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Mis queridos hijos:
En este día, su Madre Celeste viene al mundo para que, a través de la majestad del Gran Cañón del Colorado, la humanidad sienta, por un instante, florecer los Atributos de Dios; a fin de que desde ahora comience a vislumbrarse en el horizonte la llegada de la Nueva Tierra, libre de los errores humanos y del sufrimiento que hace apartar a Mis hijos del Creador.
Por esa razón espiritual, hoy, su Madre Celeste y Madre de Norteamérica está aquí, extendiendo Sus Brazos y ofreciéndoles Sus Manos para que se tomen fuerte, confíen y se animen a seguir este camino infinito hacia lo desconocido. Porque en eso, que es desconocido, encontrarán a Dios y a Nuestros Sagrados Corazones que, una y otra vez, se presentan ante mundo para recordarle que aún no cumplió la Voluntad de Dios.
Para que la Nueva Tierra comience a emerger ante el horizonte de la consciencia humana, Yo les pido, Mis hijos, que esa Nueva Tierra, esa Nueva Humanidad, viva primero en ustedes, protegiendo de ustedes mismos los principios que los unen al Creador y a toda la Hermandad Divina.
Sean portadores del Sagrado Amor de Mi Hijo.
Sean un ejemplo de transformación constante, pero también sean un ejemplo de perseverancia, de esperanza y, sobre todo, de Amor, del Amor de Cristo que les permita aceptar y comprender al otro, de un amor compasivo que ya no permita que el ser humano sea egoísta y autónomo.
Vivan la promesa de esa Nueva Tierra en el día a día y creen la condición correcta para que ese momento de la Nueva Humanidad pueda llegar, conforme lo pensado y sentido por el Padre Eterno.
Mi Corazón de Madre siempre será ese puente para que ustedes se animen a cruzarlo, rumbo al vacío de ustedes mismos.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
En los Universos Superiores, la llamada Fuente de la Creación actúa, universalmente, regenerando los principios y los espacios de la manifestación, los que forman parte del desarrollo espiritual de las constelaciones y de los planetas.
En este tiempo actual, la lucha y el esfuerzo por estar conectado con lo Alto, exigirán dedicación, empeño y dinamismo para que las corrientes contrarias a la luz, las que circulan alrededor de la vida planetaria, no afecten ni desvíen del propósito a los servidores.
Si alguna forma de desvío o de abandono personal del propósito sucede en este tiempo es a consecuencia de la falta de conexión interior y espiritual con la Fuente.
Por otro lado, el ciclo de la autopurificación está llevando a que las consciencias humanas sobre la superficie de la Tierra se enfrenten a sí mismas y conozcan lo que antes les era desconocido y oculto.
Nos referimos a tener consciencia y claridad al respecto de quién es verdaderamente cada ser de la superficie a nivel espiritual, mental, álmico y material.
El conocimiento de los aspectos espirituales, mentales y materiales del ser humano es algo que antes pasaba por alto, porque actuaba de forma inconsciente.
Ahora, debido al cruce universal del tiempo y del espacio, esos aspectos, que antes actuaban solos y con gran poder oculto sobre las consciencias, están quedando en evidencia para que el ser humano los enfrente, los purifique y se libere de esa constante opresión.
Lo que sucede en la actualidad es que la mayoría de la humanidad no sabe ni tiene consciencia sobre cómo resolver una situación que, durante largos periodos de tiempo, ha comprometido la posibilidad de su despertar y de su entrega.
Entonces, por más que una minoría esté alineada con el Propósito Divino y tenga las herramientas internas que necesita para llevar adelante la manifestación del Plan, esa parte, que es la minoría más consciente, tampoco sabe cómo proceder o actuar para resolver su proceso intensivo de purificación.
Por esa razón, la Fuente Suprema de la Creación dispone de grandes retransmisores de atributos y de códigos de luz: los llamados "Espejos".
Los Espejos son el sostén y el puente de unión fundamental para la actual transición planetaria, porque los Espejos más sublimes de la Creación serán el apoyo imprescindible para la evolución del amor en la consciencia terrestre; como también serán los pilares que sostendrán el puente que la propia humanidad deberá construir a través de la oración, la liturgia, los Sacramentos y el servicio a los más necesitados.
Sin estos atributos ampliamente aplicados en la vida cotidiana, el ser humano no tendrá cómo sostenerse a sí mismo.
Hasta ahora, los Reinos de la Naturaleza, así como los grandes océanos y mares, fueron las consciencias espirituales e internas que sostuvieron al hombre de superficie.
Pero este ciclo cambió, ya que la degradación, el maltrato y el descuido para con la Naturaleza generaron deudas impagables para la raza humana y esto recae, una y otra vez, en el planeta, reflejándose en los fenómenos climáticos cambiantes, el derretimiento acelerado de los polos, la contaminación terrestre y aérea y el colapso de todos los ambientes generado por la contaminación sonora y visual.
Todo este contexto planetario ahoga a la Tierra, como consciencia, a los Reinos Menores y a la humanidad entera.
Llegó el momento de que cada ser de la superficie contrarreste este mal causado al planeta y a la Creación.
Llegó el momento de que cada alma asuma su propia purificación y transición y que ya no se alimente ni dependa de nada ni de nadie.
Los instrumentos para saber crear la condición espiritual ya fueron enseñados, ahora solo dependerá del género humano poder revertir y transmutar todo lo generado.
Los Espejos serán, en estos tiempos, el principal soporte espiritual de alineamiento y de equilibrio.
Los Espejos podrán unirse al espejo del corazón de cada ser para que, poco a poco, con determinación y consciencia, vayan cambiando las vibraciones del planeta y de la raza humana.
En los Espejos encontrarán el soporte mayor para el fin de los tiempos y la llave que abrirá la puerta correcta para que pueda llegar la Hermandad Celestial.
Es hora de trabajar conscientemente.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, María Rosa de la Paz
No dejes de creer que dentro de ti está Dios, que has comulgado y vivido muchas veces esa unión interna con Su Divino Espíritu y Su Misericordia.
No te olvides de que el Padre Celestial tiene el poder de hacerlo todo y de dártelo todo.
No dejes de confiar en que el gran milagro de Amor llegará a tu vida y que nuevamente serás bendecido por la Gracia.
No dejes de tener fe en lo que está más allá de ti y que es desconocido; que, en los grandes desiertos del alma, la Hermandad Celestial acompaña silenciosamente cada momento y que nunca estás solo.
No dejes de afirmar que Dios está contigo y dentro de ti y que, algún día, volarás hacia Sus moradas como un ave de fuego que irá al encuentro del infinito.
No dejes de confirmar, dentro de ti, la victoria universal de Cristo y todo lo que el Señor ha hecho en tu vida en estos tiempos.
No dejes de aspirar a encontrar la verdad, la cura y la redención y a que un día estarás sentado al lado de Cristo para decirle cuánto lo quieres y lo amas.
No dejes de decir sí a Dios.
¡Les agradezco, por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
La Fraternidad de la Luz – Parte II
En el viento de la próxima primavera serán lanzadas las semillas del Cielo que, guardando dentro de sí mismas dones, talentos y gracias, sembrarán la Nueva Tierra.
Esas semillas germinarán y de ellas brotarán los primeros principios que, algún día, las llevarán a aproximarse al Sol para sentir, de él, el Fuego de Amor del Padre Universal.
Llegó el momento, después de la última tempestad, de que se detuviera la lluvia purificadora, la que refrescó y limpió la tierra para que después volviera a salir el gran resplandor del Sol de Dios.
Así, la tierra fértil de las consciencias fue preparada para recibir los nuevos códigos.
El Hijo de Dios, Jesucristo, anunció el momento de la gran intervención espiritual de los Hermanos de las Estrellas.
Los Jardineros del Espacio se congregaron para que, en el plano del espíritu, las almas recibieran para este nuevo ciclo los impulsos necesarios que los liberarán de la indiferencia y de la mezquindad.
Con el despertar de la consciencia a la vida universal puertas de comunicación internas fueron abiertas, a fin de retirar a la humanidad de la somnolencia espiritual y, así, llevarla a reconocer la Verdad de la cual se había alejado.
Después de tantas crisis el planeta está a punto de dar a luz al Nuevo Hombre, a la consciencia responsable y consecuente con los designios del Universo Espiritual.
Y aunque la Tierra siga siendo purificada y exorcizada de las influencias que la oprimen, los servidores de la luz se preparan, finalmente, para asumir y para llevar adelante lo que desde eras estaba previsto que sucediera.
En este sentido, los primeros destellos de la Fraternidad de la Luz comienzan a aparecer y las apariencias dejan de estar en primer plano para que la hermandad verdadera entre los seres se establezca en las consciencias.
Todo esto llega junto al tiempo de las revelaciones, tiempo en que cada alma, abierta a los impulsos divinos, reconoce su origen, su existencia y, sobre todo, su deber para con la Creación.
La Fraternidad de la Luz se forja con la madurez y la responsabilidad de los consecuentes, así muchos más son llevados a vivir la misma experiencia.
En la Fraternidad de la Luz no existen diferencias, privilegios ni irresponsabilidades para con el desarrollo del Plan en la superficie de la Tierra.
La Fraternidad de la Luz se forma a partir de la integración de las almas con el Propósito Divino y se basa en principios que son reglas que permiten despertar las Virtudes de Dios en los servidores que se congregan, Virtudes que los llevarán a comprender y a concretar, por medio del Plan, la Voluntad Divina.
Los que forman la Fraternidad de la Luz trabajan día y noche para construir en sí mismos ese espíritu de fidelidad y de transparencia con Cristo. Ellos se comprometen a vivir y a representar a la Jerarquía en todos los sentidos. No intentan sacar ventajas en sus tareas ni tampoco en sus trabajos. Comprenden que todo servicio es una forma de alcanzar, aún más, la entrega absoluta por el prójimo y de gestar en sí la esencia de la humildad.
Estar dentro de la Fraternidad de la Luz es aprender a seguir y a acompañar la Ley de la Jerarquía, la que auxilia de inmediato en el despertar de la obediencia que contrarrestará la desobediencia planetaria.
Dentro de la Fraternidad de la Luz existe la igualdad que lleva a la solidaridad, al bien y al respeto mutuo.
Los miembros y los postulantes a la Fraternidad de la Luz aspiran a encarnar, en sí mismos, los principios que les permitirán formar parte del Tercer Orden de la Hermandad.
Así como es en el Universo, la Fraternidad de la Luz vive cada principio como un atributo y una estrella-guía, a fin de que la vida del servidor no sea una ilusión, sino que esté alineada correctamente con el Propósito.
La nueva Red-Luz, postulante a la Fraternidad de la Luz, asume los 33 principios que la llevará, algún día, a estar plenamente en el corazón de la Jerarquía.
Todos los postulantes a la Fraternidad de la Luz asumen:
1. Seguir a un solo Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y erradicar de sus vidas las vertientes “espirituales” que desvían a las almas.
2. Tener como único y verdadero Maestro al Hijo de Dios, Jesucristo.
3. Aspirar ardientemente a estar en comunión interna con las estrellas, a fin de participar con consciencia de la vida universal.
4. No permitirse difamar o destruir, por sí mismos, la Obra de la Jerarquía.
5. Mantener la neutralidad como una meta constante para el fin de los tiempos.
6. Construir el espíritu de la solidaridad y del bien entre los hermanos de camino.
7. Desmitificar cualquier idea de poder, control o comando, sabiendo que todo impulso espiritual solo proviene de Dios.
8. Aceptar con gratitud las correcciones necesarias.
9. Dejar de justificarse para querer escapar de la Verdad.
10. Ser portador de una fidelidad absoluta e irrestricta.
11. Manifestar en la propia vida la igualdad y la transparencia.
12. No temer decir la verdad. Temer ser absorbido por la mentira y no poder salir de ella.
13. Creer en la venida de los Nuevos y últimos Cristos.
14. Confraternizar con la humanidad sin salir de las reglas que protegen la tarea.
15. Ser incansable en la oración, amoroso en el servicio y pacífico ante las dificultades.
16. Disolver de sí mismo cualquier vestigio de crítica y de repudio.
17. Aspirar a conocer, algún día, la estrella de origen.
18. Vivir el presente para no dejarse arrastrar por el pasado y sus decadencias.
19. Sostener, de forma inmutable, la antorcha de Cristo.
20. No vacilar por lo que los demás dirán. Sostener la fe en la Confianza de Dios.
21. Hermanarse con lo Divino. Desvincularse de lo superfluo.
22. Aprender a cortar la cadena del mal.
23. Asumir el compromiso y no desistir por la fuerza de las propias conveniencias.
24. Recordar el vínculo interno con Cristo.
25. Despojarse de los errores creyendo en el poder de las Leyes de la Cura.
26. Ayudar a construir el rescate planetario.
27. No desperdiciar las gracias.
28. No desperdiciar la Instrucción.
29. Ser humilde todo el tiempo. Buscar en sí mismo el espíritu de la resignación.
30. Aprender a no responder para aprender a escuchar.
31. No colocar la responsabilidad en el semejante. Asumir los errores cometidos.
32. Para no ser imprudente no dejarse llevar por la familiaridad.
33. Ser luz en las tinieblas, alivio en el sufrimiento, donación permanente en el servicio.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
La Responsabilidad de hacer el Bien
Haz el bien en todo momento y comprométete a realizarlo en cada pequeño detalle, porque así atraerás desde el Universo la Corriente de la Hermandad.
Haz el bien así como lo ha hecho Cristo, porque, a pesar de haber sido negado, repudiado y crucificado, hasta antes de morir por ti en la Cruz, Jesús hizo el Bien y ese Bien que Él emanó salvó a toda la humanidad.
Por eso, hijo, que el bien impregne tu consciencia, tus sentidos, tus sentimientos y tus pensamientos.
A pesar de lo que suceda dentro o fuera de ti, haz el bien y practícalo con inmenso gozo, porque con cada acto de bien que realices por el semejante estarás ingresando en la Escuela del Amor y de la Unidad.
Retira de tus profundas entrañas las raíces de la división y de la permanente indiferencia.
Declara, para ti mismo, que eres parte de la Corriente del Bien y cumple de esa forma con las Leyes divinas.
Cada nuevo paso que des, hazlo en nombre del bien, porque así la maldad humana, que tiene raíces en la ilusión y en la soberbia, será extirpada.
Querido hijo, sigue los ejemplos del Redentor, vive del bien y haz el bien a cada momento. Destierra de tu consciencia todo acto de omisión, porque si así lo hicieras verás a Mi Hijo reflejado en el sufrimiento de tus hermanos.
Ayuda a tu Madre Celestial a reconstruir esta Tierra en la Corriente del Bien y así se disolverán las formas más terribles de maldad.
Cumple, vive y ejercita el Bien de Cristo, y sé parte de Su Divina y Omnipotente Consciencia Celestial.
Haz el bien con el fin de curar, dentro de ti mismo, la ausencia de vivir una vida de servicio a Dios.
Haz el bien con el fin de desterrar de la consciencia humana toda forma de actuar mezquinamente.
Llena tu espíritu y corazón del Bien Mayor, y confírmate en esta hora ante el Padre Celestial como un espíritu y una persona pacífica, bondadosa y misericordiosa.
Deja que la Corriente del Bien de Cristo mueva tus estructuras, desarme tus personajes y establezca el espíritu de la divina e insondable caridad; así, serás piadoso y considerado, abnegado y servicial, ante toda misión de amor que se presente en tus caminos.
Pero recuerda, hijo Mío, comienza a vivir y a practicar la Corriente del Bien primero en quien tienes alrededor todos los días, así permitirás que desaparezca de ti cualquier indiferencia o rechazo.
Permitirás que el Fuego del Bien de Cristo purifique tu consciencia y la convierta en una consciencia incondicional.
¡Anímate a decirle "sí" a la Corriente del Bien!
Ya es hora de asumir la responsabilidad de hacer el bien en cada detalle, así como a cada hermano. Es hora de desprenderse de la competencia, de los juicios y de todas las críticas.
Que tu ser sea un ser de bien, de esa forma, el planeta y su humanidad enferma se curarán al encontrar, en esta larga trayectoria terrenal, espíritus, almas y apóstoles del bien, seres que sembrarán la Tierra de nuevos Principios y de valores de Amor.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Soy la Blanca Montaña de la Paz y quien sube a lo más alto de ella alcanzará, por medio de la oración y del servicio, la elevación de su consciencia.
Soy la Blanca Montaña de la Paz, que en su corazón guarda los mayores tesoros del universo, el sagrado conocimiento de la Hermandad Celestial.
Soy la Blanca Montaña de la Paz, montaña que irradia al mundo la Gracia de Dios y que impulsa a Sus hijos a la trascendencia humana.
Soy la Blanca Montaña de la Paz, que les revela a los corazones humildes los Misterios de Dios, montaña que ayuda en la transformación de la consciencia y de todo el ser.
Soy la Blanca Montaña de la Paz, montaña que llama al peregrino del espíritu a elevarse a través de ella, por medio de la fe y de la constante redención.
Soy la Blanca Montaña de la Paz, montaña que hará de cada corazón una victoria para Cristo y para el Creador.
Soy la Blanca Montaña de la Paz, que les mostrará a Sus peregrinos el sendero del Retorno de Cristo.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Declaración del Divino Amor, continuación
¡Oh, amado pueblo chileno, que tienes estampado en tu bandera, azul y roja, la estrella que debe ser el símbolo de una patria celestial!
¡Oh, sagradas montañas de los Andes, que guardan en su corazón mineral los más grandes tesoros de la historia original de esta humanidad!
¡Oh, hijos Míos de Chile, que reflejan en sus rostros el legado de los pueblos del pasado!
¡Alcen sus banderas blancas de la paz y que, al grito que emitirá el Universo, sus estrellas internas reciban el sagrado llamado de la redención!
¡Que los Vigilantes del Legado laven sus rostros en la Fuente de Mi Gracia, para que de todo sean curados!
¡Que los Guardianes de los Tesoros del Universo reciban el bálsamo de Mi Paz para poder curarse!
¡Que los Comandantes de otros tiempos sean perdonados y reciban la Absolución espiritual del Hijo de Dios!
¡Hijos de este antiguo pueblo sagrado!, ¡pueblos del principio y pueblos del fin!, ¡abran sus corazones para ser liberados!
¡Arrojen de sus manos las armas de la destrucción!
Que cada Sol radiante, que en este pueblo habita, pueda ser erguido nuevamente a la Gloria de Dios, para que todo se restaure, para que nada se pierda. Para que, desde el silencio de los Andes, sea escuchada la Sagrada Palabra de Nuestro Redentor y Salvador, Jesucristo.
Sigan a su Madre del Cielo por el sendero que los llevará hacia la patria beata, porque así, su pueblo herido por las causas del ayer, será redimido de todo.
¡Confíen, hijos, en todo lo que les traigo!
¡Confíen en la renovada esperanza y en el fin de este cautiverio nacional!
¡Soy la Madre que mueve todo el Universo para que Sus más pequeños y necesitados hijos tengan una oportunidad!
¡Que los soldados de las Estrellas hoy se reúnan a los pies del gran Altar Celestial! ¡Y que las puertas a los abismos de este pueblo ahora sean cerradas!
¡Porque el Cristo interno emergerá de sus seres y así serán uno con Mi Hijo, para que Él, en Su Gloria Celestial, sea uno con Su amado pueblo!
¡Quiero que la Estrella de Mi Hermandad ahora sea el lema y el símbolo de su pueblo!
¡Quiero, de este país, seres redimidos por el Amor del Creador!
¡Que los Comandantes de otrora ahora eleven sus corazones al Cielo!
Porque ahora, sin cascos, armas ni capas, estarán libres para sentarse a la Mesa Redentora del Señor y así comulgar de Sus Códigos de Vida.
¡Que los caídos en el pasado, en este presente se levanten!
¡Que los que aún no han perdonado los errores de esta patria y de este pueblo, hoy perdonen, para que Mi Amado Hijo, en Su Divina Gracia, vuelva a reunirlos y, por medio de Su Palabra, los haga comulgar de Su Santísimo Espíritu!
¡Que hoy Chile pueda, como pueblo, tomarse de las manos para declarar la tan esperada reconciliación y pronunciar la tan ansiada paz, borrando así, de esta historia chilena, los errores del ayer!
Así, sus corazones resplandecerán y junto a Mí podrán dar los pasos hacia el reencuentro del amor que cicatrizará las más grandes heridas.
¡Que más nadie acongoje su corazón, porque Cristo, Mi Hijo, hoy pondrá fin a este destierro!
Y todos los soldados y Comandantes de los cascos púrpura se unirán, en Cristo, para hacer de esta nación, la concreción de la Promesa Divina en la vida de cada ser.
¡Que hoy abandonen las espadas y que se ofrezca al Creador el corazón manso de cada chileno, para que triunfe, más allá de todo, el Plan!
Que así sea.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
He aquí que vendrá, más brillante que el Sol, la Sierva de Dios a preparar el retorno de Su Hijo, así como un día preparó Su sagrado Nacimiento en la Tierra.
He aquí que la silenciosa y humilde Sierva se tornó Reina y Madre Celestial, porque Su silencio reveló Su Majestad y Unidad con Dios Padre y con Su Amado Hijo.
Así como los Cielos se abrieron para recibirla en Cuerpo, Alma y Divinidad en el Misterio de Su Asunción, nuevamente los Cielos se abren para el descenso de Su Divinidad y para el anuncio de Su Sagrado Verbo; porque la Bienaventurada Madre del Señor ya no puede permanecer en silencio ante todo lo que acontece en el mundo. Su silencio de otros tiempos sustentó el eco de la Voz de Su Hijo, en los valles y en los pueblos de Oriente, y ahora, Su Verbo viene para preparar el Triunfo Universal de Cristo, porque Él ya no vendrá a predicar y a enseñar entre los hombres: la potencia de Su Presencia será la propia conversión; el poder de Sus Pies puestos sobre la Tierra será la propia redención para el planeta. De Su Boca saldrán solo oraciones y decretos que unirán el Cielo y la Tierra, cerrarán los infiernos y los abismos, calmarán los desesperos e instituirán la paz.
Por eso, antes del Hijo, nuevamente se aproximan Su Madre Celeste y Su Padre adoptivo, humilde y fiel, para que sean Ellos los que preparen el corazón humano.
Hijos, hoy les digo que escuchen con atención los Designios de Dios, traídos por Sus Mensajeros. Ellos son como las verdades dichas por los Profetas en el pasado para preparar la llegada del Mesías al mundo.
Nuestro Verbo no solo los instruye, también los transforma y los une a la Enseñanza Universal que vendrá con el Hijo de Dios como una expresión viva de la Realidad que habita en los Universos.
Con simplicidad les abrimos las puertas del corazón y los ojos del espíritu, para que reconozcan las Leyes que dictan la evolución universal e ingresen en ellas, en obediencia y amor, mientras hay tiempo.
Todos los Misterios se revelan en la Ley del Amor y de la Obediencia, Principios que rigen toda la vida evolutiva, así en el Cielo como en la Tierra. La vida espiritual se revela a los que saben amar, y todo misterio revelado se torna simple y comprensible para aquellos que conocen el Amor, porque sus mentes se vuelven puras y sus corazones son simples.
Con esto, hijos amados, quiero decirles que la Sierva Fiel e Incansable de Dios viene al mundo con palabras simples para revelar verdades sublimes. Vengo para despertar el amor en sus corazones, para que Me puedan comprender y, sin dificultades, vivir lo que les digo.
Lo que les impide vivir Mis Instrucciones no es la condición humana, no es el karma material y no es la ignorancia; es la falta de verdadero Amor y de verdadera Humildad.
En un mundo de misticismos llenos de vanidad y de falsas bases sobre el conocimiento verdadero, Yo vengo a conducirlos a la Verdad. Pero antes, debo destituir de sus corazones el orgullo y la ambición por el poder y por el conocimiento.
Por eso, les enseño a amar y a obedecer, por sobre todas las cosas, los simples Designios de Dios. Y es así como los preparo, los transformo y les revelo la Nueva Vida, que surgirá en los corazones sin que ellos lo perciban.
Es así como los uno a la verdadera Hermandad Celestial y Cósmica; y torno sus corazones aptos para ser verdaderos compañeros de su Rey y Maestro Universal y Divino: Cristo.
He aquí que estoy como Reina y Madre Celestial y en la simplicidad de Mis palabras se oculta el Poder de Dios y la Verdad que Yo Soy. En Mi Presencia se oculta la Unidad con el Infinito. Y así les digo que, si se unen a Mí, se unirán al Todo, al Cosmos, a la Vida, a la Creación de Dios.
Preparen junto Conmigo el Retorno de Mi Hijo, y anuncien, hijos, que es tiempo de arrepentirse de estar en caminos vanos que tan solo llevan a perderse, no solo de Dios, sino también de sí mismos.
He aquí que vengo para encontrarlos y para conducirlos al encuentro de sí mismos, para que sepan quiénes son y qué vinieron a hacer a este mundo. Ya no estén perdidos. Sigan Mis pasos y Yo los guiaré siempre.
Yo los bendigo y los amo.
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Vengo a esta parte de Argentina para volver a instituir los Principios de Dios que las almas de este lugar de la nación deben vivir.
Vengo para desterrar ciertos poderes capitales que han hecho de muchas consciencias objetos del mal.
Por eso, como Corredentora vengo a esta parte de Argentina y retorno a Mi amado Centro Mariano del Espíritu Santo para estar cerca de Mis hijos y para entregarles lo que ellos necesitan para poder seguir dando los pasos de fe hacia Cristo.
Deseo por todos los medios, espirituales y divinos, que Mis hijos de esta región de Argentina salgan del misticismo espiritual, abran sus ojos y sientan en sus corazones la verdadera y única Hermandad, la que proviene del Universo y permea con Su Luz a esta parte de Argentina.
Vengo para reunir a los perdidos, a los buscadores de algo mayor, a los que se olvidaron de Dios dentro de su interior.
Con todos ellos haré un nuevo rebaño para que, reconociendo en sus caminos las huellas de Cristo, se reconsagren al Plan del Creador.
Esta misión que Dios Me ha encomendado recién comienza.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
En esta sagrada misión por la paz en Uruguay, el domingo, el Señor me ha encomendado encender todos los espejos de oración del Uruguay para que triunfe, por encima de todo, Su Plan de redención en Uruguay y el mundo.
Será a través de la oración de todos los autoconvocados que vuestra Madre Celeste podrá crear nuevas bases de fe, de devoción y de cooperación en una nación muy alejada de eso.
Por eso, queridos hijos, unidos a Mí, unámonos al Corazón del Padre Celestial, porque en verdad es Su Corazón que está cuidando de todo, hasta de los más pequeños detalles.
Pido, hijos Míos, que todos los grupos orantes del mundo que estarán apoyando amorosamente esta misión de paz en Uruguay, se coliguen internamente con la majestad de los Espejos de luz de Aurora; porque será a través de Mi Centro Mariano de Aurora y de la oración en los diecinueve departamentos, al mismo tiempo y a la misma hora, que el universo celestial de la Hermandad podrá llevar adelante una importante tarea de rescate y de liberación del pueblo uruguayo indiferente.
Esta obra, que está formada por cada uno de ustedes, es posible cuando existe la correspondencia y la prontitud, porque en este tiempo, hijos, la Jerarquía convoca a todos los orantes para que en consciencia y amor ayuden a trascender y liberar las deudas de las naciones y de todo su pueblo como es el caso de Uruguay.
Estaré desde ahora muy agradecida por la adhesión de todos.
Unidos por la misión de paz,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz y Señora de los Treinta y Tres
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más