- Inicio
- Blog
- Mensajes
- Oración por la Paz en las Naciones
- Calendario
- Oraciones
- Impulsos Diarios
- Libros publicados
- Pinturas e Imágenes
- Objetos Sagrados
- Música
- Galeria de fotos
- ¿Quiénes somos?
- Centros Marianos
- Campaña por la Paz
- Redes Sociales
- Contacto
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El Cielo y la Tierra deben estar unidos a través de buenos y entregados sacerdotes. Ese es el principal Legado que Yo le entregué a la humanidad y al planeta.
Desde los tiempos de otrora, siempre existieron buenos y entregados sacerdotes; a través de los patriarcas; a través del anuncio de los profetas; a través de todos los que a lo largo de los tiempos entregaron su vida al Señor, no solo para vivir la consagración total de la consciencia, sino también para servir al Señor del Universo.
Dios ya había pensado en todo esto, en que este Proyecto Humano pudiera unirse al Universo y a la Fuente Primordial, a través de la presencia y de la existencia de buenos y entregados sacerdotes.
Dentro de todas las tareas que existen en el nivel espiritual, la vida de Mis sacerdotes en el mundo es la más perseguida y asediada. Pero la llave maestra, para la superación de todo esto, está en la entrega total de los sacerdotes a Mi Corazón Misericordioso.
Porque Yo no vengo a buscar, a lo largo de los tiempos, a consciencias perfectas. Vengo a buscar las virtudes y los talentos que dejé en cada uno, que es lo que necesito en este tiempo para llevar adelante el Plan de Rescate de emergencia. Por esta razón, la consciencia sacerdotal ha sido atacada espiritualmente a lo largo de los tiempos.
Pero les He dado varios ejemplos de superación. A través de consciencias entregadas, Yo les He dado los testimonios y el ejemplo de cómo la trascendencia de sí mismos alcanza la unión con Cristo para llevar adelante esta importantísima y sagrada tarea; para que el pueblo de Dios, a través de los sacerdotes del mundo, más allá de sus religiones o creencias, más allá de sus dogmas o instituciones, pueda vivir espiritualmente el don que Yo les entregué.
Porque quiero que sepan, compañeros, que sin sacerdotes en este mundo, el mundo perecerá. Sin verdaderos y buenos sacerdotes, las almas se podrían seguir perdiendo en este mundo.
Es muy importante para Mí que la vida sacerdotal pueda reflejar y espejar en el planeta los sagrados tesoros que Yo les dejé a todas las almas a través de los Sacramentos.
Quiero que, en esta noche, el mundo entero recuerde la Pasión del Señor. Esa profunda y eterna Pasión que Cristo vivió en la Última Cena, no solo instituyendo el mayor Legado del Amor Universal, a través del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, sino también instituyendo el Sacerdocio Espiritual en el planeta, renovándolo a través de la entrega del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y le da la Paz.
Por eso, agradezco que, en esta Orden Monástica como en otras órdenes religiosas del mundo, existan almas conscientes que oran por los sacerdotes para que Mi Legado Crístico no desaparezca de este mundo.
Porque a través de todos Mis sacerdotes existe el puente que une a las almas con Dios, existe la oportunidad de que se acerquen a la Fuente Primordial y que todos los corazones, más allá de sus pecados y faltas, recuerden que tienen la Gracia de poder ser dignos Hijos de Dios. Esta también es una sagrada tarea de los sacerdotes del final de los tiempos.
Por esa razón, retornaré a Israel este año, para restablecer y reconstruir el sacerdocio espiritual planetario.
Y les pido a todas las almas que oran por los sacerdotes, a todos los religiosos y religiosas que viven Mi Ministerio Sacerdotal, viviéndolo con devoción, con fe y amor, que se unan al Gran Sacerdote del mundo, Cristo Jesús; para que como hace 2 000 años, en este momento de inflexión planetaria, los sacerdotes que aún siguen viviendo en Cristo y por Cristo, sean espíritus depositarios del Legado del Amor y de la Redención, a través de todo lo que Yo mismo ofreceré al mundo durante la próxima Semana Santa.
Quisiera que comprendieran, compañeros, que no existe otro camino u otra solución; porque a través de los sacerdotes que Yo formo internamente cuando Me entregan de verdad sus vidas, Yo puedo obrar milagros, liberaciones, reconciliaciones y actos profundos de Misericordia en aquellas almas que aún no consiguieron la expiación de Dios.
Será la vida sacerdotal, en el final de estos tiempos, que permitirá a las almas encontrar la fortaleza que necesitan en los tiempos de emergencia, a través de la vivencia de los Sacramentos como algo único y espiritual.
Así, las almas podrán unirse a Mi Arquetipo Espiritual Sacerdotal, que es un estado de consciencia latente, eterno e inextinguible que Cristo Jesús irradia al universo desde el corazón sublime de Andrómeda, desde donde Mis impulsos crísticos y sacerdotales pueden llegar a todas las humanidades, más allá de esta humanidad.
Pero, lo que Yo le He dejado al mundo hace 2 000 años y a través de la Última Cena, habiendo fundado el apostolado para el mundo, sé que es aún un misterio o aun algo inalcanzable para las almas.
Pero, Yo les pido, que en este tiempo final amen descubrir, a través de ustedes mismos, la ciencia de los Sacramentos, porque lo que Yo instituí hace 2 000 años deberá a volver a florecer en este tiempo final y especialmente en esta próxima Sagrada Semana, porque será el último gran impulso que Yo le daré al mundo entero para que, a través de la vida sacerdotal, las almas estén prontas y preparadas para vivir el último y gran tiempo de la tribulación; en el que todo parecerá perdido. En esa hora tan culminante y desconocida para la humanidad, la Luz de Dios volverá al mundo a través del Retorno de Cristo.
Y así, como Yo los He llamado a todos por su nombre, Yo llamaré a Mis sacerdotes para que vengan a celebrar Conmigo la Cena de la Redención, junto a los ángeles, bienaventurados y seres de buena voluntad que, a través de los tiempos, dieron valor a la Preciosa Sangre de Cristo derramada sobre el mundo, dando testimonio de la Presencia de Mi Amor en este mundo, a través del sacrificio y de la entrega de Mis compañeros.
Por eso, Yo no solo volveré a reconstruir el planeta, a preparar a las almas para la Nueva Humanidad; volveré a buscar a Mis apóstoles, a Mis sacerdotes, a todos Mis orantes, a los que viven el espíritu de la contemplación, a los buscadores de la paz, a los adoradores, a todos los que buscan traer al mundo la cura para el planeta, así como a aquellos que reflejan a través de sus vidas, como un gran espejo, la Gracia y la Misericordia de Dios, como a aquellos que guardianan y celan el Plan Evolutivo.
Así, los reuniré, en lo alto de un monte, pero ya no será el Calvario, será el Paraíso, el surgimiento de la Nueva Tierra en este horizonte del mundo. Y todos, Conmigo, por la redención de todo el género humano y por la cura del alma de este planeta, volverán a partir el pan, lo compartirán con sus hermanos y hermanas, volverán a comer del Cuerpo Vivo de Cristo, allí presente; y beberán del Cáliz de la renovación y de la paz.
Y, a través de las almas, Yo renovaré al mundo y expulsaré de este planeta a las fuerzas del mal. Y ya no se levantará nación contra nación, ya no se sabrá de la división en las familias y ninguna alma en este mundo sabrá lo que es la enfermedad, porque en sí misma habrá alcanzado la cura interior, que llegará del cosmos al planeta a través de todos los que se sintonizan con las Leyes de la Cura.
Y el signo será visible en el momento del Retorno del Señor, porque Yo vendré como el Supremo Curador, el Redentor del Mundo, para devolverles la paz que tanto buscan y anhelan, y así, Conmigo, tomados de Mis Manos, ingresarán al Paraíso y el Proyecto al fin se cumplirá.
Por eso, debemos orar con más fervor, con un fervor desconocido, no con fanatismo, no con euforia, orar de verdad, de corazón, sintiendo cada una de las palabras que son pronunciadas a través del verbo orante.
Así, por los méritos de Mi Dolorosa Pasión, aquellos que aún no se arrepintieron, se arrepentirán; y mantendré abierta la puerta de Mi Misericordia para aquellos que Me abandonaron y Me dejaron.
Y, en esa hora, Yo les prometo, que cada alma estará ante su propia realidad; sabrá quién es, sabrá quién fue y qué hizo en otros tiempos. Y, en ese momento, tendrá la oportunidad de colocar sus rodillas en el suelo y pedir perdón, misericordia y redención, para que hasta su propio origen sea restablecido y recuperado de todo lo que pasó una vez, en otros tiempos.
Por eso, Mi Llegada no solo será al mundo, sino también Mi Retorno será al universo. Para eso, los estoy preparando. No pierdan la oportunidad de estar Conmigo, porque Me queda poco tiempo entre ustedes. He extendido Mi tiempo aquí más de lo previsto.
En estos años, a través de estos encuentros, en cada momento compartido con Mis compañeros, el Padre Me Ha permitido estar más tiempo de lo previsto. Porque este es el momento de terminar de fortalecerse y de que sean Mis apóstoles en la acción, no en la teoría; que sean Mis apóstoles en la cercanía, en la escucha, en el diálogo, en la oportunidad de apreciar las diferencias, en la Gracia de vivir el sagrado espíritu de la compasión para que, en este momento y bajo esta condición planetaria, las almas reciban la última oportunidad que necesitan con un solo fin: reencontrar el camino hacia Mi Corazón.
Por eso, la importancia de tener sacerdotes en este mundo, más allá de las interferencias y de los embates vividos.
Quien Me ama de verdad y no Me cambia, no perecerá. Es una Ley.
Por eso, antes de que retorne a Israel, en donde toda Mi historia volverá a estar expuesta y disponible para los mundos internos, sepan correctamente beber de la Fuente de la Gracia.
En esta hora y en estas semanas Yo los preparo para que ingresen en la Semana Santa con mayor consciencia y determinación, porque aún espero que sus vidas puedan ser Mis instrumentos en la Tierra.
Comulgo, en esta hora, con aquellos que Me escuchan abiertamente.
Renuevo Mi Presencia a través de todos los que Me escuchan.
Derramo Mi Misericordia a través de los que Me claman, porque las grandes heridas espirituales del planeta aún deberán ser curadas por los Cristos del Nuevo Tiempo. Esta es una promesa que Yo le hice al Padre Eterno.
Ya lo tienen todo; Yo les pido todo. Y espero que Me entiendan.
La hora está llegando; la profecía de Juan, el apóstol, se está cumpliendo. Es tiempo de actuar.
Ahora, celebraremos Mi Legado de Amor, reviviendo la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, a través de la Sagrada Eucaristía; en la que todos, una vez más, tendrán la Gracia de estar ante Mi Legado Crístico, que los ángeles que cocelebrarán este momento podrán colocar Mis Gracias en sus corazones.
No se olviden de que Yo Soy el Señor del Amor y de la Vida, y que doy la Vida por Mis amigos, así como di la Vida en la Cruz, en cada paso del doloroso Calvario. En cada flagelación no pensaba en el dolor, en la agonía o en todo lo que estaba viviendo, mientras era dilacerado o golpeado, porque querían que Yo muriera antes de llegar a la Cruz de la Victoria de la Redención para poder renovar el Árbol de la Vida.
Así, Yo espero que no solo los sacerdotes, sino todos los que se unen a Mí conscientemente, entreguen su vida por Mí. Me pesa saber, en este momento, que algunos de los que He llamado Me abandonaron, no comprendiendo absolutamente el poder de Mi Amor, por una única razón: no haberse rendido ante Mí.
Por eso, si ven que a alguien le sucede esto, no lo juzguen ni lo critiquen. No condenen a esa alma perdida. Vean en ustedes mismos, con sabiduría, amor y compasión, cómo está su entrega para Conmigo; porque las corrientes contrarias llegarán, el suelo temblará, y ustedes deben estar firmes a través de Mi Amor y de su confianza en Mí, porque quien está Conmigo, Yo estoy con él. Es una promesa.
Ahora, a través de los sacerdotes, permitiré que el Cielo descienda a la Tierra, así como él desciende a través de Mi Palabra.
Ahora, permitiré que Mis Gracias desciendan para que las almas se renueven y se curen espiritualmente, para que una vez más sea posible el alivio del sufrimiento de los inocentes, de los que están viviendo el caos y aún no tienen la Gracia de la Misericordia ni tampoco de la Paz.
Que este momento sea celebrado por cada uno de ellos, porque así lo necesito.
Que cada momento que vivirán de aquí en adelante, en su vida espiritual, en su momento de oración o de adoración, sea ofrecido por todo lo que su Maestro y Señor realizará en Medio Oriente, durante la próxima Sagrada Semana.
Hagan lo que les pido y después comprenderán. La emergencia lo requiere.
Abramos las puertas, en este momento, de la Iglesia Celestial, para que los ángeles de la guarda eleven los ofertorios de las almas que están presentes en este lugar y en otros lugares, para que las almas revivan con sinceridad la Pasión de Cristo a través de la Eucaristía.
Así, una vez más, cada uno de ustedes será señalado por Mi Luz y por Mi Paz.
Celebremos.
Y Yo los bendigo dándoles fuerza, coraje y valentía para la próxima etapa, para que en ustedes pueda despertar el Cristo del Nuevo Tiempo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
He aquí el Rey y Soberano Maestro de la Humildad.
Yo estoy aquí para servir a Mis compañeros, para que Mis compañeros nunca se cansen de conocer la inmensidad de Mi Amor; el Amor que proviene del Padre, el Amor que los creó desde el Principio, que los hizo surgir de una Fuente especial que hasta los días de hoy es desconocida por el mundo entero.
Hoy, les traigo a ustedes, compañeros, detrás de Mí, la esplendorosa Higuera de la Luz, cargada con los frutos del servicio, de la entrega, cargada con los frutos de los que se autoconvocaron para servir a Dios en este tiempo final.
Vislumbren, en este momento, todo lo que ha alcanzado la Jerarquía en la superficie de este planeta, a través de la expresión y de la manifestación de las Comunidades-Luz, a través de las células que despertaron en este tiempo final al llamado de la instrucción y de la transformación.
Por eso, compañeros, crean de una vez y para siempre que sus vidas se renovaron; pero aún el camino es muy largo para acompañar a su Maestro y Señor en la sagrada preparación de Su Retorno al mundo.
Hoy, vengo a entregarles estos frutos del conocimiento y del sacrificio, porque esta Sagrada Higuera pudo dar sus frutos a través de los que se autoconvocaron, a través de los que caminaron, en este tiempo, siguiendo con fe y con determinación el llamado del Cielo.
No existe otro lugar en el mundo, salvo en su interior, en donde puedan guardar este Legado que hoy les entrego y que proviene de la Sagrada Higuera de la Luz, que a través de los tiempos los ha congregado para el servicio, para la concreción del Plan, el Plan del Amor y de la Unidad, que tiene que estar presente en cada corazón humano.
Por eso, celebren este momento Conmigo.
He aquí al Soberano Maestro de la Humildad y de la Entrega, Quien conoce sus nombres escritos en el universo, que vigila y protege sus consciencias para que, en cada nuevo ciclo que se presenta, tengan el coraje y la valentía de caminar hacia Mí; porque los tiempos que llegarán presentarán desafíos para todos.
Colocaré en sus corazones y mundos internos Mi Propósito para que se pueda cumplir, así como Yo espero, y este Propósito permita redimir a la humanidad. Por eso, ya no deben sentir que sus vidas son suyas, sino que sus vidas le pertenecen al Señor; porque Él, a través de la vida de cada ser, escribe la Voluntad de Dios y la concreta paso a paso.
Vengo por una nación que necesita sentirme cerca. Vengo por un pueblo amado que tiene el destino de ser la cuna de la Nueva Humanidad; porque los Rayos que rigen a esta nación son predilectos para Mí, Rayos importantes que han permitido evolucionar al universo y de los que sus almas son parte, bajo sus sagradas expresiones, a través del Amor y de la Devoción.
Por eso, Brasil es un país de brazos abiertos, es un país que debe seguir gobernado por la Reina del Cielo, para que todos los ángeles que la acompañan eternamente, protejan cada espacio y cada lugar de esta querida nación.
Con esto, quiero decirles, compañeros, que en las próximas semanas recen mucho más, y que sea el espíritu de la oración el que los inspire y los guíe para tomar una decisión correcta. El Padre también rezará por ustedes, por el Propósito de esta nación, para que siga cumpliendo lo que está escrito en el Corazón de Dios.
Brasil siempre deberá ser una nación que, por su humildad, simplicidad y belleza, ayude a las naciones hermanas y también a las naciones distantes del planeta; porque aquí, siempre deberá estar presente el pulsar de Mi Corazón Crístico; desde aquí, deberá surgir el Retorno de Cristo, porque Mi promesa está latente.
Yo vendré entre los humildes y los simples. Mi Amor derrotará a los poderosos y soberbios, y se volverá a reerguir la Nueva Jerusalén, en la que todos se sentirán Uno en el Padre y, a través del Padre, se sentirán Uno con el Hijo y el Espíritu Santo.
Por eso, les ruego que no dejen de alzar su voz a través de la oración; para que, como pidieron en este día, el Ángel de este país sea ayudado por todos conscientemente. Así, la presión se aliviará, las puertas mentales e inciertas se cerrarán y el Rayo del Amor y de la Devoción brotará de los corazones sinceros que con fervor invocan el Nombre de Jesús, para que Su Palabra y Su Voluntad se cumplan.
Es así que, en estas próximas semanas, contaré con la oración de todos los cristianos, de todos los que siguen un camino hacia Cristo, e inspiraré a este pueblo a una unidad interreligiosa, en donde exista el respeto a la vida, al amor en la familia, a la unidad entre los seres queridos y que, principalmente, exista el bien en esta humanidad.
Por esta razón, vengo a pedir, en este día, una oración especial por Brasil hasta el día 30 de octubre, para que ayuden al Ángel de este país en todo lo que Él debe manifestar y alcanzar en este tiempo. El sagrado instrumento, que utilizarán en esa tarea, será el Rosario, para que el Manto de Mi Santa Madre Aparecida sea extendido sobre el espíritu de esta nación; protegiéndola de los asedios y de los conquistadores de este tiempo, resguardando el corazón de esta nación de las ideologías que erradican la vida y que confunden a las familias con lenguajes inciertos.
Así, permitirán que el Ángel de Brasil atraiga, hacia este país, el Propósito Espiritual y Divino de esta nación, que comenzó a cumplirse con la liberación de la esclavitud, trayendo más sensibilidad y respeto a los humildes e inocentes.
Por eso, Yo les pido que se coloquen en la frecuencia correcta, que difundan el poder del Amor, que difundan el poder de Mi Misericordia, que sean precursores de la oración del corazón y no se involucren con la mentira mundial.
Es tiempo, compañeros, de que ayuden conscientemente a la Jerarquía; porque, así como les dije a Mis apóstoles hace tanto tiempo, depende de la penitencia y del arrepentimiento de los corazones que la Justicia no descienda al mundo, que descienda Mi Insondable Misericordia y los corazones se alegren por su liberación.
Hoy, estoy aquí, rezando también por ustedes y por su pueblo. No puedo pensar, ni por un momento, que no podré colocar Mis Pies sobre este suelo sagrado de Brasil, porque es una promesa que Mi Padre Me hizo en la Cruz, que, después del tiempo del Armagedón, en una región del planeta sencilla y humilde, el Señor retornaría al mundo.
Recen para que esas bases espirituales permanezcan. Llamo también a todos Mis compañeros de otras naciones a unirse a la oración por Brasil, porque es tiempo de que comprendan y perciban que son parte de una única familia universal.
Por esa razón, Mi Consciencia está cerca en estos días, cerca de Mis compañeros, de aquellos que tienen abierto su corazón; así como el Maestro estuvo con Sus apóstoles hace tanto tiempo, compartiendo Su Humanidad, Fraternidad y Amor.
Después de esta noche oscura que el mundo vivió y que aún algunas partes del mundo siguen viviendo, Mi Presencia, a través de la consagración de nuevos adoradores, encenderá la llama incandescente de la paz, para que permanezca en el mundo y no se extinga, porque si faltara la paz en este mundo, todo se precipitaría rápidamente.
Por eso, la importancia de mantener la oración por Brasil, para que el Ángel de este país pueda interceder ante el Padre, así como hoy Mi Corazón intercede por ustedes, para que sean Mi testimonio de redención y de perdón.
Aproximen a los pies de este altar a los nuevos adoradores, porque Mi deseo en este momento es que Mis sacerdotes los bendigan con el agua y el incienso, para que sus almas vivan este momento de consagración; y así, Yo también los pueda bendecir en Espíritu, en Divinidad, por esta sagrada y bendita tarea que asumieron hace tanto tiempo, a fin de que el equilibrio en el planeta se mantenga, no solo el equilibrio mental, sino también el equilibrio físico de la Tierra. Esta debe ser la gran llave y la gran causa de los adoradores en este tiempo, para que Mi Gracia y Mi Misericordia sigan descendiendo al mundo y a las almas.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
A pedido de Cristo y ante Su Presencia en este momento de consagración interior de estos hermanos, vamos a apoyar la tarea que Él hará con cada uno de ellos a través de una canción. Cantaremos “Consagración”.
En este momento, le ofrecemos a Cristo los elementos para que los bendiga.
Señor,
deposita, a través de estos elementos,
Tu Sagrada Presencia,
expresión de la infinidad de Tu Amor Misericordioso y Eterno.
Deposita, a través de estos elementos,
Tu Gracia y Tu Misericordia,
para que las almas, a través de esta bendición,
se sientan partícipes de Tu Reino,
y siempre a través de los tiempos se renueven.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Canción: “Consagración”.
Gracias por aquellos que adoran Mi Corazón Eucarístico, que Él siempre sea su fuerza y su renovación en los aprendizajes de la vida, en los aprendizajes de estos tiempos. Que Mi Eucarístico Corazón de Amor sea siempre el poder del Amor Curador y Renovador.
Poniendo Mis Manos sobre ustedes, Yo los consagro como Adoradores del Eucarístico Corazón de Jesús.
La paz esté en ustedes.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Pueden colocarse de pie.
Ahora, los nuevos adoradores van a hacer una oferta interna a Cristo, en este momento, para que Él siempre los impulse a seguir este camino de Adoración, a reconocer Su Nombre y Presencia en ellos. A través del silencio de su corazón, eleven la oferta y ante Su Presencia respondan a Su llamado.
Elevaremos nuestra oferta interna a través de una simple oración, en este momento de consagración.
Padre Celestial,
que a todos conduces,
acepta nuestra oferta de entrega a Ti;
guíanos por el camino del Amor,
para que Tu Voluntad sea hecha.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi convocatoria!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
En la Presencia Interna de Nuestro Señor, vamos a prepararnos para el Sacramento de la Comunión.
Nos mantenemos en sintonía con Su Corazón Misericordioso para que podamos revivir la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, a través de la Comunión que será ofrecida en el Altar.
Vamos a cantar los Nombres de Dios.
Canción: “Sagrados Nombres de Dios - Canon nº1”.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Señor, no somos dignos de que entres en nuestra casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarnos.
Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Invoquemos al Espíritu Santo por el Don de la Cura para toda la humanidad.
Que el Santo Espíritu de Dios, a través del poder del Don de la Cura, impregne con Su Luz a todas las células y consciencias, especialmente a las de aquellos que están en la prisión espiritual y que desde hace décadas no consiguen ser liberados y redimidos.
Oremos por esa causa importante de Mi Corazón, porque si la Cura no se establece en la humanidad y en las consciencias, el Amor no podrá establecerse en el mundo y menos podrá establecerse en los Reinos de la Naturaleza que son ultrajados por las manos de los hombres que no conocen la Creación de Dios e interfieren profundamente en la evolución de los Reinos Menores.
Mientras los Reinos de la Naturaleza sigan siendo transgredidos, aún existirá la enfermedad en el mundo y aún más las dolencias espirituales y psicológicas, porque la humanidad en la superficie, es decir, la mayoría de la humanidad está en desarmonía con la Ley de la Naturaleza.
Así como Yo los invito en esta hora a amar al prójimo, también los invito a amar a los Reinos Menores, porque sin su intervención ustedes no serían nada, no tendrían en dónde colocar sus pies.
Y, aun así, con tantos ultrajes y sacrilegios a los Reinos de la Naturaleza, los minerales, vegetales y animales y hasta el Reino Elemental y Dévico, por sacrificio mayor, siguen sosteniendo a la consciencia del planeta.
¿Alguna vez alguien se preguntó, cuánto amor hay guardado en una flor?
¿Alguna vez alguien se preguntó, cuánto amor hay guardado en una ballena?
¿Y cómo todos los Reinos aún siguen siendo ultrajados?
¿Por qué existe esa necesidad de explotación, de abuso y de transgresión a los Reinos de la Naturaleza?
Cuantas más consciencias sobre la superficie del planeta se contacten con Dios internamente, a través del instrumento poderoso de la oración y de los Sacramentos, no solo al género humano se le concederá el Don de la Cura del Espíritu Santo para que sus enfermedades sean curadas, sino también los Reinos de la Naturaleza recibirán la asistencia que necesitan para poder regenerarse, y esto es algo que comienza en lo espiritual.
No quería dejar de decirles esto, en el momento en el que encendemos una nueva vela de la Menorah, porque la humanidad no está observando ni contemplando esta necesidad.
Ahora, ustedes que dicen ser espirituales, tienen una parte en esta situación por todos aquellos que no lo hacen ni lo viven, por aquellos que perdieron completamente el sentido de vivir en la Ley y a través de la Ley alcanzar la felicidad que necesitan.
¿Ahora comprenden la causa de tanto sufrimiento en el planeta?
En Mi Corazón también pesan esas situaciones, porque soy un ser humano al igual que ustedes, que encarnó en el mundo para poder redimirlo y volverlo hacia Dios, hacia el Dios que olvidaron y que muchos desconocieron, ignoraron y rechazaron a través de los tiempos.
Por esa razón, tuve que vivir la Pasión entre tantas razones y motivos, que en ningún libro están escritos y que, a través de Mis Palabras, hoy les declaro.
Pero Mi historia no terminó aquí, ni tampoco terminó en la Ascensión de Jesús. Mi verdadera historia comienza con el Gobierno Espiritual de los mundos y del universo, cuando en lo más alto de los Cielos, en el corazón del universo, su Señor comenzó con la segunda etapa de Su trayectoria evolutiva, que en ningún libro está escrita ni reconocida.
Pero para que sea revelado Quién verdaderamente es Cristo Jesús, debe salir de Mi propia Boca y de ninguna otra, porque es algo que ya estaba pensado y escrito en el Corazón de Dios, porque todo tiene su tiempo y todo tiene su momento.
Mi deseo no es llenarlos de conocimiento ni de expectativas. Mi aspiración es que puedan elevarse, así como Yo Me elevé a los Cielos en consciencia, viviendo conscientemente el camino de la cristificación y de la paz, transformando sus vidas en el día a día y en todos los detalles, no acomodándose a lo que es espiritual o moderno, no buscando protagonismo ni tampoco reconocimientos. Porque mientras no amen el silencio, así como Yo lo amo, Dios no les podrá hablar a sus corazones. ¿Ustedes saben cuánto hace que Él espera poder hacerlo?
Por eso, Él envía una vez más a Su Hijo al mundo, para que a través de la Presencia del Hijo de Dios y de Su Energía Crística y Cósmica, los corazones puedan transformarse y escuchar.
Crean que existe un Plan para cada uno de ustedes, así como Dios trazó un Plan para Mi Consciencia humana, que encarnó y vivió entre ustedes por una razón: para que conocieran el Amor Mayor.
Por eso, Mi historia no termina en la Ascensión, Mi gran tarea comienza después de la Ascensión a los Cielos, mientras que los ángeles del universo Me elevaban y Me conducían físicamente hacia otras dimensiones, lo que aquí se conoce como el Universo Material.
¿Por qué el Hijo de Dios cuando ascendió a los Cielos no retornó a la Fuente Divina?
La razón de Mi Existencia es estar con ustedes eternamente y de que sus esencias se cristifiquen a través de una importante experiencia de amor y de perdón que solo ustedes pueden concebir.
A través de una gran llave lo conseguirán: amando el símbolo oculto de su cruz. Cuando consigan hacerlo y comprenderlo, su cruz, la cruz de cada uno de Mis compañeros, no será un martirio, sino la oportunidad de concretar una victoria por Mí, para que sus consciencias y, sobre todo, sus esencias alcancen la misma vibración y elevación que Yo alcancé, aunque no lo crean.
Si a través de los tiempos existen santos incorruptos, ¿acaso no creen que sus vidas pueden ser incorruptas y que la materia se puede santificar y cristificar?
¿Cómo creen que fue posible la Resurrección de Cristo o aun la Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor?
¿Cómo creen que fue posible la multiplicación de los panes y de los peces, la cura de los paralíticos, incluso de los leprosos o la resurrección de los muertos, en el ejemplo de Lázaro? ¿Ustedes creen que fue solo el Maestro Quien lo hizo?
La consciencia cocreadora de la humanidad existe para evolucionar y no para involucionar, y mientras no miren hacia ese objetivo o hacia ese principio, las fuerzas del mal los distraerán del camino de la cristificación, haciéndolos sentir que ya necesitan otras experiencias.
El compromiso que muchos de los Míos revocaron a través de los años es algo intransferible, no termina cambiando de vida o de experiencia. Sepan que el compromiso que cada uno de ustedes tiene Conmigo es espiritual y esencial y, así, es indisoluble, no puede desaparecer por más que vivan otras cosas; y cuando viven otras cosas, sepan que hacen perder el tiempo al Señor.
De la misma forma que hoy les hablo con la madurez que he alcanzado en Mi Gobierno Espiritual, de la misma forma hablo con las Jerarquías, así como he hablado con el pueblo de Israel, con todos los que estuvieron hace dos mil años atrás, para tener la primera oportunidad, el primer paso hacia la redención total de la consciencia.
¿Y saben qué es lo que mueve todo esto? El Amor y la Misericordia de Dios. Si eso no estuviera bien constituido en sus consciencias nada sería posible, así podrán comprender y podrán ver cómo el mundo pierde el tiempo en otras cosas y las consciencias no valoran su encarnación.
Millones de consciencias desperdician sus vidas y son los propios ángeles del universo que bajan a los infiernos del planeta, porque no hay nadie que pueda salvar a esas almas perdidas.
Pero si, a través de los tiempos, Mis soldados en la superficie, Mis guerreros de la oración corresponden sin dejar enfriar su corazón, Yo todo lo podré hacer, y mucho más podré hacer a través de ustedes, así como lo tengo pensado y como está escrito en el Corazón del Padre.
Cuando estuve en el Monte Tabor, solo pude reunir a algunos de los apóstoles para darles a conocer Mi verdadera Faz. La Transfiguración de Jesús, como la Ascensión de su Maestro, no solo terminó en la glorificación de Su Ser, es decir en la iluminación de Sus células y átomos, que fue lo que vieron los apóstoles en el Monte Tabor, sino que ellos, en aquel tiempo, tuvieron una Gracia extraordinaria de conocer la verdadera Faz de Cristo que no solo se remitía a Su persona, es decir a Su ser humano, sino que, de lo profundo de Mi Ser, Yo les revelé Mi verdadera Faz, de donde verdaderamente Yo surgí por ustedes conforme el Padre lo había pensado; porque fue Dios mismo que se entregó por aquellos que necesitaban reencontrarlo y reconocerlo.
En esa revelación del Monte Tabor, ellos conocieron la Faz del Cristo Cósmico, que es uno de los siete aspectos de Mi Consciencia, el aspecto más cercano al Universo Material.
Pero después de Mi Ascensión a los Cielos, quiero que sepan que Mi historia no terminó allí y que, a través de los tiempos y después de la Ascensión, fui formado de una forma tan semejante a como fui formado por los Esenios, viviendo iniciaciones específicas que ya estaban programadas por el Altísimo para que, con toda la experiencia de la Pasión, la Muerte y la Resurrección, el Amor pudiera volver a constituir en este universo el Gobierno Espiritual que había sido interferido por Mi enemigo.
Por eso, por más que en estos tiempos aún existan batallas espirituales y materiales, por más que muchos aún no consigan vencer su propia dualidad, por más que muchos no entiendan por qué están siempre en un desierto tan árido y seco o por qué viven ciertas experiencias que nunca hubieran querido vivir, no se olviden de que en sus esencias Dios los formó como cocreadores al igual que a los ángeles.
No les digo esto para que se sientan poderosos o más fuertes que lo que creen ser. Si en todo esto no existe el espíritu de la humildad y de la verdadera resignación por lo Alto, no aprenderán a caminar así como Yo caminé, porque a pesar de ser el Hijo de Dios, Aquel que había sido programado para venir a la Tierra, Mi ser humano, Mi consciencia terrenal, también tuvo que cristificarse, superando los miedos, temores y hasta las dudas.
Todos somos semejantes a Dios.
A través de los tiempos y después de Mi Ascensión, Él me enseñó muchas cosas que ahora Yo vengo a enseñarles a ustedes, solo por la razón de que sean únicamente la Voluntad de Dios; y para que eso sea posible es imprescindible que se liberen de la propia voluntad.
Ahora, cuando Yo retorne al mundo, momento que no está tan lejos para la humanidad, vendré revelando la misma Faz que revelé a los apóstoles en el Monte Tabor, pero será diez veces más fuerte de lo que fue en aquel tiempo.
Porque todos aquellos que estén en ese gran momento del Retorno de Cristo, no solo verán al Hijo Glorificado, no solo verán al Hijo Resucitado, o aun al Redentor del mundo; sino verán al Hijo de Dios transfigurado, mostrando Su verdadera Faz, aquella que, con solo Su Presencia, a través de la Presencia de Dios, redimirá al mundo entero.
Y en ese momento, ya se establecerá el Juicio Universal y la Tierra será reconfigurada y reconstituida. Y los principios de los Mandamientos de Dios se restablecerán en las consciencias, las que podrán conocer las Leyes para poder conocer los Rayos del Universo.
Y los que permanecerán en la Tierra para formar parte de la Nueva Humanidad serán reagrupados según sus linajes, para que juntos a Mí restablezcamos el Reino de Dios en la superficie de este planeta, en donde ya no existirá el mal ni tampoco la dualidad, energías que confunden a las consciencias completamente.
Pero quien ama la Voluntad de Dios, quien ama al Sagrado Corazón de Jesús, superará todas las consecuencias que vivirá la transición de la Tierra y será colocado en donde sea necesario servir, preparando a muchas consciencias más para recibir a Cristo, su Redentor.
Por eso, debemos orar y no olvidar estos momentos que se aproximan, porque no habrá otra ocasión u otro momento para que puedan escuchar estas cosas que hoy les digo. Porque cuando los tiempos que se aproximan lleguen a la vida de todos, ya deberán estar prontos y definidos.
Y sepan que esta experiencia de cristificación es ofrecida incondicionalmente para todos. Y solo aquel que ama esa experiencia la comprenderá, porque es un misterio que Yo construyo a través de sus vidas, de las vidas que se consagran a Dios.
Y una muestra de esto es la consagración de la vida material y de la vida interna de los seres, como en este momento sucederá con aquellos que veneran y adoran Mi Eucarístico Corazón, y que hasta el presente se postulan a ser Mis ejércitos adoradores para sostener toda la Obra de la Jerarquía y así, sostener al planeta y principalmente el eje de la Tierra.
Esa es la principal causa de los adoradores y debe ser el principal motivo; todo lo demás debe venir después, incluso la propia consciencia que adora. Colocarse ante Mi Eucarístico Corazón debe ser a través de un corazón vacío.
Y para que comprendan lo que les digo, les ofreceré a través del Coral una canción. Por eso, llamo a Mi hija, Faustina de Jesús, para que venga aquí a cantarle a su Señor y su Esposo.
Que les cante a todos cómo fue su experiencia de sentir un corazón vacío. Y así, después de esta canción, en donde tendrán la experiencia de vaciar sus consciencias y sobre todo sus corazones, acompañarán a los postulantes a adoradores, que hoy representan un símbolo y un número significativo delante de la Confederación de los Mundos.
Canción: “Corazón vacío”.
Si las almas esposas así Me cantaran, sería capaz de dar la vida por ustedes cientos de veces, porque sé que lo que Dios concibió a través de sus criaturas es inconcebible para muchos. Solo un corazón vacío es capaz de comprender estos misterios gestados por el Amor del Creador.
¡Gracias, hermana Faustina de Jesús! Yo Soy Jesús de Faustina.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Estoy aquí. Soy el Sol de Dios y vengo al mundo a iluminar esta noche oscura para retirar de las tinieblas a cuantos padecen la injusticia de estos tiempos.
Estoy aquí. Soy el Sol de Dios y vengo al mundo a despertar en los corazones la cura, la paz y la renovación.
Estoy aquí. Yo Soy el Sol de Dios. Vengo a entregarle a cada corazón humano el Amor de Mi Corazón Eterno para que las almas no pierdan la esperanza ni tampoco la alegría de poder presenciar Mi Retorno a la humanidad.
Estoy aquí. Por eso, Soy el Sol de Dios y le traigo al mundo el mensaje del Advenimiento de Cristo, la preparación de los mundos internos para el esperado Retorno del Redentor.
Sé que, para muchos de Mis compañeros, en este momento planetario, les es difícil vivir esta transición que es desconocida por toda la humanidad; pero, Yo les pido que no se desesperen. Les vengo a pedir que no bajen los brazos, sino que eleven sus brazos para recibir Mi abrazo celestial.
En muchas noches, en las que la oscuridad es reinante, en las que el dolor es insoportable para todos los que sufren en estos tiempos, no solo su purificación, sino también esta situación de la humanidad y del planeta; Yo vengo como el Vigía de la torre celestial para traer a Mis compañeros el consuelo vigilante de Mi Corazón, Mi Presencia inmutable que es inamovible, que es intransferible y que es eterna para todos los que tienen fe en Mí.
Por eso, vengo como el Sol de Dios, como el Sol de la Divinidad, a anunciarles primero en los mundos internos la próxima llegada del Rey de los Cielos. También vengo a prepararlos para que sigan siendo Mis apóstoles del fin de los tiempos, para que aprendan a amar Mi Voluntad y lleven adelante Mi Voluntad, así como está escrito en el Corazón de Dios para cada uno de ustedes.
En muchas noches de estos tiempos, he escuchado las plegarias y las súplicas de Mis hijos, de Mis siervos y de Mis orantes, especialmente de aquellos que han tenido que vivir la partida de algún ser querido por diversas razones, por diferentes motivos; y Yo les digo que todo eso lo he contemplado con Mi Corazón, desde las necesidades de los más pequeños hasta la situación de los más adultos.
Mi Corazón está aquí como el Sol de Dios, como el Sol Eucarístico de Dios, para volverles a entregar esta Comunión eterna que es inmaterial y divina, que en esencia es el impulso del Amor de Mi Corazón misericordioso; para que tengan fuerza interior, valentía y mucho coraje; para que no sean arrastrados por las injusticias de estos tiempos, por las incoherencias de las naciones, por la falta de discernimiento de los dirigentes de este mundo.
Yo les pido: sean Mi Evangelio en vida. No solo lean Mi Evangelio, sean Mi Evangelio vivo y así serán parte de Mi Palabra viva, de Mi ejemplo vivo de la redención que impulso para todos los corazones y almas.
Recuerden que Cielo y Tierra pasarán, pero Mis Palabras siempre quedarán resonando eternamente, como un impulso de Luz en los corazones que tienen confianza en Mí. Y aunque a su derecha o a su izquierda todo se derrumbe o se caiga, manténganse en pie y no perecerán. Manténganse en pie con la firmeza del Amor que Yo les doy para hacer frente a su propia purificación y a la purificación del planeta, porque el Sol de Dios hoy está aquí, en Fátima, como ese gran sol que una vez bailó, danzó para todos, en los cielos de este lugar.
Pero el Sol que hoy les traigo es el Sol de la Fuente Divina, el Sol que siempre iluminará los tiempos, las situaciones y las generaciones. Sean valientes y no desistan. Cuando su corazón duela, cuando su alma duela, cuando ya no tengan fuerzas para continuar no se olviden de decirme: “Jesús, yo confío en Ti”.
Esta es la gran llave, la llave maestra que los sostendrá a todos los que crean en Mí y más aún, a los que vivan los Sacramentos.
Estos tiempos de transición planetaria los han llevado a fortalecer la fe inmaterial, en los cuales muchas veces no han podido tomar el Sacramento de la Eucaristía físicamente; pero esta es la hora de que profundicen en esa unión Conmigo a través de la Comunión Espiritual, porque allí Yo también estoy presente cuando tan solo un corazón se abre para tener la certeza de que Yo estoy en él y ese corazón está en Mí.
El mundo, la humanidad, aún no comprendió lo que el Padre necesita. Sepan que Dios, el Padre que está en los Cielos, sufre por todo lo que viven y hacen, por todos los que se han alejado del Amor, del Camino y de la Verdad. Pero Yo vengo a hacerlos retornar a ese Camino. Yo vengo como el Sol de Dios para entregarles el Amor de Dios, y también vengo aquí para hacerles vivir la Verdad.
Estando hoy aquí con ustedes, Me siento igual que como hace más de dos mil años, ingresando al cenáculo del corazón de Mis compañeros para que sientan Mi Presencia, sientan Mi Fortaleza, para que ingresen en Mi Paz, porque lo que aún llegará a esta humanidad será muy doloroso, pero si los corazones no se olvidan del voto de la oración, del sacrificio y de la renuncia, muchas situaciones se evitarán, especialmente por aquellos que adoran Mi Corazón Eucarístico.
Mi Fe está en ellos, y ellos serán llamas de Luz para este mundo oscuro. Será la Luz, profundamente interna de los corazones adoradores, que Yo colocaré disponible de forma incondicional para los mundos internos que más lo necesiten, para las regiones del mundo que han perdido la paz. Y esos corazones, convertidos en llamas de Luz de la Adoración a Mi Corazón Eucarístico, transmutarán Conmigo las incoherencias de esta humanidad, las injusticias, los agravios, los sufrimientos y los padecimientos de muchos corazones, especialmente de las familias que emigran hacia otras naciones, buscando una nueva oportunidad que aún no encontraron.
Porque la indiferencia de este mundo es tan grande que aún no se han dado cuenta de que he sido Yo Quien he golpeado la puerta de muchas naciones, buscando refugio, alivio, abrigo y alimento para sobrevivir.
¿Quién estará dispuesto, en este tiempo final, a ir Conmigo hasta los infiernos y a no temerle al mal sin desafiarlo, sino enfrentándolo con la suprema estrategia de la oración, de la Adoración y de la Comunión Eucarística Conmigo?
Yo nunca les daré espadas para que luchen contra espadas, porque quien lucha con espada, con espada será herido.
Tienen que aprender a vivir como Yo viví por ustedes aquí, en la Tierra. ¿Serían capaces de hacer lo que Yo hice por ustedes y un poco más? ¿Serían capaces, al igual que su Maestro, que en la Última Cena sabiendo todo lo que viviría y sufriría por ustedes, no dejó de entregar Su Amor y Su divina Compasión a Sus apóstoles?
Yo solo necesito que tengan el coraje de colocar su cabeza sobre Mi Pecho cuando no puedan seguir adelante. Es tan simple que aún muchos no se animan a hacerlo.
Yo vengo aquí para enseñarles a superar sus propios límites. Yo vengo aquí para enseñarles a transformar sus resistencias hasta el punto que Yo necesite, en el que ustedes puedan llegar a vivir de forma entera Mi Voluntad.
Quiero decirles que estoy, en este momento, con todo el mundo; y que llevo en Mi Corazón todas las necesidades, por más pequeñas que parezcan, porque todo es importante para Mí, hasta lo más imperceptible y silencioso, hasta lo que Yo solo puedo ver; todo es considerado por su Maestro y Señor.
Pero, Yo les vengo a enseñar que a través del Amor todo tiene su tiempo, y que todo aquello que puedan estar viviendo, como injusticia o sufrimiento, tiene un motivo espiritual que en este ciclo deben aprender a acceder, a conocer y a profundizar para que no se vean solo como víctimas de algo, sino como participantes activos de la transformación del mal en Amor, del triunfo del Amor en todas las cosas.
El Sol de Dios viene a celebrar, hoy aquí con ustedes, la primera celebración eucarística para que las almas vivan la Comunión Espiritual, especialmente todas las almas que se encuentran aquí en Europa, en África y en Medio Oriente. Hacia esas esferas llegará esa consagración, como un acto de compasión y de beneficio espiritual para los que más lo necesitan.
Antes de ese momento, quiero enviar un mensaje especial a una hija Mía en los Estados Unidos, que sé que ha emigrado desde el Líbano hacia ese país, con su familia, especialmente con su pequeño hijo enfermo que, al igual que muchos niños que en este momento, cada día que pasa, se ofrecen como víctimas de Mi Amor por la redención y la transmutación de la humanidad.
Pequeñas almas valientes que hacen grandes sacrificios, de la misma forma que lo hicieron los pastores de Fátima para que exista una última oportunidad para todos los que ya están condenados al día del Juicio Final; por eso, esas almas son víctimas de Mi Amor.
Lo que quiero decir a esa madre del Líbano, que ha perdido recientemente a su hijo, es que ya no sufra porque su hijo está Conmigo en el Paraíso. Los más pequeños son los que más llegan a Mi Corazón por su inocencia y su pureza.
Por eso, le digo a esta madre del Líbano que se alegre y que ofrezca este momento a Dios como un acto de reparación y de Misericordia por todo lo que ha sufrido su pequeño hijo en ese hospital de los Estados Unidos que Yo muchas veces he visitado.
Jean está aquí Conmigo, quédate en paz.
Celebremos.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Ofrecemos, Señor, este incienso, para que eleves a todas las almas hacia el corazón de Tu Iglesia Celestial. Amén.
Ofrecemos esta agua, Señor, para que purifiques nuestros corazones y almas, para que podamos ser aceptados y recibidos como un modelo de redención y de reconciliación en las Manos de Dios por el triunfo del Amor de Cristo. Amén.
Respondiendo al pedido del Sagrado Corazón de Jesús, nos unimos en este momento a su Divina Voluntad; le pedimos que Él nos conceda la Gracia interior de poder vivirla todos los días, para que se manifieste en la superficie de este planeta Su Plan de Amor.
Ante la Presencia de Jesús, nos unimos a Él en espíritu y en consciencia, y celebramos este momento bajo la alegría de la renovación y de la paz que Él nos trae en este tiempo.
Para eso, por un momento, en el silencio de nuestro corazón, reconocemos nuestras faltas y le pedimos perdón para que Su Espíritu reconciliador ingrese dentro de nosotros y, con nuestro corazón limpio, podamos vivir la alegría de esta Comunión Espiritual.
¡Oh! Sangre de Cristo,
derramada sobre el mundo,
purifica nuestra alma,
alivia nuestro corazón.
Ten piedad de nosotros, Señor.
Amén.
(dos veces)
En aquella noche, antes de Jesús ser entregado, Él se reunió en el Cenáculo para instituir la Eucaristía, el mayor Legado de Su Amor por toda la humanidad y el planeta.
Fue así que, en esa hora, Nuestro Señor tomó el pan, lo elevó a Dios y lo ofreció al Padre para que el pan fuera convertido en Su Cuerpo. Enseguida, Jesús lo partió y, ofreciéndolo a Sus apóstoles, les dijo: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Enseguida, y antes de terminar la Cena, Jesús tomó entre Sus Manos el Cáliz y ofreciéndolo a Dios para que fuera convertido en Su Sangre, luego Él se lo ofreció a Sus compañeros diciéndoles: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la nueva y eterna Alianza, que será derramada por Su Redentor para la remisión de todas las faltas. Hagan esto, en memoria Mía, hasta que Yo Retorne al mundo.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
He aquí el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Que se alegren los corazones que se sirven de este Divino Sacramento, a fin de que se establezca la Paz.
Unidos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, realizamos la oración que Jesús nos enseñó para consumar esta consagración y este ofrecimiento del Altar.
Oración: “Padre Nuestro”.
Anunciamos la Paz en todos los corazones de este planeta. Que la Paz y el Amor de Cristo desciendan a la Tierra.
Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra Tuya bastará para sanarme.
Amén.
Anunciamos a todos nuestros hermanos y hermanas del mundo entero, la Comunión Espiritual con Nuestro Señor.
La poderosa forma de Luz ingresa en el mundo interno de las almas, para que las almas se fundan en Cristo. Amén.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los sagrarios de la Tierra,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que Él es ofendido.
Y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.
Hoy, el Sol de Dios, en Fátima, puede retirarse en Paz, con la convicción perfecta de haber entregado el impulso a todas las almas posibles.
Yo los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vayan en Mi Paz.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En la solemnidad de la consagración de nuevos adoradores, ante las puertas de la Iglesia Celestial, en la Presencia de Nuestro Señor Jesucristo y de Sus santos ángeles, vamos a escuchar "PaterNoster" y nos uniremos a esta procesión angélica que desciende del universo a la Tierra, junto al Santísimo del Altar.
Seguimos con instrumental.
Saludamos a Nuestro Señor Jesucristo, al Sagrado Corazón de Jesús, y reverenciamos Su Eucarístico Corazón en unión a todos los adoradores del mundo que imploran, en esta hora, por la Misericordia de Nuestro Señor para el mundo entero.
Hoy He preparado dentro de Mi Iglesia Celestial una ceremonia simple pero profunda, muy significativa para sus vidas en este momento crucial de la humanidad.
En este día, el centro de la celebración en Mi Iglesia Celestial es Mi Corazón Eucarístico, para que Él sea honrado y adorado, para que el Amor del Dios Vivo sea reconocido y aceptado por todas las almas de la Tierra, a fin de que a través de la Adoración alcancen el espíritu de la redención y la elevación de la consciencia.
La gran tarea de todos los adoradores del mundo recién ha comenzado. Desde el primer día que fue instituido el Corpus Christi hasta el presente, todo ha sido una preparación para este tiempo final.
Cada adorador se compromete a ser celador de Mis Reliquias espirituales, para que esas Sagradas Reliquias, que nacen del Corazón Eucarístico de Jesús estén disponibles para todas las almas, y los méritos de Mi Corazón Misericordioso puedan ser derramados en el mundo.
La Adoración que en este tiempo final podrán ofrecerme no solo los unirá a Mi Iglesia Celestial, no solo podrán seguir haciéndola en silencio para contemplar el silencio de su Señor, sino también podrán conocer muchos más misterios de Mi Corazón, que aún no fueron revelados al mundo.
La Adoración que pueden ofrecer Mis Adoradores, en este tiempo final, será muy significativa e importante para Mí, no solo por todo lo que ya ha dicho la Jerarquía a través de los tiempos, sino porque llegó el gran momento de que sus vidas sean el milagro eucarístico de la Adoración. Y eso no son solo palabras, serán hechos, será algo más que un testimonio y más que una experiencia o que un ejercicio espiritual, para que aprendan a sostener Conmigo el fin de los tiempos.
La Adoración es una Ley instituida espontáneamente en los primeros tiempos de la cristiandad por las almas devotas a Mi Corazón Misericordioso, por las primeras comunidades cristianas que comprendieron el sentido oculto de la Presencia de Cristo en la Tierra, hace más de dos mil años.
¿Comprenden lo que significa que una Ley Divina haya sido atraída desde la Fuente por las almas de la Tierra? Cuando las almas de la Tierra deben vivir la Ley, ¿qué es lo que permite ese milagro espiritual y profundamente interno? Es la Adoración, a través de los tiempos y de las generaciones.
Las almas que adoran en este tiempo ya adoraron en otros tiempos. A través de la coligación profunda con Mi Corazón no son solo celadores de los tesoros espirituales del Redentor, sino que a través de la Adoración su vida espiritual es convertida y redimida, perdonada y absuelta de los errores del pasado.
La Adoración, en este tiempo final, modifica la genética humana transubstanciándola y redimiéndola en cada ejercicio de Adoración.
La ciencia de la Tierra nunca podría explicar esto. Pero si las almas en los tiempos pasados fueron capaces de atraer hacia sí la Ley inmutable de la Adoración, ¿qué más podría suceder en este tiempo final si más almas se comprometen verdaderamente a adorar las reliquias de su Maestro y Señor por medio de la Eucaristía?
Por eso necesito que, en este tiempo final, sus vidas sean el propio milagro eucarístico a través de la Adoración.
Es algo más que estar en Adoración ante Mi Corazón Eucarístico, es aprender a penetrar el misterio del universo inmaterial que se presenta en la ciencia de la Eucaristía por medio de la intervención de las Leyes Divinas, las que permiten, por obra del Espíritu Santo, los milagros eucarísticos.
Las almas que hoy se consagrarán no solo estarán sellando un compromiso Conmigo, pendiente y definitivo, sino también lo estarán haciendo por todas las almas que no Me adoran y que no Me aman.
Hoy la Iglesia Celestial, a través de esta ceremonia especial para los Adoradores de Cristo, trabaja con la indiferencia de la humanidad, con la omisión a los Comandos del Cielo.
A través de la Adoración Yo los erguiré como el nuevo Árbol de la Vida, y sus vidas podrán expresar los Tesoros de Cristo, los frutos que provienen de los dones y de las virtudes, y su tarea de Adoración no será personal, será una tarea esencial de sus almas Conmigo, su compromiso Conmigo, su transparencia Conmigo.
Así Yo podré renovar todas las cosas, así como puedo renovar a todos los que llegan y, en cualquier nivel de consciencia, se colocan a Mis Pies para ser desgarrados por Mi Amor.
El próximo paso de cada una de sus vidas es dejarse desgarrar por Mi Amor, de adentro hacia afuera, para que todo sea removido, a fin de que la luz de los tesoros de su Maestro y Señor, presente en la Eucaristía, ingrese en sus consciencias para que aprendan a ser otras consciencias, y así vivan la Voluntad.
En la Iglesia Celestial la Adoración es permanente, es un estado eterno de consciencia que los ángeles veneran constantemente, a fin de dar tributo y honor a los méritos que alcanzó su Maestro y Señor por medio de Su dolorosa Pasión.
Aún el poder de la Eucaristía es desconocido para la humanidad, su poder llegará en el fin de estos tiempos como una gran señal visible en los cielos. Cuando su Maestro y Señor esté retornando no solo habrá señales en el cielo, sino en todos los Sagrarios de la Tierra que hayan sido correctamente adorados y reverenciados por las almas. Demostraré al mundo que Cristo no es una religión, es un estado de consciencia que pertenece a los hijos de Mi Padre, superando cualquier religiosidad o dogma.
En ese momento sus vidas, si hubieran adorado correctamente a su Maestro y Señor en la Eucaristía, podrán ser un sagrario mismo. Y así, en ese tiempo y en esa hora que se aproxima, se cumplirá la Ley.
En la Sagrada Eucaristía de la Iglesia Celestial y en todos los sagrarios de la Tierra, están los cinco Poderes de Cristo: la liberación, la transfiguración, la transubstanciación, la redención y la Misericordia.
En la Eucaristía está la síntesis de toda Mi Vida y experiencia con la humanidad, es el testimonio de la Presencia del Dios Vivo.
Ahora ya conocen Mis cinco Poderes, búsquenlos, contémplenlos, adórenlos y los alcanzarán.
Si las almas supieran lo que Yo les dejé a través de la institución de la Eucaristía, la humanidad ya sería otra, y ella ya no sería más deudora, sino merecedora de todas las Gracias del Cielo.
Por eso cada adorador repara las ofensas que recibe su Maestro, enmienda las acciones contrarias que son cometidas por la humanidad, para que la Gracia Suprema descienda y los corazones tengan una oportunidad.
Que el centro de sus vidas a partir de ahora sea este misterio.
Nunca habrá pregunta sin respuesta, todo está en la Adoración, dentro y fuera de la consciencia.
La Iglesia Celestial hoy ofrece la reparación de muchas almas por sus indiferencias, ultrajes y omisiones a la Santa Eucaristía, desde la vida religiosa hasta la vida común, y esto es posible, aunque desconocido, por el ofrecimiento de las almas adoradoras.
Pero antes de bendecir a los que se ofrecerán para sostener el planeta Conmigo hasta el fin de sus vidas, en esta solemnidad del Corazón Eucarístico de Jesús, a través de la Iglesia Celestial, bendeciremos junto con los ángeles del Cielo a las custodias que fueron traídas a este altar, para que ellas sirvan no solo de Adoración, sino de inspiración, de fortaleza y de cura para las almas.
Nos ponemos de pie.
Vamos acompañar esta bendición, en unión con nuestros Ángeles de la Guarda, entonando solemnemente: “Kodoish”.
Vamos a esperar que los ángeles ingresen para que indiquen el momento de la consagración.
Cantemos.
Inspiramos.
Volvemos al "PaterNoster".
Y ahora nuestros hermanos postulantes harán su ofrecimiento interior a Nuestro Señor, para consumar esta consagración en el silencio del corazón.
El Señor los escucha.
Recibimos esta Gracia haciendo la Señal de la Cruz.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vamos a pedir a Nuestro Señor, para estos hermanos, la Gracia de la perseverancia en esta sagrada tarea de adorar el Corazón Eucarístico de Nuestro Señor, por la paz y el bien de la humanidad.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén (en portugués).
Pueden ir.
(Pasa el segundo grupo de postulantes).
Vamos a pedirle a Cristo para esta tarea, la Gracia de la perseverancia en ese sagrado ejercicio de Adoración de Su Cuerpo Eucarístico.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Pueden ir en paz.
Volvemos ahora al instrumental del principio para que realicemos esta consagración. Y así como las almas adoradoras se ofrecen a Nuestro Señor, en constante unión y amor con Él, vamos a pedir a través de la Iglesia Celestial, ante la Presencia de Nuestro Señor Jesucristo, que Su Corazón Eucarístico, la poderosa Custodia de Luz, pueda despertar e inspirar a las almas que aún no encontraron a Cristo, para que sientan Su Amor y Su Misericordia.
Nos ofrecemos, en esta hora, a la Iglesia Celestial, así como ofrecemos estos elementos del altar, para que una vez más sean bendecidos.
Vamos a colocarnos en el momento de la Última Cena, cuando Jesús enseñó a Sus apóstoles por medio de los elementos, lo que Él iría a vivir por nosotros hasta lo alto del Monte Calvario en la Cruz.
Fue así que Jesús, después de haber bendecido a Sus compañeros, tomó el pan, lo elevó y agradeció al Padre el sacrificio que Él viviría para que fuera transubstanciado en Su Cuerpo. Lo partió y lo ofreció a Sus compañeros diciendo: "Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado para el perdón de los pecados".
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
(en portugués)
La forma de Luz del Cuerpo Eucarístico de Cristo ingresó en Sus compañeros, así como hoy Él ingresará en nosotros para que comulguemos con Su Paz.
Enseguida, tomó el Cáliz y lo elevó agradeciendo para que fuera transubstanciado en Su Sangre. Luego, con una mirada de Amor y de Misericordia, lo ofreció a Sus apóstoles diciéndoles: "Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la eterna y nueva Alianza, que será derramada por su Redentor para el perdón de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía".
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
(en portugués)
El Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Que sean felices los que hoy se sirven de este Sacramento por la redención de la humanidad.
Padre Nuestro (en portugués y en inglés).
Que la Paz de Cristo descienda a la Tierra.
Señor,
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme.
Amén.
Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los Sagrarios de la Tierra;
en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias con que Él es ofendido,
y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.
Por algunos segundos adoremos el Sagrado y Eucarístico Corazón de Jesús, por la paz y la cura de la humanidad.
Padre Celestial,
que a todos conduces,
acepta nuestra oferta de entrega a Ti,
guíanos por el camino del Amor
para que Tu Voluntad sea hecha.
Amén.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cerramos esta transmisión contemplando el Corazón de Cristo en nuestro interior.
Gracias a todos.
En Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Este es el tiempo de reconciliar a la humanidad con Dios antes de que todo suceda. Por eso escogí, nuevamente, venir a Portugal no solo por su historia, sino también por sus acontecimientos con otros pueblos y naciones y, así, vengo por las demás naciones de Europa.
Seguiré peregrinando por estas tierras así como lo hizo Mi Santa Madre junto al Santo Grial. Vendré con Mi Corazón a iluminar los espacios más oscuros de la consciencia europea y su ayuda, para Mí, será imprescindible.
Por eso, en Mi Corazón y en esta tarde, traigo los tesoros del Cielo que iluminarán a las almas y a sus caminos, a fin de que todas las consciencias aprendan, algún día, a vivir la Voluntad de Dios y puedan superar y trascender el sufrimiento humano movido por la propia voluntad y no por la Voluntad de Mi Padre.
Sé que, a veces, el mundo no quiere escuchar esta necesidad, darse cuenta de esta verdad. Pero un tiempo muy definitivo se aproxima, él está muy cerca, más de lo que parece para la humanidad, y no puede tomarlos por sorpresa. Deben estar conscientes y despiertos para que, en la hora señalada, sus corazones les dicten el momento de ese gran acontecimiento que colocará a la humanidad del lado de Dios o lejos de Dios.
Por eso, desde el Universo Celestial, Nuestros Sagrados Corazones piden tantas oraciones por el mundo, para poder enmendar los errores de la humanidad y de los pueblos, no solo los errores históricos que se han vuelto imborrables en muchas consciencias, sino también para evitar los errores futuros, a fin de que se establezca la armonía y el equilibrio de Dios en el planeta.
Su sintonía con Mi Corazón es muy importante no solo a través de los ejercicios que Yo les enseñé a lo largo de los tiempos, principalmente, por medio de la Comunión que Yo les ofrezco, día a día, para que sus espíritus y almas puedan estar nutridos por la Fuente, sino por todo lo que viene del Universo Celestial y desciende al mundo en cada momento de oración y de súplica, de servicio y de entrega por el semejante, en cada oportunidad de volver a vivenciar un Sacramento y de liberar a la consciencia de la perdición, de la tentación de estos tiempos, de la ilusión del mundo, de la ceguera espiritual y de la indiferencia.
Sus corazones en este día, compañeros, alcanzaron un escalón más en el despertar. Por eso, Yo les traigo este pedido de seguir orando de corazón por los que más lo necesitan, por los que no escuchan, por los que cierran sus oídos a la Voz de Dios por intermedio de Su Divino Hijo.
Hoy, vengo a descansar en sus corazones. Hoy, vengo a reposar Mi Espíritu en sus espíritus para que la alianza interior se fortalezca entre las almas y el Plan de Dios, por todo lo que aún deberá realizarse y manifestarse en la Tierra, para que se cumpla la Voluntad Mayor.
La humanidad deberá seguir buscando la unión perfecta con el Arca de la Santa Alianza, con ese sagrado símbolo de ascensión espiritual que desciende del Reino de los Cielos por intervención del Divino Hijo, para que Sus sagrados tesoros y Sus divinos impulsos desciendan sobre la consciencia humana y a las naciones, para que los errores sean borrados, los desvíos sean evitados, la perversión humana sea detenida y las almas reencuentren el camino hacia lo sagrado y hacia la elevación de la consciencia.
Todo esto será posible por la continuidad de sus oraciones diarias, por su compromiso con la escuela de oración de Mi Madre para que más almas puedan despertar a tiempo y, en su interior, encuentren el sentido y la respuesta de estar aquí en la Tierra, no por algo material, sino por algo profundamente espiritual, por una misión, por un principio y un propósito, por un Plan Mayor.
Mi Corazón contempla sus necesidades internas. Mis oídos escuchan todas sus súplicas. Pero es necesario, compañeros, dar un paso más para que el Universo Superior venga a su encuentro y la Fuente Mayor de todos los Impulsos de Dios los siga guiando y conduciendo hacia la meta de poder ser parte, algún día, del nuevo rebaño de Dios que nacerá de los miserables y de los imperfectos, de los que están aprendiendo a redimirse y a perdonar. Porque será la Nueva Jerusalén, la ciudad de luz que descenderá desde el Universo para acogerlos a todos en el Templo Sagrado del Corazón de Dios, en profunda comunión y alianza con el Padre.
Los tesoros inmateriales del Universo deben ser parte de sus vidas, la atención de sus consciencias, el motivo de vivir y de existir y de llevar adelante una parte del Plan del Padre, así estarán ayudando a Su Maestro y Redentor para que Su Obra se siga expandiendo en la Tierra en este tiempo, fuera de Su Iglesia, dada la necesidad de millones de almas que viven grandes sufrimientos e infinitas agonías que solo el Amor de Dios podrá curar y aliviar.
Por eso, su Maestro y Señor necesita intermediarios, no maestros sino discípulos, siervos de Su Corazón Misericordioso que puedan representarlo en este tiempo, así como los apóstoles lo representaron en el pasado.
En verdad les digo, vengo a dar continuidad a lo que una vez realicé en la Tierra. Uno el tiempo pasado con el tiempo presente por medio del Tiempo Real, para que sus espíritus y consciencias reciban los mismos códigos crísticos que Mis Apóstoles del pasado una vez recibieron, así como todos los que me siguieron con fidelidad y amor, con sacrificio, en entrega y en redención.
Ustedes deben ser parte de la historia del Libro de Dios. Aún el Padre Celestial espera poder seguir escribiendo una nueva historia en la humanidad. Una historia de todos los que escuchan a Cristo, que siguen sus pasos y viven la comunión perfecta con Él, respondiendo a Su Llamado sin condiciones ni reglas, en obediencia, con fidelidad y en profunda unidad.
Aún espero la definición de muchos de ustedes como de muchos de sus hermanos que están en este planeta, que son parte de los 144.000, los que proclamarán Mi segundo retorno al mundo, la segunda venida Gloriosa de Dios a través de Su Amadísimo Hijo, en la presencia del Santo Grial.
Si dan continuidad a la historia que Dios quiere escribir por intermedio de sus vidas y corazones, descenderán tesoros inmateriales del Universo que dejarán de ser un misterio para la mayoría de la humanidad.
Sabrán trabajar con las herramientas sagradas de Dios, aprenderán por medio de la oración y de los instrumentos sagrados a sostener este planeta durante sus tres días de oscuridad y estarán a Mi lado, aunque crean que Yo no lo esté, porque Mi Presencia es eterna, inconfundible e irrefutable.
Y así, cumplirán Mis promesas, las promesas que Yo una vez le hice al Padre Celestial de poder rescatar, nuevamente, a través de Mi Alma y de Mi Divinidad, a este pueblo sagrado que es la humanidad, que nuevamente se pervirtió y se perdió por las influencias de Mi adversario, el que, algún día, será vencido por su propio Maestro y Señor, con la autoridad del Arcángel Gabriel.
Celebren la oportunidad, compañeros, de estar conscientes y no dejen que la inercia planetaria los absorba o que el sueño profundo de millones de hombres los pueda afectar.
Ustedes ya están dentro del gran despertar, de la oportunidad de transformar sus vidas completamente, de ser el nuevo odre en las Manos del Rey, purificado y sublimado por Mi Espíritu.
Mientras la humanidad no dé los pasos necesarios para revertir y equilibrar la perversión humana y todos sus desajustes, los tesoros del Universo permanecerán en el Universo hasta que ellos mismos puedan revelarse a toda la consciencia humana, no importando la religión, el color o la nación porque el conocimiento de Dios es para todos. El conocimiento los volverá más conscientes y disponibles para poder realizar el Plan de Dios, para cumplir la gran promesa de ser un pueblo sagrado bajo los principios y los atributos de Dios, que muchos llaman Mandamientos.
Aún estamos en el tiempo de la Gracia. Aún estamos en el tiempo de la Misericordia, con la oportunidad de poder cruzar el portal hacia la redención y de convertirse en dignos hijos de Dios mediante la oración, la caridad diaria, el amor y la paz para con el semejante.
Como testimonio de ese amor que sigo entregando al mundo, incondicionalmente, hoy volveré a consagrar nuevos adoradores de Mi Cuerpo Eucarístico, porque en ellos deben estar los pilares y las grandes estructuras divinas que sostendrán a la humanidad y al planeta cuando se mueva, por medio del ejercicio perfecto de la adoración.
A través de Mi Cuerpo Eucarístico encuentren el portal para su ascensión y trascendencia, para la sublimación de sus pensamientos y sentimientos, para poder enmendar todas sus deudas y faltas ante el Padre Celestial que los ama misericordiosamente.
Mediante esta consagración de nuevos adoradores, Yo les vuelvo a entregar los Dones de Dios para que aprendan a concebirlos dentro de ustedes por medio de un ejemplo de vida en el camino de la oración, del servicio, de la instrucción y de la cura.
Los que adoran a Mi Cuerpo Eucarístico son los que permitirán, en el fin de los tiempos, que las revelaciones divinas sigan en la humanidad para que todos estén más conscientes y disponibles para poder servir a Dios.
Los que adoran a Mi Cuerpo Eucarístico son los que equilibran al planeta y a la humanidad en este tiempo y no permiten que los errores se sigan generando para que no lleven las almas a la perdición y a la ceguera espiritual.
La adoración es un camino de reconciliación con Dios y de profundo contacto Conmigo, de Corazón a corazón, de Alma a alma y de Espíritu a espíritu.
Entre nosotros, los adoradores y Mi Corazón, solamente puede existir la Luz que emana de la Fuente, que trae la cura, el perdón y la renovación a los corazones.
La adoración es un ejercicio permanente de concentración y de alineamiento para poder estabilizar el plano psíquico de la humanidad, de todo lo que ella genera, en este tiempo, por lo que piensa y por lo que vive.
La adoración es un portal permanente de transmutación, en donde los ángeles pueden mantener todo el equilibrio y la armonía cuando, tan solo, el adorador se abre para estar delante de Mi Corazón Eucarístico.
Hoy les traigo estas oportunidades y Gracias sabiendo que este encuentro no será suficiente para todo lo que hoy necesita Europa como continente y como pueblo, ante tanta historia y tantos acontecimientos. Porque la salvación de las demás naciones del mundo dependerá de Europa, de su caridad, de su contribución, de su donación y de su fidelidad al prójimo, al que sufre, a aquel que no tiene nada.
Ese es su principal compromiso, salir de sí mismos, vaciarse completamente para que Mi Amor y Mi Luz puedan entrar, para que Mi Mensaje y Mi Palabra no solo sigan llegando aquí, a Europa para bendecirlos, curarlos y redimirlos, sino también poder llegar al mundo entero por medio de su consciente colaboración.
La manifestación de Mi Segundo Retorno dependerá de la contribución consciente de la humanidad, de los que creen en Cristo, de los que trabajan por Cristo, de los que viven en Cristo.
Hay una parte que les corresponde a todos ustedes, en perfecta igualdad y equilibrio, en cooperación y en hermandad. Eso permitirá que la humanidad no quede sin guía y sin auxilio en este tiempo difícil de la Tierra, en el que todo, absolutamente todo, está en juego.
Únanse a Mi Corazón y comprenderán lo que hoy les digo, porque Dios no necesita de sus bienes. El Universo necesita de su donación para que ustedes y sus bienes se puedan transformar en lo que Dios necesita así como Él lo pensó en el principio en unidad, en igualdad, en fraternidad, para que siempre esté presente el Divino Espíritu, el Amor de Dios.
Celebremos este encuentro. Interioricemos las Palabras de Dios por intermedio de Su Amado Hijo, para que no pasen las palabras desapercibidas, sino que las Palabras del Padre sean conscientes en ustedes, especialmente en sus corazones, en donde el Dios Vivo siempre deberá tener un lugar principal en sus vidas.
Abriendo la Iglesia Celestial, convocando a todos los Coros Angélicos viviremos esta consagración como si fuera la primera vez que el Cielo toca sus vidas para redimirlas y convertirlas en luz. Amén.
Nos ponemos de pie.
En este momento, cada uno de ustedes realizará su oferta ante el Padre Celestial. En el silencio del corazón le dirán al Padre Eterno qué es lo que necesitan para que Mi Corazón misericordioso recoja sus súplicas e intenciones, y sus vidas, nuevamente, sean transformadas.
"Padre del Universo y de la Gracia, así como Te entregaste a través de Tu Hijo en la Cruz por un inconmensurable e infinito Amor desconocido, hoy entrégate, Señor, a través de Tu Hijo para que las almas vivifiquen Tu Espíritu y vivan la experiencia de Tu Amor, la que los resucitará y les traerá la consciencia de cumplir con Tu Divino Propósito. Amén".
Por el agua que brotó de Mi Costado, hoy las almas sean lavadas para que puedan vivir la Comunión espiritual y, así, alcancen la redención.
Ahora traerán, hasta aquí, los elementos para la consagración de los adoradores para que el Señor los pueda bendecir.
Así como Mi Madre vivió Su virginidad, Yo los invito a vivir Mi Espíritu inmaculado, el Espíritu inmaculado de Dios que brota como una Fuente de Amor a través de Su Hijo. Porque Mi deseo ardiente es que sus corazones aprendan a ser puros, no solo en la consciencia, sino también en las intenciones, porque si sus corazones son puros alcanzarán el Reino de Dios e ingresarán en Él sin ningún impedimento.
Cada ejercicio de consagración, cada nuevo paso que es dado por los hijos de Dios es una oportunidad de despertar, de comprometerse con el Plan de Dios y de entregarse a la vida crística.
Por eso, hoy Yo bendigo, especialmente, estos elementos que representarán una etapa de sus vidas en el camino de la consagración del Espíritu, de la conversión del alma y de la transformación de la vida.
Que en ellos descienda la Gracia de Dios y que esta Gracia sea reverentemente cuidada y protegida por cada uno de los que hoy se consagrarán, así como por los que ya se consagraron, porque en la simplicidad de todo lo que existe está el Dios Vivo.
Sean el ejemplo de Mi Vida en la Tierra, testimonien Mi Mensaje para el mundo, represéntenme de verdad, sin miedo y sin obstáculos, porque Yo los tengo en cuenta, los contemplo con Mi Corazón y los guardo en el templo de Mi Espíritu.
Que la instrucción los eleve y los redima.
Para aquellos, que también Me adoran, hago el sacrificio de venir al mundo, nuevamente, para que las almas no pierdan la alegría de vivir en Dios y encontrar el sentido de estar aquí en la Tierra, cumpliendo una Voluntad Divina desconocida que, para el corazón que se abre, se revela en la vida con claridad y precisión.
Hoy vengo a renovar el sacrificio del Cordero de Dios por medio de la transubstanciación de los elementos, del pan y del vino.
Celebraremos, nuevamente, en la Mesa que fue consagrada por el Padre y por Sus apóstoles, entregando al mundo la Sangre y el Cuerpo de Cristo para la salvación de la humanidad y del planeta.
Los invito a que, ante este Altar consagrado en este día, en donde los hombres y mujeres de la Tierra reconocen al Hijo de Dios por medio de Su Cuerpo Eucarístico, los llamo a que se arrodillen para recordar la última Cena de Su Señor junto a Sus apóstoles.
En un profundo gozo y amor Yo tomé el Pan, dando gracias a Dios, Su Espíritu lo bendijo, lo entregué a Mis apóstoles, diciéndoles:
"Coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados".
Te alabamos, Señor, y te bendecimos (se repite tres veces).
Enseguida elevé el Santo Cáliz a los Cielos, el Padre lo bendijo con Su Espíritu, se lo entregué a Mis apóstoles, diciéndoles:
"Tomen y beban todos de Él porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza que será derramada por Su Redentor y por los mártires para la remisión de los pecados. Hagan esto en Mi Memoria".
Te alabamos, Señor, y te bendecimos (se repite tres veces).
En unión a la Santísima Trinidad repitan la oración que Yo, con tanto Amor, les enseñé:
Padre Nuestro (en portugués).
"Este es el Cordero de Dios que redime y perdona a los que están perdidos, que vivifica y reenciende, con Su Fuego de Amor a los que viven en Él y proclaman Su Nombre. Amén".
Yo les enseñé a amarse los unos a los otros, y es algo que la humanidad aún no comprendió, pero los que están despiertos en Mí, saben de la importancia de amar al semejante de forma incondicional y verdadera.
Por eso, Yo los invito a renovarse en el amor para que sus heridas sean cicatrizadas y las secuelas internas sean disipadas, y sientan la alegría de vivir en el amor y por el amor así como Yo vivo por ustedes todo el tiempo.
Hoy no solo les dejo Mi Paz, sino también les dejo Mi Amor para que la Paz y el Amor de Dios esté en ustedes y en el mundo.
En fraternidad y en amor se darán el saludo de la Paz.
Les agradezco por estar hoy Conmigo.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Repitamos:
Ven, Humildad de Dios
y fortalece mi vida.
Ven, Humildad de Dios
y hazme nada en Tu Esencia Divina.
Amén.
Y ahora, a pedido de Cristo, la haremos juntos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vengo con todos los Rayos de Mi Gloria hacia ustedes, Rayos más brillantes y dorados que todo este altar, que todos los soles que existen en el Universo; más brillantes que todas las estrellas, que toda la vida y que toda la esencia.
Esta es la Humildad de Dios en Mi Corazón, que hace posible lo imposible, que convierte el pecado en amor y que disuelve el error por medio de la Divina Misericordia.
Estos son los Rayos de la Divina Humildad de Dios, que los formarán, que los fortalecerán y que los animarán a seguir, en estos tiempos, el camino del apostolado que hoy les indico, al cual se han ofrecido por medio de sus intenciones en esta simple cesta.
Vengo a traerles el Don de la Humildad de Dios, el que ha permitido toda la existencia; porque en la Humildad de Dios está el amor y en el amor está la Sagrada Unidad, que es la Fuente de expresión de todas las cosas.
Vengo con Mi Corazón resplandeciente en este día, sintiendo el gozo profundo de sus almas por estar abriéndome los caminos para que Yo los pueda recorrer, junto a ustedes, en esta sagrada misión planetaria.
Vengo a entregar el Don de la Divina Humildad de Dios a todas las almas, especialmente a las buscadoras de la Verdad, a aquellas que aún no se sienten plenas en el Señor.
Hoy vengo a pedirles, amados compañeros, que no miren más sus errores; que miren en ustedes las virtudes, las santas virtudes de la transformación interior, no para vanagloriarse ni tampoco para engrandecerse.
El Don de la Divina Humildad de Dios les permitirá realizar Mi Obra y cumplirla en cada etapa, así como lo tiene previsto Mi Sagrado Corazón.
En esta Sagrada Humildad de Dios, en esta Divina Humildad del Padre, se encuentra la renovación de sus vidas.
Porque si viven en la Humildad de Dios mientras estén en esta superficie del planeta y ante estos tiempos caóticos, nada más importará.
Que sus corazones y vidas puedan ser fuentes e instrumentos de esa Divina Humildad.
Hoy, he decidido venir antes del tiempo previsto, porque la Gracia Me lo ha permitido y porque sus corazones aspiraron a encontrarme en su interior, pleno y vivo.
Los invito, compañeros, a buscar, en estos tiempos, la Divina Humildad de Dios.
Recuerden que, en el día de ayer, Yo les dije que depositaría en sus manos Mis Designios; este es el primero y el fundamental, porque en la Divina Humildad de Dios siempre encontrarán la salida ante las dificultades y todas las pruebas que puedan atravesar y vivir en este tiempo.
Los animo a no tener miedo, sino a fortalecer su confianza en Mi Corazón misericordioso.
Estoy viendo en sus vidas, finalmente, las Virtudes de Dios, el espíritu de la realización de Mi Obra en las almas más imperfectas de este planeta y en los espíritus que estuvieron muy lejos de Dios, hace mucho tiempo.
Por eso, les vengo a demostrar que es posible vivir en la Divina Humildad de Dios. Eso siempre los unificará como hermanos y Mi adversario no colocará su mano para intentar destruir Mis Planes en ustedes.
Ya han construido en ustedes, en estos últimos cincuenta encuentros, el Don de la Fortaleza, que los lleva siempre a tener más sabiduría en el momento de tomar decisiones importantes en sus vidas.
Un ejemplo de todo esto son los Adoradores de Mi Santísimo Cuerpo Eucarístico.
Vean cómo Yo no he hecho nada, sino cómo ustedes lo hicieron todo por medio de su constancia, de su perseverancia, de su fe; superando obstáculos, internos y externos; superando barreras, límites y todas las perturbaciones posibles, para poder finalmente unirse a Mí en la Sagrada Fuente de la Eucaristía de Mi Corazón.
Es así, que hoy vengo como Sacerdote Mayor, para celebrar este momento con cada uno de ustedes, por la humanidad, por todos los pueblos y todas las razas, por todas las naciones del mundo; más aún por aquellos que están lejos de Dios, en su profunda oscuridad.
Hoy, quiero que sus corazones sean relicarios, que se conviertan en tabernáculos, para que Yo pueda depositar la Eucaristía de Mi Corazón en la más perfecta unidad con sus esencias.
Vengo así, a tejer, simbólicamente, con hilos de oro, desde Mi Corazón hacia cada uno de sus corazones; trayéndoles los Dones del Espíritu Santo, que se han mostrado verdaderamente en sus almas, en cada grupo de oración y en cada grupo de servicio, que sostiene, perpetuamente, Mi estandarte de la Paz.
Vendrán tempestades, la Tierra temblará, el universo gritará y se escucharán cosas espantosas, pero les pido que, en este encuentro número cincuenta, sus corazones no vacilen, sino que pongan en práctica las virtudes espirituales que han adquirido por medio de la oración, de la comunión y de la Adoración a Mi Sagrado Corazón. Eso los hará invencibles, a pesar de cualquier locura. Eso los hará fuertes, a pesar de cualquier embate.
Aunque Cielo y Tierra pasen, Mis Palabras se perpetuarán en aquellos que han creído en ellas, porque serán victoriosos como es victorioso Su Rey del Universo y cada esencia divina que vibra en este universo sideral.
Vengo a darles fuerza, coraje, valentía, entusiasmo y una inextinguible motivación para los tiempos difíciles que llegarán.
No puedo negarles los tres días de oscuridad. Ustedes deberán ser Mi Luz en el mundo, más brillante que el Sol y que todas las estrellas porque así, serán faroles en el mundo que iluminarán en la noche a todas las esencias caídas y a los ángeles del universo que vendrán en auxilio de la humanidad para retirarla de su abismo y de su derrota.
Enviaré, entonces, al Arcángel Rafael para que Él los cure, todavía en este tiempo que resta.
Enviaré al Arcángel Gabriel para que en sus mundos internos se anuncie la Palabra de Dios y sepan estar, actuar y proceder en donde Yo lo necesite.
Enviaré al Arcángel Miguel para que sus almas se conviertan en una luminosa espada que cortará las tempestades, disolverá los abismos e iluminará los caminos de los que están en tribulación.
Por eso, Mi Madre Santísima se anuncia en este tiempo para dar el mensaje de Mi Retorno.
La última fase que vivirá la humanidad será un servicio mayor y exigente, hasta que todo suceda.
Esa será la hora de que se refugien en Mi Corazón, para que el Señor, el Todopoderoso, los ampare y los guarde de todo mal.
Pero les pediré una última cosa en ese momento, que oren por los que permanecerán en la oscuridad y que partirán de este mundo en tinieblas, porque han buscado ese destino para sus vidas.
Nadie podrá salvarse del Juicio Universal. Será necesario pasar por eso porque de lo contrario no podrá existir una Nueva Humanidad.
Yo los preparo para que sean parte de esa Nueva Humanidad, para que crean que podrán serlo por encima de todas las cosas y, principalmente, para que dejen de sentirse como estrellas caídas porque ahora ya son estrellas redimidas por la Gloria de Mi Corazón.
Acepten entonces, en esta tarde, esta Comunión Conmigo para que podamos prepararnos para ese próximo tiempo con total consciencia y discernimiento.
Hoy vengo a oficiar, a través de los Sacerdotes, estos sagrados Sacramentos que servirán de impulso espiritual para las almas, de cura y de renovación para todos los que los vivan interiormente.
Hoy no quiero hablarles del mal que hace el mundo, por mayor que sea. Hoy quiero quedarme en el regocijo de sus corazones al haber confiado en Mi santa Palabra; por más que no Me vean, por más que no realice grandes fenómenos o milagros ante ustedes, porque el verdadero milagro es la conversión y la redención de sus corazones; así se cumplirá Mi Voluntad.
Celebremos entonces, hijos de Mi Padre, esta coyuntura especial en la que Mi Corazón es el Portal hacia el Cielo para cada uno de ustedes, el Cielo atraviesa Mi Corazón para llegar hasta aquí y unirse a sus almas.
Entremos, entonces, en el júbilo de Mi Reino Celestial, en donde he preparado una morada para cada uno de ustedes, después de esta vida.
¿Aceptan esa Morada de Dios?
¿Aceptan ir Conmigo al Paraíso?
Entonces Mi Obra se cumplirá aún más, contaré con ustedes, paso a paso, en todo lo que necesite para realizar el Proyecto Redentor.
En esta tarde, sientan el gozo de estar Conmigo y, a través de esta unión, disuelvan el mal de la humanidad.
Ustedes son almas al servicio del Padre, vivan en el espíritu de Su Santa Humildad y la Tierra será repoblada de Nuevos Cristos.
Ahora consagraré los elementos y también a los que hoy se consagrarán, después de haber vivido este ejercicio de Adoración, a Mi Corazón Eucarístico y Divino.
Que este ejercicio se cumpla hasta el fin de sus vidas, para que más almas sientan el magnetismo de vivir, como ustedes, la sagrada Adoración, trayendo el Universo de Dios a la Tierra con una simple mirada a Mi Eucarístico Corazón, lleno de bondad, de Misericordia y de un profundo amor que he sentido de ustedes en muchos momentos.
Esto es lo que Me hace retornar aquí, porque ya no sería posible por todo lo que hace el mundo y su humanidad, por todo lo que promueve esta raza de superficie en la Creación y en los Reinos de la Naturaleza.
Finalmente, compañeros, con Mi Mano sobre Mi Corazón, puedo decir que ustedes ya son parte de Mis Manos y de Mis Pies, y Yo Soy en ustedes, en esta Obra de redención planetaria, por medio de los grupos de oración, de los peregrinos y de los miembros que forman parte de Mi Red-Luz universal.
Brillen como soles todo el tiempo.
Brillen como almas y como esencias, y sus dificultades se disolverán.
Brillen como han brillado los Adoradores y sigan haciéndolo para que Me superen en el Amor y en todo lo que Yo he vivido por ustedes durante Mi Sagrada Pasión, porque creo que es posible que Me puedan superar en el Amor.
En el Nombre de Mi Padre, ¡aleluya!
No seguiré emanando más Amor porque podrían ahogarse.
Soy exigente, pero amo todo lo que contemplo, todo lo que busco y a quien llamo para servirme.
Celebremos esta alianza entre el Cielo y la Tierra. Celebremos esta alianza entre Dios y Sus pacificadores a fin de que exista un mayor tiempo de paz en este planeta.
Ahora, para que los ángeles transubstancien los elementos entonaremos el cántico Aleluya, así como lo han entonado con el gozo de sus corazones ante Mi Presencia sacerdotal. Los escucho.
Me siento feliz cuando las almas se consagran y el Plan de Mi Padre se realiza y se manifiesta en las cosas más simples y humildes. Este es el fiel ejemplo de que siempre allí, encontrarán el Reino de Dios.
Todos pueden ser Adoradores de Mi Corazón siguiendo los principios de la Orden que Yo he fundado, en estricta obediencia. Eso testimonia que Yo estoy aquí presente, obrando y trabajando por medio de sus corazones y vidas. Esto es lo que hará siempre que Mi Obra en la humanidad sea eterna.
Les agradezco ante la presencia de los ángeles y de los coros de Dios.
Yo los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Antes de irme de aquí, también quiero que glorifiquen este momento por medio de una simple canción para que, a través de ella, Yo pueda hacer llover mucho más amor en el mundo.
Les agradezco.
Canción: Lluvia de Amor.
Verán en el cielo una gran señal: una Mujer vestida de Sol, coronada con doce estrellas, con la Luna a Sus pies, trayendo el anuncio de la próxima venida de su Redentor.
A Su derecha, verán al profeta Juan Bautista volver a proclamar la Palabra de Dios, para que los mil años de paz se cumplan en toda la esfera de la Tierra y en este universo local.
Después verán venir entre las nubes, con un gran estruendo de luz, a su Señor y Maestro, el Redentor, rodeado de muchas legiones de ángeles que proclamarán con sus trompetas el despertar de la Nueva Humanidad.
Pero antes de que esto suceda, vendrá vuestro Padre Eterno, a través de Su Hijo Amado, con todo Su Poder, con toda Su Ciencia y con toda Su Sabiduría hará resplandecer Su pequeño Corazón, porque ese Corazón que Él hará resplandecer, será más fuerte que cinco millones de soles.
Verán así a la Divinidad del Padre en Su amadísimo Hijo y en Su amada Señora, acompañada por San Gabriel Arcángel y por San Miguel Arcángel, quien colocará Su espada en el centro de este mundo, en dirección a la Tierra y señalará a las tribus en dónde deberán congregarse para poder escuchar nuevamente, en consciencia y en despertar, la Palabra de vuestro Señor Dios Todopoderoso, a través de Su amadísimo Hijo, el Redentor.
Después vendrá el Juicio, el Juicio Universal, en el que las almas serán juzgadas según los méritos alcanzados en su vida terrenal y, por todos los sacrificios ofrecidos a Dios, muchas de las almas que hoy viven sobre el planeta esta experiencia de amor y de perdón, se tornarán bienaventuradas y simples, tan, pero tan semejantes a Dios, que esa sensación y ese sentimiento será reconocido por todos los universos y más allá de estos.
Después verán el juicio de Lucifer, que hará el Santo Arcángel Gabriel, reuniendo a los Señores del Juicio Universal, él vivirá su juicio ante el mundo y la humanidad.
Y el Padre, con todo el poder de Su Misericordia y Amor, a través de San Miguel Arcángel, hará descender Su Trono y le entregará al Santo Arcángel Miguel, en una de Sus manos, el Cetro de Luz de Su Poder, que será utilizado para vencer el mal para siempre.
Verán así, a la Santa Señora de Dios llamar a Sus hijos que están en el desierto, para que puedan volver a encontrar la paz. En ellos brillará una luz desconocida que será entregada por el Santo Padre a través de las manos del Arcángel Rafael. Esta luz, que será derramada como una lluvia de Gracias, será tan potente e infinita que será vista desde el universo.
Con toda la fuerza del Amor del Padre, verán brillar en esas criaturas a los nuevos redimidos, grandes espejos de luz que darán la señal, en ese momento, de que estará completándose el último ciclo de la humanidad.
No se preocupen por las interferencias, Dios las permite para que el mundo pueda saber y, sobre todo las tinieblas, que ya les está llegando la última hora de rendirse ante el Poder del Todopoderoso, como lo fue en la victoria de Cristo en la Cruz. Si Yo Soy su Señor y Rey, nada deberán temer.
Yo les entrego las profecías para que las escuchen y no las coloquen en sus mentes, sino en sus corazones. Dejen que Mis Palabras broten como un nuevo manantial en sus seres. Y así, con el pasar del tiempo, podrán comprender Mis Misterios que todavía son desconocidos por la humanidad. Por eso, hoy he traído aquí a Mi Divina Madre y Santa Señora, y a Mi amado primo Juan el Bautista. Ellos representan para ustedes la señal de un nuevo anuncio que llega, junto con su Rey, para ser proclamado en la humanidad.
Las profecías no existen para ser comprendidas, sino para ser aceptadas humildemente, porque así las almas comprenden el Reino de Dios y Su próximo Proyecto en la humanidad. Vigilen por estas enseñanzas para que, saliendo de esta Sagrada Semana, ellas no se desvanezcan de sus memorias cuando vuelvan a enfrentar el mal, el que aún debe ser vencido en esta batalla final.
Después de que los hijos de la Divina Señora sean sacados del desierto, habiendo encendido en sí el espejo del amor y el sol interior, descenderá a la Tierra el amado Hijo, acompañado por los Arcángeles, que traerán entre Sus manos el Arca de la Santa Alianza. Así, el planeta será renovado y los impulsos espirituales y crísticos serán vividos
La paja será separada del trigo y las almas serán como flores, como flores redimidas, en Mi Jardín celestial, que Yo cultivaré en este planeta y en los continentes, con Mis propias Manos.
Verán así a su Jardinero fiel sembrar la Nueva Tierra con nuevas leyes y principios. Los ángeles y arcángeles ayudarán a las tribus, a las tribus de Israel, hoy esparcidas por todo el mundo, para que se puedan congregar en la nueva ceremonia, en la nueva Comunión de la Paz, que será instaurada e instituida después del Juicio Final.
El padre infiel, el ángel caído, será sacado del planeta. Con gran solemnidad y reverencia, los ángeles más resplandecientes postrarán su rostro sobre el suelo para pedir la Misericordia de Dios y la expiación universal y cósmica, interna, espiritual y álmica por todos los pecados, por todos los ultrajes y por todas las maldades cometidas.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Nuestro Señor está pidiendo al coral tocar "Así habló el Maestro".
Cuando llegue la hora de la expulsión de Lucifer del mundo, todas sus tropas caídas serán colocadas en bellos diamantes de luz que los ángeles elevarán con su canto y alabanza hacia universos muy semejantes a este.
El Ojo vivo de Dios, en esa hora definitiva, estará mirando y contemplando a la humanidad, mientras las tribus se reunirán en torno de la Divina Señora y Gloriosa Madre. Se prepararán para recibir a su Maestro y Rey, en Su Retorno al mundo. Se encenderán luces desconocidas sobre el planeta, que serán vistas en Oriente y en Occidente.
Los antiguos patriarcas del desierto y los profetas, reaparecerán en la humanidad como seres vivos y resplandecientes. Todos los concejos antiguos de esta humanidad seguirán el caminar de su Glorioso Rey y con una mirada serena y paciente, fija en el horizonte, verán venir al Señor entre las nubes. Escucharán en su interior la Palabra y el Llamado de Adonai.
Todos estarán atentos en ese momento, porque el planeta estará en un gran movimiento universal. Será la hora marcada y definitiva en la que el real tiempo, aquel tiempo esperado por todas las legiones de la Tierra, por todos los pueblos del desierto y por todos los seres de buena voluntad, ingresará en la consciencia planetaria. Una nueva señal se dará en el universo; una estrella más brillante que el Sol, en la esencia del Espíritu Santo, brillará en el firmamento, muy cerca de la Cruz de Sur.
Escucharán así, los consecuentes, primero en su interior, las palabras sobre el retorno de su Rey. Todos abrirán sus oídos internos y así podrán reconocer en su interior que la esperada hora está llegando.
Los señalados por la Santa Madre de Dios sentirán un gozo y una alegría inexplicables. Después de haber encendido el espejo de sus corazones, estarán en absoluta y en definitiva unidad con el Rey. Así se dará una profunda comunión con la Nueva Humanidad.
El Rey, en compañía de los sabios y de los profetas, mostrará para el mundo las Tablas de la nueva Ley; aquellas Leyes que harán repoblar el nuevo planeta. Todos escucharán con atención los nuevos Mandamientos, que tendrán como base fundamental, amar a Dios sobre todas las cosas como también amar a sus semejantes.
La Santa Trinidad descenderá. Finalmente, después de tantos errores y de tantos cometidos, las almas, en total plenitud y confianza, estarán en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. Amén.
La última trompeta, que por indicación del Arcángel Gabriel sonará en el plano espiritual de las consciencias, traerá una nueva consciencia en la humanidad y muchos reconocerán sus pecados, sus acciones e indiferencias y, sobre todo, los ultrajes cometidos a los sagrados Reinos de la Naturaleza.
Como de la nada, las almas escucharán la esencia de los Reinos. El alma grupo de cada Reino hablará por sí sola. Y esa comunicación, que nunca se ha podido dar entre los hombres y los Reinos, será concedida por el propio Dios. En el momento en que esto suceda, la Nueva Humanidad tomará consciencia de todo el sufrimiento ocasionado a través de los tiempos y de los siglos.
En ese momento, las puertas de los más sagrados recintos se abrirán. Lo que antes era invisible y oculto, se tornará visible y material para todos. Nadie podrá creer lo que verá y esa humanidad nueva tomará consciencia de quiénes, en verdad, han acompañado al mundo desde los principios de este Proyecto humano. Ellos tendrán escritos en sus pechos, como letras de fuego, las leyendas de los más grandes sabios que acompañaron a la humanidad a través de los tiempos y que hicieron posible que esta humanidad, la humanidad de hoy, todavía no se autodestruya.
Las almas que han sido congregadas por la Madre del Mundo y por el Amor de la divina Señora, se postrarán en el suelo, colocarán sus manos sobre sus rostros y llorarán, porque el mundo y la vieja civilización no tomaron consciencia de esto, de la presencia de los más grandes sabios, en los recintos más internos de la Tierra.
En el desierto de Mongolia se proclamará una voz, que ha estado muy silenciosa a través de los tiempos. Un antiguo y gran Patriarca se mostrará a la humanidad y en su más cálido y expresivo amor, mostrará para las almas consecuentes un divino y sagrado legado, bien guardado en sus corazones de oro; porque las almas verán brillar como el oro el corazón de ese gran sabio, y así comprenderán que un sagrado conocimiento guardado en los mundos internos, será entregado como llave para los que repoblarán la Tierra.
Durante los mil años de paz no será necesario sufrir, porque en verdad les digo que la Nueva Humanidad finalmente habrá aprendido que no era necesario seguir por ese camino y estar apartado del Amor de Dios.
En aquel tiempo, la santa Divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo estarán presentes sobre la humanidad. El Hijo de Dios visitará la Tierra muchas veces, y en esa hora muchos conocerán Su verdadera Faz. No solo verán al Nazareno, sino al Hijo de Dios Glorificado en Su más simple humildad y Misericordia. Los corazones sentirán en aquel momento, la grandeza del Amor de Dios y Su infinita Piedad.
En esos tiempos que llegarán, todo será más pacífico. Ninguna nación se opondrá a otra nación. Las humanidades no estarán en contra de las Leyes de Dios ni tampoco de los principios que rigen los universos. De esta forma, la Tierra prometida llegará, saldrá viva de las Escrituras y estará materializada en este planeta, en los nuevos congregados por la paz.
Y cuando los recintos más sagrados estén abiertos, como puertas de luz y de gran consciencia, a los ojos de todos los merecedores de esto, el Hijo de Dios, más brillante que un sol y que cientos de estrellas, hará la Comunión con Su nuevo pueblo. Las fallas cometidas en el pasado serán borradas. Habrá un corte en el tiempo y en el espacio de toda la historia de la humanidad, desde el principio de Adán hasta antes del Nacimiento de Cristo, y después de la Ascensión de Cristo hasta el presente. Esos tiempos serán extirpados y en la memoria de los más humildes prevalecerá el recuerdo de su Maestro y Señor, en Israel.
Cuando las Santa Comunión de la Nueva Alianza entre los consecuentes y Nuestro Padre Dios sea entregada, se fundirá en cada consciencia la esencia de la Divina Trinidad y todos estarán en un gran gozo; una alegría inmensa los colmará, alegría, gozo y gloria que durará mil años.
Y finalmente, después de esa Santa Comunión y de esa nueva alianza con el Glorificado Rey, el Pastor de las multitudes y de todas las razas, hará que todos los pueblos, que todas las naciones y todas las lenguas se comprendan, como nunca antes se comprendieron, porque vivirán finalmente en el amor.
Las armas más peligrosas serán retiradas del mundo. No habrá arma más potente que la que tiene Dios a través de Su Corazón, que es el poder de Su Amor.
La Tierra, en los días del Juicio Final, se librará de muchas cosas. La Tierra ya no temblará, los mares ya no se agitarán, cuando el Hijo de Dios venga entre las nubes, encendiendo todo el universo sobre la humanidad dormida.
Vengo así en este día, a dar continuidad a la profecía que una vez prediqué en el Templo. Dichosos de aquellos que creen en lo que les digo, porque los tiempos pasarán, mas Mis Palabras se sembrarán en los corazones simples. Que así sea.
Jerarquía Divina de Ángeles y Arcángeles
te abrimos la puerta, que ingrese la Luz.
En nombre de la humanidad,
invocamos ahora Tu Cósmica intervención. Amén.
(en portugués, tres veces)
Escuchen la Voz del Maestro con amor, para que los nuevos códigos que están siendo sembrados ingresen en la consciencia de todos y de aquí a seis meses de su tiempo, no se reconocerán.
Hoy Dios quiere, que el Hijo de Dios sea nuevamente el Sacerdote Mayor para todas las criaturas de la Tierra y para todos Sus seguidores.
Que las almas sean ungidas por el espíritu sagrado de la Cura, para que en ella se cumplan los Designios de Dios. Amén.
Estoy vertiendo los Rayos de Mi Gracia sobre todos los elementos ahora expuestos, para que así Mi Gracia se multiplique en toda la humanidad. Y ahora no son solo ustedes los que reciben Mi Misericordia, sino todas las razas y culturas de la Tierra, a las que Yo iré a su encuentro, en poco tiempo.
Es así como a través del misterio de la Comunión, de todos los panes y vinos ofrecidos en Mi Altar, es que Yo multiplico, en esta hora, todos los Rayos de Mi Gracia para que lleguen a todas las culturas del mundo y Mi Voz sea escuchada en todos los continentes y en todas las lenguas. Recuerden que aún tengo esa aspiración. No demoren, porque muchas almas agonizan sin poder reencontrar al Señor y ni siquiera poder comprenderlo en su propia lengua.
Mi Mensaje de Paz en esta Sagrada Semana, se extiende al mundo entero y, sobre todo, a aquellas regiones del planeta que no viven la paz, sino solo la guerra y la destrucción.
Hoy he reunido a sacerdotes y adoradores, porque Mis Sacerdotes representan a Mis discípulos y los Adoradores representan al pueblo de Dios, a aquellos que escuchan la Palabra Viva que proviene del Corazón de su Maestro.
Es así que a través de estos elementos, compañeros, estoy confirmando que este es Mi Cuerpo y esta es Mi Sangre, y que también Mi Palabra, la Palabra de Dios, llegará a los lugares más lejanos del mundo, por la obra y la acción de sus seres en este Plan, unidos a su Redentor.
Europa deberá reabrir las puertas para que los Sagrados Corazones lleguen a Asia y Oceanía en un próximo ciclo.
Hoy Mi Corazón les muestra el deseo ardiente de visitar Japón, Tailandia, Corea del Sur y Australia, en donde Mi Mensaje se multiplicará para el mundo y para todas las almas que allí se encuentran.
Eleven su oferta a Dios.
Padre Nuestro (en arameo).
Padre Nuestro (en portugués y español).
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Nuestro Señor está pidiendo que un hermano, de habla inglesa, venga aquí para hacer el Padre Nuestro en inglés, por favor, para completar esta consagración.
Padre Nuestro (en inglés).
Quédate en paz, hijo Mío, Mi Gracia está sobre ti. Te agradezco.
Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a todos los seres de buena voluntad.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Les agradezco queridos compañeros, por haberme acompañado hoy en esta sagrada proclamación de la divina Profecía de Dios.
Les agradezco.
Mi Dios,
yo creo en Ti, yo te adoro,
yo te espero y yo te amo.
Y te pido perdón,
por los que no creen en Ti,
no te adoran, no te esperan
y no te aman.
Amén.
Hijos de Mi Padre, escuchen bien lo que les diré:
Aquí está presente el testimonio de Mi Amor vivo por ustedes. Dichosos los que lo contemplan de corazón porque merecerán la vida eterna.
Escuchen, tribus de Israel, hoy extendidas por toda la Tierra. Escuchen, pueblos de Oriente. Escuchen, pueblos de Occidente, que Mi Voz resuena en los cuatro puntos de la Tierra.
Escuchen a su Señor, que está declarando a la humanidad el último tiempo de Su Misericordia.
Levanten las banderas de la paz entre todas las naciones de la Tierra. Enciendan en sus corazones la llama de la pacificación. Que entre hermanos se reconcilien. Que entre las tribus se unifiquen y que todos sean exaltados por la venida del Hijo de Dios.
Aquí está el testimonio de Mi Amor por ustedes, hecho Cuerpo y Sangre, para la reconciliación de la humanidad con Dios. Dichosos son los que lo contemplan en la Adoración y en la Comunión.
Escuchen Mi Voz, tribus de Israel. El Señor Todopoderoso está enviando a Su Hijo por segunda vez. Dichosos de los que creen en Sus Palabras, porque sus ojos se abrirán para poder verlo, cuando Él llegue en el momento menos esperado, glorioso y sublime entre las nubes, anunciando al mundo el fin del dolor y el resurgimiento de la esperanza en los corazones.
Tribus de Israel, hijos de David, ya no se opongan los unos a los otros. Que las naciones ya no se levanten las unas contra las otras. Mucha sangre inocente está siendo vertida en el mundo.
Hoy vengo aquí por Mi amada Tierra Santa, por Egipto, por Eritrea, por Sudán, por Siria, por Turquía y por Grecia. Que escuche la humanidad la Palabra de Dios, mientras los ángeles se postran ante la Divinidad del Hijo de Dios.
Resígnense por aquellos que no lo hacen. Humíllense por aquellos que no se humillan ante Dios. Que escuchen la Palabra de Dios, todos los corazones. Que escuchen la Palabra del Hijo del Padre, impregnada por Su Divina Misericordia y por Su profunda Piedad.
Que se unan las lenguas y los pueblos. Que ya no existan las fronteras ni las barreras. Que cada uno acoja a su hermano y semejante, para que el Reino de Dios los guíe en esta hora sangrienta de la humanidad.
Sean bendecidos los presentes por Nuestro Padre Abba. Sean bendecidos los que no son bendecidos. Que reciban del Corazón del Hijo de Dios el aliento para retornar a la esperanza, la alegría para seguir viviendo, la cura para sanar sus heridas más profundas.
Quiero que escuchen la voz de Aquel que estuvo entre ustedes como Hermano y que, nuevamente en esta semana, vuelve a verter Su Sangre Espiritual sobre el mundo, para que la Justicia Divina no descienda sobre gran parte de la humanidad.
Quisiera que hoy sus corazones, ante la adoración de Mi Cuerpo Eucarístico, terafín universal de todas las humanidades, ustedes pudieran asumir con consciencia y de corazón a las naciones del mundo que sufren su propia agonía. En esta Sagrada Semana ofrezcan, amigos Míos, Mis siete agonías por Egipto, Eritrea, Sudán, Nigeria, Israel, Grecia y Siria. Yo dejé en aquel lugar un tesoro para el mundo que muchos aún están buscando en su peregrinación de fe.
Pero vengo aquí a Sudamérica para demostrarles la omnipresencia del Hijo del Altísimo porque, en Su omnipresencia, Él ama a Sus criaturas en la esencia de sus espíritus y almas, constituidas por la molécula del Amor de Dios desde el principio de su existencia.
Hoy no solo quiero que sean corazones sinceros, sino fieles a Mi Llamado. Estoy abriendo las puertas para que ingresen a las nuevas escuelas que Mi Corazón les ofrece, en Su inmensidad e infinidad.
Hoy siete adoradores, de esta Orden que Yo he constituido, ofrecerán a Su Señor, a Su Santísimo Esposo Eucarístico, la llama de sus corazones, encendiendo una vela a los pies de este Santísimo. Y lo harán por cada una de las naciones que Yo he nombrado, que sufren el terror y la pérdida inmensa de Mi Divina Misericordia.
Las espero para poder continuar. Mantengan su atención en el Santísimo Sacramento del Altar, porque Mi Cuerpo Eucarístico y Mi Divinidad están presentes, trabajando con el mundo entero.
Entonen esa canción, mientras espero.
Y así, Yo les encomiendo, queridas hijas, que oren, al igual que muchos más, por cada una de las naciones que les he nombrado, las cuales son parte del dolor de Mi Corazón, en esta Sagrada Pasión que en este tiempo estoy compartiendo con todos ustedes.
Alivien la agonía de Mi Corazón para que, pudiendo salir de sí, se unan a Mí como tantos siervos Míos para clamar por esta raza que está perdiendo su Proyecto. Pero Mi Divina Misericordia supera todas esas cosas cuando sus corazones se unen a Mí en constancia y fe y, a pesar de lo que suceda, responden a Mi Corazón misericordioso, para que Yo pueda ser Misericordia en ustedes, y ustedes sean Misericordia en el mundo que está sufriendo muchísimo.
A todas Mis hijas y Mis hijos adoradores, hoy les entrego el mayor tesoro de Mi Consciencia que es la Comunión espiritual de su Maestro y Señor. Porque cada vez que adoren al Santísimo Señor, en el silencio de sus espíritus, deben saber que estarán comulgando plenamente todos los días Conmigo, hasta que se pueda cumplir Mi Plan de Paz.
Los ángeles, al igual que ustedes, criaturas semejantes a Dios, tienen en sí el potencial de divinizar las cosas cuando aman profundamente y con confianza.
Les pido a todos Mis siervos, consagrados o no como adoradores, que cada día más se animen a penetrar en este misterio, en este terafín y en este símbolo, que los elevará en humildad, renuncia y sacrificio por todo lo que su Maestro desea cumplir en el mundo.
Hoy, a cada uno de ustedes, compañeros, los tomo de la mano para que acompañen a su Señor en esta agonía, que ve suceder en el mundo, día tras día, y que no se detiene. Pero el Poder de Dios es más fuerte que todos los hombres y que todas las naciones.
¡Ay de aquellos que hacen el mal a sus hermanos! En el día de Mi venida al mundo Me temerán por tanto Amor que Yo emanaré para todos los confines de la Tierra, hasta que surja la nueva humanidad.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Nos ponemos de pie.
Hijos de Mi Padre, reverencien a Aquel que viene entre las nubes trayendo el Amor de Dios y la Misericordia, y haciéndola viva en todos los que confían en Su Sacratísimo Corazón.
Yo estoy aquí para estar cerca de ustedes y no separarme jamás, porque lo que Yo tengo para cada uno es eterno.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Cantemos.
Mientras preparo el altar, para bendecir el agua que bautizará a las almas en el Espíritu Santo, unámonos en este momento a la Fuente del Amor de Dios, que es la que santifica a las consciencias que se unen para vivir en sus esencias estos sacramentos, en representación de muchas almas más.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
El Señor se está preparando para vivir el momento más doloroso de Su Pasión por la humanidad. Y ustedes deben ser sacramentados para poder acompañarlo en este camino de búsqueda incesante de Su Corazón.
"Señor, exorciza este incienso para que sea tan sublime como los ángeles del Cielo, que liberan de las fuerzas del mal a todas las criaturas de la Tierra.
Padre Eterno, bendice esta agua, para que sea más casta y más pura, y sea tan bendita así como Tú lo eres en el Universo.
Amado Padre, bendice estas velas para que sean Luz Divina en el mundo, así como Tú te hiciste Luz y expansión de Consciencia en todo lo creado. Amén.
Señor, Adonai y Padre Altísimo, Tú que creaste el agua para generar la vida en las consciencias; Tú que hiciste nacer este elemento para que todos pudieran aspirar a encontrar Tu sublime castidad; Tú que has dado este elemento a todos los planetas y estrellas para que esta agua se comportara como una fuente de cura y reparación de todas las heridas que Tus criaturas vivirían a través de los tiempos, haz que ella espeje Tu Amor en aquellos que serán sacramentados en este día. Haz, Señor, que ella, en su castidad y esencia, expurgue, purifique y limpie lo impuro para que cada corazón que será santificado, encuentre la cura, la renovación y la paz. Que así sea.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Aquí, en este momento, Adonai y a través de estos elementos que son parte de los humildes que aran la tierra para que nazca el trigo y de los que cosechan la vid para nutrir sus cuerpos, hoy Me vuelvo a entregar a Ti, Señor, tan pequeño, humilde e insignificante entre Tus hijos, para que a través de esta transustanciación, los corazones encuentren refugio en Mi Espíritu.
Elevo Señor, esta ofrenda, Adonai, Emmanuel, Abba, a los pies de Tu altar para que sea derramada Tu Gracia en Mí, y Mi Gracia sea en ellos, en todos los que sufren y padecen las guerras. Que así sea".
Y hoy también pediré una canción, compañeros, para poder elevarla a Dios, clamando por esta Misericordia para la humanidad; una canción que representa el amor a la Palabra de la Jerarquía Universal y Celestial, porque Mi Palabra es como el agua que quita la sed. "Mi Palabra es agua viva".
Les agradezco por estar en Mí y por permitir que Yo esté en ustedes.
Oremos un Padre Nuestro por todo el planeta.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
¡Gracias, Señor, por cuánto nos das!
En este encuentro te honramos, Señor. Amén.
Es una alegría encontrar a aquellos que persisten. Por eso hoy he venido a sacramentarlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Es una alegría encontrar a los que adoran a Mi Corazón y que buscan a través de este camino fortalecer su alianza Conmigo, para que se difunda Mi Paz en el mundo.
Hoy estoy con San Rafael y San Gabriel Arcángel. Han venido a dar comienzo a esta ceremonia. Son los portavoces de la Fuente Primordial, los que traen la cura y la redención para la humanidad.
Necesito que con esto comprendan, compañeros, que sus consciencias hoy dieron un paso por la humanidad. Y Dios viene a su encuentro en Su Gloria, con todos Sus ángeles y santos, para proclamar el triunfo de Mi Sagrado Corazón.
Así como estuve a las puertas de Jerusalén hace más de 2000 años atrás, hoy estoy a las puertas de sus corazones, para proclamar ¡aleluya!, glorioso es el Padre que está en los Cielos, benditos son aquellos que vienen al encuentro del Señor para despertar su fe, su amor y su confianza en el Primogénito, Aquel que nació de la poderosa Fuente del Amor.
Hoy entonan los coros, en esta parte de la Tierra, el descenso de Mi Consciencia sacerdotal para que en la otra parte del mundo las tinieblas sucumban, así como fue hace 2000 años atrás.
Crean que esto está sucediendo hoy. No podré evitar que nadie muera, pero sí podré conceder en este tiempo de caos, la Gloria de Mi Reino.
Benditos sean los que vienen al encuentro del Señor y abren sus corazones para ser liberados de las amarras y despertar sus compromisos con Aquél que vendrá en Gloria en Su Retorno, y que será visto entre las nubes encendiendo los Espejos del Amor para que el mal desaparezca del planeta.
Alabados sean los que hoy están aquí, en nombre del Señor, en servicio incondicional y en amor permanente para que el mundo, que está herido, sea curado por sus oraciones y entregas.
Benditos sean los que hoy se consagrarán como Adoradores de Mi Cuerpo Eucarístico, porque serán los primeros y también los últimos que abrirán las puertas para que muchos más ingresen al Sagrado Templo de Mi Corazón.
Hoy los espíritus impuros, que vagan por el mundo, están siendo paralizados.
¡Bendito es el Reino del Señor!
Nadie puede resistirse a Él, porque es muy grande Su Misericordia.
Enciendan ahora las llamas de sus corazones. Enciendan sus espíritus ante la Presencia del Hijo de Dios. Su Sagrado Corazón penetra las entrañas más profundas de sus seres, para que así se establezca la Comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.
Coloquen sus manos en señal de recepción, para que Mis Gracias puedan ser derramadas y sus corazones se liberen de cualquier agonía.
Benditos sean los que lloran ante la Presencia del Señor, porque ellos serán consolados y recibirán de Su Padre Celestial la bendición universal, Su sacratísima Llama de Amor y todo el poder de Su Gracia.
Benditos sean los humildes que vienen a ver al Señor, porque no esperan nada para sí, solo honrar y adorar a la segunda Persona de Dios, a través de Su amadísimo Hijo.
Hoy espiritualmente, compañeros, vengo a lavar sus pies, para que estén purificados, limpios y puros para esta Sagrada Semana. Crean que lo estoy haciendo en este momento, junto con todos los ángeles del Cielo, que también lavan sus pies para revelarle al mundo la santísima Humildad de Dios.
Benditos sean los que vienen al encuentro del Señor. Las puertas del mal sean cerradas, para que descienda el Universo Celestial sobre todas las criaturas que lo invocan y lo claman en la perfecta sinceridad de sus corazones.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
En este momento, el Señor está mostrando a los bienaventurados, a los santos y a los evolucionados, y un gran cielo celeste de Luz está sobre nuestros seres.
Jesús está abriendo de nuevo un Libro y lo está leyendo. Las palabras escritas en ese Libro son de oro y Él las contempla en un profundo silencio. Las hojas que Él va pasando se iluminan, así como se ilumina Su Corazón, como un gran sol. Alrededor de Su Corazón aparecen puntos de Luz, que forman círculos entre sí y rodean a Su Sagrado Corazón. Él me dijo que esos puntos son almas glorificadas, que se encuentran presentes en la Tierra y que han venido en este fin de tiempo, de otros universos y de otras escuelas, a cumplir su compromiso final y a sellar su alianza con el Primogénito.
El Libro desapareció. Ahora, Él está extendiendo Sus Brazos en forma de cruz. Él dice: “Yo Soy el Redentor. Todos los que vienen a Mi Corazón no se perderán, porque Mi Corazón es un refugio para la vida eterna”.
Ahora San Gabriel Arcángel y San Rafael Arcángel tienen cálices entre sus manos. El Sagrado Corazón de Jesús está derramando Sangre sobre ellos. Esa Sangre se vierte sobre los cálices. Son cálices dorados y grandes del Universo Celestial. Los Padres Creadores se arrodillaron para recoger esa Sangre que vierte el Corazón de Jesús.
Y el Señor sigue extendiendo Sus Brazos en señal de cruz, como aquellos que se consagran a la vida, a toda la vida consagrada, como todos los que se consagran a Él.
Por encima de Nuestro Señor está la paloma del Espíritu Santo, como un Ave de Fuego que emana doce rayos a través de sus alas, sobre diferentes puntos de la Tierra.
Jesús está llorando, con Sus Ojos cerrados. Debajo de los cálices de los Arcángeles aparece una imagen del planeta. Y debajo del planeta, cuatro ángeles querubines que sustentan a nuestro mundo.
Postrados:
Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo
presente en todos los sagrarios de la Tierra,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que Él es ofendido.
Y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.
(tres veces)
Lleven Mi Sangre al mundo para que nadie más la derrame y no sean sacrificados los seres de esta Tierra por el falso poder ni por la soberbia humana.
Vengo aquí a darles Mi alegría y también Mi confianza. Y en esa confianza se encuentra Mi dolor, el que muy pocos aceptan por ser un dolor muy grande, que espiritualmente aspiro a compartir con los Míos hasta los últimos días de la Tierra.
Esta es la Sangre que vengo a verter sobre el mundo. Esta es la alianza que entrego a Mis seguidores. Este es el mayor Sacramento de reconciliación con Dios.
Ahora, que están purificados, podrán ingresar al Portal de Mi Paz y de toda Mi Gloria, en donde les revelaré Quién Soy en esencia, por qué ahora estoy retornando al mundo y he escogido esta casa para comenzar a hacerlo, para abrir las puertas al Retorno de Su glorioso Rey.
Cuando oran y cantan de corazón, sin expectativa alguna, sin buscar nada para sí, Mi Corazón, que es humano y divino, es aliviado por todos aquellos que con fervor proclaman su fe en Mi Consciencia. Esto Me trae la esperanza de volver a visitarlos, a ustedes y a sus hermanos, para que el mundo Me escuche y sepa que en verdad estoy aquí, en esta parte del mundo y con esta parte de la humanidad, para poder ingresar en el corazón de los Míos.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Los Arcángeles Gabriel y Rafael se elevaron. Acaban de elevarse al Cielo, llevando los cálices entre Sus manos.
Mi Sangre derramada hoy sobre los cálices es el ofertorio de sus almas para que descienda aún más Mi Divina e Insondable Misericordia, para que descienda la piedad en donde no existe la paz y en donde reina el sufrimiento, en estos tiempos finales.
En este primer día, los invito a ser parte de Mi Obra planetaria. Fueron escogidos para llevar Mi Mensaje al mundo. Ustedes son almas muy diferentes, pero en esencia son iguales, en los grados de amor. De estos grados de amor Yo Me sirvo para que, después de esta Sagrada Semana, definitivamente, Mi Sagrado e Insondable Corazón con todos Sus ángeles ingrese a Asia.
Benditos sean los que creen en la Palabra del Señor, porque en el próximo mundo tendrán sabiduría eterna.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Acaba de llegar San Miguel Arcángel, que está por encima de nuestro Señor. En Su mano derecha lleva una lanza; en Su mano izquierda lleva un escudo de plata y es semejante al ser humano.
Jesús dice:
Él vino a anunciar Su victoria sobre las tinieblas de la Tierra, porque hoy se han salvado en el mundo 130.000 almas que estaban perdidas y que comenzarán su camino de redención, para encontrarme algún día, así como ustedes Me encontraron y Yo los encontré a ustedes, en lo más íntimo de sus corazones.
Alabemos a Dios por Su infinita Misericordia.
Bendigamos este altar, para que cada espacio sea digno de recibir Mi Gracia. Que así sea.
Por último, quiero agradecer a sus corazones y sobre todo a sus almas por seguirme, a pesar de lo que suceda. Porque quien en verdad cree en Mí no perecerá; Yo triunfaré en su vida y más allá de ella.
Unámonos ahora a Adonai, invocando Su Misericordia por un mundo herido.
Canción: “Adonai, Espíritu Santo”.
Recuerden que aquí Yo siempre les dejo, a través de la comunión con Mi Cuerpo y con Mi Sangre, el símbolo de su salvación, de su redención y sobre todo, de su paz.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Él está imponiendo Sus Manos sobre estos elementos y está orando en arameo.
Y ahora llegó el momento, compañeros, de los que formarán parte de esta congregación de amor, que intenta todos los días aprender a vivir en Mi Gracia y en Mi transparencia celestial.
He escogido una canción que todos Me cantan muy bien, la cual aprecio porque Mi Padre la aprecia por la inocencia que las almas pueden encontrar cuando la cantan. Este será el cántico de los Adoradores para que también a través de ellos se proclame el Reino de Dios.
Escucharé con Mis Oídos internos la pronunciación de estas palabras, grabadas en ese cántico, para que así los Adoradores reciban, en este día, Mi bendición, para que muchos otros más, también la reciban en el futuro.
Canción: “Tú eres el Rey”.
Madre María Shimani de Montserrat:
Queríamos compartir con todos, que esta bendición especial que Cristo hizo para estos hermanos, es porque a partir del día de hoy, ellos forman parte de una nueva rama de la Orden Gracia Misericordia, que son los Adoradores, una tarea que tienen todas estas almas, de adorar al Cuerpo Eucarístico de Cristo, y nosotros, como Orden, les damos la bienvenida. Porque sabemos que ustedes van a ser un gran sustento para todos nosotros, no solamente para los consagrados de la Orden, aquellos que se consagran monásticamente, sino para todo el planeta.
Estos hermanos han hecho una tarea durante meses, en los que se fueron confirmando día tras día, como adoradores del Cuerpo Eucarístico de Cristo. Han ido trabajando intensamente y consiguieron algunas metas. Entre ellas, la de adorar internamente a Cristo, y tener una frecuencia permanente en la tarea de adorar al Santísimo. En estos últimos seis meses, ellos se confirmaron ante nuestro Señor y dieron su “sí” para asumir formalmente una tarea dentro de la Orden como “Adoradores del Cuerpo Eucarístico de Cristo”.
Así, todos aquellos que sientan en su corazón, el poder realizar esta tarea y asumir formalmente frente a Dios y frente al mundo, la tarea de adoración, pueden solicitar también hacer su aprendizaje y cuando se sientan preparados, seguros de que van a poder sustentar ese compromiso, nosotros estaremos muy felices de darles la bienvenida en nuestra Orden.
Mientras estoy presente, recapaciten en todo lo que Yo les dije en estos últimos días, y definan sus vidas en Mi Corazón Misericordioso, que se abre como manantial inagotable para las almas sedientas del Amor de Dios.
En este día los preparo para mañana, en Mi última Cena, donde reviviremos el gran misterio de Mi Divinidad y de Mi Agonía, antes de la Pasión.
Mi Corazón se ofreció completamente por cada uno de ustedes, y Él, nada perdió.
Estoy ante ustedes como ante el pueblo de Dios, que se reúne como un solo rebaño para recibirme en esta Semana Santa.
Ya ungí sus pies, bendije sus cuerpos, purifiqué una parte de sus vidas y los acerqué aún más al Corazón de Mi Padre, para que siendo renovados por Mi Espíritu, puedan sobrevivir en esta transición que se aproxima, la cual deben amar aunque no la comprendan ni la conozcan, porque el mundo tiene que purificarse, compañeros, para así poder encarnar una nueva humanidad, y escribir una nueva historia en los libros sagrados del Cielo, a través de este cenáculo que hoy viviremos y de esta bendición que propagaremos para la bienaventuranza de todos.
Eleven nuevamente sus intenciones para que Mi Padre las pueda escuchar, y así, contemplar en Su Misericordia infinita todas las necesidades de Sus hijos en el mundo entero.
Ustedes saben, compañeros, que hay almas que sufren más que ustedes en esta hora planetaria; por eso la obra en la que están todos ustedes debe tener una continuidad, y no vacilar.
Mi Santa Madre les entregó las bases para realizar esas obras, basada en la integración de la fraternidad y en la unidad de los seres de la Tierra que se congregan en Mi Nombre para servirme, y así, servir a Mi Padre que está en los Cielos.
No quieran nada para sí, sino todo para los demás, así encontrarán su libertad en la donación simple de las cosas, y en la expansión absoluta del amor de sus corazones.
¡Ay, amigos Míos! Cómo me gustaría que Me escucharan muchos más, así como Me escuchan ustedes con el corazón abierto, y con la preparación que Yo les imparto para vivir el fin de los tiempos.
No dejen su trabajo espiritual para atrás, nunca lo permitan. Caminen en confianza hacia Mi Corazón y así podrán vivir todos los días la renovación espiritual de sus seres internos.
Ahora Yo les mostraré un ejemplo[1]:
Este es el mayor secreto de Mi Amor por el mundo.
Esta es la revelación perfecta del Amor de Dios para con todas sus criaturas.
Quien la contempla se salva.
Quien la interioriza, encuentra la liberación de su espíritu de todas sus formas.
Quien ama al Santísimo revive Mi Pasión y la abraza como su trabajo interno.
Esto fue, compañeros lo que Yo entregué para los doce y para toda la humanidad.
En el plano material, Yo les muestro Mi Presencia.
Dichosos de aquellos que creen en eso y lo viven permanentemente.
Este es el portal por donde ustedes pueden pasar todos los días y dejar para atrás sus costumbres y hábitos mundanos para elevar sus espíritus, lo que los liberará.
Quien cruza a través de esta Santa Custodia hacia el Reino de Dios, se fortalecerá y nunca se sentirá perdido.
Esta es Mi Expresión de Amor por el mundo y se los repito, para que lo puedan sentir como verdadero y puro.
Aquí esta Dios presente con toda Su Conciencia, pequeño y semejante a ustedes, vivo y resplandeciente, como los corazones humildes.
Este es el símbolo de Mi Patriarcado, este es el emblema para Mis legiones, para los adoradores de Cristo y de Su Santa y Viva Faz.
Este es el alimento para los hambrientos.
Es la luz para los que están en la oscuridad.
Es la solución para las dudas, la claridad para las incertidumbres, la fortaleza para los que están ciegos y no Me pueden ver.
¿Quién querrá adorarme así como los ángeles Me adoran, todo el tiempo?
No Soy algo desconocido para ustedes, por eso encarné en el mundo y les di el mayor testimonio de Dios para toda la humanidad.
El día miércoles, después de haber vivido Mi mayor agonía por amor y de haber soportado todos los pecados que hasta los días de hoy las almas cometerían por ignorancia y perdición, antes de la última cena, Me retiré en el silencio del corazón.
Yo vengo a revelarles, compañeros, esa luz que Yo Soy, para todo el Universo, ese símbolo salvador para las almas que buscan la salida y que no encuentran en su camino ninguna verdad.
Vean al Hijo de Dios resplandeciente en este Misterio, previo a Su Pasión del viernes.
Cuánto amor se reflejó para cada uno de ustedes en aquel tiempo, y aún está vivo a través de los corazones y de todas las generaciones que viven a Cristo en su interior.
Este es el compromiso de todos los adoradores que quieran asumir en sus vidas el equilibrio del planeta y de la humanidad, en este tiempo de caos: Adorar al Santísimo Cuerpo de su Maestro hasta los últimos días de la batalla.
¡Cuánto amor hay para derramar a través de este Santísimo y de este símbolo de paz!
¡Cuántos corazones podrían ser aliviados, si solo Me miraran con simplicidad y devoción!
No vengo a instaurar almas fanáticas, sino espíritus en permanente contemplación y elevación hacia lo alto; espejos de Dios vivos sobre la superficie de la Tierra que retransmitan a través de sus almas los impulsos Divinos de este santo símbolo: ser espejos de la paz, ser luz entre la oscuridad y las tinieblas, ser amantes de Mi Amor Misericordioso y Pacífico.
Asuman en sus vidas este legado, porque hay almas que han venido a este mundo para realizar esta, Mi Voluntad, de adorarme todo el tiempo.
En la mesa de la última cena instituí este Principio de Dios en el mundo y para todas las criaturas.
Mi Corazón se entregó por ustedes, y se ofreció como una gran eucaristía viva de carne, sangre y agua, para que las almas pudieran salvarse bajo la intercesión de su Señor.
Y hoy impongo aquí, compañeros, la bendición de la Santísima Trinidad sobre este arquetipo, este símbolo de paz para el mundo.
Quien camine detrás de él será una chispa para el mundo, resplandeciendo en los abismos.
Quien viva por Cristo encontrará la paz y nunca perecerá, cuando su confianza sea más grande que sus miedos y que todas sus pruebas.
Ahora hijo, muestra al mundo lo que Yo Soy.
Dejen depositado en este símbolo sus aspiraciones; en verdad nunca los abandonaré, porque quien está en Mi nada teme y tendrá vida eterna.
Los bendigo, hijos, con Mi Luz y con Mi Paz.
Coloquen sus rostros sobre Mi Corazón resplandeciente y sientan el amor que los conforta en esta hora de entrega y de renuncia por el mundo.
Ustedes se consagraron a Mí, y Yo Me complazco por eso.
Ustedes dijeron que sí y Yo los acepto, en imperfección e inmadurez, porque no veo sus miserias, compañeros; solo veo todo lo que el mundo puede dar cuando caminan en la trascendencia y se confirma en la fe de servir a Dios hasta el final.
En el nombre del padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Y aun cuando estoy presente, espero que sepan contemplarme en la continuidad de su amor y de su devoción por Mí, porque lo único que deseo, compañeros, es la redención de sus vidas y la pacificación de sus corazones, en ustedes y en sus semejantes.
Elevemos al Padre del Cielo este ofertorio de hoy, que acoge Mi Corazón Misericordioso, y sientan la paz, solo la paz de vivir en Dios.
Quien está en Dios, nada teme
Quien está en Dios, no retrocede,
Quien está en Dios vive del amor de Dios,
Esta es la fuerza de hoy.
En Dios, en Dios, en Dios. Amén. ( x3)
Incienso.
En la oferta del incienso, compañeros se encuentra la purificación del espíritu y del alma, y de cada parte de los cuerpos que se alinean con la luz para elevarse.
Agua,
El agua es el símbolo de la purificación de toda la materia, es la castidad de Dios manifestada a través de este elemento sagrado, es el bautismo para todos los que deben renovarse.
Aceite.
En el aceite se encuentra el remedio para los enfermos de espíritu, la renovación por obra de la Gracia, y los objetos sagrados que dibujan la elevación de las almas por medio de la contemplación y de la adoración, son la conexión perfecta para los seres.
Instituyo el código de Mi Divina Sangre.
A través de MI Cuerpo instituyo la esencia de Mi Alma glorificada.
Segundo día de intenciones bendecidas por Mi espíritu.
Se recita el Padre nuestro en arameo y se leen y responden algunas intenciones.
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
A pedido de Cristo y por todas estas intenciones escucharemos “Páter Noster”
[1] Fray Elías pide que traigan el Santísimo.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más