MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Un alma, que aspiraba a poder vivir un día la unidad con todos los seres y con Dios, buscaba en cada religión puntos que pudieran unir, en el amor y en el respeto, a cada una de ellas. Y un día, en oración, le cuestionó al Señor, diciéndole: “Señor, Tú eres el mismo Dios para todas las religiones verdaderas. Eres el mismo que inspira a los corazones y a las almas en el camino de retorno a Tu Espíritu de Amor. Dime, entonces, lo que hay en cada religión que nos une, que nos hace, a todos, Tus hijos”.

Y el Señor, con amor, le respondió: “Lo que hace, alma pequeña, que sean Mis hijos no son las religiones, sino la propia vida. El hecho de existir en la vasta Creación hace de cada ser un hijo de Dios, amado y predilecto, creado por un propósito y con una misión.

Las religiones son impulsos que le di a la humanidad, de tiempo en tiempo, para que las almas recordaran el camino hacia su evolución, pero no solo a través de ellas envié esos impulsos al mundo; también lo hice a través de la naturaleza, del silencio, del servicio y, muchas veces, a través del sufrimiento, porque algunos de Mis hijos escogieron ese camino para despertar y percibir que no estaban comprendiendo la vida de forma correcta y que estaban perdiendo el  verdadero sentido de su existencia.

A través de las religiones, envié impulsos al mundo para que, a medida que los seres humanos crecían y evolucionaban mental, emocional y anímicamente, pudieran ser más amplios, más claros, más directos.

A través de Krishna, los conduje al despertar de un grado de amor simple, amor por la vida, por los elementos, por las energías.

Los conduje a una percepción más amplia de la existencia y comencé a crear un camino de retorno a Mi Corazón. Sin embargo, cada ser comprendió la religión de una forma diferente y la manifestó según sus posibilidades, que muchas veces no fueron puras como Mis impulsos.

A través de Buda, les enseñé la unidad con el Todo, el amor compasivo y la paz. Les enseñé a Mis hijos a vivir en comunión con el universo y a salir de las ruedas constantes de los errores y de las consecuencias. Ya estaban prontos para comprender que son ustedes mismos los responsables de la propia vida y que, a través de sus elecciones, atraen hacia sí los rayos y los impulsos que los elevan o los corrigen, según lo que escogen vivir.

Pero no toda la humanidad evolucionó ni todos se abrieron para amar.

La mente humana se desarrolló y con ella, su maldad y no su amor. En vez de Mis hijos vivir en comunión con la vida, quisieron poseerla y manipularla. Por eso, hicieron de los elementos dioses y de las energías formas de conseguir lo que querían.

A través de los Patriarcas, volví a darles impulsos a los seres, corrigiendo sus caminos, impulsos que fueron vividos también según su comprensión.

Hasta que envié al mundo a Mi Hijo, no solo con una enseñanza, sino con una Gracia. Diferente de todas las religiones anteriores, no era a través del conocimiento o del esfuerzo constante para elevarse que llegarían a Mí, sino a través de una Gracia y de la Misericordia que un corazón rendido puede recibir.

El Amor de Cristo no vino para unos pocos, vino para todos. No vino para Oriente o para Occidente, vino para toda la vida, para todos los seres que, a pesar de sus pecados, supieron decir sí.

En tiempos anteriores, la humanidad llegaba a las dimensiones divinas a través de un esfuerzo constante por la elevación. A través de Cristo les fue revelado el Reino en el propio corazón y, a lo largo de la evolución humana, Mis impulsos siguen renovándose.

Comienzo a unir, en el interior de Mis hijos, todos los conocimientos y todos los grados de amor, porque ha llegado el tiempo de la síntesis de la vida en la Tierra, el tiempo de la puerta estrecha y única, a través de la cual todos los seres llegarán a Mí. Y esa puerta, alma amada, es el amor en sus corazones.

Por eso, Yo Soy el Dios de la Vida, porque amo a todos y a todos les enseñé a amar. Ese es el camino para llegar a Mí. Por eso, vengan, a pesar de las diferencias. Vengan, a pesar de los conocimientos. Vengan, a pesar de los impulsos que recibieron, porque todos ellos tienen un único propósito, el de conducirlos a amar”.

Que este diálogo, hijos, les enseñe a comprender los ciclos de la vida y su verdadero sentido, y a saber que, a pesar de toda la complejidad de la existencia humana, para todo hay un único propósito, que es la vivencia del amor.

Tienen Mi bendición para esto.

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Un alma que aspiraba a conocer la Eternidad y el Paraíso, y que cada día buscaba méritos para llegar a merecer un lugar en el Cielo, le cuestionó al Señor sobre cuál sería el camino para merecer estar a Su lado, diciéndole: “Señor, la vida en la Tierra, a pesar de ser sagrada, es poca para mí. Mi alma aspira ardientemente a estar Contigo en el Paraíso de Tu Eternidad. Dime entonces, Dios amado, ¿cómo hacer para permanecer a Tu lado en el Infinito?”.

Y con profundo amor y sabiduría, el Señor le respondió: “Alma pequeña, ¿qué es el Paraíso para ti? ¿Cómo piensas, en tu corazón, que hay vida en Mi Reino? Yo te creé para habitar en ti; de esta forma, quiero hacerte comprender que no necesitas desear estar en el Cielo para estar a Mi lado, sino descubrirme en tu interior. Feliz y bienaventurada es el alma que sabe encontrar en la propia esencia la unidad Conmigo, aquella que no busca afuera de sí, sino adentro, en lo profundo del propio interior.

Tantas son las almas que dicen querer estar Conmigo, pero ¿cuántas son las almas que, en silencio, se detienen para encontrarme en su propia esencia?

Muchas son las almas que dicen preferir Mi Reino al mundo, pero ¿cuántas son las que dejan de lado las cosas del mundo, aun por un instante, para buscar Mi Reino en el propio corazón y saberse ese Reino?

Muchas son las almas instruidas en Mi Conocimiento, que saben Mis Palabras y dicen amarlas, pero ¿cuántas son las que, después de ser instruidas sobre algo, no se detienen para conocerlo ni buscan una experiencia sobre lo que aprendieron?

Alma pequeña, Mi Reino está en ti, así como Yo también estoy en ti, y el camino para encontrarme es simplemente buscándome de verdad, con sinceridad y con amor. Cuando simplemente te detengas para encontrarme en ti, verás que Mis Misterios no estaban ocultos en las estrellas. Mi Paraíso no solo está en el Cielo, también está en tu interior”.

Que este diálogo, hijos, los inspire a buscar a Dios en el propio interior, y no solo a conocer Sus Misterios, sino también a experimentarlos cada día.

Tienen Mi bendición para esto.

San José Castísimo

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Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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