APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN FÁTIMA, PORTUGAL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL SAGRADO LLAMADO DEL DÍA 18

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Yo vengo como la Luz que disipa las tinieblas.

Hoy, vengo a través del símbolo de la Dolorosa Agonía en el Huerto Getsemaní. He aquí este hecho ante sus ojos y en sus corazones.

Del abismo de Luz más profundo de Mi Consciencia emerge la vida interior, camino que Yo construyo en las almas que Me siguen y que Me buscan. Sin esa vida interna, nada es posible.

He aquí lo más profundo de Mi Ser y de Mi Consciencia. Este es el recinto que tengo para todos los que se animen a ingresar en Mí a través de la puerta estrecha de la humildad, para que se separe de ustedes lo que es superficial, lo que es arrogante, lo que se cree superior y que no existe; para que ingrese a Mí su sensata resignación, su verdadera humillación, su esencia de paz.

Sin esta construcción interna, que Yo les ofrezco, no es posible materializar el Plan y el Propósito de Dios en la Tierra. Por eso, en este día, vengo a intentar retirar las vendas de los ojos de los que están ciegos, de los que perdieron el camino del espíritu y también de los que nunca lo encontraron.

Vean ante ustedes cómo está el mundo. ¿No es la señal suficiente de que se ha perdido la vida interior e inclusive en las grandes religiones, en las que es más importante la comunicación de estos tiempos que la comunicación interior entre las almas y todos los espíritus que viven en Dios?

Quiero que recuerden que Yo los llamo a Mi Camino para reconstruir la comunión con la vida interior, sagrado emblema del espíritu que vibra y comulga en las dimensiones superiores, y que en el ejemplo de su vida refleja la Simplicidad de Dios, sin soberbia ni arrogancia. Por eso, este es un tiempo decisivo, es un tiempo crucial y significativo.

Vengo, a través de este impulso de Mi Dolorosa Agonía en el Huerto Getsemaní, para que recuerden que, así como su Maestro y Señor tuvo que cruzar la puerta estrecha de la humildad, de la entrega y de la aceptación de todos los pecados del mundo, así también ustedes son llamados, si lo aceptan, a cargar Conmigo la Cruz de la humanidad, la dolorosa Cruz de esta humanidad. Pero sé que no comprenderán en totalidad este significado, porque es algo espiritual.

En el silencio, los contemplo y contemplo a la humanidad que camina hacia su definitivo estado de desconexión espiritual.

Por eso, Dios envía a Sus Mensajeros y Jerarquías para recordarles, a todos, el camino del espíritu y de la vida interior. Mientras más almas busquen el camino de la vida interior, más comprenderán lo que es desconocido y todo lo que es inmaterial, porque allí está la verdadera vida que debe reflejarse, en armonía y en sintonía con esta superficie, para estar en comunión perfecta con lo Alto.

Hoy, les traigo una parte muy abstracta de Mi Ser que nunca le revelé al mundo, y que sé que no la comprenderán con la mente, sino que solo la podrán sentir con el corazón que se abra para captar Mis impulsos cósmicos y espirituales.

Mi Vida Interior, que es la Vida de Dios, es una Ley. En ella se refleja el Amor absoluto y la ciencia perfecta entre las Leyes del universo y del espíritu.

Entonces, Yo les digo: ¿cuántas veces al día contemplan su mundo interior? ¿Cuántas veces permiten que su propia intuición los guíe y no sus preferencias?

¿Comprenden la diferencia entre estar en comunión con la vida interna y estar relacionados con la vida superficial?

No necesito darles ejemplos de lo que sucede en el mundo, porque ustedes ya los ven con sus propios ojos.

La vida interna necesita restablecerse en muchas más consciencias y corazones para que sus propias encarnaciones no se desperdicien ni se pierdan.

Qué dolor incomprensible siente Mi Padre, que está en los Cielos, cuando las esencias creadas a imagen y semejanza de Dios se pierden en los abismos del mundo o cuando muchas esencias encarnadas son llevadas a los abismos del mundo sin merecerlos.

Este es el tiempo del esfuerzo y del ejercicio de comunión con la vida interior para que inclusive las formas materiales sean impregnadas por las sagradas energías cósmicas que, como corrientes de Luz, Amor y Sabiduría, impregnan todo lo que tocan y por donde circulan, y retiran los excesos de la vida superficial y materialista de la humanidad, incluso de los que dicen ser espirituales.

Porque esta escuela de la Tierra, de este planeta en este universo y dentro de esta Creación, se vive hasta el último momento, hasta la última expiración, así como Yo la viví en la Cruz por todos ustedes, siendo un Hombre que aprendió a amar y a perdonar, a pesar del peso de la Cruz de los errores del mundo y de sus injusticias.

Cuando Yo les hablo de los Nuevos Cristos, no les hablo de algo teórico ni tampoco romántico; ese no es Mi vocabulario. Yo les hablo de una vida crística que exterioriza la Verdad y la aplica en toda su consciencia, en comunión con todas las Leyes del universo, sin saltearse las reglas de los Mandamientos.

Por eso, la humanidad llegó a esta situación y podría ser peor si no se recuperara la comunión con la vida interior que es urgente para su Maestro.

Quiero que sepan y recuerden que esta Obra, de la cual ustedes forman parte por un estado de Gracia inexplicable y un merecimiento desconocido, ha sido agraciada por el espíritu soberano de la Instrucción y del Conocimiento de la Jerarquía. Esto fue lo que, de forma silenciosa, anónima y simple, reabrió las puertas para que las almas recuperaran y recuperen el camino de comunión con la vida interior.

¿Ahora, entienden dónde están y para qué están aquí?

Pregúntense esto sin miedo, pero con honestidad y hasta diría con coraje, para que ya no existan los espejismos de la vida superficial, sino los profundos contactos con el mundo interior, que no debe enriquecer el ego personal ni espiritual, sino que debe permitir que sus almas gobiernen y cumplan esta encarnación que para muchos es la encarnación más significativa, para pasar de un estado a otro internamente, anónimamente.

Por eso, despójense, despójense todos los días, aunque crean que ya lo han hecho; porque la vida interior, que es única e inextinguible para Dios, es sabia, misericordiosa pero justa, solemne, sagrada e inmaculada para quien se abre a comprenderla, a vivirla y a experimentarla; y nutre, a través de su propio corazón, la llama del Propósito Divino que guía a las almas en esta escuela de redención y de perdón.

¡Cuántos más están buscando este camino y aún no encuentran la puerta para poder entrar!

La Jerarquía les confía la reconstrucción de este camino que es puramente espiritual, para reflejarse posteriormente en lo material. Y aquella Ley que una vez se cumplió en el origen de esta Obra, a través del venerable hermano José, se pueda cumplir y aplicar en todas las almas posibles que, independientemente de su escuela o aun de sus errores, reciban una oportunidad de volver a comulgar con su propia vida interior, que en esencia es comulgar con la Vida de Dios.

Hoy, les puedo compartir lo más profundo que tengo y también lo más sagrado que expreso no como algo propio ni personal, sino como algo que es parte de Dios, del Dios Vivo, Resplandeciente y Misericordioso que, en Su llanto silencioso, espera que Sus hijos e hijas, todas Sus criaturas, se vuelvan a levantar de los abismos y a encontrar dentro de sí el camino hacia el origen de la vida interior.

Si la vida interior reinara en el mundo y en muchas más almas, no existirían los conflictos.

Si la vida interior reinara en las almas y en el mundo, ya no existirían divisiones ni incomprensiones; porque el lenguaje de la vida interior es único y proviene del Espíritu Santo que, con Sus Dones y Gracias, transforma a las almas que se abren a reencontrar el sentido de encarnar aquí, en este mundo y en este tiempo final.

No Me alcanzaría un solo Mensaje ni tampoco Mis Palabras para expresar la grandeza de la vida interior que es humilde, austera y pura.

Pero las bases para el reencuentro con la vida interior ya fueron dadas y otorgadas incondicionalmente por la Jerarquía Espiritual desde este Huerto Getsemaní, que fue testigo de los dolores más desconocidos de Cristo por las almas del mundo.

Que, ante las penumbras más oscuras de la humanidad y de muchos corazones, vuelva a brillar la Luz de la vida interior en los abismos de la Tierra para que las estrellas caídas se eleven a los Cielos, en redención y amor; y formen parte, como tantas consciencias del universo, de la gran existencia de la vida interior que Dios nutre con Su Fuego Cósmico y Divino, que lleva a las almas como sagradas flores que buscan los rayos del Sol del Corazón de Dios.


Señor, Dios del Universo, 
que se vuelva a cumplir en Tus hijos 
la presencia de la vida interior, 
para que todo sea renovado en Tu Nombre, Adonai.

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.