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Así como surge la incredulidad en el corazón de los hombres, también surgirá la fe. El Espíritu de Dios arrebata a aquellos que se disponen a vivir en confianza, siguiendo los designios del Creador.
Muchos serán los destinos que se presentan delante de los ojos humanos y serán los pequeños -aunque verdaderos- impulsos del corazón, los que dictarán por qué camino ingresará la consciencia.
La humanidad, compañeros, está en su gran momento de definición y muchos no quieren ver, ni sentir. Cierran los ojos para lo que sucede a su alrededor y cierran el corazón a la realidad de una vida superior.
A lo largo de toda la historia humana, el Creador los colocó delante de un gran paso, que definiría el rumbo de la humanidad. Pero casi todas las veces prefirieron el poder material, al de la simplicidad del espíritu. Ahora ya no hay más tiempo de elucubrar por cuál camino seguir. No es más el momento de experimentar, sino de definir.
El corazón humano fue creado por Dios como una forma de curar todos los males universales, porque en la vida del Universo, una cosa impedía a los seres llegar a Dios: la imposibilidad de abandonar sus deseos, aspiraciones y metas, incluso las más espirituales, para fundirse con Su Creador. Por eso fue gestado y manifestado este proyecto humano, que desde el principio contiene en sí todas las fuerzas capitales que son capaces de amarrar a la humanidad, con raíces profundas, en la materia.
Grande era el desafío y por eso Dios envió a la Tierra lo más perfecto que existía en el Universo.
Para demostrar a los hombres que este proyecto humano era posible y cuán amado era por Su Corazón Creador, envió a la Tierra a Su Hijo. Aquel que fue concebido para cumplir con la misión de reinar en el Universo y mostrar a todas las criaturas el verdadero camino para llegar a Dios: entregar todo, sus méritos, sus conocimientos, sus metas, su vida.
Envió también a Aquella que se hizo carne para manifestar el perfecto Principio femenino. Aquella que es la Madre de todo lo que fue creado, que es la consciencia pura del Amor materno para todo el infinito y que fue enviada al mundo, para demostrar a los seres cómo se llega a Dios. Como perfecto principio maternal, renunció a lo que para Ella era lo más preciado: Su Hijo, el Hijo de Dios, pues sabía que hecho hombre, hecho llaga, podría curar los desvíos de este mundo y de todo el cosmos.
Envió también un siervo Suyo, en quien confiaba, pues sabía de la perfección del corazón humano. Hizo nacer un hombre en esa familia, que renunciaría a lo que era considerado como lo más honroso en aquella época: Su paternidad. Renunció a sí mismo, para reconocer la Voluntad de Dios y por Su perfección, regocijarse en ella.
Ahora, esa familia retorna al mundo una y otra vez, porque este planeta dejará de ser una escuela y pasará a ser un ejemplo vivo de la perfección de Dios. Todo aquello que vive en Él y que no camina hacia esa perfección, encontrará su camino en otros destinos universales.
No les digo esto para que teman, pero sí para que despierten, pues están viviendo dentro de la manifestación más perfecta del Proyecto Divino que es el planeta Tierra y no están aquí para disfrutar de la vida sobre el mundo, sino para renunciar a ella, entregar al Señor hasta la más mínima aspiración -por más espiritual que les parezca- para encontrar, en el despojamiento de sí, la verdad de lo que Dios espera de cada uno de ustedes.
Recuerden que Su Hijo renunció al reconocimiento de los hombres, cargó sobre Su espalda la humillación, la negación y todos los pecados del mundo y del Universo; para así, resurgir en Gloria y anunciar al mundo que el verdadero camino es la renuncia, que la verdadera victoria es la derrota de sí y la verdadera conquista es la pérdida de todas las cosas para encontrar a Dios.
No teman los fracasos de la humanidad. Sepan que nada comprenden verdaderamente de los Caminos de Dios.
Recuerden que, así como surge la incredulidad en los corazones, surgirá la fe. Y es en esa fe, que es el Poder manifestado de Dios, que deberán encontrar el sustento para sus almas y sus espíritus.
Les agradezco siempre y los guiaré por el camino de la Victoria de Cristo, en su interior.
San José Castísimo, Eterno Siervo de Dios
Cuando San José Castísimo apareció, Él transmitió Su mensaje mensual a la vidente Hermana Lucía de Jesús y un mensaje extraordinario a Madre María Shimani de Montserrat. Enseguida, Él dictó algunas palabras a través de la Hermana Lucía:
Antes de despedirme, quiero pedirle a cada uno de ustedes que, al escuchar Mis Palabras, procuren abrir el corazón y la consciencia, porque así Mi Verbo podrá ingresar en lo profundo de sus seres y ayudarlos a transformar aquello que por sí solos no están consiguiendo.
Vengo al mundo, Mis queridos, como un propulsor, como aquel que impulsa sus vidas para que cumplan la Voluntad de Dios.
Cada día que pasa, comprenderán Mi presencia en el mundo, que no estoy aquí solo para traer un poco de alivio a sus corazones, sino para conducirlos a una verdad superior, para que descubran dentro de cada uno porqué están en este mundo, lo que verdaderamente son, qué principio perfecto de Dios deberán expresar o deberán llevar hacia el Infinito para depositarlo en Su Corazón, en Su Divino Corazón.
Les agradezco por perseverar en este camino, los bendigo para que sigan en paz y en eterna confianza.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hermana Lucía de Jesús:
San José llegó hasta nosotros de una forma un poco inesperada. Los cielos comenzaron a abrirse y, como un sol de luz, Él llegó hasta aquí, acompañado de muchos ángeles y de algunos santos. Sentimos que estaba decidido a dar un impulso no solo a nosotros, sino a toda la humanidad.
En el momento en que llegó, nos bendijo, abrió Sus brazos y colocó en cada uno de nosotros muchos códigos de luz. En un momento, Él pidió que la Madre María Shimani se sentara, que escuchara Sus Palabras y las escribiera, porque hoy Él quería dar un impulso un poco mayor para el mundo.
Mis amados compañeros de camino:
Hoy llego a este sagrado lugar, Reino del Hijo Primogénito y de la Madre Universal, a traer para todos aquella simplicidad y aquella humildad que aprendí durante el tiempo que estuve aquí, en esta Tierra, como San José, humildad y simplicidad que Me han acompañado desde entonces.
Es esa humildad y esa simplicidad las que Me permitieron vivir la santidad, pero por sobre todas las cosas Me permitieron dejarme guiar por Dios, por Mi Hijo Jesús y por Mi amada esposa María.
Ella, con Su amoroso silencio, guiaba Mis pasos internos; silencio que Yo amé y veneré en ese tiempo como servicio a Dios.
Hoy vengo a decirles que para superar esta purificación que ustedes, Mis amados discípulos, están comenzando a vivir, solo el camino de la humildad, de la simplicidad y del amor al silencio, los llevará a superar todas las pruebas que enfrentarán para dejar atrás al viejo hombre y a la vieja mujer, aquellos que ya no deberán existir para que el odre que Mi Hijo debe llenar con Sus Códigos nuevos de Luz pueda estar preparado y vacío para Él.
Les hablo a todos por igual, pero hoy quiero hacer un especial llamado a aquellos que están confusos. A estos hijos les pido que ese silencio interior sea el que les permita escuchar la voz del corazón y que la humildad les permita aceptar la guía de la Instrucción dejada por Nosotros, los Mensajeros Divinos de Dios.
También hoy les hablo especialmente a aquellos que siempre han estado tan seguros de sí mismos, porque son fuertes y sienten claridad en su interior. Quiero que sepan que todos vivirán el derrumbe de aquellas estructuras que no los dejan dar pasos en dirección a la plena fraternidad y humildad que esta humanidad debe vivir.
Llegará el día en el que la energía de este final de ciclo toque por Ley esas estructuras, y ellas comiencen a temblar. Será en ese momento que la arrogancia y la soberbia, que han cultivado junto a lo que construyeron de ustedes mismos, comenzarán a caer para dar paso a la verdad de vuestras esencias, aquello que el Padre Altísimo diseñó para vuestros destinos.
Abran sus corazones y, así dispuestos, estudien Mis instrucciones, aquellas que les he dado desde que los visito. En ellas se guardan muchas llaves que deben ser las que los ayuden en estos tiempos tan sublimes y tan esperados por vuestras almas.
Sean fuertes y perseverantes y no se dejen amedrentar por el adversario de este Plan de Dios, que siempre querrá utilizar vuestras destrezas en su favor sin que lo puedan percibir.
Colóquense siempre por debajo de los demás, vivan para servir a sus hermanos, sin protagonismos, y así la virtud que hay guardada en vuestras esencias, aquella que el Creador colocó en sus seres, se derramará dentro y fuera de ustedes para conducir este camino de esfuerzo que deben recorrer hacia la santidad.
Yo estaré allí para guiarlos, para ampararlos y para cuidarlos de ustedes mismos. Solo Me deben aceptar como vuestro Compañero de camino.
Hoy bendigo esta casa, cuna de la Nueva Humanidad y a todos ustedes, hijos del Altísimo. Dios esté siempre en sus vidas.
Mi Casto Corazón los guarda.
San José, Obrero humilde de Dios
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más