- Inicio
- Blog
- Mensajes
- Oración por la Paz en las Naciones
- Calendario
- Oraciones
- Impulsos Diarios
- Libros publicados
- Pinturas e Imágenes
- Objetos Sagrados
- Música
- Galeria de fotos
- ¿Quiénes somos?
- Centros Marianos
- Campaña por la Paz
- Redes Sociales
- Contacto
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Para seguir Mi camino existe una única senda que es la senda del corazón, una senda segura y protegida de toda interpretación e interferencia.
Si el discípulo no camina a través del corazón, estará perdido, porque su propia persona humana lo confundirá.
¿El discípulo se ha dado cuenta cuando ha caminado por la senda del corazón, pero también cuando no lo ha hecho?
Esa es la tónica de este tiempo, seguir la senda del Corazón del Maestro para que, en este tiempo de tribulación, los guíe el Espíritu Santo a través de Mí, por intermedio de Sus Dones y Gracias.
La senda del corazón es un camino siempre abierto, y diría imborrable, porque la senda del corazón es guiada por el espíritu de cada ser, cuando la persona humana permite que su espíritu actúe y obre.
Imaginen que, si su Maestro y Señor no hubiera dado Su vida a través de la senda del corazón, aun en el Calvario, ¿cómo habría podido consumar Su entrega durante Su Muerte en la Cruz?
El camino y la senda del corazón, tarde o temprano, lleva al discípulo a morir para sí mismo; para que Yo, como Maestro y Señor, pueda renacer en él.
Pero esa senda del corazón debe mostrarse a cada uno, deben buscarla incesantemente a través de sus buenas obras y oraciones; porque la senda del corazón es el camino de los que se humillan ante Cristo, de los que ya no quieren nada más para sí, sino el bien común de la humanidad.
Les parecerá simple lo que hoy les digo a Mis discípulos, pero sé quién vive la senda del corazón y quién no.
Pacientemente, espero que muchos más se animen a caminar por la senda del corazón para poder descubrir su verdadero ser y su verdadera esencia; porque no será en las explicaciones que encontrarán la senda del corazón, sino en la convicción absoluta de aspirar a vivir en Dios, de aspirar a encontrar a Mi Corazón, de que sean uno en Mí, así como Yo Soy Uno en todos para que Mi Padre, que está en los Cielos, pueda ser en ustedes.
Los grandes santos y discípulos de Oriente, los buscadores de la verdad, los que realmente buscan la verdad y no la condicionan, vivieron la senda del corazón. En algún momento de sus caminatas encontraron ese camino.
Y muchos de esos santos y discípulos de Oriente tuvieron que renunciar a sus propias realizaciones o también a sus propias aspiraciones. Porque para llegar al final de ese camino, que es Mi propio Corazón, existe una única condición para que sus vidas y la vida de sus hermanos puedan vivir definitivamente en Mi Corazón: la condición del despojamiento.
Parece una simple palabra, pero no lo es, porque la santidad se alcanza a través de la senda del corazón y nunca se alcanzará a través de la senda de la ilusión.
¿Cuáles son las ilusiones que aún rodean a sus consciencias?
¿Cuáles son los sueños que cohabitan en ustedes y que no son sueños de Dios?
Ante todo esto, ¿cuál es la regla de sus vidas?, ¿cuál es el código de su evolución?
¿Cuál es la causa de hoy estar aquí delante de Mí, respondiendo a Mi Llamado?
Lo mismo, ustedes podrían preguntarme:
¿Cuál es el motivo de que aún estés aquí, Señor?
¿Qué es lo que Te mueve para llegar del Cielo a la Tierra, para vivir este gran encuentro con las almas?
¿Qué es lo que Te hace incansable, Señor, paciente, humilde y amoroso?
¿Qué es lo que Te impulsa a llegar aquí; aunque encuentres a Tu alrededor, Señor, casi todo en ruinas?
¿Cuál es la respuesta?
El Amor, que es lo que Me permitió llegar hasta la Cruz para ser crucificado, muerto y sepultado; porque el propio Dios, en Su persona humana, se dejó morir para que ustedes pudieran resucitar. Y sé que esto todavía es parte de un misterio divino, hoy incomprensible.
Pero es un acto de Amor que su Maestro haya muerto en la Cruz; que hoy esté aquí, esperando que muchos más se decidan, de una vez y para siempre, a seguir el camino, la senda del corazón, para que comprendan la razón de Mi Voluntad y de Mi deseo ardiente por las almas.
Como les dije hace algunos meses, ahora es el tiempo y ahora es el momento de que cada uno camine con sus propios pies, pero sin arrastrarse en sus lamentaciones o en sus incomprensiones, que camine decidido y firme en el amor, en la Sagrada Enseñanza que Yo les he entregado durante tanto tiempo.
Porque ha llegado el tiempo de actuar a través de lo que les fue enseñado e impartido por Mi Corazón. Mientras tanto, el mundo que sufre, las almas que padecen, los corazones que agonizan sin ver el amor, la luz y la verdad, esperan por discípulos y servidores decididos.
Yo los quiero Conmigo enteros, porque una Voluntad tan amplia y desconocida no se puede concretar y realizar en corazones tibios, porque sería insostenible.
Siempre estoy aquí para mostrarles el camino y la salida. Las señales ya fueron claras. Los impulsos ya fueron entregados. La Misericordia fue distribuida y compartida entre todos, así como Mi Gracia, a través de la bendición de los Santos Sacramentos.
Que esta amnistía, que les ha otorgado Mi Madre Celestial en estos días de positiva coyuntura espiritual, sea bien aprovechada y respondida por las almas, porque existe una única razón para todo esto, es que, a través de las almas rendidas a Mis Pies, se pueda cumplir Mi Voluntad.
Por eso, vengo aquí, de tiempo en tiempo, a golpear la puerta de sus corazones, aunque ya Me hayan escuchado. ¿Pero, verdaderamente Me escucharon? ¿Se sumergieron verdaderamente en Mi Mensaje? ¿Dónde están los talentos que vengo a buscar?
No puede quedar solamente en los libros, Mi Palabra es un acto de comunión para que viva ardientemente en los corazones. Mi Palabra es agua viva que retira toda sed, porque no habrá santidad en esta vida sin atravesar el desierto.
Si su Maestro y Señor la vivió, ¿por qué ustedes no podrían vivir la noche oscura? Si Yo Soy para ustedes la Luz del mundo, ¿a qué oscuridad le temen?
Así, Yo vengo a disipar las tinieblas, principalmente en los corazones. Mi Palabra se sembrará una y otra vez en los corazones que confían en Mí.
He aquí la senda del corazón para todos. ¿La atravesarán?
Piensen en lo que les digo. Mediten en lo que les entrego. Abracen lo que les otorgo. Porque Yo ya Me estoy yendo para prepararme para el gran momento.
Y en los momentos más culminantes del mundo y de la humanidad, cuando Yo ya no pueda venir aquí, deberán recordar y revivir estos momentos, las innumerables Gracias que fueron impartidas y derramadas, como tantas estrellas en el universo.
Que esto pueda ser honrado y valorado por la consecuencia de sus actitudes y, sobre todo, de su entrega a Mi Corazón.
Vengo a hablarles a los discípulos que ya caminaron mucho tiempo. Vengo a hablarles a personas adultas, conscientes y despiertas.
Esto es lo que hará que Mi Obra sea posible en la Tierra, sobre todo en estos tiempos, en donde el amor y la paz deberán ser la premisa, la regla primera de la vida, para que todos se consigan sostener, porque eso es hermandad.
En este primer día, antes de celebrar la Santa Comunión, dejen sus corazones vacíos para que Mis Palabras puedan entrar y trabajar en ustedes, como pequeños destellos de Luz que provienen de la fuente de Mi Amor, de Mi insondable Misericordia.
Que Mi Paz permee cada esfera de la Tierra.
Que Mi Paz permee y se profundice en cada corazón.
Que cada célula y átomo reciba Mi Paz, para que se alcance la cura y el perdón.
Por esta Paz que hoy reina y nos colma en el Reino de los Cielos, Yo los bendigo y les agradezco por estar aquí, por buscar a su Señor en la verdad del corazón.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Padre Nuestro (en arameo).
Hoy vengo con alegría a celebrar la inmolación del Cordero, pero esta vez por medio de Mi Misericordia y no de Mi sufrimiento.
Porque Yo ya padecí por ustedes, sufrí por ustedes, así como fue dicho en la anunciación del Evangelio de hoy.
Pero muchas más cosas sucedieron en aquel tiempo, y hoy, especialmente, a pedido de Mi Padre Celestial vengo para darles a conocer muchos más de los misterios de Amor que Su Maestro y Señor vivió por ustedes y por el mundo.
Que hoy sus corazones se vuelvan a alegrar, que sus espíritus entren en júbilo porque el inicio de su redención está próximo y el fin del cautiverio llegará para muchas almas que, desesperadamente, han buscado la presencia de Su Señor.
Hoy serán ungidos por el Espíritu Santo.
En este ministerio sacerdotal que Yo los invito a vivir para que puedan representarme en la Tierra como Mis apóstoles, no solo dentro de esta Iglesia que Yo construyo con ustedes, sino dentro de toda la Iglesia que está en la Tierra, que a pesar de vivir su tiempo de tribulación como fue profetizado por Su Señor, el amor de Mi Iglesia nunca perecerá porque ese amor es sostenido por la fe de los creyentes y de los devotos, por la vida religiosa y, especialmente, por la vivencia del Sacramento de la Eucaristía.
Esto hace, compañeros, que los cimientos de Mi Iglesia Celestial estén aún firmes sobre la superficie de la Tierra, a pesar de los tiempos de caos y de crisis planetaria, a pesar de la sangre que aún es derramada injustamente en el mundo.
Pero por la devoción y la fe de Mis creyentes y devotos, es que Yo instituyo Mi Iglesia Celestial en las almas para poder hacerlos dignos en el Señor y partícipes de Su Santa Paz. Amén.
Pero antes de revelarles el misterio de Mi Amor, presente en la Última Cena, esta Cena que hoy celebraremos juntos será el momento en el que cada uno de ustedes tendrá la oportunidad, ante el Padre Celestial de que no solo por sus almas, sino también por la humanidad, este planeta reciba la última oportunidad que necesita para poder arrepentirse y hacer penitencia, afirmando en la vida de cada ser la Presencia del Señor, del Todopoderoso.
Comenzaremos con esta Ceremonia.
Que suenen las campanas por la Iglesia Celestial que en esta hora culminante del Planeta, delante del gran sufrimiento de la humanidad, desciende a la Tierra para traer el Principio de la Luz y de la Redención.
Espero por las campanadas.
Es parte de la Ceremonia de Dios construir este momento juntos, hasta en el plano físico, y así, el Espíritu de Dios se aproxima en esta hora de la humanidad.
Daremos comienzo a esta Ceremonia.
Instrumental de Pater Noster.
Nos ponemos de pie.
Señor Dios Todopoderoso, infinito Misterio de Amor y Verdad, que Tus ángeles desciendan a la Tierra en este momento para que las puertas del mal sean cerradas. Que así sea. Amén.
Bendice con esta agua, Señor, a los que necesitan de Tu Perdón y de Tu Gracia, y que esta agua derrame Tu Misericordia en el mundo.
Hoy el Sacerdote Mayor reúne a todos los sacerdotes de la Tierra para que vivan Su Principio Crístico y para que, a través de su ejercicio y de su ministerio, traigan a Cristo a la Tierra por medio de los Sacramentos, de la oración, del canto y de la fe.
Inspiramos.
A pedido de Nuestro Señor Jesucristo vamos a proceder a la consagración de un sacerdote, en este día especial en donde el Sacerdote Mayor se hace presente para renovar nuestras vidas.
Y así como formé a los primeros apóstoles, hoy los formo a ustedes para que vivan los Principios de Mi Iglesia Primitiva, las sagradas raíces de la Iglesia, los sagrados Dones que Yo le entregué a Pedro, una vez, y que hoy les entrego a ustedes para que lleven Mi Amor a toda la Tierra. Amén.
Madres pueden encender las velas.
Que Dios, a través de estas Manos, haga descender el Cielo a la Tierra.
Que exorcices, con este instrumento, los espíritus impuros para que los corazones sean liberados de toda perturbación y alcancen la paz.
Consagra, Padre Eterno, esta alma a Tu eterno servicio, que represente en la Tierra Mis Designios y que lleve adelante Mi Santa Voluntad para que todas las almas que lo encuentren puedan recibir, a través de él, Mi Santa Comunión, Mi Santo Perdón para siempre. Amén.
Como en aquel tiempo, purifico sus manos, cabezas y pies para que, en este ejercicio de entrega a la Vida Mayor, se concrete en la Tierra la Voluntad de Mi Padre. Amén.
Más agua por favor.
En este momento vamos a realizar la representación de la Última Cena, después de que Nuestro Maestro y Señor nos lavó las manos, nos liberó de nuestras impurezas, entramos al Templo de Su Corazón para concelebrar, con Él, este misterio de Amor.
Las Madres pueden aproximarse porque en esta Sagrada Eucaristía no solo Su Maestro y Señor estuvo con los apóstoles, sino también con las santas mujeres, en espíritu y en omnipresencia, celebrando la Comunión espiritual con cada una de ellas.
A pesar de todo lo que viví y sufrí por ustedes Me entregué incondicionalmente para la remisión de los pecados.
Por eso tomé el pan dando gracias a Dios, y Él lo bendijo. Les dije a Mis amigos: “Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por ustedes para el perdón de los pecados".
Y así tomé el Cáliz dando gracias a Dios, y Él lo bendijo. Les dije a Mis amigos: “Tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre que será derramada por ustedes para la remisión de los pecados. Hagan esto en Mi Memoria".
Te adoramos Señor y te bendecimos. Amén.
Y en unidad perfecta con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, compañeros, repitan la oración que Yo amorosamente les enseñé:
Oración: Padre Nuestro (en portugués).
El Cuerpo y la Sangre Divina de Cristo. Bienaventurados serán los que se sirvan de este Sacramento porque tendrán vida eterna. Amén.
Escuchamos siete campanadas.
Coman de Mi Cuerpo. Beban de Mi Sangre.
Por favor, unos paños para los Cálices.
Mantenemos la unión con nuestro Señor que aún está presente en esta Eucaristía, en contemplación y adoración.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Los presentes se pueden sentar.
Y así los apóstoles, en aquel tiempo, recibieron muchos misterios de Mi Corazón porque desde el primer momento que comulgaron de Mi Cuerpo y de Mi Sangre ellos recibieron la gran ayuda del Espíritu Santo que los prepararía para después de Mi Ascensión, para el gran momento de sus vidas, que era poder representarme y vivirme, por medio de Mi Ministerio Sacerdotal.
De la misma forma, las santas mujeres, con Mi Santa Madre, recibieron la inspiración de entregar sus vidas completamente, para consagrarlas a Dios, vivir en retiro y vigilia para poder contemplar y rememorar la Pasión de su Maestro y Señor.
Y así también todos los que participaron alguna vez del Sacramento de la Comunión, aun después de Mi Resurrección cuando aparecí en varios pueblos de Israel, esas almas llevaron consigo, interiormente, los méritos de Mi Pasión y los triunfos de Mi Corazón aun siendo hombre.
La Eucaristía es el mayor testimonio de la revelación del Amor de Dios para los hombres porque en ella se concentra la propia manifestación de la Santísima Trinidad, cuando el Cuerpo y la Sangre de Cristo son consagrados y transubstanciados en la celebración eucarística ante la Consagración del Cuerpo y la Sangre de Cristo, de la transformación en Luz del pan y del vino, porque todas las almas tienen nuevamente la oportunidad de vivir la Pasión de Cristo, de reconocer Sus padecimientos y Su dolor, Su sacrificio y Su entrega hasta el último momento de Su expiración.
Vivir la Eucaristía es renovar los votos con el Padre Celestial, es asumir una vida Crística de servicio y de amor por los demás, es fortalecerse ante las tempestades y las pruebas, de todo lo que sucederá en el fin de estos tiempos.
Recibir la Comunión, totalmente transubstanciada e iluminada por los méritos de la Pasión de Su Señor es entrar en la Iglesia Celestial de Cristo y pasar a formar parte de su Cuerpo Místico, viviendo todos los días la Comunión con Su Cuerpo Espiritual.
Las santas mujeres no pudieron estar presentes en la última Cena porque el legado que Yo dejaría para los Míos significaría y representaría la transformación y la redención de todos los seres de la Tierra cuando tan solo recordaran, a través de la Eucaristía, la Pasión de su Señor.
Cada vez que celebran la Comunión Conmigo no solo reafirman los méritos de la Pasión de su Señor, sino que sus vidas se transforman, poco a poco, hasta que algún día encuentren la unidad con Dios, completamente. Sean Uno con el Padre así como el Hijo es Uno con Su Padre, y así Yo podré ser Uno con ustedes y ustedes serán Uno en Mí.
En aquel tiempo lo entregué todo sin ninguna condición ni regla. Acepté el sacrificio por ustedes hasta el fin de los tiempos porque sabía, desde el principio, en lo más profundo de Mi Corazón, que a través de los tiempos y de las generaciones, muchos más me representarían.
Por eso deben hacer valer su sacerdocio para que el sacerdocio prevalezca en la superficie de la Tierra, espacio en el cual el Cielo encontrará un lugar por donde descender y actuar, por donde obrar y entregar a todas las almas las Gracias del Padre.
El Cordero fue entregado al peor matadero, pero eso sucedió por Amor y Misericordia para que los hombres de la Tierra, a través de todos los tiempos, alcanzaran el Perdón de Dios.
Hoy el mundo no revive Mi Pasión verdaderamente.
El sacerdocio se ha vuelto un escándalo en la humanidad. Por eso he decidido venir aquí a buscarlos a ustedes los imperfectos, los no formados, los menos instruidos para que, por medio de la intervención de Dios, respondiendo a Su Voluntad y a Su pedido, Su Propio y Divino Hijo los instruya en la Iglesia Celestial, Iglesia Celestial que muchas almas perdieron por sus errores.
Ese fue el verdadero legado que Yo le dejé a Pedro y a los apóstoles. Y por medio de los Sacramentos, especialmente por el Sacramento de la Eucaristía, no solo los sacerdotes, sino también el pueblo de Dios alcanzará la Gracia Espiritual y Divina: ingresar en la Iglesia Celestial. Porque es en la Iglesia Celestial, que levita en los Universos Mayores, en donde alcanzarán y encontrarán la Verdad, más allá de los hombres y de todas las formas.
Es a esa Iglesia que Yo los invito a entrar todos los días. Y en sus corazones, en sus esencias, en su mundo interior está una chispa de Dios que los une y conecta con esa Iglesia Celestial.
Por eso no permitan, compañeros, que las apariencias los confundan, que las pruebas del fin de los tiempos los atormenten.
Reafirmen su fe en Mi Iglesia Celestial y visiten a Su Maestro y Señor, frecuentemente, presente en todos los Sagrarios de la Tierra. Así sus corazones se encenderán y el fuego vivo de Mi Amor estará con ustedes.
Atravesarán tempestades y desiertos, momentos durísimos y difíciles, ustedes con sus familias, con sus conocidos, como también en sus naciones. Pero hay algo que nunca les hará perder la fe: es Mi Corazón que se entrega en sacrificio, nuevamente al mundo, para que sea reconocido, respetado y adorado en el Sacramento del Altar. Sacrificio amorosamente entregado a los hombres y mujeres de la Tierra, para que vivan el Camino de la Redención.
Las puertas de los infiernos temblarán ante la presencia de Mi Iglesia Celestial en la Tierra y más aún, Mi Iglesia alcanzará su poder y esplendor en el corazón de todos los que la invoquen, la respeten y la vivan, así como los Mandamientos.
Nunca dejen de amarse porque será ese amor, por más que sea pequeño, imperfecto e insignificante, lo que los mantendrá en unidad y no perecerán ante los embates de Mi enemigo.
Antes, Yo enviaré al Arcángel Miguel para que cierre las puertas y exorcice el mal, y las almas renazcan en la divina Esperanza de Dios para estos tiempos.
Hoy no digo esto solo por ustedes, sino por toda la humanidad, que está ciega y sorda ante el sacrificio de su Maestro y Redentor.
Pero hoy, ustedes, con su presencia, adhesión y amor ante este gran sacrificio ofrecido por el Cordero de Dios, hacen dignos los Altares del Padre y los ángeles cantan gloria y alabanzas para hacer revivir la paz en los corazones.
Quisiera poder decirles muchas más cosas, pero sé que sus cuerpos tienen un tiempo para poder soportarlo.
La verdadera Cena de Su Maestro y Señor no duró solamente un momento, sino tres horas, en las que Mis apóstoles contemplaron las tres Faces del Misterio de Dios presentes en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Hoy ustedes reciban este Sacramento con esa consciencia y amor de que el propio Dios se vuelve a entregar al mundo para que Su Misericordia los salve y los redima en este tiempo final.
“Elevo al Cielo, Padre, Mis plegarias para que enciendas en Tus criaturas la Verdad. Verdad que les hará encontrar el Camino del Amor y de la paz, de la Esperanza y de la renovación. No dejes que nadie quede sin ese impulso de Luz que hoy trae Mi Corazón Misericordioso. Y que por los méritos infinitos de Mi Pasión, las almas vivan en el Universo de Tu Fe y de Tu Amor para siempre. Amén".
En esta Cena de renovación, Yo los consagro y los renuevo, y les entrego Mi Paz. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En solemnidad y en absoluto silencio se darán el saludo de la paz para que este impulso de Luz, que hoy les traigo, se irradie al mundo.
Que puedan darse el saludo y la paz de la misma forma que Yo les entregué la paz a Mis apóstoles, en silencio y en contemplación.
Les agradezco.
No pierdas la oportunidad de crecer a Mi lado y de desmitificar tu consciencia, para que algún día encuentres la Verdad, la Verdad que vive dentro de ti, la Verdad que espera por despertar y, así, mostrarse ante tus ojos, revelándote la verdadera misión y el verdadero Propósito que Dios te ha enviado a cumplir en este tiempo y en esta humanidad.
No pediré lo imposible, sino lo que es posible.
No necesito grandes desarrollos, sino pequeños desafíos que puedan ser verdaderos y que nazcan del corazón.
He esperado hasta este momento y hasta este día, para decirles que cambiaré sus consciencias, de modo y de lugar, de sentido y de percepción; y quien no lo quiera vivir estará libre como siempre lo ha estado. Mi Corazón no amarra a nadie, Mi Corazón concede la Paz y la Verdad.
Yo Soy el Camino que se trasluce ante los ojos de los hombres. Soy el Sendero que se muestra ante la transparencia de la vida y en la concepción de nuevos principios que hagan de sus seres, seres de bien.
Están ante el escenario de una definición, como lo está el mundo, como lo vive toda la humanidad.
Sé que no es fácil entregarse ni humillarse, pero la resistencia podría quebrarse para que Mi Luz pueda penetrar y transformar todo.
Yo les ofrezco el Camino del Amor y no el camino del dolor. Ustedes son seres que ya han crecido lo suficiente para poder responder al Plan.
No necesito que se igualen a Mí, solo necesito que sean en Mí para que, en este momento agudo, Yo pueda Ser en ustedes.
Deseo en este lugar muchas comunidades y más pobladores de Mi Camino crístico y redentor. Es solo hacer el movimiento correcto y tener la actitud correcta y eso también transformará al mundo y a su humanidad, sobre todo, a Europa.
Las Gracias de los Proyectos de Dios aún están por descender. Las Corrientes del Universo descenderán para ayudar a concretarlos o para que sean omitidos, como muchos más los omiten, día a día.
En lo pequeño está el Reino de Dios, y ustedes pueden hacer lo pequeño para que el Reino de Dios se manifieste.
No teman a los desafíos. No teman a los conflictos. Teman no poder amar más, así como Yo los amo. Teman no poder ser transparentes, así como Yo los quiero ver transparentes a pesar de las imperfecciones o de los errores.
Necesito que sus seres sean verdaderos, para que Mi Proyecto en ustedes sea verdadero.
El tiempo indica un nuevo rumbo. La Obra indica un nuevo paso y es hora de actuar para que su Señor pueda posar Sus Pies también en Portugal y, así, santificar la tierra que ha sido ultrajada por los hombres y sus ignorantes poderes.
Ustedes han sido llamados a cambiar parte de la historia de esta humanidad y en esta parte del mundo.
Los Tesoros del Cielo esperan para poder ser revelados a la humanidad y a sus consciencias.
Ya tienen las llaves, solo deben abrir la puerta correcta para que todo pueda acontecer como está previsto.
Yo les ofrezco esta Comunión como un testimonio de Amor que Yo tengo por cada uno de ustedes, aunque no lo parezca; y espero que sus corazones sigan buscando el camino del arrepentimiento por los que no lo buscan, en esta flagelada Europa que debe renacer a su verdadero espíritu y a su verdadera concepción.
Yo les pido cosas simples, pero profundas. Yo no necesito que sean héroes, sino Mis servidores, Mis verdaderos servidores, en este tiempo crucial de la humanidad, en el que cada vez más se apagará la luz en el interior de las criaturas; y, ustedes, como tantos otros, deberán ser esa llama encendida de incondicionalidad, de servicio, de bien, de aceptación y de apertura al prójimo, a los que sufren.
Dios, desde el principio, les dio la Gracia de conocer Lys y de sentir su esencia y su energía. Ustedes deben ser precursores de ese Legado y no pueden colocar barreras para que eso no llegue a las almas. Ustedes saben de lo que les hablo y comprenden lo que les digo. Si Yo no les digo la verdad, no podrán ser verdaderos algún día.
Los invito a cumplir la Voluntad de Dios, en hermandad y en sintonía.
Hace 2 000 años atrás, en un Jueves Santo, Yo tomé el pan y di gracias a Dios por estar con ustedes. El Espíritu del Padre bendijo el pan, convirtiéndolo en Mi Cuerpo. Y hoy, les vuelvo a decir que coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo Vivo, que se sacrificó y murió por ustedes para concederles la Gracia de la oportunidad y de la redención.
Del mismo modo, tomé el Cáliz, di gracias a Dios por ese sacrificio y por estar con ustedes y en ustedes. El Espíritu del Padre lo bendijo. Y hoy, les vuelvo a decir que tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, que fue derramada por los hombres para el perdón de los pecados.
Hoy, limpiando sus corazones con la Preciosa Sangre del Cordero, los invito y los llamo a la renovación para que se conceda la paz al mundo.
Oración: Padre Nuestro (en arameo).
Cordero de Dios,
que quitas el pecado del mundo,
Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios,
que quitas el pecado del mundo,
Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios,
que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
Y como el centurión romano, repetirán la frase que reverbera a través de los tiempos y que los hace dignos de que Yo pueda entrar en su interior:
Señor,
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme.
Amén.
(tres veces)
Y ahora que He limpiado sus corazones y almas, celebren la Presencia del Cordero de Dios y la renovación que Él les trae por medio del Sacramento de la Eucaristía. Junto con los ángeles y arcángeles de Lys, celebremos este momento en compañía de María Santísima y de San José.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Entonaremos el Kodoish melódico algunas veces.
Nuestro ofertorio es elevado a los Pies del Creador y ante Su Santísima Iglesia Celestial para que esa oferta se convierta en Gracia y Misericordia para el mundo.
Que la Paz y el Amor de Mi Corazón los permee, para que el planeta y la humanidad sea permeada de Paz y de Amor en estos tiempos críticos.
Que el Cetro de Dios triunfe en la Tierra y que los estandartes de los pacificadores de Cristo sean elevados para decretar el descenso del Reino de Dios a la Tierra.
Les doy nuevamente la Paz, porque la necesitan. Busquen siempre ser la paz en todo lugar y en cada ocasión.
Los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Con espíritu de hospitalidad, dense el saludo de la Paz.
¡Les agradezco!
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más