MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Desde el Nacimiento de su Señor hasta Su Ascensión a los cielos, como era el momento de manifestar Su Obra Redentora y despertar a las almas al amor y a la verdad, el Creador envió al mundo a todas aquellas consciencias que necesitaban aprender con Su Hijo.

Fue así que, año tras año, las almas compartieron con Cristo Su vida en la Tierra 

Algunas experiencias fueron más breves, otras más largas. Algunos lo encontraron solo una vez, otros muchas veces, porque el propio Dios, profundo conocedor de las almas que Él creo, era Quien sabía de la verdadera necesidad de cada ser. 

Fue así que, desde la infancia de Cristo, hubo almas que compartieron Su fragilidad, el despertar y la manifestación de Su pureza infantil, el crecimiento de su humanidad y la expansión de Su Divinidad dentro de aquel cuerpo frágil.

Cada ser aprendió algo de Dios a través de Su Hijo, algo que el Creador, con Sus propias Manos, construyó en las almas por medio de Cristo.

Hubo aquellas almas que necesitaban vivir la gloria de Cristo, la revelación del Reino de Dios en Sus milagros, en Sus Palabras, en Su Presencia. Otras necesitaban despertar un amor profundo, fecundo y eterno, a través de Su Pasión, para llevar al mundo el legado de Su Amor, no solo en aquel tiempo, sino en los siglos que vendrían. Otras almas, a pesar de no haber mirado a Cristo a los Ojos, vivieron Su Presencia espiritual y, en el silencio, pudieron encontrarlo en el propio interior.

Les digo esto, porque este es el momento de volverse hacia adentro y recordar.

Recordar al Niño, pleno de Dios, que despertó la pureza en sus corazones.

Recordar al Joven silencioso y humilde que aprendía con Su padre en una carpintería, mientras le enseñaba sobre la transformación de las almas.

Recordar al Profeta de Nazaret, llamado Nazareno, que caminaba sobre los montes y, con la misma simplicidad, lo hacía sobre las aguas, revelando los misterios de Dios guardados en Su Corazón, así como en el corazón de cada ser.

Ha llegado el momento de recordar la Mirada que los redimió, las Manos que se extendieron delante de ustedes para conducirlos a una nueva vida, a un nuevo hombre, simplemente diciendo: sígueme.

Recordar a Aquel que los llamó para dejar en el mar la barca de los deseos y de las aspiraciones humanas para ir con Él a rescatar almas.

Recordar a Aquel que perdonó sus pecados y, viendo en su interior la verdad, los llamó por su nombre para que nunca más se desviaran de Su Amor. 

Recordar cada gota de Sangre que fue vertida de Su Rostro y a Su Mirada siempre fija en Dios.

Recordar Su Corazón, elevado por encima del sufrimiento, rogando por la humanidad y por cada ser, con el mismo amor.

Recordar el sepulcro vacío.

Recordar Sus Palabras y Su Faz en Sus vestiduras resplandecientes.

Recordar Su Cuerpo elevándose entre el brillo incandescente de las nubes, y, entre la luz, el poder de Su Voz, prometiéndoles traer el Reino de Dios al mundo.

Para ver cumplirse las promesas de Cristo, necesitan recordar y, para recordar, necesitan ingresar en el propio interior y contemplar con amor lo que Él dejó en sus corazones, porque Sus impulsos son eternos.

Tienen Mi bendición para esto.

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Así como lo anuncian las señales en el Cielo, que son claras y bellas para los ojos que saben verlas, así llega Dios a la Tierra y manifiesta dentro y fuera de los hombres Su Esplendor y Su Gracia.

Tan simple como contemplar un arcoíris que surge en una tarde fría en el Cielo de la Tierra y que alegra a los corazones, así también las almas deberían contemplar en su interior la Presencia de Dios.

El Universo Celestial, bello y sublime, es tan simple como las cosas que alegran verdaderamente a las almas y a los corazones humanos; pero para alcanzarlo es necesario buscarlo con el mismo amor y con la misma voluntad que buscan las señales que se manifiestan en el Cielo.

Dentro de ustedes se guarda un misterio que se oculta por detrás de lo que piensan que son. Este misterio es el Universo Sublime de Dios, cuya puerta no se encuentra en las alturas, entre las nubes, sino en el propio corazón.

Dios se hace tan accesible al espíritu de los hombres como la belleza de un arcoíris lo es para sus ojos. Pero así como buscan el arcoíris y lo encuentran, así también sus espíritus deben buscar aquello que los nutre, los alegra y los torna plenos, que es Dios dentro de sí mismos.

Para encontrar a Dios en el propio corazón, pueden dejar que Él se refleje como un espejo en su interior. Cuando contemplen un Cielo pleno de belleza, cuando contemplen una expresión pura de la Naturaleza, no solo permanezcan en lo que ven, sino más bien abran los espejos de sus corazones y dejen que eso que es bello les revele la belleza y la pureza de sus espíritus, eso que verdaderamente son.

Todo lo que fue creado por Dios es bello y es perfecto, y esa misma expresión divina que encuentran delante de sus ojos pueden encontrarla dentro de sí mismos, cuando se abran para encontrar la Verdad en su mundo interior.

Que todo los eleve.

Que todo los lleve a Dios.

Su Padre y Amigo,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Que cada día que pase en sus vidas les traiga nuevas oportunidades de vivir la paz.

Que cada prueba traiga en sí el don de la superación y la dádivade la trascendencia.

Como humanidad van caminando en dirección a Belén, teniendo que hacer esfuerzos, sacrificios, superar límites y confiar en el amparo de Dios. Están delante del misterio del Nuevo Hombre, y saben que es una realidad, porque Él ya está en gestación y a punto de nacer en el vientre de la Creación Divina, que se expresa en el interior de todas las criaturas. Sin embargo, ustedes no saben lo que ese Nuevo Hombre traerá al mundo, cómo crecerá, cómo se desarrollará ni cómo cumplirá su misión.

Ustedes están en el camino hacia Belén buscando la cuna de la humildad para que Dios pueda retornar en vida a Su Creación. Como consciencias humanas, siempre quieren lo mejor para Dios y para Su Plan, pero el Creador los sorprenderá, trayendo a Su Hijo al interior de los simples, de los pequeños, de los pobres de sí, de los humildes. Cristo renacerá en los corazones de los que no temen entregar el reino de su propio interior para que el Soberano Rey Universal establezca Su Reinado. Él vendrá para vivir en el corazón de aquellos que no temen ser vencidos y que, por amor, se convertirán en siervos eternos de ese amado Rey de las Estrellas.

Ustedes están en el camino a Belén: ya no son lo que eran como raza ni como consciencia humana, porque Dios ya comenzó a descender a las esferas terrestres. Sin embargo, aún están delante del misterio que es el renacimiento de Cristo, la multiplicación de Su existencia, que se renovará en el corazón y en la carne de muchos.

Vengo al mundo como guardián de este principio divino, que es el Cristo en su interior, porque Yo ya caminé hasta Belén, ya viví la angustia de no saber en qué se convertiría el mundo después del nacimiento de Cristo y el miedo de no ser digno de proteger tal Rey, escondido en tan pequeña criatura; el miedo de no ser un buen guardián para el Dios Niño y de no ser capaz de dejarlo crecer ni manifestarse como el Señor lo esperaba.

Pero ese miedo fue vencido por la Fe y por el Amor emanado por Cristo, que aun siendo tan pequeño y frágil jamás escondió Su Gloria y Su Filiación a Dios. El miedo se desvaneció cuando percibí que Dios es el verdadero operario de Su Voluntad y que basta fluir dentro de ella para que Su Plan se cumpla.

Les digo todo esto porque están en camino a Belén, delante de un gran acontecimiento, marcado por duras pruebas y severos aprendizajes, que pierden su severidad frente a la magnitud del retorno de Cristo.

Dentro de algún tiempo, aquellos corazones que se abran comenzarán a comprender que la Voluntad de Dios Es, por sí sola; que Él no solamente “manda”, sino que también envía los medios y promueve el cumplimiento de Sus Obras. Solo es necesario confiar y dejar que el Señor haga de sus vidas simples instrumentos para la concreción de Su Plan, que ya es una verdad y una realidad que necesita manifestarse.

No dejen de caminar en dirección a Belén y, ahora que ya saben dónde quiere nacer Dios, no busquen la comodidad, el lujo ni el rebuscamiento de buenas moradas, según los conceptos humanos; sigan el camino que los conduce a la simplicidad, a la paz y a la humildad verdadera, pues es ahí donde Dios manifestará Su Gloria.

Alabado sea el Señor que retorna a los corazones de los hombres, para un día retornar, no solo en Espíritu y en Divinidad, sino también en perfecta semejanza con Sus criaturas, en carne y humanidad santificada y resplandeciente, mostrando a los hombres el camino de su evolución.

San José Castísimo, que prepara el nacimiento, el renacimiento y el retorno de Cristo, Nuestro Salvador.

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Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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