Domingo, 3 de abril de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL ÓMNIBUS ÁGUILA DE LUZ, DURANTE EL VIAJE ENTRE LAS CIUDADES DE SAN PABLO, Y FLORIANÓPOLIS, SANTA CATARINA, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Es tiempo de vivir en el propio corazón el Amor de Dios o, por lo menos, de buscarlo. La búsqueda de ese Amor disolverá de sus consciencias todas las interferencias de la mente, las dudas y las desconfianzas que les impiden constantemente, salir del pensamiento tridimensional humano.

Solo quienes experimentan el Amor de Dios, aunque sea un poco, pueden percibir que cada uno establece los límites para la entrega. De la misma forma, las Dádivas de Dios en la vida de cada ser se manifiestan más o menos, dependiendo de la apertura del proprio ser.

Les digo esas cosas porque el tiempo sigue pasando y, si bien sus corazones se están abriendo a la vida del espíritu, esa apertura aún es muy parcial, y sus consciencias no se rindieron del todo a los misterios celestiales.

Cuando la entrega comienza a ser desconocida y el alma pierde el control de la propia vida, ahí se detiene la consciencia.

Aunque ustedes estén, en varios niveles, consagrados a Dios, hablo de una entrega más profunda. Hablo de aspectos que creen que nadie ve, esos aspectos que continúan aferrándolos a las dudas, a los recelos, a las propias ideas y a sus formas de pensar; esos aspectos que controlan hasta dónde el alma se lanza al abismo de Dios y desde dónde comienza a detener sus pasos. Hablo, hijos, de la vida invisible de cada uno, vida que en verdad piensan que es invisible pero es notorio que les impide verdaderamente dar pasos rumbo a la nueva humanidad.

Las pequeñas transformaciones están sucediendo en muchos, y ustedes ya pueden considerarse buenas personas, pero aquello que se necesita en estos tiempos es de verdaderos soldados. Un soldado sabe seguir las estrategias, sabe cumplir los planes y vive para ellos. Un soldado de estos tiempos debe ser consciente de la verdad, consciente de su misión y de lo que debe hacer para cumplirla.

Ustedes se preguntarán: ¿Cómo seré consciente de todas esas cosas? Yo les responderé: creciendo en espíritu, adhiriendo cada vez más el propio ser a este propósito que el Creador colocó en sus vidas, venciendo las resistencias a la transformación, ingresando en oración en el Corazón de Dios.

No se satisfagan con lo que alcanzaron porque eso los hará retroceder. El camino de la oración es transformación permanente y él solo tiene un destino: la unión con la Consciencia de Dios. Hasta que no lleguen a esa divina unión, deben seguir caminando.

Bienaventurados son los que escucharán con atención Mis palabras y harán de ellas el manual para sus vidas. Ellos comprenderán el motivo de Mi permanencia en este mundo.

Los amo y los bendigo.

Su Padre y Amigo,

San José Castísimo