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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
He aquí la Señora del Silencio que, a través del Silencio de Dios, contempla la situación planetaria y especialmente la situación de las almas.
Es este silencio bendito y sagrado que Me permite proteger a las almas más necesitadas de Misericordia, porque el Amor de Dios es muy grande y desconocido.
Es Su Amor Infinito y Sabio que, a través del sagrado silencio, detiene a las fuerzas del mal y las destruye; porque no hay nada ni nadie en este universo, en el Cielo o en la Tierra, dentro o fuera de los seres, que se pueda oponer al Amor de Dios.
Cuando la vida o las situaciones no están en el Amor del Padre, es cuando el mal entra y divide, distrae y perturba a la mente y a las consciencias.
Cuando muchas veces la Jerarquía Espiritual llamó a las almas tan claramente al silencio, no era solo para poder establecer la paz en esta superficie, sino para que cada uno pudiera hacer su revisión interior y su reflexión.
Como verán, Mis amados y queridos hijos, ¿dónde quedarán estas sagradas semillas que ayer Yo les traje? ¿Dónde se depositarán? ¿Dónde está la tierra fértil que la Divina Madre está buscando?
Por eso, estoy aquí y sigo buscando esa tierra fértil en los corazones, pero busco la vida de los corazones que esté despojada de sí misma y en entrega, lejos de las adversidades de estos tiempos, pero no ausentes de todo lo que apremia a la humanidad, lejos de la indiferencia, próximos al amor para estar cerca de la caridad.
Pero no solo en el servicio a los que más sufren y padecen, que es el espíritu de la Jerarquía: servir a los que sufren y a los que padecen; sino también la tarea de las almas en este mundo, la misión espiritual, debería ser la escucha.
Por esta razón y en este día, en el que culmina una etapa importante de la Obra de la Jerarquía Espiritual en los Estados Unidos, en el que ya se puede ver en el horizonte el despuntar de la futura Comunidad-Luz de Monte Shasta; la Divina Madre les trae este silencio para vivir una síntesis, pero no como la síntesis que vivieron en otros tiempos, sino una nueva síntesis, es decir una nueva reflexión y meditación sobre los aspectos que han podido corroer sus vidas, incluso a sus espíritus.
Porque, ante esta difícil realidad de la superficie de la Tierra, la Jerarquía ya no puede desperdiciar sus perlas preciosas, es decir todos sus tesoros del Cielo. Muchos más necesitan ser consecuentes, no es suficiente con muy pocos. Y esto, queridos hijos, comienza primero dentro de cada uno, en la decisión que es tomada para sus propias vidas, en las acciones que son realizadas y que repercuten en muchas situaciones.
Será necesario en este último ciclo, hijos Míos, para poder seguir los pasos de la Obra de la Jerarquía así como está determinado, que se puedan replantear muchas situaciones internas y externas. Aquí y ahora no puede existir la culpa o el engaño, la justificación o la permisividad propia; aquí debe reinar el Espíritu Santo del entendimiento, de la ciencia, de la sabiduría y de la aceptación.
Porque cuando cada uno de ustedes, de tiempo en tiempo, es invitado a dar un nuevo paso y a subir un nuevo escalón, hay algo que necesita ser purificado. La Ley de la Purificación seguirá actuando en estos tiempos, queridos hijos, pero no como la mayoría lo entiende o lo comprende, la Ley de la Purificación viene a liberarlos de ustedes mismos para siempre.
Como ayer les dije, hoy les vuelvo a repetir para que no lo olviden: la Divina Madre también se purificó en el Templo cuando ofreció a Su pequeño Hijo en las Manos de Dios. ¿Acaso, eso está equivocado?
El universo es dinámico y constante. Y así, como el universo es dinámico y constante, su transformación debe ser constante. Nada, en este universo, puede permanecer estático o inmóvil. La evolución del universo se mide no solo a través de los grados de amor, sino también de los grados de consciencia. Esto es lo que los acerca a los grados de perdón, es la puerta que se abre a la redención.
Por eso, estén atentos, Mis hijos. La Jerarquía no podrá detenerse ante la emergencia del planeta, ante la necesidad de paz en las naciones y en los pueblos, ante la urgente necesidad de unidad entre las consciencias. Pero, cada uno de ustedes, colocándose la mano en el corazón, pregúntense ante el Sagrado Corazón del Señor:
¿Estoy dispuesto a renunciar? ¿Estoy dispuesto a ir más allá de mí mismo por un Propósito Mayor que desconozco completamente, por una Voluntad Mayor que a veces no consigo alcanzar?
Para eso, tienen la llave maestra de la fe, una fe que no puede ser sepultada por las acciones incorrectas dentro de la Obra Espiritual de la Jerarquía, por la condenación o el castigo a los que no lo merecen.
Hoy, Mi Hijo Me envió a través de Su sagrado y bendito silencio, porque ustedes saben que el silencio habla más que las palabras, que el silencio emite más mensajes que el verbo, porque el silencio es curador, el silencio es redentor, el silencio es renovador y es sublime.
Cada uno hará, en este tiempo, su examen de consciencia. Aún los estamos esperando, porque la aspiración de Cristo es que existan apóstoles maduros y decididos que no retrocedan por el desarrollo de los tiempos o aun por los acontecimientos de la vida; pero sí que, entre todos como hermanos y hermanas en Cristo, vivan bajo la Ley del Amor y de la Verdad, Verdad de la que algunos aún se esconden. La Jerarquía lo sabe, pero no lo juzga, porque la condición humana es capaz de ir muy lejos, es capaz de intentar paralizar Nuestro Plan.
La Jerarquía lo sabe profundamente; pero la Jerarquía no se detendrá por eso. La ayuda misericordiosa a través de una intervención en este mundo es urgente.
Caminaremos al lado de quien siga Nuestras orientaciones y no las modifique. Esta es Nuestra última decisión ante la realidad planetaria.
Los niños y niñas ya crecieron, es hora de asumir con adultez espiritual esta Obra, es hora de reparar a los corazones que fueron heridos y lastimados.
El mundo interno de aquel a quién le estoy hablando ya lo sabe, porque Mi Hijo Me lo pidió suplicando. Aún hay mucho por hacer, pero todo se podrá hacer si lo permiten.
El Cielo no viola las elecciones humanas; el Cielo solo eleva, abraza y ama la vida de cada ser, aun imperfecta. Pero la imperfección será transformada por el Amor y si ustedes aprenden todos los días a vivir en la Santa Justicia, que no es la justicia que se practica en este mundo, ni siquiera entre ustedes. Por eso, no se alejen de la Verdad.
En nombre de Mi Hijo, vengo a quitarles las vendas de algunos ojos, para que ya puedan ver la realidad y así comprenderla.
Seguiré orando para que todo se redima y se cure. Ya no es tiempo de esconderse, es tiempo de enfrentar el final de los tiempos, así como lo hace la valiente Jerarquía y así como Nuestros Sagrados Corazones los impulsan también a hacerlo.
Está todo dicho. Ahora solo bastará orar por las consecuencias y orar de corazón, como nunca antes lo hicieron. Porque Dios es Amor, pero también es Justicia y Él nunca permitirá que desaprendan Sus Principios y Sus Atributos, y hará cualquier cosa como un buen Padre Celestial para que los que están ciegos se salven.
Me retiro de aquí, agradeciéndoles desde lo más profundo de Mi Corazón Inmaculado, por todo lo que fue vivido y construido espiritualmente en los Estados Unidos, incluso en todo lo que podrá despuntar en Canadá y en Alaska.
Pero Nuestra mirada, y quiero que no lo olviden, está en todas las necesidades. La Jerarquía Espiritual no es selectiva, la Jerarquía Espiritual abraza con Su Luz a todos los que la necesiten, a todas las causas urgentes, sean internas o externas.
Es así que, a lo largo de los tiempos, de los siglos y hasta que retorne Mi Hijo al mundo, las Divinas Jerarquías trabajamos por la paz y esperamos que ustedes trabajen de verdad por la paz. Pregúntense si lo están haciendo.
Les agradezco y los bendigo a todos los que Me escuchan, en especial a los pioneros del Núcleo-Luz de Monte Shasta.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vengo a este mundo por aquellos que no merecen Mi Gracia.
Que hoy vengan a Mis pies los que están cansados. Que vengan a Mis pies los que ya no soportan sus miserias; los que aún no encuentran el camino de salida para vivir su sagrada transformación.
No puedo tener cerca de Mí a los que no viven la gratitud, la consideración con sus semejantes, ni la unión perfecta con la Obra grandiosa de Dios.
Dios les pide cosas simples, pero también muy insignificantes.
Mientras el mundo agoniza, Yo vengo por aquellos que en verdad viven la desesperación, el terror de estos tiempos, la persecución, el exilio, el hambre, la enfermedad y las catástrofes del mundo.
Hoy vengo, en esta noche, por los Estados Unidos. Vengo por Mis corazones valientes de Norteamérica; por los que han tenido fe en Mi Gracia y por los que perseveraron en la oración del corazón, a pesar de lo que esa nación estaba viviendo en estos tiempos.
Yo deseo, nuevamente, queridos hijos, con su ayuda y su colaboración, retornar a los Estados Unidos, para volver a traer hacia Mi Corazón Inmaculado a todos los que precisan de Mí, a los que siguen Mis pasos y que en estos tiempos viven su purificación desconocida, sin saber cómo salir de sí y a veces sin encontrar el camino de luz, que los pueda llevar a la cura de sus heridas, de sus errores, de todas sus incomprensiones.
Hoy, vengo por las regiones del mundo que viven la agitación planetaria, el desorden mundial y la falta de fraternidad y de caridad entre los seres humanos.
Hoy, hijos Míos, vengo en verdad por los que más necesitan. Ustedes aquí recibieron muchas gracias, más de las que merecerían. Estoy siendo sincera y justa, así como Mi Padre y vuestro Dios lo ha pedido. Tengo que ser verdadera, queridos hijos, honesta con todos ustedes, para que puedan crecer desde el amor de sus corazones, a partir de un acto de valentía y de coraje, de liberar sus resistencias y formas, por todos aquellos hijos en el mundo que no tienen paz, que no encuentran sosiego, que no tienen hogar, ni siquiera tienen país en donde poder posar sus pies.
Los invito, queridos hijos, con la honestidad maternal de Mi Corazón, a que finalmente salgan de sí mismos, me ayudarán mucho a liberar Mi Corazón, y Yo tendré lugar y espacio para poder soportar el verdadero sufrimiento planetario y no sus pequeños e insignificantes sufrimientos.
Los invito, queridos hijos, a que abran los ojos del alma, que miren hacia el horizonte y vean a su alrededor los abismos que vive el planeta y su humanidad. Yo los he invitado a través de los tiempos, para que Me acompañaran en un trabajo planetario y no en un trabajo doméstico, para que sus consciencias se pudieran expandir por medio de esta Obra y alcanzar grandes esferas de la consciencia, con el fin de que puedan comprender, todos los días y un poco más, el sagrado Plan del Creador.
Hoy, Me acongojan las almas que no pueden dar sus pasos, porque en verdad pueden darlos por medio de este Centro Sagrado y de esta vida grupal y comunitaria. Existen todas las llaves de todas las puertas, para poder trascender la condición humana.
Mi amado Hijo, durante un año consecutivo, les entregó la experiencia de San José. Y este amado Instructor de almas se donó completamente a ustedes, para que lo pudieran imitar en el ejemplo simple y humilde de Su consciencia, y especialmente por intermedio de Sus mensajes, para que sus vidas fueran el testimonio de San José.
¿Dónde están esas enseñanzas? ¿Cómo ellas han repercutido en sus vidas?
No pierdan las llaves del Cielo. No desperdicien los tesoros del Cielo, porque en el Universo nada se desperdicia, todo se transforma hasta que alcance la Luz verdadera, la conversión y la redención.
Ya no vengo a llamar más a los niños de siempre. Ustedes ya son adultos ante Mi Presencia Maternal.
No consuman su tiempo en cosas innecesarias que pueden cristalizar sus espíritus y todas sus consciencias, por el simple hecho de no querer dar el paso.
Así como les agradecemos todo lo que han hecho posible a Nuestros Sagrados Corazones, para esta misión de paz en el mundo, también los debemos corregir, aunque exista mayor resistencia, porque queremos, aspiramos y rogamos a Nuestro Padre Creador que sigan siempre por el mismo camino, sin desviarse de los senderos de Cristo, por cosas tan mezquinas.
El mundo está sufriendo y precisa de ayuda. Las almas están viviendo el caos, las inundaciones, las catástrofes, la falta de esperanza y de fe, como lo han vivido los Estados Unidos.
Yo iré hasta aquellos hijos que aún no Me aceptan, porque no conocen el amor de verdad. Yo iré hacia aquellos hijos que están en los Estados Unidos, esperándome abiertos de corazón y con una esperanza desconocida, que han abierto la puerta para que Yo pudiera retornar, hasta que conquiste a cada corazón pecador y se convierta por el Amor de Mi Hijo, un Amor infinito e invencible.
No quiero que se sientan angustiados ni tampoco que vivan ninguna lamentación. Necesito que crezcan de verdad y no solo interiormente, sino también externamente. Que puedan demostrar a Mi amado Hijo que han comprendido Sus instrucciones y que se esfuerzan todos los días para ser muy semejantes a San José.
Ahora es la prueba que cada uno de ustedes debe cruzar. San José les explicó los detalles, durante un año consecutivo, sobre el simple camino de la transformación interior. Si este Plan de Amor que traen los Sagrados Corazones no da resultado en ustedes, ¿qué será de la humanidad? ¿Quién testimoniará Nuestra Presencia? ¿Quién será partícipe de su propia redención?
Mediten en los mensajes y vívanlos, porque así demostrarán a Dios que Mis palabras no han llegado a ustedes en vano.
Estamos en un tiempo de grandes exigencias, en el que la mayor parte de la oscuridad reina en el planeta y miles de almas son llevadas a la perdición, minuto a minuto, segundo tras segundo.
Mi Hijo, en esta noche, Me ha pedido que sea clara con ustedes, sin ninguna restricción, porque Yo los amo tanto que deseo el bien para sus almas y que este bien se realice hasta en los pequeños detalles.
Nunca más se vanaglorien. Nunca más busquen la autorrealización interior. Vivan el desierto que Dios les presenta, porque así Nuestras manos nunca se separarán de sus manos y serán guiados hacia el final del desierto, hacia el Portal del Corazón de Dios.
Necesitamos que sean lo que pueden ser, pero de verdad; porque eso los hará libres de todas sus limitaciones, de todas sus imperfecciones, de todo lo que se resiste y aún no quiere cambiar.
Ya tienen Mi suficiente Amor para transformar sus vidas en el Sagrado Tabernáculo, donde el Corazón de Mi Hijo será depositado para poder iluminar y transmutar los abismos de la Tierra.
Eso es todo lo que Yo les quiero decir con la sinceridad de Mi Corazón maternal, aspirando a que algún día comprendan mucho más el espíritu de Mis palabras, el sentido de Mi mensaje, la intención de Mi consciencia para con cada uno de ustedes, sin hacer ningún mal.
Llenen Mis ojos de alegría y no más de tristezas. Llenen Mi rostro de luz y no más de desconsuelo, porque ya bastante tengo con el mundo, que Me da las espaldas y no acepta Mi Amor.
Ustedes sí son parte de Mi Amor y los necesito libres de sus propias resistencias, de sus propios miedos, de sus constantes dificultades, para que pronto puedan encontrar a Cristo en su interior y así Él pueda realizar Su Obra, la Obra que tanto espera.
Sigamos rezando a Dios para que puedan estar conscientes de la realidad planetaria y menos de ustedes mismos. Porque mientras están aquí, hijos amados, niños en el mundo entero son explotados, niños tan pequeños son vendidos y mujeres en el mundo abortan lo que Dios les entregó con tanto amor.
¿Quién será responsable de esta deuda planetaria? ¿Quién dará la cara ante el Creador para pedir una oportunidad y una Gracia incalculable?
Aunque no lo parezca, esa es Mi misión, y Yo los necesito transparentes, verdaderos, sinceros los unos para con los otros, libres de mentiras, de ilusiones y de toda soberbia; porque estando libres de todo, Dios verá, con Sus ojos de Misericordia, que Sus más preciados tesoros del Cielo no se perdieron en sus corazones, ni tampoco en sus vidas.
Los invito a reflexionar para comprender con la sabiduría del corazón, en dónde están presentes, en qué Obra están participando; porque en el día del Juicio Final, queridos hijos, ustedes y sus ángeles de la guarda deberán declarar por todo lo que recibieron y qué hicieron de esos más preciados tesoros.
Les traigo la consciencia, para que puedan crecer y madurar pronto. Esta Obra no se puede realizar con consciencias inmaduras, sino con almas verdaderas, verdaderas de corazón, a pesar de sus imperfecciones; porque Yo vengo a buscar en este tiempo el bien que habita en sus consciencias y no sus obstáculos. Si Me lo impiden, por más que sea un pequeño detalle, no podré colocar Mi Cetro de Luz sobre ustedes y Mi Gobierno Celestial, que es parte del Gobierno del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, tendrá restricciones para poder proceder en la humanidad.
¿Ahora comprenden, queridos hijos, la diferencia de estar dentro de Mi Corazón o fuera de Él? Un simple paso desviado podría cambiar los acontecimientos. Observen su caminar y se darán cuenta de cómo están sus actitudes y su responsabilidad ante el Plan del Creador.
Para poder continuar con Mi Obra en esta superficie los necesito decididos. Mi amado Hijo ya no puede aceptar corazones tibios, porque si fuera así, Su Obra nunca se realizaría.
Reflexionen y mediten, antes de que todo suceda. El mundo está en llamas y muchos se están quemando, sin siquiera percibirlo.
Es hora de trabajar por un Plan de Amor que sea posible para todos y especialmente para aquellos que están más lejos de Dios.
Esta es la Ley que hoy les presento: “Ámense los unos a los otros”, así como lo dijo Mi Hijo, para que se pueda cumplir el Plan.
Recuerden que su libertad es respetada en este Universo. Como hoy les dije, la decisión está en sus manos.
Les agradezco.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más