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En todos los Centros Marianos, a través del Relicario de Mi Corazón, seré el portero y el protector, el guardián de las reliquias espirituales y de los dones divinos que se guardan en los lugares sagrados erguidos en honor a Dios y por la manifestación de Su Plan.
El Relicario de Mi Corazón será la protección de todas las virtudes alcanzadas por las almas. Será el guardián de la evolución de aquellos que dijeron sí a Dios, y cada vez que lo contemplen con amor no solo estarán recibiendo en su interior lo que un día Yo alcancé, a través de la humildad y del vacío espiritual, sino también, hijos, estarán siendo resguardados por Mí que, ante Dios, recibí la potestad de ser su padre y guardián en estos tiempos de transición.
Es por eso que, frente a las dificultades que les parecen imposibles de transformar, oren Conmigo, contemplando el Relicario de Mi Corazón. Cuando el desierto sea mayor que su fe, oren Conmigo, contemplando el Relicario de Mi Corazón. Cuando las energías del mundo parezcan batallar, en su propio interior, con sus principios más puros, oren Conmigo, contemplando el Relicario de Mi Corazón.
Y, para que todas las almas del mundo tengan la oportunidad de estar delante del Relicario de Mi Corazón, les pido que todos los días 19, de una forma simple, el Relicario de Mi Corazón sea transmitido en vivo, durante una hora, para que todos aquellos que quieran estar delante de Él, en silencio, puedan hacerlo. Este ejercicio les permitirá encontrar la paz y fortalecer, en el propio interior, todas las virtudes ya alcanzadas.
En este tiempo de transición, seré el guardián de sus almas, padre y compañero que, en el silencio, seguirá sus pasos para que no se pierdan, sino que siempre se encuentren en Cristo.
Es de esa forma, hijos, que les pido que todos los días 19 de cada mes, a las 17 horas, sus corazones se unan en oración, y sobre todo aquellos que hoy no pueden estar en los Centros Marianos reciban también las Gracias y los Dones que surgen del Relicario de Mi Corazón para el mundo.
Si hacen este simple ejercicio, en el día de la Fiesta del Corazón de San José, no solo por ustedes mismos, sino también por todas las almas del mundo, podrán interceder Conmigo por los más pecadores y por los que se autocondenaron, para que esas almas abran sus ojos y encuentren la luz y la salvación en Cristo.
Yo los aguardo en oración y los bendigo.
San José Castísimo
Un alma, que decía no creer en Dios ni en la vida espiritual, se encontraba en un gran vacío interior y, ante sus angustias más profundas, miró hacia el cielo y dijo: “¿Qué hay después de la muerte? ¿Una nueva vida? ¿De dónde y por qué surgió la vida? ¿Tú, a Quien llaman Dios, existes verdaderamente? ¿Dónde estás? ¿Por qué no te haces visible a los que se dicen Tus hijos?”.
Y el Señor, contemplando a esa alma con gran compasión, le respondió: “De Mí surgió la vida, una vida amplia, profunda, compleja y muy antigua, anterior a la existencia de este mundo, anterior a la existencia de la mente humana y al tiempo de los hombres, en un espacio adonde la ciencia no llega, la mente no lo explica y ni siquiera los patriarcas y los profetas lo pudieron comprender, por un motivo que se guarda en Mi Corazón y que no se comprende, pero que solo se ama y se vive.
No creé la vida por un motivo, sino por Amor. Por eso, no se llega a Mí por una respuesta, sino por un vivir profundo del mismo principio y don que Me hicieron manifestar todas las cosas. Ese misterio se encuentra en tu pequeño corazón.
Alma amada, cuando abraces con humildad la cura de tus heridas más profundas, sabrás que Yo Soy Dios.
Cuando te dejes amar por un Amor que no es de este mundo pero que proviene del Infinito, sabrás que Yo Soy Dios.
Cuando el saber de tu pequeñez y fragilidad fuera mayor que la ilusión de tu orgullo, madurez y vanidad, sabrás que Yo Soy Dios.
Cuando coloques la frente sobre el suelo y rindas tu mente mortal por un Amor Eterno, sabrás que Yo Soy Dios.
Cuando, en el vacío de tu consciencia y en la soledad de tu corazón, te arriesgues a mirar hacia adentro y descubrir que Yo estoy en ti, sabrás que Yo Soy Dios y que estoy en todo.
En tu interior aguardo en silencio, y en tu silencio podré hablarte al corazón. Conocerás Mi Amor Infinito y, a través de él, sabrás lo que llamas motivos por los cuales todo fue creado. Lo que para ti es un motivo, para Mí es un Propósito. No hay un motivo para la vida, pero hay un Propósito Superior: el de renovar Mi Amor y retornar a Mí”.
Que este diálogo con Dios los inspire, hijos, a volverse hacia adentro y a experimentar la Presencia Divina.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando un nuevo ciclo llega a tu vida, contempla, alma amada, en la coyuntura de las estrellas, el mensaje celestial que tu Creador te envía.
Recibe los impulsos que Él generó en la manifestación de tu esencia y, a través de una comunicación profunda con Dios, comprende Sus Sagradas Geometrías y, a través de ellas, los designios del Padre para los ciclos que llegarán.
Cuando cumples un año más en esta Tierra, sabe que tu evolución se renueva y tu compromiso con Dios se amplia. La profundidad de la madurez de tu ser humano y espiritual te conduce a responsabilidades cada vez mayores ante Dios y Su Plan.
Renueva, entonces, tu espíritu en este nuevo ciclo, dejando que Su Amor cierre las heridas más profundas y ocultas aún abiertas por las experiencias de la vida.
Entrega a tu Creador tus pesares más internos, tu silencioso sentimiento de impotencia ante aquello que no puedes ofrecer a Dios.
Deja que, por un instante, el dolor que compartes con el Creador, por aquello que Él ve en el mundo, se calme y se restaure, porque para comenzar un nuevo ciclo es necesario restaurar y calmar el corazón.
Retoma los impulsos perdidos en las batallas de esta vida, reconstruye la esperanza herida por la acción de la astucia del enemigo sobre las almas y confía, alma pequeña, en que cada oración pronunciada por los que se perdieron en el camino será el mérito que les abrirá las Puertas de un nuevo Cielo en el último instante de sus vidas.
Respira por un momento y recibe el Soplo de Dios. Su Amor Divino renueva tu consciencia y, en un diálogo profundo y silencioso, todo se hace nuevo. Este es tu aniversario con Dios.
Recibe Mi bendición para el ciclo que vendrá.
San José Castísimo
Escoger a Cristo y renunciar al mundo es una elección de todos los días y, hasta diría, de todos los instantes de tu vida, hijo Mío.
El corazón humano constantemente se pierde en las ondas de los estímulos del mundo y, por más que tu corazón pertenezca a Cristo, una parte de tu mente y de tus emociones aún pertenecen al mundo, y depende de qué te alimentes espiritual, mental y emocionalmente para que así direcciones las energías de tu alma hacia el lugar correcto.
Coloca tu atención en Cristo, en el cumplimiento de Su Propósito, en la manifestación de Su Obra, en la concreción de Su Voluntad. Direcciona tu mente, tus sentimientos, tus actos y tu corazón hacia ese camino que siempre tiene como meta la imitación de tu Señor.
Este es un camino con muchas piedras, tropiezos y caídas que van rompiendo, en tu condición humana, algo que te separa de Dios, estructuras construidas a lo largo del caminar y que van quedando atrás a medida que caminas.
Que tu mirada nunca se retire de la meta, que es el Sagrado Corazón de tu Señor. Que tu vida sea un reflejo del esfuerzo constante para permanecer en Cristo, y así ella hablará más que todos los libros sagrados, y serás un lápiz en las Manos de Dios, a través del cual Él diseña Su Plan en este mundo.
No será fácil, hijo Mío, pero con el amor de tu corazón, la persistencia y la perpetua confianza en la Gracia de Dios, tu corazón siempre escogerá a Cristo.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
El Reino de Dios comienza a manifestarse en la Tierra a través de los corazones de los hombres. En su interior, guardan el puente perfecto hacia el Corazón del Padre, el camino para la expresión de Sus atributos, virtudes, dones y Leyes universales y divinas.
A través de los hijos de Dios, creados espiritualmente semejantes a Él, Su Reino se torna realidad en la Tierra.
Mucho más allá de las dimensiones sublimes y de las realidades invisibles, que cohabitan con la humanidad en este mundo, ustedes, hijos, son el Reino de Dios en la Tierra. A través de sus acciones, pensamientos y sentimientos, crean y recrean la vida.
Cuando sus espíritus están alineados con el Propósito Divino y pueden expresar paz, todo a su alrededor se transforma.
Cuando sus corazones están alineados con Dios y pueden expresar amor, los Planes del Creador se realizan.
Sean conscientes de que no basta que el Tiempo de Dios se una al tiempo de este mundo. No basta ver con los ojos físicos lo que siempre les fue invisible, porque lo que es esencial para que el Reino de Dios se exprese es que cada ser se descubra a sí mismo como parte viva de ese Reino.
La nueva vida ya existe. Es nueva porque la desconocen, pero ella es desde el principio y está viva en cada uno de ustedes.
Sean, hijos Míos, el Reino vivo de Dios en este mundo.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Contemplo con amor el Corazón de Dios y, delante de Él, ruego por el mundo.
Ruego por cada una de Sus criaturas, para que no solo encuentre la paz, sino, sobre todo, para que despierte de la ilusión y de la inmadurez de estos tiempos.
Ruego para que sepan quiénes son, dónde están y lo que son llamados a vivir en este y en todos los ciclos.
Ruego para que el sufrimiento de tantas almas conmueva el espíritu de otras, para que, en el amor y en la oración, aquellos que conocen a Dios clamen por la paz y la vivan, equilibrando así los males de este mundo.
Ruego por la pronta manifestación del Reino de Dios en la Tierra, por el cumplimiento de las escrituras y, sobre todo, por el cumplimiento del nuevo y eterno Evangelio universal, el que ustedes no conocen, a pesar de que la historia de sus almas está escrita en él.
Ruego por el triunfo del Corazón de Dios en cada ser. Pido a Mi Señor que Su Luz ilumine los ojos de los hombres y les muestre la verdad, el camino y la vida eterna, el camino de retorno Su Corazón.
Ruego a Mi Señor y Dios, Creador de la vida, que tenga compasión por las almas perdidas, y que ellas se puedan encontrar.
Mi Corazón, pequeño y simple, se abre para compartir el dolor que siente Dios por la indiferencia y la ignorancia de los hombres ante tantas dádivas entregadas a la humanidad a lo largo de los siglos y desde su origen.
Siento, en lo más profundo de Mi ser, el Amor de Dios por la vida y, movido por este Amor, ruego al Padre por todos los seres, de todos los Reinos; y clamo constantemente por Su Misericordia y piedad, por Su compasión y amor, por Su paz y por Su Presencia viva en cada ser.
Hoy ruego, hijos, para que este mismo sentimiento de amor viva en ustedes y, así, puedan unirse a Mí, en este clamor perpetuo por la Creación, porque el mundo, el Universo y todos los seres lo necesitan.
Que el Amor de Dios los inunde y que Su Verbo se manifieste en sus corazones, en sus pensamientos y por fin, en sus bocas, como un perpetuo clamor de retorno al Corazón del Padre.
Tienen Mi bendición para eso.
San José Castísimo
En donde estés, une tu corazón a Dios para cumplir con Su Voluntad y manifestar Su Plan.
La Voluntad y el Plan de Dios son mucho mayores y más amplios de lo que tu pequeña mente puede concebir. Aun así, es a través de las cosas simples que tu corazón encuentra el camino para vivir esa Voluntad y concretar ese Plan.
La Creación de Dios es vasta y amplia entre las dimensiones, tanto en el Cielo como en la Tierra. Sin embargo, para recordarla y reconocerla hoy, pudiendo acceder a estas realidades sublimes, basta que seas simple de corazón, puro de intención y dispuesto a amar y a servir cada día más y mejor.
Aunque tus ojos físicos no vean las extraordinarias existencias y manifestaciones de la vida, tu corazón puede participar de lo que es invisible y tu alma puede transitar por las realidades eternas cuando estás unido a Dios.
La humanidad fue creada para mucho más que ver y sentir las realidades de la vida. Los seres humanos fueron creados para unir esas realidades, vivirlas y estar en ellas al mismo tiempo.
Porque, así como el Corazón del Padre Celestial, los corazones de Sus hijos tienen esa posibilidad de unir en sí toda la Vida, de estar unidos a todo y de participar en todas las dimensiones de la existencia.
Por eso, antes de ver, sentir o experimentar sensiblemente la Verdad Divina, busca, hijo, entregar tu corazón a Dios y, a través de la rendición de tu espíritu y de cada parte de tu consciencia, hacerte uno con toda la Creación.
Las dimensiones habitan en ti, y tu corazón puede habitar en todas ellas y vivirlas cuando eres simple y verdadero.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
En el principio de la Creación Divina, aun antes de la existencia de los ángeles y arcángeles, de las dimensiones y de las estrellas, el Creador escribió una historia en el Espejo de Su Corazón. Hizo nacer un pensamiento de Su Amor y lo manifestó en colores y en sonidos. Para verlo, lo reflejó en un Espejo que emanó de Su interior y todo comenzó a plasmarse, desde un puro sentir divino.
La historia pensada por Dios y escrita de forma inmaterial en el Espejo de Su Corazón fue repartida entre las dimensiones y colocada en el interior de cada una de Sus criaturas. Todos los hijos de Dios guardan, en sí, una parte de Su Pensamiento. La historia de la Creación se completará cuando todos esos espejos se vuelvan a reunir en uno solo y todo lo que estaba escrito en cada uno de ellos se haya manifestado.
La historia inmaterial, escrita en los espejos, toma vida cuando los seres encuentran la Voluntad Divina en el propio interior y cada paso dado para el cumplimiento de esa Voluntad se torna una información de luz que colma su espacio inmaterial en los espejos de los corazones. Es como si con sus vidas, hijos, pintaran el diseño de la Voluntad Divina para cada uno de ustedes. Este Arte Universal, plasmado en los espejos, se completará cuando todos regresen al Corazón de Dios.
Para manifestar esta Obra Divina, busquen esa Voluntad en los espejos de sus corazones y exprésenla. Encuentren allí los misterios del Origen, el camino de retorno y el sentido del presente, del ahora. Todo esto está en su interior.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Cuando el Creador piensa en la manifestación de un alma, escribe toda su trayectoria, desde la creación de su esencia, a partir de una partícula de la Esencia Divina, hasta su retorno a esa Fuente infinita de Vida.
El Padre Celestial diseña con amor los pasos de Sus hijos y coloca en sus caminos todos los aprendizajes que ellos necesitan para crecer, evolucionar y retornar al Corazón del Padre.
La coyuntura celestial que se forma en el nacimiento de un ser, es aquella que él necesita para cumplir con la Voluntad Divina. El Padre diseña en las estrellas los impulsos de luz que esa alma recibirá y, en el instante de su nacimiento, viste en ella esos impulsos y bendiciones, que son los necesarios para su evolución.
Estas coyunturas celestiales son la expresión del Amor y de la Perfección Divina, para que Sus hijos perciban que, aun antes de llegar a la vida, ya recibieron todo lo que necesitan para estar en ella y hacer de esa experiencia una oportunidad para renovar el Amor de Dios.
Las fechas que llaman de cumpleaños, hijos, son momentos en que las almas recuerdan todos los impulsos que recibieron al nacer, recuerdan el propósito de su existencia y reciben nuevamente, del Universo Celestial, los primeros impulsos del Pensamiento Divino, para que en ese día tengan una oportunidad de retomar su camino evolutivo y reparar los desvíos que puedan haber vivido a lo largo de su aprendizaje.
Cuando los corazones se distraen con las cosas del mundo, esos impulsos se pierden, como tantas de las oportunidades que Dios les entrega a los seres. Pero cuando están atentos a los Cielos, en gratitud y reverencia, con el corazón pronto para recibir esas dádivas, pueden renovar su espíritu y su corazón, y comenzar un nuevo ciclo.
Hoy, recibe el Amor y la Gracia Divina, para que un ciclo de paz comience para tu pequeño corazón.
Tienes Mi bendición y Mi gratitud. Tienes el Amor de Dios.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Para comenzar a buscar la iluminación de la consciencia, ustedes deben amar a Dios, a Su Plan y a Su Voluntad por encima de todas las cosas; deben desenvolver la percepción de Su Presencia en todas las formas de vida y saber que todos los seres necesitan expresar su potencial como criaturas provenientes de Dios para que, entonces, encuentren la paz y expresen la paz en el mundo.
Sin saber la verdad sobre sí mismos, los seres caminan en la oscuridad de la ignorancia confundidos entre las miserias, los deseos y las destrezas que no expresan lo que ustedes vinieron a expresar en el mundo.
Por eso, a veces se torna tan difícil amar y aceptar al prójimo como él está. Digo "él está" porque ellos aún no saben para lo que verdaderamente fueron creados para ser, pues esto aún se oculta en su interior. Pero, antes de que vean la verdad expresarse en sus hermanos, primero deben saber que ella existe y deben amarla, sentir la necesidad de que ella se torne vida en sí mismos y en el prójimo. Así, su búsqueda será verdadera y su aspiración pura los conducirá al camino correcto, al camino de la Voluntad de Dios.
¿Por qué les digo esto?
Porque muchas veces su atención está en las cosas del mundo y en las realizaciones humanas, cuando en verdad el ser humano solo se realiza cuando es capaz de expresar la Voluntad Divina y participar de Su Verdad Celestial. Allí, entonces, ustedes podrán discernir, actuar y hasta aun disponer de las destrezas humanas para convertirlas en instrumentos de la manifestación de la Obra Divina.
Sin dejar de asumir sus responsabilidades, profundicen en el sentido por el cual ustedes las llevan adelante.
Miren hacia el prójimo, buscando sentir el amor y la aspiración de que él se encuentre a sí mismo. Estén en la vida con la aspiración de que ella encuentre su sentido.
Inspírense en la manifestación de la naturaleza, en la realización de las flores y en la belleza de aquel porcentaje de la vida que sí cumple con la Voluntad Divina y que encontró su realización, su plenitud.
Tienen Mi bendición para esto.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Acojan a la Ciencia de Dios que se revela y dejen que ella se asiente en su interior. No busquen comprenderla de inmediato, sino sentirla y experimentarla, poco a poco, hasta que ella los transforme y se revele a sí misma.
Aprendan a conocer, viviendo. Aprender a acoger, amando. Aprendan a transformarse, siendo cada día, un poco más compañeros de Dios y no solo Sus hijos.
Aspiren a ser lo nuevo en este mundo.
Aspiren a vivir lo desconocido.
Aspiren a ser precursores de un nuevo tiempo, verdades manifestadas, una nueva experiencia para toda la Creación.
Tienen Mi bendición para eso.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Las Leyes de la Cura son aquellas que actúan en los seres a través de la donación de sí al prójimo; no solo de una donación física y material, sino a través de una donación espiritual y esencial, en la que el ser deja un poco de su propia vitalidad para dar a los que más necesitan.
El verdadero curador será siempre suplido por Dios y nunca llegará el día en el cual no podrá donar algo de sí para suplir a alguien que lo necesita.
El verdadero curador siempre buscará en el Padre su sustento y, comprendiendo que todas las cosas provienen de Dios, nunca sentirá que le falta algo, porque lo que él recibe del Padre retorna a Sus hijos y, de los hijos, algún día retornará al Padre.
La cura es el equilibrio, la complementación, la manifestación del amor para que acontezca la unidad entre todos los seres.
Un ser enfermo está en desequilibrio, algo le falta, y no siempre será algo físico o material; muchas veces la enfermedad es la falta de energía esencial, de amor, de unidad con Dios y con el prójimo, y la cura sucede cuando ese ser necesitado vive en equilibrio y recibe lo que le faltaba esencialmente, recibe el amor y la presencia divina.
Por eso, muchas veces, los que se disponen a curar se sienten cansados, ya que donan de sí a los demás para que el equilibrio y la unidad sucedan.
Lo más importante para un curador es saber buscar en Dios su sustento, aquello que él ofrece a los demás, y que ese movimiento de donación atraiga del Universo Leyes mayores, que suplan a los que necesitan, no solo con la energía de la cura, sino también con la energía de la Gracia, del perdón, de la compasión y de la Misericordia, para que las heridas que no son físicas también se cierren y los desequilibrios que siempre permanecen invisibles también se puedan curar.
Les digo todo eso porque, en este tiempo, todos deben ser curadores, a través del amor, de la oración, del servicio y de la donación de sí.
La humanidad como un todo está enferma por carecer de amor y de sentido para su existencia, y la cura para eso se encuentra en ustedes mismos, en la posibilidad que los seres humanos tienen de donarse a los demás y, así, construir la unidad de unos con otros y todos con Dios, para que nada le falte a nadie y todos estén en equilibrio.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Ve que el Origen de toda la vida también está en ti. El Universo infinito, el Dios Único y Omnipotente, se espeja en aquellos que fueron creados para expresar su semejanza con el Padre y para renovar Su Creación.
Ve que misterio tan grande se ocultó de los hombres, porque la ciencia del despertar del amor comienza en la esencia de la humildad. Aquel que está en todas las cosas para ser lo que Es, vive en el vacío de Sí y permite que Su Corazón se amolde a los corazones de Sus hijos para habitar en todos ellos.
Entonces percibe que, a pesar de que el mayor misterio de la Creación está en tu interior, Dios te hizo la menor de las criaturas, aparentemente la más débil y con menos recursos científicos y espirituales. Esta es la gran llave de la revelación del Amor de Dios, él es entregado a los más pequeños y se revela a los más humildes.
Ve que el Infinito se guarda en tu interior porque así como el Padre manifestó la vida y los Universos a través de la esencia de Su amor, un día, hijo, de la esencia del amor que hoy despierta en la Tierra deberá surgir la semilla de una nueva vida, de nuevas dimensiones, de nuevos Universos, de una nueva Creación.
Sé que lo que te digo parece distante e incomprensible, pero cuando Mi Verbo pronuncia verdades despierta en tu interior lo que está dormido y que debe comenzar a expresarse.
El Amor es el principio del cual surge la vida en todas sus expresiones. En él se guarda el misterio de tu existencia, el motivo por el cual Dios manifestó esta humanidad y en ella a Sí mismo.
Solo medita en lo que te digo y deja que Mis palabras, por sí solas, te inspiren a amar más que a comprender todas estas cosas.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Cuando el Cielo se abra delante de tus ojos, solo agradece y reverencia al Padre, que vino a llamarte por el nombre para responder a Su llamado.
La Voluntad de Dios es única e inmutable, pero a lo largo de la evolución de la humanidad va encontrando diferentes formas de expresarse y manifestarse.
La Voluntad de Dios es como el agua que fluye de una fuente pura, en la cima de una montaña, y la evolución es esa gran montaña, a través de la cual el agua de la Voluntad Divina fluye para llegar a los seres. A pesar de encontrar diferentes caminos y de fluir con diferentes intensidades, el agua es la misma y la fuente es eternamente pura.
Tú, hijo, debes recibir con alegría esa agua que llega a tu vida para que, bebiéndola, puedas estar fuerte para seguir el camino que lleva a la Fuente y caminar de regreso al seno de donde brota esa Voluntad Superior.
La Voluntad de Dios se amolda a los obstáculos de la vida y a las posibilidades de los seres humanos. Mientras menos piedras en el camino, más fluye y con mayor intensidad llega a los que tienen sed. A ti solo te cabe seguir esa Voluntad Divina, sin colocar más piedras en el río de la vida. Pero cuando las piedras pertenecen a la consciencia humana como un todo, a tu corazón le basta seguir bebiendo de ese agua e ir llevándola, gota a gota, a los que tienen sed. El río siempre fluirá y, en la próxima curva, encontrará un camino más amplio por donde expandir sus aguas.
Este es un tiempo de muchos obstáculos para el río de la Voluntad Divina, pero bastará persistir y estar siempre dispuesto a vivirla para generar méritos para que, en un momento de mayor fluidez de esa Voluntad, surja en toda la humanidad.
Medita en lo que te digo y, con esa imagen en tu corazón, sube esa montaña de retorno a la Fuente y no te canses de caminar.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Siente tu corazón como parte del Plan de Dios. Contempla en tu interior un principio de Su Voluntad y busca conocerlo, para entonces manifestarlo.
Siente tu ser como partícipe de una gran historia de redención, en la cual se diseña la evolución de los universos.
Siente la vida en la Tierra como una parte de esa verdad y realidad sublime, para la cual un día los seres habrán de despertar.
Busca, como puedas, salir de la pequeñez de la vida superficial humana, sin juzgar o criticar a los demás, solo buscando en tu interior el camino para unirte a Dios y conocer Su Plan y Su Voluntad.
La evolución en la vida espiritual comienza con una relación verdadera entre tu corazón y el Corazón de Dios. Algo que se va construyendo en el silencio de tu mundo interior y que, poco a poco, te lleva a estar delante de la vida de una forma diferente, buscando, conociendo y amando la vida superior.
Cuando ese conocimiento viene de Dios, aprendes a amar y respetar a tus hermanos para que, sobre las bases de tu amor, ellos comiencen a crecer en espíritu.
Reflexiona, hijo, todos los días sobre la inmensidad del cosmos, sobre la grandeza del Amor de Dios por ti; porque, estando Él en la vastedad del Infinito, concentra Sus Ojos en la Tierra y en la más pequeña de las criaturas coloca Su confianza.
Ama este proyecto divino y ama la Voluntad del Padre, así atraerás esa Voluntad hacia tu vida y sabrás en dónde debes estar y lo que debes hacer en estos tiempos de transición.
El amor es la llave para todo entendimiento y la luz que trae el discernimiento y la claridad interior.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Contempla, en tus oraciones, el sentimiento de Amor de Dios que, comprendiendo la dualidad del universo, manifestó a Sus criaturas las Fuentes de Gracia, de cura y de amor del cosmos.
Contempla el sentimiento de Amor de Dios que, sabiendo de la fragilidad humana, creó en el interior de la Tierra recintos sagrados, receptáculos de los registros de las experiencias más puras vividas por los seres, tanto en el Cielo como en la Tierra, receptáculos de las energías más sublimes que circulan en la Creación, receptáculos que atraen hacia el planeta el manantial que proviene de las Fuentes Divinas del cosmos y que es vertido sobre la Tierra para las almas que más lo necesitan.
Sabe que, en tus oraciones, todas esas Gracias están disponibles para los seres que se reconocen necesitados de ellas y que, conscientes de sus miserias, claman al Padre por Su Misericordia. Y esa Misericordia desciende llevando consigo todos los bienes divinos, manifestados por el Señor para la evolución de Sus criaturas.
Sabe que el sentimiento de Amor de Dios es inextinguible y que solo crece, se multiplica y se renueva. Por eso, no te olvides nunca, en tus oraciones, que el Padre espera que tú pidas para que todo te sea dado.
De esa forma, eleva tu verbo y tu corazón y pide la cura para los enfermos, pide la Gracia para los desamparados, pide el amor para todos los seres, pide Misericordia para este planeta.
Tienes Mi bendición para esto.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Mientras que en los Cielos un acontecimiento divino se prepara, en la Tierra son pocos los seres que acompañan las dimensiones divinas.
La conmemoración de la Navidad, por encima de todo, se da por el inicio de un nuevo ciclo en toda la vida: los Reinos de la Naturaleza, los elementos, los astros, el tiempo, los rayos cósmicos, el universo, el cosmos. La vida entra en un nuevo ciclo, marcado por un renacimiento espiritual. Es la memoria del momento en el que el Creador trasformó todas las Leyes para hacerse, Él mismo, criatura material y humana.
Dios Padre se convirtió en Padre e Hijo, manifestando el misterio de la semejanza con Su Corazón. A partir de ese acontecimiento, nada más permaneció igual, y las leyes de la vida espiritual y material entraron en un nuevo ciclo.
Después de la Muerte y Resurrección de Cristo, ese cambio de las Leyes fue siguiendo su curso, porque el Creador no se manifestó en la Tierra solo para dar una oportunidad de salvación a los seres humanos; Él vino a despertar un arquetipo de vida, a instituir nuevas Leyes y a enviar al cosmos la señal de su renovación.
De esa forma, entregó a los hombres un camino y un ejemplo para imitar, para seguir, para renovar a lo largo de toda su evolución.
En cada Navidad, cuando la naturaleza y la vida material y espiritual ingresan en un nuevo ciclo, esa oferta de Dios se renueva y despierta, en el interior de los seres que están abiertos de corazón, la unidad crística con el Padre.
Año tras año, a lo largo de los siglos, el enemigo de Dios intenta distraer a las almas y hacer que ellas se pierdan, pero su astucia no llega hasta las Leyes Divinas, y los impulsos del Creador son inmutables en cada nuevo ciclo. El despertar depende de la voluntad, de la atención y de la apertura de cada ser.
En cada ciclo que pasa, esas Leyes se aproximan más a la Tierra y se plasman más en la vida humana, confrontando con su natural vibración divina todo lo que en los seres no corresponde al nuevo ciclo.
Por eso, en este período de renovación cósmica y universal, es importante estar con el corazón unido a Dios y no resistirse a las transformaciones.
Déjense renovar, para que sean potenciales renovadores del Amor de Dios.
Tienen Mi bendición para esto.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
La Ciencia, madre de todas las ciencias, es el Amor Divino.
El amor renueva, transforma y convierte todas las leyes, en todas las dimensiones.
Del Amor de Dios nació la expresión de toda la vida manifestada, en este universo y en todos los otros.
Del Amor de Dios surgieron Su Espíritu y Su Hijo, Fuentes de vida nueva que dieron origen a todos los rayos, a todos los sonidos y a todos los colores que vibran en las diferentes escuelas de la vida.
Del Amor de Dios nacieron los ángeles y los arcángeles. Sus emanaciones multiplican ese Poder divino para todos los seres y lo protegen en su interior para que siempre tengan la posibilidad de desarrollar el amor, dentro de sí mismos.
Del Amor de Dios surgió la esencia de los seres humanos, como semilla de una nueva fuente, una gota que, cuando es multiplicada, se transforma en un nuevo mar. Esta es la esencia de los hombres, esto es lo que portan en su interior: un potencial de renovación de toda la vida, llamado amor.
Busquen dentro de ustedes ese misterio y dejen que esa pequeña gota de Dios, en su interior, se multiplique, crezca y, en su ápice, sea una nueva fuente de vida.
Dentro de ustedes, hijos, se encuentra un cosmos nuevo, pleno de posibilidades, en el cual todas las criaturas pueden encontrar la renovación. Esta es su misión como seres, como hijos de Dios: renovar todas las cosas.
Amen y verán surgir dentro de ustedes una nueva vida.
Amen y verán los principios divinos despuntando en el propio interior.
Amen e instituirán en la Tierra una nueva vida, porque el amor convierte las leyes del pasado, que hasta entonces guiaron a la humanidad, y les da a todos los seres la oportunidad de recomenzar.
Amen, descubran y vivan el propósito de su existencia.
Tienen Mi bendición para esto.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Los árboles y la vida - Parte II
Cuando el Señor creó el planeta y lo manifestó a través de Su Pensamiento más puro de Amor por la vida, colocó en cada detalle de la Creación una ciencia profundamente espiritual, en la que todo lo que vive y habita en la Tierra colabora en la renovación del Amor y en el retorno al Corazón de Dios.
La dualidad, el caos y el mal construidos por el hombre son fruto del desvío de la consciencia humana del Corazón de Dios. A través de sus elecciones, los seres escogen estar en Dios y descubrir, en comunión con la Creación, el camino de retorno a Su Corazón, o escogen permanecer en la ilusión y en los enredos de sus limitaciones humanas.
El Creador permite que ciertas cosas existan para conducir al hombre a la superación y al vencimiento de sí mismo y no hacia los abismos del mundo, en donde se adentran las almas todos los días.
La naturaleza aún es un misterio a ser develado por la consciencia humana, y eso no se dará a través de su limitada ciencia, sino que será por medio de su corazón, el que es capaz de adentrarse en la ciencia divina y comprenderla a través de la simple presencia del Espíritu de Dios.
Los árboles, hijos, son el hilo que mantiene la Tierra unida al Cielo y no permite que la consciencia humana se desvincule totalmente de Dios. A pesar de las acciones humanas, de las guerras y de la indiferencia, los árboles silenciosamente penetran con sus raíces físicas en lo profundo de la Tierra y, con sus raíces espirituales, llegan al centro del planeta, manteniendo la unión entre la vida en la superficie y la esencia de la Tierra.
Con sus copas, sus troncos, ramas, hojas y flores físicas los árboles mantienen el camino de elevación hacia el Corazón de Dios. Y con sus copas espirituales, llegan a los Cielos y se nutren en las Fuentes Sublimes para que, al transformar el aire que la vida respira en la Tierra, traigan también las gracias y el alimento espiritual que permite que las consciencias no pierdan la paz y la posibilidad de amar.
Los árboles nacieron para servir y ellos aman su servicio; por eso, hijos, a pesar de ser tantas veces ultrajados, no dejan de crecer, de florecer y de dar sus frutos en este mundo.
Contemplen la donación de los árboles y, enviándoles a ellos su eterna gratitud, dejen que sus consciencias sean conducidas a la esencia de la Tierra y al más alto de los Cielos, recordando, así, el verdadero motivo de su existencia.
Los árboles no se olvidan para qué fueron creados. A través de ellos ustedes también deben comenzar a recordar.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
En el Universo infinito de la Verdad de Dios se guardan todas las religiones, filosofías y ciencias verdaderas.
Las religiones, las filosofías y las ciencias son las formas que el hombre encontró para expresar, en diferentes épocas, culturas y bajo diferentes influencias, los impulsos que el Creador les enviaba para construir una comunicación con Dios y, así, un camino de retorno al Corazón del Padre.
Después que la humanidad se perdió del Propósito Divino, la vida espiritual comenzó a ser impulsada como forma de religar a los hombres con el Padre, a las criaturas con el Creador. Pero Dios, hijos, es uno solo y Su Verdad también es única.
Para comprender las religiones y encontrar un punto en el cual ellas se unen, no se debe buscar en sus enseñanzas. La esencia de las religiones se encuentra en lo profundo de la consciencia humana y su pureza se revela en la manifestación de sus consecuencias en la vida de los seres.
Una religión cuando es verdadera lleva a la consciencia a experimentar el Amor que proviene de Dios y que los llama a amar todo tipo de vida, indistintamente. El amor es el punto de encuentro que debe existir entre las diferentes expresiones de los caminos que llevan a Dios.
Cuando hay amor, hay comprensión. Cuando hay comprensión, hay respeto. Cuando hay respeto, hay fraternidad. Cuando hay fraternidad, hay amor. Y donde está el amor, allí está Dios. Todo comienza y termina en el mismo principio.
Les digo eso porque este es el tiempo de manifestar el respeto, la fraternidad, la comprensión y, por sobre todas las cosas, el Amor. Así sabrán encontrar al Padre en la diversidad, en la diferencia y cerrarán las puertas para el mal que divide y separa a los hombres, no solo entre ellos, sino también de Dios.
Oren por la unidad y oren por el Amor, porque esta es la única cosa necesaria en este y en todos los tiempos.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más