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Todos los días, cuando vengo al mundo, busco traer una comprensión mayor para la consciencia humana sobre la realidad del planeta. Busco llegar a los corazones, más allá de traerles información sobre lo que acontece en el mundo, porque sus mentes ya están repletas de conocimientos, de informaciones sobre este mundo y sobre otros.
Ahora, compañeros, es momento de abrir el corazón como una puerta que les permitirá vivir todo lo que ya saben.
Si no llegan al recinto del corazón, poco adelantará que sepan todo lo que acontece en este mundo, porque tanto las noticias como las imágenes pasarán por sus mentes, generarán emociones, pero no una transformación verdadera.
Les dejo todos los días Mis Palabras por escrito, porque así pueden recordar lo que les dije.
Por más que muchos corazones no lo acepten, pocos están verdaderamente atentos a lo que les hablo cuando estoy aquí, en una Aparición. Si después de un encuentro Conmigo, alguien les preguntara lo que Yo dije, no sabrían responder.
Por eso, Mis Palabras se perpetúan en un papel para que puedan buscarlas una y otra vez, así como las Palabras de su Santísima Madre María y de su Soberano Rey, Cristo.
No deben dejar que esas Palabras se perpetúen en vano, porque abrimos todas las puertas que los unen al universo para poder llegar hasta aquí.
Toda la vida, toda la Creación se detiene ante los movimientos universales que realizamos, porque esta es una oportunidad única ante la imprevisibilidad del corazón humano. Nunca sabemos lo que acontecerá. Puede ser que en la Aparición de ayer no hayan respondido, pero en la de mañana sí. Por eso, venimos, día tras día, para intentar despertarlos, en la eterna esperanza de que esta Creación se torne perfecta.
Ahora oren por el mundo. No pierdan ni un segundo delante de Nosotros. Mientras transmitimos Nuestras Palabras, que toda la humanidad pueda recibir el bálsamo de la Luz Divina. Y eso será posible por medio de sus corazones.
Que canten y escuchen los instrumentos para que tanto el canto como el sonido de aquellos que nos tocan una melodía sirvan de instrumento para la redención y para la liberación de las almas.
Que Nuestras Palabras sean suficientes para que puedan dar un paso en su evolución.
Reciban ahora la bendición de su Madre Santísima para que puedan seguir siempre en paz.
Hermana Lucía de Jesús:
Mientras estábamos orando, San José, junto con nuestra Madre Divina, fue realizando una gran liberación en el planeta, liberando muchas almas, entregándoles una oportunidad de encontrar la luz.
Y durante toda la transmisión de Sus Palabras, Ellos siguieron realizando esa tarea y, antes de que se despidieran, cuando Él pidió que sintiéramos la bendición de nuestra Madre Divina, nuestra Madre extendió los brazos en nuestra dirección y derramó sobre nosotros un manantial de Su Luz para que podamos vivir Sus Palabras.
En ese momento la hermana Lucía de Jesús leyó el Mensaje de San José del día 19 de septiembre de 2015.
Queridos hijos:
Para que el mundo pueda dar un paso hacia el Reino de Dios y salir de la situación en que vive, es necesario que los corazones que en él habitan decidan entregarse definitivamente al Creador.
Para que la victoria de la Luz Divina sea una realidad en este mundo, es necesario que los corazones humanos eleven al Cielo un pedido de Misericordia y que sean consecuentes con sus aspiraciones.
Mis queridos, ya hay bastante lamentación en este mundo. Muchos ya están conformes con el sufrimiento que viven y otros se entregan a la oscuridad sin percibirlo y no encuentran la fuerza para abrir los ojos.
Vengo al mundo buscando almas que acepten vivir el despertar. Almas que ya no quieran vivir alimentadas por la oscuridad, sino que deseen ardientemente abrir las puertas y las ventanas de sus vidas para que ingrese la Luz Divina.
Hoy vengo a pedirles que no vivan más en las comodidades que este mundo les ofrece, sino que abracen el sacrificio, el esfuerzo permanente para ingresar como humanidad en el Reino de Dios.
Mis amados, si pudieran ver el mundo como Yo lo veo, comprenderían definitivamente que son tiempos de emergencia y estarían ávidos por salir del punto en el que están y tornarse sagrados instrumentos de Dios, fieles soldados de Su ejército de Paz.
Queridos hijos, no lamenten los acontecimientos del mundo, no lloren sus propios dolores o los dolores ajenos, más bien levántense de donde están, transformados por la Gracia de Mi presencia y ¡actúen! Vivan para transformar esos acontecimientos maléficos, porque así, como todo lo que sucede en el mundo es consecuencia de las acciones humanas, también la reversión de esos hechos es responsabilidad de la humanidad.
Muchas veces transmití a los corazones de Mis hijos, secretos que pueden, un día, volverse realidad. Profecías que hablan de la Justicia de Dios que se aproxima al mundo. No lo digo para causar temor en los corazones; no los quiero amenazar, quiero despertarlos y que se vuelvan conscientes de lo que ocurre en este mundo que vuestros ojos no pueden ver o que vuestros corazones no les permiten sentir la gravedad de estos tiempos.
Hablo a todos los que Me escuchan, porque cada uno, en un grado diferente, necesita despertar para la realidad de esta vida. Necesito soldados cada vez más conscientes del propósito que se debe manifestar. ¡Despierten! ¡Despierten cada día un poco más!
Mis queridos, si todos los días ofertaran al Creador un pequeño sacrificio, un pequeño esfuerzo en pro del despertar de la humanidad, colaborarían para que el sufrimiento de este mundo fuera aliviado.
Mediten en Mis palabras, ellas nunca llegan al mundo en vano. Cada una de las frases que pronuncio guardan en sí un propósito mayor. Aquel que las sepa escuchar, podrá recibir todo lo que Dios entrega al mundo a través de Sus Mensajeros.
Sean fuertes y decididos, humildes y servidores. Sean incansables, como Aquellos que descienden del Cielo para rescatar a la humanidad.
Son tiempos de urgencia, son tiempos de despertar definitivamente.
Yo los amo y les agradezco por estar hoy respondiendo a Mi Llamado, aunque no lo sepan.
María, Madre y Reina de la Paz, la portadora del despertar de esta humanidad
Contemplen, en Mis ojos, la Luz imperecedera que no se apaga jamás, para que ilumine sus caminos que los llevan al Corazón de Dios.
Contemplen, en Mi Manto, la eterna protección, para que se arriesguen a dar los pasos y, sin miedo, vivir la transformación.
Contemplen, en Mi Corazón, la llama que los sustentará en devoción y en fe, y que no les permitirá desanimarse ante las pruebas del enemigo.
Contemplen, en Mis manos, el auxilio perpetuo, incansable e impasible, que los aguardará siempre para llevarlos hasta la Luz.
Contemplen, en Mis pies santificados por el glorioso caminar que hice al Reino de Dios, el camino seguro por el que caminarán sus pequeños pies.
Contemplen, en Mi Corona de Estrellas, la Luz del Espíritu Santo que surgirá aun en noches oscuras y que aparecerá detrás de las nubes más espesas que se aproximen a sus vidas.
En Mi Rosario, contemplen la fe inquebrantable y la persistencia eterna de Mi Corazón, que ora día y noche por las almas del mundo.
Contemplen, en las rosas bajo Mis pies, la oferta permanente generada por Mi oración perpetua, oferta que es adorada por Dios y que representa a toda la humanidad.
Hoy, hijos Míos, visto sus cuerpos con Mi Manto, cubro sus cabezas con Mi Corona de Estrellas, en sus manos coloco Mi Rosario y, bajo sus pies, deposito siete rosas, para que sigan eternamente Mi ejemplo, ejemplo que traigo a sus corazones semana a semana, mes a mes.
Quiero que hoy acepten esta oferta verdadera de Mi Corazón, para que alcancen a tener un corazón puro, una vida simple y humilde, un caminar pleno de fe y confianza absoluta en Dios y, a través del rosario en sus manos, jamás se olvidarán de que cada paso debe ser dado por el prójimo.
Vivan la transformación como un servicio eterno de auxilio a la humanidad y a todo el planeta, que necesita de corazones cristificados por el Amor del Espíritu Santo de Dios, corazones prontos para cruzar el umbral de una nueva raza, una nueva humanidad basada en el Amor.
Mi Presencia, en este tiempo, viene a indicarles el camino por el cual deben seguir hasta el momento en el que se encontrarán con Mi Hijo y, a partir de ahí, seguirán con Él, en Su ejemplo glorificado de unión con el Padre.
Hijos Míos, luminoso es el final de este camino de piedras, solo les pido que sean persistentes y que sigan las instrucciones dejadas por los Mensajeros de Dios; de esa forma, las piedras serán oportunidades de crecimiento y no motivo de atavismo.
Mis amados, busquen, en Mi Corazón y en la contemplación de Mi Sagrada Imagen, la fuerza y la fe que nutran a sus espíritus; así siempre podré guiarlos y acompañarlos, junto a sus corazones, en la trayectoria que deben vivir.
Como agua que corre en el río de la vida, permitan amoldarse a la Voluntad de Dios expresada en las Instrucciones que reciben. Así, liberarán a sus seres de estar en un sufrimiento innecesario en este tiempo.
Jamás se olviden de orar. Oren, oren mucho, para alcanzar la paz en el mundo entero.
Yo los amo y les agradezco.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más