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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El Verbo se hizo Carne y habitó entre ustedes y la Palabra del Señor se cumplió en la Tierra, en la vida de los consecuentes y de los abnegados.
El Verbo Encarnado se hizo Uno en los hijos de Dios y el Verbo del Altísimo reverberó y seguirá reverberando a lo largo de los tiempos, a través de los que escuchan la Palabra de Dios.
De los más imperfectos, haré maravillas para nuestro Padre. Convertiré las miserias en Misericordias y nada será imposible para Mí, como no lo ha sido hasta ahora.
Con esto hoy quiero decirles, en esta tarde de Misericordia y de solemnidad que, por los méritos alcanzados por sus oraciones en estos últimos siete años, el Altísimo Dios del Universo, el Señor del Cielo y de la Tierra, Adonai, Emmanuel y Abba, retribuye desde Su Fuente, para cada uno de sus hijos, Su Paz y expiación universal, enmendando los errores cometidos por toda la humanidad hasta el presente.
Es así que hoy les quiero decir que nunca los abandonaré, porque ya saben ingresar en Mi Corazón y en Mi Corazón solo existe eternidad, nunca existe el fin.
Hijos de Mi Padre, abran aún más sus corazones como los abrieron ayer, en esta tarde de solemnidad y de Misericordia, en la que el Padre Eterno estuvo atento a la voz de sus súplicas.
Después de que la Iglesia Celestial descienda aquí y para el mundo, en el mes de agosto, Yo seguiré viniendo, pero esta vez de una forma especial. El tercer viernes de cada mes daré al mundo los últimos impulsos espirituales y divinos que, por tiempo determinado, erguirán a la humanidad y la prepararán para Mi Retorno.
El Padre Eterno testimonia este momento por medio de la presencia de Sus hijos y de todos Sus orantes. Y más aún, nuestra Madre del Cielo y de la Tierra, la gran Emperatriz del Universo, acompañará a Mi Sagrado Corazón después del mes de agosto, solo los días 13 de cada mes, en los que terminará de dar continuidad a la tarea que una vez comenzó en Fátima.
Celebren este momento y agradezcan a Dios, porque nunca estarán desamparados.
San José irá al Cielo y desde allí Él seguirá bendiciendo al mundo, así como Él bendijo al Hijo de Dios cuando aún era niño.
Los últimos secretos serán entregados, los últimos misterios serán develados y la humanidad ya no podrá decir que no lo sabe porque, a través de Mi Gobierno Espiritual y de Mi Iglesia Celestial, les daré lo que necesitan.
Para que, después de agosto, Yo pueda retornar y traer más alivio al mundo, confiaré y aceptaré sus oraciones los días 5 y 6 de cada mes, aunque Yo no esté presente aquí. Pero ustedes saben que Me serviré de su trabajo orante para poder llevar al mundo Mi Paz y la fuerza de Mi Misericordia.
No quisiera irme de aquí sin antes ver por última vez a todos los peregrinos, orantes y servidores, cuando el tiempo lo permita. Porque Mi aspiración es fundir sus esencias con la Mía y, en el fin de este tiempo, recrear a la Creación por la victoria del Amor y del perdón.
Sus Ángeles de la Guarda se comprometen ante el Señor del Universo para vigilar y celar por este momento.
Mientras hago silencio, contemplo con ustedes al mundo herido y necesitado de amor, de Misericordia, de cura y de redención.
Hoy acepto la rendición de los que decidieron vivir ese camino, por todos los corazones y vidas de este planeta que no Me correspondieron y que Me fallaron en los últimos tiempos.
Mientras acojo esas ofertas, el poder de Mi Sangre se derrama sobre los no redimidos, para que vuelvan a erguir su mirada hacia los Cielos y encuentren la esperanza y la paz que una vez perdieron y también las señales de Mi Pasión, las cinco dolorosas heridas de Su Señor, iluminan al mundo en este momento y derraman la Gracia del Cordero de Dios sobre los hijos del Padre Eterno, sobre aquellos que lo escuchan, que lo sienten y que lo aman.
Hoy un ciclo se cierra, pero un tiempo final de preparación comienza. Comulguen de Mis Palabras, sean colmados por Mi Gracia y sigan adelante.
Ustedes Me pueden superar en el amor. ¿Cuándo Me lo demostrarán? El precio de Mi Vida puede ser superado por sus vidas. La entrega de su Señor puede ser superada por su entrega.
Yo no vengo a pedirles lo imposible, quiero que sean parte de Mi Cuerpo Místico para que toda Mi Misericordia descienda sobre ustedes y el mundo, y se puedan purificar en Mí para alcanzar la redención.
Hoy reúno toda la fuerza de la Luz del universo, y los infiernos sienten esta repercusión porque cada gota de Sangre derramada por su Maestro hoy tiene valor y victoria en los que le han correspondido.
Aún más almas están a la espera de ingresar en Mi Iglesia Celestial, esto ya debe ser difundido al mundo. Todos son llamados, sin excepción, para estar a las puertas de Mi Iglesia Celestial e ingresar en ella en el mes de agosto, en el que la gran celebración será establecida entre los creyentes y Dios.
Mientras Yo les hablo, los purifico y los aproximo a Mi Corazón. Ahora, que sus almas coloquen su cabeza sobre Mi Pecho, en este momento, háganlo.
Y a través de esta melodía, que escuchan en este momento, sientan Mi abrazo divino y universal, y cómo cada miseria es transformada por el poder de Mi Luz y la fuerza de Mi Amor.
Ríndanse en Mi Brazos, tienen la oportunidad y, en el vacío y en el despojamiento, encuentren Mi Paz.
Yo Soy el que Soy, soy el Principio y el Fin, Soy lo máximo para sus vidas.
Mi Amor desea estar en todo el mundo.
Hoy sean ungidos por Mi perdón que disuelve sus miserias, que perdona sus pecados, que los renueva después de cada caída, que los coloca ante Dios para sentir el Amor de Su Corazón.
Ríndanse en Mis Brazos y todo pasará.
Mi Amor se funde con su amor y un único Amor nace, el Amor Vivo de Cristo que santifica a las almas y las lleva al Reino de Dios.
Es así que hoy deseo, en lo más profundo de Mi Alma y Divinidad, que comulguen de Mí por medio del Sacramento del Altar.
Traigan aquí el altar y aún permanezcan en Mis Brazos, hasta que Yo les indique qué hacer.
Quédense en Mis Brazos, sientan el latir de Mi Corazón y el triunfo del Amor por medio de esta Alianza perpetua Conmigo.
El Padre está atento a este momento, así como Él está atento a todas las almas del mundo que se rinden en Mis Brazos en este momento.
Que seamos merecedores de este momento y que en los Brazos de nuestro Redentor nuestros corazones y vidas se renueven en Cristo, sabiendo que por encima de todo vencerá el Amor, el que renueva todas las cosas.
Hoy el Padre participará de esta consagración. Coloquen a los Pies del Padre Eterno sus necesidades, las verdaderas necesidades que beneficien a otras almas.
Hoy los Ángeles Querubines, Ángeles de la Guarda de Mis hijos de África, están aquí presentes para traerme el ofrecimiento de sus pequeños corazones, por ese pueblo herido y por el mundo.
Mi Amor penetra en las entrañas más profundas del dolor humano, porque hoy aceptaron estar en Mis Brazos para sentir a Dios.
Celebremos.
“Oh, Padre Eterno, cuán grande es Tu Amor, Tu Poder y Tu Misericordia, que eres capaz de invitar a Tus hijos a que Me superen en el Amor y en la entrega, porque un buen Maestro trabaja incansablemente para que Sus compañeros lo superen, y algún día sean buenas personas en la caridad y en el bien, en el amor y en la transparencia.
Oh, Padre Eterno, cuántas ofrendas he recibido en Mi Corazón de Tus hijos. Cuántas oraciones he escuchado en estos últimos años. Cuánto Tú, Padre, en el triunfo de Tu Amor y de Tu Verdad, has construido la fe y el servicio incondicional en el corazón de Tus hijos. Esto es lo que hoy Me trae aquí, al mundo.
Adonai, una vez más coloco a Tus Pies que todos Me puedan superar y que el precio de Mi Sangre no sea en vano, porque ella se derrama sobre los oprimidos y caídos.
Hoy Te ofrezco, Padre Amado, el abrazo que he sentido de cada alma en este momento, para que Tú, Señor Nuestro, les des una oportunidad como Tú le has dado a Tu Hijo, para salvar al planeta.
Recibe en Tu Reino, Padre Eterno, el amor de Tus hijos, las oraciones de Tus hijos, el servicio de Tus hijos y la superación diaria de Tus hijos para alcanzar Tu Paz y Tu Misericordia.
Y así, ante la consagración y el ofrecimiento de este Sacramento, en esta tarde de solemnidad y de Misericordia, las faltas sean borradas, los pecados sean disueltos, porque el triunfo de Tu Amor se cumplió. Amén”.
Hoy los Ángeles Querubines, los Ángeles de la Guarda de Mis hijos de África, transubstanciarán junto a su Maestro estos elementos, porque Dios se muestra a los pequeños y humildes y esconde Su Poder y Su misterio de los soberbios y egoístas. La Sagrada Escritura se cumple una vez más.
En la noche en que iba a ser entregado, en compañía espiritual de Mi Madre y de las santas mujeres, que estaban en oración por Mí, ante Mis apóstoles tomé el pan, lo elevé al Padre agradeciendo el sacrificio, para que fuera bendecido y transubstanciado en Mi Cuerpo. Y la Luz espiritual del Creador descendió a la Tierra.
Enseguida lo partí y lo entregué a Mis apóstoles diciéndoles: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo, que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén, (en portugués).
Y miles de caídos que estaban en las profundidades de los abismos de la Tierra, tomaron consciencia del momento de su redención. Las estrellas del universo dibujaron una sagrada geometría por el triunfo del Amor.
Enseguida, tomé el Cáliz y Se lo ofrecí al Padre, para que el vino fuera transubstanciado en Mi Sangre, y la Luz divina de Dios descendió. Enseguida, Se lo ofrecí a Mis apóstoles diciéndoles: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la eterna y nueva Alianza, que será derramada por su Señor para la remisión de las faltas. Hagan esto en memoria Mía”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén, (en portugués).
El Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
Padre Nuestro (en portugués y en inglés).
Padre Nuestro (en inglés).
Que la Paz y la Misericordia de Cristo desciendan a la Tierra.
“Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra Tuya bastará para sanarme. Amén”.
Hermana María Jerusalén, puede venir aquí, por favor.
Anunciamos la Comunión espiritual con Nuestro Señor Jesucristo para todos nuestros hermanos en el mundo, a través de tres campanadas.
Padre Celestial que a todos conduces,
acepta nuestra oferta de entrega a Ti.
Guíanos por el camino del amor
para que Tu Voluntad sea hecha.
Amén.
Cuando sientan que no pueden, estén en Mis Brazos.
Cuando la noche sea demasiado oscura, estén en Mis Brazos.
Cuando crean que no lo conseguirán, estén en Mis Brazos.
Cuando sientan desesperanza, agonía o perturbación, estén en Mis Brazos.
Cuando no tengan fuerza interior, y solo confusión y lamentación, estén en Mis Brazos.
Cuando no encuentren sentido en la vida y en su misión espiritual, estén en Mis Brazos.
Estén en Mis Brazos, estén en Mis Brazos, porque Yo vengo a liberar a los afligidos, vengo a dar Luz a los ciegos, vengo a colmar la sequedad de los corazones, vengo a transformar las miserias en el poder de Mi Misericordia, porque necesito que Me puedan superar para que se cumpla el Plan.
Hay una canción que llega mucho a Mi Corazón, como tantas ofrendas que Me brindan. Pero esta es especial, porque refleja la superación y la persistencia de Mis compañeros en el mundo. “Todo lo que yo viví” se llama esa canción. Quiero que hagan ese último ofrecimiento que, en esta tarde de solemnidad y de Misericordia, se cierra un ciclo de siete años de trabajo, de esfuerzo y de esperanza con su Maestro y Señor.
Que la paz esté en ustedes y que sean portadores de Mi Paz.
Les doy las gracias por haber respondido a Mi convocatoria.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Nos prepararemos para esa canción.
Hoy llego a esta, una de Mis Casas, para comulgar con Mis compañeros, así como Mis compañeros comulgan diariamente de Mí, no solo en el Sacramento de la Reconciliación que es la Eucaristía, sino también comulgan a través de Mi Amor, en Mi Presencia interna en ustedes y entre ustedes, más allá de las pruebas, de las purificaciones, de los desiertos o de la incertidumbre.
Vengo aquí, en este día especial, para renovarlos, porque Me han vivido, porque Me han sentido, porque Me recibieron en sus corazones muchas veces.
Pero ahora es tiempo de servir al planeta y a la humanidad.
Esta Obra es para la humanidad y el planeta, para el alivio del sufrimiento, para el rescate de los que están perdidos, para los que han perdido la fe, para los que no encuentran sentido ni motivo de vivir en este momento, la Obra es para todos ellos.
Mi Obra será a través de ustedes, de lo que han conquistado y realizado hasta este momento como Comunidad de servicio y como hermanos de camino.
Han dado pasos que han regocijado Mi Corazón, por eso He retornado para que sepan que estoy con ustedes hasta el fin de los días.
Y aunque Mi tiempo esté terminando en la humanidad, Mi Corazón no dejará de pulsar dentro de ustedes, siempre y cuando Me lo permitan.
Yo Soy esa Luz que ilumina sus caminos. Soy la única Verdad. Soy el único Camino. Soy la Vida, en ustedes y por ustedes, como también por sus hermanos de la humanidad.
Mi Corazón sufre por todo lo que ve de este mundo. Mi Rostro ya no puede sonreír tanto como otras veces, pero Mi Espíritu se apacigua, se calma y se serena cuando ve que Sus compañeros le corresponden, más allá de los tiempos o de las pruebas.
Mi Espíritu se regocija cuando se levantan del suelo después de tantas caídas, así Yo los puedo renovar en sus mundos internos, en sus caminos, en su existencia.
El tiempo más amargo aún no llegó para la humanidad, pero está próximo.
Ustedes deben ser Mi Luz en el mundo, Mi Amor en la humanidad, Mi servicio en el día a día, para que todo esto sea irradiado a todos los seres que necesitan, en este tiempo, encontrar la Verdad que hace tiempo no encuentran, y que han perdido el sentido de su vida en la Tierra.
A pesar de las cosas graves que vive el mundo y de la poca consciencia que pueden tener de lo que eso significa, la Jerarquía está aquí, porque ustedes están en la Jerarquía y nunca lo pueden olvidar ni perder. Cuando sientan que no están en la Jerarquía retornen por el camino para poder encontrarla, para poder sentirla y vivirla como muchas veces lo han experimentado.
Vengo, en esta noche, no solamente a celebrar el momento de reparación y de cura de la humanidad, sino vengo también a prepararlos para lo que llegará y que no está lejos.
Para esta próxima Sagrada Semana, el Padre volvió a escoger este lugar, Su casa madre, porque el Árbol Sagrado de Figueira ha vuelto a brotar, a rebrotar muchas veces por sus esfuerzos y entregas.
Que sea este sacrificio de amor una entrega absoluta al Padre Eterno, para que la Fuente de Su Misericordia y Piedad esté presente en este lugar como en las demás Comunidades que han sido consagradas a la Jerarquía para que se cumpla la Suprema Voluntad.
Yo necesito que comprendan que sus purificaciones y pruebas, sus desolaciones o angustias equilibran la gran deuda que tiene la humanidad en estos tiempos.
Dios no quiere que sufran, sino que se alegren, que se alegren por estar en Su Presencia, por estar en comunión con Él todos los días y por poder, en estos momentos difíciles, renovar su fe que los hace vivir la alianza con Mi Espíritu y Mi Consciencia.
Vengo a buscar, compañeros, en esta hora, un refugio en sus corazones para que Me puedan consolar. Espero estar en ustedes, por más tiempo, para que vivamos en mayor profundidad una divina hermandad.
Yo conozco sus corazones y conozco sus destinos. Pero lo que Yo necesito en este momento es su unión Conmigo, para que la paz pueda florecer en estos tiempos de tribulación. La paz que deben vivir y profesar todos los días en Mi Nombre.
Con estas Palabras, Yo los vengo a preparar para lo que sucederá en la próxima Sagrada Semana. No solo deben abrir sus brazos para recibir a los que llegarán, sino también abrir sus mundos internos para liberar el mal del planeta junto a su Maestro y Señor.
Pero no les dejaré de dar Mi fortaleza, Mi confianza y Mi Amor, que serán las columnas que, en estos tiempos los sostendrán a ustedes para lo que llegará.
Hoy vengo aquí como un peregrino y este peregrino Ha sido bien recibido con la respuesta y la adhesión de sus amigos.
He sido recibido bien muchas veces, cuando He cruzado la puerta de esta casa para poder llegar y encontrar a Dios en la oración, en los Sacramentos, en el silencio de la Colina.
Sepan, compañeros, que Dios está en lo alto de esa Colina, en uno de Sus Aspectos Sagrados; y que Él está allí para acogerlos y recibirlos todo el tiempo, cuando lo necesiten o cuando no lo necesiten. Así estarán unidos al universo, al infinito y a la existencia, y se podrán renovar todas las veces que sea necesario.
Es momento de reconocer con gratitud todo lo que han recibido, a través de los tiempos y de los años. Ahora, es momento de vivir esa sucesión que su Maestro e Instructor les entregó cuando estuvo con ustedes en este plano físico y que ahora está con ustedes en el plano espiritual, en la gran Consciencia Divina.
Él les envía su gesto de amor y de paternidad, su bendición como Sacerdote del Cosmos y, sobre todo, les envía su gratitud por su persistencia y su fe en lo invisible e inmaterial.
Hoy, dentro de esta Colina y de esta Comunidad, en lo más profundo de su consciencia, vengo a depositar el corazón espiritual de aquel que los instruyó durante más de treinta años, para que aprendan a sumergirse infinitamente en la donación y en la entrega del ser como él lo ha hecho por todos ustedes, incondicionalmente.
Todos pueden alcanzar la misma aspiración que él tenía. Todos pueden fundirse en la Consciencia Divina. Dejen que el soplo del Espíritu los invada y en esta noche, en la que testimoniamos la realización de la Voluntad de Dios en este lugar. Y, más allá de las pruebas, alegren sus corazones y sonrían porque el tiempo de la liberación ha llegado, como le llegó al pueblo de Israel.
A pedido del Padre y antes de iniciar esta consagración especial con Mis compañeros, en el nombre de esa Gracia, recibida de lo Alto, que construyó y manifestó a la Figueira por petición del Único, el eterno Dios del Cielo y de la Tierra, del universo y de la vida, entonarán Sopro do Espírito.
Los escucho y que, en este momento, cada uno haga su oferta interna ante Mi Presencia.
Quien sienta se puede colocar de pie.
Solo la Luz de Mi Espíritu les bastará para poder atravesar el fin de los tiempos porque es por medio de Mi Luz que traspasarán toda oscuridad, atravesarán los tiempos con coraje y valentía.
No se medirán por sus miedos, sino por su fortaleza, la fortaleza que viene de Dios, que proviene de Su Espíritu, de Su Templanza y de Su Sabiduría.
Vengo aquí, compañeros, a traer la Luz de la divinidad de Dios, para que todas las esencias creadas alcancen la Luz del Padre Celestial y sean retiradas de los abismos de la Tierra por la intercesión poderosa de su Maestro y Señor y de todos los coros angélicos.
Vengo a traer a Italia la balanza espiritual de la igualdad y de la justicia para que ese principio, que proviene del Padre, se establezca en esta parte de la humanidad y, algún día, en el resto del mundo.
Sin la Justicia Divina y sin la Divina Igualdad, la humanidad de Italia no se podrá redimir.
Por eso, vengo a ofrecerles Mi Corazón. Vengo de lo más profundo y desconocido del Universo para que los ojos de su consciencia se puedan abrir y reconocer la Luz poderosa del Hijo que viene en el nombre del Padre a traer la salvación para la humanidad, el fin de la esclavitud espiritual y de la perdición de todas las almas en la ilusión mundial, en la indiferencia, en la soberbia, en la falta de caridad y de amor por el que sufre, por el semejante, por el que desespera.
Necesito, compañeros, que sus corazones se abran para que los Cielos se puedan abrir sobre Italia porque es una nación que necesita mucho de Dios, de una absoluta reconciliación y confianza con el Todopoderoso, el Padre Celestial.
Así, aprenderán a ser justos y serán iguales unos con otros. No habrá mediocridad, no habrá indiferencia en sus corazones, no repetirán los mismos errores que repitieron los fariseos en el tiempo pasado.
Ustedes deben ser los Nuevos Cristos, los más imperfectos entre los imperfectos, los que deben colocar la cabeza en el suelo para implorar por su redención y por su patria antes de que todo se desencadene, antes de que todo se manifieste, antes de que nada puedan controlar.
Vengo a través del verbo de la Justicia de Dios, pleno de Su Misericordia y de Su Amor profundo, porque sé que en algún nivel Me pueden escuchar.
No hablo para sus oídos materiales, hablo para sus oídos internos, para sus esencias, para sus almas, para sus espíritus que deben retomar el camino de la luz, del bien y de la paz para que esto no solo se refleje en Italia, sino más allá de esta tierra.
Dios necesita que se conviertan en Sus dignos hijos, que abandonen la apariencia, la mezquindad y el poder que creen tener en sus manos.
Permitan, compañeros Míos y nuevos discípulos, que Yo los pueda transformar, que Yo los pueda amar, que ustedes puedan sentirme, reconocerme y vivirme como cientos de discípulos Míos Me viven, Me reconocen y Me aman plenamente.
Su deber para con el Universo y la humanidad, como nación y como religión, es muy grande. Por eso, escojo los lugares más simples como este, en donde falta aún la Justicia de Dios para que esté presente Su Sabiduría, porque necesito que en los más simples y humildes, en los que aún no conocieron el Amor de Dios, pueda despertar Mi Amor crístico y soberano. Para que, como Mi Corazón misericordioso, sus corazones sean misericordiosos, corazones de bien y corazones de paz, a fin de que su tierra y su país sean reconstruidos espiritualmente y no tengan temor a la Verdad, la Verdad soberana y desconocida que Yo les traigo del Cielo y del Universo. Para que sus esencias, que esperan este momento y esta oportunidad, puedan reconocerla, puedan verla y aceptarla como parte de sus vidas, le traigo la Luz de la divinidad de Dios a una Italia que deberá redimirse, de forma religiosa, social y humana.
Aún hay mucho por curar aquí, hay mucho sufrimiento que aliviar, hay mucha misericordia por derramar. Por eso, Yo vengo del Cielo trayéndoles la Palabra de Dios, para que la Palabra que proviene del Verbo Divino los pueda despertar, redimir y salvar.
Abran sus corazones a lo que proviene del Cielo en este momento. El Señor del Universo, en la acción de Su profunda Misericordia, por los méritos de Su Pasión, disuelve la oscuridad del planeta, los conflictos de las naciones, las incomprensiones de los pueblos, los errores de cada uno de ustedes.
Este es el tiempo de la Gracia, es el tiempo de la Misericordia de Dios, pero es un tiempo que pasará antes de que todo llegue al mundo de una forma desconocida y sorprendente. Vengo a preparar sus almas y corazones para todo lo que vendrá y sucederá, porque en verdad les digo que no lo podrán creer.
El tiempo que llegará es definitivo para todas las naciones, pero si sus oraciones y corazones llegan al Cielo de una forma constante, permanente y continua, todo, todo se transformará por sus buenas acciones, por sus ejemplos de vida en el camino de la caridad y del bien.
Italia necesita vivir el Plan de Dios, apoyar plenamente al Santo Padre por los cambios que él quiere hacer y realizar. Él cuenta con Mi divina autoridad, por eso lo deben escuchar para que Me puedan escuchar a Mí. Italia siempre fue una tierra bendecida y debe seguir siendo bendecida para que sus males se borren de la consciencia humana.
Como testimonio de ese Amor que proviene del Universo, Yo les ofrezco los méritos de Mi Pasión, de Mi Muerte y Resurrección, por medio del Sacramento de la Comunión. Por eso hoy los vengo a ungir con Mi Espíritu, en el nombre del Espíritu Santo.
Hoy vengo a darles la Paz, para que sus corazones se animen a vivir la transformación y el apostolado que hoy le ofrezco a cada uno de ustedes como a cada uno de sus hermanos en el mundo.
Deben ser parte de Mi ejército de Luz del fin de los tiempos para que Italia tenga una extraordinaria oportunidad. Pero, dependerá de su pueblo, de su cultura y de su patria, que verdaderamente abran las puertas para su Maestro y Señor, para que Él nuevamente pueda volver aquí y vivan Su Voluntad y no la suya, la Voluntad de Dios, lo que Él tiene pensado para cada uno de ustedes.
Su Divina e Insondable Voluntad, para cada uno de los italianos, aún levita en el Universo y espera descender sobre sus consciencias para que se manifieste Su Plan de Amor y de Redención.
Con amorosa gratitud, en el nombre de su Divina Señora, acepto con inmenso Amor la Oración por la Paz en Italia e invito a todos los orantes, como hasta ahora, a que asuman ese compromiso. Porque será Sudamérica y una parte de Europa, las que ayudarán a Italia en su verdadero proceso de conversión espiritual.
Eso ayudará al Santo Padre, y una comunión espiritual e interna se establecerá e irá más allá de los dogmas y de las creencias. Porque el propósito de orar por Italia es sostener el ecumenismo cristiano y la alianza tan esperada que esta obra de amor realizará con el Santo Padre, respetando los principios y las creencias por medio del Amor que Yo les dono a través de Mi Corazón.
Deseo que esa oración sea permanente, comenzando, al menos una vez por semana. Porque el amor, el amor divino, el amor incansable, el amor incalculable, el amor de la Fuente de Dios deberá descender sobre Italia por medio de la Oración por la Paz. Porque hasta que los corazones no sientan el amor, que muchos de ustedes recibieron de Mi Corazón en algún momento, la conversión no llegará, la redención no sucederá.
Por eso, Yo los invito no solo a orar por Italia, sino también a hacer algunos sacrificios como el que les pedimos, hace muchos años, cuando toda esta obra comenzó en la sagrada Aurora. Y un lugar, tan desconocido y pequeño como el Uruguay, fue pensado por Dios y por Su Divino Hijo, en confraternidad con la Divina Señora, para que despuntara desde Aurora, la Luz Redentora hacia la humanidad.
Amamos el sacrificio de Aurora. Reconocemos su sacrificio, su servicio y su incansable donación para que la luz del nuevo amanecer, como es la Aurora, llegue a todos los corazones del mundo, a todas las naciones y a todos los pueblos, a todas las almas que buscan la Luz de Dios desde hace mucho tiempo.
Esta es la razón por la cual estamos aquí, renunciando como Yo se los pido. Así como su Maestro y Señor renunció desde la Última Cena hasta lo alto del Monte Calvario, hasta el último momento de Su expiración en la Cruz. Este es el sacrificio tan grandioso y semejante al que la Nueva Aurora, la Luz del nuevo amanecer, hace por la humanidad hasta que Dios lo necesite.
Por eso, compañeros, su casa, su morada será el planeta y no sus tierras de origen y tampoco su cultura ni su pueblo. Su morada serán las naciones para que los que necesitan amor alcancen la luz de la redención en el nombre de Cristo.
Ha llegado el momento de renovar el sacrificio del Cordero de Dios por medio de la memoria de la Última Cena. Los invito, en este momento, a revivir Mi Pasión en cualquier lugar de la Tierra, en donde estén reunidos o con quienes se encuentren. Por más que a veces no comprendan a sus semejantes, agradezcan a Dios con quienes se encuentran en este momento y en esta hora, porque tiene un porqué y una razón.
Todos participarán como esencias y como almas del misterio interior de la Eucaristía, de la inmensidad del Amor de Dios por medio de la celebración y de la consagración del pan y del vino como el Cuerpo y la Sangre del Redentor.
Así como Juan el Apóstol lavó las manos de su Maestro en la Última Cena, secretamente, para donarle el amor de su corazón y fortalecer la experiencia del Sacrificio de su Señor; hoy, por medio de la Gracia Divina, lavo y purifico las faltas de Italia para que las almas emerjan de los infiernos y alcancen la Luz Celestial. Que así sea.
Nos colocamos reverentemente de pie o nos arrodillamos.
En aquel tiempo su Maestro y Señor tomó el pan, y reunido con Sus apóstoles dio gracias a Dios por el sacrificio, aun sabiendo todo lo que sucedería después de Su ascensión con la humanidad y con el planeta, hasta los días de hoy. Aun así, en un profundo acto de amor y de reverencia por las almas, su Señor les dijo: "Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo, que será entregado por ustedes para el perdón de los pecados". Y la Luz de la Divinidad de Dios descendió sobre el mundo.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos (se repite tres veces).
Antes de finalizar la Cena, su Maestro y Redentor tomó el Cáliz y, volviendo a agradecer por el sacrificio, lo entregó a Sus apóstoles y les dijo: "Tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza que será derramada por su Redentor, por todos los mártires para el perdón de los pecados. Hagan esto en Mi memoria". Y la Luz de la Divinidad de Dios volvió a descender sobre la Tierra, los infiernos se cerraron y las almas en un profundo gozo espiritual, se salvaron.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos (se repite tres veces).
Oración: Padre Nuestro (en español).
Escucharemos ahora el Padre Nuestro en italiano.
El Cuerpo y la Sangre de Cristo. Dichosos los que son invitados a servirse del Redentor. Amén.
En un inmenso amor, Yo los coloco. En una inmensa Gracia, Yo los dejo. Y por un gran Amor, Yo los renuevo para que Me reconozcan dentro de ustedes; y la Obra de Mi Paz y de la Misericordia se cumpla en la humanidad, por los siglos de los siglos.
En unidad, perdón y reconciliación, en el nombre del Amor de Dios, en fraternidad por Italia y por el mundo entero, se darán el saludo de la paz.
Les agradezco por haber respondido a Mi llamado.
Podemos darnos el saludo de la paz.
Mi Voz llega a este mundo para retirarlo de la oscuridad y del miedo.
Mi Luz proviene del Padre y se derrama sobre los corazones que han caído.
Mi Misericordia se aproxima a vuestras vidas y trae la Luz que necesitan en este tiempo.
Yo vengo a levantar vuestras vidas del suelo. Les extiendo Mis Manos para que se puedan tomar fuerte y seguir Mi Camino de redención y de paz.
Mi Plan para Argentina es perfecto y predilecto, pero Yo necesito de ovejas dispuestas a seguir al Gran Pastor, para conocer nuevos campos y nuevos frutos que tengo para darles.
Necesito de vuestro sí para continuar con Mi Obra. Por eso, en este mes de abril, les envío a Mi Madre como mensajera y curadora, para que prepare vuestros corazones para el nuevo tiempo que llegará a Argentina.
Cada nación tiene un compromiso muy importante con Dios. Los Mensajeros del Cielo se presentan en este siglo nuevamente para advertir a la humanidad sobre los pasos que está tomando y los caminos que está siguiendo, caminos que no van hacia Dios porque son decisiones que no están en la Luz del Padre.
Por eso, en Mi gran Misericordia infinita, vine para abrir vuestros ojos a lo nuevo, para que puedan despertar a tiempo dentro de este caos que vive el mundo internamente.
Mi Misericordia viene a liberar vuestras amarras y vuestros pecados todas las veces que sea necesario, porque el Padre Me ha concedido conocerlos profundamente.
Mi Ley de Misericordia viene a corregir vuestras acciones y vidas. Por eso, vayan como los apóstoles y anuncien Mi llegada al mundo. Yo vendré silenciosamente a este mundo, sorpresivamente, y Me apareceré a aquellos que me abran el corazón y que hayan orado Conmigo constantemente por esta humanidad.
Mi Padre me ha enviado nuevamente a congregar los rebaños que se han perdido y estas Maratones de oración intentan congregar a todas las almas que deben retornar a Dios, principalmente, aquellas que están en Dios, en este momento deberán ayudarme a auxiliar a aquellas que están distantes de Dios.
Por eso, Yo los necesito firmes y dispuestos a seguir Mi Camino.
Yo no les puedo prometer felicidad en este mundo caótico, pero sí les puedo prometer, en el próximo mundo, Mi Misericordia, Mi Eternidad, Mi Divinidad y Mi Espíritu, como muchos santos, ángeles y bienaventurados que gozan de este Espíritu Crístico.
Yo les vengo a traer el universo a vuestras presencias. Yo Soy el Corazón del universo que late profundamente todo el tiempo. Yo les vengo a traer la Verdad de Dios para este tiempo.
Mediten en las acciones que toman todos los días. Sean buenos servidores en este tiempo, en paz. Sean proclamadores de la Paz que viene del Reino de Mi Padre. Yo los amo misericordiosamente todo el tiempo. Yo los reúno cerca de Mi Corazón para que lo puedan sentir. Mi Corazón es el Amor eterno de Dios manifestado.
Por eso, en este tiempo tan definitivo, vengo a recordarles el compromiso que han hecho Conmigo. Vuestras familias, amigos y conocidos, nadie escapará de poder conocerme en este tiempo.
Mi Amor es más fuerte que el amor que se vive en este mundo. Mi Poder y Mi Divinidad es grande en esta humanidad.
Queridas ovejas, queridos compañeros, los invito a preparar esta Sagrada Semana con el corazón, esta Pasión que vienen a recordar todos los años de vuestro tiempo. Yo los invito, queridos amigos, a que sientan Mi Pasión y que mediten en ella, así Yo podré conceder Gracias especiales a aquellos que lo hagan y Mi Corazón los podrá liberar y curar de todo aquello que no han conseguido liberarse.
Yo les vengo a recordar, en esta Sagrada Semana, Mi Pasión. Las diferentes fases que Yo viví en la Pasión, porque en verdad el mundo no conoce lo que viví verdaderamente. A través del Orandio de la Pasión y de la Transfiguración, Yo se los he revelado.
Por eso, durante esta Sagrada Semana, ofértenme sinceramente vuestros corazones. El Altar está abierto a todos. El sacerdote recibirá las ofertas de sus fieles para que todos celebren en el espíritu de la paz y del amor.
No será necesario, en este mundo, que ningún hombre más cargue con otra cruz. Yo lo he hecho por ustedes, queridos amigos. Mis Manos y Mi Cuerpo fueron llagados por ustedes. Yo cicatricé todas Mis heridas a través del Amor y, así, presenté al mundo la redención.
Pero a medida que pasa el tiempo, la humanidad se olvida del compromiso con Cristo. Por eso, Dios, en Su Bondad y en Su Misericordia envía a Sus Mensajeros para recordarles este compromiso.
Necesito que puedan fundirse con Mi Espíritu en esta próxima Sagrada Semana. Por eso, Aurora resplandecerá para recibir nuevamente Mis Rayos, como en el principio. Por eso, los ángeles que Yo envío al mundo están trabajando duramente, para que las almas se puedan aproximar a la Pasión de Mi Corazón y no sean distraídas por las cosas que oferta el mundo.
Yo necesito que sientan Mi Corazón como algo verdadero y simple, necesito que Mis Palabras reverberen en vuestras esencias.
Sepan, queridos compañeros, que este es Mi último llamado al mundo; de la misma forma en que Yo lo hice una vez en Ruanda, anunciando Mi Mensaje a través de Emmanuel, y África consiguió la consagración a Mi Sagrado Corazón, no solo a través de la obra que Dios me envió a realizar en ese país, sino también a través de las misiones que hicieron los Hijos de María.
Aún hay mucho que aliviar en esta humanidad dolorida, pero quién se animará a llevar las llagas espirituales del cuerpo en sus corazones. Esta es una gran propuesta que hoy Yo les entrego.
Muchos temen al sufrimiento por amor a otros. Vivan los ejemplos de todos los que han pasado por esta humanidad, de los grandes bienaventurados y santos que dieron sus vidas por Dios.
Pero en esta era tan importante Mi Llamado es para todos. Mi Corazón está queriendo entregarse a todos. Yo necesito de todos los que nunca me han escuchado ni visto para que Mi Obra se pueda cumplir en gran parte de esta humanidad.
América debe cumplir su gran promesa ante el Universo Celestial. Por eso, las misiones que Mi Madre está realizando, en cada país, preparan a las esencias para lo que vendrá en el próximo tiempo.
Mis Palabras en este momento son verdaderas, necesito que puedan entenderlo con vuestros corazones. Mi manantial está abierto para aquellos que lo busquen, pero pocos se arriesgan bañarse en Mi océano de Misericordia para que Mis aguas eternas puedan lavarlos y cicatrizarlos.
Que todos los que Me escuchan no tengan miedo, Yo vengo a entregarles el Amor de Dios, el Amor verdadero del Padre que es olvidado por muchos, porque reina la soberbia, la ignorancia y la indiferencia, raíces que producen grandes males y que enferman a las almas rápidamente, perdiendo la esencia y la luz interior.
Pero Yo Soy parte de ustedes y ustedes son parte de Mi Corazón eterno, Yo conviví y viví entre ustedes, Yo les proclamé a vuestras vidas Mi sagrada Palabra salvadora. ¿Qué han hecho con el Evangelio que Yo les entregué?
Vengo en este tiempo a buscar los talentos. ¿Por qué los esconden en vuestros corazones? Es tiempo de darse mucho más. Dios espera de ustedes lo máximo. Yo estoy aquí para ayudarlos y socorrerlos.
Yo vengo a abrir vuestros ojos a lo nuevo, al universo, al Reino de la Paz y del Amor. Pero pocos quieren vivir esta realidad. Con los pocos que Yo cuento, en esta era, realizaré Mis grandes Obras en el mundo entero.
Sirvan en paz a vuestros hermanos y a todos los Reinos de la Naturaleza que también sufren perpetuamente. Nadie percibe cómo los árboles son destrozados y heridos.
Ustedes saben, queridos compañeros, que cuando Yo era niño y fui a Egipto, las grandes palmeras del desierto reverenciaron Mi pasar. ¿Acaso Dios no vive en los Reinos de la Naturaleza? ¿Qué están haciendo con este mundo tan precioso que Dios les entregó?
Ha llegado la hora del rescate, del rescate planetario, del rescate de esta humanidad enferma y que muere sin ver la Luz de Dios. Yo vengo a resucitar a aquellos que han caído otra vez y a liberar a los espíritus impuros que condenan a muchas almas en esta humanidad.
Mi Misericordia es preciosa, pero para vivirla debe ser amada, queridos compañeros. ¿Cuándo se animarán a cruzar el portal hacia Mi Corazón? Yo tengo para entregarles cosas preciosas. Mi Palabra siempre se ha cumplido a lo largo de los tiempos.
Yo he convertido Eucaristías en corazones y carnes vivas; Mis Cruces han derramado mucha sangre. Todos han visto Mis milagros a lo largo de los siglos. ¿Qué más necesita esta humanidad? Dios está presente en todos los lugares. Pero ¿será que todos lo pueden ver?
Yo Soy esa parte de Dios que viene a hablarles. Esa emanación de la Fuente que se proyectó sobre la humanidad y que se volvió un hombre vivo, de carne y hueso, que caminó entre ustedes para compartir la Palabra y vivificar vuestros corazones, llevándolos a la Redención y al Amor.
Queridos compañeros, les agradezco por esta gran respuesta de ustedes.
Cuando oren Conmigo y se unan a Mí, recuerden que Yo siempre estaré vuestro lado. Deseo ardientemente estar en vuestras vidas, ser parte de vuestra sangre, de vuestra respiración, de todos vuestros cuerpos. Yo quiero ser la Célula viva en vuestras células, la Luz resplandeciente que transfigura y transforma como un Rayo del universo que viene a auxiliar y ayudar a la humanidad.
Pero todo comenzará, queridos compañeros, con vuestro simple y humilde sí, así todo estará consumado.
Aquí presente, bendeciré los elementos sagrados y las imágenes que traerán resurrección para vuestras consciencias.
Que esta próxima Sagrada Semana que se aproxima sea una celebración verdadera para todos, un encuentro perfecto con la Sagrada Familia universal.
Allí estaremos, en el corazón de Aurora.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Mientras traen los elementos vamos a orar con nuestro Maestro el Padre Nuestro y el Gloria.
Cristo Jesús bendice los elementos.
Cuando oran de corazón, Yo los amo más.
Gracias, queridas almas, por esta simple dedicación. Les agradezco.
Ingresen en el universo de Mi Paz y caminen firmes en el Propósito. Dios siempre los proveerá. Sean bienaventurados.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Todavía Jesús está presente, acompañándonos. Vamos a esperar por unos instantes hasta poder responder a un pedido que nos hizo de escuchar las Bienaventuranzas que una vez el transmitió en uno de Sus Mensajes diarios.
Él nos pide, en este momento, que sigamos unidos a Él en comunión, de corazón a Corazón, sintiendo Su Presencia.
A continuación, se lee el Mensaje diario transmitido por Cristo Jesús el 15 de febrero de 2013, sobre las Bienaventuranzas.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más