Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN FÁTIMA, PORTUGAL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN LA 128.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Hoy, 6 de agosto, llega el fin de Mi tarea con ustedes, después de haber caminado 11 años a su lado, aprendiendo de los acontecimientos, aprendiendo de las experiencias de la vida, de los errores y de los aciertos.

A pesar de cualquier circunstancia, compañeros, Yo estuve a su lado y siempre lo estaré, cuando tan solo Me busquen en la simplicidad del corazón, libres de cualquier opulencia, libres de cualquier ostentación personal o material.

Ustedes ya saben que el Señor no está presente en las riquezas, sino en la pobreza; que Mi Corazón siente sed a través de los que sufren y de los que padecen en todas las partes del mundo. Esto es lo que Yo le revelé a Madre Teresa de Calcuta, vean en su ejemplo la obra realizada de Mi Misericordia y de Mi Caridad.

Eso es lo que Yo siempre espero de ustedes, como de muchas obras en el mundo que Yo acompaño atentamente, porque son las almas a las que Yo acompaño, las almas de todos Mis compañeros y compañeras, servidores en el mundo. Es allí, en el dolor, en la agonía, en el sufrimiento y en el padecimiento de los más descartados y vulnerables, de los más pobres entre los pobres, en donde ustedes siempre Me encontrarán.

El Señor del Universo, su Señor Jesucristo, no vino para gobernar palacios ni ningún otro poder humano; porque como Yo ya les dije hace poco tiempo, Mi Gobierno siempre fue la Corona de Espinas, asumir lo que no Me corresponde en silencio, en abnegación y en anonimato, así como Yo se los demostré a través de Mi Dolorosa Pasión.

Como ayer les dije, esta es la senda, la única senda que Yo les ofrezco a Mis amigos, a los que se deciden a estar Conmigo. Por eso, no demoren, despójense rápidamente de todo lo que ustedes creen haber alcanzado o conquistado; porque Yo les aseguro, compañeros, que si no fuera por Mi intervención y Gracia no podrían estar aquí, porque por ustedes mismos no lo conseguirían.

Grandes son las fuerzas contrarias que golpean al planeta, pero mayores son las fuerzas contrarias que ustedes mismos deben enfrentar en sus propios corazones; pero, Yo ya les dije también que quien está de verdad Conmigo no perecerá.

El viento querrá derribarlos, el naufragio querrá sumergirlos o aun la oscuridad querrá absorberlos, pero quien se rinde todos los días a Mis Pies no perecerá; porque es importante que recuerden que lo que está previsto para sus vidas ya está escrito y eso que fue escrito por el propio Dios se cumplirá a través de sus propias decisiones.

Muchos fueron los tesoros entregados, incalculables e imperceptibles.

Quiero que hoy mediten Conmigo sobre los pasos que alcanzaron a dar, pequeños y cortos pasos, pero pasos seguros y decididos; porque hoy, deseo que no miren su imperfección o sus miserias.

Quiero que, por primera vez en cada una de sus vidas, contemplando estos once años de camino junto al Maestro y Señor del Universo, puedan contemplar la Obra de Mi Misericordia tímidamente realizada en sus vidas y en la vida de sus hermanos.

¿Será que, en este final de tiempo, mientras el Señor se recoge en el Reino de Dios, viviendo también Su propia síntesis al igual que ustedes, Mis compañeros serán capaces de contemplar internamente los frutos de la redención, los frutos de la conversión, los frutos de la perseverancia y de la fe?

Quiero que ingresen, antes del 8 de agosto, en ese estado de consciencia espiritual e interna.

Recuerden que para Mí solo existen víctimas de Mi Amor, y ser víctimas de Mi Amor significa rendición, obediencia y verdad, transparencia en sus actos, humildad en sus acciones, obediencia ante el llamado de Mi Corazón.

Cada uno sabe lo que le pesa, pero es el tiempo y es el momento de que cada uno sepa lo que Yo conseguí hacer a través de cada corazón y de cada alma.

No se olviden de que son caminantes del espíritu. Por eso, mediten y reflexionen sin vergüenza, sin culpa, sin victimismo. Mediten y reflexionen con adultez espiritual para que, por ustedes mismos, se den cuenta de cuanto le han dado al Señor.

La donación de la vida no tiene límites, no se mide con el pensamiento ni con las acciones. La donación de la vida es una obra de amor y de sabiduría; de saber todos los días que, a pesar de cómo estén o de cómo se encuentren, habrá alguien, habrá un alma y un corazón encarnado que siempre necesitará más, que siempre precisará ser escuchado, que esperará el alivio y el consuelo de sus semejantes.

Por eso, Yo los invito, definitivamente, a retirarse la máscara de la soberbia, de la arrogancia y de la mezquindad; Yo los quiero libres de ustedes mismos. Aunque lo intenten todos los días y aunque todos los días caigan y se tengan que volver a levantar, recuerden esto que hoy Yo les digo; porque la verdadera libertad de las prisiones de la vida, las prisiones del corazón y del alma o de todo ego espiritual, se alcanza con la rendición de sí mismos, con el vacío absoluto de cualquier intención.

Imaginen, compañeros, que si su propio Cristo, el Maestro Jesús, no se hubiera vaciado absolutamente en el Huerto Getsemaní, ¿cómo podría haber llevado sobre Sus Espaldas la propia Cruz?

El despojamiento no es algo pasajero, el despojamiento es algo diario. ¿Acaso esto está mal?

¿Es un castigo despojarse de sí mismo, como los árboles o las flores que pierden su más sagrada belleza durante el invierno para poder renacer en la primavera renovados y volver a dar lo mejor de sí mismos?

¿Si las flores pierden sus pétalos durante el invierno, significa que fueron abandonadas por el Creador?

Todo renace y muere. Esta es una Ley en la Creación.

Si vieran con ojos de alegría lo que esto significa, poder morir a sí mismos para volver a renacer, el mal no existiría en el mundo y ni siquiera el poder que muchos creen tener. Porque la Obra de Mi Misericordia es impersonal, pero es una Obra infinita para las almas, es un magnetismo inexplicable proporcionado por la propia Fuente de la Creación, en donde todas las almas son llamadas a liberarse del pecado; porque el océano de Mi Misericordia, que una vez se abrió en la Cruz a través de Mi Corazón traspasado por la lanza del soldado, es un océano que existe únicamente para las almas.

Mi tarea se ha cumplido con ustedes y espero que en ustedes se cumpla Mi Voluntad.

El camino ya está abierto para que lo recorran. Es tiempo de caminar con sus propios pies, así como lo indicamos. Es en ese momento, de caminar por ustedes mismos, que entenderán todo lo que les dije a lo largo de los tiempos.

Nada ha sido una casualidad, no existe eso para Dios; para Dios existe una Causa y un Propósito que todos son llamados a vivir para poder cumplirlo y realizarlo, conforme fue determinado en el Corazón del Padre.

Hoy, traigo en Mis Manos dos pergaminos, uno representa el Legado escrito en las almas, en todos los que serán capaces en el final de estos tiempos, a pesar de Mi recogimiento y del fin de Mi tarea, de cumplir el Propósito que fue encomendado para sus vidas, almas y esencias.

Desde el Cielo y desde todo el universo, estaré atento al desarrollo de ese Propósito en cada uno, y seguiré ardientemente orando por esta causa para que todos puedan ser consecuentes Conmigo, así como Yo He sido consecuente con ustedes durante estos once años de forma ininterrumpida.

El segundo pergamino que traigo en Mis Manos es el nuevo ciclo de esta Obra fundada por Mí, por determinación de Dios Padre y a través de la consciencia de José Trigueirinho. Este pergamino representa el volver a comenzar, conforme fue en el origen de Figueira, en donde la vida del espíritu palpitaba en el sagrado éter de esa Comunidad.

Y la Ley, que en el comienzo fue respetada, reverenciada y amada, volverá a atraer como un imán a todos los servidores que quedaron en el limbo y que, aun encarnados en este momento, esperan internamente volver a comenzar y a poder retomar la trayectoria que fue interrumpida por diferentes causas que, a través de Mi súplica, Yo estoy reparando una a una.

Por eso, les pido, compañeros, que le den continuidad a Mi Obra, a pesar de que Yo ya no esté entre ustedes en los próximos tiempos, porque Dios estará atento a que puedan ser consecuentes y responsables con esta Obra de Amor que existe por una sola causa: el despertar de la consciencia y de la lealtad, de la simplicidad y de la humildad en la vida sin que les falte nada.

Porque, a pesar de todo, treinta y siete años de camino espiritual y de fundaciones hechas por muchas almas fieles de esta Obra no serán en vano. Yo vengo a reconocer el valor de la donación que fue entregada fielmente por Mis servidores.

La Barca del Señor vuelve a ser guiada por las propias Manos del Pastor, el timón está en Mis Manos y las almas están Conmigo.

No perezcan, renuévense a través de Mi Presencia Espiritual; porque Yo les aseguro que cada una de las lágrimas de los que fueron afectados injustamente, de alguna forma, fue contada por Mí.

Dios renace en los corazones simples, en los que fielmente responden a Su Llamado.

He aquí en este pergamino, compañeros, el tiempo de la esperanza y de la resurrección espiritual de los pilares de la fundación de Figueira.

Que se alegren los que siempre callaron.

Que sientan júbilo los que fueron oprimidos.

Que renazcan los que fueron apartados, porque la Obra es de su Señor y de nadie más.

Felices y dichosos los que comprenden a través de Mis Palabras, porque estarán sentados Conmigo en la última mesa de la Eucaristía y de la Redención, cuando su Maestro y Señor retorne en Gloria como un Humilde Peregrino, para volver a partir el pan y compartir Su Cuerpo con los Suyos, con cada uno de Sus compañeros.

Que el Infinito Creador los bendiga y que, este próximo ocho de agosto, vuelva a escribirse la historia que Dios determinó, sin interferencias, con un corazón honesto, libre de supersticiones, de ambiciones y de expectativas; porque la Mano de Dios escribe como Él lo determina.

¿Quién es capaz de detener el Lápiz de Dios?

Quien lo hizo, que se arrepienta y se enmiende antes de que sea tarde. Mi petición espiritual es un verdadero y profundo arrepentimiento.

Vean al Señor en el océano de Su Misericordia, guiando la Barca hacia el nuevo rumbo, hacia la Tierra del renacimiento y de la esperanza que muchos recuperarán.

Esa es Mi promesa por todos los esfuerzos que han hecho en estos once años, por cada agonía vivida, por cada cuenta rezada, por cada servicio ofrecido, por cada llanto que Yo mismo escuché en su soledad; todo es contado en este universo.

Vengan ahora a Mi Tierra Prometida, sean parte de Mi Reino Celestial.

¡Buen comienzo para los valientes!

Mi Paz para el mundo sufrido.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, EN EL VALLE DEL RÍO LOIRA, REGIÓN CENTRAL DE FRANCIA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL SAGRADO LLAMADO DEL DÍA 20

En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Hoy, quiero que contemplen las Cinco Llagas del Señor traspasadas por todos los horrores del mundo.

¿Quién retirará de las Manos del Señor los clavos que, una vez más, están siendo colocados, que representan en una Mano la impunidad y en la otra Mano la injusticia?

¿Quién retirará de los Pies de su Señor los clavos que representan la falta de amor y de compasión en el mundo?

¿Quién retirará la lanza del Costado de Jesús, la Llaga que más le duele en este momento, que representa a la muerte de los inocentes?

¿Quién recogerá, con el cáliz de su corazón, la Sangre Preciosa que es derramada, en este momento, a través de las Manos, del Costado y de los Pies de Jesús?

Esta es la Faz que hoy Yo les presento a todos. Este es el Mensaje, pero también es el símbolo que quiero dejarles, no solo a ustedes, sino también al mundo entero.

Y hoy, les muestro todo esto a las puertas de Mi Casa, a las puertas de Mi Iglesia, desde el Sagrario más íntimo de Mi Corazón, desde donde He salido para presentarme a ustedes, así como Me He presentado en otros tiempos culminantes de la humanidad.

Esto es lo que hoy quiero que contemplen, para decirle al mundo que Mi Insondable y Divina Misericordia no está siendo considerada en este momento; porque el cáliz de la consciencia humana, el cáliz de la consciencia del planeta, antes estaba medio lleno y ahora está rebasando por la acumulación de los errores y de los pecados del mundo.

Quiero que vuelva a ser considerada, ante este momento culminante de la humanidad y del planeta, la devoción a Mi Insondable y Sagrado Corazón, para que los principios y los méritos alcanzados por su Maestro y Señor vuelvan a ser justificados, ante un escenario de horrores, de guerras y de conflictos, de división y de cisma dentro de las religiones.

Por eso, una vez más vuelvo a salir del Sagrario de esta iglesia para reconstruir la esencia espiritual del Propósito de las religiones, para que las almas que una vez creyeron en Mí ya no se aparten de Mí, sino que encuentren la Iglesia Espiritual en Mi Casa, la morada espiritual que tanto buscan y anhelan para estar protegidos de los asedios de estos tiempos, que de una forma desmedida imparte Mi adversario, el enemigo de todos, de una forma nunca antes vista.

Pero quiero decirles, compañeros, que a pesar de que en este momento Mis Manos, Mi Costado y Mis Pies siguen sangrando, quiero que recuerden el momento de su Maestro y Señor en el Huerto Getsemaní, lugar en donde le fue revelado todo lo que sucedería en este tiempo, pero también le fue revelado lo grandioso que sucedería en el final de estos tiempos, a través de la fe de los corazones que creen en la existencia del Cristo Vivo y en la presencia de Su Amor Misericordioso e Insondable.

Quiero que estén delante de la Faz ensangrentada de Jesús, no para que sufran, sino para que maduren y crezcan, para que el mundo, a través de este símbolo y de esta Faz que hoy les presento, sepa cómo está dejando al Sagrado Corazón de Jesús. Por eso, Yo les vuelvo a decir que tengo sed de las almas, tengo sed de las víctimas que se postulen a Mi Amor Redentor.

La desolación del Señor es muy desconocida para todos; la desolación que es provocada a través de los hermanos y hermanas que sufren, de los que escapan de la guerra y del conflicto, de los que ya no tienen hogar, de los que ya perdieron su familia y seres queridos de una forma inesperada.

¿Quién tendrá la valentía y el coraje de reparar esos corazones destruidos?

¿Quién será capaz, sin desafíos ni batallas, sin armas ni insultos, a través de la inteligencia del corazón y del silencio del espíritu, de enfrentar a las fuerzas del mal que provocan los horrores de estos tiempos?

No es enfrentándose con la espada que esto terminará; porque en el momento antes de ser entregado en el Huerto Getsemaní, cuando estaba siendo apresado por Mis enemigos, cuando la gruesa cadena traspasaba Mi Cuello y amarraba Mis Manos y Mis Pies, aunque perdiera un poco la respiración, cuando recibía los primeros golpes en el Abdomen, Pecho y Rostro, y el Dios Vivo era atormentado y golpeado sin que nadie lo percibiera, Yo le dije a Pedro: “Quien levanta su espada, a espada morirá”.

Se ha perdido, en este tiempo, el sentido del diálogo y de la cordialidad humana, que lleva a la hospitalidad, a saber lo que el prójimo necesita en cada momento y en cada instante.

Si dieran una mínima gota de amor, todo estaría resuelto. Por eso, tuve que derramar Mi Sangre en el Calvario, gota a gota, no solo para que la superficie fuera impregnada del Amor Crístico y Liberador, sino también para que las almas aprendieran de la donación y de la entrega incondicional.

Es hora de hacer frente a la realidad planetaria, porque muchos podrían ser sorprendidos de la noche a la mañana. Y, Yo les pregunto, ¿qué harán, abandonarán al Señor, como lo hicieron muchos de los apóstoles?

¿Quién estará a los pies de la cruz de este calvario planetario, sin temerle a las fuerzas del mal y sin desafiarlas?

¿Quién será capaz de invocar la Sabiduría del Espíritu Santo, para aprender a sobrevivir en estos tiempos críticos?

A las puertas de Mi Iglesia Espiritual, de Mi Iglesia Eterna, de Mi Iglesia Sublime que reside, a través del Reino de Dios, en el corazón de todas las criaturas, Yo vengo a entregarles esta revelación más íntima de Mi Corazón, porque el mundo ya cruzó los límites y las fronteras del equilibrio e ingresó en un desequilibrio que parece no tener fin.

Por eso, este es el tiempo de que no solo en la superficie, sino también en los otros planos de consciencia, aprendan a superar la batalla espiritual, en donde todo infelizmente está permitido.

Hoy, a través del aura de Mi Consciencia, les traigo un modelo esencial para ustedes, un ejemplo a seguir y a imitar: Santa Teresita del Niño Jesús, que fue y que es el gran espejo de la inocencia humana, representado a través de lo femenino, de la delicadeza del amor por las almas, de abrazar constantemente el sacrificio y el sufrimiento de los demás para que, de manera anónima e incondicional, ese sufrimiento sea aliviado en el mundo.

Hoy, todos los santos y bienaventurados están unidos a este momento para poder reafirmar la devoción al Sagrado e Insondable Corazón de Jesús, para que haya almas depositarias de los códigos y de los méritos de Jesús, porque la humanidad lo necesita antes de que sea demasiado tarde.

Por esa razón, estoy aquí, para que la humanidad Me escuche atentamente, para que sepan que todos los Sagrarios de la Tierra están abiertos espiritualmente en este momento para sostener al planeta, por una orden espiritual que les He dado a los santos ángeles de Dios, a los grandes celadores de los Relicarios del Cuerpo y de la Sangre de Jesús.

En este momento, invito a las almas devotas y sensatas a estar delante de todos los Sagrarios de la Tierra, antes de que una decisión incorrecta sea tomada en el mundo y perjudique a muchas más consciencias.

Es así que también los invito a estar delante del Eucarístico Corazón de Jesús una y otra vez, y que en el silencio puedan sufrir Conmigo para que el sufrimiento ya no esté en los inocentes, en las familias que escapan de la guerra y de la persecución, en los enfermos en medio de la guerra, en los que están paralíticos e inmóviles y no tienen cómo salir del caos.

Quiero que piensen Conmigo en los que sufren, porque Yo morí en una Cruz por todos y para todos, para que tuvieran vida en abundancia, para que resucitara en la consciencia humana el Espíritu de la Vida de Dios que había muerto en muchos de ustedes en otros tiempos.

Este es el motivo de la Sangre derramada de Jesús, de cada latigazo y de cada martirio, de que hayan salivado el Rostro de Dios Vivo y su Maestro haya estado inmutable delante del mal.

Mi derrota no fue el silencio, porque Mi victoria fue la entrega incondicional de Mi Corazón, sin nada a cambio, aun sabiendo que Me negarían; así como hoy muchas almas Me niegan por los martirios que les han generado muchos sacerdotes en el mundo, tomando Mi autoridad celestial y usándola a través de una acción de impureza y de injusticia.

Pero, Yo les digo a todos los que han sido afectados y ofendidos que vengan a Mí, porque Mi Vida puede morar en ustedes y ustedes pueden morar en Mí.

¡Confíen en Mí! ¡Confíen en Mí!

Yo les prometo, y siempre les prometeré, el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie puede ir al Padre, sino a través de Mí; porque el Padre puede descender a ustedes a través de Mí, porque Yo Soy parte del Padre, así como el Padre es parte de Mí, y si Yo puedo ser en ustedes, Mi Padre será en ustedes.

Cuántos en este momento pierden esta Gracia y esta oportunidad, y Mi enemigo socava el Plan de salvación de las almas. Pero no temblaré, porque el Señor no teme, el Señor avanza con determinación y valentía, aunque cargue en Su Corazón todos los pecados del mundo, aunque esto sea anónimo e invisible a los ojos de todos.

Mi Iglesia necesita ser reconstruida, así como San Francisco de Asís la reconstruyó espiritualmente a través de las bases de la humildad, de la austeridad, de la pobreza y de la comunión con la santa castidad, a través de su unión con los Reinos de la Naturaleza.

A pesar de todo, el Corazón de Jesús llega a esta casa de retiro espiritual, a retirarse como fue en Betania, momentos antes de Su entrega en Jerusalén, momentos antes de Su Última Cena con Sus amados apóstoles y compañeros, con Sus hijas predilectas, las santas mujeres.

Hoy, vengo aquí a descansar un momento, para que el Espíritu de Jesús descanse de todo lo que ve del mundo, para que esta pausa sea el momento de sumergirse en el silencio y así meditar sobre las nuevas estrategias de los Planes Divinos del Señor.

Aún Mis Manos, Mi Costado y Mis Pies siguen derramando la sangre de los inocentes, de los mártires del final de los tiempos, que no tienen religión, pero que sí tienen amor verdadero y están tan unidos a Dios como ustedes lo están, más allá del sufrimiento que en este momento ellos atraviesan, porque este es el tiempo del Getsemaní interior para cada uno.

Celebremos, a través de la Santa Comunión, los méritos alcanzados por el Sagrado Corazón de Jesús, por el bien y por la paz en las almas. Porque, una vez más, les pedimos que no levanten las armas, que no eleven voces de agresión, para que no exista más la impunidad, especialmente las nefastas estrategias que algunas naciones llevan adelante a través de la guerra.


Oh, Jerusalén,
en un día inesperado te cercarán de trincheras,
te acorralarán como un animal inofensivo,
para querer matarte y hacerte desaparecer.

Oh, Jerusalén,
no has reconocido la Faz del Señor
y ahora recordarás ese momento,
en el que su Señor lloró a las puertas de Jerusalén,
porque Su propio Templo estaría en peligro.

Pero no te desesperes, Jerusalén,
porque tú eres la Ciudad Prometida,
el reflejo de la Ciudad Celestial de Dios
que Adonai cuidó piadosamente,
a través de las tribus y de los profetas.

Jerusalén, ya no levantes tus armas;
eleva tu corazón a Dios
y ofrécete por tus enemigos,
para que el Amor de Cristo los redima,
para que se establezca la paz que desapareció.

Reconoce, Jerusalén, que el Mesías ya llegó,
y que el Salvador retornará pronto
y te sacará de las trincheras y de los asedios,
de los peligros y de las amenazas.

Tú serás retirada, Jerusalén,
porque llegará la Nueva Jerusalén,
la Ciudad Celestial del Padre
que levitará en los Cielos,
que irradiará a las consciencias,
que liberará a los corazones,
que restablecerá la paz
que tantos buscan y anhelan.

Oh, Jerusalén,
Sagrada Jerusalén, Corazón de Galileum,
refleja tus principios de lealtad y de verdad.
 
Ríndete ante el Arca de la Santa Alianza, Jerusalén,
así como lo hicieron los patriarcas y el sagrado pueblo de Israel.

Comparte tus tesoros de vida y de enseñanza,
comparte las Reliquias de Dios.

Jerusalén, sé un puente de paz
para todos los que sufren y padecen,
para que el Llamado de Dios
no sea interrumpido por el sonido de las armas
y por los gritos de los que desesperan,
de los mutilados, olvidados y descartados.

Oh, Jerusalén,
no te comprometas con el mal,
porque el mal será vencido a través del Amor de Jesús,
así como fue en Mi última espiración en la Cruz.


Les agradezco por acompañarme en este herido momento y por confiar en la Luz regeneradora de Mi Corazón; para que, a tiempo, todo sea reparado dentro y fuera de la consciencia humana.

No se olviden de la unidad entre ustedes, porque donde no hay unidad Yo no estoy.

Que la poca unidad que hay en el mundo prevalezca, la unidad que lleva al discernimiento, la unidad que lleva a una sensata respuesta, la unidad que los llevará siempre a la paz, la unidad que siempre los impulsará a ser seres de bien. Porque en la unidad, que es el espejo del Amor de Dios, está la llave maestra para superar el fin de los tiempos.

Celebremos por Mi herida Tierra Santa, desde Jerusalén hasta Gaza, desde el Mar Mediterráneo hasta los Emiratos Árabes.

Que así se establezca Mi Sagrada Cruz, la Cruz de Israel, para detener las guerras y la muerte de los inocentes, de los que gritan por ayuda.

Llegó el tiempo de ser un verdadero apóstol porque el mundo lo necesita, el planeta lo necesita.

Yo les agradezco por responder a Mi Llamado y bajo la Luz misteriosa de Mis Llagas Yo los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Busquen Mi Paz.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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