no buscando otros caminos que no sean los Míos.
Ya no hay tiempo que perder. Ya no deben buscar a otras personas. Vuestra verdadera unión espiritual es con Dios. Y ya hemos dado testimonio, compañeros, de que la verdadera transformación se encuentra a través de la oración.
Purifíquense en paz. Las cosas se agudizarán, pero deberán ser valientes para superar los tiempos e ingresar en la vibración perfecta de Mi Corazón.
Cuando vuestros pies son lavados, las manchas más impuras son retiradas por los Ángeles de Dios y vuestras vidas son renovadas, sus caminos son purificados para que asciendan definitivamente, por la escalera del Cielo, al Trono de Adonai, sagrado Templo del Corazón, donde se encuentra la vida eterna.
Cuando son bautizados todos los dolores y sufrimientos son purificados, pero vuestras almas son renovadas por los siete Dones del Espíritu Santo y una nueva vida comienza, con el alma purificada y limpia, renovada plenamente por la fuerza insondable de Mi Amor.
Pero cuando comulgan Conmigo, el misterio es más infinito. Las puertas de los corazones se abren para recibir Mi energía crística e ir construyendo, de a poco, la perfecta morada que Yo deseo tener en ustedes todo el tiempo.
Y cuando son ungidos, no hay mal que pueda resistir.
Reciban los Sacramentos como una Gracia, como una honra a Dios. Así construirán la Nueva Humanidad.
Los ángeles del Cielo hoy consagrarán los Santos Sacramentos. Llamen a Su presencia. Invoquemos Su poder, uniendo el Cielo con la Tierra, las almas y todos los corazones con la Fuente primordial de Dios.
Repitamos:
¡Santo, Santo es el Señor de las Huestes!
Los ángeles del Cielo proclaman Su sagrada Palabra
y la Misericordia de Dios desciende
a través de Su Hijo amado.
Santo es el Señor de las Huestes,
por Su poder y omnipotencia.
Santo es Su Nombre en los Cielos,
y en cada rincón del universo
los ángeles proclaman Su Misericordia,
y los Sagrados Corazones
concretan Su plan en el planeta.
Santo es el Dios del universo,
las puertas infernales se cierran
los corazones son colmados por el Espíritu de Dios
y el Amor vence al mal.
Santo es el Dios del Amor
por Su verdad y pureza,
santa es Su Gracia
santa es Su esperanza y Su compasión.
Las almas se inclinan ante Su Trono
para reverenciar Su existencia.
Santo Adonai,
Santo Emmanuel,
Santo Abba,
los siete portales se abren
a través de Su Gracia Divina.
¡Santo, Santo es el Señor de las huestes!
Las almas proclaman Su infinidad,
Santo y sagrado sea el universo,
los soles se encienden en la humanidad,
el Plan se cumple en cada ser,
dichosos de aquellos que escuchan el llamado.
Santo seas, Padre Eterno,
Santo eres por Tu Creación,
santo e insondable es Tu Nombre.
Santo y sabio Señor,
danos Tu Sabiduría y guíanos hasta el final.
Cántico: Kodoish.
Oración: Padre Nuestro (en portugués).
Y ahora, con todos los elementos y objetos sagrados que fueron bendecidos, que ellos puedan ser una renovación de vuestra fe. Pero recuerden que en vuestros corazones se encuentra el verdadero portal que siempre los unirá a Dios.
Vuestras oraciones, de estos dos días, desataron muchos nudos, los cuales Yo desamarré por la acción de la Misericordia, en varios puntos de la Tierra, donde la oración se volvió fuente de salvación para las almas heridas.
Agradezcamos, compañeros, a nuestro Padre que está en los Cielos. Es el verdadero motivo de este encuentro, estar con Dios y trabajar para Dios. Así, vuestras vidas se curarán.
Vayan en paz y los espero siempre en oración.
Los bendigo por la Gracia que Me es permitida como Hijo de Dios y Hermano de todos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más