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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Para seguir Mi camino existe una única senda que es la senda del corazón, una senda segura y protegida de toda interpretación e interferencia.
Si el discípulo no camina a través del corazón, estará perdido, porque su propia persona humana lo confundirá.
¿El discípulo se ha dado cuenta cuando ha caminado por la senda del corazón, pero también cuando no lo ha hecho?
Esa es la tónica de este tiempo, seguir la senda del Corazón del Maestro para que, en este tiempo de tribulación, los guíe el Espíritu Santo a través de Mí, por intermedio de Sus Dones y Gracias.
La senda del corazón es un camino siempre abierto, y diría imborrable, porque la senda del corazón es guiada por el espíritu de cada ser, cuando la persona humana permite que su espíritu actúe y obre.
Imaginen que, si su Maestro y Señor no hubiera dado Su vida a través de la senda del corazón, aun en el Calvario, ¿cómo habría podido consumar Su entrega durante Su Muerte en la Cruz?
El camino y la senda del corazón, tarde o temprano, lleva al discípulo a morir para sí mismo; para que Yo, como Maestro y Señor, pueda renacer en él.
Pero esa senda del corazón debe mostrarse a cada uno, deben buscarla incesantemente a través de sus buenas obras y oraciones; porque la senda del corazón es el camino de los que se humillan ante Cristo, de los que ya no quieren nada más para sí, sino el bien común de la humanidad.
Les parecerá simple lo que hoy les digo a Mis discípulos, pero sé quién vive la senda del corazón y quién no.
Pacientemente, espero que muchos más se animen a caminar por la senda del corazón para poder descubrir su verdadero ser y su verdadera esencia; porque no será en las explicaciones que encontrarán la senda del corazón, sino en la convicción absoluta de aspirar a vivir en Dios, de aspirar a encontrar a Mi Corazón, de que sean uno en Mí, así como Yo Soy Uno en todos para que Mi Padre, que está en los Cielos, pueda ser en ustedes.
Los grandes santos y discípulos de Oriente, los buscadores de la verdad, los que realmente buscan la verdad y no la condicionan, vivieron la senda del corazón. En algún momento de sus caminatas encontraron ese camino.
Y muchos de esos santos y discípulos de Oriente tuvieron que renunciar a sus propias realizaciones o también a sus propias aspiraciones. Porque para llegar al final de ese camino, que es Mi propio Corazón, existe una única condición para que sus vidas y la vida de sus hermanos puedan vivir definitivamente en Mi Corazón: la condición del despojamiento.
Parece una simple palabra, pero no lo es, porque la santidad se alcanza a través de la senda del corazón y nunca se alcanzará a través de la senda de la ilusión.
¿Cuáles son las ilusiones que aún rodean a sus consciencias?
¿Cuáles son los sueños que cohabitan en ustedes y que no son sueños de Dios?
Ante todo esto, ¿cuál es la regla de sus vidas?, ¿cuál es el código de su evolución?
¿Cuál es la causa de hoy estar aquí delante de Mí, respondiendo a Mi Llamado?
Lo mismo, ustedes podrían preguntarme:
¿Cuál es el motivo de que aún estés aquí, Señor?
¿Qué es lo que Te mueve para llegar del Cielo a la Tierra, para vivir este gran encuentro con las almas?
¿Qué es lo que Te hace incansable, Señor, paciente, humilde y amoroso?
¿Qué es lo que Te impulsa a llegar aquí; aunque encuentres a Tu alrededor, Señor, casi todo en ruinas?
¿Cuál es la respuesta?
El Amor, que es lo que Me permitió llegar hasta la Cruz para ser crucificado, muerto y sepultado; porque el propio Dios, en Su persona humana, se dejó morir para que ustedes pudieran resucitar. Y sé que esto todavía es parte de un misterio divino, hoy incomprensible.
Pero es un acto de Amor que su Maestro haya muerto en la Cruz; que hoy esté aquí, esperando que muchos más se decidan, de una vez y para siempre, a seguir el camino, la senda del corazón, para que comprendan la razón de Mi Voluntad y de Mi deseo ardiente por las almas.
Como les dije hace algunos meses, ahora es el tiempo y ahora es el momento de que cada uno camine con sus propios pies, pero sin arrastrarse en sus lamentaciones o en sus incomprensiones, que camine decidido y firme en el amor, en la Sagrada Enseñanza que Yo les he entregado durante tanto tiempo.
Porque ha llegado el tiempo de actuar a través de lo que les fue enseñado e impartido por Mi Corazón. Mientras tanto, el mundo que sufre, las almas que padecen, los corazones que agonizan sin ver el amor, la luz y la verdad, esperan por discípulos y servidores decididos.
Yo los quiero Conmigo enteros, porque una Voluntad tan amplia y desconocida no se puede concretar y realizar en corazones tibios, porque sería insostenible.
Siempre estoy aquí para mostrarles el camino y la salida. Las señales ya fueron claras. Los impulsos ya fueron entregados. La Misericordia fue distribuida y compartida entre todos, así como Mi Gracia, a través de la bendición de los Santos Sacramentos.
Que esta amnistía, que les ha otorgado Mi Madre Celestial en estos días de positiva coyuntura espiritual, sea bien aprovechada y respondida por las almas, porque existe una única razón para todo esto, es que, a través de las almas rendidas a Mis Pies, se pueda cumplir Mi Voluntad.
Por eso, vengo aquí, de tiempo en tiempo, a golpear la puerta de sus corazones, aunque ya Me hayan escuchado. ¿Pero, verdaderamente Me escucharon? ¿Se sumergieron verdaderamente en Mi Mensaje? ¿Dónde están los talentos que vengo a buscar?
No puede quedar solamente en los libros, Mi Palabra es un acto de comunión para que viva ardientemente en los corazones. Mi Palabra es agua viva que retira toda sed, porque no habrá santidad en esta vida sin atravesar el desierto.
Si su Maestro y Señor la vivió, ¿por qué ustedes no podrían vivir la noche oscura? Si Yo Soy para ustedes la Luz del mundo, ¿a qué oscuridad le temen?
Así, Yo vengo a disipar las tinieblas, principalmente en los corazones. Mi Palabra se sembrará una y otra vez en los corazones que confían en Mí.
He aquí la senda del corazón para todos. ¿La atravesarán?
Piensen en lo que les digo. Mediten en lo que les entrego. Abracen lo que les otorgo. Porque Yo ya Me estoy yendo para prepararme para el gran momento.
Y en los momentos más culminantes del mundo y de la humanidad, cuando Yo ya no pueda venir aquí, deberán recordar y revivir estos momentos, las innumerables Gracias que fueron impartidas y derramadas, como tantas estrellas en el universo.
Que esto pueda ser honrado y valorado por la consecuencia de sus actitudes y, sobre todo, de su entrega a Mi Corazón.
Vengo a hablarles a los discípulos que ya caminaron mucho tiempo. Vengo a hablarles a personas adultas, conscientes y despiertas.
Esto es lo que hará que Mi Obra sea posible en la Tierra, sobre todo en estos tiempos, en donde el amor y la paz deberán ser la premisa, la regla primera de la vida, para que todos se consigan sostener, porque eso es hermandad.
En este primer día, antes de celebrar la Santa Comunión, dejen sus corazones vacíos para que Mis Palabras puedan entrar y trabajar en ustedes, como pequeños destellos de Luz que provienen de la fuente de Mi Amor, de Mi insondable Misericordia.
Que Mi Paz permee cada esfera de la Tierra.
Que Mi Paz permee y se profundice en cada corazón.
Que cada célula y átomo reciba Mi Paz, para que se alcance la cura y el perdón.
Por esta Paz que hoy reina y nos colma en el Reino de los Cielos, Yo los bendigo y les agradezco por estar aquí, por buscar a su Señor en la verdad del corazón.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Quien busca el Gran Sol siempre alumbrará su camino. Por eso, en esta tarde vengo al encuentro de Mis apóstoles y, junto a Mis doce apóstoles del pasado, vengo al encuentro de los Nuevos Cristos, de los Cristos internos.
En esta tarde, como Yo lo he hecho en el pasado, lavaré vuestros rostros y vuestros pies y consagraré el pan de vida para que se retiren de aquí unidos a Mí, en sintonía con Mi Corazón.
Las almas esperan por este gran momento, aquellas que están distantes de vuestros ojos y que necesitan alcanzar la paz.
Mi Misericordia viene al mundo para liberar a los corazones heridos. Por eso, deberán estar las puertas abiertas para que Yo pueda entrar en vuestras vidas. Si ustedes no Me abren vuestra puerta interior, no podré entrar.
Estamos en un tiempo de cambios y este cambio es regido por Mi Corazón, pues el Universo de Mi Padre Me lo encomendó.
Quien esté unido a Mí no perecerá. Estará guiado todo el tiempo.
Reconozcan, en esta tarde, que Mi sacerdocio es único y no es de este mundo. Pero Mis Rayos descienden sobre los pastores para que puedan encontrar el mismo canal de Luz, la Fuente que provee la vida y alimenta a las almas con el Espíritu de Dios.
Bienaventurados aquellos que Me siguen sin demora, porque estarán Conmigo en el fin del tiempo y, a pesar de las pruebas, Yo los erguiré hacia el encuentro con Mi Padre.
Quien comulga Conmigo de corazón, comulga Conmigo de alma y de espíritu, y todo su ser es permeado por Mi Luz.
Por eso, es hora de que acepten las Leyes del Cielo para que la vida se renueve y los que están en vida muertos, despierten al Espíritu Mayor de Mi Corazón.
Pregúntense si en verdad están Conmigo.
La oración les ha mostrado las señales, especialmente a los que estaban atentos.
La oración es el camino que se construye hacia el infinito. Así el alma no caerá en los abismos, porque caminará segura a través de Mis Pasos.
Mi Agua lava vuestras manchas. Mi Sangre purifica vuestros corazones. Mi Alma los consagra a Dios y Mi Divinidad conduce a vuestros espíritus hacia la Vida Mayor.
Oración: Padre Nuestro (se repite varias veces).
El camino de la consagración interior es para todas las almas del mundo. Todas las almas que se coligan con Mi Espíritu y con Mi Corazón reciben Mi bendición y Mi Gracia permanentemente. Cada alma puede entregarme un paso de su consagración. Todo eso es considerado profundamente por Mi Corazón.
Lo importante, Mis queridos amigos, es que estén unidos a Mi Corazón, así todos ustedes estarán unidos como uno solo y formarán el nuevo rebaño en este tiempo definitivo.
Por eso, hoy les dejo estos dos Sacramentos que renuevan a las almas a través de los tiempos. Ellos son la Comunión con Mi Cuerpo y con Mi Sangre y el Bautismo a través del lavado de vuestros pies. Así, el pasado se borra espontáneamente y podrán llegar a Mi Mesa renovados en amor y en verdad.
Hoy estoy más presente entre ustedes, porque Me han abierto una puerta.
Desearía que todos Me vieran, pero no lo tengo permitido. También Mi Presencia respeta las Leyes.
Todos somos regidos por un Bien Mayor y a él debemos responder para que el bien esté en todas partes y, de esta forma, la sagrada unidad una a todas las almas bajo el principio del Amor, el Amor único, el Amor puro de Dios.
En la Última Cena, reuní a los que había convocado desde el universo para que pudieran compartir Conmigo el camino de la consagración. Por eso, fue necesario desterrar los aspectos de la vida. Y este legado, que Yo les entregué en la Eucaristía, fue para poder generar esos efectos en todas las almas.
Es necesario dejar el pasado para poder nacer nuevamente en espíritu. De esta forma, ustedes renovarán vuestras vidas y cada día estarán más cerca de Mi Corazón.
Cuando Yo les entrego Mi Cuerpo para que lo puedan comer, es para que puedan estar más próximos a Mí, bien cerca del Reino del Cielo, lugar hacia adonde, algún día, deberán ir con vuestros hermanos, con la humanidad.
Que el Espíritu Santo acompañe este momento, que el Amor del Padre guarde a cada esencia de este mundo y que el Hijo de Dios los reúna en celebración y alegría en esta tarde de infinita Misericordia.
Yo confío en los Míos, como los Míos confían en Mí.
Consagro estos elementos, señales vivas de la unión con Mi Espíritu en todo este universo material.
Bajo el Amor del Padre, el Bien del Hijo y la Protección del Espíritu Santo, desciendan el Reino de Dios y la conversión sobre todas las almas, para siempre.
Que así sea para el bien de todas las consciencias.
¡Gracias por hoy estar Conmigo!
Fray Elías del Sagrado Corazón:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Gracias, Jesús, por cuánto nos das!. En este encuentro, Te honramos Señor. Amén.
Queridos compañeros, todo Maestro da anuncios divinos para las almas. Por eso, en esta noche recibirán la visita especial de San José, el Siervo fiel de Dios. Sigan Sus pasos para encontrar la paz.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Es muy lindo recibir al Maestro de una forma sorpresiva, porque nunca sabemos que nos va a pedir. Pero todo lo que Él nos pide es por un Bien Mayor, como Él nos dijo hoy. En ese momento, sentimos que es lo que cada uno de nosotros necesita internamente para su vida.
Queríamos hacer un pequeño relato sobre cómo Él llegó hoy hasta aquí, que es algo que nos pidió que compartiéramos.
Él vino del universo, en este día, acompañado por muchas galaxias. Había un camino infinito trazado hasta aquí, hasta la Tierra.
A la derecha e izquierda, Nuestro Señor era acompañado por algunos Arcángeles y algunas legiones de esos Arcángeles. Ellos venían también como en un movimiento de procesión, en un movimiento sagrado.
De una forma repentina, antes de que Cristo llegara, apareció sobre el palco la escena de la Última Cena. De repente, Él nos mostraba cómo lavaba los pies y las manos de Sus apóstoles.
Él estaba llamando a cada uno de ellos para que se sentara a Su Mesa. En ese momento, pensamos que nos mostraba algo que ya había sucedido, pero durante Su Aparición, nos explicó que era algo que nos estaba pidiendo que volvamos a ejercitar, que volvamos a recordar aquello que hicimos alguna vez con Él.
En ese momento, Él presentó a los doce apóstoles, llamándolos “los doce renovados apóstoles”, que están sirviendo en misión, aquí en la Tierra, una misión espiritual, una misión que Sus apóstoles, los que estuvieron con Él, tienen con la humanidad en este tiempo.
Es algo que vamos a descubrir, según Él nos dijo, de una manera desconocida y de una forma que tomará de sorpresa a la humanidad para que ella se prepare verdaderamente a través de los apóstoles que estuvieron con Jesús, para cuando Él regrese.
Fray Elías lee el mensaje diario transmitido.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más