Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS DURANTE LA 75.º MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN LA CIUDAD DE MANAOS, AMAZONAS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Antes de que Dios existiera, en Su Esencia Divina, Él ya había pensado en la Creación. Con esto quiero que comprendan la infinidad de Su Amor y de Su Misericordia para con Sus hijos de esta humanidad.

Si Él, antes que existiera, pensó en la Creación, ¿qué fue lo que lo movió para llevar ese pensamiento adelante, para sentir en Su Corazón, profundamente espiritual, que debería existir una Creación tan vasta e infinita que aún el ser humano de superficie no conoce?

Y dentro de esa Creación y de esa infinidad deberían manifestarse los Reinos, las civilizaciones y toda la vida que aún el ser humano desconoce, incluso en este presente, en esta actualidad.

¿Saben cuál fue ese impulso que movió a Dios, desde Su esencia divina, para poder manifestar la Creación?

Fue el Amor. Un Amor eterno que es inextinguible, un Amor que nunca muere, un Amor que renueva, que transmuta y que libera, que trae a la consciencia de los hijos de Dios la oportunidad de encontrar el bien y la sabiduría.

Ese Amor es lo que ha traído al Hijo de Dios hasta aquí para poder contarles estas cosas y para que perciban, en este momento, la importancia de cuidar y de proteger la Creación; en este caso, compañeros, de este planeta y de este proyecto humano, que aún no concluyó, que aún camina hacia la redención y que deberá definirse para poder ingresar en una nueva etapa.

Dios sabía desde el principio, dentro de las probabilidades del Universo y de los aprendizajes de todos Sus hijos, que este momento actual de la humanidad podría llegar. El Padre ya lo sabe todo, Sus hijos son los que no saben nada. Por eso deben confiar en el Padre Eterno, porque existe una Voluntad Mayor que no solo los rige, sino que también los guía para el cumplimiento de un propósito, de un destino y de una misión que aún no está al alcance de todos.

Ustedes deben confiar, compañeros, así como confió el Hijo del Padre, hasta el último momento, en la Cruz, en lo alto del Monte Calvario, en el que en el mayor sufrimiento y agonía, el Hijo de Dios no dudó, confió en la Voluntad Divina, en el destino de ese propósito.

Y así se cumplió lo que Dios tanto esperaba: que Sus hijos de la Tierra aprendieran del Amor de Dios con el Dios mismo encarnado en la Persona del Hijo que es lo que lleva en este momento, compañeros, a que Yo esté aquí en este momento con ustedes, pronunciándome a la humanidad entera, sabiendo que como raza enfrentan un momento crucial y definitivo, en el que en la gran prueba de sus vidas deberán definir qué es lo que triunfará: el amor o prevalecerá la indiferencia. Esto también es para con toda la Creación, no solo con sus personas humanas, sino también para con los Reinos de la Naturaleza.

El ser humano de superficie aún no aprendió a vivir en equilibrio con la Creación; abusó completamente de la Creación y la explotó, y lo continúa haciendo. Pero eso no podrá seguir siendo así, existe un límite y también existe un final.Yo vengo aquí para que ese final no llegue, para que tomen consciencia no solo ustedes que están aquí viviendo el crecimiento espiritual y la entrega, sino que también tomen consciencia todos sus hermanos, aquellos que están más dormidos e hipnotizados por el mundo.

Por eso, compañeros, hoy su compromiso se amplía no solo en la vivencia de su misión espiritual, sino en el servicio incondicional para con el semejante que también debe tener la oportunidad y la gracia que ustedes tuvieron. Porque cuando ese final se aproxime ya no habrá más tiempo.

Por esa razón Yo estoy aquí. No solo para estar ante ustedes, para seguir bendiciéndolos y consagrándolos, para llevarlos a Mi Corazón y al centro de Mi Ser, sino también para decirle al mundo que aún queda un poco de tiempo para poder cambiar y ampliar la consciencia hacia lo que verdaderamente significa este proyecto sagrado de Dios, no solo en este planeta sino en otros.

Toda la Creación está atenta al movimiento y a la acción de la humanidad. Tengan fe de que si cambian de corazón y trascienden las resistencias, Dios siempre los acogerá y los recibirá, y será una respuesta tan verdadera y profunda que les permitirá ver cosas más profundas de las que hoy ven que les permitirá comprender la realidad de estos tiempos, así como lo comprende y lo ve la Jerarquía.

En este momento, no hay más nada que tengan que hacer sino responder al llamado de Dios y colocar dentro del centro de sus seres la situación de este planeta y de esta raza, para que aún más el Amor, la Paz y la Misericordia puedan redimir y transformar a las consciencias que lo necesitan.

Por eso hoy les traigo, por encima de Mi Presencia y de Mi Ser, la gran bóveda de la Creación Universal, donde mora el Pensamiento Divino que los creó y el sentimiento más profundo de Amor que los manifestó.

En esa bóveda de la Creación Universal se encuentra el sagrado conocimiento, ese conocimiento que espiritualmente los alimenta hasta este momento, ese conocimiento que fue conocido no solo por los patriarcas y los profetas, sino por muchas civilizaciones que pasaron por este planeta.

Ustedes, como proyecto humano actual de la humanidad, deben tener presente que son parte de una historia que se está escribiendo y que esa historia que debe ser pura y sagrada, por la transformación y la redención de sus vidas, debe estar dentro de ese gran conocimiento universal, dentro de la esfera de la bóveda sagrada de Dios, en donde el conocimiento universal se expresa e impulsa, tanto a ustedes como a otras civilizaciones, no sólo alcanzar el despertar y la evolución, sino las diferentes escuelas de los grados de amor.

Si al día de hoy no consiguen amar al semejante, comiencen a amar a los Reinos de la Naturaleza. Sírvanlos, dónense, entréguense a ellos, expresen su amor a ellos y podrán expresar su amor a todos sus hermanos y descubrirán, compañeros, que no existirán diferencias ni tampoco límites para poder expresar ese amor que primero los transformará a ustedes mismos y después transformará a todo a su alrededor.

Alivien a los Reinos de la Naturaleza y cada situación que encuentren en sus caminos, resuélvanla, atiéndanla, asistan a los Reinos menores, den alivio al sufrimiento, así como Dios les da a ustedes Su Misericordia y el mundo se transformará, el proyecto no terminará, la evolución de la raza continuará y los soles en la Tierra brillarán, así como brilla la esencia de los Reinos que, a pesar de padecer y sufrir por la mano del hombre, se donan incondicionalmente a ustedes sin dejar de expresar la devoción y la belleza de Dios.

Quiero decirles, con seriedad, que hoy están ante el mismo momento en que estuvieron Adán y Eva. Es como si estuvieran en el Génesis, en el Principio, en el momento más culminante de tomar una gran decisión que no solo influenciará sobre sus vidas sino sobre la vida de todo el planeta y sobre la vida del resto de la humanidad. Pero esta decisión no es individual, es de toda la raza, de toda el alma grupo que conforma el Reino Humano. Esa decisión también influenciará a los Reinos menores para que puedan o no continuar en la superficie de este planeta, porque lo que primero Dios protegerá es lo que Él creó antes que el hombre.

La vida en otros Universos puede regenerarse, los Reinos en otros lugares de la galaxia pueden expresarse. Muchos de ellos se ofrecieron antes que ustedes para estar presentes en este planeta azul, en el extremo de este Universo local y de uno de los brazos de esta galaxia. De lugares tan lejanos y profundos del Universo, los Reinos menores, los llamados Reinos de la Naturaleza llegaron aquí a pedido del Creador para manifestar la vida, la belleza, la devoción, el amor y la pureza para cada uno de ustedes.

De esa forma están ante una gran decisión, que errores milenarios que cometió la humanidad y que sigue cometiendo en esta actualidad puedan ser perdonados y los errores puedan ser absueltos por la mano piadosa de Dios, por la intervención de la divina e insondable Misericordia de Mi Corazón.

Pero si esa respuesta que debe ser una afirmación de cada uno de sus corazones para con el Proyecto de Dios y los Reinos de la Naturaleza fuera débil, las leyes se mostrarán. No solo hablo para ustedes, hablo para el mundo entero, para todos los que deben aprender a respetar la naturaleza y la Creación que Dios les entregó.

Sean conscientes de sus acciones, de sus movimientos para no herir más a la Creación. Y así el planeta que sufre en su profundo silencio, se autotransmutará y le dará nuevamente una oportunidad al hombre de superficie.

Tal vez no conseguirán que cientos de hombres o gobiernos dejen de talar los árboles. Pero si su actitud y su decisión interior fuera verdadera, darán oportunidad y mérito para que esas almas, tan pecadoras e ignorantes, reciban la oportunidad de tomar consciencia de lo que están haciendo y de revertirlo para siempre.

Todo lo que Yo les entrego es un ejemplo. La situación es más profunda de lo que parece y la gravedad es más amplia de lo que se ve, porque no solo es algo material, sino también espiritual. Y en lo espiritual que es inmaterial, el hombre de superficie, toda la humanidad, no puede perder el contacto con Dios porque así se perdería el proyecto. Por eso, amen con mayor amplitud a los Reinos de la Naturaleza y así aprenderán a amar a sus hermanos, sostener y soportar  la condición humana y las acciones que cometen muchas naciones, por ignorancia y en contra de la evolución.

En este momento, ante el Padre Celestial, vengo a establecer una amnistía que durará algunas horas para que las almas en los planos internos, en cualquier lugar de la Tierra que se encuentren, tengan el tiempo necesario para poder tomar una decisión que cambiará o no el rumbo de la humanidad.

Para que esa amnistía sea concedida al mundo entero en nombre de todos los que en este momento se unieron, más allá de su religión o de su credo, por la Creación y la Naturaleza de este planeta ofreceré la consagración de los elementos, para que esa amnistía sea concedida a los seres internos y en una profunda reflexión, en una profunda introspección, la decisión sea tomada y que desde lo que hizo Adán y Eva hasta el presente sea absuelto por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Todo el Universo estará atento al movimiento de los planos internos y de la decisión que las almas tomen durante las próximas horas, porque es una decisión universal.

Nos podemos poner de pie.

Delante de la Iglesia Espiritual de Dios, por intermedio del Divino Hijo, renovaremos nuestros votos y afirmaremos nuestra fe por el cumplimiento de la Sagrada Voluntad en la consciencia humana y en el planeta. Amén.

Así como en el altar se ofrece el pan y el vino que se convertirán en el testimonio del Amor de Cristo, por medio de Su Cuerpo y de Su Sangre, nos ofrecemos sinceramente en este momento ante el Creador para que Él nos revele Sus misterios y nos conduzca a través de Su Voluntad. 

Hacemos nuestra oferta interna ante los portales del Cielo. 

Y en nuestro interno, contemplamos la majestuosidad del Amor de Jesús, no solo en Sus Palabras sino también en Su Presencia, en Su Presencia espiritual.

En este momento, vamos a revivir el sacrificio y la Pasión de Jesús, el legado de Amor y de redención que Él dejó para la humanidad, a través del Sacramento de la Eucaristía.

Aquellos que puedan se colocan de rodillas.

En aquel tiempo, nuestro Señor estaba reunido con los discípulos celebrando la institución de la Eucaristía. Después de haberles lavado las manos y los pies y de haberlos reunido a Su alrededor en un profundo silencio y amor, en unión con cada uno de los suyos, Él tomó el pan, lo elevó para que el Padre lo bendijera, lo partió y lo entregó a Sus apóstoles diciéndoles: "Tomen y coman, este es Mi Cuerpo, que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados".

Escuchamos las campanadas. 

Repetimos juntos:

Te alabamos Señor y te bendecimos.

Juntos: 

Te alabamos Señor y te bendecimos.

Te alabamos Señor y te bendecimos. Amén.

Enseguida Él tomó el Cáliz entre Sus Manos y en la expresión de un profundo Amor por ese sacrificio que viviría, Él lo elevó para que el Padre lo bendijera, enseguida lo entregó a Sus apóstoles diciéndoles: "Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza, que será derramada por su Señor para la remisión de las faltas. Hagan esto siempre en memoria Mía".

Juntos:

Te alabamos Señor y te bendecimos (se repite tres veces).

Amén.

En unión al Sagrado Corazón de Jesús vamos a repetir la oración que Él nos enseñó, para terminar de consumar esta consagración: Padre Nuestro (en portugués).

Vamos a cubrir los elementos.

Sepan, compañeros, que todo lo que haga el ser humano en este tiempo influenciará mucho más al Universo de lo que parece. Por eso el Padre envía a Sus Mensajeros Divinos, para que Su Sagrada Palabra sea escuchada y ella resuene en los corazones, a fin de que las almas se animen a dar los pasos que son necesarios en el camino de la transformación, de la fraternidad y de la paz.

Por eso, les dejo Mi Paz y establezco esta Paz en este primer día sobre toda la sagrada Amazonía, en donde muchos Reinos desconocidos por ustedes, por intermedio de la oración del corazón que hoy fue realizada, fueron profundamente aliviados y rescatados a fin de tener una nueva oportunidad en la escuela de la evolución espiritual.

Que la paz esté en ustedes y que la paz sea compartida por donde vayan.

Que esta corriente de paz despierte a los corazones y traiga sabiduría a los que gobiernan.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En Mi Presencia y en unidad con la Creación universal se darán el saludo de la paz.

¡Les agradezco!

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS DURANTE LA 74ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN EL CENTRO MARIANO DEL ESPÍRITU SANTO, CÓRDOBA, ARGENTINA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Y ahora, entra Conmigo en el Huerto Getsemaní y revive junto a tu Maestro lo que Él vivió en carne propia, lo que aún nadie conoció, ni siquiera Yo mismo revelé al mundo a través de ningún vidente.

Pero ahora, todos entrarán a ese huerto, al huerto espiritual de Mi Corazón y allí vivirán Conmigo lo que Yo vivo por ustedes, lo que Yo siento de este mundo y todo lo que las almas buenas pueden hacer para aliviar verdaderamente al Corazón del Redentor.

Hoy vengo a compartir una Faz  no conocida. Mientras les hablo mantengo Mis Ojos cerrados. Y, así, los invito a cerrar sus ojos y a entrar dentro del templo de su corazón porque será el portal para ingresar dentro del Huerto Getsemaní.

Y aferrados a Mi Cruz, confiando en todo lo que les digo, traeré para sus consciencias lo que muchos vivieron Conmigo en los planos internos, durante aquel tiempo, cuando su Maestro y Señor estuvo en la Tierra no solo predicando la Buena Nueva, sino trayendo a la humanidad un Amor inconmensurable e infinito, una Gracia eterna que los pudiera salvar y redimir.

Ahora, en este ejercicio de meditación y de introspección, crucen el umbral de su corazón y dejen en este momento que sus almas los guíen. Dejen a un lado su personalidad, su temperamento o su ego. Dejen que la luz de sus almas pueda gobernar este momento, y en esta profunda e íntima comunión puedan revivir junto Conmigo, conscientemente, lo que su Maestro padeció y vivió por el mundo.

No les traigo esta revelación para hacerlos temer o amedrentarlos. Les traigo esta revelación para fortalecer sus corazones en este tiempo crucial, para que vivan un sacrificio semejante al que Yo viví por ustedes y por el mundo; un sacrificio completamente colmado del Amor de Dios y de la Gracia.

Ahora caminen dentro del huerto, guiados por la luz de sus almas y espíritus. Y en lo profundo de ese huerto, en el árbol más sencillo y simple, vean a su Maestro y Señor arrodillado, contemplando la luz de la noche, a pesar de las tinieblas, de las pruebas, de cualquier dificultad.

¿Qué fue lo que llevó a vivir ese gran sacrificio por el mundo, el cual aún no fue recompensado por los hombres, el cual aún no fue valorado por la mayoría de las almas?, ¿cuál es la esencia de ese misterio, de ese sacrificio y de esa entrega?

Pregúntense internamente y sientan cómo, desde dentro de ustedes, surge y se manifiesta la respuesta.

La respuesta no es una forma ni un pensamiento. Es un profundo sentimiento de Amor, un Amor que movió a todo el Universo y que lo sigue movilizando para la redención de las almas y de los corazones.

Este es el huerto del padecimiento de su Señor. ¿Quién se asemejará a este sacrificio vivido por Mí? ¿Quién cargará junto Conmigo la cruz del mundo?, ¿se lo han preguntado?

Su sangre no se derramará como Mi Sangre. Sus martirios no serán como Mis martirios. Pero el silencio del corazón y la conexión con el alma serán la fortaleza inquebrantable para superar los tiempos y las pruebas, guiados por la luz de la perseverancia, la fortaleza de la fe y la confianza en lo que es desconocido.

Así, una Ley Suprema los regirá y serán conducidos dentro de esta trayectoria cósmica al reencuentro de su verdadero origen, de su verdadera realidad y del motivo de estar aquí, en este tiempo.

Por eso, sigan un único camino, el Camino del Redentor, el Camino del único y venerable Maestro, que les trae la consciencia de la realidad para hacerlos partícipes de la Verdad, en donde en este tiempo todo está en juego.

Veneren este momento del Huerto Getsemaní como la oportunidad de la rendición de sus corazones y de la entrega total de sus vidas al sagrado Plan del Redentor.

Y así como los ángeles Me dieron de beber del alivio, Yo les daré de beber de Mi Fuente, Mi Agua de Vida, cuantas veces sea necesario para que se puedan levantar, erguir y caminar firmes como Yo caminé por ustedes hasta lo alto de la Cruz, sabiendo que nada detendría ni impediría la realización de la victoria de su Maestro y Señor, venciendo la muerte y viviendo la Resurrección.

En este huerto, su Señor vivió sus padecimientos más profundos y desconocidos, los padecimientos que hoy vive el mundo. Y así podrán saber, compañeros, que no existen distancias ni límites entre las épocas o los tiempos, porque el eterno presente es la realidad de su Redentor, como debe ser la realidad de sus vidas en cada momento y situación.

No solo derramé Sangre de Mi Rostro y de Mi Cuerpo porque era un hombre igual a ustedes que estaba delante de una gran prueba, sino que al mismo tiempo estaba ante un gran misterio que era movido por el Amor de Dios.

Es eso lo que los debe hacer prevalecer en este tiempo para que nunca les falte el Amor Crístico que los impulsará a hacer todas las cosas y a cumplir todas las obras que serán necesarias en este tiempo para el rescate y la redención de la humanidad, para que muchas más almas tengan la gracia y la oportunidad de recibir el impulso del despertar y de tomar consciencia de la realidad en este momento, sabiendo que aún de muchísimos deberán caer los rostros de la ilusión; y los velos también caerán de la consciencia para asumir los lugares del Plan.

Es por ese Plan de Amor que trabajamos todos los días, un plan inmaterial que se volverá material por la ayuda y la colaboración de todos, por una fe que mueva más allá de la montañas y que haga concretar y realizar lo que Dios necesita en este tiempo, por una fe que los impulsa a seguir caminando, al igual que la Fe que moraba, y mora, en Mi Corazón en el momento más agudo y difícil de la Pasión.

Sean así representantes de Cristo en la Tierra y mantengan sus ojos en dirección al Divino Propósito porque así ese Propósito se cumplirá en sus vidas y más allá de sus consciencias. Ese Propósito concretará la Voluntad de Dios que aún muchas almas no quieren vivir por la ceguera de la ilusión y la indiferencia de muchas mentes.

Pero lo que hoy conquistaron aquí, a través de este trabajo de oración, no lo conquistarán en ningún otro momento porque las oportunidades son únicas en este tiempo y Dios está dando todo lo que tiene y un poco más a través de Sus Mensajeros Divinos para llevar a las almas a vivir la realidad de la consciencia y a estar prontos ante la situación de emergencia planetaria.

Es todo este trabajo de amor que hoy ofrecieron, en un punto máximo y elevado, que permitió ingresar en la consciencia del Huerto Getsemaní para que puedan tomar las mismas fuerzas internas, el mismo coraje y valentía que Yo viví por ustedes en aquel tiempo, sabiendo que todo lo que llegará a sus vidas, a partir de este momento, será un desafío y que ustedes únicamente vivirán lo que puedan superar; el Padre nunca les dará una prueba más difícil. Recuerden que Él es una Consciencia de infinita e insondable Misericordia.

Los aprendizajes de la vida, ustedes los generan por sus actos, por sus ejemplos y actitudes. Y allí aprenderán a tomar consciencia de lo necesario que aún es crecer interiormente y madurar espiritualmente en este momento crucial en el que todo, absolutamente todo, está permitido. Y eso es peligroso para la humanidad, porque es muy fácil salirse del camino.

Por eso, sigan un único camino, el camino que los llevará a Mi misericordioso Corazón porque allí siempre estarán protegidos y a salvo, siempre tendrán dirección y guía aunque no cuenten con nadie a su lado.

Confíen en esa dirección espiritual que Mi Corazón les ofrece y les puede entregar en este momento.

No existe miseria, obstáculo o desafío que no puedan superar, porque si Yo lo viví por ustedes, Yo les enseñé cómo hacerlo.

Estén atentos a cada momento de la vida y no pierdan la oportunidad de aprender y de crecer conscientemente. Y especialmente, no pierdan la oportunidad de amar porque el amor siempre los guiará, los protegerá cuando acepten definitivamente vivir en el Amor eterno de Dios para transformar completamente el amor propio.

Es ese amor propio que ha llevado a la humanidad a cometer muchos errores y a ejercer un poder que no le corresponde y que nunca le corresponderá.

Por eso, en el servicio y en la oración encuentran la Fuente del Amor de Dios y, aún más, encontrarán la piedad, la piedad que necesita el mundo para poder ser curado y redimido.

Eleven sus corazones a Dios en este momento. Y después de haber recibido la consciencia del Huerto Getsemaní, ingresemos ahora a la Gloria del Padre para que Él reciba sus intenciones y súplicas.

Y así como ayer se elevaron a Mi Iglesia Celestial, hoy sus vidas puedan ser parte de la Iglesia Suprema del Padre, no solo testimoniando el Amor de Dios sino la transformación de la vida, impulsada por el amor y por la fe.

Nos colocamos de pie, a Su pedido.

En esa profunda unión con Nuestro Señor del Huerto, con esa vivencia de amor incalculable que lo llevó a realizar esa gran tarea por la humanidad, de una forma semejante pero pequeña, ofrecemos nuestro ser, nuestro corazón y vida en las Manos del Redentor para que en este ofrecimiento, para que en este momento de consagración y de transustanciación, la condición humana sea transmutada y redimida a fin de que la luz del alma, en lo profundo de cada ser, gobierne en este tiempo y en este momento y despierte en las consciencias las Virtudes de Dios. Amén.

“Señor, Tú que creaste los elementos para la regeneración de la vida, frutos de la creación de Tu Consciencia, sublima y eleva este momento a fin de que los corazones puedan ingresar en Tu Iglesia Celestial. Amén”.

Bendecimos el altar.

Oración al Padre Celestial (se repite tres veces).

Invitamos a aquellos que puedan, a arrodillarse para la consagración de los elementos.

Antes de ingresar en el Huerto Getsemaní estaba en el Cenáculo con los apóstoles y muchos más, en los planos internos. Y a todos, sin excepción, los hacía beber de la Fuente, por medio de la institución de este Ministerio Sacerdotal y de este bendito e insondable Sacramento.

Por eso tomé el pan, lo elevé a Dios, lo partí y lo entregué a Mis apóstoles y a cada uno de ustedes, diciéndoles: “Tomen y coman. Este es Mi Cuerpo, que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados, Cuerpo que se entrega vivo y resplandesciente para ser llevado al matadero y para que ya no exista ningún otro Cordero que sea inmolado o sacrificado”.

Es en ese momento que, por la intervención de la Santísima Trinidad y de la Ley de la Suprema Gracia, se establece en esta consagración el Cuerpo de Cristo.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

En esa atmósfera creada durante la Última Cena, que era impulsada y guiada por el Amor de Dios, tomé el Cáliz, lo elevé y el Padre lo bendijo mediante la transustanciación de los ángeles. Lo pasé a los apóstoles, diciéndoles: “Tomen, este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza entre las almas y Dios, que será derramada por Su Señor para la remisión y el perdón de todas las faltas. Felices y bienaventurados serán los que se sirvan siempre de este Divino Sacramento”.

Y al sonar de las tres campanadas, se estableció y se transfiguró el vino en la Sangre Divina del Señor.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Tomamos el pan y el vino y en profunda unión al Corazón de Jesús y ante Su Divina Presencia, unidos como un solo corazón, repetimos la oración que Él nos enseñó.

Oración: Padre Nuestro.

Y al sonar de siete campanadas establecemos la unión profunda y esencial con el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Nos podemos poner de pie.

Y, así, la vida se renueva en las cosas más simples y humildes. Y en esa renovación es en donde las almas se animan a dar sus primeros pasos, guiadas por Dios e inundadas por Su divina confianza.

Hoy, quiero agradecer especialmente a todos Mis compañeros de Argentina, por haber confiado plenamente en su Maestro y Señor. Y recuerden que, a pesar de cualquier situación, circunstancia o momento difícil en su país, nunca se olviden del amor porque el amor siempre los protegerá del mal y será ese amor que los moverá a amarse, cada día más, entre hermanos.

Y unidos, como una sola familia espiritual, que se puedan ayudar mutuamente los unos con los otros, sea de una forma material, mental o espiritual.

Que esta generosidad y fraternidad humana pueda ir más allá de Argentina y especialmente colmar a toda Sudamérica porque, como parte de esta humanidad y de este planeta, esta región del planeta también vivirá su transición y su purificación.

Pero sepan que si Yo estoy aquí, y no estoy por ejemplo en Israel o en algún otro lugar del planeta, es porque la Voluntad de Dios aún es desconocida por ustedes. Y esa Voluntad no solo mueve el Universo y todas las consciencias, sino que es una Voluntad que, a pesar de ser misteriosa y silenciosa, viene a establecer en Argentina y en Sudamérica un Propósito Mayor.

Les agradezco, compañeros, por haber respondido a este sagrado llamado de Mi Corazón, por haber demostrado a su Maestro y Señor y a nuestro Padre Eterno, su más sincero y verdadero esfuerzo. 

Que este esfuerzo en la caridad y en el bien humano se pueda propagar más allá de las fronteras.

Y nunca olviden que tengo, especialmente, un Amor predilecto por Argentina y eso es los que Me hará regresar aquí, cuando Yo retorne al mundo.

Que así sea.

En el nombre del Amor y de la Paz que el mundo entero y todos los que escuchan la Voz de su Maestro y Señor en cualquier parte del mundo sean bendecidos y colmados por la Luz del Espíritu Santo y que la Paz esté en sus corazones, en sus familias, en sus pueblos y naciones, que puedan seguir siendo portadores de la Paz y que la Paz venza el mal para siempre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En unión, por la paz en Argentina y en el mundo entero, en fraternidad y gratitud se darán el saludo de la paz.

Les agradezco y hasta la próxima vez.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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