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¡Que el mal desaparezca de este lugar, en el nombre del Todopoderoso y de Sus legiones angélicas!
¡Que la Luz descienda a la Tierra y que los corazones reconozcan el Propósito de Dios, pues es el tiempo de autoconvocados, de los 144.000!
Mi Corazón se hace presente nuevamente aquí y toda Mi Consciencia Divina, que es parte de Dios, se manifiesta ante ustedes para darles a conocer la Voluntad del Padre en cada una de sus vidas.
Establezco aquí Mi Reino y en él no podrá habitar ninguna adversidad porque el Plan se cumplirá en todos los corazones internos a través de Mi bendición, por la autoridad que Dios Me concedió, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Alabado sea el Padre, compañeros, que reúne en este momento a sus ovejas más pequeñas para que vuelvan, después de estar perdidas en el mundo sin tener qué beber ni dónde pastar, al establo de Mi Corazón; porque en Mi Reino existe la providencia y las almas no sienten sed eternamente ni hambre de espíritu perpetuamente.
¿Saben lo que eso significa? Que el Padre los vuelve a reunir para que lo recuerden a través de su Hijo, de su Gloria y de su Misericordia, que permiten, en esta hora, esta realidad.
Yo vengo a llamar a los escogidos con el dedo luminoso de Dios, que con Amor infinito y Misericordia viene a rescatar a los caídos y a retirar de los abismos a millones de consciencias.
Es así que Yo les revelo el poder de Mi Divina Misericordia, de Mi Gracia y de Mi plenitud para con todos los Míos.
Ayer, Yo les dije que soy más que el Sol. Hoy les digo, compañeros, que soy más que una divinidad.
Porque si el Hijo de Dios está en el Padre, el Padre Eterno estará en su Hijo amado. Y si ustedes están en el Hijo de Dios, en lo profundo de su Corazón Sacratísimo, estarán también en el Padre y el Padre estará con ustedes, a pesar de lo que suceda.
Fortalezcan su confianza en el Creador y desmientan, compañeros, a las modernidades de estos tiempos. Las almas están hipnotizadas y en profunda ceguera, no consiguen ver Mi Camino de Luz.
Una y otra vez, de tiempo en tiempo, golpeo a la puerta de sus corazones para llamarlos a esta tarea sagrada de compartir Conmigo el tiempo de la Redención.
La Redención es una esencia profunda aún muy desconocida por el mundo. Una pequeña señal de ella ya fue mostrada a través de la Pasión de vuestro Señor, cuando Yo sufrí por ustedes todos los martirios, todos los pecados y toda la inconsciencia de la humanidad, a través de la agonía, del calvario y de la muerte. Así Yo les revelo, compañeros, que la Redención es algo más profundo, porque tiene su base en la esencia del Amor y de la Unidad que todos los seres pueden vivir en estos tiempos finales.
La redención de sus vidas tiene pasos. Son escalones de luz a los que son invitados a ascender, poco a poco, hasta encontrar Mi Reino Glorioso, que no pertenece a este mundo.
Así, Yo elevo sus consciencias hacia otras realidades, retirándolos de la vida material y abriendo sus corazones para lo que es verdadero y profundo.
A través de la oración, compañeros, construyan la primera base de la redención.
Pero existen más bases que deben construir en este camino de oración, en este camino espiritual y de consagración al que son invitados a recorrer para salir de la ilusión del mundo.
Poco a poco sus vidas se transformarán. Cuando acepten Mi Convocatoria estarán aceptando la Voluntad de Dios y Mi Corazón se glorificará en el Padre, porque Sus hijos se glorifican en Mi Corazón.
Y Yo Me encenderé en Dios para que Mi Espíritu Divino descienda a la Tierra, para rescatar a los últimos que quedan en esta transición, que aún no ha terminado; una transición que desconocen llamada purificación. Una transición misteriosa que se descubre, se revela a los corazones simples, sin miedo y sin engaño.
Por eso, compañeros, les ofrecí la Cruz un terafín, un símbolo sagrado, perpetuo y eterno.
Les ofrecí a Mi Madre, para que la pudieran aceptaran como su Guía y Gobernanta. Ella los une a Dios a través de Su Corazón humilde.
Y si sus corazones son humildes, estarán en Mi Madre, Mi Madre estará en Dios y todos estarán en el Padre, en una perfecta unidad.
Es la unidad, compañeros, lo que no pueden perder. La unidad será la llave para cruzar la transición. La humanidad no sabe estar unida, solo sabe estar dividida todo el tiempo y a través de los tiempos.
Yo les enseñé, a través de Mi Evangelio, cómo debían amarse los unos a los otros. Esa regla está vigente, compañeros, porque ese amor los protegerá de ustedes mismos cuando se sacrifiquen por sus semejantes y sus semejantes se sacrificarán por ustedes.
Así crearán una verdadera familia espiritual, sin que importe la unión sanguínea, genética o humana. Porque la verdadera familia es la que vive en el Corazón del Padre, y lo vivifica todo el tiempo, buscando agradarlo con la emanación del amor y de la unidad presente en cada uno de ustedes.
Les vengo a enseñar, a todos los presentes por primera vez, las Leyes básicas de Dios que se guardan en los Mandamientos, los cuales están olvidados completamente por toda la humanidad.
Si los Mandamientos se hubieran cumplido al pie de la letra no sería necesario vivir la transición.
Por eso vine al mundo y encarné entre ustedes, para mostrarles el verdadero Mensaje de Dios; por medio de la encarnación del Hijo Amado se manifestó el Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, algo que muy pocos aprendieron.
Pero aún están a tiempo, antes de que llegue esta transición al planeta, en donde la paja se separará del trigo y eso será inevitable, compañeros.
Ustedes saben que el mundo está equivocado, está inmerso en su adversidad, en su profunda oscuridad y ceguera. Y mientras las maldades continúen en este mundo, Yo reforzaré a los espíritus misericordiosos para que puedan servir en este Plan de Amor, que debe cumplirse en la consciencia humana y después en la vida material.
Haré todo lo posible, compañeros, para que caminen con firmeza y valentía. Por eso hoy estoy con ustedes y entre ustedes para enseñarles a amar de verdad y de corazón, para que abandonen sus amarras y las faltas del pasado, y para que a través de este encuentro, puedan salir renovados por un compromiso verdadero y sincero de sus corazones Conmigo.
Así Yo les entrego, amados amigos, una sagrada tarea, que no es material sino inmaterial. Sus espíritus saben que esto existe y que no es una analogía.
Mi tarea en el mundo es concreta y visible. Han visto erguirse a Mi Santa Iglesia, Mi Iglesia verdadera y celestial, en los corazones humildes de los fieles y religiosos.
Es esta Iglesia la que Yo elevo a Dios todos los días, para que el Padre la pueda contemplar en plenitud con Sus Ojos de Misericordia y Compasión.
Es esta Iglesia la que el Padre viene a buscar en ustedes con su acción de servicio, de caridad, de amor y oración.
Es esta Iglesia interior la que nunca será derrumbada.
Permanezcan en quietud mientras hablo, pues la Iglesia celestial y universal del Reino Espiritual está visible en este momento para sus almas. Entren en contemplación y no pierdan este momento. Que la inercia no sea más fuerte que la devoción. Que la indiferencia no sea más fuerte que la compasión.
Que en Unidad y Amor estemos siempre, para que pueda seguir descendiendo la Iglesia Celestial.
En el pasado, a Mis apóstoles y a todos ustedes, les di un mensaje que no comprendieron. Cuando les dije que en Pedro fundaría Mi Iglesia, es que en él y en sus hermanos debería fundarse la Iglesia celestial, en cada corazón humano y no en la vida material.
Pero Me sirvo de todos los fieles, porque en ellos puede estar presente Mi Luz.
Yo vengo a hacerles comprender a los mundos internos, algo que nunca ven, porque siempre miran hacia fuera y se olvidan de su universo interior, en donde está la verdadera riqueza, la historia de su origen, de toda su existencia en el centro de sus corazones.
En lo profundo de sus almas está Mi Iglesia Celestial, la que espero que adoren cuando Su Rey ingrese en ella, así como Yo ingreso en este momento en ustedes, cuando se abren a Mí en humildad y devoción.
Que este Fuego divino que han recibido en estos dos días nunca se apague. Sean llamas renovadoras que puedan encender a otras llamas que se están oscureciendo por sí mismas.
Lleven estos impulsos celestiales y divinos para la consciencia precaria del planeta, para cada lugar al que vayan, en donde se necesite la Paz y el Amor de Dios.
Estén unidos entre ustedes y sus familias. Renueven religiosamente los votos de la Sagrada Familia con todos sus seres queridos.
Que las incomprensiones, las indiferencias, los juicios y las maldades desaparezcan del seno de sus familias. Así los invito a ser un poco más misericordiosos.
Ustedes, compañeros, en este día sagrado en donde Mi Misericordia se hace presente, reciben más consciencia de la verdadera realidad.
Su ceguera desaparece, sus corazones se abren y comprenden el Misterio Infinito del Rey Universal; sus iglesias internas emergen, todos los templos de sus corazones se vuelven sagrados al haber pronunciado e invocado a Mi Divina Misericordia en estos días.
Así siempre los espero ver, compañeros, en los próximos encuentros, independientemente de dónde sean y de que Yo no pueda estar con ustedes; porque si están unidos a Mi Corazón, Yo estaré con ustedes. Ustedes saben que eso es verdadero y que no está tan lejano de nadie.
Vivan entonces, compañeros, este ejercicio de unidad con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Así permitirán que la Tierra entera no sufra las consecuencias de sus propias faltas.
Hagan conocer Mi Divina Misericordia en el mundo, así como lo hizo Santa Faustina.
Sean apóstoles, embajadores y servidores de Mi Divina Misericordia. Trasmitan en la simplicidad de sus oraciones y el amor de sus servicios, todos los códigos de Mi Luz.
Lleven a sus semejantes y a los Reinos de la Naturaleza la ayuda que necesitan. Vean con otros ojos, con ojos de Misericordia, la verdadera necesidad planetaria.
Crezcan en amor y en devoción, y alcanzarán siempre los cielos. Los ángeles los elevarán e ingresarán al Reino de Dios en absoluta consciencia, para adorar con ellos este momento celestial.
Las puertas del Universo se abren, los espíritus de todos son convocados para formar las filas del Plan y encender en sus pechos, la Luz Solar de Mi Corazón.
Que los corazones se alegren. Que las almas se pacifiquen. Que los errores se borren. Que la Misericordia de Dios se establezca y que todos sean bienaventurados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Nuevamente vivirán los Sacramentos para renovar sus consciencias con los Dones de Dios que se guardan en ellos. Háganlo por sus semejantes, por todo el planeta y por el Universo, que contempla en omnipresencia este momento.
Que cada Sacramento sea una oportunidad de perdón, para que sus almas no cometan los mismos errores y, con más atención y vigilancia, cumplan Mi Voluntad y protejan sus caminos de Mi adversario.
Aún la última batalla no ha llegado, en donde el Arcángel Gabriel hará Su Juicio definitivo ante el gran ángel caído y todos sus ejércitos, los que no viven en el Amor de Dios.
Esa hora se aproxima. Por eso preparo sus corazones, de tiempo en tiempo, y de encuentro en encuentro, para que en ese momento sepan qué hacer y dónde estar.
No quieran comprender como sucederá. Amen la vida desconocida y divina, y serán verdaderos seres de la Luz, viviendo en la simplicidad del corazón la Voluntad Suprema de Dios.
Así como bendeciré los Sacramentos, los bendeciré a ustedes y a todos los familiares que coloquen a los pies de Mi altar, en el silencio del corazón, en la oración profunda de sus almas.
Sepan que están siendo agraciados por la Luz divina del Padre, que en Su divina Misericordia manifiesta esta Gracia para una humanidad que no la merece pero que la recibe, cuando el Padre observa el esfuerzo de Sus criaturas por querer cambiar.
Cambien un poco todos los días y no perderán la batalla, porque los que están Conmigo viven los caminos más difíciles y por más que no los comprendan, al experimentar el sacrificio y la entrega, después de todo, por Mi Mano Santa, salen victoriosos.
Así se cumple la Ley de Dios y el Plan. Cada uno tiene la oportunidad de consagrarse a Mi Corazón.
Necesito que se coloquen en el lugar en donde, en verdad, todo Me lo puedan dar.
Yo Soy el Sagrado Corazón, la Fuente de los prodigios inexplicables, la que se manifiesta de tiempo en tiempo en los corazones redimidos.
Estoy feliz al ver sus esfuerzos y la concreción de esta sagrada tarea en esta ciudad, con servidores plenos que aún pueden dar un poco más y que han testimoniado a Mi Corazón que aman verdaderamente al Plan, más allá de sí mismos. Esto es muy importante para el Padre, en criaturas tan imperfectas, donde la Obra de Dios se realiza a través de las manos que se donan y de los pies que se animan a caminar hacia la Luz, la Luz infinita y desconocida del Universo. Así se establece, en estas almas servidoras, la posibilidad de adorarme perpetuamente y de reconocerme en el prójimo.
Llamo a Mis ángeles aquí para que transustancien los elementos y sus cuerpos, en honra a Dios y al triunfo de Su Amor en este planeta.
Jerarquía Divina de ángeles y arcángeles... (x3)
Fray Elías del Sagrado Corazón:
El Maestro pide trece campanadas.
Padres Creadores descienden y seres resplandecientes se aproximan, para venerar al Hijo de Dios y a todas Sus criaturas que le responden, manifestando la Gloria de Dios y de Su Obra en este planeta.
Gloria, Gloria en las Alturas y Paz en la Tierra a todos los seres de buena voluntad.
Mientras estoy presente, compañeros, realicen un ofrecimiento a Dios para que sea depositado en Mi Corazón Misericordioso y se cumpla según la Voluntad de Mi Padre.
Ofrezcan lo que aún no Me han dado y anímense a dar un paso hacia esta convocatoria final.
Que así sea.
Aquí les doy el ejemplo de Mis más amadas y antiguas discípulas, que, en el silencio del corazón y en la obra del servicio permanente, construyen las bases de la fraternidad y de la unidad entre las consciencias.
En las manos de Mis amadas servidoras deposité muchas Gracias que permitieron la manifestación del Plan de Dios en la parte que le cabe a su grupo, en las islas de salvación y en los núcleos de amor.
Establezco así nuevamente estos principios, ahora en un nuevo tiempo, en donde todos Mis servidores Me acompañan para preparar Mi llegada, Mi esperada llegada al mundo.
Es así que nuevamente les doy Mi Cuerpo y Mi Sangre, para que Me recuerden, cuando estuvieron Conmigo en aquel tiempo caminando por las tierras de Tierra Santa, acompañándome en el Evangelio y en la Palabra, sirviendo a Su Rey en la oración y en el silencio, en la contemplación de Mi Corazón, que en aquel tiempo ya era Glorificado.
Así les demuestro, Mis compañeros, la Orden de Mi Servicio Universal, formada por todos Mis apóstoles del nuevo tiempo que llegaron, en este ciclo, para servirme.
Hoy estoy aquí con ustedes, como en Emaús, cuando después de haber resucitado aparecí a pastores semejantes a ustedes, en una noche estrellada y lunar, a los pies del fuego.
Tomé el pan, ya con Mi Cuerpo ya transfigurado y glorificado,lo partí en dos y les dije a los pastores:
Coman, este es Mi Cuerpo que siempre vivió entre ustedes y vivirá para siempre, por toda la eternidad.
Comulguen con el Maestro del Amor y del Perdón, pues sus corazones se alegrarán porque llegó el día de Su Misericordia.
Bendigo estos elementos para la cura profunda de las almas y la redención de los corazones, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y antes de despedirme, compañeros, con el afecto más profundo de Mi Espíritu por cada uno de ustedes, quiero agradecerles, porque Mi Obra Redentora del fin de los tiempos se cumplió una vez más, a través de las manos y de los brazos que Me sirvieron en profunda donación.
Que la devoción ardiente los compenetre e ilumine el fin de los tiempos y sus caminos para siempre.
Quisiera elevarme al Cielo con Mis ángeles, quienes tocan arpas y violines, anunciando con sus trompetas la llegada del Rey Universal en el día tan esperado por todos.
Quiero escuchar vuestro canto de Aleluya.
Quiero que se pongan de pie para agradecer a Dios por esta Obra que con todas Sus criaturas une el Cielo y la Tierra.
Que esta Maratón quede grabada en sus corazones. Que siempre la puedan recordar como un impulso para salir de las pruebas y de toda adversidad, porque quien está en Mí nada temerá.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Padre Nuestro...
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En esta tarde vengo como el Transfigurador de todas las cosas y presento para ustedes, compañeros, la Faz de Mi Transfiguración, aquella que ustedes también deben alcanzar en sus vidas, en el servicio y en la oración, para que al fin, el mundo y la humanidad se liberen de todos los pecados que desvían a las almas del propósito, del camino que Cristo, su Señor, los ha llamado a recorrer en esta hora.
Sé que muchos de ustedes deben ingresar en este camino, por eso las cosas son tan difíciles.
Pero Mi adversario no triunfará. El triunfo lo tendrá el Corazón de Dios Padre.
Hoy Yo vengo aquí, compañeros, con todo el regocijo del Cielo y del Universo, para presentarles nuevamente Mi Faz de Transfiguración, la que se irradia a sus seres para transformar sus células y átomos, en el precioso proyecto que Dios tiene previsto para ustedes.
Esto, compañeros, también es Obra de Mi Divina Misericordia.
Acepten la convocatoria que hoy les presento.
Vivan plenamente una vida de oración.
Sirvan a sus hermanos siempre que los encuentren delante de una gran necesidad. Y esa necesidad no solo debe ser material, sino también espiritual, porque las almas sufren en sus espíritus. Muchas almas sufren en esta hora aguda.
Quisiera que sus corazones percibieran estas cosas, porque el mundo necesita despertar de ese sueño profundo en el cual se ha colocado.
Viví la cruz por ustedes y ahora vivo la cruz espiritual por la humanidad. ¿Quién la compartirá Conmigo en esta hora?
Sé que sus seres no saben lo que es el sufrimiento verdadero. Por eso Yo lo viví por ustedes en aquel tiempo, para que ustedes no sufrieran en esta hora, tampoco sus hermanos, ni todos aquellos que desconocen en este momento actual de la humanidad.
Quisiera, para los que son nuevos, que adoptaran Mi Sagrado Corazón y dejaran los hábitos que adoptaron en sus vidas, los hábitos que no son de la evolución de Dios.
Por eso, los necesito purificados en este tiempo, para que puedan ingresar en consciencia al Reino de Mi Padre y participar de todos los tesoros que Yo quiero depositar en cada uno de ustedes.
Quisiera, compañeros, que aspiraran a la vida celestial, no como algo inalcanzable sino como algo próximo a ustedes, así como es hoy, en este sagrado encuentro Conmigo.
Por eso abro las Puertas de los Cielos, para que sus miserias sean transformadas y al planeta no le pese tanto el pecado del mundo.
Ustedes, compañeros, a partir de este día deberán ser consecuentes Conmigo en la actitud de la vida y en la práctica de los buenos ejemplos. Porque este es Mi último llamado para la humanidad, antes de que todo se precipite, que es algo que no espera la humanidad porque cree que nunca sucederá.
Así como ven nacer el Sol en el horizonte, así verán oscurecerse el día, y esa será la señal de que deberán estar listos y en permanente vigilia Conmigo.
Así, compañeros, sabrán en donde estar y no dejarán desesperarse por las cosas que dirá el mundo, porque en sus corazones estará la verdad, aquella que Yo vengo enseñando hace dos mil años y que hoy nuevamente les entrego para que puedan participar Conmigo de esta unión predilecta con Mi Espíritu.
Quisiera que contaran todas las veces que Yo ya estuve con ustedes y cuántas cosas Yo les he dicho a lo largo del tiempo. Así comprenderán, compañeros, que Mi Propósito continúa vivo en los corazones consecuentes y abiertos a responder al llamado del Altísimo, en la liberación de sus vidas y de todas las deudas que retardan su evolución.
Quisiera que abrieran sus ojos a lo que es verdadero y abandonaran la ilusión de esta humanidad, de una realización ficticia que no tiene nada que ver con el espíritu, porque, compañeros, su verdadero tesoro está en el corazón.
Partirán de esta Tierra llevando esta experiencia al lugar del Universo que les corresponderá y presentarán a los Señores de la Ley todos sus esfuerzos, todas las metas que han cumplido en la vida espiritual, en el trabajo de oración y de solidaridad para con sus semejantes.
Eso es lo verdadero para este tiempo, compañeros.
Así, sus vidas serán un milagro y verán los milagros acontecer a su alrededor y en cada uno de sus hermanos. Porque quien se transfigura todo lo alcanza y está en Dios, dentro de Su Propósito infinito.
Por eso he venido a bendecirlos en esta tarde, a desatar los nudos de la consciencia, todo lo que impide el caminar de las almas hacia Mi Corazón, porque si hoy ustedes Me escuchan, compañeros, sus hermanos también deberán escucharme a través de ustedes.
La energía, en el Universo, se economiza. Por eso nada se pierde y cada momento es bendito y sagrado para ustedes, porque al fin de todo deben vivir su misión y no estar más estarán perdidos en el mundo.
Reflejen a su Padre lo que verdaderamente son.
Expresen el amor que aún no han dado a sus hermanos.
Unifíquense como una sola hermandad y confírmense como Mis apóstoles del nuevo tiempo.
Así, cuando Yo vuelva por segunda vez en Gloria, no solo Me verán venir en Luz, sino con las trece legiones angélicas que Yo he escogido para reencender al mundo en la Liberación y en la Redención, y tornar este sagrado planeta, que es muy ultrajado por los hombres, en una bendita tierra sagrada, en el principio de una Nueva Humanidad.
Por eso, compañeros, no solo se cuiden ustedes, aprendan a cuidar de sus hermanos y conocidos.
No permitan que sus hermanos ingresen en las tinieblas.
Fervorosamente, por intermedio de la oración del corazón, imploren al Padre Celestial ofertando Mi Sagrado Corazón por el mundo y esperen; esperen en silencio, porque la respuesta llegará. La hora lo está marcando.
Y ahora, compañeros, recemos para que esta Transfiguración se dé en los que deben ser transfigurados por el Fuego de Mi Espíritu y de Mi divina Intercesión, para así realizar y cumplir el Proyecto de Dios en la Tierra en esta última era.
Repitamos (por tres veces):
¡Transfiguración, Transfiguración, Transfiguración!
Rayo de elevación y trascendencia, habita en nosotros.
Amén.
Y ahora, no solo vengo por sus almas sino por las almas del mundo y por todos aquellos que deben alcanzar la paz.
Por eso hoy les entrego esta bendición, para que se puedan renovar ante Mi Presencia.
En cuanto estoy presente, ofrezcan estos elementos en adoración a Dios y santifiquen sus vidas en unión al Espíritu Santo
Canción: Tú eres el Rey
Y al Corazón de nuestro Padre elevaremos esta ofrenda, haciendo memoria de la Pasión de Nuestro Señor y de la sagrada oportunidad que su Maestro, Cristo Redentor, dejó para todos a través de la Comunión perpetua con Su Cuerpo y Su Sangre, divinizados en todos los espíritus de la Tierra que comulgan siempre con Su Sagrado Corazón.
En el nombre de esta sagrada ceremonia, compañeros y de todos los ángeles del Cielo que están aquí congregados por la Redención y por la Paz en todo el planeta, Yo instituyo la transustanciación de este pan y de este vino, para la redención de las almas y de los corazones que comerán y beberán del Espíritu del Rey.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Yo los bendigo y les agradezco por haberme recibido en este lugar.
Y mientras Me elevo, acompañen esta canción como la proclamación de sus almas, en unión al Sagrado Corazón de Jesús y a Su Amor infinito por cada ser de este planeta.
Yo los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Vayan en paz y sean la paz en estos tiempos; por donde vayan y para quien encuentren, solo entreguen la paz.
¡Les agradezco!
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más