APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA, EN NAVARRA, ESPAÑA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Queridos hijos, haciendo tres veces la Señal de la Cruz, con reverencia y gratitud, estarán santificando sus vidas, estarán iluminando sus caminos, estarán alcanzando el Propósito de Dios.

Como Madre de ustedes y como Virgen del Carmen, hoy Me presento con esta Faz, también preparando el próximo 16 de julio, día especial en el que la Virgen del Carmen es conmemorada y reconocida como la Madre y Guardiana de todos los consagrados, de todos los que buscan incesantemente alcanzar el camino crístico, seguir las Huellas de Mi Hijo e imitar Su Vida Divina.

Hoy, estoy aquí con alegría, sin esconderles la tristeza de Mi Corazón. Vengo aquí como la Madre del Santo Escapulario a recordarle al mundo esa sublime Gracia, concedida por los Cielos a través de los objetos sagrados; porque las almas necesitan el Santo Escapulario no solo por su protección, sino también por su unión interna con el Reino de los Cielos y, en especial, con el Corazón de Mi Hijo y Mi Inmaculado Corazón.

Hoy, estoy aquí, sobre este lago de Luz, para purificarlos y para consagrarlos una vez más, así como Mi Hijo fue consagrado y purificado en el Río Jordán durante Su Santo Bautismo.

De esa forma, a través de este lago de Luz, vengo a renovar y a restablecer el don de la Paz, una Paz tan necesaria y urgente en estos tiempos de caos; una Paz que muchos corazones pierden día a día, sin poder volver a encontrarla.

Por eso, esto es motivo de vivir en la escuela de la ardiente oración, no solo para que esa Paz vuelva a los corazones desesperados y que han perdido el motivo de vivir en este planeta, sino también para que el don de la Paz, que reverbera incesantemente en el Corazón de Dios, para todo el universo, retorne a este planeta, especialmente a las naciones que están siendo martirizadas y destruidas por la guerra y los conflictos de estos tiempos.

Esa es la tristeza que guarda Mi Corazón por toda la sangre inocente que aún sigue siendo derramada, y que tiene un precio incalculable que nadie puede pagar.

Por eso, queridos hijos, sigan orando de corazón por la paz en el mundo, por la paz en las naciones, por la paz en los pueblos, por la paz en cada corazón humano y en cada familia, porque está llegando el gran tiempo y el gran momento de la dolorosa purificación.

Pero si están en oración Conmigo, unidos a la Virgen del Carmen, les aseguro, queridos hijos, que no perecerán; porque el Fuego del Espíritu Santo guiará sus vidas, iluminará sus caminos y los mantendrá cerca del Propósito Divino de Dios.

Mientras tanto, Mi Corazón Inmaculado y el Corazón de muchas Jerarquías del universo trabajan incansablemente para que esta paz no se pierda en el mundo. Porque si falta la paz en el mundo, queridos hijos, falta el amor, falta la fraternidad y, así, es muy difícil para muchas consciencias erradicar el maligno espíritu de la indiferencia.

Por eso, sigan orando para que no pierdan la sensibilidad de poder ver, delante de ustedes, la necesidad en cada lugar, en cada situación y en cada hermano.

La unión entre las consciencias y, en especial, entre los pueblos y entre las naciones, está siendo socavada, está siendo destruida por Mi enemigo.

Deben saber, queridos hijos, que, de faltar esa paz tan necesaria en estos tiempos, faltará la luz, faltará el amor, faltará la sabiduría y la compasión.

Por eso, que sus vidas sean instrumentos de esa paz, sean puentes para el descenso de las Gracias por medio de la fervorosa oración del corazón.

Les vuelvo a repetir, queridos hijos, que no se cansen, que se mantengan sosteniendo con sus manos la Antorcha de Luz de Cristo y el Estandarte de Su Paz; porque en muchos lugares son necesarios esa Paz, esa Luz y ese Amor para que rescaten a los corazones perdidos, sufridos y olvidados.

Como Virgen del Carmen, vengo a recordarles, pero también vengo a entregarles, a cada uno de Mis hijos, la ciencia de la Gracia concedida a través de los objetos sagrados, en especial del Santo Escapulario.

Porque cada día que pase, las almas inevitablemente necesitarán esos objetos sagrados para poder atravesar estos tiempos con un mayor espíritu de fe y de confianza, no en algo material, sino en algo profundamente inmaterial y espiritual, que estos santos objetos sagrados les proporcionan a las almas.

Así como su Madre Celeste hoy lleva en Su Mano el Santo Escapulario, ofreciéndoselo al mundo; así, quisiera que más hijos Míos lo tengan consigo; para que, en el día de la muerte, las almas estén protegidas y amparadas por el Amor y la Luz de Mi Amado Hijo.

Así, la devoción en los corazones será renovada. Así, las Gracias serán abundantes; porque aquí, en el Reino de los Cielos, está todo para Mis hijos, está la Fuente inagotable de la Gracia de Dios, de Su Amor, de Su Compasión y de Su Misericordia por el mundo.

Las almas necesitan generar esos méritos y ese espacio para que las Gracias de Dios desciendan a la humanidad y las almas sean colmadas por los Tesoros del Cielo.

Hoy, en esta nueva misión que comienza a través de Navarra, en el norte de España, queridos hijos, acompañarán a su Madre Celeste, en esta ocasión, en esta importante tarea para que la paz se establezca en el mundo y especialmente en Europa del Este; para que la humanidad, en esta superficie, deje de usar las armas e intentar conquistar los espacios que no le pertenecen, porque muchos son los que sufren por las guerras y los conflictos.

Es necesario que Europa abra aún más su corazón y no tanto su mente, que busque la unión incesante con Dios, porque así estará en comunión divina y no en indiferencia.

Así, la Virgen del Carmen, por cada lugar que pasa, por cada lugar en el que que peregrina, en cada punto de este planeta, en cada región de esta humanidad, enciende los Tesoros Internos guardados preciosamente por todas las Jerarquías; revelándole al mundo y, en especial, a todos los mundos internos, las Gracias incalculables e inextinguibles que existen en estos Sagrados Recintos de Luz, en donde está todo para que la humanidad comience de cero.

Yo les agradezco por estar hoy aquí Conmigo y una vez más reflejo sobre el espejo de este lago la esencia de Mi Paz, para que la paz esté en el mundo y especialmente en los corazones más necesitados.

Y en nombre de Mi Hijo, como la Virgen del Carmen, Yo los vuelvo a bendecir en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Sigan las Huellas de Luz de su Madre Celeste.

¡Les agradezco por responder a Mi llamado!

APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Yo Soy Nuestra Señora del Carmen, Yo Soy Aquella, hijos Míos, que hace tantos siglos inspiraba el corazón humano a la vida de soledad y de contemplación con Dios.

Yo Soy Aquella que los hacía cruzar los desiertos, esconderse del mundo en cavernas, para encontrarse así con el Creador de todas las cosas y reconocer en Él la esencia de toda la vida, de todas las criaturas.

Yo Soy Aquella que les extiende la mano y que, de una forma muy simple, les promete la vida eterna en el Paraíso de Dios. Soy Aquella que los protege y los consagra con Mi Escapulario de Luz, símbolo de Mi protección y del compromiso de todas las criaturas Conmigo.

Yo Soy Aquella que los invita al silencio, a la contemplación, a profundizar en el propio mundo interior.

Yo Soy Aquella, hijos Míos, que de tiempo en tiempo renueva la oferta a la humanidad para la unión con el Divino.

Hoy, vengo como Nuestra Señora del Carmen, no solamente porque en este día se conmemora esta Divina Faz Mía. Hoy, también vengo como Nuestra Señora del Carmen porque en este altar vi los escapularios que colocaron para recibir Mis códigos de vida y, así, proteger nuevas almas. Quiero que vengan hasta aquí los que colocaron esos escapularios en el altar

Hoy, les agradezco, en nombre de la humanidad, porque confiaron en Mi Corazón; les agradezco, como consciencia humana, porque le están enviando un símbolo a Dios de que aspiran a vivir bajo la protección y la guía de su Madre Celeste. Como Nuestra Señora del Carmen, bendigo estos escapularios para que sean símbolo de la renovación de Mi protección sobre el corazón humano.

A través de estos escapularios, hijos Míos, no solo sus vidas, sino también sus familias estarán protegidas por Mi Manto; y, así, como lo prometí hace tantos siglos, hoy vuelvo a prometerles que, después de esta vida, los llevaré Conmigo a Mi Reino para que sigan aprendiendo a encontrar al Creador y a evolucionar con Él en nuevos mundos.

Hoy, quisiera renovar los escapularios de luz que todos llevan en sus cuellos. Que no se olviden, hijos, de que esos escapularios los unen Conmigo y que ellos van mucho más allá de algo material que llevan sobre sus cuerpos. Cuando usan un escapulario están anunciándole al mundo que confían en su Madre Divina, que confían en Su promesa y en Sus Palabras o que, por lo menos, aspiran a confiar.

Hoy, como Nuestra Señora del Carmen, renuevo Mi protección sobre las naciones del mundo que aún confían en Mí, que piden Mi intercesión todos los días, que aspiran a consagrarse un día y a ser dignas de recibir el Reino de Dios sobre su suelo.

Con este escapulario sobre sus cuerpos, hijos, les pediré que no solo esperen encontrarse Conmigo en otra vida, en la vida eterna, sino también que construyan en este mundo un espacio de paz, de fraternidad, capaz de recibir en sí la vida superior.

Como Yo los amo, siempre aspiro a consagrarlos; por eso, hoy nuevamente los consagraré y los bendeciré para que sean dignos compañeros de Mi Hijo y construyan en sus familias, en sus hogares, cenáculos de oración en donde Cristo se torne victorioso.

En este día, de una forma especial, bendeciré a las familias, a todas las familias que en esta hora Me escuchan; y aquellas que tienen fe en Mi Presencia recibirán Mi auxilio para unir lo que está separado y reconciliar a los corazones que se separaron por la astucia de Mi enemigo o por los errores del pasado. A las familias que confían en Mí, Yo las uniré, para que cumplan el Propósito Divino de construir la nueva familia, la familia universal sobre la Tierra.

Con las palmas de Mis Manos dirigidas hacia la Tierra, derramo sobre ustedes los códigos que alcancé en vida, junto a San José Castísimo y al pequeño Niño Jesús. Que, así como Nuestra Santa Familia, sus familias se tornen sagradas y reconozcan, así, que la vida en la Tierra debe tornarse sagrada, porque dentro de cada ser humano existe algo único: la Presencia del Divino, de Dios Altísimo que silencioso espera poder expresarse.

Con esta Gracia que hoy les entrego, les pediré, hijos Míos, que den testimonio de los milagros que realizaré en sus vidas, no solo con la palabra, sino también con la transformación. Espero que le agradezcan a Dios por todo lo que Él construirá día a día en sus hogares. Que esa gratitud se exprese en actos de misericordia, de servicio, de caridad, de compasión y de unidad con el prójimo.

Que puedan ayudar a otras familias a encontrar a Dios; que puedan ayudar a aquellos cuyas familias fueron destruidas, a los niños que ya no tienen padres, a las mujeres que están solas, luchando inclusive consigo mismas para ser madres de sus hijos.

Con la Gracia que hoy deposité en sus consciencias, lleven la maternidad que Yo alcancé cuando tenía en Mis Brazos al pequeño Jesús.

Hijos, ¿por qué lloran?

Si Yo les entrego una Gracia absoluta, lo mejor que hay en Mi Reino, sonrían como hoy Yo les sonrío a ustedes. Hoy, Mi Corazón se alegra junto a sus almas, por el despertar de sus consciencias. En los tiempos que vendrán, una grandiosa misión los aguarda, como también a cada corazón humano que, en este tiempo, despierta a la Verdad Divina.

Que hoy todos los que Me escuchan se regocijen y se alegren, abran sus corazones y eleven sus almas hacia Mis Brazos; porque de esa forma, hijos Míos, les concederé una nueva vida, el inicio de un nuevo ciclo, y los esperaré firmes para que sean persistentes ante las pruebas que vendrán.

Hoy, coloco en sus manos estos escapularios y les hago una oferta, la de responder a Mi llamado.

Para que aprendan que Mi ejército siempre debe crecer, hoy consagro nuevos Hijos de María, porque en verdad, hijos Míos, las almas ya se consagraron a Mi Corazón, pero a veces demoran en llegar a Mí, hasta que comprenden que, en la Tierra, deben acompañarme. Y en este día, de esta forma simple, los bendigo, los consagro, y los preparo para un nuevo ciclo que comenzará en agosto, ciclo para el cual deberán estar prontos.

Yo los aguardaré, hijos Míos, en esta Tierra Santa, santificada por Mi Presencia, por la Presencia de Mi Hijo y del Casto Corazón de San José. Que, cada día, sus vidas sean santificadas por Nuestra Presencia, porque no solamente estamos aquí, estamos en el hogar de cada uno que nos abre la puerta.

Ahora, canten como Hijos de María y reciban de Mis ángeles la Gracia de la consagración y la bendición eterna.

Les agradezco, y elevaré a los Cielos sus súplicas Conmigo. Pidan, hijos Míos, lo que más necesitan; Yo lo elevaré al Padre y lo colocaré a Sus Pies, para que Él escuche sus plegarias.

Y porque quiero que los grupos de oración crezcan cada día, los congrego y reúno a las almas que deben orar junto Conmigo, auxiliando a la humanidad y a los Reinos de la Naturaleza para que sean salvados a tiempo. Por eso, hoy les pediré que también se consagren a Mi Corazón a Mis nuevas hijas orantes.

Y así, hijos, les agradezco por responder a Mi llamado y porque, en los días que vendrán, estarán a Mi lado. Les dejo Mi Paz y Mi bendición.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Sigan en Paz y permanezcan en Mi Corazón para siempre.

 

Hermana Lucía de Jesús:

Queremos contarles que Nuestra Señora hoy vino como Nuestra Señora del Carmen, con una túnica blanca, un manto marrón, el cabello suelto, las Manos extendidas hacia abajo y escapularios en las dos Manos. Ella vino con el Niño Jesús y, cuando hablaba de la Sagrada Familia, nos mostraba, en un espacio de Su Reino, cómo se aproximaba San José, para realizar juntos una tarea con nosotros.

Cuando María llamó a esos cuatro hermanos, hizo una tarea no solo con ellos, sino con todas las familias que en aquel momento la escuchaban; con las familias de los que están presentes aquí y, como Ella dijo, con la familia de todos los que tenían fe que Ella estaba aquí, que tenían fe en Sus Palabras.

María, San José y el Niño Jesús iban depositando los códigos de la Sagrada Familia en nuestras consciencias para que Ellos puedan ir trabajando en todas las situaciones de nuestras vidas que necesitan de unión, de reconciliación y de paz.

Y después, cuando María llamó a otro grupo de hermanos, Ella quería formar un nuevo grupo de oración y consagrar nuevos Hijos de María, para que aprendamos que Su ejército siempre debe crecer. Ya había sucedido una vez, cuando no hubo consagración de Hijos de María, en que Ella misma los llamó; entonces, hoy Ella volvió a hacer lo mismo.

Queremos dejar, en el corazón de todos, este trabajo que María hizo con cada uno de nosotros. Agradecer mucho la presencia de todos aquí, en el Centro Mariano de Aurora, y también a todos los que nos acompañaron a través de Misericordia María TV.

¡Muchas gracias a todos! Juntos, vamos a agradecerle a María.

¡Somos gratos, Madre, por cuánto nos das!

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Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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