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Aquieta tu corazón para unirlo tanto al Universo como al Infinito. La vida superior comienza a revelarse dentro de ti.
Envía a lo más profundo de tu consciencia el Don del Perdón que proviene de la Consciencia Divina.
Medita en tu Señor en la Cruz y en todos los méritos que Él alcanzó para que vivas la redención, no solo de lo que fue cometido y vivido en este planeta, sino también, y sobre todo, mucho más allá de él, en la historia de tu evolución que desconoces.
Contempla la Sangre de Cristo y siente como esa misma Sangre, código redentor, permea tus células y átomos. Comulga con el perdón y la redención.
Que a partir de tus células, ese perdón ingrese en tu universo interior, en los registros más profundos de tu consciencia. Y allí, donde la vida universal se une a tu condición humana, deja que suceda el propósito de tu encarnación y experimenta la paz de sentirte perdonado.
Todos los días, el sacrificio de Cristo se renueva en cada Eucaristía, para que Sus códigos de perdón y de redención que Él alcanzó por ti en la Cruz, puedan llegar cada vez más profundo en tu ser.
Acompaña con tu corazón el establecimiento y la realización del perdón en todo tu ser. Llegó el tiempo de ser curado y no solo de purificar, sin fin, lo que está podrido en tu interior.
Tu perdón y redención deben ser conscientes. Es necesario saber y ver lo que debes perdonar, pero para eso, hijo, tu consciencia debe estar madura en el Amor de Cristo y en la certeza de todo lo que Él ya alcanzó por ti.
Ahora que tienes el lodo delante de tus ojos, contempla el Amor y el Perdón de Cristo y vive la química oculta de la redención y de la transfiguración de la consciencia.
Tus miserias, tocadas por la Misericordia de Dios, se transforman en la renovación de Su eterno Amor.
Tienes Mi bendición para vivir lo que te digo y alcanzar la paz.
San José Castísimo
Contempla el Corazón de Cristo y en Él a Su Santo Cáliz.
Este es el Cáliz de tu redención y de la redención del mundo. En él se encuentra la Sangre que fue vertida en el Calvario como en la Cruz; Sangre que representó la entrega absoluta de Dios a través de Su Hijo; Sangre que se multiplica en todos los Sagrarios del mundo para ingresar en el interior de todos los seres y transformar su condición humana; Sangre que lleva en sí los códigos de la Nueva Vida, del Amor Crístico, Amor de Dios renovado en Su Hijo; Sangre que se derrama sobre el mundo cuando las almas claman con sinceridad; Sangre que ingresó en las entrañas de la tierra para sellar la alianza entre este Proyecto Divino y su Creador, decretando así su perfección y su manifestación en el fin de los ciclos.
Esta es la Sangre que da la vida, no solo a los hombres, sino a toda la Creación. Esta es la Sangre que los diviniza porque manifestó en la carne humana la presencia de Dios y tornó viva la semejanza del Creador con Sus criaturas.
Esta es la Sangre que todos los días es entregada en el altar; es la Sangre que convierte los elementos de la Tierra; Tierra que por esta misma Sangre se tornó sagrada.
Reverencia hoy el Cáliz del Señor para que seas conocedor de Sus misterios. En el Santo Cáliz se guarda la Sangre de Cristo y de todos aquellos que un día bebieron de él y alcanzaron grados de Amor Crístico en su interior.
Este es el Cáliz que los une a Dios, el misterio manifestado del Amor Divino. Si tan solo lo contemplaras con amor, tu espíritu, alma y corazón estarían comulgando con Él.
Si bebes la Sangre y comes del Cuerpo de Cristo, todo tu ser comulga con Su Vida, con la Nueva Vida, con el Amor y la perfección de Dios.
Hoy y siempre, hijo, reverencia la dádiva de la entrega de Dios a través de la Eucaristía. En ella se encuentra vivo el Amor que tu Creador sintió al manifestarse, Él mismo, en esta vida, descendiendo a la menor de las dimensiones para abrir el camino hacia la suprema unidad con Su Espíritu.
Bebe de Su Sangre y come de Su Cuerpo, cruzando así las dimensiones que te separan de Dios y retornando a Su Eterno Corazón.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
El mundo a tu alrededor debe mantenerte en estado de vigilancia y de oración, pero nunca de temor.
Conviértete en un observador de tu propia vida y de la vida sobre la Tierra y, así, reconoce los movimientos de la naturaleza, los movimientos de tu mundo interior y cómo reaccionan tus hermanos en las diferentes situaciones que se presentan en sus vidas.
No te llamo para que actúes en este momento. Solo observa y, en tus oraciones, medita sobre lo que observaste.
Conócete todos los días un poco más: la forma como tratas de conseguir aquello que quieres o como intentas ser comprendido por los demás. Observa qué imagen intentas transmitir a los otros sobre timismo y, en tus oraciones, medita sobre la verdadera intención de esos movimientos que surgen en lo profundo de ti y se expresan en tu forma de ser.
Para desarrollar cualquier virtud, necesitas conocerte y saber de ti, sobre todo lo que te separa de un camino puro y verdadero.
Para ser humilde, deberás encontrar en ti lo que no te lleva a la humildad y, con la misma paz de quien separa la paja del trigo para preparar la harina que un día se convertirá en pan, así trabajarás. Y no sufrirás, porque es solo colocar la paja y el trigo cada cual en su lugar y orientarlos hacia su transformación.
Lo que el trigo es, o sea, los principios de la virtud dentro de ti, aún deberá ser muy trabajado en varias etapas de transformación,
para que un día llegue a ser pan. El trigo será triturado y se convertirá en harina. La harina, por sí sola, no hace el pan, pues necesitará de otros elementos provenientes de Dios. El pan será amasado e irá al fuego, hasta que esté listo. Y para que sea el Pan de Vida, necesitará ser consagrado en altares divinos, en donde el Hijo de Dios se hace Uno con este pan y, después de consagrarlo, lo reparte en donación y entrega, para multiplicar, entre muchos más, las gracias que recibió.
Debes ser como ese trigo que un día se volverá pan. Ya creciste en tierra fértil y diste los granos que Dios necesitaba. Ahora, tú mismo, con tu esfuerzo y tu dedicación, te observarás a ti y separarás en ti, la paja del trigo, para que después Manos Divinas te transformen, paso a paso, hasta que llegues a tu destino.
No tengas prisa, pero sé preciso. Si desde ahora trabajas sobre el trigo de tus virtudes, determinarás el resultado de tu unión con Cristo y la pureza de los códigos consagrados por Él que, a través de ti, repartirá para toda la vida universal. Ama la transformación. Que cada paso sea para ti un motivo de gloria y no de resistencia. Déjate triturar, porque solo así serás harina adecuada para un buen pan en el Altar Celestial.
Cuanta más paz haya en tus transformaciones, más perfección habrá en tus pasos.
San José Castísimo, el que se dejó moldear y transformar hasta la unión con el Dios Eterno.
Queridos compañeros:
Quiero decirles, en este día, en relación con las palabras que vengo pronunciando en estos últimos tiempos, que si les instruyo sobre tales cosas es porque confío en el potencial de todos los corazones que Me escuchan, independientemente de la vida que llevan y del grado de consagración en el que se encuentran.
Mi Casto Corazón fue enviado al mundo para acompañar a María Santísima en el despertar de los 144 000 que deben preparar el retorno de Cristo y reconocerlo entre los hombres. Es por eso que Nuestra presencia es puramente espiritual y toca los espíritus de aquellos que se comprometieron con Dios en el principio de todo este proyecto humano.
Mis amados, los 144 000 son los espíritus que fueron enviados a la Tierra para vivir la redención y para ayudar en el proyecto humano y que se comprometieron a vivir en sí los códigos dejados por Cristo.
No piensen que Jesús vino a la Tierra para ser el único Cristo existente en la Creación de Dios. Él vino para ser el Camino que toda la humanidad debería recorrer, la Verdad que cada ser de este mundo debería amar y seguir, la Vida Crística que se manifestó en Jesús, pero que debe manifestarse también en todos aquellos que se disponen a hacer de sí la expresión del proyecto de Dios y volver vida, en la propia carne, los principios universales y crísticos dejados por el Hijo del Hombre.
Mis amados, llegó el momento de asumir su verdadero papel en el Plan de Dios, y eso se alcanza cuando pueden salir de las mezquindades de la vida material y, así, salir de sí mismos, para tener como prioridad en sus vidas lo que realmente importa, que es el amor y el perdón, la redención y la unidad con Dios y, en consecuencia, con toda Su Creación.
Los 144 000 deben ser la punta de lanza que abre el camino para la Nueva Humanidad, el ejemplo que deben seguir los que están ciegos, palpando el aire delante de sí. Los 144 000 deben ser la mano tendida a los hombres y a los Reinos de la Naturaleza; deben ser la representación de la propia humanidad, elevando al planeta hacia la manifestación de la Verdad.
Piensen en eso y sientan Mis palabras en el corazón, pues ellas deben impulsarlos cada día, para que al menos anhelen no ser más los mismos y, así, vivan lo que les enseño.
Su amado padre y consejero,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más