Apariciones extraordinarias
APARICIÓN DEL NIÑO JESÚS, DE LA VIRGEN MARÍA Y DE SAN JOSÉ, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Hermana Lucía de Jesús:

Estamos ante la Sagrada Familia de Nazaret: Nuestra Señora, la Virgen María; San José y el pequeño Niño Jesús.

Escuchemos las Palabras de Nuestra Señora:
 

En una noche como esta, hijos Míos, cuando no había esperanza en el mundo, Nuestros Sagrados Corazones caminaban hacia Belén, guiados por los ángeles y por las luces del cielo, sustentados por la Consciencia Divina y por el Santo Espíritu de Dios.

Fue de esa forma que llegamos a la gruta de Belén, con el cuerpo cansado, que humanamente sería imposible soportar, pero que con el sostén de Dios y de Sus ángeles nos fue posible permanecer con fortaleza interior y, a través de ella, sustentar Nuestros Cuerpos.

En una noche como esta, la maldad y la confusión reinaban en el corazón de los hombres, así como reina en el corazón de muchos hombres en este día. Y por el mismo motivo que un día llegamos a Belén, hoy, llegamos aquí, a este simple lugar elegido por Dios para verter Su Cura sobre el mundo.

Vengo hasta aquí, hijos Míos, para decirles que no pierdan la esperanza. Nuestros Corazones oran incesantemente por el mundo, sobre todo por las almas que no le encuentran sentido a la vida. Por eso, que cada uno de ustedes sea como una llama viva que vuelva a encender la luz del mundo, así como el pequeño Niño Jesús lo hizo y, a través de Su oferta de vida, le concedió a la humanidad una nueva oportunidad.

Hoy, la humanidad necesita una nueva oportunidad. Por eso, hijos, ¿quién se ofrecerá para renovar el Amor de Dios y permitir que Cristo renazca en sus corazones?


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchemos las Palabras de San José:
 

Hoy, estamos aquí por las almas peregrinas, por aquellos que tienen fe en Nuestra Sagrada Presencia.

Hoy, estamos aquí por las familias que viven en las guerras, por aquellas que ya no creen en el amor, que ya no creen en Dios; porque en sus corazones reina el dolor y un sufrimiento que jamás podrán comprender.

Hoy, estamos aquí, hijos, para que sigan orando por la paz; para que en sus familias reine la esperanza de superar los desafíos, las diferencias, las purificaciones; para que la unidad vuelva a reinar y para que, mucho más allá de todo lo que puedan vivir dentro de cada uno de ustedes, siempre exista la comprensión, el diálogo y sobre todo el amor.

Hoy, Nuestros Sagrados Corazones le traen una Gracia especial al mundo, un mundo que agoniza y que le clama a Dios para volver a sentir paz.

Así como un día estuvimos en Belén, en cuerpo y alma, clamando por el mundo, abriendo las puertas de este planeta a la llegada del Mesías; de la misma forma, hoy estamos aquí, abriendo en sus corazones un espacio donde pueden sentir la Presencia de Dios, donde Él puede reinar y puede hacerlos superar las adversidades de estos tiempos.

 

Hermana Lucía de Jesús:

Escuchemos a Nuestra Señora:
 

Queridos hijos, con el Niño Jesús en Mis Brazos, traigo hacia Mi Corazón a todos los niños del mundo y les pido que hagan lo mismo; que en esta noche no se olviden de los que agonizan, no se olviden de que están aquí para ser soldados de la paz, intercesores con Mi Inmaculado Corazón por todas las almas que sufren.

Muchos no tienen la Gracia de celebrar esta Navidad como hoy ustedes pueden celebrarla, muchos solo se sumergen en la tristeza, en el desamparo y en el desamor, y la oscuridad en la que están sus corazones es tan grande que ni siquiera, hijos Míos, consiguen clamarle a Dios.

Por eso, clamen por las almas, por las almas más perdidas. Y cuando aprendan a orar, cada vez más de corazón, cuando aprendan a ir más allá de ustedes mismos para ofrecer sus vidas por los que sufren; será entonces, hijos Míos, cuando comprenderán el Amor de Cristo, ese Amor que espera reinar en sus corazones como en todos los corazones humanos.


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchamos al Pequeño Niño Jesús:


Oro por la paz, oro por la paz que se perdió de los corazones. Oro para que sean perseverantes y para que el Propósito Divino reine en los corazones y en las consciencias de todos los que se comprometieron Conmigo, así como Yo Me comprometí con la humanidad y hoy estoy aquí, ante sus corazones.

Les pido que no dejen de estar ante Mí para que Yo pueda fortalecerlos, para que Yo pueda sustentarlos y para que, a pesar de la cruz del mundo, sus corazones conozcan la fortaleza que Yo conocí. Dispóngase a esto y estén con el corazón pronto, así como Mi Corazón está pronto para retornar al mundo.

Hoy, la Sagrada Familia los bendice, así como bendice al planeta, que hoy tengo en Mis Manos. Les pido que estén en vigilia por las almas que se pierden en esta noche, por no comprender el sentido espiritual del Nacimiento del Señor.


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchamos a Nuestra Señora:


Hijos Míos, Nuestros Sagrados Corazones retornarán a los Pies de Dios, adonde estábamos hasta este momento, en vigilia y en oración por toda la humanidad. Únanse a Nosotros para que la unidad entre sus corazones y el Corazón de Dios no se pierda.

Hoy, les dejamos Nuestras bendiciones y Nuestra Gracia.

Les agradezco por estar aquí, por responder a Mi llamado y por perseverar en la oración.

Reciban la Gracia de la Sagrada Familia, permitan que ella impregne a sus familias y ofrézcanla por todas las familias del mundo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Sigan en paz y oren por la paz.

Les agradezco. 


Hermana Lucía de Jesús:

Bien, hermanos, hoy antes de finalizar nuestro trabajo, vamos a hacer un pequeño relato a pedido de Nuestra Señora. La verdad es que no esperaba ese movimiento.

Cuando estábamos orando, durante el tercer misterio, comencé a tener una visión de diferentes lugares del planeta. La mayoría de ellos eran lugares que hoy están en guerra y, mientras estábamos orando, percibía que Nuestra Señora, con San José y el Niño Jesús caminaban por esos lugares.

Ellos estaban descalzos, con ropas muy simples, antiguas, así como la Sagrada Familia de Nazaret acostumbraba a vestir, como los judíos de dos mil años atrás.

Entonces, fuimos ofreciendo nuestras oraciones por esa tarea espiritual que Ellos estaban realizando, pero realmente no pensé que Ellos vendrían hasta aquí, porque en todas las Apariciones suceden muchas cosas durante las oraciones, que a veces percibimos y a veces no, pero que solo las comentamos cuando la Jerarquía Divina nos pide que lo hagamos. Entonces, realmente pensé que era una tarea espiritual que sucedería durante el trabajo de oración.

A medida que fuimos avanzando con las oraciones del Ave María, la Sagrada Familia iba pasando por diferentes lugares, cambiando de un espacio del planeta hacia otro, era como si Ellos fueran cruzando portales y dimensiones a lo largo del camino. En algunos de estos lugares era de noche, en otros era de día.

Mientras Ellos caminaban, los ángeles iban rescatando a las almas a través de portales de Luz que se abrían sobre la Sagrada Familia. Algunos lugares por donde Ellos pasaban no estaban en guerra, parecían ciudades normales. Ellos pasaban por adentro de las casas de las personas, pasaban por las calles, iban tocando a las almas que realmente no estaban celebrando la Navidad como el Nacimiento de Jesús, y lo que comprendíamos era como si Ellos colocaran dentro de esas almas un código de despertar.

Seguimos acompañando esas visiones durante la oración, y cuando estábamos en las últimas oraciones del cuarto misterio, un portal de Luz comenzó a abrirse sobre nosotros. Primero tenía una forma oval y, a través de él, percibimos diferentes dimensiones.

Primero comenzaron a aparecer varios ángeles, y uno de ellos vino a nuestro encuentro y nos preguntó si estábamos dispuestos a recibir a la Sagrada Familia. En ese momento, dijimos que sí y quedamos esperándola.

Cuando los hermanos comenzaron a cantar el Ave María, ese portal se amplió cada vez más, como si acontecieran diferentes explosiones de Luz, que encendían toda la carpa. Con los ojos cerrados, daba la sensación de que había un cortocircuito en la Luz, encendiendo y apagando rayos, hasta el momento en el que los ángeles nos pidieron que nos arrodilláramos. En ese momento, a partir de ese portal, apareció una estrella de seis puntas en tres dimensiones, que comenzó pequeña y terminó grande, como si nos abrazara a todos dentro de ella. Eso sucedió semejante a una explosión.

La estrella venía con un punto de Luz e de repente creció y nos abrazó, pero fue en un segundo. Cuando ella crecía, nos colocaba a todos adentro de una realidad espiritual, donde una energía de Gracia comenzaba a trabajar con nuestras consciencias.

Luego de esa explosión de Luz, la Sagrada Familia empezó a llegar hasta aquí. Primero, Ellos se acercaban como esferas de Luz, después como siluetas de Luz, hasta que iban apareciendo cada vez con más detalles, como la Sagrada Familia de Nazaret.

San José y Nuestra Señora estaban tomados de las Manos, y nuestra Madre Divina sostenía a Jesús, que parecía tener de 3 a 4 años.

Cuando Ellos comenzaron a hablar, la primera cosa que nuestra Madre Divina nos dijo fue que les dijéramos a todos que estábamos ante la Presencia de la Sagrada Familia. Mientras cada uno de Ellos iba hablando con nosotros, yo percibía que situaciones internas de diferentes familias del mundo comenzaban a recibir cura.

Al mismo tiempo que Ellos hablaban, no sé explicarlo muy bien, pero era como si salieran de adentro de las consciencias diferentes energías que estimulaban los conflictos, los desacuerdos; energías que muchas veces nosotros estamos purificando y que, en nuestra relación diaria como familia, nos impiden comprender al otro o vuelven difícil la convivencia. Era así como yo lo comprendía.

Entonces, esas energías comenzaban a salir y nuestras almas recibían la Gracia de una comprensión mayor. Como nos mostraba Nuestra Señora, esa Gracia venía para que pudiéramos fomentar el diálogo, para que pudiéramos comprender mejor al prójimo y para que, en nuestras relaciones familiares, pudiéramos ver al otro como realmente es y no como aparenta ser o como él está en ese momento de tantas purificaciones.

Y eso sucedía con nosotros aquí, pero también con diferentes familias del mundo que escuchaban a Nuestra Señora y con familias que no estaban acompañando esta transmisión, pero que internamente se unían a la Sagrada Familia en este momento.

Es algo un poco difícil de explicar, porque eran imágenes y comprensiones internas que la Jerarquía Divina nos entregaba a medida que iba conversando con nosotros.

Por último, a través de ese portal de la Sagrada Familia, descendía sobre nosotros una energía  en forma de Paloma de Luz que representaba una Gracia, que cada uno de nosotros va a descubrir a medida que comience a vivirla, una Gracia que la Sagrada Familia nos traía en esta noche de Navidad.

Después que Ellos terminaron de hablar, nuestra Madre Divina, San José y el Niño Jesús nos dijeron que Ellos serían breves, porque Ellos estaban en oración a los Pies de Dios, intercediendo por diferentes situaciones del planeta.


Madre María Shimani de Montserrat:

No es mi tarea en esta vida transmitir las cosas que vemos, pero para confirmar un poco la experiencia de la Hermana Lucía, hoy, la Madre Divina me solicitó que hiciera una explicación breve de lo que yo había visto.

Cuando nos sentamos aquí, para comenzar la tarea, yo miré a la Hermana Lucía y le dije: “Tenemos que estar atentos”; porque en un momento tan importante como este, la Navidad, la Jerarquía siempre trae paz y algo especial para las almas, más allá de todo lo que sucede aquí en la superficie.

Por eso, estuvimos bien atentos durante toda la oración y los cánticos. Y cuando Piedad comenzó a cantar, creo que ya en el segundo párrafo del “Ave María”, ella colocó la voz de una forma que atravesó la carpa y se unió a una Luz que venía del fondo de la carpa. Una gran explosión de Luz invadió toda la carpa y la energía de Aurora, o sea toda Aurora, se encendió en Luz; es como si toda la energía, toda la consciencia de Aurora, se abriera como grandes portales y algo muy fuerte sucedió en el mundo interno de todos nosotros. En ese momento, sentimos la Voz de Nuestra Señora que dijo: “Prepárense, que estamos llegando”.

Entonces, cuando la Hermana Lucía tomó el almohadón, comenzamos a sentir muchas cosas. Mientras los Mensajeros hablaban, muchas escenas de la guerra comenzaron a aparecer, entre ellas, apareció la imagen de un niño que tendría 10 años, por su fisonomía me pareció que era árabe; él lloraba a los gritos desesperadamente y nosotros comprendimos que el dolor que sentía esa criatura representaba al dolor de todos los niños de la guerra.

Y, María me explicaba que solo el regazo de una madre, un abrazo materno fuerte, lo podría calmar; y que todos deberíamos abrazar a los niños de la guerra y llevarlos a nuestro interior, a nuestro corazón, para poder calmar el dolor que le queda a la niñez de esta humanidad.

Yo entendí que ese consuelo, ese amor que solo la maternidad y la paternidad pueden dar era lo que Ellos nos invitaban a ofrecer.

Porque en realidad, aquí entre nosotros, en esta celebración que estamos viviendo, en esta paz, no estamos realmente comprendiendo lo que está pasando, y a veces no es por mala voluntad de parte nuestra, sino que ese es un dolor que todavía no conocemos.

Entonces, esforcémonos en nuestras oraciones y en el consuelo que este amor humano, que nosotros sentimos, puede darles a todos los niños de la guerra.

Nos volveremos a encontrar el 31 de diciembre. Estaremos todos juntos para despedir este año, con la intención de que las cosas que suceden en el mundo se alivien, se calmen, que los hombres y mujeres de este mundo reflexionen, que todos reflexionemos sobre lo que estamos viviendo y podamos colaborar para que este mundo pueda recibir a Nuestro Señor con alegría y gratitud.

¡Muchas gracias a todos!

Esperamos que todos tengan una noche de paz y nos encontramos en el Corazón de Dios.

Maratón de la Divina Misericordia
Aparición de Cristo Jesús Glorificado, durante la 49.ª Maratón de la Divina Misericordia, en el Centro Mariano de Figueira, Minas Gerais, Brasil, al vidente Fray Elías del Sagrado Corazón

Cristo Jesús:

Hoy vengo a proclamar Mi advenimiento, pero también Mi agradecimiento por las almas buenas, honestas y sinceras, que se congregaron aquí para celebrar con Su Señor el triunfo de Su Reino en la humanidad. Este acontecimiento es parte de Mi Victoria celestial en el planeta.

No teman compañeros, ni aquí ni en ninguna parte del mundo, porque si Mi rival está agitado, es señal de que está próxima su derrota.

Hoy también vengo por las almas que sufren y que no están aquí, presentes como ustedes están aquí, participando de esta Comunión íntima con Mi Corazón misericordioso.

A través de sus oraciones en estos dos días, un gran número de almas pudo ser sumergido en el Océano de Mi Misericordia. Los pecados más imborrables e imperdonables fueron disueltos por la Llama celeste de Mi Gracia.

Ahora vean, compañeros Míos, soldados Míos, discípulos Míos, cuál es la verdadera tarea para el fin de estos tiempos. No busquen resultados mayores a través de esta Obra. Eso sucederá si Mi Padre así lo desea.

Yo los invito siempre a vivir en el amor y en la verdad, porque siempre sabrán estar libres de las prisiones de este planeta y de toda su ilusión mundial.

Hoy sus almas abrieron los ojos de la consciencia.

Hoy sus corazones abrieron las puertas hacia el Infinito. Y esto es parte de Mi Gracia, de todo lo que concede Mi Sagrado Corazón para las almas, después de Yo haber vivido la dolorosa Pasión, hace ya tanto tiempo.

Hoy Me han hecho la Cruz más liviana. Por eso estoy aquí junto a los ángeles del universo, para celebrar junto a ustedes esta nueva Cena, hoy la Cena de la alegría. Es muy necesaria la esperanza en estos tiempos. Sus corazones nunca pueden perder la esperanza, porque sus hermanos vendrán a buscar esa esperanza en ustedes y en cada ejemplo de amor y de caridad.

Vengo así a verter sobre ustedes, Mis Dones, los Dones del Espíritu Santo, de la Llama Sagrada de Dios, de lo que construye la consciencia evolutiva, la trascendencia y la ascensión.

Hoy vengo a hablar con ustedes, a través de la Ley de la Ascensión, aquella Ley que el Universo aplicó para elevar Mi Consciencia al Universo, hace más de dos mil años. Esta Ley les permite vivir la trascendencia de todo lo corrupto, tan solamente cuando abren sus corazones, así como los han abierto en estos dos días.

La Ley se cumple por sí sola y las almas ya no tienen más pesos impagables que vivir. Las cadenas se liberan, las amarras se desatan y el Rayo de la Voluntad-Poder se manifiesta en todo lo que es vida planetaria.

Y a pesar de que las aguas del mundo y de las naciones estén turbias, sepan que no los abandonaré. Cumplo las promesas que Yo dicto, así como las he cumplido con Mis apóstoles, con todos los cristianos, a través de los tiempos y por medio de todos los milagros.

Hoy vengo del Cielo con Mi Iglesia Celestial. Que las puertas se abran para que los ángeles del universo desciendan y así alabemos al Todopoderoso, el Creador, por hacer a la humanidad merecedora de tantas Gracias.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón:

Vamos, a pedido de Nuestro Señor Jesucristo, a escuchar el cántico “Alabado sea Dios, glorioso Su Reino, Aleluya, Aleluya”.

Todos juntos. Abriendo las puertas a la Iglesia Celestial.

Y ahora, a pedido de Cristo, abriremos las puertas al universo angélico y arcangélico. Cantaremos Kodoish melódico, unidos a nuestros Ángeles de la Guarda, acompañando el ejercicio que Nuestro Señor está haciendo.

Vamos a alabar, junto a los ángeles, a nuestro Creador.

Vamos a vernos acompañados por Cristo delante de la Fuente Primordial.

Vamos a visualizar, a través de nuestro corazón, esa luminosa Presencia del Padre que se aproxima hacia la humanidad por medio de Nuestro Señor Jesucristo y del poder de Su Sagrado Corazón.

Vamos a ver cómo el Maestro, dentro de Su Iglesia Celestial, nos abre esa puerta que nos llevará al encuentro con el Creador.

Vamos a visualizar a través de ese portal de luz que Cristo nos abre, un gran océano de luz, celeste profundo. Por encima de él, vemos una gran esfera de luz dorada, más luminosa que muchos soles y, sobre ella, vemos a nuestro Padre Eterno en Su aspecto de Sabiduría y de Discernimiento, de Bondad, de Amor y de Misericordia.

Vamos a ver alrededor de nuestro Padre a diferentes consciencias angélicas aladas que se postran ante nuestro Padre y levemente inclinando nuestras cabezas, vamos a saludar a nuestro Padre, el Creador, Abba.

Jesús nos ha llevado hacia Él para que lo escuchemos, para que escuchemos la Voz de nuestro Padre, así como la Voz de nuestro Padre le ha hablado a Su amado Hijo, muchas veces.

En ese recogimiento y adoración ante esa Fuente Primordial y ante ese Universo Espiritual, de los que Cristo nos invita a comulgar plenamente, vamos a realizar, a Su pedido, un acto de perdón y de reconciliación. 

Y ante esa Fuente Primordial, vamos a depositar nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestros errores, nuestras equivocaciones, nuestros desvíos, para servirnos del Padre a través de Cristo, de la Fuente de Su Misericordia.

Pongamos nuestras manos en señal de recepción, apoyándolas sobre nuestras piernas. Vamos a dejar nuestro cuerpo físico distendido para que la Energía espiritual del Creador ingrese en nuestra consciencia, a través de nuestra cabeza, y hacia todo nuestro cuerpo, llegando al centro de nuestro corazón.

En este momento, ante la Presencia de Nuestro Señor Jesucristo, de los ángeles y de los Árcangeles y de nuestro Padre Celestial, vamos a emitir este acto de perdón y de reconciliación, liberando nuestros corazones de cualquier amargura, de cualquier perturbación o de cualquier aflicción que nos amarre, que nos limite en nuestro caminar espiritual.

En el silencio de nuestro corazón y de nuestra consciencia, vamos a entregar en las Manos de Cristo nuestras miserias y vamos a recibir de Cristo lo que Él retirará de la Fuente para entregarnos en un profundo vacío, sin intención ni expectativa, en una profunda nada.

Vamos a entregarnos a los Pies del Padre Celestial, vamos a ver Su Mirada bondadosa y misericordiosa, vamos a ver cómo Él nos tiende Sus Brazos y Sus Manos como un Padre que abraza a Su pequeño hijo, y vamos a sentirnos en paz, en comunión con la vida universal.

 

Padre Creador:

Escuchen hijos la Voz de vuestro Padre. Escucha humanidad la Voz de vuestro Padre Creador.

Enderecen sus caminos. Coloquen sus corazones en las Manos de vuestro Señor porque la inocencia en el mundo se está perdiendo y la oscuridad está avanzando, alejando a todas Mis criaturas de la Fuente de Mi Amor.

Reciban de Mi Reino Celestial la cura para sus consciencias, la Luz para su renovación, el Amor para su ascención, la redención para su liberación.

Ingresen en Mi Iglesia celestial y díganle a todos sus hermanos que ha llegado la hora de retornar al Padre, de testimoniar lo que han aprendido en este planeta.

Una síntesis hoy se realiza en sus vidas y un nuevo ciclo espiritual comienza en sus pequeñas consciencias.

Hijos de esta Creación dejen que su amoroso Padre deposite Sus Dones en sus corazones y, finalmente, en el nombre del Amor sean otros, en este planeta que tanto sufre, que tanto agoniza y que padece la persecución de esta raza y la destrucción de todo lo que he creado a imagen y semejanza de Mi Consciencia.

Sientan el dolor de la Madre Tierra y el pedido de Su Misericordia. Sientan el dolor de los Reinos y su pedido de redención. Sientan a la naturaleza, que pide por paz. Sientan a la consciencia de este planeta, el Gran Cristal del centro de la Tierra que, en su silencio, pide por piedad.

Ustedes son parte de este mundo y de este Universo Creador. Ustedes son parte de una Vida que no les pertenece. Ustedes son parte de un origen, de un principio y de un fin, pensado por Mi Corazón paternal.

En este profundo vacío, que hoy los invito a vivir, en los Brazos de vuestro Padre Eterno y en una profunda entrega, de amor y de unidad, les pido, hijos, que ayuden a Mi Plan universal, a todos Mis ángeles, a todos los Arcángeles, a Mi amado Hijo y a Mi bienaventurada Madre.

Reciban de la Fuente, la Santísima Trinidad y comulguen, en Mi Iglesia Celestial, de estos Principios. Que sus células despierten a lo nuevo, que sus sentimientos se eleven y que sus miedos se disuelvan, porque ha llegado la hora del Gran Juicio del Amor, en donde vendré a pedirles, hijos, todo lo que Yo les he dado, desde Mi universo inmaterial.

Delante de Mi Fuente, y del Universo de Mi Amor, encuentren en él la Divina Pureza. Crean que es posible poder recuperarla, porque si Yo Soy vuestro Padre que está en los Cielos, nunca habrá nada imposible para Sus hijos, cuando sea Mi Divina Voluntad.

Hoy reciban en sus mundos internos, una pequeña chispa de la Fuente de la Pureza Original y háganla crecer en vosotros, así como crece una flor para alabar a la Creación.

Ahora, lleven sus manos sobre su pecho y vean cómo una flor de luz se abre en sus mundos internos, y la reconciliación se establece entre el universo espiritual y el universo material. 

Ya no hay mal que se oponga a esto, porque si Mi Voluntad, hijos, es que Yo esté en ustedes, también es Mi Voluntad que ustedes estén en Mí, así como lo está Mi Hijo y Yo estoy en Él, en perfecta unidad.

Con este ejercicio del más puro Amor de vuestro Creador, disipo algunas tinieblas de la Tierra y traigo la Gracia, en esta tarde, del despertar de nuevas consciencias.

Hijos, sean Mis Columnas, para que Yo pueda erguir Mi Templo sobre ustedes y guardar dentro de él a todos los que sufren.

Los dejo con Mi Hijo, porque en Mi Hijo está la Vida, como parte de Mi divina Emanación y de Mi sublime Consciencia en todos los universos de la Creación.

Hoy se cumple en este lugar, una Ley cósmica. Hoy, una Gracia inexplicable se manifiesta para un gran número de consciencias. Esto es obra del Amor que siento por Mis hijos; más por aquellos que se alejaron de Mí y están perdidos.

Sean el espejo de Dios en el mundo y Mi Luz podrá refractarse en la humanidad. Crean que es posible, porque así no se reconocerán.

 

Cristo Jesús:

Si Mi Padre no Me hubiera enviado al mundo, nunca hubiera aprendido a amar, porque a través de Mis enemigos está la vivencia del amor y la expresión de Mi Divina Misericordia.

Hoy los he traído aquí, hacia la Fuente y ante Mi Padre Celestial, para que lo escuchen, lo vivan y lo sientan, así como Yo lo siento en cada segundo de la vida y en cada respiración.

Que el mundo vuelva sus ojos al universo, para que recupere su filiación con Dios. Que el mundo no ofenda más a Dios, porque el Padre se siente muy ofendido por tanta indiferencia, por tanta maldad, por tanta crueldad.

Sean portadores de la Misericordia de Dios y alcanzarán el Reino de los Cielos, así como hoy han vivido por un momento el Reino de los Cielos.

Dios se ha pronunciado, después de Su Silencio. Dichosos sean los que abrieron sus oídos sin poder ver, porque serán dignos del Reino de los Cielos.

Quisiera que el mundo viviera los universos sublimes, pero sé que Mi enemigo se ha encargado de apartar a la humanidad de su verdadera consciencia.

Hoy, después de que han aprendido cómo conectarse con Dios, imiten Mi ejemplo y háganlo por sus hermanos, por todos los que están dormidos.

Vengo a cerrar este encuentro a través de esta unión con el Creador. Vengo a oficiar estos Sacramentos como una dádiva más para las almas. Les pido que no pierdan estos tesoros internos. Que nada ni nadie se los quite, porque pertenecen al Creador, para la vivencia de las almas.

Ahora, Mis ángeles transustanciarán los elementos y las sustancias, para que estos sirvan de cura, de júbilo y de gozo a las almas simples. Amén.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón:

Podemos ponernos de pie, a pedido de Nuestro Señor, para la consagración de los elementos.

 

Cristo Jesús:

Ahora, reciban de Mi Corazón la bendición del Amor, la gratitud eterna por este encuentro. Y como esto es parte de un júbilo de Dios y de la obra de Su Gracia, quiero que hoy las naciones del mundo, más allá del Brasil y el Cono Sur, reciban de sus corazones el Rayo de la esperanza, aquel que abre las puertas para la cura de la humanidad.

Me elevo al Cielo, escuchando “Color Esperanza”. Que sus voces canten por el mundo, para que los corazones se curen de su dolencia espiritual.

Que así sea.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón:

¡Gracias Señor por cuánto nos das!

En este encuentro Te honramos, Señor.

 

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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