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Mis amados hijos:
Otra vez en Mi amada casa, en Fátima, donde derramé tantos códigos de amor, conversión y protección para Mis hijos del mundo.
Otra vez en Fátima, para renovar a sus almas con Mi Maternidad y Mi Amor Universal.
Otra vez en Fátima, para que este Reino Celestial, que acoge a todos Mis hijos del mundo, reciba la luz y el amor de la Fuente del Corazón de Dios y se prepare para lo que ya está llegando.
Hoy observo, con gratitud y amor, a algunos corazones que se han ofrecido para sustentar el final de los tiempos y que, verdaderamente, están decididos a seguir fielmente a Mi Hijo y a servirlo más allá de lo que comprenden y de lo que creen que pueden hacer.
A estos hijos Míos los tengo en Mi Corazón.
También observo a aquellos que todavía necesitan de muchas pruebas para rendirse al Amor de Cristo, de muchas explicaciones para aceptar este nuevo ciclo, de muchas seguridades para poder confiar.
A estos hijos Míos los tengo en Mi Corazón.
Observo también a los que son indiferentes, a los que solo piensan en sí mismos, a los que no soportan la fe de los otros e intentan destruirla, a los que tienen tanto miedo de que el mundo deje de ser ese lugar que creen controlar.
Observo a los que no comprenden que transgredir la Ley de la Creación es algo que de forma inminente los colocará frente al Juicio Universal.
A estos hijos Míos los tengo en Mi Corazón.
Observo a los que se burlan de la Gracia y de la Misericordia, a los que levantan su voz y su mano en contra de sus hermanos, creyéndose impunes y dueños de los demás.
Todos están en Mi Corazón.
Traigo para Europa una buena nueva, la última oportunidad para vivir el perdón, la reconciliación, la expiación de los errores.
Como Abogada de todas las criaturas de este mundo estaré en breve, en un próximo ciclo y durante un tiempo aquí con ustedes, recorriendo esta tierra europea que clama por perdón y cura, recorriendo sus naciones, llegando a sus pueblos para que la Luz y el Amor de Dios lleguen a cada rincón.
El Reino de Fátima y la presencia de los Mensajeros Divinos traerán la Gracia de la Renovación, a esta parte del mundo, para que sus corazones puedan recibir los códigos crísticos que prepararán a sus seres para dar la bienvenida a los talentos que Mi Hijo les entregará y que deberán estar disponibles dentro de sus esencias para acompañarlo y servirlo en Su Retorno al mundo, en este próximo tiempo.
Pero hoy también vengo con una advertencia.
La humanidad se enfrentará a sí misma y comprobará que fue indiferente, que se dejó atrapar por la ilusión y perdió el bienestar que le ofrecía el planeta, un planeta al que está perdiendo porque lo maltrató hasta dejarlo agonizante.
Así la humanidad llorará lágrimas de sangre por su necedad, por su soberbia y por su falta de inteligencia. Esta humanidad que hoy está, conscientemente, desintegrando y aniquilando aquel lugar sagrado que le da cobijo, que la alimenta, que la cura y que le ofrece un lugar majestuoso y seguro para las generaciones futuras, para la evolución de la raza.
¿A dónde irán a vivir sus hijos, sus nietos y los hijos de sus nietos? ¿Alguna vez se lo preguntaron?
A lo que ustedes llaman espacios protegidos o búnkeres, ¿cuántos podrán entrar a esos ilusorios lugares?
¿Buscarán otros planetas? ¿Cuáles? ¿Cuántos de ustedes irán a esos ilusorios lugares?
Mi Corazón se llena de dolor, de pena y de agonía al verlos tan ignorantes.
¡Hijos, despierten!
Todavía hay tiempo de equilibrar la balanza, ¡pero tiene que ser ya!
Despierten de este letargo, de este sueño que solo los conducirá a un estado interno y externo lleno de desequilibrio y sufrimiento. Escuchen la Voz y el Corazón de su Madre Celestial que les trae esta advertencia. ¡Ya no hay más tiempo!
¡Salven al planeta! Protéjanlo de ustedes mismos, porque si no reaccionan pronto no tendrán ningún lugar en donde puedan estar en paz.
Únanse a Mi Voz y a la voz de los más jóvenes, la que ya se hace sentir. Ellos están intentando defender su casa para poder tener un destino.
Únanse a Mi Corazón que les ruega, que les suplica que sean responsables por esta Gran Casa, este Edén que Dios les entregó para que vivieran la más grande experiencia de amor universal.
¡Despierten hijos! Por última vez, ¡despierten!
Yo los amo y no los abandonaré nunca, pero Mi Ser sufre porque un día solo podré observar su padecimiento, fruto de su indiferencia y de su falta de responsabilidad.
Recuerden siempre que solo deben mirar hacia lo Alto, en humildad y en gratitud. Todo podría revertirse para bien, en un instante, si tuvieran el coraje de cambiar.
Los amo, los protejo y firmemente los llamo a la última reflexión.
Gracias por estar hoy Conmigo.
Su Madre María, Rosa de la Paz
Serie – Relevaciones Divinas de estos tiempos
De la humilde gruta de Belén al Templo de la Circuncisión – Parte II
Luego de los acontecimientos físicos, internos y universales sucedidos en la simple gruta de Belén, algunos días después, San José y su Madre Celeste se prepararon para presentar al Niño Dios en el Templo.
Este ya sería el segundo misterio que se revelaría en aquel tiempo a los hombres al respecto de lo que, espiritualmente, significaría la venida del Mesías a la Tierra.
En aquel tiempo, la gruta de Belén quedó impregnada y colmada de la luz crística. Por cada lugar que el Niño Rey pasaba, atributos y códigos divinos iban siendo depositados en esos espacios como terafines y todos aquellos que, de alguna forma u otra, participaron y supieron sobre el Nacimiento de Jesús en Belén, también recibieron impulsos espirituales que los llevarían a la transformación de la consciencia.
A días de haber nacido el sagrado Niño de Israel, San José ya había hecho los preparativos y rezado sus oraciones con el fin de que Él también atravesara, en el Templo, el proceso de la llamada purificación.
San José llegó al Templo junto con María Santísima y el Pequeño Niño en brazos, solo que, durante el acto de la circuncisión de Jesús, así como lo pide la Ley de Moisés, un hecho inesperado se presentó a través de un humilde sacerdote llamado Simeón.
Ese sabio y contactado ser era uno de los tantos hombres de la Tierra que esperaban la llegada del Mesías y el cumplimiento de las profecías de los Profetas.
En esa instancia de la presentación del Pequeño Niño en el Templo y luego de la circuncisión, Simeón, siendo inspirado por el Fuego Divino del Espíritu Santo, compartió y le anunció una profecía a la Madre de Dios, diciéndole que una espada de dolor atravesaría Su Corazón y, en seguida, repitió una de las profecías sobre el advenimiento de Cristo a la Tierra.
El Templo de la Circuncisión fue el escenario en que, no solo se determinó la consagración total del Niño Rey al Plan de Dios, sino que allí también se vio representado el sacrificio espiritual que Su Madre Celeste viviría, ofreciendo al Pequeño Niño como reparación y expiación espiritual por todos los errores cometidos por la humanidad.
Fue allí, a partir de ese momento, con la presencia de Jesús en el Templo, que comenzó la caída del imperio del mal que en ese tiempo sometía y castigaba a la Tierra, impidiendo la continuidad de la evolución del sagrado Pueblo de Israel.
La llegada del Pequeño Jesús al Templo, en compañía de San José y de Su Madre Celeste, permitió que en esa misma hora se desarrollara una gran intervención divina, la que pondría fin a la decadencia de los hombres y de todas las generaciones humanas por medio de la presencia de Cristo en la Tierra, así como por toda la vida que, de manera incondicional, el propio Niño, después Hombre, donaría por amor a todos Sus hermanos.
El acto de la purificación en el Templo significó el pasaje a otra etapa de ese Plan perfecto, pero silencioso, que el mismo Dios estaba llevando adelante a través de Su Amado Hijo.
Fue a través de la Presentación del Niño Rey en el Templo que la intervención angélica y arcangélica comenzó a suceder directamente en todas las almas de la humanidad de aquel tiempo, ya que era necesario que todo el género humano saliera de su proceso de autodestrucción y de su ansia de poder.
Por esa razón, desde que Jesús encarnó en la Tierra, los seres angélicos y arcangélicos, a pedido de la Madre de Dios, hicieron uso de los más altos instrumentos espirituales y de los más puros Rayos Inmateriales, a fin de que los espíritus en la Tierra vivieran los primeros pasos de la redención.
Para que todo esto fuera posible, el mismo Niño Rey, aun siendo recién nacido, aplicaba ciertas Leyes divinas, las que, a través de su cumplimiento, modificaban la condición espiritual de la Tierra y, al mismo tiempo, abrían los portales para el contacto y la comunicación espiritual entre la Fuente Mayor y los mundos internos, lugar en donde se encuentran las esencias.
Todo el movimiento universal realizado por la presencia de la Sagrada Familia y por la intervención angélica, impidió el avance de las potestades del mal sobre la consciencia humana, la que, en aquel tiempo, era más primitiva.
Esas entidades contrarias tuvieron que presenciar, como castigo, toda la victoria que fue generada desde el Nacimiento de Jesús, hasta la Muerte y la Resurrección de Cristo.
De esa forma, el planeta y la humanidad fueron convertidos y redimidos por el potente voltaje del Amor-Sabiduría.
La alianza que se alcanzó entre el Cielo y la Tierra derrotó y venció los proyectos del adversario.
Ahora, en este tiempo actual y antes de la segunda Venida de Cristo, la humanidad se encuentra en un momento muy semejante al Nacimiento de Jesús, un momento en el cual cada ser humano tendrá la Gracia de vencer a través del amor y de superar y trascender la indiferencia para que Cristo vuelva a triunfar en todos los corazones.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Hoy, desde el Universo, su Madre Celeste contempla el planeta, la inmensidad de su belleza, pero también los innumerables errores cometidos por la humanidad ciega.
Hoy su Madre Celeste contempla el planeta desde el Universo y siente un inmenso Amor por este planeta creativo, como también por todo lo que él guarda en su interior.
Hoy su Madre Celeste contempla el planeta desde el Universo y ve la belleza de su existencia, pero también los graves ultrajes que el ser humano comete contra la vida, la familia, el espíritu de la religiosidad y del bien.
Hoy su Madre Celeste, de brazos abiertos y manos extendidas, contempla el planeta para irradiarlo, para aliviarlo de su dolor y de su inmensa agonía, lo que la mayoría de los hombres ni siquiera percibe, por soberbia o por indiferencia.
Hoy su Madre Celeste irradia el planeta para derramar códigos de esperanza, de cura y de redención, para que las grandes puertas de los Espejos de la Misericordia se abran e invadan las almas con sus códigos de amor.
Hoy su Madre Celeste los invita a contemplar el planeta desde la bóveda universal y a irradiarle al mundo todo el amor y la cura interior que necesita para tener una oportunidad.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Hoy verán Mi Gloria cruzar los cielos de este planeta y de esta nación, para de esta manera oír y sentir, a través de vuestros corazones, la voluntad de Dios, que traigo en Mi verbo Divino.
Yo soy la Madre del Mundo, Soy la Madre Universal. Mi mirada contempla cada partícula de la vida que existe en este universo. Mi Corazón ama y ampara todas las creaturas de Dios, todas las consciencias de todos los reinos de la naturaleza que, con profundo amor, fueron gestados en el vientre materno de la Creación, en la Fuente femenina de Vida, en Mi cósmico Corazón.
Vengo a revelarles la verdadera faz que hoy vive Mi Consciencia Universal, no solo a través de las palabras, sino también de los profundos sentimientos que emergen en vuestras almas. Hoy, quiero darles a conocer que la vida no comienza ni termina en este mundo, que la vida continúa más allá de este universo; y después de este mundo descubrirán otros tantos que los conducirán a nuevos aprendizajes y que los llevarán a continuar en el camino de evolución que están recorriendo desde su origen en el Corazón de Dios.
Hoy, quiero que lleven Mis palabras solo al corazón y permitan que los códigos que deposito en Mi verbo puedan imprimirse en sus vidas.
Ya llegará el tiempo en que podrán confirmar en vuestras mentes lo que hoy viven en sus pequeñas vidas. Ya llegará el tiempo que verán desde el Cielo y podrán contemplar con compasión todo lo que vivieron en este mundo. Verán que, en un planeta que estaba enfermo y que vivía en una profunda oscuridad, una nueva Luz llegó e iluminó los abismos. Rescató a los que estaban perdidos. Liberó a los que estaban presos del sufrimiento y de la ignorancia. Elevó a los que estaban caídos e hizo nacer del viejo hombre una raza redimida.
Como Madre y Señora de este mundo, vengo con la Misión de conducir todas las almas al Reino Celestial y también de transformar el corazón de aquellos que perseveren con valentía. Ellos verán descender el Reino de Dios a esta Tierra, tornándola semejante a todos los Reinos Divinos que existen en el universo.
Mis amados, reconozcan con amor que no saben nada sobre la vida universal, que miran perdidos aunque llenos de esperanza hacia un Cielo que hoy se abre ante vuestros ojos y vuestros corazones. Reconozcan, humildemente, cuán poco saben y viven de la Vida Divina y así, como niños, déjense guiar por Aquella que, enviada por Dios, desciende a este mundo para retirar los velos que cubre vuestros ojos, para apartarlos de toda ignorancia que viven como humanidad y en la cual se sumergen cada día un poco más, sin darse cuenta de lo que están viviendo.
No tengan miedo de reconocerme como Su Madre y Señora, porque Mi amor por cada ser de este mundo es más grande que lo que vuestros corazones pueden concebir. Tanto es así, Mis amados, que vengo a lo largo de los siglos para conducir a la humanidad y, cada vez que Mi presencia llega al mundo, llevo a la humanidad a un paso más en su consciencia. Ahora, vengo a vuestro encuentro, mostrando todas las manifestaciones a través de las cuales me pueden comprender. Al final de todo, uniré todas Mis manifestaciones en el mundo y les mostraré la Faz que une todas las manifestaciones: Mi Suprema Consciencia Universal.
Solo aguardo y los espero cada día, para que puedan recibirme verdaderamente.
Yo los amo y agradezco a esta nación, porque Me llamó en espíritu, confió en Mi sagrado auxilio y hoy ve, en su vida, la respuesta de Mi Corazón.
María, Madre y Señora del Mundo
Hijos Míos:
Vengo a esta ciudad para despertar los códigos de luz que un día Mi presencia maternal depositó aquí y que, a lo largo de los años, se fueron perdiendo, porque los hombres, poco a poco, se alejaron de Dios, cerrando así, las puertas al Reino de los Cielos.
Mis amados, preciosos tesoros duermen debajo de las montañas de esta ciudad, tesoros que deben revelarse, para que puedan servir de auxilio para esta humanidad tan necesitada de Redención. Me refiero a tesoros espirituales, regalos que Dios envía para sus criaturas, que tanto se pierden en el mundo.
Queridos, como Madre y Señora de Montserrat, traigo al mundo las melodías celestiales que curan y redimen los corazones, que despiertan a las pequeñas almas del sueño de profunda ilusión que están viviendo en este mundo.
Verdades misteriosas están ante los ojos de todos los seres y llegó el momento de que la humanidad en su totalidad pueda acceder a esas verdades.
Hijos Míos, para ello es necesario que unos pocos den el primer paso rumbo a ese despertar de la consciencia y, sin miedo, retiren de los ojos las vendas que los mantienen en una profunda oscuridad.
Mis queridos, un nuevo tiempo se acerca a este mundo. Tiempo que traerá dolor a los corazones que se resistan a la transformación, sin embargo traerá fortaleza y crecimiento espiritual para todo aquel que, con fe, prosiga su camino luminoso, guiado por los Sacratísimos Corazones de Jesús, José y María.
En este día, vengo para alertarlos una vez más de que es tiempo de crecer, pues el momento planetario necesita verlos preparados para enfrentar las pruebas que vendrán. De norte a sur y de este a oeste de este mundo, los corazones comenzarán a sentir tribulaciones que llegan a su mundo interior. Muchos necesitarán ayuda, pues no comprenderán lo que les ocurrirá, otros no podrán mantenerse en sano equilibrio, lo que generará muchos conflictos en el mundo.
Por eso, hijos Míos, vengo a pedirles, con todo Mi Inmaculado Corazón, que no esperen la transformación ajena para dar sus propios pasos. Ya no esperen encontrar un referencial en este mundo, porque no habrá criatura en esta Tierra que permanezca ajena a esta purificación que se vivirá y que ya se vive en muchos seres.
Caminen sin mirar atrás, olviden el pasado, que será equilibrado por las acciones presentes y futuras. Olviden los errores, los temores y los dolores que sintieron en un tiempo pasado. Es momento de tomar de las manos a aquellos que vienen del Cielo ofreciéndoles auxilio; y sin mirar atrás ni a los costados, fijar los ojos en la meta y proseguir con pasos firmes y decididos, sin prisa y sin pausa.
Vengan queridos, pues Mi Corazón los aguarda para confiarles una nueva misión, para prepararlos para cruzar este umbral planetario entre el viejo hombre y la nueva raza redimida.
Mis palabras resuenan así en este lugar, porque digo lo que necesitan oír en este momento. Quiero que aquellos que Me escuchan por primera vez reciban un impulso de Mi Corazón, para que despierten inmediatamente y con rapidez se coloquen en el lugar que les corresponde, en este ejército de Paz, que lucha con amor, unidad, fraternidad y oración, para que los Planes de Dios se cumplan en este mundo.
Hijos Míos, hoy les digo que los Planos del Creador se cumplirán bajo cualquier circunstancia, porque la Ley dice que la Luz prevalecerá. Mas es la Voluntad del Señor que Su Tierra redimida nazca con seres que puedan trascender la vieja raza y, a través del amor y del perdón fueran capaces de vencer el pasado y de manifestar el nuevo futuro.
Agradezco inmensamente a esta ciudad, porque espiritualmente, por segunda vez, me abrieron las puertas clamando así para que la Redención descienda sobre este mundo. Por eso, hoy les digo, hijos Míos, que con amor esperen Mi presencia.
Dichosos los que recibieron de Dios la Gracia de estar delante de Su Sierva y recibir la sublime redención para vuestras vidas.
Los amo y los amaré siempre, pues soy Su amada Madre y Señora de Montserrat, la Virgen María
Bienaventurados serán llamados, en el Reino de los Cielos, aquellos que en la Tierra hacen florecer las semillas de la vida que recibieron.
Bienaventurados serán proclamados, en el Reino de los Cielos, aquellos que en vida sufrieron las dificultades del mundo y, con alegría, supieron superar los obstáculos para cruzar el umbral de una nueva raza.
Bienaventurados serán conocidos, en el Reino de los Cielos, los que se esforzaron hasta el fin de los días, para superar los códigos materiales e instaurar los códigos divinos en su ser.
Bienaventurados serán los que hoy se autoconvocaron para servir en un ejército de paz e, incansablemente, confiar en la Mujer Vestida de Sol, que los tiene en Sus brazos y bajo Su Manto de Luz.
Bienaventurados serán, en Mi Reino, los que ya son bienaventurados en la Tierra, porque conocieron la Palabra de Vida, la amaron, la expandieron y la pronunciaron para que hiciera eco en todos los corazones del mundo.
Bienaventurados serán los que hoy están delante de Mis ojos, los que reconocen Mi Presencia y la Divina Presencia de Mi Hijo, sin temer los juicios de esta Tierra.
Bienaventurados se tornarán ante Dios Padre los que hoy maduran en el silencio los frutos de la salvación y, con valentía, crecen en la fe y en el amor al Plan de Dios.
Hijos Míos, los imperfectos de hoy, si persisten en el Propósito Divino, serán Mis bienaventurados de mañana. Porque cumplirán, sin percibir, con el Plan de Dios y, aunque muchas veces sea en el secreto del propio mundo interior, harán florecer una nueva raza a imagen y semejanza de Dios, de Su Divino Amor y de Su Unidad.
Todos los esfuerzos de hoy culminarán con la gloriosa victoria del mañana. Por eso, no miren hacia el pasado ni detengan la atención en lo que son hoy, sino coloquen toda la fe y la confianza en las promesas de Aquel que es perfecto y que prometió que, en los que se entregan de corazón, operará milagros de transformación y de conversión eterna.
Permítanse ver a través de Mis ojos y sentir a través de Mi Corazón; así, encontrarán la perfección que duerme en el interior de cada ser y podrán ver Conmigo el nacimiento de nuevos soles que brillarán más allá de esta Tierra.
Mis pequeños, vengo al mundo para hacerlos despertar y para darles a todos la oportunidad de convertir y redimir el pasado, transformándolo en un presente de Gloria de servicio al Altísimo. Por eso, solo abran sus corazones y sus consciencias y, así, los Mensajeros que descienden de los Cielos, a pedido del Gran Señor, obrarán en todos los espacios de la materia y de la vida sobre la Tierra.
Pueden no confiar en lo que conocen de sí mismos y serles costoso creer en la transformación de una materia tan corrupta, pero su confianza no debe estar en sí mismos, sino en Dios y en Aquellos que están delante de ustedes y que descienden del Trono del Creador con un Propósito enviado por Él para Sus criaturas.
Dios los conoce con perfección a cada uno de ustedes y sabe del potencial oculto que deben desarrollar. Por eso, solo digan sí diariamente y, como buenos niños, déjense conducir por su amada Madre Celestial.
Que el Niño Rey, nacido en sus esencias, ahora crezca sin detenerse y madure la vida divina que nace sobre la Tierra.
Yo los amo y los conduzco, haciendo crecer en sus corazones el Poder del Espíritu de Dios.
¡Les agradezco!
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más