Domingo, 19 de noviembre de 2023

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Por las almas que padecen en los abismos de este mundo,
¡ten Misericordia, Señor!

Por las almas inmersas en la ignorancia,
¡ten Misericordia, Señor!

Por las almas sumergidas en la indiferencia,
¡ten Misericordia, Señor!

Por las almas que están ciegas ante la infinita Luz,
¡ten Misericordia, Señor!

Por las almas inmersas en el rencor y en la ira,
¡ten Misericordia, Señor!

Por las almas que perdieron la esperanza,
¡ten Misericordia, Señor!

Por las almas que se olvidaron de lo que es amar,
¡ten Misericordia, Señor!

Señor, Yo Te pido:
permite que Tu Luz ingrese en los abismos
y les conceda una nueva oportunidad
a aquellos que se  autocondenaron.

Señor, Yo Te pido:
permite que Tu Luz ingrese en los abismos
y rescate a las almas perdidas,
para que ellas sientan nuevamente el poder de Tu Amor.

Señor, Yo Te pido:
permite que Tu Luz ingrese en los abismos,
para que las esencias creadas por Ti
no se olviden de su filiación divina,
mas que puedan un día expresar la semejanza perfecta Contigo.

Que Tu Propósito se cumpla en cada una de Tus preciosas almas.

Que el despertar se realice en cada pequeño corazón de esta Tierra
y que no exista un ser que no sea conocedor
de Tu Poder y de Tu Infinita Misericordia.

Amén.


En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Hoy, vengo a orar por las almas, para que la Luz Divina pueda penetrar los abismos más profundos de este planeta. Vengo a orar por las almas, para que despierten al don de la vida, que muchas veces, hijos, en nada se asemeja a la vida que llevan en la superficie de la Tierra.

Hoy, vengo a traer una parte del Universo Celestial para que toque al planeta y, así, los corazones perciban que su esperanza no está en este mundo, en la condición humana, en las promesas humanas, sino en las Promesas Divinas.

Allí es donde debe estar su atención, allí es donde debe estar su oración y su unión perfecta con Dios, y no en los hombres, no en las promesas de la Tierra, no en los méritos terrenos, en aquello que pueden recibir estando en este mundo. El misterio se encuentra, hijos, en aquello que pueden dar estando en la Tierra, en aquello que emerge de sus corazones cuando son capaces de salir de ustedes mismos para servir y amar, para sumergirse en el Universo Superior de una vida que trasciende la existencia humana y, aunque la trascienda, le trae sentido.

Muchos aún se preguntan cuál es el sentido de la vida sobre la Tierra, dónde está el Propósito Divino, hacia dónde el Creador está conduciendo a la humanidad. Esas preguntas encuentran respuesta en lo profundo de la esencia humana, no afuera. Estas preguntas encuentran respuesta cuando miran hacia la Cruz y, más allá del sufrimiento de Cristo, son capaces de penetrar con la mirada Su profundo Amor.

Ustedes no encontrarán respuesta en las acciones humanas. No encontrarán respuesta en lo que verán en este mundo. Cada día, las acciones humanas serán el reflejo de su profunda ignorancia, de la profunda distancia que existe entre los hombres y Dios.

Pero, aunque no lo perciban, esa distancia comenzará a disminuir. Poco a poco, el Tiempo del Universo ingresa en el tiempo de la Tierra; poco a poco, la ignorancia humana va siendo desenmascarada, los velos van siendo rasgados, la verdad empieza a emerger. Pero, para estar ante la verdad, ustedes precisan tener corazones fortalecidos, corazones que no se cegarán ante la Luz, sino que la soportarán y la reconocerán.

Cada día, hijos, la vibración de la Tierra se densificará y, al mismo tiempo, el Universo Celestial ingresará en el mundo. Esta es la verdadera batalla del final de los tiempos, una batalla que se llevará adelante en la consciencia humana y que se reflejará en el planeta, a través de sus acciones, que serán reflejo del desequilibrio que habita en la consciencia de los seres.

Las raíces de esas batallas no están fuera de los corazones, sino dentro de ellos. Por eso, les pido que oren; por eso, les pido que transformen sus consciencias y que permitan que principios evolutivos emerjan de sus seres para que puedan equilibrar la consciencia humana, de adentro hacia afuera.

No les hablo de algo solamente espiritual, sino científico-espiritual, de una ciencia que no viene de este mundo, sino que se manifiesta en él a través de los seres humanos, a través del misterio interior que aún se oculta en la consciencia humana.

Deben estar con el corazón fortalecido para no perder la esperanza ante el caos, la esperanza en los seres humanos, en la manifestación del Propósito Divino dentro de los seres.

La oración los hará capaces de sentir compasión, aun cuando parezca imposible.

La oración los hará capaces de ser misericordiosos, aun delante de las mayores atrocidades, porque el plan del enemigo de Dios, hijos, es borrar de la consciencia humana la capacidad de amar.

Por eso, verán cosas que jamás pensarían que merecen amor o misericordia y, aun así, deberán buscar dentro de ustedes la capacidad de amar. Para que esto sea posible, necesitan estar unidos a Dios, y despertar cada vez más esta unión con el Creador.

Por eso, deben orar. Por eso, deben adorar al Santísimo, el Cuerpo Eucarístico de Cristo.

Por eso, deben aprender a silenciarse para encontrar la paz y el equilibrio en sus mentes y en sus emociones. El silencio, hijos, será una de las grandes llaves que fortalecerá a sus corazones, como a cada uno de sus cuerpos, para que puedan aguantar lo que vendrá, soportando tanto las corrientes del universo como el caos del mundo.

No permitan que sus seres ingresen en discusiones superficiales; no permitan que sus seres ingresen en conflictos innecesarios; sino, a través del silencio, vivan la Sabiduría Divina y permitan que los Rayos que provienen del Corazón de Dios transformen las situaciones caóticas del mundo.

Lo que les digo les puede parecer ser muy simple, y verdaderamente lo es, pero es en esa simplicidad, hijos, que transformarán la consciencia humana y verán triunfar el Propósito Divino.

El enemigo de Dios, Su adversario, aspira a colocar en la consciencia de los seres que alcanzar la vida espiritual es algo difícil, imposible y que es inalcanzable. Él los hará creer que no es posible amar, perdonar o ser compasivos. Él los hará sentir que la vida no tiene sentido y que sería mejor perderla que estar en este mundo pleno de caos y de conflictos.

Pero Yo les digo, hijos, que a pesar de lo que acontezca en el mundo, todo siempre tendrá un propósito; así como la Cruz tuvo un propósito; así como cada Llaga abierta en el Cuerpo de Cristo tiene un propósito; así también, hijos, las llagas del planeta tienen un propósito, pero para encontrarlo necesitan mirar hacia adentro, y no hacia afuera.

Los corazones caminan hacia una definición, las naciones caminan hacia una definición, y cada uno de ustedes deberá decidir dónde estará. Y no les hablo de un lugar físico, sino les hablo de un espacio en la consciencia.

¿Adónde su consciencia estará colocada? ¿En el caos y en la desesperanza? ¿En el sufrimiento, en la angustia, en los rencores? ¿O en la Misericordia?

Esto es algo que deben preguntarse todos los días y algo que deberán elegir todos los días. La definición no ocurre solo una vez, ella ocurre a cada instante.

Observen sus vidas y percibirán como son llevados a realizar elecciones en cada momento. Y esas elecciones definen su próximo paso, pero no solo su próximo paso, sino el paso de toda la humanidad, y eso es lo que quiero que perciban esta noche; que su consciencia se amplíe a una responsabilidad mayor, que su definición no sea propia, sino que esté diseñando, día a día, la manifestación del Propósito Divino o la ausencia de ese Propósito en la consciencia humana.

Muchos esperan que hoy les hable sobre política, que les hable sobre las naciones, pero no les vengo a hablar sobre eso. Les vengo a hablar sobre cada uno de ustedes; sobre cómo transformar la consciencia humana, independientemente de lo que suceda en la Tierra; sobre cómo elevar la consciencia más allá del caos y de los conflictos, más allá de las guerras, más allá del mal. Es de esa forma cómo se libera al planeta y cómo se liberan a sí mismos de las prisiones espirituales en las cuales aún se encuentran.

Oración y silencio, adoración y contemplación, suplica y servicio: esto debe ser su prioridad en estos tiempos.

Cada vez que dan un paso en dirección al Universo, en dirección al Corazón de Dios, a través de la consagración de la vida, permiten que la humanidad también dé ese paso y que una Gracia especial los impregne y los abrace.

Cada vez que se consagran como Hijos y Amigos de Mi Casto Corazón, permiten que Yo acompañe sus vidas, que interceda por ustedes ante Dios, que camine a su lado, así como lo hice con la Sagrada Familia, para que juntos podamos aprender cómo es vivir el Propósito Divino en el fin del fin de los tiempos.

Por eso, Mi Corazón encuentra aliento en las almas que se consagran, así como el Corazón de Dios encuentra aliento en las almas que se ofrecen para transformarse un poco más. Por eso, vengan hasta aquí los que aspiran a consagrarse como Hijos y Amigos de San José.

Yo les enseñaré una oración para los tiempos de caos, una oración que Yo hice cuando ya no conseguía sentir esperanza, cuando percibí a la humanidad en guerras y un dolor profundo tocaba Mi Corazón. Yo miraba hacia el Cielo y le decía a Dios:


Señor,
cuando no encuentre esperanza,
muéstrame que mi esperanza está en Ti.

Señor,
cuando no encuentre amor,
muéstrame que el Amor proviene de Ti.

Señor,
cuando no encuentre el sentido de estar en la Tierra,
muéstrame que el Propósito habita en Ti.

Señor,
cuando mi alma parezca solo ser miserias y defectos,
muéstrame que Tu Misericordia habita en mí.

Señor,
cuando me sienta distante de Ti,
muéstrame que yo soy parte de Ti,
que Tú Esencia habita en mí,
 y que nunca me dejaste,
desde el principio de la Creación
hasta mi último suspiro,
y que, más allá de él, siempre estarás conmigo y yo en Ti.

Señor,
vive en mí y a través de mí.

Amén.

Que puedan tener esta oración siempre con ustedes y que la oren sintiendo la paz que hoy les traigo. Que puedan mirar hacia el cielo un instante y dejar de lado lo que sucede en la superficie del planeta para que puedan sentir el Reino dentro de ustedes y, aunque sea por un instante, que ese Reino toque al planeta.

Hoy, hijos, sientan Mi abrazo. Sientan cómo Mi Corazón los acoge, acoge sus súplicas, sus necesidades más sinceras y las causas imposibles que angustian a sus corazones.

Recuerden siempre encender una vela y orar Conmigo, y que en sus oraciones siempre estén la consciencia humana y los Reinos de la Naturaleza, no solo ustedes mismos. Así, hijos, todo en sus vidas será servicio, aunque sea anónimo, y sus vidas encontrarán sentido en la unión con Dios.

Hoy, en este cenáculo de oración, en este espíritu de consagración y de entrega, los llamo a interceder por el mundo, por las naciones en conflicto, por las naciones en definición; los llamo a invocar la Gracia Divina y la Misericordia para que iluminen los caminos de los seres, para que desciendan como discernimiento y sabiduría a las almas, para que desciendan como alivio y esperanza a los corazones.

Que, en este momento de intercesión, puedan sentir que sus corazones no están separados de los corazones de todos los hombres y mujeres de este mundo.

Sientan, dentro de ustedes, a los que padecen en las guerras y a aquellos que causan las guerras; sientan, dentro de ustedes, a los que están separados de Dios; sientan, dentro de ustedes, a los Reinos de la Naturaleza y a toda la vida que habita en el planeta, y de esa forma clamen por Misericordia, y que esa Misericordia que hoy les traigo y que proviene de la Fuente Divina, impregne sus vidas, sus almas, sus corazones, cada espacio de la consciencia y, a través de ustedes, todo lo que vive y respira sea tocado por la Divina Misericordia.

Para recibir la bendición de esta consagración, cantemos juntos “Misericordia, San José”.

Podemos traer incienso y agua bendita.


Canción: "Misericordia, San José".


A pesar de las diferencias, a pesar de los aspectos humanos, entre hermanos siempre encontraran fortaleza, entre hermanos siempre encontrarán esperanza. Por eso, estén unidos, fortalézcanse unos a otros, perdónense y sopórtense; así, hijos, transformarán la consciencia humana y alcanzarán la paz

Yo los bendigo, los consagro y les agradezco por estar hoy aquí.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Hermana Lucía de Jesús:

Y vamos a prepararnos para la Comunión con el cántico “Padre de las Almas”.