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Purifica mi alma, Señor, para que sea digno de recibir Tu Palabra.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Se está cumpliendo el tiempo de Mi recogimiento.
Ahora, Mis compañeros, deberán ser pescadores de almas, servidores de los corazones heridos, ayudantes de los que sufren. Es así que deberán llevar Mi Amor al mundo, así como Yo les traje Mi Amor a través de los últimos tiempos.
Ahora, que ya tienen el Libro de Amor de los de las Vestiduras Blancas, solo tendrán que cumplir lo que está escrito; porque verán arder el fuego de este mundo, verán los mares subir, verán las guerras acontecer y los conflictos presentarse en el mundo, verán cosas que nunca vieron, escucharán cosas que nunca escucharon; pero sus corazones no pueden temblar.
Este es el tiempo de que vivan la fortaleza a través de Mi Amor, de ese Amor incansable e infinito que les He entregado en cada Presencia, en cada Mensaje y en cada encuentro.
Deberán aprender a caminar sobre estas tinieblas, así como su Maestro camina para llevar a las almas al Corazón de Dios y rescatarlas.
Deberán ser embajadores definitivos de Mi Paz.
Así es como acompañarán a la Jerarquía. Serán guiados por los pasos de la Jerarquía. Y, a través de un esfuerzo que es incalculable, sus corazones servirán a Dios, así como su Maestro sirve al Padre Eterno desde el surgimiento de Su Fuente Inmaterial hasta los tiempos de hoy.
Ahora, ¿quién estará Conmigo hasta el final? ¿Quién esperará Mi llegada? ¿Quién reconocerá al Maestro?
Deben estar prontos para ese momento, porque habrá señales en el cielo, símbolos se presentarán en la Tierra. Dichosos serán los que sepan leer esas señales e interpretarlas a través de Mi Corazón, porque Mi Corazón es la Casa de Dios y es la Casa de cada uno de ustedes, morada segura de los corazones valientes, templo seguro de los corazones decididos.
El Libro de Amor, que les He entregado, aún tiene unas hojas en blanco. ¿Quién más se ofrecerá para ser un lápiz en las Manos de Dios y para que Él pueda escribir a través de cada una de sus vidas?
¿Quiénes serán esos últimos, anunciados en el Apocalipsis, que estarán reuniéndose y formando parte de los 144 000, que prepararán Mi Retorno al mundo?
Por eso, permitan que sus corazones se sigan transformando. No le tengan miedo al cambio y a la transformación, porque nada les podrá pasar, solo sucederán cosas buenas que les harán ver la vida de forma diferente.
Pero, quienes tienen la llave de sus corazones, para que esos corazones se abran y se transformen, son ustedes mismos, que podrán o no abrirme la puerta para que Yo pueda vivir en ustedes, así como viví en muchos santos y servidores a través de los tiempos y de los siglos.
Por eso, cuando Yo ya no esté más aquí, Yo estaré en sus corazones, para que ustedes puedan estar en Mí y ustedes, estando en Mí, estarán en el Padre y así el Padre estará en ustedes, cumpliendo Su Santa Voluntad.
Ahora, comprenderán que este es el tiempo de la decisión, porque ya no queda tiempo, queda mucho menos tiempo del que quedaba hasta hace poco tiempo.
Dios necesita reflejar Su Plan en la Tierra y esto será a través de los Míos.
Lo que hay guardado en el Cielo solo podrá descender a la Tierra si existen puentes a través de los corazones; porque son tesoros que no se pueden ver con los ojos físicos, solo el alma de cada uno los puede reconocer cuando está en comunión Conmigo, para estar en comunión con el Padre Eterno.
Esos tesoros, llamados Sagradas Herramientas de la Jerarquía, son los que definirán este Apocalipsis. Y para que esa intervención de la Jerarquía sea una realidad, los corazones en la superficie de la Tierra deberán estar decididos a sostenerla.
Por eso, les He hablado en el día de ayer de la historia de la cual cada uno forma parte, Conmigo y con la Gran Hermandad. Porque este momento no puede quedar solo en la mente; este momento debe descender al corazón para que el corazón lo haga propio, el alma lo haga propio, y así sea una realidad y se concrete.
Así como hoy tienen el Libro de Nuestro Amor, sus ángeles de la guarda tienen en sus manos el Pergamino de su compromiso, escrito por los Señores de la Ley.
Ese Pergamino será abierto en estos tiempos y cada uno reconocerá, por sí mismo, lo que ha firmado directamente con el Padre Eterno. Porque en el día final ya todo se sabrá, nada más se ocultará y todos los ojos lo verán, porque esto está escrito y así se cumplirá.
Ese será el momento en el que su Maestro y Señor, a través de una agonía dolorosa de Su Corazón, deberá separar la paja del trigo, los buenos de los malos, para que se establezca la redención de la humanidad y el momento del gran comienzo de una Nueva Civilización, libre del pecado, de la culpa, de la enfermedad y de la muerte.
Porque para estar en la Tierra Prometida, Tierra que descenderá como la Nueva Jerusalén, no será necesario morir otra vez, no será necesario sufrir y padecer; porque Yo vendré a renovar el mundo, así como renuevo hoy sus corazones, con esta sagrada promesa que cumpliré estando cara a cara con cada uno de los Míos.
Estas son las confesiones más profundas de Mi Corazón, que los valientes deberán saber guardar en sus corazones, así como su Maestro y Señor guarda en Su Corazón muchos tesoros, especialmente los tesoros que Yo puedo contemplar a través de la transformación de las almas. Porque esto le confirma al universo, una y otra vez, Mi victoria; no solo Mi victoria celestial, sino también Mi victoria en este planeta, en cada uno de los que Me dicen sí.
Ahora, llegó el momento de volver a sacramentar la vida de cada uno de los Míos a través del sagrado ejercicio de la Eucaristía, de la transustanciación del pan y del vino.
Hoy, ofreceré esta Sagrada Eucaristía, que será oficiada por Mis sacerdotes, por los sagrados tesoros que Yo tengo guardados para cada uno de los jóvenes de este mundo, que son los que renovarán el final de los tiempos, que son los que le otorgarán la paz al mundo a través de su unión Conmigo, a través de su confianza en Mí.
Por eso, siempre deberán apoyarlos, acompañarlos y sostenerlos, para que ellos puedan cumplir con su misión en esta encarnación, una misión en grupo, así como fue con los apóstoles.
Celebremos.
Les agradezco por estar hoy aquí y por haber cumplido estos diez años Conmigo, en los que He formado una gran familia espiritual, extendida en toda la Tierra por medio de todas las almas y de todos los corazones que aman y tienen fe en Cristo.
A pesar de sus momentos o de sus desafíos, a pesar de la purificación, nunca pero nunca pierdan la esperanza. La esperanza será lo que salvará al mundo, la esperanza será lo que atraerá la paz hacia los pueblos y las naciones, y hacia cada mundo interno.
Aférrense a la Esperanza de Jesús, para que puedan fortalecerse a través de Mi Fe, en estos tiempos finales.
Y antes de celebrar con ustedes y por ustedes, y a través de ustedes con el mundo entero, quiero revelarles la primera decisión que tomó la Jerarquía Espiritual en este mes de agosto.
Por las oraciones de estos últimos diez años, por todos los encuentros de oración vividos y especialmente por el ofrecimiento sincero de cada corazón orante, estaré un tiempo más con ustedes, los días 5 de cada mes y los terceros viernes de cada mes, para que Mi Misericordia siga triunfando en cada corazón humano.
Por el clamor y la súplica de todos los orantes en esta Maratón de la Divina Misericordia, el Padre Me Ha concedido esta Gracia que hoy comparto con cada uno de ustedes, fruto de los méritos de Mi Dolorosa Pasión y fruto de los esfuerzos de todos los orantes, de todos los que siguen clamando sin cansarse y sin detenerse, de todos los que tienen fe en Mí.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Y a pedido de Cristo, preparándonos para esta consagración de la Comunión, vamos a cantar una canción que, según Cristo, representa la historia de cada uno: “Todo lo que viví”.
Celebremos.
Arcángel Gabriel:
Yo Soy el Arcángel Gabriel, el Mensajero de Dios.
Vengo antes de Cristo para anunciar una profecía.
Recemos al Hijo Primogénito.
Gracias por escuchar.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
En nombre del Cristo de la Luz...
Vamos a volver a cantar "Cristo, Tú el Amor" para esperar al Maestro.
Cristo Jesús:
Abracen su cruz y síganme.
Yo vengo del Cielo como un Mensajero de la Paz a traer esperanza a los corazones perdidos, a pacificar a los que Me juzgan, a traer cura a los que más la necesitan.
Yo Soy ese Gran Corazón del Universo que se anuncia a todas las almas, trayéndoles la renovación, la trascendencia y la transfiguración de sus consciencias.
Este es Mi Mensaje para el fin de los tiempos: Que todos Me puedan vivificar, no importando a qué creencia pertenezcan, porque si en ustedes está el Amor de Dios, estará el Amor del Hijo de Dios y Él los colmará, Él los guiará, ese amor los fortalecerá y sabrán cuál camino seguir en estos tiempos.
Yo estoy llamando a todas las almas que siguen diferentes caminos de luz, y más aún, llamo a aquellas almas que están perdidas en los caminos oscuros.
Incluso dentro de Mi Iglesia, Yo vengo a desterrar lo que ya está viejo.
Mi Gobierno es Divino y no es terrestre.
Mi Iglesia es Celestial y Universal y no está hecha de piedra, como está en las mentes de algunos corazones.
Yo vengo a traer para todos el Gran Espíritu de Mi Ascensión, aquel que pulsa en el corazón del Universo y que ha redimido a todos los mundos existentes. Así Yo les traigo también Mi Divina Misericordia para que en lo profundo de sus corazones puedan conocer Mi Paz.
No vengo a crear conflictos entre las naciones, ni tampoco entre las religiones. Mi única religión, queridos compañeros, es el Amor, y sé que desde el principio en que Yo estuve entre ustedes, los primeros no comprendieron Mi Mensaje. Y ese mensaje equivocado ha llegado hasta los tiempos de hoy, por eso la estructura de Mi Iglesia es muy rígida.
De tiempo en tiempo, a través de Mis Divinas Faces, Yo vengo a traer la renovación para poder romper con todas las estructuras que han cristalizado a muchos corazones de la Tierra.
Vivan en Mi Misericordia y profesen Mi Divina Misericordia verdaderamente.
Mi Cetro no está en los impíos, ni tampoco en los que creen gobernar a través de Mí.
Mi Cetro de Luz está en los humildes, porque no es nada material. Mi Gobierno es espiritual e incalculable.
Yo traigo para todos la Divina Misericordia del Universo, algo que atraje a la Tierra cuando morí en la Cruz.
Por eso, sientan estas cosas de verdad, transformen sus corazones a tiempo y no quedarán como sus semejantes, perdidos en sus propias ideas y proyectos.
Que todos puedan escuchar nuevamente, así como escucharon en el Monte de las Bienaventuranzas: Yo Soy el Hijo del hombre, Soy ese puro Corazón de Amor que se representa a través de la Misericordia para que todas las almas puedan alcanzar la redención.
En este ciclo final del planeta, nuestro mensaje no es traer terror a los corazones, sino consciencia y despertar.
Cuando el impulso de nuestros mensajes llegue a todo el mundo, verán cómo se mueven los castillos de arena de aquellos que construyen sus propias estructuras y dicen hacerlo todo en Mi Nombre. Pero esas cosas no son así, compañeros.
Yo los invito a vivir la renuncia de sí, el vacío de sí, para que Mi Iglesia que es celestial y no terrenal pueda despertar en todos los corazones que lo necesitan.
Por eso envío a Mis ángeles y arcángeles, para que den testimonio al mundo de que muchos de Mis apóstoles están equivocados.
Yo vine a traerles el Evangelio y la buena nueva a través de las cosas simples, de la oración, de la caridad y de la pobreza.
En Mi Iglesia Celestial no existe ningún bien, sino que solo se guardan los tesoros del Corazón de Dios que no son visibles para todos.
Abran los ojos, apóstoles Míos del mundo entero, sacerdotes que predican Mi Palabra.
Mi verdadera Iglesia aún está descendiendo al mundo, y esta es espiritual y sublime.
Dichosos de aquellos que Me adoran en el Santísimo, porque podrán comprender todos los misterios que hoy traigo.
Ya no molesten a sus hermanos, vivan su propia transformación antes que la puerta de la Misericordia se cierre. No habrá lugar o espacio donde podrán llorar.
Arrepiéntanse y hagan penitencia, sacerdotes, antes de que todo sea tarde.
Ya fue dicho y fue escrito: El Hijo de Dios junto a sus ángeles y arcángeles separarán la paja del trigo y vendrá con Su Justicia Divina para corregir a la humanidad y también a toda la iglesia de la Tierra.
Nadie se escapará de Mi Justicia Universal, pero si se arrepienten de corazón y no de apariencia, podrán encontrar Mi Reino Celestial.
Nuevamente, no depositaré Mis perlas preciosas en los cerdos.
Ayuden a las almas a que se puedan rescatar y cumplan la misión que vinieron a cumplir.
No difamen las cosas de Mi Obra y únanse en la caridad y en el ecumenismo, porque será el Amor de Dios que triunfará en todos los corazones de la Tierra.
Será ese Amor infinito e inexplicable lo que unirá a las religiones y a los credos, porque cuando Yo retorne al mundo físicamente, demostraré al mundo y especialmente a todos Mis seguidores, cuánto se han equivocado. Así abrirán sus ojos y podrán reconocer todo lo que hice a través de los tiempos, a través de todas las consciencias que Yo he autoconvocado.
No tienten al mal, porque en verdad no lo conocen. Únanse a MI Corazón y encontrarán la paz.
No sean incrédulos, no desmientan Mi Mensaje.
Mi Corazón viene a los que no han llegado a Mi Iglesia, a todos aquellos que ustedes no consiguieron atraer.
Vivan en el amor y estarán en Mi Divina Misericordia, y no serán tocados por la vara de Mi Justicia.
No desmientan Mi Mensaje.
Yo no vengo por el mundo, vengo por las esencias, por los corazones que necesitan reencontrar el amor y vivir Mi última y Divina Misericordia, porque Yo elevaré hacia el Reino de Mi Padre a los que están caídos y no serán Mis sacerdotes los que entrarán primero al Reino de Dios.
¿Se han preguntado alguna vez, si pudieran ir al purgatorio?
Todo está permitido en estos tiempos.
Vivan el amor, porque la humanidad lo necesita; así atraerán la paz, y así terminará el conflicto en todo el planeta.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Cristo se fue.
Vamos a entrar un momento en adoración y a pedir perdón, por nosotros y por nuestros hermanos, por el cumplimiento de la Obra del Padre.
Cada uno hará su oferta para Cristo, en gratitud y amor.
El Arcángel Gabriel nos ha pedido el Santísimo. ¿Pueden traerlo aquí?
Vamos a mantener la conexión con los ángeles.
Vamos a mantenernos en oración silenciosa agradeciendo la presencia del Arcángel Gabriel, y lo que esto significa.
Vamos a mantener ese contacto con esa realidad, ese Reino Angélico y Arcangélico que viene a auxiliarnos y a traernos la paz. Y así vamos a prepararnos para adorar al Santísimo por algunos minutos, trayendo la paz para nosotros, para el planeta y para nuestros semejantes, para aquellos de quien Cristo habló.
El Arcángel Gabriel dice que penetremos el Universo del Santísimo con los ojos de nuestro corazón.
Que a través de este símbolo sagrado podamos encontrar el Reino de Dios y todos los ángeles adoradores que traen la Paz y la Misericordia de Dios para todos los Universos.
Vamos a adorar, dice Gabriel Arcángel, por todos aquellos que fueron ultrajados y sacados del camino de la luz.
Vamos a ofrecer esta adoración por esas almas, confiando en la plenitud de la Misericordia de Dios por cada una de ellas.
Unamos nuestras almas al Santísimo del Altar y confiemos en el Señor en este mismo presente, en el Eterno Presente del Creador.
Adoremos por los que son injustos y por los que lastiman el Plan de Dios, porque en su esencia, en verdad no conocen el amor, sino solo el dolor.
Tengamos misericordia, y seamos misericordiosos.
Reverenciemos.
Mi Dios, yo creo en ti...
Vamos a agradecer a Cristo por este momento y a llevar Sus Palabras en el corazón, a mantener esa comunión que hicimos con Él, internamente.
Vamos a cerrar el programa de hoy de esta forma, en silencio, para que podamos mantener lo que el Arcángel Gabriel y Cristo construyeron en nuestro interior.
¡Gracias Señor por cuánto nos das!
Madre María Shimani:
Buenas tardes a todos, estamos ahora sí, en las últimas 150 cuentas de la Maratón de la Divina Misericordia. Y nosotros aquí, en el Centro Mariano del Espíritu Santo vivimos un día muy especial. Lo único que faltó es que descendiera la Paloma del Espíritu Santo y nos llevara a todos al Cielo. El fervor, la intensidad, la devoción y el amor fueron la pauta de las oraciones de hoy y el escenario se prestó para acogernos, para que este descenso del Espíritu Santo se pudiera manifestar.
Hoy aprendimos que podemos conversar con Dios, cara a cara, cuando oramos la Coronilla a la Divina Misericordia y que, palabra por palabra, colocamos en el Corazón de Dios nuestra súplica por este mundo y por esta humanidad. Y cuando Sus hijos claman de esa forma por Misericordia, Nuestro Padre, que tiene un Corazón grande y bondadoso, no espera ni un segundo para derramar Su Misericordia en este mundo.
Así que hoy aprendimos a conversar, cara a cara, con Dios y nuestra oración cambió por completo. Por lo tanto, a partir de hoy ya sabemos como conversar con Dios todos los días a las tres de la tarde.
Reciban la bendición eterna para que esta bendición, en los días que vendrán, los santifiquen.
Recen Conmigo por Mis peticiones, por Mis preceptos, por Mis designios, por Mi gran Voluntad, que es la Voluntad de Dios Altísimo que viene en este día a auxiliarlos.
Para rezar Conmigo, concentren vuestro corazón en la fuente que corre, en el agua de Vida, el agua de redención y de paz que, desde el Cielo y el Infinito, viene para lavarlos y purificarlos.
Recen de corazón Conmigo como lo han hecho hoy, en oferta y donación a Dios.
Oración: Padre Nuestro (en arameo).
Para honrar a Mi Corazón y para que vuestros pecados y faltas sean perdonadas, en nombre de toda esta humanidad y de aquellos que se pierden y no escuchan a Dios, de aquellos que no beben de la fuente de Mi Corazón, por este fin, por este objetivo divino, recemos juntos por tres veces cada señal de Mi Pasión y de Mi Transfiguración. Los escucho. Eleven vuestras ofertas a Mi Sacratísimo Corazón.
A continuación, se oran las decenas del Orandio de la Pasión y de la Transfiguración de Jesús, repitiendo solo tres veces cada oración.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Cuando oro con ustedes, oro por el mundo y Mis códigos de luz y de cristificación ingresan en vuestras células y átomos para modificar vuestras faltas y deudas y convertir a todos vuestros seres en la Luz y en el Espíritu de Dios, para que algún día Mis queridos, santifiquen el gran Nombre de Dios, Iod-He-Vaud-He.
Hoy traigo entre Mis Manos el Rosario de la Paz. Benditos aquellos que imitan Mi ejemplo y que en las noches oran Conmigo en el susurro del corazón, en el silencio del espíritu, el alma que ora y habla a Dios.
Benditos aquellos que duermen con el Santo Rosario en sus camas. Estarán unidos, fusionados y ampliados por el gran Espíritu de Dios. Sus cuerpos se elevarán al Reino de Dios en cada nueva súplica, porque Mi Corazón escucha a las almas que oran pacientemente y que encienden en el corazón su fervor.
Hoy les revelaré, Mis compañeros, Mis discípulos del ayer y del futuro, hoy les diré, Mis compañeros, que he hecho con vuestras oraciones y con todos aquellos que estuvieron unidos a Mi Corazón en lo profundo del Amor, de la Verdad y de la Justicia. Muchas almas fueron aliviadas. Situaciones irreparables fueron transformadas. Muchas almas fueron rescatadas. Espíritus que estaban apagados se reencendieron. Muchas naciones recibieron un tiempo más de paz. Porque Mis Rayos de Misericordia Divina descendieron a través de vuestro verbo, de cada nueva palabra que pronunciaron con el corazón. Y aunque que ustedes estén cansados por luchar tanto tiempo en esta vida, Mi Corazón contempla vuestros esfuerzos y sacrificios.
Así como les ha dicho la Santa Virgen María, Yo vengo a pedirles también cosas simples y verdaderas. Necesito que permanezcan en este mundo sin pertenecer a él. Que todos los días de vuestras vidas, en cada nuevo despertar como en cada nuevo amanecer, vuestros ojos despierten recordándome, sintiéndome en el corazón, para que vuestro día sea bendito y alabado por Dios, el Todopoderoso. De esa forma, ustedes Me permitirán que Yo descienda a vuestras vidas.
A través de esta Santa Maratón muchas semillas fueron depositadas en vuestras esencias, las que deberán brotar en el próximo tiempo. Ahora, Mis compañeros, dependerá de vuestra convicción y oración que estas semillas puedan dar sus frutos y que, en los tiempos de mayor caos, de mayor tribulación y oscuridad, Yo pueda servirme de vuestras semillas como nuevos dones entre Mis Manos, que serán irradiados para el mundo entero por el fruto de vuestros esfuerzos, de vuestra dedicación y entrega a Mi Corazón.
Así como hoy Yo les hablo, Mi Voz hace eco en las almas de todo el mundo, pues no Me podré ir de aquí hasta que un alma alcance la cristificación. Eso será un gran evento para el Universo y también lo será más profundo y verdadero cuando todos, como grupo de almas, alcancen el gran paso a la cristificación.
En este ciclo, Mi Corazón los viene a purificar, a derramar Sus gracias y bendiciones, a separar el trigo de la paja, lo viejo y duro de lo sano y bueno que guarda vuestros corazones. Por eso sacrifíquense todos los días.
Yo estoy también en las cosas tan simples, en cada quehacer de la vida, en todas las tareas del día a día. Ustedes Me encontrarán en cada lugar y Me podrán escuchar cuando tan solo pongan atención en las cosas simples. Porque cuando Yo ya no pueda estar aquí, entre ustedes, anunciando Mi Palabra de Vida y de Resurrección, ustedes Me encontrarán a través de las señales, señales que serán puras y verdaderas, que serán una luz en vuestros caminos, una bendición para vuestras almas, un amor profundo para vuestras familias.
El gran momento para la humanidad se acerca. Muchos se están acercando al umbral definitivo del tiempo. La fusión del universo se aproxima. Todo el sistema solar se está congregando y preparando a través de las Leyes y de los Rayos, para dar el último impulso a la raza de esta humanidad. Ese será el gran momento para todos, antes del avistamiento de la luna roja, cuando ustedes podrán dar ese paso, recogerse en Mi Corazón Sagrado, orar profundamente en vuestros hogares sin mirar hacia afuera, sin poner atención en lo que suceda, solo en el templo interior, el que será vuestra verdadera protección.
Yo no vengo a anunciarles miedos, sino un tiempo de consciencia, de despertar, de evolución, de un gran paso hacia el Reino de Dios.
La humanidad ha sido muy ayudada por Nosotros. Nosotros somos parte de ustedes. Nuestros Corazones fueron humanos y ahora son Corazones glorificados. Vuestros corazones pueden ser glorificados solo cuando sigan el camino y la guía que Yo les entrego. Así estarán unidos a Mí.
Y a pesar de los desafíos y las pruebas y de todo aquello que caiga sobre ustedes, por más pesado que parezca o por la gran deuda que represente, Yo no los dejaré solos ni un momento. Necesito que se fusionen con Mi Espíritu, que eleven vuestras consciencias hacia Mi Reino Mayor, porque solamente la oración y la unidad de todos los grupos, orantes, devotos y fieles, será la posibilidad para todos de cruzar el umbral hacia el océano de Mi Misericordia que los aguarda todo el tiempo, cuando tan solamente lo busquen a través de la humildad del corazón.
Cuando llegue el tiempo del gran paso de la humanidad, verán surgir en el Cielo el advenimiento de nuevas señales, las que indicarán Mi llegada a la humanidad.
Por eso, les oferto Mi Corazón como único camino para vuestra conversión y redención. Yo les entrego los Dones y los Sacramentos, porque todas las almas que se han separado del Propósito de Dios, deben vivir los Sacramentos de forma simple, comulgar Conmigo, ser bautizados por Mi Espíritu, por el Espíritu de Mi Padre, por el Espíritu Santo de Dios, confesarse con Mi Corazón, trabajar y dar caridad a todos y ofertarse al servicio abnegado. Eso les permitirá dar el gran paso en nombre de todos aquellos que no lo darán.
Los 144 000 seres, que serán los soles del Nuevo Tiempo, deberán ayudar a la humanidad a que se vuelva a erguir, a mirar hacia Dios y pedir perdón por sus faltas.
Hoy les entrego las llaves del gran cambio.
Vengan a Mí. Acérquense para una bendición. Sigan, orando con el corazón, coligados con Mi Espíritu, con Mi Fuente de Vida.
Oración: Padre Nuestro (en arameo).
Así como Yo vertí, en la Cruz, el Agua y la Sangre de Vida que permitió la redención de la humanidad, desearía que en este momento espiritual vuestros seres y vuestras almas reciban el Agua y la Sangre de Vida, glorificadas y santificadas en el momento de Mi Resurrección.
Canten “Agua y Sangre de Cristo”, así uniré Mi Corazón con ustedes y con vuestras familias.
Pido a todos los Centros Marianos que oferten su entrega por la humanidad y por los Reinos de la Naturaleza que son altamente ultrajados por el hombre y eso ha hecho perder su inocencia. Por eso, el Agua y la Sangre de Vida les permite reencontrar la inocencia para vivir en la pureza y en la santa humildad.
Canción: Agua y Sangre de Cristo.
Gracias por haber respondido al Llamado de Mi Voz.
Gracias a todos aquellos que trabajan por el Plan de Dios, independientemente de sus ideas y sentires.
Gracias a todos los que alcanzaron la unidad predilecta con Dios, la fusión con Su Santo Espíritu a través del verbo de la oración y del canto.
Hoy les dejo el Santo Espíritu de Dios, el Don de la Sabiduría para que guíe vuestros caminos cuando solamente lo invoquen de corazón y de alma. La sabiduría les dará la respuesta en el fin de los tiempos.
Les agradezco.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
A pedido de Nuestro Señor, en presencia del Espíritu de la Sabiduría, vamos a cantar “Espíritu Santo, ven” en agradecimiento al Sagrado Corazón de Jesús.
Canción: Espíritu Santo, ven.
Nos resta agradecer a todos por esta oportunidad recibida, y creemos verdaderamente que todos fuimos lavados, bautizados, ungidos de alguna forma.
¿Qué habrá de tan fuerte detrás de estos Sacramentos que Cristo nos oferta en este tiempo?
Estamos imitando Su ejemplo y todo lo que Él nos pidió realizar en este momento.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más