Lunes, 13 de junio de 2016

Apariciones
APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN SANTA FÉ, ARGENTINA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Eleven sus brazos en dirección hacia Mí.

Si ustedes aceptan verdaderamente recibir en sus vidas los dones de Mi Paz, reciban entonces, hijos Míos, en sus brazos, Mi Gracia y la Misericordia de Mi Inmaculado Corazón.

Depositen la primera Gracia en el suelo de esta Tierra, como símbolo de que están aquí para servir y donar siempre lo mejor al prójimo, para los que vendrán después de ustedes y que no tuvieron la oportunidad de estar Conmigo.

Una vez más, eleven sus manos y reciban una segunda Gracia. Esta Gracia, hijos Míos, la depositarán en sus corazones.

Hoy, vengo como su Madre y Reina de la Paz, pero también distribuyo Gracias porque están aprendiendo a confiar en Mi Inmaculado Corazón. Hijos Míos, esta Gracia que les entregué hoy será incomprensible para muchos, porque solo verán los frutos de lo que deposité en sus corazones en algún tiempo, cuando sus almas resplandezcan y en el suelo de Argentina, como en el del mundo entero en donde haya un ser orante que ore con sinceridad, pueda resplandecer la Nueva Tierra.

Cada día, hijos Míos, intento revelarles un nuevo misterio de Mi Reino para que, poco a poco, ingresen en una comprensión superior y retiren sus consciencias de las superficialidades de este mundo.

Sé que para muchos no es fácil comprender lo que les digo cuando les hablo de las cosas del Cielo, porque parecen tan distantes de sus corazones, pero Yo vengo a aproximarlos, hijos Míos, a Mi Reino que, en esta noche, le traigo al mundo.

Cuando les hablo sobre el Reino Celestial, estoy intentando aproximar sus corazones a las realidades sublimes, para que no teman cruzar los portales cuando se abran delante de sus ojos. Cuando a muchos les llegue el tiempo, hijos Míos, de abandonar este mundo, que puedan reconocer el Reino que Yo les describí, que sientan ante ustedes las columnas de fe y de amor de Mi Iglesia Celestial, que sientan el pulsar del Corazón de Cristo que irradia desde el altar de esta Iglesia, y que no teman ingresar en ella cuando llegue la hora.

Les digo esto porque Mi Corazón de Madre tiene una Santa Esperanza de convertir sus vidas y que un día sean dignos de comer de la Comunión Celestial en la Mesa de Mi Hijo. Tengo la santa esperanza, Mis amados, de reunir un día sus espíritus en una única fraternidad. Que puedan reconocer las civilizaciones del cosmos, que puedan reconocer la Creación como una Creación única, espíritus que caminan juntos en dirección al Padre.

Por eso, vengo al mundo y cuido cada detalle de sus vidas. Estoy con sus familias, intentando curar cada corazón y reconciliar a las almas con Dios para que no pierdan la oportunidad que recibieron en este mundo.

Es por eso, hijos Míos, que vengo a instruirlos desde las cosas más simples, que vengo a enseñarles a orar, pero también les muestro los misterios del Cielo, porque debo contemplar la evolución de cada consciencia e intentar elevar al más pequeño de Mis hijos a ese Reino.

Hoy, vengo a sembrar en sus corazones la confianza en Mi Inmaculado Corazón. Vengo a reencender sus esencias para que, por la Gracia de Mi Luz y por Mi Presencia viva dentro de ustedes, puedan iluminar los abismos que aún existen en esta Tierra.

Hijos Míos, desearía permanecer en este mundo, al lado de cada criatura; desearía vivir con ustedes las pruebas de los últimos tiempos; desearía extenderles la Mano para que crucen los portales cuando llegue la hora. No podré estar en todos los momentos de sus vidas; pero sí, Yo los observaré siempre y los acompañaré con Mi Corazón, mas deposito Mi Luz en sus esencias para que puedan ser sus espíritus despiertos los que guíen a otros cuando Yo no pueda estar tan próxima a la humanidad.

En este tiempo, vengo a crear una unión con cada corazón humano que responde a Mi llamado porque, de esta forma, hijos Míos, podrán ser el eco de Mi Voz que guía a los que están perdidos.

Esta Gracia que hoy les entregué, si tienen fe en que la recibieron, fecundará en sus esencias los principios de una nueva vida y, cada nuevo día, despertarán un nuevo don del Espíritu de Dios para que puedan profundizar en Mi Reino, aunque estén con los pies en esta Tierra.

Que sus consciencias, hijos Míos, no se limiten a este mundo, no se limiten a esta vida humana y no se prendan a ella, para que sean libres de cruzar las dimensiones y llegar a Mis Brazos.

Si se abren a descubrir las verdades celestiales, el peso que cargan de las situaciones del mundo se volverá pequeño o, por lo menos, no los hará sufrir tanto, como sufren hoy. Sé que algunos de Mis hijos aún no pueden comprender la Voluntad de Dios y no aceptan la purificación que viven por no comprender la justicia.

Hoy, les digo, hijos Míos, que la consciencia humana decidió aprender a través del sufrimiento. Esa no es la Voluntad de Dios, es una elección del hombre. El Creador está ávido por derramar Su Divina Misericordia sobre todos los que clamen, sobre todas las naciones que se abran. Y para que los que están adormecidos reciban la Misericordia Divina, necesitan intercesores, y estos, hijos Míos, deben ser cada uno de los que Me escuchan. Clamen por Misericordia, no solo para sus vidas, sino para todo este mundo, sobre todo para los que ignoran a Dios.

Hoy, tengo en Mi altar algo que quisiera colocar no solamente en Mi Inmaculado Corazón, sino también en el corazón de cada orante de este mundo.

Cada pequeño papel representa una vida, una historia, una familia, un clamor de Mis hijos de Venezuela. Sé que muchas intenciones no llegaron hasta esta cesta, pero Yo las conozco, hijos Míos, aun antes de que ustedes piensen en escribirme. Yo sé de la necesidad de sus corazones, sé de sus incomprensiones, de sus dolores, de sus dudas.

No solamente Venezuela se purificará. Todo corazón que vive, que pulsa, toda consciencia que existe en cada Reino de la Tierra, vivirá su purificación. La consciencia del planeta, como espíritu que los ampara, también se está purificando. Por eso, hijos, solo les pido que no pierdan la fe y que vivan cada acontecimiento de sus vidas como una oportunidad de afirmarse en Dios y de vivir el amor; porque, muchas veces, padecerán por la ignorancia de otros. Por más que hayan escogido aprender por el amor y no por el dolor, la mayoría de los seres humanos no hizo esa elección. Por eso, ustedes, en sacrificio y en entrega, así como lo hizo Mi Hijo, padecerán por el aprendizaje de otros.

Les traigo una cesta divina, para colocar no solo las intenciones por Venezuela, sino también la intención de cada corazón que hoy Me escucha. Díganme, hijos Míos, lo que más necesitan, en el silencio de sus corazones, y Yo los escucharé y elevaré sus súplicas al Padre.

Clamen por Su Misericordia y déjense impregnar por Ella.

Oren Conmigo:

Adonai,
Misericordia, Misericordia, Misericordia,
Redención, Redención, Redención
para este planeta.

(dos veces)

Eleven sus intenciones.

Adonai,
Misericordia, Misericordia, Misericordia,
Redención, Redención, Redención
para este planeta.

(tres veces)


En esta noche, Yo también llegué para consagrarlos, para renovar su confirmación de adhesión a Mi Plan de Amor, para renovar sus compromisos Conmigo. Mi Divino Corazón se alegra cada vez que un alma acepta responder a Mi llamado, cada vez que un alma se dispone a consagrarse como Hijo de María.

Sé que para muchos, hijos Míos, esta consagración no tiene importancia, pero este símbolo no solo es externo, es un compromiso que hacen Conmigo, de estar a Mi lado, de responder a Mis pedidos y de seguir la Voluntad de Dios bajo cualquier circunstancia.

Que vengan hasta aquí los hijos de María que se consagrarán hoy.

Yo los llamo a Mis Pies así como llamaba a los pastores de Fátima. Yo los aproximo a Mi Corazón, como aproximaba a Mi Hijo, y hoy quiero que vengan con la pureza de un niño.

Hace mucho tiempo que espero la confirmación de algunas de estas almas. Ustedes saben, hijos Míos, que muchos estuvieron Conmigo desde el principio, que muchos acompañaron a Mi Hijo y, en este tiempo, regresaron para preparar Su Retorno, para ser perdonados por Su Misericordia, para ser redimidos por Su Gracia, para ser colmados de Su Amor y convertidos por Su Espíritu, tornándose semejantes a Él.

Hoy, los reúno en Mi Altar, no solo para bendecirlos y consagrarlos, sino también para agradecerles por responder a Mi llamado y, desde ya, les agradezco por superar las pruebas que vendrán y por no desistir jamás de ser Mis hijos.

Desde ya, les agradezco por imitar los pasos de Mi Hijo Jesús, por esforzarse día a día, por mantener la propia fe y hacerla crecer en el corazón.

Desde ya, les agradezco por superar las pruebas de los tiempos que vendrán, por aferrarse al Reino de Dios cuando comience a caer el reino de este mundo.

Desde ya, les agradezco por ingresar en Mi Corazón, porque sé que intentarán hacerlo cuando se sientan perdidos y desamparados.

Sepan, Mis amados, que vendrán muchas pruebas y que tendrán que cruzar por algunos desiertos para forjar la fortaleza del espíritu.

Quisiera entregarles a todos el don de hablar en lenguas para que se torne más simple Mi llegada al mundo, pero con todo lo que acontece hoy en la Tierra, necesito despertar otros dones, como el don del Amor, de la Compasión y de la Misericordia, porque el Amor, hijos Míos, no tiene idioma, por sí solo es el idioma universal.

Los coloco bajo Mi Manto y consagro sus espíritus y sus vidas para que proclamen eternamente Mi Paz.

Consagro y bendigo estas imágenes. Deposito nuevas Gracias en Mi Imagen Peregrina, que representa Mi caminar por cada uno de los hogares de esta nación; espero que Su peregrinar nunca termine, sino que se multiplique, llegando a nuevos hogares, convirtiendo y curando nuevas vidas.

Consagro estas flores para que sean principios de cura para el corazón que tenga fe, que sean símbolo de Gracia para aquel que cree en Mí, que sean símbolo de esperanza para aquel que sigue Mis pasos. Lleven estas flores a los que más las necesitan.

Que vengan hasta aquí los Hijos de María que ya se consagraron, que se unan a Mi Corazón todos los Hijos de María de este mundo, siéntanse presentes en este lugar.

En esta noche, hijos Míos, encenderé este planeta como una gran esencia celeste.

Que este ejército Mío le traiga la Paz y la Misericordia Divina al mundo. Que sus corazones no tengan culturas, no tengan nación, no tengan religión, sino la celestial; que sus corazones sean como un único corazón que pulsa dentro del Mío, que pulsa dentro del Corazón de Dios.

Que, a través de sus almas, el principio de la Unidad retorne al corazón humano. Que, a través de sus ejemplos, el respeto, la compasión, la hermandad y la fraternidad puedan estar vivos entre las criaturas.

Para eso, los consagro, los bendigo, los conduzco a la redención, los perdono y les entrego la Misericordia Divina.

Canten, hijos Míos, y anuncien al mundo la Gracia que es ser un Hijo de María.

Les agradezco.


Canción: Himno de los Hijos de María.


Que los niños de este mundo, consagrados a Mi Corazón, representen el Principio de la Nueva Vida y lleven siempre en sus pequeños corazones Mi Amor y Mi Paz por los tiempos que vendrán; y no se olviden de orar por los niños.

Yo los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Les agradezco, hoy y siempre, y en cada segundo de sus vidas, porque son preciosos ante Mi Corazón.

Sábado, 25 de junio de 2016

Apariciones
APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

El gran misterio del corazón orante es la paz.

La paz, hijos Míos, es el mayor tesoro que les podré dejar en estos tiempos y en los tiempos que vendrán. La paz es fruto de la certeza del triunfo de Dios en la Tierra. La paz es fruto de la consciencia de que una vida superior los aguarda, que su existencia no comienza y no termina en este mundo.

En los tiempos de caos y de confusión planetaria, les pediré que no pierdan la paz, porque la paz en sus corazones es lo que desarma los planes del enemigo. La paz, hijos Míos, es lo que les permitirá comprender las pruebas que vendrán, comprender la propia purificación, la purificación del prójimo y del planeta, y no permanecer en las apariencias. La paz les permitirá ver los acontecimientos del mundo con ojos de madurez.

Sé que, para muchos, es imposible mantener la paz del propio corazón cuando el caos emerge del propio interior y también se manifiesta en la vida de la superficie de la Tierra. Sin embargo, hijos Míos, cuando ingresan en Mi Paz, están ingresando en otras Leyes, que no son las leyes de este mundo. En consciencia, están profundizando en Leyes Universales y es la actuación de esas Leyes que les trae paz, independientemente de lo que ocurra a su alrededor. 

La paz en sus corazones será el testimonio vivo de Mi Presencia entre ustedes y es esa paz inmutable e invencible que le demostrará al mundo que una parte de Mi Inmaculado Corazón está dentro de sus corazones y que conduce a sus consciencias a cruzar los obstáculos, a superar las pruebas y a manifestar una nueva vida.

Hijos, la Paz del Creador vive en Mi Inmaculado Corazón desde que Yo estuve en la Tierra y ni aun en el calvario de Mi Hijo, Yo perdí esa Paz. Era esa Paz Divina que Me llevaba a comprender el sacrificio de Cristo y a sustentar a Mi lado a los hombres y mujeres de Jerusalén, para que no perdieran la fe. Ellos contemplaban Mi Paz y Mi silencio, tan misteriosos, y comprendían que el sacrificio de Cristo no terminaba en la Cruz, que lo que Jesús estaba viviendo no era solo el martirio que aparentaba ser.

Quiero, con esto que les digo, enseñarles a vivir los tiempos que vendrán y a comprender el calvario del mundo, más allá de las apariencias. Quiero que permanezcan con el corazón en Mi Corazón, así como Yo permanecía en Dios, contemplando el sacrificio de Mi Hijo; y que aquellos que los acompañen encuentren en ustedes una fortaleza y la fuente de la fe y de la esperanza, una puerta para comprender los acontecimientos del mundo, trascendiendo los hechos físicos e ingresando en la  verdadera razón por la que el planeta vive esas cosas. 

Hoy, hijos, mientras la naturaleza Me ayuda a transmutar el caos y el mal, les pido que permanezcan en paz; recuerden que Mis Centros Marianos deben ser usinas de transmutación y de liberación para el mundo, y ustedes son Mis operarios, que, a través de la oración y de la paz, abren las puertas para que Mi Luz descienda al mundo y las tinieblas den lugar a la Paz y a la Victoria de Dios.

Sean conscientes de este momento como un aprendizaje único y reciban en sus esencias la Paz que les quiero entregar. Sientan cómo esta Paz les trae una comprensión mayor y cómo pueden sentir esta lluvia y este viento, no como una lluvia común, sino como la liberación de la naturaleza a través de Leyes Superiores.

Vengan más cerca de Mí.

Sientan Mi Manto sobre sus corazones y no teman. Yo estoy aquí no solo para protegerlos, sino para entregarles un aprendizaje: el misterio de la Paz.

Hoy, les ofrezco la Rosa de Mi Corazón para que se multiplique e ingrese en sus consciencias como un símbolo, un símbolo de paz.

Hoy, hijos, les dije que Mi Corazón triunfará, porque sus espíritus están dispuestos a responder a Mi llamado, están dispuestos a crecer y a madurar en consciencia, están dispuestos a comprender nuevas leyes, principios divinos que hasta hoy ignoraban.

En este día, vengo a marcar en sus vidas el fin de un viejo ciclo y el inicio de otro; sin embargo, deben estar dispuestos no solo en el espíritu y el corazón, sino también en la mente, en el sentimiento y hasta aun en sus células, a responder a este llamado. Porque, si Me dicen sí para que Yo pueda actuar en cada nivel de sus seres, Mi Paz disolverá el temor que se oculta en sus células, en sus huesos, y los fortalecerá para que puedan ser testimonios vivos de Mi Presencia y para que lleven al mundo la paz que él está perdiendo.

Hoy, multiplico las rosas de Mi Corazón y se las entrego, porque de esta forma, hijos Míos, podré estar presente entre los corazones humanos, aun cuando Mi Voz ya no resuene en la Tierra, cuando los videntes ya no puedan repetir Mis Palabras. Será esa rosa, en sus esencias, que les hablará y guiará sus caminos para que jamás se separen de Mí. Dejen que esta rosa les revele una ciencia, una ciencia divina, que es la ciencia de la Paz. Dejen que este misterio se revele y que, en su interior, encuentren un estado desconocido, un estado de unión con Dios, con Su Creación, con Su Propósito, con la Verdad. Esa, hijos Míos, es la Paz de Mi Reino.

Por más que les parezca simple, el misterio de la paz, cuando es revelado, es lo que los sustentará. Por eso, Mis amados, den valor a Mis Palabras y a este momento; ábranse, como corresponde, para que puedan vivir una instancia de unión con su Madre Celeste, porque cada momento Conmigo es único y cada una de Mis Palabras viene para entregarles una llave que los ayudará a traer hacia la Tierra el arquetipo divino y manifestar el nuevo hombre.

Ahora, les pido que Mis hijos, que se consagrarán hoy, se aproximen un poco más y permanezcan de pie.

Esta es la Rosa de la Verdad; con esta verdad, hijos, sean fieles a Mi Corazón.

Esta es la Rosa de la Pureza; con esta rosa, jamás se separen de Mí.

Esta es la Rosa de la Esperanza, una esperanza que no proviene de este mundo. La esperanza que les traigo, a través de esta rosa, es la esperanza de encontrarme en esta vida y después de ella.

Esta es la Rosa de la Alegría; para que, a través de ella, hijos Míos, descubran la alegría verdadera que es la alegría de servir a Dios y de amar al prójimo.

Esta es la Rosa de la Reconciliación; porque, a través de ella, reencuentro a aquellos hijos Míos que Me acompañaron en el pasado y que ahora retoman el compromiso Conmigo.

Esta es la Rosa de la Fe, para que aprendan a creer en Mí.

Esta es la Rosa de la Paz; para disipar las preocupaciones de este mundo, los conflictos de esta vida y llevarlos a Mi Reino.

Esta es la Rosa de la Bondad; para que aprendan Conmigo a cuidarse, unos a otros, así como Yo cuido a cada uno de ustedes.

Esta es la Rosa de la Fortaleza; para que sean firmes, superen el pasado y, ante este portal hacia Mi Reino, encuentren una nueva vida junto a Mí.

Se pueden arrodillar.

Con esta rosa, que les entregué, orarán Conmigo por la salvación de las almas y para que ellas vivan los atributos que deposité en sus corazones a través de estas flores que, por el toque de Mis Manos, se tornaron sagradas.

Oremos tres Ave Marías, ofreciendo al Padre la plena gratitud por reencontrar Su Reino.
 

Oración: Ave María, en español.
 

Estas tres rosas son para tres de Mis hijos que, por tres diferentes caminos, están intentando encontrarme. Que estas rosas, hijos, les traigan claridad de espíritu.

Con una sonrisa en Mi Rostro, les agradezco por haber venido a Mi encuentro. No se olviden, hijos Míos, de proclamar hoy y siempre la Paz que deposité en sus corazones.

Y les pediré que canten una canción que preparó Mi llegada hasta aquí porque, de esa forma simple, los ángeles Me abrieron las puertas para que Yo viniera a su encuentro. Celebren la Paz de Medjugorje, celebren la Paz del Reino de Aurora, la Paz que le traigo a cada Centro Mariano, porque es la misma Paz que debe vivir en sus corazones. 

Les agradezco y los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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