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Queridos hijos:
Mis pies vuelven a tocar la bendita tierra de Fátima para disipar la oscuridad que reina en la lejana Europa.
Vengo, una vez más, a estar con ustedes, para que escuchen la voz de la Dolorosa Madre que clama por la paz y por el fin de la guerra.
Traigo, en Mi Corazón, la sagrada llama del Propósito Divino, para que las almas que duermen puedan despertar a la realidad de hacer algo por el que sufre y por el que está desprotegido.
Soy la Luz de la Aurora. Soy Quien puede amanecer en el corazón que se abre para reconocerme como su Madre Celestial.
Queridos hijos, ahora ya comenzará la etapa del gran servicio y del mayor esfuerzo en Europa, África y Medio Oriente, a fin de que la balanza de la desigualdad sea equilibrada y los más pobres entre los pobres reciban la Gracia de la dignidad que merecen.
Por eso, la Divinidad ingresará en los espacios más necesitados; pero también la Divinidad, a través del Espíritu Santo, dialogará con aquellos corazones que deberán despertar a la verdad y a la bondad.
Yo, como Madre de los refugiados y de los abandonados, estaré rezando al lado de cada corazón misionero que se ofrecerá en nombre de Mi Hijo para atraer hacia el mundo la justicia y la dignidad humana.
Por eso, pido la conscientización de todos los que estarán acompañando a distancia las obras de caridad y de diálogo pacífico que sucederán en el hemisferio norte, porque llegó la hora de que cada ser orante se sienta responsable de que el Plan del Retorno de Cristo se cumpla, sí o sí, en esta humanidad.
Recemos, todos los días, colocando estas intenciones en el corazón.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Mi llanto le demuestra al mundo el dolor que le provocan las guerras a Mi Corazón; especialmente las que se generan en Medio Oriente.
Así se pierde el amor entre hermanos y la hermandad entre los seres, por prevalecer ciertos ideales de conquista y de ostentación.
Hoy Mi llanto es por todo lo que veo que, allí, en Medio Oriente sucede y lo que ese duro enfrentamiento entre las naciones y sus pueblos está provocando.
La paz ya se disipó y esa es Mi principal agonía de Madre.
Las armas ganaron más poder y reino que los propios corazones, y algo peor se podría desatar en semanas.
Por eso vengo para pedirles a Mis hijos orantes que intercedan ante el Padre, junto Conmigo, y que cada oración sea una chispa de luz que se enciende dentro de una oscura realidad planetaria. Que esa luz, que proviene de la oración, ilumine los espacios internos de la consciencia para que se pueda recuperar la dignidad de ser hijos de Dios y hermanos entre las naciones.
Deseo que Mi llanto sea sentido y escuchado.
En verdad, hijos, algo peor se ha desatado en Medio Oriente y debemos rogarle a Dios para que Él, con Su Poder infinito de Amor, lo detenga.
Les estaré agradecida por su unión interior.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
He aquí a la esclava del Señor. Hágase en Mí y en ustedes según Su Palabra.
He aquí el Espejo de Luz de Dios, que trae la calma para un mundo que se agita; que trae la serenidad para un mundo que se precipita; que trae de la Fuente el Amor del Creador.
He aquí la Llena de Gracia, la humilde en Su Palabra, la Sierva del Creador.
He aquí la Mediadora, la que está junto a Sus hijos para socorrerlos y ayudarlos, para que encuentren el camino hacia la Divina Eternidad.
He aquí la siempre pobre Mujer, la Madre Dolorosa, la Madre de la Gracia, Madre de la Divina Misericordia.
He aquí la que contempla a la humanidad, a todas las naciones, a todas las religiones, a todas las culturas; hasta aquel que está solo y olvidado por el mundo.
He aquí la siempre Madre del sacrificio, la que se ofrece a los corazones para que vivan la paz y el regocijo del Amor, la vida eterna.
He aquí la simple Mujer de Nazaret, que gestó en Su Vientre al Unigénito y que dio Luz para el mundo, para que todos la pudieran ver, venerar y contemplar, como el Amor de Dios, en Su humilde y pobre Hijo. Este es el Dios de la Vida, que se hizo carne a través del Verbo y del Espíritu Santo, para toda la humanidad.
He aquí la Fuente de Dios manifestada a través de Mi Vientre purísimo, de Mis Palabras de esclavitud al Señor Todopoderoso.
He aquí la Esclava del Señor que siempre persiste, que nunca se detiene, que sigue adelante para ver en Sus hijos y en los más pequeños, el Plan Divino del Creador.
He aquí la que siempre se dona, la Madre silenciosa, la que desata todos los nudos, la que trabaja invisiblemente en todas las causas imposibles.
He aquí la Abogada del Señor, la Corredentora después de Cristo, la Intercesora, el Espejo de Justicia, el Espejo de la Pureza, el Espejo de la Ascensión.
He aquí la que siempre hace brillar Su Inmaculado Corazón, para que todos lo puedan sentir, interiormente.
He aquí la que los libera de las amarras, de las injusticias, de la perdición y de toda ilusión.
He aquí la Madre siempre Virgen, la Gobernanta del Universo, la dulcísima y simple Señora, la que ama a las almas para cumplir el pedido de Dios.
Vengo a refractar en esta hora el Gran Espejo de la Fuente, de la Fuente de la Creación, donde todo nació y surgió desde el principio de la Mente Divina.
He aquí la Madre de Dios, la que no tiene religión, la que solo vive en Dios, para que Sus hijos puedan vivir en Él.
He aquí la esencia del Amor manifestado, en Su aspecto femenino y sagrado.
He aquí la Madre que siempre los comprende, la Madre que los acepta bajo el Espíritu incondicional del Santo Espíritu de Dios.
He aquí la que equilibra la justicia, la que toma con Su mano la balanza de la injusticia de la humanidad, para poder equilibrarla antes del gran tiempo, el gran tiempo de la purificación, de la definición y de la redención de las almas.
He aquí la Madre que siempre se entrega a Sus hijos, la Madre incansable, persistente, humilde y poderosa.
He aquí la que trae entre Sus manos la Luz y la Gracia de Dios, para ser derramada en los corazones del mundo, para que todos reencuentren el sentido del Amor y de la Unidad.
He aquí la Madre de la Divina Naturaleza, la Madre de la Creación, la que cuida y protege a cada esencia creada en todos los Reinos de esta Creación.
He aquí la Madre que llora por Sus hijos silenciosamente. La Madre que clama, que invoca y que llama a Sus hijos al sagrado despertar.
He aquí el Corazón que se entrega, sin tiempo y sin condición, porque es urgente que todos ingresen a Él, para poder salvarse y tener consciencia de sus decisiones y acciones.
He aquí la Madre que se postra ante el Señor y ante Su amadísimo Hijo, para implorar por el mundo y la humanidad; para traer hacia la Tierra una gracia y una expiación inexplicable.
He aquí la que siempre se entrega para todos Sus hijos por igual.
He aquí el Espejo que refleja la Paz; que trae lo posible para todo lo imposible en el mundo.
He aquí la que interviene por el Universo, la que enciende los espejos para traer los códigos de la Divinidad y para que estos se siembren en la mayor cantidad de consciencias posibles.
He aquí la Madre que nunca se detiene; que siempre trabaja por un Plan Mayor; que trae para todos, a través de Su Corazón, la infinita Misericordia de Dios.
Estoy aquí por Mis hijos, por los que no Me escuchan, por los que no Me aceptan, por los que no Me aman.
Soy la Madre Universal, la que proviene de la Fuente purísima de Dios, gestada como Esencia, tan semejante a una flor; a la flor más bella de este Universo. De ahí provengo Yo y deseo que Mis hijos, en estos tiempos difíciles, también puedan unirse a esa Fuente Mayor.
He aquí la Madre que todo lo contempla, que conoce todas las necesidades y que escucha todas las súplicas. Es aquella Madre que contempla a Dios con Amor y que le pide todos los días por Sus hijos, por una nueva oportunidad, trayendo así la esperanza, la renovación, el propósito, para aquellos que más lo necesitan.
He aquí la Madre de la Luz, la que trae algo desconocido para todos; la que abre las puertas hacia la Divina Redención.
He aquí la Madre de los ángeles; la Sierva de los arcángeles y del Padre Eterno.
He aquí la que trae el Cielo a la Tierra y muestra para todos, los tesoros del Universo, para que los puedan contemplar y amar.
He aquí la que siempre los escuchará y nunca detendrá Sus pasos, hasta conseguir lo que Dios necesita de ustedes: almas puras, almas simples, almas servidoras, almas que aman más allá de sí mismas, de sus miserias, de sus imperfecciones, de sus dudas y de sus errores.
He aquí la Madre que trae la Fuente del Amor, para que sus más pequeños puedan beber de ella, hasta saciar su sed completamente.
He aquí la Madre del Santo Rosario, la Madre de la eterna oración; la que trae para el mundo la urgente Paz para estos tiempos. Amén.
Y con Mis palabras tan simples, les traigo el Universo de Dios. Contemplen la Presencia del Creador y nunca se olviden, hijos Míos, que es de esta forma que se unirán a Mi Corazón y al Corazón del Padre Celestial.
Que la Presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, como una Unidad perfecta, hoy los consagre. Recuerden, con Mis Palabras, que Yo estoy en todas las cosas, pero humilde y silenciosamente; así los acompaño y los acompañaré siempre, porque Mi Corazón es incansable y siempre estará al lado de Mis hijos.
Con la oración que hoy les presenté, les traje todo los que Soy, todos los Misterios Divinos que se encuentran en Mi Presencia. Déjenme vivir en sus corazones. De esta forma, hijos Míos, Yo les enseñaré a ser dignos hijos de Dios, dignos hijos de Mi Inmaculado Corazón, no importa en donde estén, si pertenecen a alguna religión, a cultura diferentes, a naciones distantes. Yo estoy en todo y en el silencio les enseño a amar, para que de esta forma, aunque muchos no me conozcan, que por medio de sus corazones Yo pueda llegar a cada uno de Mis hijos y a todos los Reinos de la Naturaleza.
Hoy los bendigo con la Luz de los Espejos sublimes, porque los traigo del Universo para encender sus corazones y, silenciosamente, revelarles Mi Paz; esta que el mundo no conoce, y que por primera vez, puede sentirla plenamente en su interior.
Mis amados hijos, hoy viviremos una bendición especial; una consagración infinita, que permeará en lo profundo a las almas que hoy se consagrarán.
Mi Hijo Me ha pedido consagrarlos con el Sacramento de la Unción, porque será importante para esas almas, sobre todo para lo que deberán vivir en el próximo mundo.
Tráiganme aquí el aceite para consagrar. Sepan que las santas mujeres de Jerusalén ungieron el Cuerpo herido del Hijo amado de Dios, para restaurar todas las faltas cometidas durante Su Flagelación y Pasión.
Las santas mujeres, las auxiliadoras de Cristo, sabían en aquel tiempo lo que hacían. A través de la Unción, no solo curaban el Cuerpo del Señor que estaba dentro del Santo Sepulcro, sino que ellas también traían, como almas espejo, la regeneración de la humanidad, a través de las Células vivas de Cristo; porque las Células de Cristo nunca murieron. El Cuerpo reposó, expiró, para poder seguir sirviendo a las almas en los planos internos de esta Creación.
El aceite consagrado representa la cura para las almas y hoy las bendeciré, en esta consagración especial, trayendo la esencia de la regeneración, para sus espíritus y consciencias.
Les pido que podamos escuchar una melodía sacra, para este momento de consagración.
El Señor bendiga este elemento, surgido de la Fuente de Su Creación, a través de la donación de los Reinos de la Naturaleza. Sea el símbolo de la redención, de la regeneración y de la cura, para aquellos que siempre buscan la reconciliación con Dios. Amén.
De la flagelación a la Cruz
Queridos hijos:
Sigan a Vuestra Madre del Calvario por el camino del calvario. Acompañen a Jesús martirizado hasta los pies de la Cruz y recen Conmigo por todos los que deshonran la victoria que Mi Hijo alcanzó por Amor.
Yo soy Vuestra Madre Dolorosa porque veo las indiferencias y acciones humanas que hacen sucumbir a las almas.
Yo soy Vuestra Madre Dolorosa porque siento el peso del pecado de los hombres ingratos que no aman la Cruz de Mi Hijo.
Yo soy Vuestra Madre Dolorosa porque, en este tiempo, veo el camino de la muerte que muchos hijos Míos recorren, lejos del verdadero camino de la Cruz.
Si Mi Hijo vivió y soportó todos los padecimientos, indiferencias y crueldades humanas, ¿cómo las almas no se atreven a ver en Cristo el Camino, la Verdad y la Vida?
Sigamos los pasos silenciosos de Mi Hijo hasta el Calvario. Los que lo negaron, hoy lo rechazan; los que lo flagelaron, hoy son indiferentes; los que lo crucificaron, hoy mutilan a la humanidad.
¿Dónde está el perdón entre los hombres?
Yo soy Vuestra Madre Dolorosa y en el silencio de la oración les enseño a perdonar antes de que todo suceda.
Queridos hijos, subamos al Monte Calvario y hoy revivamos la Pasión de Nuestro Señor; porque Cristo, en Su Bondad, les muestra el poder de Su Sacrificio y de Su Paz por encima de toda adversidad.
Él triunfó silenciosamente, y ustedes deben imitarlo.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
A los pies de la Santa Cruz,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz y Madre del Calvario
Queridos hijos:
Hoy, comienza en sus vidas una oportunidad interna de poder recorrer un camino nuevo, que es posible a través del sacrificio de Amor que Mi Hijo realizó por todos ustedes.
En el comienzo de esta Sagrada Semana, Yo los llamo a ingresar profundamente en la esencia de cada una de las estaciones del Via Crucis. Así, ustedes, durante esta semana, podrán penetrar el misterio infinito que le permitió a Mi Hijo concretar la salvación de la humanidad.
Pero, como Su Madre de los Dolores, aún veo el martirio que muchos hijos Míos viven en este tiempo, martirios que son ocasionados por las ideas de Mi adversario y que llevan al pecado mortal a muchas almas prisioneras del abismo infernal de este ciclo.
Pero Yo, como Su Madre del Cielo, les traigo la Luz de Mi Gracia para que crean que, a pesar de todo, es posible vencer el miedo y alcanzar la victoria del Amor, más allá de los enemigos.
Deseo que esta Sagrada Pasión de Jesús sea ofertada al Creador por todos los corazones heridos, principalmente, por aquellos que no encuentran ni siquiera el consuelo interior.
Ante la gravedad de las cosas que suceden en la humanidad, sus pruebas son pequeñas frente a la inmensidad de los pecados y de los ultrajes que cometen los hombres de la Tierra.
Por eso, hijos Míos, que sus corazones se animen a alcanzar las esferas celestiales a través de la contemplación de la Pasión del Señor; así, comprenderán la grandeza de la Misericordia de Dios en estos tiempos.
Queridos hijos, Su Madre Celeste los llama a la preparación mediante la oración. Así, un escudo invencible de Luz surgirá en sus manos y ese escudo de oración los protegerá de los engaños de Mi enemigo.
En este día, en el que sus almas son llamadas a caminar al lado de Jesús, reciban de Mi Corazón la fortaleza necesaria para poder trascender el fin de este ciclo.
Su constante purificación cesará y no será necesario vivir más sufrimientos. Pero, para eso solo bastará la premisa de que las almas acepten la transformación, a través de la Fuente de la Misericordia que les está siendo ofrecida a todos. Así, harán triunfar también Mi Proyecto de Paz en el mundo.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los lleva hasta el Calvario del Señor,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
El mundo está en el mal. Los invito a arrodillarse por aquellos que ofenden a Dios.
Como Madre Dolorosa, he venido del Cielo a traerles un importante llamado, el más importante en estos tiempos, que es la oración del Santo Rosario, por esta humanidad y por este planeta.
Hoy, traigo en Mis brazos a Mi Hijo flagelado. Este es el ejemplo verdadero, la referencia para todos, de lo que los hombres le hacen al Corazón de Dios.
Recen por Mis siete dolores. Recen por las espinas que recibe Mi Hijo. Recen por los ángeles y sus trompetas, antes de que Dios declare la Justicia al mundo.
Los tiempos se aceleran, los cambios también. Por eso, prepárense en la oración, no desistan de orar con el corazón.
Perseveren, solo perseveren. Mi llamado es urgente, a esta parte del mundo, porque sé que ustedes Me pueden escuchar con el corazón.
Hoy, traigo a Mi Hijo en Mis brazos, herido y llagado completamente, para que ustedes vean, hijos Míos, la crueldad de los hombres, la indiferencia de los corazones, la falta de amor a la vida que Dios les ha dado.
Por las calles de este mundo, por las regiones de Oriente, muchos hijos Míos están siendo mutilados, mientras ustedes están aquí reunidos en oración.
Perseveren, hijos Míos; les pido que piensen, por solo un momento, lo que Dios está percibiendo de esta humanidad y principalmente lo que Su Corazón siente de ustedes.
Hoy, aparezco sobre este mundo.
Necesito que respondan a un llamado urgente, con un esfuerzo extremo, con un sacrificio mayor por aquellos que no hacen nada y que siguen las tribulaciones con deseos y expectativas propias; pero aún la humanidad no ha conocido el Poder de Dios.
Hoy, coloco frente al Altar del Creador Mi Corazón materno como única salida para esta amada humanidad, que se pierde día a día en el sufrimiento y en el dolor.
Mi Corazón está lleno de dolores. ¿Quién lo podrá aliviar? ¿Quién se arriesgará a salir de sí mismo? ¿Quién dejará sus comodidades y preferencias para contemplarme por tan solo solo cinco minutos y sentir Mi Corazón doloroso y el Corazón flagelado de Mi Hijo?
Vengo a anunciarles un llamado especial. Hoy, no podré derramarles Mis Gracias, porque muchos no las merecen. Ustedes son parte de esta humanidad, de este Plan que Dios los llamó a vivir. Aún su esfuerzo no es suficiente.
Coloquen la oración en el corazón y no en la mente.
Perseveren, hijos Míos, Yo necesito que en este tiempo solo Me den respuestas de amor y de caridad. Llamen a sus hermanos a vivir la oración, díganle a sus familiares y amigos que oren. El mundo se está oscureciendo y la mayoría no lo percibe.
Mientras la sangre de muchas almas inocentes corre por las calles de este mundo, Yo los invito a meditar en Mi Corazón y a que piensen solo en vivir en la Misericordia de Dios, que está muy olvidada por este mundo entero.
Yo los invito, hijos Míos, a reforzar sus ejércitos. Los caminos deben ser más luminosos, así Yo apartaré las penumbras de los caminos de todos Mis hijos.
Quiero que sean verdaderos, hijos Míos, y que escuchen la súplica y el llamado de Mi Corazón, pues Yo ya hecho mucho por ustedes. ¿Y quién hará lo suficiente, lo que Dios necesita en este momento, que es la oración del corazón y vivir en la Verdad de Dios?
Recen Conmigo, hijos Míos, porque el mundo está padeciendo.
Hoy, vengo con los Ángeles de la Justicia de Dios, pero les pido, hijos Míos, que no tomen este momento como algo normal.
Agradezcan que Yo les hable de todas estas cosas que están sucediendo, porque muchos deben despertar a lo que está aconteciendo. No pueden estar distantes de lo que sucede en este mundo.
Yo no vengo a traerles miedo, sino a establecer la paz. Pero si la paz no está en Mis hijos, ¿cómo existirá la paz sobre la Tierra? Por eso, los corazones y las almas están muriendo, los cuerpos están siendo mutilados y aniquilados, en la vida que Dios les entregó. ¡Ay de aquellos que hacen esas cosas!
Yo solo Me recuesto a los Pies del Señor para implorarle por Su Misericordia.
Misericordia, Misericordia, Misericordia,
Redención, Redención, Redención,
para este planeta.
Amén.
(se repite seis veces)
Mientras respiran, mientras duerman, cuando despierten, cuando se alimenten, cuando estén en oración o aun hablando con otra persona, no dejen de repetir esta oración. Es la tabla de salvación y de Misericordia para Mis siete profundos dolores, a los cuales aliviarán, uno a uno; y será la tabla de la salvación para lo que sucede en Oriente.
Queridos hijos Míos, hoy no solo vengo a traerles la Luz de Dios, la Verdad que está siendo ocultada para muchos; les traigo también un pedido especial por el cual Yo rezaré a partir de este momento para que todos Mis hijos, independiente de dónde se encuentren, pero que estén unidos a Mi Inmaculado Corazón; vengo a pedirles una misión extraordinaria de paz a los misioneros de San José y de Mi Inmaculado Corazón, que deberán ir pronto a África para que, a través de sus oraciones, servicios y transmutaciones, equilibren en nombre de la humanidad todo lo que está sucediendo.
Por eso, hijos Míos, Yo los llamo a la colaboración, a la caridad, a la entrega de corazón para que esta misión se realice lo más pronto posible.
Si esto llegara a suceder, muchas almas que están siendo mutiladas y que ni siquiera reciben una mínima oración, podrán ser recogidas por Mi Espíritu Divino y elevadas al Cielo como un símbolo de equilibrio y de justicia para aquellos que sufren las acciones de los hombres.
Si ustedes supieran en verdad lo que siente un corazón cuando es mutilado poco a poco, su oferta sería infinita y solo pensarían en poder rescatar a esta humanidad; porque no solo en Medjugorje, sino también aquí, deben escucharme abiertamente. Este es un pedido de Mi Corazón Inmaculado, más allá de Mi Consciencia Celestial. Les pido, hijos Míos, que guarden este llamado en el Corazón.
Mis siete dolores son: la pérdida de la vida, el sufrimiento, la negación, el martirio, el falso poder, la injusticia y el sometimiento.
Yo los bendigo, hijos Míos, en nombre de la Justicia de Dios. Que la Luz del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo ilumine sus caminos y los colmen de amor.
Canten para aliviar Mi Corazón.
Canción: Ave María.
Siempre escucharé sus corazones y sentiré su amor en Mi Corazón Inmaculado.
Sean pacificadores y lleven la paz, la paz para el fin de los tiempos.
¡Les agradezco!
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hermanos, a pedido de Nuestra Señora, vamos a explicar lo que sucedió en el momento en el que los hermanos estaban orando en lenguas africanas.
En ese momento, Nuestra Señora comenzó a aproximarse, en la manifestación de un gran sol que fue entrando por el lado derecho de aquí, del auditorio, cruzando los Cielos y las dimensiones. Atrás de ese sol venían los ángeles, algunos venían con estandartes y otros con trompetas, los que venían con estandartes tenían las estrellas de seis puntas. Era lo que se mostraba en ese momento.
Nuestra Señora pasó por encima de este palco, como caminando, y se colocó por encima del símbolo de este planeta, que tenemos aquí detrás.
Nuestra Señora, cuando venía caminando, venía llorando. Sus ojos eran ríos de lágrimas. Ella inclinaba Su cabeza hacia abajo como si estuviera pensando, meditando profundamente en Su Corazón.
En ese momento, Nuestra Señora se aproximó y los coros de ángeles se posicionaron formando una triangulación por detrás de Nuestra Señora.
Ella venía vestida con una túnica celeste clara y con un manto azul, con las manos hacia abajo, bien próximas a Su cuerpo, actitud que nos llamó mucho la atención.
En ese momento, Nuestra Señora refleja en Su pecho, en Su cardíaco, una estrella, dentro de esa estrella estaba Su Corazón Inmaculado. Durante la Aparición Ella mantuvo Su mirada hacia abajo y ese llanto no solo se derramaba sobre Su rostro, sino también sobre Sus vestimentas.
Cuando la vimos, nos impactó mucho; porque a través de Sus ojos, vimos lo que pasaba en Oriente. Ella trajo todo el acontecimiento no solo a nivel material, sino espiritual; y todo ese movimiento estaba apoyado y sustentado por los ángeles que estaban con María.
En ese momento, Nuestra Señora nos explicó que Sus manos, al costado del cuerpo, significaban la imposibilidad de que Ella pudiera derramar Sus Gracias. Entendimos, ante ese símbolo, que no tenía permiso de derramar Sus Gracias; después, todos pudimos entender cuando Ella dijo que no podía derramar Sus Gracias sobre nosotros. Aún así, Su Amor no dejaba de estar presente aquí, en este lugar. A pesar del sufrimiento y de las imágenes que rodeaban a María, Ella no dejaba de mirarnos con serenidad y con amor.
Ella durante la Aparición, nos llamó mucho la atención sobre los Hijos de María, porque decía que los necesita en este momento más que nunca, no solo en la oración, sino también en una actitud de pacificación; por eso, Ella ha bendecido y consagrado a muchos hijos.
Ella hizo un pedido especial a cada uno de ellos que, como miembros de esta humanidad y en esta transición que estamos viviendo, podamos comprender y entender conscientemente lo que nos quiso decir hoy. En ese momento, parecía que eso iba solo hasta allí; pero silenciosamente María fue revelando muchas visiones que fueron siendo guiadas por Ella.
Después de mostrarnos Su Corazón, Su llanto y Su dolor, que manifestaba en siete dolores, que hoy nos reveló. Ella nos fue mostrando, poco a poco, a un ser, una consciencia que tenía en Sus brazos y que parecía que pesaba mucho; pero la fuerza del Amor de María era lo que sustentaba a ese ser. En ese momento, se mostró una imagen de Jesús totalmente flagelado y transfigurado. La cabeza de Jesús caía hacia atrás. Era un Jesús que estaba agotado, cansado, lleno de llagas desde los Pies a la Cabeza. No pudimos contar la cantidad de llagas que tenía, pero eran muchas. Y nuestra Madre dijo: “Esto es lo que hoy siente Jesús por la humanidad. Miren como Él está en este momento”.
Y, después de eso, la imagen de Jesús en los brazos desapareció y a través de un rayo que emanó Su Corazón Inmaculado, Ella mostró a Sus pies una escena que tenía que ver con África y Medio Oriente, que fue explicando a través del Mensaje que todos escuchamos.
Cuando María explicaba que las calles que estaban ensangrentadas, mostraba algunos lugares de Medio Oriente y de África, en los que Ella revelaba situaciones que sucedían en el plano físico. En ese momento, Ella lo explicitó, especificando que no era una situación espiritual, sino que era algo físico; y, que Ella, por el poder que tiene de Mediadora y de Intercesora, tenía el permiso de mostrarnos, para que pudiera generar un impacto en nuestras consciencias y no en nuestro emocional, en nuestros sentimientos.
A los pies de nuestra Virgen María, aparecían cosas horrorosas, personas siendo quemadas, mutiladas, viviendo martirios poco a poco; pensamos que eso era algo del pasado que María nos estaba mostrando, nos estaba dando un ejemplo, una referencia; pero era una realidad que Ella nos traía sobre algo que está sucediendo en este momento y que todos pudimos escuchar y comprender.
Ella necesita, a través de este símbolo, que nuestra oración no solo sea diaria, sino también fervorosa. María nos dijo que no nos pedía que rezáramos continuamente, sino que a través de nuestras pequeñas oraciones pudiéramos hacer algo verdadero.
Entendimos que por eso María nos pedía que nuestra oración tuviera una cierta fortaleza, más allá de la cantidad o del número de oraciones.
Ella necesita, por lo que está aconteciendo en este momento, que nosotros recemos de corazón como nos enseñó. Ella hoy nos dijo que nosotros podríamos haber orado más de corazón, porque Ella dice que nos considera Su ejército de Luz, a cada orante que se une al Corazón de María. Y esa será la única forma, dijo Nuestra Señora, de que muchas cosas se puedan revertir a tiempo.
Pero las cosas no llegaron solo hasta allí. A la derecha de Nuestra Señora, aparecieron tres ángeles con tres trompetas. Ella levantó Su mano derecha, señalando hacia un lado y dijo lo siguiente: “Hijos, hijos, las trompetas ya están sonando”; y parecía que María estaba muy tocada por esa situación, sentía que la situación estaba yendo hacia otro punto.
Cuando Ella se refirió a la misión de África, cuando nombró la palabra África, de Su Corazón salió un grito, un llamado de amor, un clamor de nuestra Madre para que esa misión se pudiera cumplir y nosotros pudiéramos apoyar a esos hermanos, no solo con nuestras oraciones, sino también que nuestras consciencias vayan internamente con ellos a esa misión, para que también reciban el apoyo que necesitan.
Era algo que pedía María; y Ella pidió esa misión especial de servicio, de oración y de transmutación como dijo, en tres países de África: Ruanda, Uganda y Congo.
Si esas tres misiones se concretan, va a suceder aquello que nuestra Madre prometió y que todos escuchamos. Eso podría revertir muchas cosas. En ese momento, le preguntamos: “Madre, ya no existen muchos misioneros en el mundo, ¿será que nosotros podemos apoyar a otras personas para que vayan allá o a personas de esa región, para que tomen consciencia del pedido de María?”. Ella nos respondió: “Hijos, no olviden que ustedes son Mis soldados, que responden a Mi llamado cuando Yo les pido algo. Siempre contarán con Mi apoyo y Mi protección”.
Eso fue lo que sucedió durante la Aparición, que Nuestra Señora nos pidió que compartiéramos con todos.
Y, para cerrar esta Vigilia de Oración, ahora vamos a asistir a un video de una Vigilia de Oración anterior que fue realizada en Caracas, Venezuela, en el que María nos deja un Mensaje para todos sobre la paz.
Agradecemos a todos por acompañarnos y los invitamos a llevar ese llamado de María en el corazón, a aliviar los siete dolores de nuestra Madre y a responder una vez más a Su llamado.
¡Gracias, Madre, por cuánto nos das!
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más