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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mi silencio debe ser escuchado porque es el silencio de Mi Hijo, el silencio de Dios, porque estos son nuestros últimos Mensajes, son nuestros últimos impulsos a la humanidad.
Por eso, son los momentos más importantes, en los que el silencio interior debe predominar más allá de la palabra; porque la Sagrada Palabra ya creó el universo, ya manifestó la vida y toda la existencia.
Ahora, hijos Míos, deben dar espacio al silencio para aprender a escuchar; porque así, ayudarán a que, en este momento de la humanidad, esta raza de superficie ya no se justifique, sino que aprenda a abrir los oídos internos para aprender a escuchar todo lo que Dios les dijo a través de estos últimos tiempos, a través del Corazón Inmaculado de su Madre Celeste, a través del Corazón de Mi Amadísimo Hijo Jesús y a través del Corazón Casto de San José.
Este es el tiempo de aprender a escuchar la Palabra de Dios. Es el tiempo de aprender a asumir esa Palabra como parte de sí mismo; para que así, poco a poco, se pueda manifestar la Voluntad de Dios en este ciclo de grandes definiciones para todos.
Pero no pierdan de vista lo que les estoy diciendo en este momento. Que sus corazones y sus mundos internos guarden con mucho celo estas Sagradas Palabras de la Madre de Dios, para que aprendan a tomar decisiones correctas, para que aprendan que, en esta vida material, el diálogo es la base de todo entendimiento.
Por eso, les pido, una vez más, que abran sus corazones, que permitan que sus mundos internos reciban este impulso de la Madre de Dios. Porque será de esa forma, hijos Míos, que la esencia crística se aproximará a ustedes para que aprendan a vivir, así como vivió Jesús; para que aprendan a sentir, así como sintió Jesús; para que aprendan a donarse, así como Cristo se entregó por ustedes.
En esta noche, no quiero extenderme demasiado, porque la mirada de la Madre Celeste está en asuntos urgentes de la humanidad. Tenemos muchas guerras aconteciendo en el mundo, aún la sangre inocente sigue siendo derramada y no se toma consciencia de esto, hijos Míos.
Por eso, lo único que Yo les pido es que hagan silencio y que escuchen nuestras últimas Palabras por aquellos que no escuchan la Palabra de Dios, por Mis hijos que por diferentes razones cierran su corazón y no le encuentran sentido a la vida que Dios les regaló.
Por último, vengo a agradecerles a los corazones valientes y orantes que, durante estos últimos nueve días, con mucha fe y convicción, se reunieron a través de la “Oración por la Paz en las Naciones” para cumplir y responder a Mi pedido especial por las familias.
Sepan y crean absolutamente que, todos los que durante los nueve días colocaron sus intenciones, sus oraciones y sobre todo sus corazones a Nuestros Pies, recibirán la Gracia que tanto han pedido.
Que en este tiempo pueda prevalecer la paz, el entendimiento y la escucha para que no sea demasiado tarde, sino para que más corazones y más almas reciban la Gracia del Retorno de Cristo, Nuestro Señor.
A través de los ángeles, que en este momento Me acompañan y que son testigos del renacimiento de Cristo en cada corazón, Yo les agradezco por responder a Mi llamado y los bendigo en nombre de la Paz Universal.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Entra, hijo, en Mi Casto Corazón, allí donde hay esperanza, donde reina la paz.
Entra, hijo, en Mi Casto Corazón, que hoy está abierto para ti.
Deja que tu alma permanezca en Mis brazos, así como el pequeño Niño Jesús se permitió estar en Mis brazos, así como Dios experimentó la fragilidad humana y se entregó en los brazos de un simple Corazón.
Ven tú también, hijo, permite que Yo te tenga en Mis brazos, que te asegure firme, que te coloque contra Mi pecho, para que sientas Mi Amor, el Amor que tengo por ti y por cada corazón humano, el mismo Amor que emanó de Mi Corazón cuando el pequeño Jesús estaba en Mis brazos.
Ven, hijo, entra en Mi Casto Corazón para que Yo te pueda calmar, para que Yo te pueda mostrar el próximo paso a seguir.
Entra en Mi Corazón, porque aquí existe Luz, aun cuando el mundo está oscuro; aquí existe agua fresca en los desiertos profundos de la consciencia.
Ven y entra en Mi Corazón y, aunque tus lágrimas corran en Mi pecho, Yo te abrazaré, te consolaré y te permitiré llorar para que permitas que salga de tu interior toda angustia, todo dolor, todo desespero, toda desesperanza.
En Mi Corazón encontrarás la respuesta, porque así como tú, hijo, Yo experimenté las amarguras del mundo y, aunque que este tiempo sea diferente de todos los demás, aun así Yo conozco la angustia de la condición humana. Por eso, entra en Mi Corazón y encuentra allí la fortaleza.
¿Quién, más que Yo, conoce la imperfección humana, un Corazón simple, lleno de tantas miserias, al que le fue confiada la paternidad divina?
Yo sé, hijos, la angustia de llevar adelante grandes misiones en un mundo que agoniza, en una humanidad que nada en un mar de miserias y que parece nunca encontrar la luz; en una humanidad que camina muchas veces en la oscuridad, buscando solo encontrar la Luz de las Divinas Promesas que, ciclo tras ciclo desde Adán y Eva, aún buscan cumplirse.
Por eso, entra en Mi Corazón y permite que Yo sea para ti una puerta, una puerta hacia un nuevo ciclo, una puerta hacia la comprensión mayor.
Entra en Mi Corazón para que Yo te conduzca a lo profundo del océano de la consciencia, para que Yo te retire del mar agitado y te conduzca hacia adonde existe paz. Hay una vida sublime que aún debes descubrir, pero mientras las olas te golpean, mientras los vientos te agitan, es difícil encontrar esa vida.
Por eso, ven y entra en Mi Corazón, Yo te llevaré adonde no consigues llegar, Yo te llevaré a Belén, así como Me lo pediste en oración. Deja, hijo, que Yo te muestre ese espacio sagrado en tu interior, porque Dios aún habita en ti y aún espera poder expresarse.
Entra en Mi Casto Corazón. ¿Puedes escuchar los latidos? ¿Puedes sentir el pulsar de Mi interior?
Este es el sonido de Mi Amor por ti, que es el Amor que Dios Me enseñó a tener, a expresar y a vivir por toda la humanidad y por toda la vida. Ese Amor, que proviene de Dios, se refleja en Mi Casto Corazón y, como un manto, hoy te abraza para que vuelvas a sentir la paz.
Sé que buscas el sentido de la vida, sé que buscas el sentido de tantas batallas. Existe una respuesta que habita en el Corazón de Dios y que solo el Creador conoce, pero que la humanidad también puede conocer cuando ingresa en el Corazón del Padre Celestial y allí descubre Sus Misterios.
Por eso, siempre te hablo de la importancia del diálogo con Dios, de la importancia de que tengas el tiempo y la hora para retirarte de la condición humana, sumergirte en el Corazón del Creador y allí, hablarle a tu Padre, escuchar Sus Palabras y comprender Sus Misterios.
Aunque no comprendas conceptos, aunque Él no te hable con ideas; el Creador te habla, hijo, con fortaleza, con esperanza, con paz. Y esos estados de consciencia, que eres capaz de sentir al conversar con Dios, son las respuestas de Su Corazón. No busques que Dios te hable con palabras, no pienses que Él te abandonó cuando no te entrega respuestas humanas; porque el lenguaje profundo del Creador son principios divinos, principios que surgen de Su Sagrado Corazón y que manifiestan las energías primordiales a través de las cuales la vida es capaz de existir.
Por eso, la forma correcta de entrar en diálogo con Dios muchas veces es a través del silencio. Después de conversar con tu Creador, tómate el tiempo para escucharlo y deja que Él le exprese a tu corazón esos principios divinos que fortalecerán la vida dentro de ti y que te harán sentir la Gracia de vivir como expresión y manifestación de la Consciencia Divina.
Allí, podrás descubrir el amor a la vida; allí, podrás encontrar el sentido de existir; allí, podrás saber por qué y para qué Dios te creo, por qué y para qué atraviesas tantas batallas, por qué no existe solo un océano tranquilo, por qué existen olas y vientos, temporales y truenos que agitan la existencia.
Debes encontrar esa respuesta dentro de ti mismo, hijo.
Por eso, ven, Mis Brazos están abiertos para ti, no precisas hacer nada más allá de estar en Mí, para que Mi Corazón se refleje en el tuyo, para que Mi Amor viva en ti, para que no haya distancias o diferencias entre Mi Corazón y el tuyo.
Eso que hoy Yo te hago vivir es un gran misterio divino, que Yo experimenté un día en la Tierra cuando caminaba en Mi mayor miseria por el desierto del mundo.
Cuando María Santísima Me dijo que sería la Madre del Mesías, esperado por todas las naciones, Mi Corazón no lo podía creer, no por no creer en nuestra Madre Divina. No podía creer que Dios verdaderamente habitaría entre hombres imperfectos, no conseguía comprender como Dios viviría entre tanta miseria humana.
¿Cómo Él vendría como un bebé?
¿Cómo Él salvaría a la humanidad siendo un frágil niño, susceptible al cuidado de los seres humanos?
¿Cómo Él nacería en Mi familia?
Todo eso, hijo, despertó en Mí una gran aflicción, hizo crecer Mis miserias y la oscuridad a Mi alrededor. Me vi ante un desierto sin una gota de agua, no había esperanza en Mi Corazón. La fe se había apagado, no encontraba respuestas, no encontraba alivio, hasta que Dios hizo Conmigo lo que hoy hago contigo: Él abrió los Cielos y se presentó ante Mi Corazón, Él abrió los Brazos y Me llamó para que Yo estuviera en Él y, a través de Él, pudiera comprender Sus Misterios. Y así fue que, como un niño, Me permití estar en los Brazos del Creador, Me permití estar en los Brazos de Mi Padre Celestial y, adentro de Él, encontrar la paz.
Por eso hoy, Dios Me envía, en un tiempo de tantas confusiones, en un tiempo de tantas incomprensiones, para que abra los Cielos, abra Mis brazos, les muestre Mi Casto Corazón y los invite a ingresar en Mí. Aquí estoy, hijo.
Deja que lo imposible se torne posible. Deja que una verdad superior inunde tu consciencia. Deja que un Amor mayor impregne tu ser, te fortalezca y te devuelva la paz.
Este es un tiempo de grandes miserias, pero también de grandes Misericordias. No encontrarás nada ni a nadie perfecto, pero en Mi Corazón y en el Corazón de Dios, al que te quiero conducir, encontrarás paz, encontrarás compasión, encontrarás esperanza y podrás amar cuando parezca imposible.
Hoy, están en un suelo sagrado, donde el Corazón de Dios pulsa y expresa la cura; están en un suelo sagrado, donde el Corazón de Dios libera y transmuta a la humanidad, y eso comienza con cada uno de ustedes.
Por eso, dejen que Aurora haga su trabajo. Dejen que Aurora los transforme, que les muestre sus miserias; pero no permanezcan allí, porque del tamaño de su miseria es la Misericordia de Dios, del tamaño de sus heridas es la cura que pueden recibir, del tamaño de su abismo interior es el poder de la liberación de Aurora.
La condición humana no existe para permanecer como está, ella existe para ser transformada. El océano agitado existe para lavar la consciencia y hacerla sumergirse en sus profundidades.
Para vivir lo que les digo es necesario solo permitirlo, porque no vengo a su encuentro solo con palabras, vengo también con la Gracia que Dios Me pide que le entregue a la humanidad, a todo y a cualquier ser que pueda escucharme y abrir su corazón para recibir lo que le traigo.
Por un pedido del Creador, estaré un año más con ustedes, porque la humanidad aún necesita ser sustentada por los Tres Sagrados Corazones, la humanidad aún necesita ser guiada para que no se pierda en la confusión de estos tiempos.
Por eso, Dios Me pidió que permanezca con ustedes, trayéndoles impulsos semanales para sustentar a sus consciencias y no permitir que la humanidad se pierda. Esto representa una Gracia, pero también les habla sobre la urgencia de estos tiempos, algo que no estaba previsto, pero que es profundamente necesario, algo por lo que deberán orar para que los méritos sigan siendo generados, para que la humanidad sea digna de recibir Misericordia.
Para que esos méritos sean una realidad es que los llamamos a la consagración de sus vidas; porque la consagración, hijos, genera méritos desconocidos en el Cielo, equilibra los desequilibrios humanos y permite que, a pesar de todas las miserias, de toda la oscuridad del mundo, a pesar de todos los que desisten de su compromiso con Cristo, las almas puedan seguir equilibrando cada paso que la humanidad da hacia atrás, cada paso que los distancia de Dios.
La consagración permite que las almas se aproximen al Creador; por eso, deben vivirla con consciencia, haciendo esto por todos los seres, por toda la humanidad y, más que vivir ese momento, deben renovar su consagración todos los días; así, seguirán generando méritos para que podamos estar aquí y para que la humanidad viva el Propósito Divino.
Por eso, vengan hasta aquí los que aspiran a consagrarse como Hijos y Amigos de San José.
Hermana Lucía de Jesús:
Traigan incienso y agua bendita.
Que estos elementos sean bendecidos por la Gracia de Mi Presencia.
Que la pureza de Mi Corazón se exprese en esta agua.
Que la liberación de Mi Espíritu se exprese en este incienso.
Que Dios toque a sus almas a través de estos elementos, los libere, los perdone, para que comiencen un nuevo ciclo, en el que la Misericordia Divina hable más alto que sus miserias, en el que la fortaleza sea una realidad para que puedan superar cada obstáculo que la vida les traiga, y que sus corazones siempre recuerden que en Dios encontraran la paz, a pesar de cualquier cosa que suceda en este mundo.
Reciban Mi bendición, Mi Gracia, Mi Espíritu Paternal y el Espíritu de la Consagración, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Benditos sean los que se consagran como Hijos y Amigos de San José. A través de ellos, los Reinos de la Naturaleza encontrarán la paz, encontrarán alivio y esperanza.
Benditos sean los que se consagran como Hijos y Amigos de San José, pues la Sagrada Familia reinará en sus corazones, así como en sus hogares, trayéndoles la Gracia de encontrar a Dios en el corazón del prójimo.
Benditos sean los Hijos y Amigos de San José, pues serán intercesores ante las almas que más lo necesitan. El Creador escuchará sus oraciones y derramará Misericordia sobre los olvidados.
Que la Gracia de Dios esté sobre sus vidas, que puedan expresar esta Gracia en cada una de sus acciones y que, por sus acciones, sean conocidos como Hijos y Amigos de San José.
Yo les agradezco por estar aquí, por consagrar sus vidas y por vivir en los Sagrados Corazones; porque cuando los llamo a estar en Mí, los llamo a estar en Dios y allí encontrar al Inmaculado Corazón de María y al Sagrado Corazón de Jesús.
En Nosotros nada está separado. Caminamos en unidad para que aprendan a caminar en unidad a través de Nosotros. Por eso, estamos aquí y conducimos sus pasos.
Yo les agradezco y nuevamente los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hermana Lucía de Jesús:
Vamos a cantar “Padre de las Almas”, el Himno de los Hijos y Amigos de San José.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Vengo al encuentro de un planeta que sufre su propia purificación.
Vengo de lo alto del monte Tepeyac para unir lo que está separado en la consciencia humana y dentro del corazón de todos Mis hijos.
Vengo en esta noche, queridos hijos, a fortalecer su esperanza, a colmarlos con Mi Luz y a entregarles Mi Paz, que es la Paz del Reino de Dios.
Vengo aquí para calmar al planeta y a esta región de la humanidad que aún no ha despertado conscientemente a Mi llamado.
De todas formas, como su Madre de Guadalupe, vengo a México para que, a través de Mis hijos que están aquí presentes, toda perturbación se pueda detener, todo caos pueda desaparecer de aquellos que lo están viviendo en este momento.
Rezo, por encima de todos los acontecimientos del planeta, en donde se encuentra Dios, su Padre Celestial, esperándolos con los brazos abiertos para que reciban Su Corazón y toda la Fuente de Su Amor.
Hoy vengo en esta noche de Vigilia, queridos hijos, a adorar a Mi Hijo y a rezar con ustedes por todo lo que sufre Centroamérica. Dios no desea eso, pero la humanidad aún no lo escucha, se ciega cada día más por las cosas superficiales, por las cosas de la vida material.
Quisiera que muchos más, como ustedes, vivieran en Mi Corazón maternal, pudieran ser acogidos entre Mis brazos para que Yo pudiera fortalecer su fe y la unión con el Padre Celestial.
Sé que muchos aún no Me aceptan ni tampoco Me buscan.
Como Madre Universal y Madre de la Nueva Humanidad vengo a preparar sus esencias, queridos hijos, para los acontecimientos futuros, para todo lo que se aproxima, para que de sus corazones brote la fuente de la neutralidad y el impulso de orar cada vez más por el equilibrio del planeta y de todos los continentes, así como también por todas las razas.
Estamos, queridos hijos, en los tiempos finales. Ese tiempo está a las puertas de sus vidas. Los invito a aceptarlo para que puedan crecer en espíritu y en amor, y no pierdan cada aprendizaje que Dios les envía con el fin de que puedan ser una humanidad fraterna y dejen de ser una humanidad indiferente.
A través de sus corazones y de sus voces, hoy las puertas del Cielo se abrieron aquí, especialmente para que Su Madre de Guadalupe pudiera llegar hasta aquí, no solamente para bendecirlos, sino para orar con ustedes en los planos internos por todos los que sufren en este momento.
Ofrezcan a Dios sus sacrificios para que la paz permanezca en la humanidad, principalmente en aquellos lugares que viven los acontecimientos del fin de los tiempos.
Hoy les entrego la estrella de Mi Corazón para que iluminen sus caminos y los caminos de todos sus hermanos del mundo, de todas las razas y de todos los pueblos que deben despertar a una única fraternidad, a una única humanidad que se preparará, junto con los Sagrados Corazones para volver a renacer, en una Tierra Prometida que no está lejos.
Es así, queridos hijos, que hoy vengo especialmente a agradecerles, porque sus corazones se volvieron como rosas de luz sobre Mis santas y humildes manos. Yo podré llevar estas ofertas de sus espíritus a los Tronos del Padre Celestial para que, Él en Su Gloria y en Su Gracia, abra aún más las puertas de la Misericordia; y las almas que aún no han recibido esa potente energía divina, que todavía no son merecedoras de ella, puedan recibir lo que Dios espera hace tanto tiempo derramar sobre la humanidad enferma.
Yo vengo a sacarlos a ustedes, como representantes de la nación mexicana, de este cautiverio de sufrimiento que comenzó desde el momento de la colonización.
Hoy sus corazones han aceptado su reconciliación en Cristo y esa comunión íntima con el Espíritu Santo se establece para que pueda reinar la paz no solo en sus corazones, sino también en el mundo que tanto lo necesita.
Queridos hijos, hoy les extiendo Mis brazos para que se tomen de Mis manos y sientan Mi fe y Mi fortaleza. Una Madre que los quiere y que los ama, solo desea que el mundo sea feliz, que sea una victoria de Jesucristo, que no sufra, que no padezca, que no se perturbe, que no sufra el final de esta transición planetaria.
Queridos hijos, también hoy les entrego Mi Rosario de Luz, el Rosario que fue orado por todos ustedes a través de los tiempos, en todas las Apariciones en las que Yo he anunciado Mi Mensaje al mundo para que nunca duerma, sino para que siempre despierte, despierte a la Luz de Dios, despierte al Amor del Padre que es olvidado por la mayoría de los hombres. Es esta falta de Amor en los corazones del mundo lo que lleva al planeta a agitarse, a moverse, a intentar hacerle comprender a la humanidad que algo hay que cambiar pronto, antes de que venga Mi amado Hijo al mundo.
Quiero encontrarlos, a ustedes y a todos sus hermanos del camino, despiertos y vigilantes en ese gran momento.
El planeta está en su gran parto para que pueda nacer una Nueva Humanidad que ya no será materialista, no será indiferente, no dañará a los Reinos de la Naturaleza, sino que vivirá unida al Espíritu de Dios y a todo lo que Él creó para que ustedes lo glorificaran eternamente.
Reciban con amor y con una profunda gratitud, Mis Palabras de Luz que siembran códigos en las nuevas almas que son curadas por Cristo.
Sufro con Centroamérica todo lo que ella hoy enfrenta. Por eso, he pasado antes por allí para poder sustentar a las almas en su vida espiritual y superior; para que no perdieran, por las obras de Mi enemigo, las semillas del bien y del amor que Yo sembré en cada una de ellas.
Invoquen Mi Manto protector sobre toda Centroamérica y México, pues Yo amo a estas almas milenarias que muchas veces se encontraron Conmigo para recibir Mi Amor y Mi Paz, para hacer rebrotar esos atributos en esta humanidad que solo debe redimirse para que sea feliz por toda la eternidad.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Hace algunos siglos, aparecí en esta nación a un pequeño hombre, un amado hijo Mío, porque en aquel momento, hijos, la humanidad corría el riesgo de perder su filiación con Dios por falta de amor en el corazón humano.
Vine para evitar la separación de los hombres entre sí y con Dios. Vine para hacerles comprender la unidad que existe entre todas las criaturas, entre todos los pueblos y entre todas las razas; para que esa unidad despertara, en el corazón humano, la reconciliación verdadera con el Creador.
Aquel hijo Mío, a quien Me aparecí, confió en Mi Mensaje y lo difundió al mundo, haciendo que hoy ustedes Me glorifiquen, glorifiquen a Mi Hijo, y vivan en Su fe y en Su devoción.
Hoy, hijos Míos, aparezco nuevamente en esta nación porque una vez más la humanidad corre el riesgo de perder la filiación con Dios. El hombre todavía aspira a separar a las razas, a los pueblos y a las naciones; el hombre todavía aspira a construir muros, no solo en el mundo, sino también en el corazón y en la consciencia.
Por eso, hoy, Yo vengo hasta aquí, porque confío en la devoción y en la fe de sus espíritus. Vengo a estampar en sus rostros, en sus pechos, en sus consciencias, Mi Presencia Divina para que, sin miedo y sin temor, anuncien Mi Presencia en este mundo y permitan que más almas en el tiempo venidero recuperen su fe, su devoción, glorifiquen a Mi Corazón y a Mi Hijo, para que se reconcilien verdaderamente con Dios y no permitan, hijos Míos, que el corazón humano se separe del Creador.
Es hora de unir a los corazones, de unir a la consciencia con Dios. Y hoy, encuentro en ustedes, así como lo encontré en Mi hijo Juan Diego, la devoción que necesito para que Mi llamado se expanda por el mundo, más allá de las naciones.
Que muchos más Me escuchen y se adhieran a Mi llamado, porque es necesario, hijos Míos, que la paz se establezca dentro y fuera de los hombres.
Vengo a fortalecerlos para que proclamen, en el tiempo que vendrá, el amor al Corazón de Dios, mucho más allá de cualquier acontecimiento, mucho más allá de cualquier adversidad, porque la humanidad se purificará y ya no lo podré detener. Sin embargo, sí puedo, hijos, fortalecer sus espíritus para que se mantengan de pie, para que reconstruyan este mundo y a las almas, para que se establezca el Reino de Dios sobre un suelo en el que se sembró la paz, la unidad y el amor entre las consciencias y los Reinos de la Naturaleza.
Vengo para que comprendan, hijos, que la Justicia de Dios ya está descendiendo al mundo, aunque los portales de Su Divina Misericordia también pueden permanecer abiertos si tan solo claman con el corazón.
Los necesito despiertos, conscientes de que pueden cambiar los acontecimientos de este mundo si oran Conmigo, si oran con fervor. Por eso, hoy les extiendo Mi rosario hacia sus manos para que pasen Conmigo las cuentas de la redención de este mundo.
Ya no oren, hijos Míos, de cualquier forma, solo pronunciando algunas palabras con la boca; ya aprendieron a orar, ya conocen el poder de la oración. Por eso, cada día tomen sus rosarios y únanlos al Mío; sientan que Yo oro con ustedes y pronuncien Conmigo el decreto de la liberación de este mundo.
Oren junto con Mi Hijo y con el Casto Corazón de San José para que la unidad se establezca en el corazón humano, entre ustedes y con Dios. Oren para que la humanidad comprenda el papel de cada Reino de la Naturaleza y no necesite sufrir por la acción de estos Reinos, por no haber comprendido que debe vivir en comunión con la Tierra.
Esta Sagrada Consciencia espera, hijos Míos, que se puedan unir a ella a través de cada uno de sus Reinos para que, de esta forma, comulguen de la Creación y establezcan el amor y la redención en sus espíritus.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Queridos hijos, en el Manto guadalupano está toda la Creación de Dios.
Cuando no sepan cómo encontrar el camino, veneren y observen Mi santa Faz y a través de Mi Corazón, el Corazón de Guadalupe, ingresarán a Dios y a Su Reino infinito.
Les pido, queridos hijos, que ya no sufran, que ya no sufran más.
Estoy aquí, soy su Madre de Guadalupe y siempre estoy con ustedes cuando oran Conmigo, cuando invocan Mi Presencia celestial, cuando solo buscan Mi Corazón Inmaculado que es un refugio para todas las almas en el fin de estos tiempos.
Así como aman Mi Luz, amarán la Luz de Dios. No amen Mi Luz, queridos hijos, amen a través de Mi Corazón la Luz de Dios, porque la Luz de Dios está presente y desciende sobre sus consciencias.
Quisiera que hicieran nuevamente este ofrecimiento que hoy Me entregaron con amor. Pero ahora piensen, mientras cantan, que amarán la Luz de Dios a través de Mi Corazón, que es puro e inmaculado; y en ustedes, eso es posible.
Quiero decirle a Mi pequeño hijo Iván de México, antes de despedirme esta noche de ustedes, que estoy estampada en su pequeño corazón y que crea que eso es posible, porque así siempre estaré presente, nada está separado entre Yo y Mis hijos. Entre Mis hijos y Dios, nada está separado.
Yo les agradezco por escucharme, por contemplarme, por adorar a Dios y por pedir por sus hermanos de Centroamérica. Sigamos en oración, la humanidad lo necesita.
Yo les agradezco por responder a Mi llamado, y los escucho.
Hoy, de forma divina y omnipresente, Mi Casto Corazón desciende al mundo para recoger de vuestros corazones las plegarias ofertadas al Padre Celestial; así Yo me presento extraordinariamente en los dos Centros Marianos, para que la humanidad comprenda la emergencia de poder servir en estos tiempos.
Hoy Mi Esencia castísima recoge a todas las esencias perdidas de África y del mundo, elevándolas al Reino Celestial reparador, para que los ángeles del Señor las reconstruyan y las reintegren en el ciclo de su evolución original.
Mi Corazón Sagrado, de lirios divinos, hoy se abre como una flor ante ustedes, para que guarden la pureza original que Dios concibió para cada uno.
Mis compañeros e hijos de Cristo, tengan fe y certeza de que vuestro santo servicio y esfuerzo llegará a tocar el corazón de todo el universo, para que así las Gracias del Cielo sean derramadas.
El Purísimo e Inmaculado Corazón de María, me ha enviado para recordarles, en este día sagrado, que solo busquen el despertar de la pureza original que les permitirá transformarlos y redimirlos.
Como fiel carpintero de Dios, permitan que Yo tome vuestras vidas para que el nuevo instrumento, libre de maldades y de odios, pueda surgir y sea un presente celestial para Dios.
Mi Casto Corazón promete el auxilio inmediato a los que siempre recuerden abrir las puertas del corazón para que Dios pueda obrar. En esta hora planetaria, en la que las esencias son distanciadas de su verdadero propósito y misión, vengo para que recuerden también orar por los que no oran a Dios ni recuerdan el manantial de la existencia divina.
Después de la última misión de caridad llevada a cabo en Brasil, en donde Mi Casto Corazón concedió un tiempo de paz y de Misericordia para todos los olvidados y desposeídos, África entera se prepara para gestar, a través de todos los servidores del Plan, su gran ciclo de redención, de perdón y de paz. Para que eso sea posible, vengo a pedir a todos Mis compañeros de camino y a la Fraternidad Humanitaria que dediquen tres oraciones por día a Mi Casto Corazón, para que Yo pueda interceder ante Dios y conceder la sagrada misión en Ruanda y Angola.
He venido al Centro Mariano del Espíritu Santo para pedirles a todos los misioneros que eleven su oferta interna a Dios Padre, con el fin de socorrer y colaborar en África, en el próximo 2015, en honra al Casto Corazón de San José.
Si la oferta de todos los servidores fuera sincera y firme, Yo prometo descender en gloria en África y liberar lo que aún no está liberado del espíritu de Mis hijos.
Por este encuentro especial agradezco la colaboración de todos los que, en la caridad y el bien, hicieron posible la misión en Brasil.
Desde el Castísimo Corazón de Dios, los bendigo.
Vuestro fiel Instructor, San José,
Padre del Amor y de la Unidad
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más