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Queridos hijos:
Una vez más, los invito a todos ustedes a preparar en sus hogares la llegada de Cristo a cada corazón humano en esta próxima Natividad.
Yo los invito, de forma especial, a que preparen sus pesebres para que, como la Sagrada Familia de Nazaret, esperen la llegada del Niño Dios.
Este gesto amoroso de Mis hijos, de dedicar un espacio para preparar el pesebre, permitirá que internamente se vayan abriendo las puertas celestiales sobre el planeta para que toda la humanidad pueda ser ayudada.
Por eso, en nombre de la Natividad del Señor y por amor a todas las familias, Yo deseo que en la preparación del pesebre en cada hogar pueda comenzar a brillar la Luz de la Sagrada Estrella de Belén.
Esta unión con el símbolo espiritual del Santo Pesebre ayudará a millones de familias en el mundo; familias que, como células del Proyecto de Dios, atraviesan en estos tiempos innumerables situaciones y aprendizajes dolorosos que necesitan del bálsamo de la paz y del alivio de Dios.
En la preparación de los diferentes pesebres, en los hogares del mundo, se les concederá a los miembros de cada familia, por un momento, que tengan la Gracia espiritual de estar ante uno de los hechos de Amor y de Misericordia más importante de la historia de la humanidad.
Quisiera, como Madre, que esta próxima Natividad del Señor sea celebrada en reconciliación y perdón por todas las familias que atraviesan el horror de la guerra en sus pueblos y naciones, como también la guerra en las propias familias, a fin de que el Santo Espíritu de la Paz, de aquella Paz que colmó la Gruta de Belén, pueda estar presente en estos tiempos en todas las familias.
Recuerden, hijos Míos, que las familias son el futuro de la Nueva Humanidad. Por eso, debemos rezar por las familias para que cada familia alcance la expresión del deseo ardiente de Dios.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Oración de la Sierva de Dios
Oh, Señor,
colma nuestra vida
con los dones de Tu Gracia.
Revélate, Mi Dios,
en cada paso de la vida.
Hazte presente en lo más pequeño,
para que muchos más descubran
el sagrado poder de Tu Humildad.
Abre, Señor, las puertas de Tu Reino,
para que todos puedan entrar.
Que con Ojos de Misericordia,
Tú puedas contemplar la grandeza
de que todas Tus Criaturas estén en Ti,
y Tú, Señor, en ellas.
Que la llama flameante de Tu Propósito Divino
pueda ser reconocida por aquellos
que atraviesan la noche oscura,
porque Tú, Señor, eres la Luz del mundo,
Tú eres ese puente que se muestra
ante nuestros ojos,
para que lo podamos atravesar
en confianza hacia el Paraíso.
No mires, Señor, la indiferencia de los hombres,
la crueldad de los incrédulos;
coloca, Señor, Tu Mirada en todos aquellos
que en sacrificio y en amor se entregan a Ti,
para alabarte y para reconocerte
como el Único Señor, Adonai.
Que Tu Insondable Amor, Señor,
sacramente la vida de Tus Hijos.
Haz que una vez más brille la estrella de Belén
en lo más profundo del corazón
de los que aspiran, algún día,
a encontrarse, cara a cara, con Cristo.
Así, Mi Dios, prepara la Nueva Tierra
a través de los que, por amor, se ofrecen a Ti,
para que Tu Sagrado Reino descienda a la Tierra.
Que en esa unión perfecta
entre Tu Corazón y el corazón de Tus Hijos
se vivifique Tu existencia,
porque al fin de todo,
cuando todo se haya cumplido,
conforme Tú lo decretaste,
Tus Criaturas y Tú, Señor del Universo, serán uno,
y ya más nada separará la vida de la esencia,
la realidad de lo inmaterial,
lo interno de lo divino y cósmico.
Tu Sierva y Esclava, una vez más, se ofrece,
en amor y en renuncia,
para que muchos más puedan renacer en Ti.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz y Sierva del Señor
Amados hijos:
Hoy la voz de los más pequeños conmoverá el Corazón de Dios, porque su canto será como una súplica por todos los pequeños inocentes y por los huérfanos, los que en esta próxima Natividad estarán solos y sin sus padres.
La voz de los más pequeños consolará, en esta noche, al Corazón de Dios por todos los que perdieron y pierden el contacto con su niño interno.
Será la voz de los más pequeños, la que en esta noche de gala, preparará en el corazón de los adultos, el nacimiento del Niño Rey, para que la inocencia y la pureza, que hoy no vive la humanidad, sea recuperada para toda la consciencia planetaria.
Pero también se elevará la voz de los adultos, de los cantores y pacificadores de Cristo, para que los graves acontecimientos y conflictos de estos tiempos sean disueltos por el amor de los que imploran a Dios de corazón.
La voz de los adultos hoy clamará por el despertar de la paz, en todos los que la perdieron. La voz de los adultos hoy pedirá por Misericordia, para que también sean recuperados el propósito y la meta espiritual que las naciones heridas de Sudamérica perdieron.
Esta es la noche de gala que preparará, en los planos internos, la llegada de Cristo a los corazones que están vacíos y sin amor interior.
Sobre el escenario de la presentación de esta noche, los Ángeles de la Guarda de las naciones de Sudamérica se colocarán en oferta para acompañar este amoroso momento, en el que por una vez más se abrirán los Portales Celestiales para que descienda la esperanza, y la llama de la fe se encienda como un flameante fuego en los que perdieron su unión con Cristo.
Estaré al lado de Mis hijos cantores acompañando este importante momento de oferta por la humanidad y el planeta.
Que hoy las voces brillen como las estrellas hermanas de la Estrella de Belén, para que una noche de paz como esta se expanda al mundo entero.
Les deseo una gloriosa noche de gala y de adoración al Niño Dios.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Serie – Revelaciones Divinas de estos tiempos
En la humilde gruta de Belén - Parte I
Y fue por la luz poderosa de la Estrella de Belén que su Madre y Señora, en la compañía humilde de San José Esposo, después de haber buscado un lugar simple para el Nacimiento del Niño Rey, nos deparamos con un regalo de Dios, el cual no esperábamos, pero que, al mismo tiempo, percibimos como una señal visible durante el Nacimiento del Niño Dios.
Fue la decisión suprema que el Dios Vivo, hecho hombre y consciencia, quiso tomar, al nacer en un humilde pesebre dentro de las grutas aledañas al pueblo de Belén.
Así fue que la Sagrada Familia, por la guía interior de San Gabriel Arcángel, se instaló y se preparó para el esperado Nacimiento de quien, a través de los tiempos y de todas las generaciones, liberaría al género humano de una posible autodestrucción y de una total perdición de los atributos y de los Mandamientos que, como pueblo, en aquel tiempo los unía a Dios.
Por esa razón el Nacimiento del Mesías, el Rey de Israel y de toda la Tierra, fue profetizado y anunciado para los más sabios seres-contacto que, comprendiendo a nivel interno la cosmovisión del espacio local de este Universo y por intercesión angélica, descifraron el día y la hora estimada de la llegada y del Nacimiento del Niño Jesús en Belén, aunque no hubieran conocido anteriormente a la Sagrada Familia.
San José Esposo, conmovido e interiorizado por el Nacimiento de Cristo y por el cumplimiento de las Sagradas Profecías, testimonió que todo Su gran esfuerzo y empeño para los preparativos de la llegada del Pequeño Niño serían pequeños.
Por detrás del Nacimiento de Jesús, María Santísima, su Madre Divina, ya sabía, a partir de las trece anunciaciones del Arcángel Gabriel, que la llegada del Niño Rey significaría una importantísima intervención Celestial, Divina y Cósmica, una coyuntura que modificaría y trascendería todos los errores humanos pasados, desde el Edén, con Adán y Eva, hasta el fin de los tiempos, hasta el cumplimiento de Su segundo retorno a la humanidad.
Dicha intervención, sucedida en el humilde y simple escenario de la gruta de Belén, representó la restauración de la alianza que se había perdido entre los hombres y Dios; y también significó el restablecimiento de los códigos del Amor-Sabiduría, los que desde el plano espiritual ayudarían al plano material de toda la raza humana.
La primera Fuente de la Creación que surgió en el plano inmaterial, vivió un proceso de materialización de sus formas y de sus matrices para contribuir en el Nacimiento de Jesús en la Tierra.
Ese acontecimiento motivado por una altísima ciencia vibratoria-espiritual también significó un fuerte movimiento de corrientes cósmicas y solares, de emanaciones y de impulsos divinos que favorecieron que, a través del Nacimiento de Cristo, descendiera a la Tierra, no solo uno de los Aspectos del Dios de la Trinidad, sino también que se produjera un estado de contacto entre todos los seres que, en aquel tiempo, tenían una total confianza sobre la llegada de su Salvador.
Por esa razón, la anunciación de los ángeles a los pastores y también la sabia interpretación y sintonía de los Reyes de Oriente, generaron, en toda la consciencia espiritual del planeta, la posibilidad de poder volver a darle a la Tierra un carácter de rescatable.
Cuando Jesús nació en el Pesebre de Belén muchos acontecimientos espirituales más, internos y hasta físicos se produjeron, ya que el descenso de la energía inmaterial de Dios abrazó y abarcó muchas situaciones planetarias.
Todos los que, con sinceridad y devoción, hacen memoria del Nacimiento de Cristo, año tras año, vuelven a ingresar en las mismas corrientes cósmicas y divinas desde donde se originó, hace más de dos mil años, el proceso del rescate y de la redención de la humanidad.
Celebrar el Nacimiento de Cristo todos los años no es vivir el pasado o retornar a una historia verídica, sino que significa regresar al Origen del Origen, no solo como planeta, sino también como ser, a través del Nacimiento de Cristo, para poder acceder a un estado de expiación espiritual y poder volver a recuperar el propósito que trajo a cada ser a la Tierra, a pesar de todos los errores vividos.
Es ese impulso el que, hasta los días de hoy, posibilita la continuidad en el planeta de la existencia de los seres crísticos, los que generarán, paso a paso, el cumplimiento del Plan.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
La Estrella de Belén brilló en lo más alto y profundo de los Cielos, anunciando al mundo la llegada de una nueva y última oportunidad de redención.
Aquellos que miraron hacia el firmamento y la encontraron, como un corazón que pulsa en el infinito, siguieron sus pasos y llegaron hasta donde los llamaba la Voz y la Voluntad del Padre Celestial.
El silencio de la Estrella de Belén guarda su profundo e insondable misterio.
Los corazones pueden seguirla, porque Ella se refleja en el Cielo, así como en el interior de los que se abren a sus señales.
Siguiendo a la Estrella de Belén lleguen al Portal de la humildad, de la pobreza de sí, del misterio, del vacío. Allí podrán encontrar lo que Yo vengo gestando para cada uno de Mis hijos.
Sigan hacia el Portal de la humildad de Belén que guardan en su interior. Allí, Yo los aguardo con todo el Universo, en la Presencia de su Padre Creador, para dar a luz a un nuevo ser, a un nuevo tiempo.
Gracia infinita, hijos Míos, es abrirse al Misterio de la Natividad de su Señor, cuando la memoria del perdón de los pecados humanos vuelve a perdonar y a limpiar los corazones de los hombres que se abren, al menos un poco, para el Camino de la Redención.
Gracia infinita es la Natividad de su Señor, cuando la memoria de la entrega y de la Humildad de Dios le da a los hombres la posibilidad de entregarse y de caminar por una nueva senda, en la que las vanidades, las mentiras y el orgullo quedarán del lado de afuera, pues, tan pequeña y simple es la Gruta de Belén que solo caben en ella la Humildad de Dios y de Sus siervos.
Gracia insondable es el Misterio de la Natividad de su Señor, cuando delante de la memoria viva del momento en el que toda la Creación se detuvo para contemplar a la Tierra, nuevamente el Creador detiene la atención del Infinito, para que, por menor que sea la apertura de las almas, Su Misericordia pueda inundar los corazones.
Pocos conocen la verdadera Gracia de la Natividad del Señor.
Pocos saben todo lo que su Dios y Creador realiza en lo invisible de este mundo y en lo profundo de las almas, cuando los corazones se dejan tocar por la pureza de este momento.
El Nacimiento de Cristo, así como su eterna memoria, hijos Míos, es un misterio aún insondable para los corazones del mundo, pero para vivirlo basta que permitan que sus corazones sean tocados por Su Pureza, lavados por Su Misericordia y renovados por la sagrada humildad que se guarda en este momento, tan santo y único, para toda la Creación.
Cielos y Tierra se detienen para contemplar la Natividad del Señor, porque desde que Dios se hizo carne entre los hombres, una Gracia desconocida se vive en toda la Creación.
Allí, hijos, Dios, dio inicio a un Plan de redención que aún está por cumplirse y que, año tras año, se renueva para la Tierra, a través de los corazones que creen en este misterio y que, sin comprenderlo, se abren para recibir sus Gracias.
Hoy les pediré que oren.
Oren por los que no creen en la esencia de la Natividad y olvidan el verdadero sentido que la humanidad se une para celebrar.
Oren por los que están solitarios, abandonados e infelices, porque no conocen a Dios, no se abren a Su infinito Amor y más que eso, Hijos Míos, porque no tienen en la Tierra quien les dé la dádiva de ser verdaderamente amados.
Oren por las guerras que no se detienen ante este acontecimiento Celestial y dejen que las Gracias que hoy reciben, por abrir las puertas para Dios, lleguen a los cuatro puntos de este mundo.
Oren para que los que se comprometieron con Cristo, desde el principio, se fortalezcan y se renueven en su humildad y en su entrega, por los méritos del Nacimiento del Señor entre los hombres.
Y oren, hijos Míos, para que así como conmemoran la alegría del Nacimiento de Cristo, conmemoren un día la Gracia Mayor de Su Retorno y estén preparados para ese momento, porque pronto llegará.
Yo los amo y bendigo,
Vuestra Madre, María, Rosa de la Paz
Una Sagrada Noche de Paz
Bajo la Sagrada Estrella de Belén, queridos hijos, su Madre Celeste y San José aguardan en esta noche por el Nacimiento del Cristo interior en cada ser, en cada alma y en cada espíritu, a fin de que se establezca la comunión espiritual con el Creador.
Mientras tanto, San José recoge paja para preparar el Pesebre, y los moradores de Belén le aproximan paños y jarros con agua preparando todo el escenario del gran y esperado momento.
Los ángeles de la guarda de los Cristos internos oran sin cesar junto a su Madre Celeste, a la espera de que los seres de esta Tierra den a luz todo el amor interior.
Las cabras, ovejas y demás animales del establo ofrecen su quietud y silencio, y dan su calor en la Sagrada Gruta para crear un ambiente acogedor de paz y de amor.
Por otro lado, los pastores de Belén se aproximan a la ciudad en la búsqueda de aquel Cristo interno que está por nacer y anuncia lo nuevo.
Todo el escenario está preparado a la espera de la Buena Nueva: el nacimiento del Cristo interno de cada ser, que en esta noche define la próxima etapa de su existencia.
Así, los Maestros de Oriente, los Reyes que traen la mirra, el oro y el incienso, visten sus atuendos de ceremonia porque, como anunciadores y profetas del Universo, traen en sus corazones un mensaje de reconciliación y de amor para los Cristos que hoy nacerán.
Dentro de la Gruta, la sagrada y elevada presencia de los ángeles atrae, de los más altos Cielos, las dádivas que todos necesitan para dar el paso hacia una entrega mayor.
María Santísima no detiene sus plegarias y oraciones, y le pide al Padre Eterno que la haga tan pequeña y semejante a Él para poder acompañar al Cristo interno que, en poco tiempo, tendrá en brazos.
Es hora de vivir el esperado momento.
Es hora de permitir que en la Gruta de Belén nazca el Cristo interior, el que les suplica a los corazones del mundo atención y consciencia para poder percibir la realidad.
Ante todo el escenario del fin de los tiempos, el Sagrado Cristo interno ha nacido. Él viene a anunciar que es la hora del gran cambio de la consciencia. Él viene a testimoniar que no hay otro camino sino el amor del corazón y la transparencia de la vida.
El Cristo interno viene a decir que es tiempo de hacer la paz y ya no de vivir las guerras internas y externas.
Es tiempo de confraternizar y de ser consciente con la vida, con el destino y con el Propósito.
Es hora de repensar el camino, y decidirse por el Camino del Amor y de la energía crística.
Es hora de abrir las puertas del corazón y de confiar.
Que el Cristo interno que hoy nace ante sus ojos, brille como la luz que él es y se perpetúe por siempre para que, en estos tiempos definitivos, haya discernimiento, sabiduría y paz.
Que en esta Nochebuena de Belén recemos por los Cristos internos que aún no nacerán al estar presos por las ilusiones del ser humano.
Recemos por las esencias que necesitarán de mucha ayuda espiritual.
Celebremos esta Navidad del Señor y junto a Él, para siempre.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
El retorno del Reino Musical de la Paz
Que, en este día de Gloria, se alcen al Cielo las voces de Mis hijos y que los ángeles de las sagradas melodías anuncien, con sus trompetas, el próximo nacimiento del Cristo interior.
Que la Sagrada Estrella de Belén irradie sus atributos divinos sobre las almas y que los corazones cantores se sientan motivados a expresar la gratitud por el inmenso Amor de Dios.
Que los oídos de todos los participantes de este Encuentro se abran y escuchen la ofrenda de amor que impartirán los cantores de Cristo.
Que todas las melodías, que hoy serán ofrecidas, sean el gran ofertorio interior de las almas creyentes para esta Navidad.
Hoy retorna la música que cura a los corazones.
Hoy retornan las melodías que elevarán la consciencia de la humanidad en una ardiente fe y en una inquebrantable confianza.
Que el propósito de la cura para este planeta, y para esta humanidad, hoy sea vivido, y que los corazones renazcan en el Fuego Divino de Cristo.
Que se abran las puertas de los mundos internos y que las esencias reciban los sagrados impulsos de la redención y de la compasión.
Hoy brillan todas las estrellas caídas porque las melodías ofrecidas elevan las esencias en redención.
Por eso, ordeno que los ángeles de la armonía y del canto impregnen el escenario del ofertorio para que vibraciones sutiles trabajen, en este momento, en los corazones que necesitan de cura y de perdón.
Hoy regresa y retorna el Reino Musical de la Paz, y el Universo abre sus compuertas para recibir, de los más simples y humildes, toda la gratitud y el amor de sus corazones, en la víspera de esta próxima Navidad.
Hoy retorna el Encuentro de las almas cantoras y de las esencias de la devoción, y un rayo de Gracia y de Misericordia penetra en todos los espacios para consagrar y bendecir, en este día, a todos los que respondieron el llamado de la música del Amor, a fin de curar la dolorida humanidad.
Que todos Mis hijos se sientan partícipes de este momento y que la fe confirme, en todos los corazones y vidas, su unión con el Plan de Dios.
Los bendigo y que este día sea el comienzo de nuevas y enriquecedoras experiencias de amor y de cura que deberán sembrarse en esta humanidad.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Que la Paz de Jesús esté en sus corazones para que, en este tiempo, ustedes aprendan a vivir el fin de los ciclos.
Hoy los ilumino con Mi Estrella de Luz de Belén. He venido para pedirles y anunciarles que el día 30 de noviembre quisiera ver en todos los hogares, lugares de trabajo, así como en cada Monasterio de la Orden, el Pesebre de la Sagrada Familia.
Para eso, hoy le entrego la misión a cada uno de sus corazones para que se comprometan a colaborar en la manifestación del Pesebre de la Sagrada Familia, a fin de que en cada espacio de oración él esté presente para bendecirlos.
Deseo que el lugar que ustedes mismos escogerán para colocar el Sagrado Pesebre, sea adornado preciosamente con guirnaldas navideñas, creando así un espacio sagrado de adoración y de contemplación.
Con este pedido, Mi aspiración es que desde el 1° de diciembre hasta la Natividad de vuestro Señor, oren, por lo menos tres veces al día, la oración (1), una vez entregada, al Divino Pesebre de la Sagrada Familia.
Deseo que especialmente en las Comunidades, durante esos días, se trabaje en oración a los pies del Sagrado Pesebre de Belén para que los corazones recuerden, en este ciclo, la importancia de fecundar el espíritu de la fraternidad, de la solidaridad y de la compasión entre los seres.
Deseo, hijos Míos, que los que acepten llevar adelante el cumplimiento de este pedido de su Madre Celeste sepan que, desde el 1° de diciembre hasta la fecha de la Natividad de Jesús, estaremos trabajando juntos en la reconstrucción del espíritu del amor en las familias del mundo como también en la cura del odio, del rencor y del desamor que es generado diariamente entre los servidores del camino espiritual y en las familias más apartadas de Dios.
Quisiera ver a los corazones humildes preparando en sí mismos, todos los días, el renacimiento del niño interior para que la humanidad sea curada al menos de la indiferencia y de la omisión.
Bienaventurados serán los que cumplan el pedido, porque Dios verá cuán grande puede ser el amor en sus corazones.
¡Les agradezco por responder a este importante pedido!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
(1) María Santísima se refiere a la oración "Acto de Consagración a la Sagrada Familia de Nazaret". Vea aquí.
Las Señales en el Cielo
El mundo despertará una mañana y verá plasmada en el Cielo la señal que indicará el momento del Retorno de Cristo.
Muchos ojos se abrirán y corazones se redimirán ante esa visible señal del universo.
Mientras el sol despuntará en lo más alto de la colina, la señal del universo quedará cada vez más visible y no se borrará. Será el momento en el que todo se transformará, y lo que ha permanecido oculto, de la nada se verá.
Esta señal dejará tres señales más, visibles en el mundo. Ellas no podrán ser confundidas ni interpretadas como fenómenos naturales, pues tendrán tan alto grado de resplandor, que no se asemejarán a nada de este mundo.
Mientras tanto, una estrella muy semejante a la gran Estrella de Belén anunciará la apertura de los portales del universo.
Cuando vean esa gran y desconocida Estrella brillar demasiado en el firmamento, póstrense en el suelo y hagan penitencia; manifiesten un profundo arrepentimiento en nombre de la humanidad, pues esa será la señal de que Cristo ya está retornando.
Cosas semejantes a las que ocurrieron en el nacimiento de Jesús sucederán en el último tiempo; porque cuando el Niño Dios nació, Él era el Alfa; ahora en Su Retorno, Él será el Omega.
Preparen con tiempo sus corazones para ese momento.
Permitan que la purificación se adelante para que estén libres de ustedes mismos.
En total, cuatro señales se mostrarán en este universo, para que la humanidad comprenda que ya es hora de ir despertando y de abandonar la ilusión y la inercia.
Estas señales traerán consigo algo nuevo y algo renovador. Pero, al mismo tiempo, ellas moverán, de Oriente a Occidente y de Norte a Sur, todo lo que es oscuro, injusto e infiel.
Es así, que,por ser señales del universo en el planeta no podrán ser borradas, alteradas u ocultadas.
Estas señales tendrán la fuerza de cientos de caballos y una expansión más grande que todos los océanos.
Será ese el momento en el que deberán estar en oración, sin distraerse, porque los impulsos quedarán y lo que está en vano se transmutará.
Las señales revelarán misterios desconocidos, abrirán puertas inexplicables y harán que la humanidad dormida despierte y, finalmente, coloque su atención en Dios, sin poder escapar hacia ninguna parte.
De esa forma, sí o sí, los seres humanos tomarán consciencia de todos sus pecados y todo quedará expuesto en este mundo.
Así, la gran mentira mundial, creada por los hombres de superficie, será extirpada y todos tomarán consciencia de la ilusión que fue creada durante siglos.
Cuando Cristo retorne muchas cosas se moverán, hasta las más increíbles. Porque como Cristo es la Ley viva, donde está esa Ley presente no estará lo injusto o lo oculto.
Por eso, purifiquen con tiempo sus corazones para que dichos acontecimientos no superen sus expectativas ni tampoco los sorprendan de la noche a la mañana.
Vigilen así como lo hace el guardián que cuida de la casa durante la noche.
Entren en vigilia y en oración, porque así podrán ser guiados, paso a paso, hasta el fin.
Las señales del universo dejarán más clara y evidente la realidad planetaria antes de que se develen todas las mentiras, los fraudes e injusticias.
Que sus corazones sean misericordiosos, así como Dios es misericordioso; porque, de esa forma, no caerán en tentación.
Vengo a pedirles, en esencia, lo mismo que Jesús les pidió a Sus apóstoles mientras Él agonizaba en el Huerto Getsemaní; porque serán necesarias, en ese tiempo, su plena correspondencia, sintonía e incondicionalidad.
Los más humildes ayudarán a los más dormidos.
Los más sabios, que serán movidos por el Santo Espíritu, ayudarán a los más ignorantes.
Los más simples les indicarán a todos la puerta de salida hacia el nuevo y venidero ciclo de la humanidad.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
La Natividad de Jesús…
En aquel tiempo en que la presencia de Cristo fue fundamental para la redención de la humanidad, la Sagrada Familia, después de haber pasado tres días en Belén, a pedido de Dios se dirigió a Nazaret en donde la Divina Familia se prepararía para acompañar los primeros e importantes años de la vida de Jesús.
En el momento del nacimiento de Cristo, después de la visita de los reyes de Oriente, la Sagrada Familia fue buscada por otras consciencias que, como peregrinos de Dios, iban al encuentro del pequeño niño en Nazaret.
Recordamos que la profecía sobre el nacimiento del Mesías también fue confirmada por la sagrada estrella de Belén y por todos los ángeles, que anunciaron el nacimiento de Cristo en diferentes pueblos de toda Israel.
Fue tan importante la venida del Mesías que hasta los más apartados de la verdad y del amor, en sueños, tomaron consciencia de que una luz infinita había llegado al planeta.
La Sagrada Familia siempre se mantuvo austera, humilde y simple; esa era su misión principal, mostrarse como verdaderamente era para que los principios de la Misericordia del Universo, a través de Jesús, de María y de San José, pudieran llegar a la humanidad.
Recuerden, queridos hijos, que hace más de dos mil años la humanidad estaba a punto de autodestruirse y de salir definitivamente del Plan del Creador, porque podría haber ingresado en una profunda decadencia.
El nacimiento de Jesús le trajo al mundo la posibilidad de reintegrar su vínculo espiritual y su filiación con el Padre, algo que se estaba corrompiendo por las acciones de los hombres.
Jesús, en Nazaret, aún siendo niño trabajó en los primeros pasos internos para la redención de la humanidad y en la construcción de una nueva consciencia en la Tierra, por medio de la reaproximación a la Fuente Divina.
La Gracia de Dios estuvo en todo momento, especialmente en Nazaret, cuando la Sagrada Familia vivió una etapa de unión más profunda con el Creador a partir de la presencia de Jesús como el pequeño Salvador.
Jesús siendo niño tenía consciencia sobre la urgencia de rescatar a la humanidad. Cuando el Pequeño Niño tenía tres años de edad, abrazó con amor y simplicidad la manifestación de este Propósito que el Padre le colocaría a sus treinta y tres años.
Aun Jesús siendo niño trabajó junto a los ángeles que lo rodeaban, en los mundos internos de la humanidad.
Veamos un ejemplo de esto:
Puedo decirles, queridos hijos, que a los tres años, Jesús ya ofrecía con Su pequeña consciencia algunos sacrificios que eran bien visibles para todos, como el de no tomar agua ni tampoco alimentarse por algunos días.
Sabíamos, como parte de Su Familia, que el Padre en aquel tiempo ya estaba cumpliendo con Sus Designios, porque toda la vida de Jesús estuvo colmada por el Espíritu Santo; era el propio Dios hecho hombre y consciencia humana que venía para rescatar la consciencia de la humanidad.
Jesús siendo niño desenvolvía acciones espirituales y sobrenaturales al momento de tomar contacto con la Fuente del Padre, que con amor y dulzura brotaba desde Su pequeño Corazón.
El Niño Jesús concedía muchas Gracias, estados para las consciencias que permitían revertir la condición humana y su deuda ante la Ley. El Pequeño Niño trabajaba silenciosamente y, a pesar de ser tan pequeño, los Arcángeles muchas veces obraban a través de Él. Por ejemplo, en una etapa de la vida de Jesús, el Arcángel Gabriel concedía cierto tipo de milagros a las almas, las que no solo transformaban sus vidas, sino que también liberaban los lazos que ellas tenían, al tomar contacto con el pequeño Niño Jesús.
La Sagrada Familia dedicó los primeros años de vida de Jesús para realizar servicio, y uno de los principales oficios de San José fue lo que ustedes conocen como la carpintería; en verdad, la humilde carpintería de San José era el templo de los milagros y de las conversiones.
El servicio que ofreció la Sagrada Familia físicamente a la humanidad, en los primeros años de vida de Jesús, fue para restablecer en la consciencia humana la necesidad de servir al otro, al semejante, con el fin de reactivar el espíritu de la caridad y de la fraternidad.
San José se empeñó para que esa simple carpintería en Nazaret fuera capaz de acoger a las almas sufrientes, para convertirlas en almas plenas por el alivio del Señor.
Mientras San José llevaba adelante Sus trabajos en la carpintería, al mismo tiempo enseñaba a los niños de Nazaret a construir algo evolutivo en sus pequeñas consciencias. Así Jesús en muchas ocasiones participaba de esos encuentros, y la unión y el amor que se daba entre Jesús y San José eran capaces de tornar esa carpintería en un momento de elevación y de devoción a Dios, al punto que de forma inexplicable los trabajos de carpintería eran milagrosamente finalizados por los ángeles.
La Sagrada Familia a través de la esencia del servicio, consiguió ayudar a revertir la precariedad espiritual humana con una potente energía de amor y de caridad.
La Santísima Madre dedicaba Sus espacios de oración para entablar una unión más profunda con Dios y también para revivir en Su Espíritu el sacrificio que Su Amado Hijo viviría y que, por revelación del Arcángel Gabriel, María ya tenía consciencia de ese momento.
Durante los primeros doce años de Jesús, los santos arcángeles le mostraron a la Santa Madre la preparación espiritual y consciente que el Divino Hijo viviría en aquel entonces.
La Santa Madre desde aquel tiempo se resignó como esclava ante Su Padre Eterno, dejando en completa y humilde libertad al joven Jesús para que Su Misión se cumpliera así como la sagrada profecía lo indicaba.
En toda la etapa primaria de la vida de Jesús, la Sagrada Familia fue conducida por los santos ángeles hacia las necesidades que debían ser suplidas en la consciencia de la humanidad. En ese sentido, la Sagrada Familia aportó a la consciencia humana la oportunidad de ser reintegrada en el Proyecto del Creador a través del sacrificio de Cristo.
Fueron muchos los Dones y las Gracias durante la primera etapa de la vida de Jesús, los que crearon las bases principales para todo lo que el Pequeño Niño viviría en Su santa adultez.
Desde el nacimiento de Jesús, la humanidad tuvo la oportunidad de conectarse con la esencia del amor, aun después de que Cristo hizo Su entrega final en la Cruz.
En este tiempo en donde los valores de la Sagrada Familia perdieron la atención del hombre de superficie, los Mensajeros Celestiales vienen a su encuentro, al encuentro de una humanidad nuevamente precaria en todos los sentidos para que, por amor y misericordia, ella despierte del profundo sueño de la ilusión y recuerde que debe amar a su semejante, que debe servirlo y ayudarlo a curar su consciencia por medio de actos de fraternidad y de hermandad.
La Sagrada Familia se aproxima a la humanidad con el fin de reparar la consciencia humana y de retirarla de todos los errores que ella comete por medio de las guerras, de los conflictos, de la indiferencia así como de la destrucción y el dominio de los Reinos de la Naturaleza.
La Sagrada Familia invita a todos a que en esta Navidad el Cristo Interior pueda nacer a partir de una comunión íntima con el Creador, así la Tierra será repolarizada hacia la Luz que ya perdió.
Les agradezco por responder a Mi llamado.
Por todos los que se esforzarán para concretar esta última parte de la peregrinación, estaré muy agradecida.
Los ama,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
¡Bienaventurada entre todas las mujeres fue proclamada la Sierva de Dios! Madre de todas las criaturas, Madre de toda la vida, porque gestó en Su vientre a Aquel que representa todas las cosas.
Hijos amados, el recuerdo del nacimiento de Jesús se debe renovar en cada corazón, en cada consciencia, porque, en verdad, todos los años cuando están ante este sagrado día, están ante la oportunidad de profundizar el mayor misterio de la Creación: cuando Dios se hizo vida en Sus criaturas, cruzando las dimensiones celestiales y toda la existencia universal para llegar hasta lo más denso de todo lo creado.
Están ante la oportunidad de renovar esta creación divina y percibir que el nacimiento de Jesús en Belén no fue solo un hecho histórico y universal, fue en verdad, hijos Míos, un símbolo enviado por Dios de que, desde aquel momento, Él estaría vivo en todos los hombres.
El Creador vino para despertar en el corazón humano la semejanza perfecta con Su Sacratísimo y Bendito Corazón, porque Su perfección no podría permanecer oculta en los corazones de Sus hijos mientras ellos se perdían y autodegradaban por no conocerla, por no descubrirla en el propio interior.
Mi Amado Hijo aún está vivo y en cada Navidad renueva el misterio de la presencia divina en los corazones de los seres humanos.
Dios Padre, desde el Centro de la Creación, observa en silencio a la humanidad y permite que Su Hijo recorra los hogares, las calles, los abismos, las iglesias, los sótanos… donde haya un corazón humano, allí Él estará, en omnipresencia, esperando que alguno de sus compañeros recuerde, con sinceridad, Su nacimiento y aspire ardientemente verlo regresar.
El Creador, hijos queridos, entrega a los hombres infinitas dádivas y posibilidades de evolucionar y alcanzar la perfección, pero Sus hijos están distraídos y en todo se involucran con la materia, olvidándose de mirar hacia el Cielo.
En este día de Gloria y regocijo, pocos son los que agradecen verdaderamente a Dios por haberse hecho carne entre los hombres; por haberse hecho Hijo, siendo Él, el Padre de toda la Vida.
¿Dónde estarán los pesebres humildes para que Cristo pueda renacer? ¿Alguien se acordó de prepararlo en el propio espíritu?
Mi Hijo los espera; espera que comprendan que Él no llegará a las posadas de Belén, donde el confort y la ambición reinan. Él querrá apartarse del mundo, recogerse en silencio, en un lugar simple y humilde, donde vive la unidad con todos los Reinos de la Naturaleza.
Busquen, hijos amados, ese espacio en el propio interior. Pidan a la Estrella de Belén que los guíe y les muestre el camino, porque la Luz está pronta para retornar al mundo. Dentro de ustedes y en la consciencia del planeta ya comenzaron las contracciones de la purificación para un parto universal, en que lo viejo dará lugar al nuevo hombre.
Clamen a Cristo para que los haga renacer y clamen por Su nacimiento dentro de cada uno de ustedes. Aspiren a dejar que el viejo hombre termine su ciclo en su interior, para que despierten los Dones del Espíritu de Dios, aquellos que los harán semejantes a Él.
Cristo renace hoy en los corazones que le dicen sí y renacerá todos los días en los que le abren las puertas del propio interior, porque en la Eternidad, donde el tiempo no existe, todos los días es día de que nazca un nuevo Cristo.
Yo los amo y los bendigo, con Mi Hijo en Mis Brazos, para que a través de Él abrace todas las criaturas.
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
La Fugaz Estrella de Belén
En aquellos días, en donde se anticipaba la preparación interior para recibir en Mis brazos al Niño Jesús, la sagrada Estrella de Belén, el símbolo de la Gran Hermandad del Cielo se reveló a los tres reyes que, por tener corazones puros, pudieron llegar a nuestro encuentro en el humilde establo de Belén.
La gran Estrella de Belén brilló durante varios días y fue enviada por Dios para acompañar y al mismo tiempo para anunciar la llegada del Hijo de Dios al mundo.
Fue así que esta sagrada Estrella, que solo apareció durante aquellos días, se comenzó a revelar primero en sueños y en señales a algunas consciencias que, por Voluntad de Dios, debían tomar conocimiento de la llegada del Mesías.
San José en aquellos días anteriores a la llegada de Jesús, aun estando en Nazaret, escuchó de los ángeles del Cielo el anuncio y la hora exacta en que la Santísima Esposa debería estar en Belén para dar a luz al Divino Hijo.
Fue así que la sagrada Estrella de Belén también indicó el lugar y el camino por donde la Sagrada Familia debía pasar.
En aquellos días en que el Universo entero se reunió para acompañar y al mismo tiempo presenciar el nacimiento de Jesús, la Estrella de Belén hizo llegar al pesebre, desde Nazaret, a las consciencias más simples entre las simples, almas llamadas por el Altísimo para acompañar amorosamente la llegada del Mesías.
La Estrella de Belén fue ese poderoso lucero que en aquel tiempo trabajó el plano espiritual y material de la consciencia planetaria, para que ella pudiera recibir el potentísimo amor-sabiduría, el Rayo que iría a cambiar los acontecimientos de la noche a la mañana.
Esta sagrada Estrella de Belén marcó un antes y un después. Ella estuvo irradiando ciertas corrientes universales que físicamente modificaron, antes de la venida de Cristo, todos los errores humanos que hicieron de la raza una civilización comprometida con el mal.
La Sagrada Familia durante los nueve meses de gestación de Jesús, fue preparada por los propios ángeles para que ese importante acontecimiento de la venida de Jesús se pudiera vivir en todos los planos de consciencia, con el fin de que ese evento divino quedara grabado en el planeta y en el sistema solar.
La Estrella de Belén fue la guardiana del nacimiento de Cristo y, al mismo tiempo, fue el puente cósmico que unió el tiempo de la humanidad con el tiempo celestial.
Es así que la Santa Madre de Dios, momentos antes del nacimiento de Jesús y después de haber permanecido en silencio durante nueve días, recibió el impulso divino de todas estas revelaciones que la sagrada Estrella realizaba.
María Santísima sabía que el nacimiento del Hijo de Dios traería para el mundo en aquel momento la liberación de los errores milenarios y, al mismo tiempo, la luz redentora que debía sí o sí brillar en este planeta.
La Estrella de Belén fue ese faro cósmico que atrajo hacia la raza humana el despertar espiritual de la consciencia. Esa sagrada Estrella fue la que gestó la madurez de muchas almas para los tiempos futuros, fue la gran Estrella de Belén la que anunció en todos los mundos internos la llegada de la poderosa energía crística de redención y de amor.
En esos días en los que el planeta fue preparado para la venida de Jesús, y también fue expurgado de los códigos de la perdición del mundo, los santos ángeles, los mismos que estuvieron en el pesebre de Belén durante el divino nacimiento de Cristo, fueron los que apoyaron el despertar del amor interior en la humanidad, especialmente en los corazones más simples. Si ese amor que fue gestado por los santos ángeles no hubiera nacido en la humanidad, la venida de Jesús habría necesitado otros requisitos espirituales.
En la Estrella de Belén se reflejaba la presencia del Amor del Altísimo, así como la Gracia que estaba siendo concedida a través del nacimiento de Cristo.
Belén fue el escenario escogido por el Padre para que ese acontecimiento guiado por los arcángeles se llevara adelante bajo la perfección divina del amor y de la ceremonia.
La venida del Mesías y del Gran Libertador de los pueblos fue guiada preciosamente por los ángeles, quienes al mismo tiempo trabajaron en el inconsciente de la humanidad, para poder redimirlo a partir de ese bendito momento.
La gran Estrella de Belén trajo al mundo la oportunidad de elevar y de purificar la consciencia a través del pensamiento elevado y no rudimentario, por medio de la determinación.
Esta preciosa Estrella de Belén se mostró al mundo en aquel tiempo para ir desintegrando de la raza humana los patrones de la autodestrucción y del compromiso con todo lo mundano.
La Estrella de Belén trajo la consciencia de que somos espíritus al servicio de un Propósito Mayor, capaz de impulsarnos a la realización de la Obra Divina.
Es esa misma Estrella de Belén, la que en aquel tiempo intentó reflejarse y brillar en la consciencia de los seres humanos, para que pudieran percibir dentro de sí que una única oportunidad se estaba dando a través del nacimiento de Cristo.
Por eso, hijos, después de todos esos acontecimientos que fueron planetarios y universales, una vez más la humanidad se encuentra ante la prueba de la Navidad, de poder atravesar esta fecha sagrada recordando y colocando la atención en todo lo que significó la venida de Cristo a la Tierra.
El Padre Eterno espera ver nacer a Cristo dentro de ustedes para que un amor más grande, al que ustedes hoy viven, despierte en la consciencia de la humanidad, la que debe cumplir y colaborar con esta última parte del Plan Divino del Amor.
Quisiera que Mis hijos no fueran indiferentes, sino que aprovecharan esta fecha de Navidad para reconfirmar sus votos ante la Jerarquía Celestial, porque esa confirmación abrirá las puertas de la consciencia a otras almas en el mundo.
Que en esta Nochebuena, donde la Sagrada Familia se encuentra en adoración a los pies del pesebre de Belén, todos Mis hijos se postren para reverenciar en su interior el nacimiento del Niño Rey en sus corazones.
Al menos háganlo en ofrecimiento y devoción por aquellos que hoy se perderán en celebraciones banales.
Por su consciencia y unión a este momento, queridos hijos, les agradezco por responder a Mi llamado.
Bajo la sagrada Estrella de Belén, los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Yo Soy la Fuente de la Luz para el mundo, después de Mi Bendito Hijo.
Yo Soy la Estrella incandescente de Belén, que enciende de paz el corazón y de luz y amor a cada alma.
Yo Soy el Escudo Celestial que protege de todos los acechos, a los benditos hijos de Dios.
Yo Soy el Sol del Universo que derrama rayos de conversión y redención.
Yo Soy el Espíritu de la Paz que recorre los continentes para reencender en los corazones el Amor de Dios.
Yo Soy la Sagrada Madre de la Confianza, porque en Mi Corazón Inmaculado tu vida puede reposar y en Mi plenitud santísima hallarás el consuelo que tanto buscas; encontrarás en Mi silencio la cura para tu corazón y la luz que necesitas para disolver tus problemas en paz.
Hoy Me aproximo a tu corazón y a tu vida, para que Me abras la puerta de tu interior y nuevamente, ante el Padre Celestial, confíes tu vida y tu existencia al Sagrado Universo.
Vengo amorosamente a tu encuentro para esta especial Aparición Mensual, porque dos veces Mi Consciencia Maternal descenderá desde los Portales del Cielo, para resolver dificultades mundiales, para elevar al Reino de Cristo a muchas almas que están presas y principalmente, Yo descenderé para transmitir Mi Amor Materno a todos los que Me dijeron sí.
Por eso, Yo Soy la Señora de la Luz, Soy la Mujer revestida por la Luz del Sol Universal, Soy la que anuncia, a través de Sus doce estrellas de oro, un tiempo venidero de paz y de conversión.
Pero antes, como Yo lo he prometido ante Mi Salvador, el Dios Todopoderoso, la Madre y Reina de la Paz recorrerá la mayor cantidad de naciones posibles para despertar a tiempo, a los que duermen en la ilusión y a los que han quedado ciegos de espíritu por las modernidades.
La Luz de Mi Sagrada Espada del Amor cortará las raíces del mal y de la impunidad, el divino poder de Mi Fe iluminará en Luz Suprema el camino de todos los que Me llamen.
Yo Soy la Señora de la Luz Eterna, Soy la Madre de Jesucristo, el Salvador y Redentor. Soy la Estrella que vigilia día y noche los pasos de los autoconvocados. Mi Corazón Poderoso siempre será el alivio para los pecadores. La Gracia de Mi Espíritu será el agua de la Fuente que lavará vuestras manchas.
Les pido, Mis queridos y amados: ¡Ríndanse!, ¡ríndanse!, ¡ríndanse al Amor de Mi Corazón!, no quiero hacerles mal, solo espero que Me acepten como Vuestra Madre; ahora y siempre cumplo con el compromiso eterno de llevarlos al Cielo.
Y a pesar de que la confusión y el caos abracen la vida de muchos, afirmen vuestra fe y no crean en lo que viven; deben creer en la vida del Espíritu Mayor que los acompaña y los protege.
Mis pies pisarán la cabeza de la astuta serpiente y Mi mirada celestial guiará los pasos de los servidores. Un nuevo tiempo brillará en el interior de Mis hijos y el Perdón Supremo será la cura para todos los males.
Cuando llegue el tiempo de Paz, los soldados alzarán las banderas de la Misericordia y en el amor el Todopoderoso escuchará vuestro llamado y rendición.
Estoy entre los más simples y mansos, Mi Santa Luz Universal viene al auxilio de todos.
Confíen en lo que les digo, Yo los amo y los contemplo en sagrada devoción.
¡Gracias Venezuela por abrirme la puerta para la liberación!
¡Paz y Misericordia para todos!
María, Señora de la Luz
Peregrinen, en este día, por el largo camino de sus consciencias, un camino interior, en el cual encontrarán algunos obstáculos para ser traspasados, algunas pruebas para ser vividas y algunos recuerdos para ser perdonados y olvidados.
Busquen caminar por el mundo interior, con profunda paz y alegría y, aunque el encuentro con algunas situaciones les cause dolor, procuren sobrellevarlas con la alegría de ese día.
Permítanse, hijos Míos, ser guiados por la Estrella de Belén hasta el lugar más simple y puro de su mundo interior; lugar que, para muchos, es desconocido, pero que existe y que ya está pronto para recibir al Hijo de Dios.
Hoy, el Señor les oferta una posibilidad de liberar y curar antiguos dolores, miedos, culpas, antiguos errores y sufrimientos. Hoy, el Señor les da a conocer, a muchos de Sus hijos, lo que deben transformar en este tiempo. Porque, para vivir una transformación efectiva y contundente, necesitan conocer, de sí mismos, todo lo que está para ser convertido. Sin embargo, confíen en la Gracia, que les es concedida, de ser guiados por la Sierva Fiel de Dios y no se impresionen con lo que puedan ver de ustedes mismos.
Aquellos que se permitan dar un paso en este día, se verán delante de un pasado a ser redimido y de todo aquello que escondieron de sí mismos durante tanto tiempo.
Hijos Míos, hagan de este día un día de Gloria y, de esta purificación, el prenuncio de la llegada gloriosa de Mi Hijo Jesús. Porque estarán construyendo para Él un espacio vacío y puro, en donde Él podrá habitar con libertad y podrá reinar con la totalidad de Su perfecta Consciencia.
La grandeza de este día se manifestará en las consciencias del mundo, de acuerdo con la apertura de cada uno a lo que le está siendo ofertado. La profundidad con la cual Dios obrará en sus consciencias se dará a partir de la apertura de sus corazones. Por eso, estén dispuestos a vivir algo nuevo, desconocido, que revolucione su mundo interior.
Hijos Míos, hagan del peregrinar de este día un momento semejante al vivido por José y María en la noche del Nacimiento de Jesús.
A José y María les fue revelado mucho, mientras se aproximaba el Nacimiento del Mesías. Ellos se ofertaron para conocer y curar el mal que vivía en la humanidad de aquella época. Mientras se aproximaba el Nacimiento de Cristo, a través de la peregrinación de José y María, fueron siendo convertidas y transmutadas las energías de la lujuria, de la avaricia, de la vanidad y de la soberbia que se expresaban, en aquella época, con mucha intensidad en los seres humanos.
Los dolores de parto de María se tornaron más intensos de lo que normalmente se sentían. Experimentaron la desolación y la aflicción de no poder dar a Cristo un lugar seguro para nacer, y esta experiencia de purificación culminó al comprender la Voluntad de Dios y dar vida a Jesús en un establo, experimentando la más pura humildad y alegría y descubriendo así, que todo había de ser curado a través de la humildad, de la pureza y de la fe en la Voluntad de Dios y en Su divina conducción.
Hoy, para los corazones del mundo, no será diferente. Si se lo permiten, el Señor les dará a vivir una grandiosa experiencia que culminará en el descubrimiento del vacío de sí y en la entrega a la divina humildad.
Mis amados, alegren hoy sus pequeños corazones y caminen Conmigo, que seré Su Estrella de Belén y, a través de la oración, los conduciré al Nacimiento de Cristo en sus esencias.
¡Les agradezco por permitirme guiar sus vidas!
Yo los amo siempre.
Su Madre, María de Nazaret, Estrella de Belén
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más