APARICIÓN RESERVADA DE SAN JOSÉ EN FÁTIMA, PORTUGAL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Vengo de un Templo donde la vida sacerdotal se torna plena. Vengo de un Templo donde la Presencia de Dios existe en cada elemento, en el aire que se respira como en el interior de las criaturas, en cada vela encendida como en cada espíritu en adoración.

Vengo de un Templo donde la pureza existe como principio divino y original, no solo en el interior de los seres, sino entre ellos, en su verbo, en sus acciones, en sus sentimientos y pensamientos, en sus menores intenciones. 

Vengo de un Templo donde no solo se comulga del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, sino también de Su Presencia eterna, de Su sabiduría viva, de Su sacrificio y de Su entrega. 

Vengo de un Templo donde el tiempo no existe, donde solo existe la Presencia Divina, la Verdad, la Esencia, la unidad con el Todo.

Vengo de un Templo que sustenta al planeta, donde las almas contemplan y adoran constantemente para que este mundo no desaparezca. 

Vengo de un Templo donde el Pensamiento Divino está vivo, dentro y fuera de los seres, como una llama que se alimenta de la devoción, pero también de las acciones.

Como ese Templo, existen muchos otros en diferentes puntos del planeta, en su interior, ocultos para la mayoría de los ojos humanos, sin embargo vivos y tan palpables para aquellos que los buscan y que, con fe, aspiran a ingresar en ellos. Los que son puros en sus intenciones ingresarán y lo conocerán, y vivirán en Él. 

El mundo interno del planeta, hijos, guarda muchos misterios, de donde, en verdad, proviene el sustento de la vida en la Tierra. Si esos Templos de Verdad eterna no existiesen, la vida en este mundo ya no existiría.

Los Códigos dejados por Jesús, en Su Pasión, ingresaron en el suelo de la Tierra y se hicieron fértiles dentro de ella, en su interior, en dimensiones que se crearon sin el conocimiento de la humanidad común, porque pocos fueron aquellos que miraron hacia dentro, hacia dentro de sí, hacia dentro de la Tierra. Y como el suelo que alimenta a las raíces de los árboles que generan la vida, esas dimensiones internas alimentan al espíritu y al corazón humanos con aquello que es verdadero, y permiten que estos no perezcan por las futilidades de este mundo. 

Hoy vengo de un Templo que aspiran a conocer, un Templo donde todos ustedes encuentran un lugar cuando son sinceros, cuando pueden ser lo que ustedes realmente son. Quisiera elevar la consciencia humana para que pudieran conocer la verdad, la verdadera vida que habita en esta Tierra y que no debería estar separada de la vida de superficie, sino existir para caminar junto con la evolución humana. 

Ese Templo, del cual hoy vengo, pertenece a un Reino tan perfecto y tan sublime como el Reino Celestial, porque a él responde, a él se une, porque de él se nutre, en él se torna pleno. Como ese Reino, existen muchos otros, tan sagrados como el universo.

Vengo del Reino de Lys, que muy pocos conocen, pero también quisiera presentarles el Reino de Mirna Jad, el Reino de Aurora, donde la Vida Sagrada se esconde, porque los ojos humanos no se abren para verla. 

En cada uno de esos Reinos, lo Sagrado se manifiesta, una cura se dispone, un camino se guarda para que retornen al Origen. Y para ingresar en ellos, hijos, basta que sean simples, en la  mente como en el corazón; que cuestionen poco y se entreguen más; que duden menos, que amen más; que juzguen menos, que comprendan más; que piensen menos en lo que no alcanzaron y más en aquellas puertas que están abiertas para que puedan ingresar; que deseen menos las cosas del mundo y aspiren más a las del Cielo; que estén menos presos del pasado y más vivos en el presente; que estén menos aferrados a las estructuras, a las instituciones y más disponibles a lo nuevo, a aquello que se renueva como el universo, aquello que evoluciona con el Corazón de Cristo, aquello que se renueva con Dios, que cambia y que se transforma para retornar, retornar al Origen. 

Ingresen Conmigo en ese Templo, en ese Reino, como en tantos otros que abren sus puertas a la humanidad. Y aprendan aquí a recorrer el camino de retorno al Corazón del Padre, a curar los desvíos, los engaños, a curar las incomprensiones y las heridas. Vengan a ser perdonados para que aprendan a perdonar; vengan a ser curados para que se tornen curadores, curadores en silencio que curan con el ejemplo, que curan con una mirada, que curan cuando unen el corazón al Corazón de Dios, que curan cuando son humildes ante el orgullo, que curan cuando son pobres ante la riqueza y la soberbia, que curan cuando son castos ante la lujuria, la vanidad. 

Ingresen en ese Templo, al cual los llamo para que puedan auxiliar a este mundo. Ya estamos, hijos, en el último tiempo de ilusión para la Tierra, porque la Verdad emergerá como una ley que moverá los espacios y los interiores de los hombres, moverá a los Reinos de la Naturaleza, moverá a este mundo, para que él pueda despertar. 

Ingresen en ese Templo, al cual los llamo, para que él construya en ustedes una fortaleza inquebrantable, una fortaleza que no desequilibra con el viento ni con el temblor de la tierra, que no se debilita con los asedios, que no se estremece con las amenazas del enemigo; una fortaleza que se construye con el espíritu de la paz y que es inquebrantable, no por sí misma, sino por su unidad con Dios.

Permitan que sus consciencias se eleven a una vida superior, dejando de lado, aunque sea por algunos instantes, las mezquindades de este mundo, esas cosas tan pequeñas que se tornan grandes y que toman la mente y el corazón humano, porque aún son niños en la vida espiritual y no saben disponer sus prioridades para encontrar a Dios.

Muchos aún no comprendieron la urgencia de estos tiempos, y por eso se pierden en las cosas pequeñas. Llegó la hora, hijos, de que vuelvan a lo sagrado y que las Palabras que les entregamos durante tantos años se tornen vida. ¿Cuántas veces escucharon esa frase? ¿Cuántas veces les pedimos que vivieran Nuestros Mensajes?

Responder a ese pedido ya no debería ser una opción, sino una necesidad, porque este mundo está sin vida y la vida proviene de Dios. El verdadero aire proviene del Soplo del Espíritu que los alimenta y los sustenta. Aquel que no respira de este soplo, aunque que esté de pie, morirá; aunque camine, estará vacío. 

Ayuden a este mundo a despertar, ayuden a sus hermanos a encontrar la verdad, den de beber a los que tienen sed de Dios, muestren la fuente a los que están vacíos, porque ya es tiempo de que crezcan y de que preparen, en este mundo, un camino digno para que el Rey del Universo retorne. 

Conozcan los Reinos Divinos, que se espejan en el interior de la Tierra, en los Centros Sagrados, porque un día ellos emergerán a la superficie y aquellos que reconozcan sus puertas podrán ingresar para recomenzar la vida en la Tierra, como ella debería ser desde el principio. 

Si Mis Palabras les son incomprensibles, solo siéntanlas, dejen que ellas ingresen en su interior como una verdad que los transforme y así, hijos, no les será un peso vivir la transformación. 

Hoy les dejo las puertas abiertas para que den un nuevo paso e ingresen Conmigo en ese Reino, en ese Templo, como en tantos otros que están debajo de sus pies y no los ven. 

Oren de corazón y permitan que el Señor les revele Sus misterios. Dejen que sus ángeles de la guarda los conduzcan, en cada instante de la vida, para que den pasos seguros, afirmados en la Voluntad Divina, y no en la propia. 

Dejen que cada inicio de un nuevo ciclo los renueve verdaderamente y los eleve. Si así fuera, cuando llegue el último, él los encontrará listos para dar un paso definitivo. Hoy conduzco sus esencias a los Templos Sagrados del interior de la Tierra, para que sean renovados y dejen que la fuerza humana sea substituida por el Poder de Dios.

Hoy Mis Palabras son como una llave que les abre la puerta hacia aquello que siempre fue desconocido y que ahora ya no debe serlo. Déjense conducir, déjense guiar y, así, hijos Míos, estarán en el lugar correcto donde Dios necesita de ustedes, para que auxilien a la humanidad cuando estén prontos para eso. 

No solo pregúntense dónde están y qué son los Reinos Sagrados del interior de la Tierra. Pidan, en humildad, conocerlos en esencia y que ellos puedan vivir en ustedes como una comprensión divina, una sabiduría que nace de lo profundo de su interior, una cura que emerge y los renueva, un agua que los lava y los purifica. 

No esperen que los Centros Sagrados, los Reinos del interior de la Tierra se manifiesten como los Reinos de este mundo. Ellos se expresan en ustedes como un estado de consciencia, un estado de espíritu. Solo vivan y sean esas Emanaciones Divinas. 

Dejen que Mirna Jad se exprese como una cura que los libera del pasado. Dejen que el Reino de Lys se exprese como una pureza que surge en el interior. Dejen que Aurora se exprese como una voluntad superior que los conduce a instituir en la Tierra la nueva vida. 

Hoy los dejo con estos impulsos que son simples y profundos al mismo tiempo, así como es la Vida Divina; que son claros y misteriosos al mismo tiempo, comprensibles y desconocidos. Dejen solo que ellos vivan en cada uno de ustedes. 

Con Mis Palabras y por la potestad que Dios Me concedió, Yo los bendigo y los renuevo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.