Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL NÚCLEO-LUZ INMACULADA CASA DEL ALIVIO DEL SUFRIMIENTO, SAN CARLOS, SAN PABLO, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL SEGUNDO DÍA DE LA 123.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Después de Mi Resurrección y luego de Mi reaparecimiento a los apóstoles y a las santas mujeres, el Padre Eterno Me pidió en aquel tiempo que no solo formara a los apóstoles en el sacerdocio, sino que a través de la divina inspiración de Mi Madre Santísima se pudiera establecer en la Tierra una gran red de servicio, capaz de inspirar a todos los seguidores de Cristo a través de los tiempos, para que vivieran bajo esa misma Ley del servicio espiritual y material.

Porque en la Ley del servicio a Dios, no solo el alma encuentra la liberación de sí misma, sino que se encuentra internamente con la Divina Piedad, emanación predilecta de la Divina e Insondable Misericordia.

Después de que Mi Santísima Madre instruyó a los apóstoles en el servicio y en la caridad, las siguientes comunidades cristianas, que existieron en aquellos tiempos, dieron continuidad a la obra de servicio y de espiritualidad; que es lo que la Jerarquía Divina ha intentado, a través de los tiempos y de los siglos: llevar a la humanidad al camino del servicio como un camino de liberación propia.

Por eso, compañeros, para que ustedes aprendan a comprender si es la Jerarquía verdadera la que les habla, contemplen con sus propios ojos y a través de los tiempos si las verdaderas obras de servicio se sostienen por sí mismas, porque si esto sucede significa que son obras auténticas.

Y ustedes, amigos Míos, fueron llamados a través de los años y de los tiempos a que, por intermedio del fundador de esta Obra, no solo ingresaran en el camino de la elevación de la consciencia y del despertar, sino que en sus propios caminos pudieran encontrar la vida integral del servicio, una vida que no tiene intereses ni condiciones, una vida de servicio en cada corazón que solo expresa el amor a Dios y al Plan.

Y muchos de ustedes fueron participantes de todo esto a través de los años, comenzando por Mi querida Comunidad Figueira, formada por las almas que en los principios fueron autoconvocadas para ser fundadoras auténticas de esta manifestación en la superficie de la Tierra, que no pertenece a nadie, sino solamente a Dios y a Su Plan.

Por eso, les hablé en los últimos días sobre volver a los orígenes, a las verdaderas raíces y atributos de la espiritualidad de Figueira, que inspiraron y manifestaron todo lo que Dios necesitaba en aquel tiempo.

Y esto fue tan importante y destacado, que esta manifestación, parte de la Voluntad de Dios, se siguió expandiendo a través de los tiempos por intermedio de nuevas comunidades y núcleos de trabajo en el planeta.

Es que Dios, compañeros, no trabaja en las cosas que son grandiosas o expuestas, Él trabaja en lo más pequeño e insignificante, en lo más silencioso y anónimo.

Y lo vuelvo a repetir para que ustedes lo tengan claro y, sobre todo, lo graben en sus consciencias, para que aprendan a diferenciar la verdadera Obra de Dios de la que no lo es; porque en este mundo, y sobre todo en este tiempo, muchas aparentes oportunidades les son ofrecidas a todos.

Entonces, ¿cuál es el verdadero camino a seguir?

Es el camino del corazón, del corazón que se une verdaderamente a la Jerarquía, para volverse y convertirse en un instrumento puro que sea capaz de estar vacío todo el tiempo, para que las Leyes de la Divina Voluntad puedan intervenir a través de ese instrumento.

Quiero que sepan, compañeros Míos, que así como los santos apóstoles y las santas mujeres vivieron el servicio de forma auténtica, todos ustedes y sus hermanos del mundo entero son llamados a vivir bajo la misma escuela y el mismo fin, para que la Divina Piedad esté presente en el planeta y en la consciencia humana, para que no sea necesario que la Ley de la Justicia Divina descienda al mundo, para que el sufrimiento y la miseria sean aliviados por la Misericordia, y las almas del mundo, todas las almas posibles, alcancen la felicidad de servir a Dios y no la pena constante de estar sufriendo sin salir de ese punto.

Por eso hoy, vengo a hacerles un pedido especial: deseo que, a lo largo de los próximos tiempos y sobre todo en el próximo ciclo, se multiplique dentro de esta Obra y en todos los lugares donde esta Obra existe, lo que ustedes han consagrado como Proyecto Fraterno Servir.

Necesito que la Obra sea renovada a través del servicio, que todos puedan seguir un mismo camino y un mismo principio. Esto, compañeros, no anula todas las obras que siguen aconteciendo a través de esta Obra, todas las oportunidades de servicio aun a los Reinos de la Naturaleza.

El Proyecto Fraterno Servir ha sido un ejemplo anónimo, y diría secreto, de cómo a través de una donación auténtica y verdadera, las almas del mundo, inclusive las familias, recuperan la esperanza y la dignidad de sentirse Hijos de Dios.

Recuerden que esta es Mi principal finalidad: que a través del Proyecto Fraterno Servir, expandido en toda esta Obra, las almas reencuentren el sentido de poder ser Hijos dignos de Dios, así como ustedes lo pueden ser en este momento.

¿Para qué les estoy pidiendo esto?

Para que las almas puedan salir un poco más de sí mismas y se entreguen en donación al prójimo, al que más necesita, al que más pide por ayuda, que se entreguen por aquel que perdió la paz y la alegría de sentirse amado, desde los más pequeños hasta los más ancianos.

Todos se pueden ver beneficiados por este proyecto de caridad que, en esencia, debería ser el mismo proyecto para todos, que es traer hacia la Tierra la Gracia incalculable de la Ley del Servicio que ayudará en este tiempo a su Maestro y Señor para interceder por la humanidad perdida, para interceder ante las guerras que hoy suceden y que hacen perder miles de vidas en el mundo.

De alguna forma, toda esta desgracia planetaria debe ser pagada y ya les he dicho, más de una vez, que Nuestros Sagrados y Benditos Corazones ya no quieren escuchar a un niño llorando por hambre, por sufrimiento o por persecución, y que Nuestros Sagrados Corazones ya no quieren ver sangre inocente correr por las calles de este mundo.

¿Ahora, comprenden la importancia de este momento como una puerta que se abre para la preparación del Retorno de Cristo?

Así, más allá de las interferencias que no tienen ningún sostén y que se derrotan a sí mismas, no impedirán el triunfo de Mi Sagrado Corazón en la vida de las personas, en la vida de cada corazón humano.

Quiero despedirme de aquí con una luminosa sonrisa, con un Corazón en gratitud; colocando una Mano sobre Mi Corazón y la otra para bendecirlos, para que en los próximos tiempos todos puedan dar frutos en abundancia y sus vidas sean el verdadero testimonio de la redención y de la paz.

Así, vuelvo a bendecir a Mi pequeña Tierra Santa, que extenderá sus bases y pilares en el próximo tiempo, que volverá a guiar a los corazones de toda esta Obra para vivir el Fraterno Servir, la necesidad imperiosa de servir por amor a los que sufren. Así, darán continuidad a la Ley del Servicio en el planeta.

Les agradezco y les vuelvo a dar Mi Paz.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mi Corazón se restauró con la alegría y la valentía de los consecuentes con Cristo.

En Dios.

APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, DURANTE LA SAGRADA SEMANA, DÍA 5, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Padre Nuestro (en arameo).

Hoy vengo con alegría a celebrar la inmolación del Cordero, pero esta vez por medio de Mi Misericordia y no de Mi sufrimiento.

Porque Yo ya padecí por ustedes, sufrí por ustedes, así como fue dicho en la anunciación del Evangelio de hoy.

Pero muchas más cosas sucedieron en aquel tiempo, y hoy, especialmente, a pedido de Mi Padre Celestial vengo para darles a conocer muchos más de los misterios de Amor que Su Maestro y Señor vivió por ustedes y por el mundo.

Que hoy sus corazones se vuelvan a alegrar, que sus espíritus entren en júbilo porque el inicio de su redención está próximo y el fin del cautiverio llegará para muchas almas que, desesperadamente, han buscado la presencia de Su Señor.

Hoy serán ungidos por el Espíritu Santo.

En este ministerio sacerdotal que Yo los invito a vivir para que puedan representarme en la Tierra como Mis apóstoles, no solo dentro de esta Iglesia que Yo construyo con ustedes, sino dentro de toda la Iglesia que está en la Tierra, que a pesar de vivir su tiempo de tribulación como fue profetizado por Su Señor, el amor de Mi Iglesia nunca perecerá porque ese amor es sostenido por la fe de los creyentes y de los devotos, por la vida religiosa y, especialmente, por la vivencia del Sacramento de la Eucaristía.

Esto hace, compañeros, que los cimientos de Mi Iglesia Celestial estén aún firmes sobre la superficie de la Tierra, a pesar de los tiempos de caos y de crisis planetaria, a pesar de la sangre que aún es derramada injustamente en el mundo.

Pero por la devoción y la fe de Mis creyentes y devotos, es que Yo instituyo Mi Iglesia Celestial en las almas para poder hacerlos dignos en el Señor y partícipes de Su Santa Paz. Amén.

Pero antes de revelarles el misterio de Mi Amor, presente en la Última Cena, esta Cena que hoy celebraremos juntos será el momento en el que cada uno de ustedes tendrá la oportunidad, ante el Padre Celestial de que no solo por sus almas, sino también por la humanidad, este planeta reciba la última oportunidad que necesita para poder arrepentirse y hacer penitencia, afirmando en la vida de cada ser la Presencia del Señor, del Todopoderoso.

Comenzaremos con esta Ceremonia.

Que suenen las campanas por la Iglesia Celestial que en esta hora culminante del Planeta, delante del gran sufrimiento de la humanidad, desciende a la Tierra para traer el Principio de la Luz y de la Redención.

Espero por las campanadas.

Es parte de la Ceremonia de Dios construir este momento juntos, hasta en el plano físico, y así, el Espíritu de Dios se aproxima en esta hora de la humanidad.

Daremos comienzo a esta Ceremonia.

Instrumental de Pater Noster.

Nos ponemos de pie.

Señor Dios Todopoderoso, infinito Misterio de Amor y Verdad, que Tus ángeles desciendan a la Tierra en este momento para que las puertas del mal sean cerradas. Que así sea. Amén.

Bendice con esta agua, Señor, a los que necesitan de Tu Perdón y de Tu Gracia, y que esta agua derrame Tu Misericordia en el mundo.

Hoy el Sacerdote Mayor reúne a todos los sacerdotes de la Tierra para que vivan Su Principio Crístico y para que, a través de su ejercicio y de su ministerio, traigan a Cristo a la Tierra por medio de los Sacramentos, de la oración, del canto y de la fe.

Inspiramos.

A pedido de Nuestro Señor Jesucristo vamos a proceder a la consagración de un sacerdote, en este día especial en donde el Sacerdote Mayor se hace presente para renovar nuestras vidas.

Y así como formé a los primeros apóstoles, hoy los formo a ustedes para que vivan los Principios de Mi Iglesia Primitiva, las sagradas raíces de la Iglesia, los sagrados Dones que Yo le entregué a Pedro, una vez, y que hoy les entrego a ustedes para que lleven Mi Amor a toda la Tierra. Amén.

Madres pueden encender las velas.

Que Dios, a través de estas Manos, haga descender el Cielo a la Tierra.

Que exorcices, con este instrumento, los espíritus impuros para que los corazones sean liberados de toda perturbación y alcancen la paz.

Consagra, Padre Eterno, esta alma a Tu eterno servicio, que represente en la Tierra Mis Designios y que lleve adelante Mi Santa Voluntad para que todas las almas que lo encuentren puedan recibir, a través de él, Mi Santa Comunión, Mi Santo Perdón para siempre. Amén.

Como en aquel tiempo, purifico sus manos, cabezas y pies para que, en este ejercicio de entrega a la Vida Mayor, se concrete en la Tierra la Voluntad de Mi Padre. Amén.

Más agua por favor.

En este momento vamos a realizar la representación de la Última Cena, después de que Nuestro Maestro y Señor nos lavó las manos, nos liberó de nuestras impurezas, entramos al Templo de Su Corazón para concelebrar, con Él, este misterio de Amor.

Las Madres pueden aproximarse porque en esta Sagrada Eucaristía no solo Su Maestro y Señor estuvo con los apóstoles, sino también con las santas mujeres, en espíritu y en omnipresencia, celebrando la Comunión espiritual con cada una de ellas.

A pesar de todo lo que viví y sufrí por ustedes Me entregué incondicionalmente para la remisión de los pecados.

Por eso tomé el pan dando gracias a Dios, y Él lo bendijo. Les dije a Mis amigos: “Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por ustedes para el perdón de los pecados".

Y así tomé el Cáliz dando gracias a Dios, y Él lo bendijo. Les dije a Mis amigos: “Tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre que será derramada por ustedes para la remisión de los pecados. Hagan esto en Mi Memoria".

Te adoramos Señor y te bendecimos. Amén.

Y en unidad perfecta con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, compañeros, repitan la oración que Yo amorosamente les enseñé:

Oración: Padre Nuestro (en portugués).

El Cuerpo y la Sangre Divina de Cristo. Bienaventurados serán los que se sirvan de este Sacramento porque tendrán vida eterna. Amén.

Escuchamos siete campanadas.

Coman de Mi Cuerpo. Beban de Mi Sangre.

Por favor, unos paños para los Cálices.

Mantenemos la unión con nuestro Señor que aún está presente en esta Eucaristía, en contemplación y adoración.

En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Los presentes se pueden sentar.

Y así los apóstoles, en aquel tiempo, recibieron muchos misterios de Mi Corazón porque desde el primer momento que comulgaron de Mi Cuerpo y de Mi Sangre ellos recibieron la gran ayuda del Espíritu Santo que los prepararía para después de Mi Ascensión, para el gran momento de sus vidas, que era poder representarme y vivirme, por medio de Mi Ministerio Sacerdotal.

De la misma forma, las santas mujeres, con Mi Santa Madre, recibieron la inspiración de entregar sus vidas completamente, para consagrarlas a Dios, vivir en retiro y vigilia para poder contemplar y rememorar la Pasión de su Maestro y Señor.

Y así también todos los que participaron alguna vez del Sacramento de la Comunión, aun después de Mi Resurrección cuando aparecí en varios pueblos de Israel, esas almas llevaron consigo, interiormente, los méritos de Mi Pasión y los triunfos de Mi Corazón aun siendo hombre.

La Eucaristía es el mayor testimonio de la revelación del Amor de Dios para los hombres porque en ella se concentra la propia manifestación de la Santísima Trinidad, cuando el Cuerpo y la Sangre de Cristo son consagrados y transubstanciados en la celebración eucarística ante la Consagración del Cuerpo y la Sangre de Cristo, de la transformación en Luz del pan y del vino, porque todas las almas tienen nuevamente la oportunidad de vivir la Pasión de Cristo, de reconocer Sus padecimientos y Su dolor, Su sacrificio y Su entrega hasta el último momento de Su expiración.

Vivir la Eucaristía es renovar los votos con el Padre Celestial, es asumir una vida Crística de servicio y de amor por los demás, es fortalecerse ante las tempestades y las pruebas, de todo lo que sucederá en el fin de estos tiempos.

Recibir la Comunión, totalmente transubstanciada e iluminada por los méritos de la Pasión de Su Señor es entrar en la Iglesia Celestial de Cristo y pasar a formar parte de su Cuerpo Místico, viviendo todos los días la Comunión con Su Cuerpo Espiritual.

Las santas mujeres no pudieron estar presentes en la última Cena porque el legado que Yo dejaría para los Míos significaría y representaría la transformación y la redención de todos los seres de la Tierra cuando tan solo recordaran, a través de la Eucaristía, la Pasión de su Señor.

Cada vez que celebran la Comunión Conmigo no solo reafirman los méritos de la Pasión de su Señor, sino que sus vidas se transforman, poco a poco, hasta que algún día encuentren la unidad con Dios, completamente. Sean Uno con el Padre así como el Hijo es Uno con Su Padre, y así Yo podré ser Uno con ustedes y ustedes serán Uno en Mí.

En aquel tiempo lo entregué todo sin ninguna condición ni regla. Acepté el sacrificio por ustedes hasta el fin de los tiempos porque sabía, desde el principio, en lo más profundo de Mi Corazón, que a través de los tiempos y de las generaciones, muchos más me representarían.

Por eso deben hacer valer su sacerdocio para que el sacerdocio prevalezca en la superficie de la Tierra, espacio en el cual el Cielo encontrará un lugar por donde descender y actuar, por donde obrar y entregar a todas las almas las Gracias del Padre.

El Cordero fue entregado al peor matadero, pero eso sucedió por Amor y Misericordia para que los hombres de la Tierra, a través de todos los tiempos, alcanzaran el Perdón de Dios.

Hoy el mundo no revive Mi Pasión verdaderamente.

El sacerdocio se ha vuelto un escándalo en la humanidad. Por eso he decidido venir aquí a buscarlos a ustedes los imperfectos, los no formados, los menos instruidos para que, por medio de la intervención de Dios, respondiendo a Su Voluntad y a Su pedido, Su Propio y Divino Hijo los instruya en la Iglesia Celestial, Iglesia Celestial que muchas almas perdieron por sus errores.

Ese fue el verdadero legado que Yo le dejé a Pedro y a los apóstoles. Y por medio de los Sacramentos, especialmente por el Sacramento de la Eucaristía, no solo los sacerdotes, sino también el pueblo de Dios alcanzará la Gracia Espiritual y Divina: ingresar en la Iglesia Celestial. Porque es en la Iglesia Celestial, que levita en los Universos Mayores, en donde alcanzarán y encontrarán la Verdad, más allá de los hombres y de todas las formas.

Es a esa Iglesia que Yo los invito a entrar todos los días. Y en sus corazones, en sus esencias, en su mundo interior está una chispa de Dios que los une y conecta con esa Iglesia Celestial.

Por eso no permitan, compañeros, que las apariencias los confundan, que las pruebas del fin de los tiempos los atormenten.

Reafirmen su fe en Mi Iglesia Celestial y visiten a Su Maestro y Señor, frecuentemente, presente en todos los Sagrarios de la Tierra. Así sus corazones se encenderán y el fuego vivo de Mi Amor estará con ustedes.

Atravesarán tempestades y desiertos, momentos durísimos y difíciles, ustedes con sus familias, con sus conocidos, como también en sus naciones. Pero hay algo que nunca les hará perder la fe: es Mi Corazón que se entrega en sacrificio, nuevamente al mundo, para que sea reconocido, respetado y adorado en el Sacramento del Altar. Sacrificio amorosamente entregado a los hombres y mujeres de la Tierra, para que vivan el Camino de la Redención.

Las puertas de los infiernos temblarán ante la presencia de Mi Iglesia Celestial en la Tierra y más aún, Mi Iglesia alcanzará su poder y esplendor en el corazón de todos los que la invoquen, la respeten y la vivan, así como los Mandamientos.

Nunca dejen de amarse porque será ese amor, por más que sea pequeño, imperfecto e insignificante, lo que los mantendrá en unidad y no perecerán ante los embates de Mi enemigo.

Antes, Yo enviaré al Arcángel Miguel para que cierre las puertas y exorcice el mal, y las almas renazcan en la divina Esperanza de Dios para estos tiempos.

Hoy no digo esto solo por ustedes, sino por toda la humanidad, que está ciega y sorda ante el sacrificio de su Maestro y Redentor.

Pero hoy, ustedes, con su presencia, adhesión y amor ante este gran sacrificio ofrecido por el Cordero de Dios, hacen dignos los Altares del Padre y los ángeles cantan gloria y alabanzas para hacer revivir la paz en los corazones.

Quisiera poder decirles muchas más cosas, pero sé que sus cuerpos tienen un tiempo para poder soportarlo.

La verdadera Cena de Su Maestro y Señor no duró solamente un momento, sino tres horas, en las que Mis apóstoles contemplaron las tres Faces del Misterio de Dios presentes en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Hoy ustedes reciban este Sacramento con esa consciencia y amor de que el propio Dios se vuelve a entregar al mundo para que Su Misericordia los salve y los redima en este tiempo final.

“Elevo al Cielo, Padre, Mis plegarias para que enciendas en Tus criaturas la Verdad. Verdad que les hará encontrar el Camino del Amor y de la paz, de la Esperanza y de la renovación. No dejes que nadie quede sin ese impulso de Luz que hoy trae Mi Corazón Misericordioso. Y que por los méritos infinitos de Mi Pasión, las almas vivan en el Universo de Tu Fe y de Tu Amor para siempre. Amén".

En esta Cena de renovación, Yo los consagro y los renuevo, y les entrego Mi Paz. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En solemnidad y en absoluto silencio se darán el saludo de la paz para que este impulso de Luz, que hoy les traigo, se irradie al mundo.

Que puedan darse el saludo y la paz de la misma forma que Yo les entregué la paz a Mis apóstoles, en silencio y en contemplación.

Les agradezco.

 


 

APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO DURANTE LA SAGRADA SEMANA, DIA 2, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Dice el Arcángel Miguel: "Adoren el Sacratísimo Corazón de Jesús, es motivo de honra, glorificación y Misericordia".

 

El Poder de Mi Corazón es desconocido por muchos. Por eso, Yo vengo en este tiempo para revelarles ese secreto; después de una gran batalla viene el momento de la restauración, de la cura y de la sanación, a través de las obras que realizan Mis ángeles custodios.

Yo envío a cada uno de ellos para que desciendan a la humanidad y curen a todas las almas, principalmente aquellas que reconocen Mi Sacerdocio y que trabajan junto Conmigo, sin separarse ni tan solo por un momento.

Yo vengo aquí en esta tarde para revelarles el poder de Mi liberación, aquél que Yo alcancé en la Cruz después de la Muerte.

Después de tanto tiempo vengo a buscar a aquellos que Me condenaron, que Me martirizaron y a los que Me clavaron en la Cruz sin una mínima gota de compasión.

Por eso, Yo abro Mis Brazos misericordiosamente, no solo para asistir a la humanidad, sino a todos aquellos estados de consciencia que la humanidad no quiere ver, ni reconocer.

Pero el tiempo de la Ley Suprema está llegando y todo lo que fue dicho se cumplirá. Verán en el horizonte las cosas surgir, la Aurora que nace y la luna que se ensangrienta marcando una nueva señal para el mundo.

Aquello que fue dicho en el pasado por los grandes patriarcas se volverá a vivir y todos participarán de ese misterio tan desconocido.

Mis Ojos de Luz hoy los observan con caridad y compasión. Observan a cada uno de ustedes y a cada uno de los que escuchan Mi Voz. Sus almas se vuelven cristalinas ante Mi visión y todo lo puedo ver, hasta lo más profundo de sus consciencias.

Llegó la hora, en este tiempo, que venga a decirles la Verdad, la Verdad que los preparará y los conducirá hacia la meta. Pero sepan, Mis rebaños, que deberán dar testimonio de Mi Presencia en el mundo, para que todos Mis hijos que están bien confusos, hasta aquellos que viven Mi mensaje, puedan resucitar por Mi Presencia, por Mi Amor, por Mi Misericordia.

Aún no han comprendido qué significa que derrame esa Luz tan preciosa todos los días a las 15 horas, en donde Mi Luz desciende a la Tierra, abriendo Rayos de Luz sobre todas las consciencias, para que el mal se pueda extirpar y todos puedan redimirse a través de Mi Presencia Misericordiosa.

Hoy estoy en lo alto de un gran monte invitándolos a subir hacia la cima para que se puedan encontrar Conmigo y que Yo les pueda hacer sentir lo que hace tanto tiempo quiero que sientan en sus corazones.

Sé que muchos de ustedes no comprenderán Mi Misterio, pero guarden Mi Presencia en sus vidas como una llave primordial. Confíen en este tiempo en todo lo que están viviendo; cada cosa tiene su lugar y su tiempo y Yo acompaño a todos aquellos que se animan a decirme "sí".

Abro las puertas para los corazones que están heridos, y resucito a los espíritus que están muertos en vida.

Abro los corazones que no tienen luz y los reúno a todos alrededor de Mi mesa sagrada.

Lo más importante que quiero decirles en este día, es que guarden memoria de todos los encuentros que han tenido Conmigo. Sepan que Yo vengo a conducir sus seres superiores.

La materia morirá sobre la Tierra, pero el alma seguirá su camino de evolución. Mi principal objetivo es que alcancen la Gran Estrella y se puedan fundir Conmigo en el Espíritu de Dios.

Por eso Yo estoy aquí, compañeros, para abrir sus ojos nuevamente. Necesito de su "sí" sincero y definitivo, para que Yo pueda construir en Mi regreso las nuevas moradas.

Yo los reúno nuevamente alrededor de Mi Corazón Sacratísimo y les muestro el valor y el poder de Mi Corazón luminoso, para que lo puedan identificar como el gran lucero de este Universo.

A aquellos que Me digan "sí", Yo los auxiliaré.

Esta montaña espiritual en la que hoy Me encuentro, es la misma en la que Yo estuve pronunciando las Bienaventuranzas.

Por donde Yo he pasado sobre este mundo han quedado Mis huellas.

Los que confían en Mi Presencia,a lo largo de los tiempos, han podido recurrir a Mi auxilio primordial. Yo les he donado Mi Cura y Mi Misericordia. Y todos aquellos que han confiado en Mi pasaje por Tierra Santa, recibieron lo que Yo tanto esperaba en sus corazones.

Por eso, es un ciclo de grandes oportunidades para todos. Arriésguense a morir a través de Mí. Nada les faltará. No estarán solos, mas estarán en Mi Confianza Divina y Mis Palabras de Luz reverberarán en sus corazones, para que puedan ser sembradas las semillas de luz, aquellas que nacerán y brotarán en la Nueva Tierra, la Tierra que tanto buscó el pueblo del desierto. Una Tierra espiritual e inmaculada, un Reino de bienaventurados y de buenos servidores que están alrededor Mío constantemente, donde Yo espero que muchos más puedan entrar, en espíritu y en consciencia, en serenidad y en paz.

Hoy ha acontecido una gran liberación en el mundo. No es por acaso que todas las almas se reúnen a través de Mi Pasión. En cada año que viven este nuevo misterio, todo puede ser liberado, y Mi Corazón abre las puertas para los que han caído, cura lo que nadie ha podido curar y sana lo que nunca nadie pudo sanar.

Ya he dicho mucho para ustedes. Es importante que guarden Mis Palabras para los momentos difíciles.

Ante cualquier situación, de cualquier gravedad o dolor, mírenme a los Ojos.

Ante cualquier perturbación, disociación o desconfianza, mírenme a los Ojos.

Cuando todo parezca que está caído y se sientan vencidos, mírenme a los Ojos.

Cuando no tengan fuerzas de seguir adelante y la amargura sea más extensa que la esperanza, mírenme a los Ojos.

Sientan Mi Presencia. Ya estoy retornando para rebautizarlos con Mi Espíritu de Misericordia.

Mírenme a los Ojos y sientan a Dios en todo lugar y en todo espacio.

Mírenme a los Ojos. Aunque el mal los quiera sucumbir, Mi Poder los salvará porque estoy en todo y con todos hasta en los más pequeños detalles.

Mírenme a los Ojos y no Me pierdan de vista.

Mírenme a los Ojos, estoy aquí para curar su senda.

Mírenme a los Ojos, estoy aquí porque los necesito.

¿Quién se animará a dar un poco más? Yo Soy el gran pilar para sus vidas, la Llama del Corazón que encandila la oscuridad.

No teman sufrir, mas teman cuando no puedan servir; el servicio está en todo y Dios está en todo servicio.

Mírenme a los Ojos, porque así Yo les podré decir por dónde seguir y andar.

Mírenme a los Ojos y sientan la Presencia de Mi Amor, el Espíritu que conforta y anima; que cura y que redime.

Mírenme a los Ojos cuando comulguen Conmigo, así serán uno Conmigo y Yo seré Uno en ustedes. ¿Se arriesgarán a ser uno Conmigo? Este es Mi llamado, Mi petición y Mi gran aspiración.

Mírenme a los Ojos y confíen en Mí.

Y antes de la bendición de los sagrados elementos que formarán parte de Mi Cuerpo y de Mi viva Sangre, Yo les contaré un hecho que sucedió en el sepulcro, que también ayudó en Mi restauración y Resurrección: Mi Madre, María, amaba el incienso. Ella lo colocaba en cada lugar de la casa preparando Su momento de oración con el Padre.

El incienso aproxima a los ángeles de Dios y ese misterio fue vivido también Conmigo en el sepulcro, mientras María y las mujeres oraban. Todo el espacio era esparcido por el olor de un buen incienso.

El incienso representa la manifestación física del Espíritu de Dios. Es un elemento sagrado que usaban los patriarcas y los eremitas para exorcizar los males que se gestan en este mundo.

Pero hoy Yo traeré una bendición especial sobre esos elementos, en este segundo día, para bendecirlos a través del Espíritu de Mi Padre y preparar sus consciencias para el momento de la unión Conmigo a través de la Comunión. Prepárense para ese momento.

Deseo también, queridos compañeros, que de todas las partes del mundo Me envíen sus intenciones y pedidos, para que Yo las pueda bendecir y responder, según la Voluntad de Mi Padre.

Por eso, preparen para el día de mañana una cesta dorada, para que todas las almas escriban directamente sus intenciones y Yo las pueda recibir en Mi Corazón. Aunque Yo ya las conozco, es necesario para sus corazones compartir este gesto de amor Conmigo, esta bendición pastoral de todas las intenciones de Mis hijos del mundo.

No se extiendan en escribir sus necesidades. Lo simple, Yo lo reconoceré como algo importante, porque lo más necesario, queridos compañeros, es expresar las intenciones de cada ser con las pocas palabras que irradia el corazón, así estará todo dicho.

 

Jesús nos dice que todos los hermanos que están en sus hogares, pueden tener entre sus manos un pedacito de pan para la consagración. Él también lo bendecirá.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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