APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LOS VIDENTES HERMANA LUCÍA DE JESÚS Y FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Queridos hijos: 

Muchos de sus corazones, en este día, se preguntaron cómo podrían ayudar a África. Vi muchas esencias que, con intenciones puras y verdaderas, aspiraron a llegar a este continente, llevando sus corazones y sus seres para ayudar, por amor al prójimo.

Pero hoy, les quiero decir, hijos Míos, que todavía no descubrieron el poder de la oración, porque muchos de esos deseos de actuar provienen del desconocimiento de sus consciencias sobre el poder de la oración verdadera.

Porque en esta noche, les digo que poderoso es el verbo que Dios les entregó; que aquel que ora con el corazón, podrá obrar mucho más que si estuviera físicamente en ese continente.

Hijos Míos, no les digo esto para desanimarlos a ir a África, pero quiero que descubran que existe un Poder Divino que actúa más allá del poder de la materia. Hoy, les muestro, a Mi derecha y a Mi izquierda, los frutos de sus oraciones, a las almas que elevo a los Cielos esta noche, que recibieron una oportunidad por las oraciones que ustedes pronunciaron, que siendo tan pocas y tan simples, llevaron a la apertura de los portales del Reino Celestial.

Mis queridos, si confiaran plenamente en lo que les digo y escucharan verdaderamente Mis Palabras, sabrían que sus pequeños corazones, aun con todas las impurezas e imperfecciones que presentan, podrían cambiar los acontecimientos de este mundo, podrían aliviar tan grande sufrimiento de tantas almas que no solo en África, sino en todo el planeta, padecen por la falta de amor y por el desequilibrio que esta humanidad generó en el mundo.

Como Señora de Kibeho, contemplo a toda la humanidad. Mi Corazón es único y en Él ingresará cada esencia de este mundo. Con la humildad de Mi Corazón, aspiro permanentemente a llegar a las almas más simples.

Hoy, les quiero traer este ejemplo de perseverancia que Mi Consciencia Maternal manifestó a lo largo de los siglos. No Me canso de repetirles las mismas instrucciones, con la esperanza de que la humanidad un día alcance el despertar. 

Pero hoy, solo les pido que escuchen Mis Palabras con atención, que despierten definitivamente a ese poder que Dios les entregó desde el inicio de la Creación de esta humanidad. El poder del Verbo Divino, hijos Míos, puede mover los universos, puede abrir las puertas para que descienda sobre este mundo la Misericordia y detener la actuación de la Justicia Divina. 

Todos los acontecimientos, que hoy ocurren en el planeta, son frutos de las acciones humanas; y esas acciones pueden ser convertidas por el mismo ser humano, hijos Míos, representado por cada una de sus almas; y las almas que hoy tanto sufren y tanto padecen, sí, podrán tener otro destino. Por más que este mundo no les pueda ofrecer nada sino sufrimiento, Mi Corazón Inmaculado puede llevarlas a una realidad que va a restaurar cada espacio de estas consciencias. 

Hijos Míos, únanse a Mi Corazón, únanse al Poder de Dios que está representado en cada una de sus esencias; y profundicen, cada día más, en la oración que les entrego. Permítanse, Mis queridos, que Mi Corazón les enseñe a orar. Jamás piensen que han alcanzado la meta que Dios les propone; sino, como niños, permítanse aprender cada día un poco más, porque infinita es la enseñanza celestial que debo traer a este mundo.

Los Tres Sacratísimos Corazones también derraman Su Sangre sobre el mundo, pero no es la Sangre derramada por el sufrimiento, es el sufrimiento de Mis hijos convertido en Misericordia. Todo el dolor que siento en Mi Corazón, hijos Míos, lo convierto sobre este mundo en una Fuente de Misericordia Infinita, a ejemplo y semejanza de Mi Hijo, que entrega a este mundo el camino para la salvación de las almas. Con esto, en esta noche, les pido que también cada dolor de sus corazones pueda ser ofertado a este mundo como Misericordia para la salvación de todas las almas que padecen mucho más.

Mucho les habla el silencio de Mi Corazón. Sepan escucharlo.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

No duerman, mientras Yo estoy presente, mientras estoy revelando secretos; podrían perder el impulso de Mi Instrucción.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Hoy les reveló que, como consciencia humana, están ingresando en el Vía Crucis, que los invita en este tiempo a imitar el camino de Mi Hijo. 

¿Quién de ustedes, hijos Míos, padecerá por la salvación de este mundo?  

¿Quién ofertará la vida para el rescate de este planeta, de todas las almas como de todos los Reinos de la Naturaleza?

Mi Corazón viene a prepararlos, a cada uno de sus corazones, a cada una de sus almas, que hace mucho tiempo se comprometieron Conmigo y dijeron sí a todas las pruebas que vendrían. Ahora, hijos Míos, una vez más delante de Mi Consciencia, les pregunto: 

¿Quién renovará ese compromiso?

¿Quién dirá nuevamente sí, pero una vez consciente de su misión?

¿Estarán dispuestos a entregarlo todo por el Amor de Dios?

Mientras los acontecimientos del mundo pasan delante de Mis ojos y les muestro realidades profundas a aquellos que Me pueden ver, hago que sus almas y sus pequeñas consciencias despierten al verdadero tiempo que viven hoy, para que ya no duerman más.

En el final de este Vía Crucis, así como sostuve a Mi Hijo y lo tuve entre Mis brazos, los tendré a todos ustedes. Yo los acompañaré siempre y, al final de esta batalla, los sostendré entre Mis brazos y restauraré cada una de sus células, de sus átomos, cada espacio de sus consciencias, porque esa es la Voluntad de Dios.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LOS VIDENTES FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Queridos hijos Míos:

Hoy, Mis Palabras ya fueron escuchadas por sus corazones. Hoy, he venido especialmente para rezar por ustedes y con ustedes, por esta humanidad enferma, enferma de espíritu y de alma.

Mientras Yo estoy aquí entre ustedes, queridos hijos, el mundo sufre muchas cosas; principalmente sufren todas las almas preciosas, que son veneradas por los Ojos de Dios en Su Proyecto de Misericordia y de Redención.

Ya han escuchado Mis Mensajes, ahora es momento de vivirlos y de practicarlos. Dios Me ha permitido, en gloria a Mi Hijo Jesús, rezar esta noche con ustedes el Santo Vía Crucis, aquel misterio infinito que Mi Hijo dejó grabado en el universo a través de las señales de Su Pasión. En cada estación, queridos hijos, encontrarán una llave para vivir los pasos de conversión y de redención.

Mi Hijo vivió en aquel tiempo, queridos hijos, una Pasión más amplia, más allá de lo que ustedes conocen. Por eso, Yo les vengo a revelar, a través de esta oración, los poderes que Mi Hijo dejó grabados, por medio de Su Pasión, en cada uno de los pasos de Su Calvario, porque mediante Su oferta de Amor, Él liberó muchas cosas de este mundo.

Por eso, en esta noche Yo los vengo a renovar con el Vía Crucis, así oraremos juntos por esta humanidad tan necesitada. No es necesario, queridos hijos, que ustedes conozcan las realidades de este mundo. Sus corazones, en la oración, pueden sentir y percibir las grandes necesidades planetarias; por eso, como Madre y Reina de la Paz, vengo a derramar Mis Gracias sobre ustedes y sobre el mundo.

Oremos juntos este Santo Vía Crucis, recordando la Pasión de Jesús como la pasión que muchos viven en este tiempo, pasión que los lleva a encontrar la liberación y la cura en todas las cosas. Muchos viven otras pasiones a través de la Pasión de Jesús. Su poderosa Sangre y Su poderosa Agua vienen a liberar a los corazones que están condenados en este tiempo, presos del enemigo. Por eso, Yo los invito a orar en esta noche, los invito a encender sus corazones en el Amor de Jesús, en la Devoción de Cristo y en Su profunda y predilecta Fe por toda esta humanidad, que necesita mucho en este tiempo.

Mi silencio perpetuo, en el fin de estos tiempos, les revelará muchas cosas. Por eso, estén atentos, queridos hijos, cuando Yo permanezca mucho tiempo en silencio y no les diga nada; ésta será la señal verdadera de que algo muy grande estará sucediendo en la superficie de este planeta.

A través de Mi Amor Maternal y de Mi Misericordia por todos ustedes, abro las puertas del Cielo por medio de este Vía Crucis para que Mi Corazón Inmaculado recoja sus ofertas e intenciones.

Hoy, orarán Conmigo con consciencia, de verdad, por amor, buscando ese Amor Supremo a través de la Pasión de Jesús.

Mi Hijo Me ha permitido, en esta noche, que Mis pequeños hijos en el mundo se unan a través de este gran misterio de Amor, sin importar las cosas que sucedan. Eleven sus corazones, a través de la oración, para que vivan Conmigo este encuentro verdadero. Recemos por la paz y por las almas que más necesitan de la Misericordia de Dios.
 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Anunciamos en la primera estación, la Condenación de Jesús. En ese momento, Mi Hijo sintió la flagelación interior del mundo, pero el poder de Su Amor y de Su confianza absoluta en Dios le permitieron vencer al enemigo.

Jesús carga la Cruz del mundo en la segunda estación, pero Sus dolores no se fijaban en el peso del madero, sino en la liberación del pecado del mundo. Él cerró los infiernos durante tres días, y esa principal tarea espiritual, realizada por el Misericordioso Rey, comenzó en el Calvario.

Jesús cayó por primera vez y, en ese momento, Él liberó la maldad del corazón de los hombres. Así, desterró el mal de las consciencias miserables.

Y antes de que Él cayera nuevamente, Yo lo encontré en el camino y le di Mi abrazo maternal, el abrazo de una Madre a todos los hijos del mundo. Así, en ese misterio de la cuarta estación, Yo escogí a los espíritus más impuros para liberarlos por la fuerza de Mi Amor.

Y de la multitud salió un semejante, uno que fue escogido por el propio Señor Jesucristo. Este era un hombre de Cirene que se dispuso, en nombre de la humanidad, a cargar una parte del gran peso de la misma. Así, la humanidad, en aquel tiempo, se volvió redimida por la victoria de la Cruz.

Y después de esta gran revelación de amor en la fe del Cireneo, una mujer llamada Verónica, piadosa y humilde, salió al encuentro de Mi Hijo. A través de la oferta del agua, humedeció una gran sábana para lavar del Rostro de Jesús los pecados cometidos por el mundo. En esa gran sábana de Luz quedó marcado Su precioso Rostro, el que veneró por mucho tiempo. Jesús dejó presente, para todos, el poder de Su Faz por medio de Su sacrificio de Amor.

En la segunda caída se encontraba el alivio del dolor de esta humanidad. Jesús transformó a través de esa caída el sufrimiento humano, la indignación y la falta de misericordia. Por la fuerza de Su Amor, Él triunfó victorioso.

Jesús les dijo a las piadosas mujeres de Jerusalén que debían llorar por sus hijos y por sus familias. Mas esto era simplemente una profecía de lo que sucedería en el final de estos tiempos, a través de estas generaciones humanas. Mas aún estamos a tiempo, queridos hijos, de levantarnos del suelo y seguir el camino que indica el Maestro en Su Retorno.

Jesús cae por tercera vez y libera a muchas almas de la condenación eterna. Su Preciosa Sangre, derramada durante el Calvario, dejó códigos de Luz impresos en este mundo, que brillan perpetuamente en los Recintos de Luz.

No solo Jesús fue despojado de Sus vestiduras, sino que también la humanidad despojada de sus pecados, por la oferta grandiosa de Amor del profundo silencio de Cristo, en donde se encuentra la Verdad.

Jesús fue crucificado, como se dijo, y en Su Sangre derramada se encontraba la Misericordia. Esta Sangre Preciosa fue depositada en los cálices de Luz de todos los ángeles del Cielo. Por medio de esta ofrenda preciosa, la humanidad se redimió, la paz se estableció y se cerraron todos los infiernos. Este es el gran misterio de Amor: ser lavados por la Preciosa Sangre de Cristo, en la profunda aspiración de poder vivir Su gran misterio.

Jesús murió en la Cruz por Amor a todos. Cuando Su Consciencia expiró, elevó a todas las almas de la Tierra en una profunda comunión, en una profunda gloria, celebrando Su victoria en todos los mundos y en los lejanos universos.

Fue recogido por Mis Brazos, por Mi Maternidad. Nuestra Señora de los Dolores padeció el dolor del mundo para poder liberarlo de los corazones de todos los seres que, en aquel tiempo, vivían la ira y el mal. En este misterio, en esta estación de Amor, la Piedad se reflejó como una expansión de Luz por todos los confines de la Tierra y, así, el mundo se volvió rescatable.

Jesús no solamente fue sepultado, Él desterró el mal del mundo, transmutándolo completamente de las células de todos los seres de la Tierra y, así, el nuevo código crístico fue sembrado en los que creyeron en el Mensajero de Dios, en el Mesías que retorna, que retornará entre las nubes.

Y como Él lo hizo con otros, resucitó entre los muertos, manifestando la Gloria de Dios en el esplendor de todos Sus Cuerpos. Los ángeles y arcángeles lo alabaron por haber cumplido la Misión de Dios. En este gran misterio se encuentra una llave: el Amor del corazón.

En la decimosexta estación, el Mesías que ya había ascendido a los Cielos, envió a la Virgen Santísima y a Sus apóstoles a fundar la Orden de los Templarios, la Orden de la Eucaristía, que se extendió por los cuatro puntos de la Tierra y, así, toda la humanidad conoció a Dios a través de Jesús, hecho Cuerpo y hecho Sangre, en gloria y alabanza al Supremo.

En la decimoséptima estación, María, la Madre de Jesús; María Magdalena; José de Arimatea, sacerdote de Jerusalén y un grupo de mujeres de fe, consagradas al Redentor, llevan las Reliquias de la Pasión en una larga peregrinación por el mundo, derramando sobre cada punto de la Tierra los códigos crísticos de la redención, y así nuevas luces surgieron del interior de la Tierra.

En la decimoctava estación, la última estación de este Vía Crucis, los apóstoles de dos en dos, con muchos más amigos que vivían en aquel tiempo el Evangelio, difunden la Sagrada Palabra, el mensaje de la Pasión de Jesús, despertando a los 144 000 como los Nuevos Cristos, que despiertan en este tiempo.
 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Quiero hacer de este Vía Crucis un camino eterno para sus corazones.

Quiero poder llegar al mundo, hijos Míos, y contar en un futuro el Vía Crucis de la nueva era, hablándoles a los que vengan en un próximo tiempo, sobre aquellos que renovaron la Cruz de Cristo, trascendiendo los pecados de ese momento planetario y padeciendo en nombre de Dios por la renovación y por la salvación de todas las almas.

Este es el momento, Mis queridos, de que cada uno cargue su cruz así como la cargó Mi Hijo, de que sean capaces de vencerse a sí mismos y a lo que este mundo les ofrece para entonces alcanzar la redención no solo de sus almas, sino de toda esta raza que hoy vive en el mundo.

Quiero contarles, al final de este Vía Crucis, que Nuevos Cristos renacieron, que realizaron en este universo la concreción de este Proyecto Divino, porque fueron capaces de vivir el amor, de renovar como raza el Amor que Mi Hijo vivió hace tantos años.

Hijos Míos, quiero hablarles de aquellos que resucitarán después de haber muerto en vida. Quiero hablarles de aquellos que ascenderán a los Cielos, que se tornarán uno con Cristo y que volverán en esencia a la Esencia Única de Dios. Quiero hablarles, hijos Míos, en el universo, dejar que Mi voz resuene en todos los mundos, así como hoy resuena en las naciones, anunciando no solo la victoria de Mi Hijo, sino la victoria de todas las almas de este mundo, que finalmente, hijos Míos, una raza de Cristos nació en este universo para vencer definitivamente el mal y manifestar para siempre la Gloria de Dios.
 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Estas nuevas estaciones son los frutos generados por Cristo a través de la Pasión. Esto es importante que lo sepan, principalmente aquellos que son devotos, aquellos que viven el sacerdocio de Jesús como los que viven la vida religiosa.

Hoy, les traigo los frutos espirituales de Cristo, perlas preciosas para esta humanidad que debe volver a resucitar a través del Espíritu de Jesucristo.

Les agradezco por responder a Mi llamado esta noche.

La Reina de la Paz los bendice y los ama.

Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a todos los seres de buena voluntad.

¡Aleluya, aleluya, aleluya! ¡Viva el Supremo Padre, Rey del Universo, Amor entre los amores, Curador entre los curadores, Fuente Suprema de Unidad y de Amor por toda la eternidad!

Que así sea en ustedes y en todos los seres de la Tierra. Amén.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Antes de elevarme, hijos Míos, como símbolo de esta cruz que derramé hoy sobre ustedes, quiero llamar a aquellos hijos Míos que decidieron consagrar sus vidas a Mi Corazón. Y, al mismo tiempo que elevo Mi Corazón a lo Alto, derramo sobre este mundo las Gracias Celestiales que ayudarán siempre a sus vidas para que puedan seguir Mis pasos.

Les agradezco eternamente.

 

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Y para cerrar este encuentro sagrado con María, respondiendo a Su llamado, vamos a realizar la Oración a la Madre de la Infinita Misericordia y vamos a brindar toda nuestra gratitud a nuestra Madre del Cielo, a nuestro Señor Jesucristo y a nuestro Supremo Padre Creador.

¡Oh Madre Purísima de la Infinita Misericordia!,
que Te dignaste a venir del Supremo Cielo en nuestro auxilio,
ayúdanos a ser libres de nosotros mismos.

Fortalece nuestra fe para que podamos cumplir con el Sagrado Propósito.
Protege día y noche el caminar de nuestros pasos.
Libéranos de las amarras del mal.

¡Oh Sagrada Madre de la Infinita Misericordia!,
que revelaste el poder de Tu Faz
sobre los sagrados suelos de Aurora.

Que Vuestro Santísimo Corazón
renazca en nuestros corazones.
Que Tu bondadosa Mirada de Madre
guíe el camino interior que debemos recorrer.
Que Tus benditas Manos
bendigan la misión mayor que debemos cumplir.

¡Oh Madre de la Infinita Misericordia!,
que Tu Corazón nos una al Corazón Glorificado de Cristo,
y que nada nos separe de Ti,
para que en el día del Gran Retorno del Redentor,
glorifiquemos por siempre la Gracia de Dios.

Amén.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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