Lunes, 17 de abril de 2017

Sagrada Semana
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO DURANTE LA SAGRADA SEMANA, DÍA 8, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Hoy estoy con el Padre. Y si el Padre está Conmigo, el Padre está con ustedes. Y si el Padre está con ustedes, Él está presente con Su Poder en la humanidad.

Bendito seas, Señor, porque has creado el agua para purificar Tus criaturas y así, elevar a las consciencias.

Hoy lavo sus manos para que puedan recibir Mi nuevo Plan, esto lo estarán haciendo en nombre de todos.

Bendito seas, Señor, Presente en el incienso. Toda Tu Luz se revela para la liberación de las almas y de todos los espacios del mal, convertidos por Tu Misericordia.

Hoy vamos a hablar, compañeros, del Plan pensado por Mi Corazón. Después de esta purificación y santificación, sus corazones están preparados para recibir Mis designios. Aunque sus vidas sean imperfectas, el Plan de su Redentor deberá cumplirse.

Y ahora este pedido no está solamente en ustedes, sino en todos sus hermanos del mundo, que en esta última Sagrada Semana Me abrieron la puerta para que Yo pudiera entrar y reinar.

Esta es la razón, compañeros, por la que hoy, Adonai está aquí, a través del Corazón vivo de Su Hijo y de Su Consciencia Sacerdotal; así como también están presentes los patriarcas, los grandes guardianes del legado y los vigilantes de los tesoros sagrados del Cielo.

Hoy vengo a unir el tiempo de Moisés, el tiempo de su Maestro y este tiempo, el presente, para llevar adelante la última parte de Mi Obra, a través de todos los impulsos que en este momento provienen del Universo.

Todo forma parte de un designio mayor. Hasta los pequeños detalles forman parte de Mi Plan, para que este se realice en las almas.

Enciendan sus velas armoniosamente, para que este Plan que será revelado sea iluminado en el mundo, a través de Mis Palabras y de Nuestro Santo Padre Adonai.

Escuchen ahora Mi deseo ardiente, que debe ser su deseo, su aspiración, para que siempre puedan estar en Dios y dentro de Su Obra, como lo estuvieron los patriarcas y los antiguos pueblos del desierto; como lo vivieron los eremitas y todos los consagrados, que cerraron las puertas al mundo para ingresar en el templo de sus monasterios y allí adorar a Dios.

Una parte de la humanidad siempre debe ser el arma potente de la consagración; esto permite descender los Universos a la Tierra y que ninguna alma deje de ser permeada por la Voluntad de Dios ni deja de conocerla, así tendrá la posibilidad de cumplirla en su vida material y en su camino espiritual.

Con este preámbulo, vengo a hablarles de Mis designios para estos tiempos, porque estos designios son los últimos, que finalizarán Mi Obra redentora, hasta el momento en que Yo retorne al mundo, para llamar a los rebaños a estar cerca de su Señor y dentro del establo de Su Corazón.

Grandes son los proyectos que tengo para este mundo en crisis. Por eso hoy revelo Mi Faz sacerdotal, porque es la que sustentará estos proyectos y a todos los que se consagren a ellos, según el grado de su escuela y su despertar.

En este último día de la Sagrada Semana, vengo a cerrar un ciclo, junto a ustedes y la humanidad; junto a todos los que Me escuchan, porque sé que saben en su interior, que hay un compromiso que cumplir y vivir.

Recuerden su libertad, pues el Señor no amarra a Sus ovejas. El Señor las llama por su nombre, para que beban de la Fuente de Sus Gracias, del manantial inagotable del Amor. Bebiendo de esa Fuente, los rebaños son señalados por su Señor, y enviados a cumplir el propósito de su Pastor en el mundo. Con esto quiero decirles, que cada uno tiene que cumplir una parte en esta sagrada misión de amor por la humanidad.

Mi Corazón llegará a todos, primero por sus buenos ejemplos; segundo, por su vida de caridad; tercero, por su oración sincera. Estas tres bases construyen a los servidores del Plan y a todos los que en estos tiempos se autoconvocarán para seguirme; que ahora no solo serán dos o tres, o mil, sino millones, que escuchan Mi Palabra y en quienes Mi Verbo resuena en sus internos, en todas las lenguas de mundo.

Los desafíos parecerán imposibles. Los triunfos parecerán inalcanzables. Las metas parecerán difíciles. Pero aquél que está en Mí y en todos sus hermanos, en perfecta unidad y hermandad, todo lo conseguirá.

No tengan miedo de salir al mundo para servirme. Les he demostrado que esto es posible a través de los Misioneros de la Paz. Es hora de que enciendan la llama de su misión personal y grupal. Todos estos Centros de Amor, como en el que hoy se encuentran, deben ser sustentados, apoyados y ayudados, para poder recibir a toda la humanidad.

Su misión ha cambiado y deben percibirlo, porque si así lo perciben, compañeros, podrán acompañar a su Maestro en esta misión planetaria, que ya no tendrá fronteras ni limitaciones, para poder llegar a los que sufren y a los que esperan la sagrada Esperanza.

Es por eso que deben darse pasos firmes, para que caminen por el sendero del nuevo Plan y ayuden a sustentar este planeta ante el caos que reina en el mundo y que hace perder a muchas almas en la desesperación, el dolor y el sufrimiento.

Quiero que sus corazones sean glorificados como el Mío, porque a través de esa gloria las almas se servirán de la cura y del alivio, algo que tanto esperan y que tanto buscan.

Es así que los invito a posicionarse en las filas del Plan, para que el Rayo de Mi Gracia descienda en muchas más naciones del mundo.

Ya saben cómo ser espejos de amor, Mi Madre se los ha enseñado. Ya saben cómo servir, Mi Padre San José se los ha mostrado. Ya saben cómo perdonar, Mi Corazón se los ha revelado, a través de un año entero de mensajes. Todas las dádivas fueron entregadas. Las herramientas del Cielo fueron recibidas, para que los obreros del Plan trabajen en esta Obra corredentora, que cada uno de sus corazones son llamados a vivir, en esto tiempos de caos y de batalla.

No opongan su voluntad a las voluntades del mundo. Apártense de su voluntad, para que la Voluntad de Dios descienda y se manifieste en sus deseos y principios, en esta hora crucial del planeta.

Después de treinta años de instrucciones, después de casi diez años de bendiciones, es hora de trabajar por la humanidad y por todos sus Reinos Menores, sea donde sea, siguiendo los pasos de Luz de su Redentor.

Abran las puertas de sus consciencias y ya no quieran nada más para sí, sino el bien y el amor para los otros, generando así la gran corriente de la Fraternidad. De esa forma serán Mis apóstoles y no solo Mis siervos. Serán las columnas de Mi Obra en el mundo, en Oriente o en Occidente, en el Norte del planeta o en el Sur. No importa dónde sea. Solo importa que sean llamados para vivirlo, con un gran regocijo, alegría y amor.

Sean finalmente ciudadanos de este Universo y vivan en unidad con una Gran Hermandad Celestial, que ayuda a esta raza actual a no activar las bombas, ni la autodestrucción, como lo fue en los años cuarenta. Mi Padre se refugió en Su Fuente, cuando se activó la bomba de Hiroshima. Un gran dolor se sientió en todo este Universo local. Los grandes sabios guardianes de las estrellas, se postraron para implorar por misericordia y perdón. Los invito a imitar este ejemplo antes de que todo suceda.

Si Mi Obra llega a Asia antes de tiempo, a Oceanía y a Rusia, muchos no se perderán y millones de almas serán apartadas de la guerra y del dolor.

Mientras la humanidad acepte las armas, poquísima será la Misericordia de Dios. Mientras muchos no oren, muy escasa será la Gracia de Dios. ¿Quién sustentará compañeros, el Puente de Luz que se extiende en los abismos, formado por la unión de todas las almas, de todos los corazones del mundo que dicen sí al Universo?

Mi Corazón es la gran bomba de Amor para el mundo. Es el Sol radiante de la Misericordia, que es flagelado por las injusticias de la humanidad. Pero Mi Gracia es más grande que todos los errores del mundo.

Vengo a conceder en esta última instancia del planeta, una misericordiosa expiación. Deseo profundamente en Mis oraciones que todas las almas del mundo se sirvan de esto, para que Mi Consciencia y Mi Corazón puedan triunfar en la humanidad.

Hoy Mi Manto de Luz está bordado por todas las banderas de las naciones del mundo. Mi próxima misión es Asia y llamo a los rebaños para que Me sigan a concretar el gran triunfo de la Misericordia de Dios.

Yo Soy el Sacerdote de la Paz y deseo lo mejor para las almas. Bienaventurados sean los que escuchan de corazón y cumplen las promesas de su Redentor.

Que así sea.

Elevemos entonces al Padre las aspiraciones, las intensiones de Su Amadísimo Hijo, para que éstas desciendan en Gracia y Redención sobre la humanidad.1

Es así que, a través de estas seis oraciones, tres padrenuestros y tres glorias, pueden tornarse dignos de vivir el Plan de Dios y de concretarlo en este planeta y en esta humanidad.

Siempre que sientan la fragilidad de vivir su propia misión o la misión grupal junto a sus hermanos, recuerden orar tres padrenuestros y tres gloria, como se los enseñé. También podrán enseñarlo a sus hermanos, que necesitarán despertar al Plan de Dios, al final de estos tiempos.

Y ahora oraré a Adonai por ustedes y por el mundo. Aquellos que se ofrezcan, pueden ponerse de rodillas.

Este será el cierre de Mi tarea en esta semana, para que en la próxima Sagrada Semana de 2018 ya seamos tres mil. Comiencen a trabajar desde ahora, sin dejar para atrás todos los impulsos que Yo he traído al mundo, para generar su salvación y.redención.


Altísimo Padre del Universo, Fuente de Amor y de Misericordia, Supremo Señor de las Alturas, Consciencia Única de los Universos Mayores, Sagrada Fuente de renovación, Divino Espíritu que gestas la Creación,

Sumos Arcángeles y Ángeles, servidores incondicionales de Dios,

Espíritu Santo que compenetras todo lo creado y revelas Tus dones a las criaturas, Jerarquías y huestes de la Luz, ¡escuchen la Voz de su amado Señor!

Universos, estrellas y soles, irradien sus códigos a todo ser viviente.

Sagrado Fuego del Amor, que todo lo renuevas, Única verdad que existes en todo lo que es consciencia y materia,

Padre, escucha la Voz de Tu Hijo, que ofrece el sacrificio de Su Corazón por todos los que Lo siguen fielmente y en unidad.

Proclamo hoy Mi apelo; elevo hoy Mi súplica. Me postro, Adonai, ante Ti, como esclavo y siervo de Tu Proyecto. Ofrezco hoy Mis Llagas, Mi Consciencia y Mi Divinidad, para que Tú, Padre, Te expreses en Tus hijos, con la Sabiduría de Tu Corazón y el Amor de Tu Espíritu.

Que cada ser viviente reciba la Gracia de comulgar Contigo. Que cada sufridor alivie su dolor. Que cada nación escuche Tu llamado y lo cumpla. Porque Tu Reino Celestial se aproxima, como hace más de dos mil años atrás.

Abre las puertas, Adonai, de Tu Sagrado Reino, para que muchos más ingresen y los infiernos se cierren. Y los que están en el purgatorio encuentren el camino de Tu Luz.

Acuérdate también Padre, de todos los que están aún encarnados en este pequeño planeta. Derrama Tu Piedad sobre los Reinos Menores, que sufren las consecuencias del mundo y la indiferencia.

Que Tus moléculas de Amor y Tus códigos de vida bendigan a esta humanidad, que ha perdido el rumbo, para encontrar Tu Reino.

Por eso Adonai, Soy Tu puente para que Tú desciendas en Gloria, Luz y Amor.

No mires los errores de los injustos, la tribulación de los gobernantes, el terror de las naciones y de las guerras.

Padre amado, que hoy descienda Tu Paz y que todos, como una única consciencia, se sientan abrazados por Tu Luz y por Tu Divino Amor, para siempre. Amén.


Les agradezco por acompañarme. La victoria celestial se aproxima.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

 

 

1. Se oraron tres Padrenuestros – en español, portugués y arameo - y tres Glorias.