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Ingresa en las esferas celestiales a través de la adoración al Cuerpo Eucarístico de Cristo. Deja que el Pan se revele como parte consagrada de tu Señor y encuentra en Él a los espejos y a los portales.
Ve tu esencia reflejada en Aquel que se da para ser adorado y, en el silencio de tu corazón, vive la revelación de la Alianza, siempre nueva y eterna, sellada por Cristo para que tu consciencia trascienda la condición humana y viva Su Propósito Divino.
Adorar al Cuerpo Eucarístico de Cristo, en profundidad, es vivir la revelación de la unidad entre Dios y los hombres, entre el infinito Cosmos y el microcosmos en tu interior. Allí es en donde la verdad se revela, en donde los velos rasgados se abren como los telones de un teatro que tuvo su fin, y los personajes dejan de existir para mostrar su verdadera faz.
No solo contempla y adora a la Eucaristía, hijo, sino, como un imán espiritual y divino, deja que ella venga a tu encuentro y ve tú también al encuentro de ese portal hacia el Corazón del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Entonces, al ingresar estarás en el Tiempo eterno de Dios y podrás reconocer quién eres.
Contempla, en la Sagrada Eucaristía, a la Iglesia Celestial de tu Señor. Que ella misma revele lo sagrado que hay en ti.
Comprende así que hay misterios infinitos, no solo en lo oculto y en el silencio de las dimensiones invisibles de la vida, sino también, hijo, en aquello que te fue entregado como Gracia y ceremonia y, más que eso, en tu propio ser, en tu propio cuerpo, alma, espíritu y corazón hay misterios que debes develar.
Contempla en la Sagrada Eucaristía la puerta que te conduce a esa revelación celestial para que ya no existan misterios.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Contempla el Reino de Dios en tu interior y descubre que el Padre, con toda Su Potestad y Su infinita Luz, habita en ti.
Deja que Cristo se revele siempre vivo en el centro de tu corazón para que percibas, hijo, que no necesitas morir para estar en Dios, pero sí descubrir la verdadera vida, la revelación de que Dios está en ti.
Los Cristos del Nuevo Tiempo son aquellos que buscan la Verdad en el propio corazón y la encuentran. Son aquellos que saben que el Reino de Dios habita en sí mismos como en el prójimo y que basta la llave del amor y de la humildad para abrir las puertas que lo guardan en sus corazones.
Los Cristos del Nuevo Tiempo no buscan la revelación del Reino más allá de las estrellas, mirando al cielo. Los Cristos del Nuevo Tiempo reverencian a las estrellas y a sus misterios, pero se saben espejos de ese Cosmos infinito. Saben que en el propio interior está lo que tanto buscan.
Entonces, vive tu búsqueda, hijo, de adentro hacia afuera. Contempla el Cosmos que hay en tu interior. Valoriza el poder de las virtudes y del amor, y ama saber que el Reino está en ti. Sé ese reino vivo para el mundo. Sé un espejo que revela al prójimo que todo lo que vive y respira es parte de Dios, es morada de Su Reino.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Acompaña, con tu corazón y con tu espíritu, los pasos de tu Señor por este mundo.
Clama, en nombre de la humanidad, para que las raíces de la corrupción de la consciencia humana sean arrancadas de lo profundo de los seres y de la Tierra. Permite que las Manos Divinas se sumerjan en el océano de los registros de la humanidad para liberarlos y purificarlos, retirando de la consciencia de los hombres y de las mujeres de este mundo el peso que no les permite caminar.
Ruega por la Gracia y por la liberación.
Deja que la Misericordia descienda a la Tierra como un caudal transformador y dispone tu corazón para que sea el primero en ser curado y transformado por Dios. Porque así, hijo, con tu propio ejemplo, abrirás una puerta aún mayor para que la Misericordia de Dios descienda al mundo.
Clama y sé ejemplo de la actuación de la Divina Misericordia. Pide a Dios que transforme el mundo y déjate transformar. Pide al Padre que sublime la corrupción humana y deja que Él arranque de ti las raíces corruptas, las energías y las fuerzas ocultas y milenarias que te impiden que profundices en tus pasos hacia Dios.
Mira hacia el mundo, hijo, y siéntete un espejo de él. Si transformaras lo que hay dentro de ti, aquello que está fuera de ti también se transformará.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Entra en oración y clama al Padre para que abra las puertas de Su Reino dentro de tu propio corazón.
Coloca tu atención en lo más profundo de tu esencia y, como quien retorna después de mucho tiempo a la casa de sus padres, ve con alegría al encuentro de Tu Creador. Siente Su Amor esperándote. Siente el calor espiritual de Su Presencia. Su Misericordia colma todos los espacios de tu ser.
Colócate de rodillas a los Pies de Dios y abrázalo espiritualmente. Di a Su Corazón tu confesión más sincera, arrepintiéndote de tus pecados más ocultos, y pide al Padre la Gracia de estar en Él y con Él en cada instante de la vida.
Recibe el bálsamo del perdón de Dios y fortalece tu fe. Clama, entonces, con el corazón puro por aquellos que más necesitan en este mundo. No te olvides de pedir por los Reinos de la Naturaleza y por las almas pecadoras que se pierden en los abismos de su propia ignorancia.
Pide al Padre, en nombre de toda la vida, de toda la consciencia humana, que la luz de Su Sabiduría permee Su Creación a través de Sus Espejos Divinos y que esta misma luz se refleje en ti.
Comprende entonces, hijo, a los Pies de Dios, que en tu esencia se guarda la llave para la transformación de todas las cosas. No busques fuera de ti el alivio de tu corazón cuando dentro de ti se encuentra la puerta para estar en Dios.
Recibe de Él las bendiciones para la concreción de Su Plan y, además, para interceder por este mundo.
Retorna, entonces, a la Casa del Padre con el corazón en paz, con la certeza de que tu consciencia permanece allí porque Él está en ti. Vive en Dios.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Para que el Reino de Dios llegue a la Tierra, primero tendrá que vivir en el interior de los seres. Abran camino hacia ese Reino a través de sus oraciones, momentos en los que la pureza de sus corazones emerge y les da a conocer los verdaderos sentimientos y pensamientos que un ser humano vino a expresar en el mundo.
Oren, hijos, atrayendo la paz hacia su interior y hacia su consciencia y luego dejen que esa paz se expanda por este mundo.
Como criaturas semejantes a Dios, los seres humanos guardan en sí el potencial de irradiar hacia toda la vida lo que hay en su interior. El universo de sus cuerpos, el microcosmos que se guarda en la composición de sus seres desde la consciencia hasta el menor de los átomos, es un espejo del Cosmos infinito.
Ustedes, hijos, son espejos del Corazón de Dios. Lo que habita en ustedes se irradia al mundo, aunque no sean conscientes de eso.
Para tener un mundo de paz, ustedes deben dejar que la paz se instale en sus consciencias y se asiente en todas sus células. Pacifíquense, conscientemente y, así, estarán trayendo paz a la vida.
Todo por lo que ustedes claman lo pueden atraer hacia el mundo a través de la transformación de su propia consciencia. En oración, pueden encontrar en ustedes la puerta hacia el Reino de Dios y, cuando sean capaces de permitir que Él se exprese en su interior, ahí entonces, hijos, ese Reino comenzará a expandirse por el mundo.
¿Comprenden la ciencia de la existencia humana?
El Creador manifestó a los seres humanos para transformar, a través de ellos, a toda Su Creación. El amor que puede nacer en ustedes, cuando abarca su genética y se expresa en todos sus átomos, puede transformar galaxias y universos. De la misma forma, cuando ustedes no viven en paz, la oscuridad que habita en los seres también resuena en toda la vida.
Reconozcan entonces, el potencial de sus corazones, de sus cuerpos, de sus vidas y tórnense instrumentos de paz y de Misericordia para este mundo.
Tienen Mi bendición para eso.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Lleven el Relicario de Mi Corazón a donde vayan. Porque como peregrino, silenciosamente, derramaré las Gracias de Dios sobre las almas, irradiando la pureza y la humildad que los corazones necesitan para encontrar al Padre y el camino de retorno a Su Morada Celestial.
El Relicario peregrino de Mi Casto Corazón revelará a los seres su propia pureza y verdad para que, ante él, las almas reconozcan quiénes son y lo que vinieron a hacer a este mundo.
El Relicario peregrino de Mi Casto Corazón será como un espejo para las almas, las que verán reflejado en él su esencia más pura y, poco a poco, descubrirán cómo expresarla y cómo ser lo que están descubriendo de sí mismos.
El Relicario peregrino de Mi Casto Corazón existe con el simple propósito de traer la paz y de revelar a los hombres el camino de retorno hacia el Corazón de Dios.
Cuando fueran sinceros delante de Mi Corazón podrán recibir las mismas Gracias que Yo recibí para encontrar a Dios y unirme a Él.
Mi Corazón no es el Camino, la Verdad y la Vida; pero sí es aquel que supo rendirse a Dios para recorrer ese Camino, para conocer esa Verdad y tornarse plenos de la verdadera Vida, que es la Vida en Dios.
Que la paz, que de él proviene, les revele sus orígenes y los inspire para que sepan retornar en espíritu al Corazón de Dios, aun estando con los pies en la Tierra.
Que sus almas conozcan el camino hacia el Corazón del Padre.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Clama al Padre para que el caudal de cura que proviene de la Fuente de Su Corazón descienda sobre la Tierra y permee los seres.
Clama para que el corazón del Arcángel Rafael se encienda como espejo sublime de luz, despertando y activando los espejos esmeralda que pulsan en el centro del universo.
Clama para que esta red cósmica de cura concentre sus emanaciones en la Tierra y llegue a los que más la necesitan.
Que se prepare el corazón de la Aurora interior para que, nuevamente, el planeta sienta su amor y su poder. Que se prepare el corazón de la Aurora interior, para que su seno sea la eterna morada de su Madre Celestial.
Clama, hijo, con amor, para que se abran las puertas y los portales, tanto en el Cielo como en la Tierra, y las almas finalmente crucen el umbral de su redención.
Que los enfermos de cuerpo y de espíritu no pierdan la oportunidad de reencontrar la paz. Que los Reinos de la Naturaleza también sean dignos de restaurarse y de restablecer en su interior la unión con el propósito de la vida.
Que esta aspiración divina sea parte de tu más íntima aspiración interior. Así, hijo, clama para que la aurora del amanecer ilumine siempre este mundo.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Los árboles y la vida - Parte I
El Reino Vegetal absorbe, del interior de la Tierra, la sabiduría y la historia de la evolución humana, guardando ese legado en su interior y se lo ofrece constantemente a Dios a través de su elevación, de su crecimiento físico y espiritual.
Los grandes bosques son grandes receptáculos de sabiduría, grandes espejos que le devuelven al Corazón de Dios todo lo que Él envía hacia la Tierra como rayos y vibraciones divinas que auxilian en la evolución de toda la vida. De esa forma, la vida en la Tierra siempre se renueva a través de la emanación de los grandes árboles. El Señor recibe las experiencias humanas en Sus Fuentes Creadoras y las renueva, enviando nuevos rayos e impulsos hacia la Tierra según aquello que la humanidad necesita para evolucionar y retornar a Dios.
Si los corazones tan solo contemplaran a los bosques con gratitud, podrían sentir y percibir estos y otros misterios de la ciencia de la vida.
Los árboles son comunicadores, espejos de Dios que reciben todo lo que Él envía hacia la Tierra y también le comunican al Padre sobre el desarrollo de la vida.
Contempla a los Reinos con reverencia y, en silencio, busca el misterio que en ellos se guarda. Así, hijo, tal vez un día te sea revelado el misterio sobre ti mismo.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Así como lo anuncian las señales en el Cielo, que son claras y bellas para los ojos que saben verlas, así llega Dios a la Tierra y manifiesta dentro y fuera de los hombres Su Esplendor y Su Gracia.
Tan simple como contemplar un arcoíris que surge en una tarde fría en el Cielo de la Tierra y que alegra a los corazones, así también las almas deberían contemplar en su interior la Presencia de Dios.
El Universo Celestial, bello y sublime, es tan simple como las cosas que alegran verdaderamente a las almas y a los corazones humanos; pero para alcanzarlo es necesario buscarlo con el mismo amor y con la misma voluntad que buscan las señales que se manifiestan en el Cielo.
Dentro de ustedes se guarda un misterio que se oculta por detrás de lo que piensan que son. Este misterio es el Universo Sublime de Dios, cuya puerta no se encuentra en las alturas, entre las nubes, sino en el propio corazón.
Dios se hace tan accesible al espíritu de los hombres como la belleza de un arcoíris lo es para sus ojos. Pero así como buscan el arcoíris y lo encuentran, así también sus espíritus deben buscar aquello que los nutre, los alegra y los torna plenos, que es Dios dentro de sí mismos.
Para encontrar a Dios en el propio corazón, pueden dejar que Él se refleje como un espejo en su interior. Cuando contemplen un Cielo pleno de belleza, cuando contemplen una expresión pura de la Naturaleza, no solo permanezcan en lo que ven, sino más bien abran los espejos de sus corazones y dejen que eso que es bello les revele la belleza y la pureza de sus espíritus, eso que verdaderamente son.
Todo lo que fue creado por Dios es bello y es perfecto, y esa misma expresión divina que encuentran delante de sus ojos pueden encontrarla dentro de sí mismos, cuando se abran para encontrar la Verdad en su mundo interior.
Que todo los eleve.
Que todo los lleve a Dios.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijo:
A pesar de todo, alegra tu corazón.
Llegaron el momento y la hora que tanto esperabas y para los cuales te preparaste por tanto tiempo.
Alegra tu corazón a pesar de todo lo que sucede en el mundo, porque llegaron el momento y la hora de abrirte hacia un Amor superior, de transformar tu condición humana, de vivir conforme al Evangelio que te guía y, así, renovar con vida las Palabras de Aquel que dio la vida por ti y te liberó de la muerte eterna, del padecimiento y del estancamiento espiritual.
A pesar de todo, alegra tu corazón.
Sé que el mundo agoniza y que muchos sufren, pero tú no puedes perder jamás la alegría que curará las heridas de tus hermanos alrededor del mundo y los ayudará a ver con claridad los tiempos en los que transitan como humanidad.
La alegría en tu corazón no representa indiferencia ante el sufrimiento del prójimo; la alegría en tu corazón representa el bálsamo que Dios hace fluir a través de él hacia todo el planeta cuando tu consciencia se coloca en el lugar correcto y, a pesar de las circunstancias, tú te abres para ser un instrumento de Dios, un espejo Suyo en el mundo, que refleja no aquello que es lógico, sino lo que es necesario.
A pesar de todo, entonces, no pierdas la alegría de tu corazón y no bajes los brazos.
Colócate en el Corazón de Dios para comprender las dificultades de la vida como tu oportunidad para superarte y, quien sabe, un día hacer cosas mayores que Aquel que te enseñó a obrar y a vivir.
Sé, entonces, una profecía viva: sé el misterio vivo de las Palabras de Cristo. Y si te parece que este tiempo presenta grandes desafíos y dificultades, supéralos a todos con el rostro limpio y renovado del cansancio; supéralos con la mirada pacífica y el corazón en Dios; supéralos como un servicio que les refleja esperanza a los que pensaban que todo estaba perdido.
Hoy solo te digo, hijo, que, a pesar de todo, a pesar de cualquier cosa, jamás pierdas la alegría de tu corazón.
Sé tú la sal de la Tierra; sé tú la luz del mundo, con Aquel que es y está en todas las cosas.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijos:
No toda la humanidad comprende la ciencia universal de los ciclos evolutivos. No todos creen que esos ciclos verdaderamente existen y, menos aún, que impulsan a la consciencia hacia un determinado aprendizaje.
Toda la Creación responde a Leyes universales, que son principios que organizan la vida basándose en energías y rayos divinos. Esas Leyes son captadas e irradiadas por los Espejos del Cosmos y son recibidas por el espejo del propio interior, para que sean entonces vividas y practicadas en todos los niveles de consciencia.
Un ciclo evolutivo es el momento en que el Creador envía, hacia Su Creación, determinados rayos divinos, que organizan nuevas leyes e impulsos y que, irradiados por los Espejos, deben llegar a cada criatura para que los exprese.
Esos impulsos del Divino, en cada nuevo ciclo evolutivo, intentan llevar a Sus criaturas a una nueva aproximación más profunda a Su Consciencia, mediante el amor y la transformación. No vivir los ciclos y no abrirse a sus impulsos es como cerrar las puertas de la consciencia a la evolución, a la aproximación a Dios y al retorno al origen.
El 8 de agosto de cada año representa la síntesis de todos los impulsos dados por Dios hasta entonces, cuando el Creador reúne los principios que aspira a que la humanidad alcance y los envía al mundo como rayos de luz, para que lleguen a Sus criaturas.
Aunque esos impulsos se renueven en cada nuevo ciclo menor que vivirán en el transcurso del año, la respuesta que dan al Padre el día 8 de agosto es primordial para la evolución y para la asimilación de los ciclos siguientes.
Para enviar esa respuesta a Dios, hijos, no necesitan hacer nada extraordinario: solo abrirse de corazón y disponerse en consciencia para que el Creador pueda actuar en sus seres. Deben estar disponibles espiritualmente para que esa unión con Dios sea la prioridad de sus vidas, y el amor a Su Plan los guíe en el develar de la verdad sobre la creación humana.
Fue un 8 de agosto que el Señor envió a Su Santa Sierva al mundo, porque Ella representa a todos los Rayos divinos, todos los Espejos, todas las Gracias. María representa para la humanidad el camino para la manifestación del Plan Divino.
Para que se geste en su interior el Cristo Vivo, como María lo gestó en Su vientre, ustedes deben seguirla y aprender con Ella sobre Su Pureza y Su Amor, sobre Su capacidad de amar y de obedecer a Dios por sobre todas las cosas.
Que este nuevo 8 de agosto los encuentre despiertos y dispuestos a renacer. Vivan los nuevos ciclos con plenitud y no dejen que los impulsos pasen sin transformarlos por completo.
Su padre e instructor,
San José Castísimo
Cuando el corazón humano emite para el Creador un verdadero impulso de amor, todo el universo respira un aliento de esperanza por el mundo, y la Creación de Dios es impulsada para seguir ayudando a la humanidad, para seguir con confianza en la manifestación de una raza de Cristos.
El potencial de amor en sus corazones es sumamente desconocido por todos, e incluso un pequeño impulso que provenga de él trasciende las Leyes y la Justicia, y hace descender nuevamente hacia el planeta el manantial de la Divina Misericordia.
Mientras su Madre, María, intenta despertarlos a una realidad planetaria y universal, por Su condición de Gobernanta de los Espejos de todo el cosmos, Mi Casto Corazón intenta llegar a lo profundo de su universo interior, ayudándolos a que descubran lo que son en realidad, desenmascarando los falsos aspectos que encubren el alma y mostrándoles el potencial del espíritu.
Todas las Palabras de Dios emitidas por medio de Sus Mensajeros tienen una sola función: despertar la esencia del Amor Crístico en el corazón humano, que es el receptáculo universal de ese Amor.
Ustedes necesitan, en estos tiempos, estar ante determinadas situaciones que se repitieron tanto en el universo como en la Tierra, para que puedan actuar con la potencia del amor y, así, revertir y redimir las acciones de un pasado distante de la Creación de Dios, que fue distorsionada.
Nada está separado en la divina red de la Creación Universal. Todos los aprendizajes serán para el bien de todas las criaturas, de acuerdo con el grado que les corresponda.
Ante la actual situación planetaria, aférrense al amor y no al temor; aférrense al perdón y no al rencor; aférrense a la compasión y no al rechazo; aférrense al Plan de Dios.
Nunca olviden que la humanidad, en su conjunto, deberá alcanzar la Redención. Ayúdense unos a otros.
Que la paz y la bendición de Dios estén en sus vidas.
Su padre y compañero,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más