Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN LA 122.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Contempla, a través de tu corazón, Mis Sagradas Reliquias. Sumérgete en el Misterio Divino de Dios que hoy te revelo, sírvete de este momento como si fuera el último.

He aquí el Cáliz de la Redención, que guarda en sí mismo los códigos originales de la raza humana.

Este es el Sagrado Instrumento que se ofreció, entre las Manos del Señor, para reintegrarle a la humanidad el único y verdadero código genético, aquel código que debería cumplirse y manifestarse a través de la raza.

Por eso, tuve que entregar Mi Sangre y Mi Cuerpo en las condiciones más inimaginables, para que esta civilización de la superficie de la Tierra recuperara su código original, aquel código que Dios creó en la Fuente a través de los Padres Creadores por medio de la ciencia divina y cósmica, código que a través de los tiempos se ha degenerado por diferentes experiencias y errores.

Así como fue en el Jueves Santo, en el que el Señor, a través de Su Sangre y de Su Cuerpo, recuperaría el código original de esta humanidad; hoy, a través de la Sagrada Reliquia, el Santo Grial, el Señor se prepara para recuperar este código que se volvió a degenerar en los últimos tiempos.

Pero esta vez, lo recuperaré a través de Mis últimos apóstoles y discípulos, de todos aquellos que ofrezcan su propia consciencia para ser parte del restablecimiento del código genético de la humanidad en la Nueva Tierra. Sé que hoy no comprenderán este misterio, porque no abarca la parte intelectual y humana, pero cada uno de sus espíritus puede ser un receptáculo que reciba este Principio Creador.

Porque este código genético de la humanidad se recuperará a través de los últimos servidores, de todos los que estén dispuestos en el final de los tiempos a ir más allá de sí mismos, trascendiendo sus aspectos humanos y confiando plenamente en el espíritu de Mi Gracia, que les concede este importante momento a todos.

Recuerden que, como civilización en la superficie de la Tierra y desde el principio de este Proyecto de Dios, a través de esta humanidad, cada uno de ustedes guarda en su genética ese código que, a través de los tiempos y de las experiencias y, sobre todo, a través de la escuela de los grados de amor y de la redención, este código que se guarda en su propio ADN, en lo más profundo de las moléculas de sus consciencias, deberá convertirse en un Código Crístico por medio de la Gracia del Amor que Yo les doy.

Es así que, en Mi Retorno a la Tierra, este será Mi primer y gran movimiento planetario; porque no podrá surgir una Nueva Humanidad sin que todas las consciencias posibles, en los cuatro puntos de la Tierra, recuperen en sí mismos, a través de su ADN, ese Código Crístico.

Pero quiero recordarles, para que no piensen que esto es imposible o inalcanzable, que llegar a ese Código Crístico de Amor y de Redención lo podrán hacer por intermedio de sus almas y más aún de sus seres superiores, en los que reside la llama sublime del Espíritu que les proporciona los dones, las Gracias y las virtudes a las almas.

Sus almas deben ser el puente para que esto suceda, para que al igual que muchos santos y yoguis de Oriente, sus vidas también se santifiquen en el Señor, así como la vida de cada uno de los santos y yoguis de Oriente se santificó en la Creación.

Para que la humanidad despierte a este sagrado conocimiento de la Creación, proporcionado grandiosamente por el Arca de la Santa Alianza y en especial por el Santo Grial, es que Yo hice milagros eucarísticos en varias partes del mundo, para que crean.

He estigmatizado a algunas consciencias para que la humanidad crea que, así como Yo estoy presente en el Sacramento del Altar, en cada nueva celebración eucarística o en cada adoración al Santísimo, Mi Código Crístico Redentor también puede estar presente físicamente en ustedes; porque quien recibe ese Código Crístico Redentor trasciende gradualmente su consciencia y su materia, se desprende de lo mundano y hasta de lo cotidiano, se aparta lentamente de las energías que no permiten la evolución.

Crean entonces, compañeros, que a través de cada nueva Comunión que reciben, o a través de cada celebración de la que participan, están ante las puertas del Código Crístico del Señor que los transustancia si ustedes lo permiten, así como el pan y el vino se transustancian en el Altar.

Por eso, les dije que en el mundo realicé y permití milagros eucarísticos, para que nadie tuviera dudas de que Yo estoy presente y escondido en el misterio del Altar y, más aún, puedo estar presente y vivo eternamente en las almas que abren su corazón para recibirme en gloria.

Quisiera que estuvieran atentos al momento de la celebración eucarística, para que estén conscientes de lo que sucede espiritual y físicamente durante el momento de la transustanciación, como también en el momento de recibir la Santa Eucaristía.

El propio milagro de Amor, a través de la celebración eucarística, no solo les permite aproximarse a ese Código Crístico de Amor, de Redención y de Luz, o sumergirlos en Mi Insondable Misericordia, sino que sus almas también están ante la oportunidad de una amnistía espiritual.

Aunque Yo sé que pueden volver a caer muchas veces, quisiera que pudieran trabajar espiritualmente en esto para los tiempos que llegarán; porque no tendrán un lugar o un espacio, sino solamente en el Corazón del Señor que está abierto como un gran manantial inagotable, expectante, para que las almas reciban las Gracias de los Cielos.

Por eso, hoy les concedo a ustedes y al mundo la oportunidad de volver a estar ante el Santo Grial, aquel Sagrado Instrumento que fue testigo de la revelación del Amor de Cristo por las almas del mundo entero, que se sigue perpetuando a través de cada nueva Eucaristía.

Si ustedes abrieran aún más sus consciencias a este misterio, el misterio ya no sería misterio, sino revelación; y la ciencia sagrada del Espíritu Santo les daría más entendimiento y sabiduría para las situaciones de la vida, mismo para las causas imposibles.

Así como hoy ustedes reciben este Sacramento Espiritual, a través del Santo Cáliz, en el centro del gobierno de sus almas, así también hoy sus ángeles de la guarda son testigos, ante las Leyes de la Creación, y registran este momento único e irrepetible, que lo podrán llevar en sus almas para siempre, hasta que se cumpla la vida eterna.

Esto fue lo mismo que les ofrecí a Mis apóstoles, aunque ellos en ese momento no estuvieran prontos.

Pero Yo vengo a buscar aquello que reside en cada mundo interior. Vengo en búsqueda de ese Código Crístico que está en ustedes, para que esté al servicio de la Creación en el tiempo preparatorio del Retorno de Cristo.

Sumérjanse en esta realidad, compañeros, así como sus ángeles de la guarda se postran ante la Presencia del Santo Grial. Porque en este Cáliz, que hoy llevo entre Mis Manos, no solo está el testimonio de Mi Preciosa Sangre, el testimonio de Mi Amor por cada uno de ustedes, sino que aspiro y anhelo, profundamente, que algún día sus experiencias de amor y de redención también estén dentro de este Santo Cáliz, para que cuando Yo retorne al mundo en Gloria, pueda ofrecerlo a Dios, junto con ustedes, como reparación de todos los errores y agravios cometidos en el mundo, especialmente a los niños e inocentes.

Pídanle al Ángel de la Reparación, presente en cada nueva celebración eucarística, que los ayude espiritualmente a vivir este misterio para que sea una realidad en ustedes, de una vez y para siempre.

Después de vivir esta Comunión Divina Conmigo, ahora están prontos para vivir la Comunión Espiritual por medio de la celebración eucarística que ahora realizarán.

Quisiera, en este momento, que pudieran estar en quietud para meditar sobre todo este impulso que les traje hasta el momento en que vivirán la transustanciación de los elementos, del pan y del vino en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, y especialmente el momento en el que recibirán la Santa Eucaristía, recordando la intención de todo lo que les dije hasta ahora.

Les agradezco por estar aquí y sigan preparándose para la próxima Sagrada Semana.

Que Mis Palabras residan en ustedes, para que Mis Palabras no solo pasen por ustedes, sino que Mis Palabras concreten la Obra de la redención en ustedes.

Los bendigo en el nombre de la Paz.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.  


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Vamos, a pedido de Cristo, a prepararnos para la Comunión Espiritual, dando continuidad a este impulso que hemos recibido.

Y para que esto sea una realidad en nosotros, como Él nos pidió, mientras nos preparamos, vamos a cantar: “Adonai, Espíritu Santo”; para que el Santo Espíritu nos ayude en este momento, nos prepare internamente, así como colmó a nuestra Santa Madre y a los apóstoles en Pentecostés.

Confiemos este momento al Santo Espíritu de Dios.