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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
He aquí el Sol de Dios que fue creado en el cosmos para iluminar a todas las consciencias y a todas las criaturas. Este es el Sol infinito y cósmico que nunca se apaga, que siempre viene en auxilio de los que lo necesitan y de los que claman por Su presencia interior.
Pero hoy aquí, no estoy solo, sino acompañado por cientos de Soles más, que conocen la trayectoria infinita de este universo y de la Creación. Son las sagradas consciencias de otrora, consciencias que han venido caminando a lo largo de los tiempos, de los acontecimientos del universo y del planeta.
Por eso, hoy los Soles infinitos que responden al Creador están presentes aquí para irradiar sus códigos de Luz, no solo a sus consciencias, sino también a toda la humanidad que como saben atraviesa su noche oscura.
He aquí el Sol del Relicario de Dios, que espiritualmente se presenta para que las almas lo veneren y lo reconozcan dentro de sí mismas.
Esta es la eterna comunión que ustedes y sus hermanos deben alcanzar en este tiempo para poder sobrellevar los últimos acontecimientos, para que sus consciencias se transformen por dentro y por fuera, para que sus vidas sean otras, así como lo espera Dios en Su silencio y en la infinitud de Su Amor.
Reciban hoy la presencia de los Soles Jerárquicos de Dios, aquellas consciencias que responden a Su Proyecto Original, a Su Voluntad y a Su Designio, aquellas consciencias que conocen el origen de cada ser y que acompañan la trayectoria de cada alma y de cada espíritu en el planeta, aun de los que están en los errores y en la perdición.
Pero, a través del Sol de Nuestros Corazones, iluminamos los espacios oscuros de la consciencia y del ser para que se redima, traemos la paz que muchos buscan en este tiempo y que no la encuentran; pero tan solo colocando sus consciencias ante esos Soles del universo, que conocen sus orígenes y sus trayectorias, entrarán en comunión con lo Alto y con la Vida Divina; porque Yo, como su Maestro, y todas las Jerarquías hemos aprendido de la humanidad, de sus errores y de sus aciertos, de sus triunfos, pero también de sus fracasos.
Pero hoy, que sus espíritus se eleven a través de este Centro de Amor, tan silencioso y oculto, tan misterioso y desconocido, que solo se revelará a los puros de corazón, a los puros de intención, a los que no quieran nada más para sí mismos, a los que aspiren a vivir el vacío y la entrega a Dios, Nuestro Creador.
Es allí en donde los Soles de las Jerarquías depositarán sus tesoros en confianza y fe. Es allí, en el corazón de cada ser que se entrega a Dios y a Su Plan, en donde podrá espejarse y reflejarse Su Obra en la Tierra en estos tiempos críticos.
¡Cuán infinita es la riqueza de la vida interior de este universo! ¡Cuán amplios son sus dimensiones y planos, y toda su existencia!
Por eso, hoy vean a sus seres como un espíritu y no tan solo como un ser humano. Es ese espíritu en cada ser, creado por las Consciencias Solares, que les dará la fuerza de la perfección y de la transformación, de la paz y de la convicción de servir a Dios a pesar de todo, en todos los momentos de la vida y en todos los tiempos; porque, de esta forma, una parte de la humanidad está siendo preparada por Nuestras Consciencias Solares para que despierte el nuevo código de Dios, aquel que fue pensado por el Padre Eterno en su origen, antes de que todo existiera, antes de que todo fuera vida en la materia y en el universo.
Ahora, pueden ver y contemplar, compañeros, que la vida no termina aquí.
¿Cuál es la dimensión de su universo interior?
¿Cuánto puede ofrecer su universo interior al Padre Eterno en este tiempo?
No es en lo grande en donde alcanzarán la perfección, sino en lo pequeño, en lo más simple, en todo lo que es hecho por amor. Es esto que hace evolucionar y despertar a la consciencia, sin ambiciones, sin ostentaciones, sin expectativas.
Imaginen que si el Hijo de Dios hubiera querido todo el poder para Sí, no podría haber sido el Cristo. Por eso, desde el primer momento, el poderoso Espíritu de Dios, a través de la encarnación de Su Hijo en la Tierra, nació en un humilde pesebre, predicó, curó y acercó a Su Corazón a todos los que lo necesitaban. Fue uno más entre tantos, aunque Yo supiera que Dios Me había enviado por una misión.
Es así que Dios los envía a la Tierra, después de muchas experiencias, a vivir una misión y a cumplir una Voluntad irrefutable, una Voluntad que no se puede borrar ni desaparecer de la consciencia, aunque lo parezca.
Sus vidas, en este tiempo, deben ser un lápiz en las Manos de Dios. ¿Dejarán que Él escriba? ¿Dejarán que Él decida el destino y el camino?
Muchos son los tesoros que aún se guardan en el universo y en la vida interior. Este Centro de Amor, que hoy los reúne y los congrega, les ofrece esa oportunidad sagrada y bendita, sacrificada y silenciosa.
La vida del espíritu es el bálsamo de la simplicidad, la vida del espíritu es el bálsamo de la humildad, la vida del espíritu es el bálsamo del despojamiento interior; porque quien quiera ser libre de sí mismo para siempre, que renuncie, y Dios allí, con Su Sabiduría, podrá escribir a través de sus vidas el futuro y el porvenir.
Después del último año que estuve aquí con ustedes, recién ahora puedo decirles que estoy cumpliendo con lo que tenía previsto, antes no lo pude hacer por otras circunstancias.
Me alegra y Me regocija el esfuerzo de los valientes, de los que persisten en la fe y de los que no retroceden, a pesar de todo. Porque Dios muestra Su Fortaleza en aquellos que le responden y que le dicen sí en cada momento y en cada etapa de la vida. Dios bendice con Su Luz a los que persisten y a los que se esmeran de verdad, sin nada a cambio, sin condiciones ni formas.
Hoy, en este día, renace una Luz Espiritual a través de este Centro de Amor que los congrega y que los une. Hoy no lo comprenderán, pero sí lo sabrán con el tiempo. Es esta Luz Sagrada que los irradiará a partir de este ciclo, para preparar la Nueva Humanidad y el Nuevo Tiempo, antes de Mi Retorno físico al mundo.
No se olviden de esto y ténganlo presente, porque en el momento más difícil de la humanidad lo necesitarán como una fuerza de fe y de empeño en sus vidas, como apóstoles Míos, como servidores del Plan, como colaboradores de esta Obra de Amor que solo le pertenece a Cristo y, a través de Cristo, a todas las almas.
Hoy, el Sol de Mi Corazón se expande y se ilumina para animarlos a seguir adelante, para alcanzar y concretar los proyectos de la Jerarquía en este lugar y en otros. Porque Yo contaré con los que estén Conmigo de verdad, más allá de la imperfección y del momento de la vida.
Reciban así Mi Unción Espiritual para que, iniciados por Mi Espíritu, comiencen esta nueva etapa con alegría y júbilo, con la certeza absoluta de estar respondiendo a Mi Corazón Misericordioso.
Que el Espíritu, que une a la Santísima Trinidad, los bendiga y los renueve, por dentro y por fuera.
Los pasos de los discípulos ya están marcados y designados, solo basta darlos para poder vivirlos y cumplirlos como Mi Padre Eterno lo determina.
Que se encienda en ustedes el sol del corazón, para que el amor y la paz se irradien al mundo, a sus familias y a sus hermanos, para que ya no haya conflicto ni división, sino unidad y hermandad, espíritu de cooperación y de colaboración entre sus semejantes.
Así como Yo se los he enseñado a Mis primeros apóstoles, en aquel tiempo, lo mismo hoy les enseño a ustedes; porque el Amor es la primera regla, y ella nunca se modificará. Felices serán los que vivan del Amor que Yo le imparto al mundo y en especial a las almas, y hoy a este lugar que tanto anhelo.
Que Argentina pueda cumplir su misión espiritual, para que su pueblo prepare Mi Retorno en el corazón de los simples y de los que son libres de sí mismos.
Así como Pedro y Mis apóstoles vieron venir al Señor, caminando entre las aguas en el mar de Galilea, así espero que ustedes Me puedan reconocer en Mi Retorno; porque no vendré como un Rey, sino como un humilde obrero y servidor del Padre, así como lo fui cuando estuve en este mundo, predicando y curando a las almas.
Que se cumpla el advenimiento del Nuevo Tiempo, ahora y siempre. Amén.
Les agradezco por estar hoy aquí a Mi lado, en la simplicidad del corazón y de la vida. Es así como Yo los siento en cada momento.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Coloquen su mano izquierda sobre el corazón y ante Mi Padre reverencien este momento, este tercer encuentro Conmigo. Que en este mes de agosto concluye una etapa y el comienzo de una nueva para todos los misioneros de la Tierra, para todos los congregados en Mi Plan de Redención y de Luz.
Una etapa en este día se cierra y una puerta nueva se abre, para que la puedan cruzar en consciencia y hermandad.
He venido con los Seres Celestiales, los Elohim, todos los Seres Resplandecientes. Una parte de Ellos ha descendido para encontrarlos en este desierto sagrado y terminar de instituir el Plan que una vez comenzó y aún no pudo terminar, el Plan de establecer la Luz de los Centros Sagrados sobre la superficie del planeta, y para una humanidad, aún muy dormida.
Es esta Luz interior, que nace desde los Recintos Sagrados, que ayudará en la transición de la Tierra, y de todas las consciencias que duermen en el sueño de la ilusión.
Así, en este tercer encuentro, compañeros, vengo a abrir un poco más los ojos de sus consciencias. Vengo a traerles la síntesis de todo lo que ha sucedido en este encuentro de oración, de las posibilidades que tuvieron de dar nuevos pasos a través de este ejercicio espiritual, de este comando universal que Yo los invito a vivir.
Vengo a traerles la síntesis de la experiencia de amor en cada uno de ustedes, de lo que después de tres años y en este encuentro, Me pudieron dar con todos sus corazones, con todas sus almas y espíritus unidos a Mí.
Vengo a traerles la síntesis y la respuesta de esta tarea realizada, durante los dos días de esta fusión divina que se vivió entre el Desierto Sagrado, en el cual Yo Me encuentro, y Aurora.
Esa unión se irradió para todos, esa puerta fue abierta para todos, y no importa donde hayan estado. Mas, si sus corazones estuvieron aquí, así como Yo traje a sus almas para este encuentro, para esta nueva etapa que en este agosto se inicia, una parte de la Misión está cumplida.
La respuesta de los servidores es importante; eso hace que el Plan evolucione y se concrete en la humanidad, a pesar de lo que suceda a su alrededor, o en todo el mundo.
Este encuentro está marcado por un Rayo importante, que separa el viejo ciclo del nuevo ciclo. Este es el Rayo de la Transfiguración, el Rayo que Yo viví por ustedes, y así les pude demostrar Mi verdadera Faz.
Es esa faz espiritual que Yo quiero que busquen, su verdadera faz, lo que realmente son y han venido a cumplir en este planeta.
Así Yo formo a Mis discípulos, así Yo creo a Mis soldados: en la fortaleza de la oración y en la vivencia del servicio para con el prójimo.
Hoy vengo a sintetizar esta experiencia que han vivido en el desierto Conmigo, nombrándome como el Hijo del Sol, de la emanación de la Fuente Única, de la Sabiduría y de la Comprensión Absoluta sobre la Verdad del Universo.
Quise que pasaran por este desierto, compañeros, para que cuando les toque volver a cruzarlo, sepan cómo hacerlo, sin temor, y con mucha valentía.
Esta tarea aquí, con todos ustedes en Perú, en la consciencia y el espíritu, Me permitió retirar a algunos de Mis discípulos de sus desiertos bien profundos, en los cuales estaban perdidos; porque con Mi Gracia todo es posible, y cuando las almas invocan Mi Divina Misericordia, también lo es.
Así, les vuelvo a decir compañeros, que no dejo a nadie para atrás. Pero respeto el tiempo de cada amado Mío, hasta que finalmente cumpla el servicio que Me ha venido a prestar, en nombre de Dios.
Desde este desierto hoy parte una Luz Mayor, una Luz que asciende e ilumina la Consciencia Planetaria; es la Luz Solar, es el Fuego Divino, es la súplica, la aspiración, la devoción ardiente de los corazones que clamaron por esta humanidad y por este planeta en redención.
Así, Yo los preparo para ese gran momento en que Me verán venir entre las nubes con la Faz de Mi Gloria y de Mi Divina Misericordia. Vendré con la Consciencia que muchos no conocen. Por eso envío a algunos de los Míos a los desiertos, para que se preparen como Yo Me preparé para vivir la Pasión, y así, vivir Mi Resurrección, que era retirar de la muerte espiritual a toda la raza, en el pasado.
Este Sol que Yo Soy, alumbra el Universo y trae la Buena Nueva, el mensaje de esperanza y el camino nuevo que los que se han perdido, podrán volver a recorrer.
Es ese Sol que Yo Soy, que alumbra y calienta el espíritu y el cuerpo, trayéndole restauro y cura para todas las heridas.
Hoy les digo, especialmente a todos aquellos que estaban en sus desiertos, que vengan a Mí. Yo Soy ese Sol que alumbra sus caminos, y que les da la vida eterna.
Las tinieblas pasarán, mas Mi Palabra permanecerá. No hay nada que separe a los que están unidos a Mí. Este Sol alumbra a todas las estrellas y a las consciencias que se unen al Propósito de Mi Padre, en donde cada uno cumple su parte.
Yo Soy ese Sol de las constelaciones; Soy el Gobernante Mayor, el Cristo, que estuvo aquí en el planeta para enseñarles la Verdad, para enseñarles del Amor y de la Misericordia.
Ahora, compañeros, que han cruzado Conmigo en estos tres días este Desierto Sagrado, en donde las tinieblas no pudieron triunfar, sino la Luz de Mi Amor, les pido: brillen, como este Sol que los alumbra. Sean Soles en la Tierra. Sean el Amor de Dios que ilumina dentro y fuera, y cada espacio de este planeta. Soles de Mi Padre, ¡levántense!
La mañana ya ha comenzado, y una nueva noche se aproxima. Pero no teman, quien está en Mi Corazón todo lo sabe y será guiado hasta cumplir su misión.
Soles: ¡despierten y no duerman! Es hora de brillar desde su interior, es hora de alumbrar los abismos y de disipar el mal en el nombre del Amor de Mi Corazón. Alumbren y sean lo que nunca fueron, sean dignos hijos de Dios, y estarán haciendo feliz a Mi Corazón. Sean como Yo fui, aunque no lo sean. Sean Soles que alumbran desde el corazón y que traen la paz para un tiempo de caos.
La hora más difícil se aproxima, pero no los abandonaré. Dichoso de aquel que Me haya escuchado con atención, porque será recompensado por Mi Padre.
Que ahora, la oración que han vivido durante estos dos días sea vida, sea amor, sea unidad y hermandad. No busquen las semejanzas en sus hermanos, busquen la belleza en los corazones de sus prójimos que así la maldición terminará, la maldición que hace sufrir al mundo todos los días.
Vean lo mejor que hay de cada uno, y ayúdense lo unos a los otros, porque así Me ayudarán. Sustenten y apoyen al que está caído, porque ustedes también caerán y Yo no los negaré, porque Mi Padre no los niega.
Si las almas vieran la esencia de estas cosas, no tendría sentido que el mundo se purificara.
No sean lo que no tienen que ser. Parezcan más de lo que viven, y vívanlo de verdad.
Los bendigo con Mi Consciencia Divina, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Compañeros, que quede guardado este momento en ustedes, porque el Hijo del Sol vino a su encuentro para traerles la Paz.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Relato del tercer encuentro con Cristo, aquí en el desierto de Chilca, en Perú.
Cuando nos reunimos a orar la Coronilla de la Divina Misericordia, al final, la Consciencia de Cristo comenzó a aproximarse aquí la región del desierto de Chilca, como hizo las dos veces anteriores.
El cielo, que estaba nublado, se fue abriendo y el sol comenzó a irradiar su luz y su calor aquí en las montañas. Enseguida, Cristo nos mostró, vimos que Él se aproximaba a nosotros de una forma bien diferente a las que Él ha mostrado en otras instancias, y veíamos que el Maestro venía posando Sus Pies sobre una plataforma triangular azul que levitaba.
Él venía sobre esta plataforma. Era de un color azul bien intenso y fuerte, y comenzó a descender. A medida que iba descendiendo, los Universos, los Cielos, se abrían hacia otros planos, hasta llegar al plano espiritual, donde entendíamos comprendíamos que estaba la Consciencia del Padre, Adonai, y así abrió ese camino cuando descendió, Él estaba, en esta tercera Aparición, estaba vestido de Blanco, tenía una sutileza, era algo bien leve, delicado, sobre todo, muy amoroso; con los mismos rasgos que el Cristo Glorificado, pero esta vez, vestido todo de blanco.
Cuando Él apareció, cuando Él se aproximó en esa plataforma triangular azul, lo primero que sacó de Su Pecho fue Su Corazón, y nos lo ofertó. El Corazón estaba sobre Su palma de la Mano derecha ofertándolo, y cuando lo ofertaba para nosotros, percibíamos que lo hacía para todas las consciencias del planeta, sobretodo para aquellas que Él dice que son indiferentes. Y Él Ofrendaba esta Corazón para la Creación, ofertaba este Corazón para los Reinos de la Naturaleza, para la Consciencia de los Reinos; era algo que se expandía para todos, sin distinción.
Y así Él comenzó a dirigir Sus Palabras, en el Mensaje que dio en ese encuentro. Y cuando habló, en cierto momento de los Elohim, cuando aún estábamos viendo los Cielos abiertos, las dimensiones, hasta el plano espiritual, ejércitos, era eso lo que veíamos, ejércitos de los Elohim, comenzaron a colocarse a posesionarse a la derecha y a la izquierda de Cristo, por encima de las montañas, aquí, en el desierto.
Eran muchos, todos vestían túnicas hasta los pies. Eran seres resplandecientes, como ángeles, pero no tenían alas. Estaban ahí presentes, y veíamos que ellos estaban haciendo una tarea. En un momento, Los Elohim acompañaron todo el trabajo que Cristo hizo a través del mensaje; porque a medida que Él iba hablando iba mostrando muchas cosas, sobre todo, por ejemplo, lo que tenía que ver con la Consciencia Solar, o lo que nosotros conocemos como el Sol.
En un momento, cuando Él comenzó a hablar de ese Sol que nosotros deberíamos ser o que deberíamos en la superficie de la Tierra representar, como misioneros, Él trajo, no sé cómo lo hizo, una copia de otro Sol, que nos alumbraba.
Entonces, entre Cristo y el Sol que nos alumbraba, el sol físico, había otro Sol, potentísimo, y en el núcleo, en el centro de ese Sol, estaba la Consciencia de Dios. Por decirlo de alguna forma, cósmicamente, nos vimos representados, delante de una representación, mejor dicho, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, de una forma universal y espiritual, que nunca habíamos visto, algo bien fuerte de ver.
En el momento en que Él hace esa representación a través del Sol como la Consciencia fundamental de Dios, de Él como el Hijo, y del Espíritu Santo, Él se eleva, aún cuando estaba dando el mensaje, se elevó e ingresó dentro de este sol físico, del cual nos alumbra todos los días.
Comenzó a transfigurarse y quedó como un Ser Solar, que era todo un Ser de mucha luz. Era una luz que encandilaba ver, que era una Luz que se concentraba y que se generaba dentro de este sol físico que nos alumbra.
No sé lo que Él nos quiso mostrar con eso, qué fue lo que nos quiso decir, como ejemplo, como símbolo, pero en ese momento Él nos estaba representando, Él se mostró así, como transfigurado a los apóstoles en el Monte Tabor.
Por último, cuando descendió nuevamente de ese Sol, más resplandeciente, más iluminado, nombrándose como el Hijo del Sol, porque el Hijo del Sol, Él decía que es el Hijo de Dios, del Dios vivo. En ese momento, volvió a esa plataforma azul, y entre ese sol físico que nos alumbraba y el Sol que Él había traído, esa copia de ese Sol, digamos así, de ese Sol más inmaterial, Él hizo aparecer a Su derecha y a Su izquierda, todas las constelaciones dentro de la bóveda celeste, que estaban en perfecta armonía y en equilibrio.
Esa fue la experiencia y relato de la Aparición.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más