Viernes, 30 de marzo de 2018

Sagrada Semana
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL SEXTO DÍA DE LA SAGRADA SEMANA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Que tu cruz sea el camino de la redención y no tu agonía. Que sepas cargarla con coraje y con merecimiento, porque lo que Dios derrama en las almas es lo que Él debe derramar y nada está fuera del Propósito.

Que la cruz sea el alivio de tus deudas, el regocijo de tu corazón, el camino para elevar tu alma. Que ofrezcas esta cruz con valentía y que no pienses caminar hacia atrás, porque tu cruz será el puente hacia los Cielos, las alas que te llevarán al Reino de Dios después de tu purificación.

Entonces, hijo Mío, no te lamentes, sino que regocíjate por la cruz que el Padre te ha entregado y de la que deberás saber cuál es su peso. Pero debes aprender a cargarla, no con dolor, ni tampoco con sufrimiento, debes imitarme. Yo ya te lo enseñé, como hacerlo y como vivirlo.

La cruz que Dios nos da es una liberación de la gran condición humana, del pecado de la humanidad, del espíritu de la mortalidad. Entonces anímate a cargar con la cruz que Dios te entregó y ayuda a cargar la cruz de tus hermanos, porque en este tiempo será necesario aprender a cargar la cruz y cuando menos lo percibas, te habrás liberado de la cruz de esta humanidad y serás coronado por el Reino de Mi Padre, para poder ingresar así en la Vida Eterna.

Que tu cruz sea el incondicional servicio, la alegría de entregarte a Dios todos los días, la oportunidad de renunciar un poco más, sabiendo que no hallarás sufrimiento ni culpa, sino que encontrarás los caminos abiertos para cada día sacrificarte más por los demás, a fin de establecer la cura en la humanidad.

Que tu cruz sea semejante a la Mía y que vivas en el espíritu del sacrificio, sabiendo que Yo ya cargué con lo más duro de todos los tiempos y que el Padre te ha dejado lo más liviano, para que tú puedas caminar decidido hacia Mí.

Yo Soy el Señor de la Santa Cruz de la liberación del mundo. Dichosos serán los que caminen con su cruz en dirección hacia Mí, porque conocerán el Misterio del Amor y de la Verdad. Y algún día, ese esperado encuentro Conmigo será inolvidable, porque ya no existirán cruces, martirios ni padecimientos.

Quiero que con tu cruz, amigo Mío, liberes al mundo de su constante sufrimiento y dolor. No necesito de grandes ofrecimientos, sino de pequeñas acciones verdaderas que puedan demostrar para Mí la madurez de tu consciencia y el crecimiento de tu espíritu, bajo el principio de la cooperación y de la hermandad. Eso hará tu cruz más liviana, cuando des el primer paso saliendo de ti, abandonándote completamente en Mí, sabiendo que Yo cumplo con todo lo que el Padre Me pide.

Ahora, puedes ver hijo Mío que la cruz no es solo sufrimiento, sino una oportunidad de entregarse más, de beber del cáliz del compromiso y de hacer de cada encuentro con el Maestro una oportunidad única, que solo pasará una vez y no se repetirá más.

Hoy he venido acompañado de dos grandes Santos y amantes de la cruz, que han venido a confirmar todo lo que les digo: San Pío y San Francisco, dos Santos traspasados por las llagas de Mi Cruz.

¿Por qué el Señor querrá Nuevos Cristos? ¿Por qué el Señor necesita nuevos apóstoles, si Su Obra ya fue realizada? Si en este tiempo no hay corazones decididos a soportar su propia cruz, que puedan seguirme, ¿cómo será posible una nueva humanidad?

La Nueva Tierra no tendrá ingratos, indiferentes ni omisos. La Nueva Tierra será de Cristos que hayan sabido cargar la cruz, sin temor alguno por lo que sucederá.

Lo que Yo les pido parece algo imposible, pero está a la altura de los acontecimientos de la humanidad.

La cruz es el portal para los no redimidos, para los no rendidos, para los que no se entregan a Mí, ni ceden el más pequeño espacio para que Yo pueda obrar en sus vidas.

Todos los que acompañen Mi camino con su propia cruz, si son perseverantes y consecuentes, conocerán la verdadera libertad de las cadenas de la inercia y de la ignorancia humana. Porque mientras el mundo camina más en la ilusión, menos Cristos son los que se deciden a seguirme.

Por los padecimientos vividos en la Cruz, Yo vengo al encuentro de esos pocos, para que representen a la mayoría en este, Mi gran canal de liberación, por la Sangre derramada por su Señor, desde la flagelación hasta lo alto del Monte Calvario.

Yo vengo al encuentro de los que se deciden a seguirme, en representación de la mayoría de la humanidad, para que puedan soportar junto a Mí la ola de la indiferencia, de la soberbia, así como de la arrogancia, que endurece a los corazones alejándolos cada vez más de Dios.

Si ustedes han aceptado vivir la cruz y seguirme, que esas maldades no estén en sus corazones, porque no podrán entrar en Mi Reino, ni en este, ni en el próximo.

Por Mi Sangre derramada purifiquen sus pecados, reconcilien sus vidas y hagan penitencia, a fin de que el Dios Todopoderoso, el Padre Eterno del Amor y de la Justicia, alivie a los corazones oprimidos y auxilie a las almas perdidas en la ilusión de las modernidades de estos tiempos, en los que las esencias de los seres humanos están en juego entre el bien y el mal.

Mientras hay almas que sucumben en los infiernos de estos tiempos y son atrapadas por las fuerzas de Mi adversario, ustedes, que son seres conscientes a Mi llamado, deben redoblar su esfuerzo y su entrega a Mi Corazón, porque no es suficiente lo que Me dan.

Por los padecimientos vividos por su Señor, desde el huerto Getsemaní hasta lo alto del Monte Calvario, hoy vengo a reforzar este pedido a Mis compañeros, para que Mis martirios, dolores y agonías vividas durante la Pasión, tengan el valor que merecen en estos tiempos y no sean colocadas en segundo lugar por el reinado de Mi adversario.

Las fuerzas espirituales del Cosmos están en una gran batalla. Mientras el reloj marca las horas, los acontecimientos en el mundo se desencadenan.

Que sus sufrimientos no sean más grandes, porque no lo son. Hagan pequeños sus propios dolores y abracen el dolor del mundo, que debe ser transmutado, pero ahora por la propia humanidad.

No vendrá otro Cristo para hacerlo. Es necesario que asuman las responsabilidades y las consecuencias. Aún son guiados por la libertad y su elección en este tiempo será definitiva. Nadie podrá ser culpado por ello, ni en el Cielo, ni en la Tierra.

Su propia elección, compañeros, definirá todo, porque estamos en la última batalla, en la que los méritos alcanzados por su Maestro y Señor tendrán poderes incalculables en las almas que los acepten vivir, dentro de esta batalla del fin de los tiempos, en donde se define el triunfo del amor o de la indiferencia.

Por eso, les sugiero y les recomiendo que nunca dejen de buscar el espíritu de la gratitud. Y cuando no lo sientan o no lo vean, póstrense en el suelo, y en humildad y resignación pídanselo al Padre Celestial, para que sus corazones no estén llenos de arrogancia, ni la soberbia ciegue sus ojos para siempre.

Quisiera que comprendieran que lo que Yo les pido es definitivo. No hay tiempo que perder, ni momento para pensar.

La Cruz que Yo cargué por ustedes tiene un valor incalculable y sus méritos deben ser respetados y honrados por los discípulos de Cristo, así como el Universo lo establece.

Que sus corazones no se incomoden por Mis Palabras, porque sé que algunos no creen que Yo estoy aquí, pero eso no importa para Dios.

Cielo y Tierra pasarán, pero Mis Palabras se sembrarán en los corazones humildes y abiertos a escuchar la Voz del Maestro.

Quisiera que las estructuras caigan y que los corazones prevalezcan para hacer triunfar Mi Sagrado Corazón como Dios lo espera. Para enfrentar el fin de los tiempos junto Conmigo, deben tener un corazón limpio sin dualidades ni dudas, sin vacilaciones u omisiones.

Estamos llegando a un momento en donde todo se definirá y no podré volver a decirlo, como lo he dicho muchas veces, para que sus consciencias despierten a esto.

Es hora de vivir el Plan como Dios lo necesita. Es hora de realizar el Plan como Dios lo espera, porque aún hay mucho por hacer.

Por Mi sacrificio serán honrados, por Mis padecimientos serán reconocidos, por Mi Cruz serán elevados a la Casa del Padre, para que se cumpla definitivamente Su grandiosa Voluntad.

Si hoy han traído la cruz con ustedes mismos, es porque la aceptan y aunque no sepan con profundidad de lo que se trata, están abriendo camino para la realización del Plan.

No tengan miedo por todo lo que les digo, es hora de enfrentar el llamado y no de vivir en dos caminos, porque tarde o temprano deberán definirse y eso será entre ustedes y Dios.

Los Nuevos Cristos deben nacer y el espíritu del Amor Crístico debe reinar en el planeta ante las fuerzas del caos, que perturban a las almas y a las naciones del mundo.

No necesito de grandes seres ni de almas perfectas, sino de corazones abiertos a la humildad y al llamado, por amor a Nuestro Creador.

Que el Señor bendiga estos elementos para la cura y la redención de las almas, para la santificación de las esencias y el despertar de los Nuevos Cristos.

Pidamos al Padre Celestial por Su Gracia, a fin de que el Sagrado Corazón de Jesús obre y se manifieste en las almas del mundo.

Padre Nuestro..

En esta hora, en donde todo Mi dolor padecido en la Cruz y durante la Pasión, es honrado por los ángeles del Cielo y de todos los Universos, quisiera que dieran honra y gloria a la Cruz de su Redentor y Señor, a fin de que Sus Códigos Divinos de rehabilitación, de cura y de perdón desciendan al mundo, y en sus corazones.

Estos dos sacerdotes que Yo he escogido esparcirán el agua por este lugar, para que al mismo tiempo Yo irradie Mis Códigos de Luz y los poderes de la Santa Cruz al mundo y a las almas. Cuando ellos pasen bendiciendo ustedes elevarán sus cruces, a fin de que reciban esa bendición y la lleven consigo para donde vayan.

Fray Elías:

Vamos a cantar “Adoramos” y acompañemos al Señor en este ejercicio espiritual.

Cada uno en este momento hará su oferta a Cristo...

¡Con más Fe!

Mis Códigos ya fueron derramados. Que ellos sean acogidos en los corazones nobles, para dar honor y gloria a la Presencia del Rey Universal que desciende del Universo a la Tierra, para colmarla de muchas gracias y de infinitas misericordias.

Lleven ahora la cruz sobre su pecho y digan:

Jesús, ¡yo confío en Ti! (x3)

Dando solemnidad a la Muerte y a la Pasión de su Señor, ante los ángeles del Cielo y del Universo, ante las Potestades Celestiales, ante los Arcángeles y los Elohim, ante los Hellel y la fuerzas superiores que rigen a la Creación, en nombre de la Luz, sea sellada esta confirmación y entrega a su Señor Jesucristo, Rey del Universo y de la Tierra.

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. (x3)

Les agradezco por escucharme de corazón, porque un corazón abierto nunca se cansa de escucharme.

Vayan en paz y en comunión en este viernes con Mi Espíritu.