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La expansión de la consciencia, en estos tiempos, vendrá del servicio, de la renuncia, del vacío y de la entrega.
La expansión de la consciencia, en estos tiempos, vendrá del silencio, de la oración, de la humildad y de no juzgar.
La expansión de la consciencia, en estos tiempos, vendrá de la capacidad de cada ser de mirarse a sí mismo y transformarse cada día un poco más, basándose en los principios crísticos de mansedumbre, amor y sacrificio.
Por eso, hijo, para darte a ti mismo la oportunidad de expandir la consciencia y adentrarte en un nuevo nivel de servicio por la humanidad, mira hacia adentro y no hacia afuera. Mira hacia lo que guardas en tu interior y que debes vaciar poco a poco.
Mira hacia adentro y no hacia afuera. Mira hacia lo que aún temes enfrentar dentro de ti, para que se instalen virtudes y bienaventuranzas aún desconocidas para tu ser.
Mira hacia adentro y no hacia afuera; y no lo hagas con culpa o miedo, con recelo o autoflagelación. Hazlo con simplicidad, porque este es el tiempo y no otro para que puedas abrir las puertas de tu subconsciente y dejar que la luz ingrese dentro de los espacios oscuros de tu ser.
Este es el tiempo y no otro de que tomes la lámpara de tu amor por Cristo e ingreses en los abismos profundos de tu consciencia con ojos de compasión, pero también con una postura de decisión y definición interior.
No retengas nada ni te ates a nada. Deja que la oscuridad se disipe con la luz de tu lámpara y, en silencio, ve como se torna vacío tu interior. Entonces, verás que tus miedos más profundos se volverán pequeños, tus miserias más arraigadas perderán su fuerza, tus flaquezas más asustadoras darán lugar a la simplicidad del vacío y a la libertad de la entrega.
No quieras nada para ti: ni los dolores, ni las alegrías, ni los sufrimientos, ni los gustos espirituales. No quieras nada para ti: ni el martirio, ni las virtudes, solo la entrega.
Ha llegado el tiempo y la hora de mirar hacia adentro y no hacia afuera, y de vivir la expansión de la consciencia. Tu consciencia se expandirá cuando retires de ella lo que ocupa el espacio del vacío interior.
Por eso, mira hacia adentro y no hacia afuera; y, en el centro de tu ser, enciende tu lámpara para que la luz disipe tu oscuridad interior. Y ya no habrá incomprensiones, ignorancias o incertezas, el vacío te traerá claridad y la entrega te señalará el camino.
Tienes Mi bendición para esto.
Tu padre y amigo,
San José Castísimo
Con tus pies aún en el desierto, dando los últimos pasos de este camino cuaresmal, concéntrate, hijo, en el Corazón de Tu Padre y Creador, el Señor de la Vida y del Propósito Divino.
Los últimos pasos del camino cuaresmal no anuncian un tiempo de paz interior, sino de pruebas cada vez más profundas e intensas, humanas y espirituales, que colocarán en el altar de la fe la entrega de tu condición humana, de tus miedos más profundos, de tus miserias más arraigadas, de tus creencias más consolidadas en la consciencia de aquello que crees sobre ti y que te trajo hasta aquí, sustentando tu orgullo humano y tu ego espiritual.
Es hora de entregar todo.
En la agonía que antecede al calvario, tu corazón será probado en la entrega y en el vacío, y todo cuanto viviste en el desierto emergerá con intensidad, porque el desierto es una escuela, y la agonía es un momento de definición.
Coloca, entonces, tu ser como oferta en el Altar Celestial y permite que el Creador te conceda la Gracia de ir más allá de las limitaciones y creencias humanas, de la fuerza que sustenta al hombre, para que te dé a conocer el Poder que conduce a la vida.
Fortalece tu fe en la Voluntad Divina, sea cual fuera. Fortalece tu corazón en el vacío, para que sea colmado por el Poder de Dios.
Camina con el propósito de que tus acciones y tu vida sean un instrumento de transformación de la consciencia humana. Que cada uno de tus pasos sea dado por todo, ya no veas tu camino como algo individual.
No quieras controlar tu destino y hacer planes según tus posibilidades de soportar las pruebas de la vida o según la seguridad que el camino te puede ofrecer. Vive tu espiritualidad como ser humano, como parte de la humanidad y por la transformación humana.
Que el desierto amplíe tus horizontes, que las agonías definan a tu corazón, que la cruz transforme tu consciencia y, a partir de ti, a toda la humanidad.
Ofrécete para ser un instrumento.
Tienes Mi bendición para esto.
Tu padre y amigo,
San José Castísimo
Las almas llegan al mundo para servir, para crecer en espíritu, para vivir la transformación, para multiplicar el Amor de Dios y aprender sobre este Amor.
Las almas llegan al mundo para experimentar el don de la vida, para comprender el por qué de la manifestación de la vida divina entre las dimensiones.
Las consciencias transitan por la vida sobre la Tierra, viviendo aprendizajes, cayendo y levantándose, viviendo Gracias y conflictos, miserias y misericordias.
Las almas pasan por el mundo, muchas veces confundidas, sin conocer el propósito de su existencia, pero en el final de la vida ese propósito les es revelado.
Las almas pueden vivir en la ignorancia, pero no dejan la vida en la ignorancia.
El Creador no permite que los ojos de Sus Hijos permanezcan cerrados. Cuando su vida llega al fin, todo les es revelado. Es en esa hora que el corazón recibe la oportunidad de arrepentirse de sus pecados, de vivenciar el arrepentimiento verdadero que no comprendió durante toda su vida. Es en ese momento que las almas comprenden lo que es la gratitud, porque entienden por qué estuvieron en el mundo, para qué fueron enviadas a la Tierra.
Sin embargo, hijos, muchos piensan que es demasiado tarde, demasiado tarde para arrepentirse y hacerlo diferente, demasiado tarde para confesar sus pecados y recibir Misericordia, demasiado tarde para entregarse, porque tienen solamente un último suspiro para ofrecerle a Dios.
Pero Yo les digo que nunca será tarde para un arrepentimiento verdadero, nunca será tarde para una gratitud sincera, nunca será tarde para un pedido de Misericordia que surge de las entrañas, de lo más profundo de la consciencia, de su llamada esencia.
Las almas que se llaman moribundas, que están en los últimos ciclos de su existencia, que dependen de los demás, que perdieron su autonomía y todo cuanto la humanidad cree que es lo más precioso en esta vida, la independencia, la falsa libertad, el falso poder, el amor propio, el orgullo; todo eso se desvanece cuando el cuerpo se encuentra frágil y la consciencia despierta.
Sin embargo, hijos, es entonces cuando las almas aprenden el significado de la entrega y les conceden a otros la oportunidad de aprender a servir, de reflexionar sobre la fragilidad de la vida, de reflexionar sobre el sufrimiento, la soledad, el vacío y la verdadera fe.
Las almas, en el final de sus vidas, prestan un gran servicio y también viven un gran aprendizaje. Por eso, reverencien este momento y no quieran terminarlo en el tiempo de los hombres; dejen que él suceda en el Tiempo de Dios. Todo tiene una razón y un motivo; todo tiene un propósito, un aprendizaje y una experiencia que los hace crecer.
Reverencien la vida hasta el último instante. Reverencien la Gracia de vivir; porque ya llegará el tiempo, el último suspiro, el último segundo, en el que podrán comprender todas las cosas. Hasta ese momento, solo confíen, ámense unos a otros, sírvanse mutuamente, aprendan de la paciencia, de la persistencia, de la entrega, de la humildad.
Los dones divinos no tienen una edad para crecer dentro del corazón. No existe un límite para la expansión de la consciencia, puede ocurrir en todas las situaciones de la vida. Por eso, no limiten, ustedes mismos, esa experiencia en la Tierra.
Que su camino sea siempre impregnado por la oración, por la paciencia y por el amor.
Que sus almas no se cansen de servir o de vivir, no importa si comprenden o no esta vida.
Ya llegará el tiempo, el último suspiro y el último segundo, en el que podrán comprenderla.
Hasta entonces, caminen incansablemente para multiplicar el Amor de Dios.
Tienen Mi bendición para esto.
Su padre y amigo,
San José Castísimo
Para llegar al Corazón de Dios no necesitas grandes ciencias ni profundas filosofías, no necesitas fórmulas y ni siquiera prácticas eternas. Lo que necesitas, hijo, es un corazón sincero, puro y rendido delante del Padre.
Todas las prácticas y ejercicios espirituales forjarán en ti la transformación de tu consciencia y permitirán que permanezcas en unión con el Creador, y que eso no sea solo por un instante, sino que se torne un estado permanente de consciencia.
Pero para tocar el Corazón de Dios, sentirlo y conocerlo, solo necesitas un corazón sincero que se disponga a estar delante del Padre en confesión, en adoración, en comunión y en entrega, para así sentirlo, experimentar en el propio interior lo que es real y, conociendo a Dios, conocerte también a ti mismo.
Por eso, ante de nada más, y aunque no tengas fuerzas o inspiración, solo quédate con el corazón sincero delante del Creador, solo quédate con el corazón rendido frente a Su Altar. Colócate como ofrenda a Sus Pies y deja que Él se haga sentir. En la Presencia Divina, todo en tu vida recobrará su sentido, tus esfuerzos tendrán valor y su peso será menor, porque el Amor de Dios en ti hablará más alto; tus batallas te serán leves, no porque serán más fáciles, sino porque tu corazón ya no estará suelto en los vientos de la oscuridad, sino cimentado en la Presencia de Dios, de donde ningún viento te podrá retirar.
Todo comienza, hijo, con la confesión, la rendición, la entrega, la adoración y, así, la comunión perfecta con Dios. Y eso puede suceder en el silencio, en la alegría espiritual, en el llanto profundo del alma, en la oración o en la adoración, en la propia vida. Solo necesitas un corazón sincero.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Aprende a contemplar y a adorar la Sangre de Cristo, sabiendo que cada gota derramada por el Señor representa Su ilimitado Amor por cada ser y por la propia vida.
Pon tus ojos sobre el Cristo del Calvario y sabe que Su Amor, aun sin la Cruz, ya superó y renovó toda la Creación, pero Su oferta fue más allá y, derramando Sangre y Agua, perpetuó la Gracia de la salvación y de la redención para todos los seres de la Tierra y más allá de ella.
Que tus ojos puestos sobre la Sangre derramada de Cristo te concedan la comprensión y la experiencia de lo que es la rendición y la entrega, de lo que es dar todo por amor.
El Agua que fue derramada por Cristo representó la ilimitada Misericordia que, además de verter toda Su Sangre, vertió también Agua para dar todo de Sí, en la materia y en el espíritu.
Juntos, Sangre y Agua representan el misterio de un Amor aún incomprendido por los hombres; Amor al que son llamados a renovar y a superar para que todo se recree y la evolución encuentre un nuevo comienzo, una vida mayor de unión con el Padre Creador.
Comienza, entonces, contemplando en tu corazón la Sangre de Cristo y el Agua que fue vertida de Su Cuerpo, para que así penetres en Sus Misterios y ellos te inspiren y conduzcan a una imitación más verdadera del Amor de Cristo.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Prepararse para la muerte es un arte de amor y de rendición ante Dios.
Prepararse para la muerte, hijos, es en verdad la acción diaria de estar con el corazón limpio y vacío de las cosas del mundo, temeroso de Dios y rendido a Su Voluntad Celestial.
Prepararse para la muerte debería ser un acto constante, en el que la consciencia despierta cada día sabiendo que puede ser el último y vive cada instante dando lo mejor de sí para que la Voluntad de Dios se realice.
Temer a Dios es, en verdad, amarlo por sobre todas las cosas y no titubear en el momento de renunciar a las cosas del mundo para abrazar Su Universo Celestial.
Todos los días de sus vidas, ustedes deberían prepararse para la muerte, en el sentido de dejar que la gratitud, la rendición, el amor y la entrega impregnen todos sus átomos e ingresen en los miedos más profundos de sus seres, no solo en aquellos que se ocultan en el alma humana, sino, sobre todo, en aquellos que son parte de la condición material de los seres humanos y que impregnan hasta sus huesos.
Para vencer esos miedos deben amar cada día más, pero no amar solo al mundo, amar a Dios, amar a la vida y saber que ella no se encierra en el planeta Tierra; saber que una vida mayor y eterna los aguarda y que para ser dignos de ella basta que lleven consigo el Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en sus corazones.
Por eso, hagan el ejercicio de amar, de agradecer y de entregarse a Dios cada día. Aspiren a descubrir un Reino Mayor dentro de ustedes, en el mundo y más allá de él; y descubrirán así, la unidad entre las realidades de la vida y que la muerte es un paso para una vida mayor, en la que no existen misterios, sino solo la verdad y la transparencia de saberse hijo de Dios retornando a Su Corazón.
Que cada día hijos, el Amor del Creador se expanda en ustedes y tome el lugar de sus miedos más profundos.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando sientas en tu camino el peso de los errores del pasado que, como un asedio, el enemigo te entrega para detener tus pasos, solo pon tus ojos sobre la Cruz, sobre la Eucaristía, sobre el Corazón de Cristo y permanece allí.
En la Cruz, hijo, tus pecados más profundos fueron perdonados. En la Cruz, tus mayores errores fueron justificados.
En la Cruz no solo está la memoria del perdón, sino también el perdón vivo y eterno que se renueva, de tiempo en tiempo, cuando un corazón sincero es capaz de arrepentirse por los méritos de la Cruz de Cristo.
Sin embargo, en la Cruz no se encuentra solo el perdón de tus pecados, en la Cruz se encuentra también tu camino. En ella se escribe el manual para tus próximos pasos, para que no vuelvas a pecar, para que sepas por donde ir.
En la Cruz, descubres el perdón de Dios, pero también la forma que tu Creador te concede de hacer fecundo ese perdón. A través de la entrega, de la humildad, del sacrificio y, por encima de todo, del amor sin condiciones es que imitas los pasos del Cristo del Calvario, es que bebes del Cáliz que Su Padre le ofreció para restituir la Alianza entre Dios y los hombres.
Es allí, hijos, a los pies de la Cruz, que tu camino comienza. Pero es cuando Tu Señor desciende de ella y asciende a los Cielos que tu eres llamado a multiplicar los dones de tu redención, dando testimonio del Amor que te curó y que está siendo derramado constantemente sobre el mundo, del Corazón de Cristo hacia todos los que saben buscar y encontrar los méritos de la Cruz.
Por eso, cuando el enemigo coloque delante de ti tus errores y pecados, que tus ojos se vuelvan hacia la Cruz, que tu corazón recuerde que ya fue perdonado y que ahora se trata de seguir los pasos de tu Señor, Cristo Jesús.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Un alma que buscaba profundizar su fortaleza en Cristo, renovarse en Él ante cada prueba, le cuestionó al Señor, diciéndole: “Señor, ¿de dónde viene la fe de los primeros cristianos?, ¿de dónde viene la fortaleza de aquellos que supieron y saben entregar su vida por amor?”.
Y el Señor le respondió: “No solo la fe de los primeros cristianos, alma amada, sino también la fe de todos aquellos que saben entregar su vida por amor a Dios está basada en la certeza de Mi Existencia Celestial. Esas almas saben que su testimonio de amor rescata e inspira a los que están sin esperanza y a los que perdieron la fe. Saben que su ejemplo genera méritos para la salvación de los más pecadores. Saben que su vida es como un soplo, de tan frágil y pasajera, pero que, durante ese breve soplo, deben amar con todo su ser y de todo corazón.
Siguiendo el Mandamiento que les dejó Mi Hijo, no hay mayor amor que el de aquel que da la vida por sus amigos. Y, dar la vida, alma pequeña, no es solo morir; sino, sobre todo, donarse con todo su ser y de todo corazón, ser testimonio vivo de la entrega y del amor, de la Gracia y de la Misericordia que fluyeron y siguen fluyendo del Corazón Crucificado de Cristo.
Por eso, alma Mía, que tu esfuerzo esté en amar y en adentrarte más profundamente en Mi Amor. Así, toda la fe y toda la Gracia te serán reveladas”.
Que este diálogo, hijos, les enseñe a estar fortalecidos en Dios y no en el mundo, y que en el soplo ligero de la vida sepan amar con todo lo que son.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Un alma, que vivía sumergida en la tristeza y en la amargura, le cuestionaba al Señor cuál era el sentido de su existencia. Sabiendo que todas las criaturas fueron hechas para expresar el Amor y sintiéndose lejos de conocer ese Amor y de expresarlo, no encontraba la razón de su propia existencia.
Su Señor, con Ojos de Compasión, contempló a esa alma y le respondió también con una pregunta: “Sientes que no puedes expresar Mi Amor y vives sumergida en la amargura y en la tristeza, pero ¿buscas, cada día, a Mi Corazón? ¿Pides Mi Gracia y te esfuerzas, en la sequedad de tu interior, para superar tu amargura y llegar a Mi Pensamiento para ti?”.
El alma, afligida y un tanto contrariada, le respondió al Señor que no lo buscaba, que no lo sentía y que estaba solo sumergida en sus debilidades y amarguras.
Entonces, el Señor le dijo: “Eres un alma amada, y Yo te amo tanto como tú también puedes amarme a Mí y a todo. Sin embargo, desde que Yo te creé, alma querida, te distanciaste de Mi camino y te cubriste con tantas vestiduras y tantos velos que ya no puedes reconocer quién eres ni quién Soy Yo. Pero, para que Yo te muestre tu verdadera faz, necesitas pedírmelo, ir más allá de tus amarguras y debilidades, de tu sequedad y tristeza, de tus deseos y metas, y de todo aquello que piensas sobre cómo Yo Me manifiesto en tu vida, cómo Me revelo a ti y cómo Me puedes sentir.
Deja que Yo actúe en tu corazón y, para eso, solo dime sí, todos los días, con humildad y persistencia. El propósito de tu existencia es vivir y renovar Mi Amor, pero para que eso suceda hay un camino de redención y de humildad, de renuncia y de entrega, de superación y de rendición, en el que tú te pierdes de ti y Me encuentras a Mí para que, solo entonces, sepas lo que es expresar y renovar Mi Amor.
Mi milagro en tu vida comienza cuando Me dices sí, mas él es constante y eterno, y muchas veces no percibirás que Mi Amor actúa a través de tu corazón; pero, por encima de todo, debes confiar en Mí”.
Hoy, les cuento esta historia, breve y profunda, porque las almas del mundo no encuentran el sentido de la propia existencia, pero tampoco buscan a Aquel que se lo puede revelar.
No es en el mundo o en las metas humanas en donde encontrarán la realización y la plenitud. Para liberarse del vacío y de la amargura de una vida sin amor, deben buscar a Dios, hijos, y en Él las respuestas a sus cuestionamientos más profundos.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando un alma tiene un compromiso con Dios, Él pacientemente la conduce por el camino de la entrega.
Primero la inspira a transformar la vida, a direccionar su camino hacia la senda que conduce a Su Corazón, y no al mundo. De a poco, coloca en su trayecto oportunidades, señales, encuentros que la inspiran a dar por sí sola nuevos pasos rumbo al Corazón de Dios.
A medida que esa alma conoce el Amor de Dios y confía, el Creador comienza a pedirle nuevas cosas, nuevas entregas, nuevas renuncias, hasta que llega un punto definitivo para esa alma, en el que el Señor le pide una renuncia mayor, una transformación completa de la vida.
Cuando el alma se lanza en el abismo desconocido de la entrega, descubre que estaba cayendo en las Manos de Dios, en una Fuente de Amor inagotable, que se escondía en lo profundo del alma que aprende a renunciar y a arriesgarse a vivir la entrega.
Aún en ese camino, el alma inspirada por el Amor de Dios le hace muchas ofertas, coloca todo en Sus Manos, pero ofrece aquello que le es conocido, aquello que en verdad ella ya entregó al saltar al abismo. Entonces, el Señor abre una puerta en lo profundo de su consciencia y le apunta dónde está aquello que debe ser transformado.
Un nuevo abismo desconocido se presenta. El alma se ve ante aspectos de su consciencia que eran como tesoros escondidos: sus destrezas, su magnetismo, su autoconfianza, sus vanidades más ocultas.
Y, por más que le siga ofreciendo su vida a Dios, su Creador siempre busca, más profundo en su ser, el foco de la entrega, lo que debe ser vaciado de su corazón. Y a veces duele, y el alma sufre, pero ella sabe que cada espacio que se vacía de su corazón, de su consciencia, espacio oculto de su ser, es aquel que se dona al Corazón de Dios, a Su Amor, a Su Espíritu, para que allí Él tenga una dulce morada, limpia y pronta para habitar.
El camino de la entrega, hijos, es eterno, profundo, una senda hacia el vacío y al mismo tiempo hacia una unidad con el Todo.
Por eso, nunca piensen que ya entregaron todo, sino siempre dejen que Dios llegue más profundo. Y, por más que a veces cause dolor, sepan que el dolor es humano y que será reparado por la Presencia Divina en el propio interior.
Hasta hoy y en cada instante, le ofrezco al Padre todo lo que soy, todo lo que hay en Mí y todo lo que hago, vivo, experimento, pienso y le hablo al mundo, porque la entrega es eterna.
Yo los invito a seguir estos pasos y a profundizar cada día en su unión con Dios.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Oración para imitar a Cristo
Señor,
que mis ojos contemplen el mundo con Tus Ojos,
que mi corazón sienta la vida como Tu Corazón,
que mi alma viva en la Tierra, y más allá de ella, como Tu Alma,
que mis días sean un eterno reflejo de Tu Misericordia,
para que yo vea al prójimo como Tú me ves,
para que así yo comprenda al prójimo como Tú me comprendes,
para que yo sea paciente con el prójimo como Tú lo eres conmigo,
para que yo hable con el prójimo como Tú hablas con los Tuyos,
para que yo actúe con el prójimo como Tú actúas con los Tuyos,
y yo les entregue a ellos todo cuanto Tú desearías entregarles.
Que así, Señor,
yo ame como Tú amas,
sirva como Tú sirves,
y viva como Tú vives,
eternamente.
Amén.
Oren como los primeros compañeros de Cristo que, unidos alrededor de Él, judíos, paganos, ateos, pescadores, prostitutas, eruditos y soldados, pobres y cobradores de impuestos, médicos y leprosos, aprendieron a amarse como Él los amaba.
A través de Su sagrada Presencia, sus ojos se tornaron misericordiosos y pudieron ver más allá de las miserias y de las apariencias.
Es así, hijos, que con esos mismos ojos se deben mirar hoy. Es así que deben reconocerse, unos a otros, en la Presencia eterna de Cristo, amando, comprendiendo, siendo pacientes, misericordiosos y compasivos como es Su Corazón.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando un ser ama con el Amor de Dios, crece humana y espiritualmente, porque ese Amor lo lleva a donarse, a entregarse cada vez más profundamente, a alcanzar espacios desconocidos de la propia consciencia, adonde el amor no había llegado, y allí abrir las puertas hacia Dios.
Un ser que ama con el Amor de su Padre Creador no teme rendirse ante Él, no teme morir para sí mismo y para sus infantilidades, no teme dejar la falsa libertad y la autoafirmación de la adolescencia para crecer y ser un siervo de su Creador.
El Amor de Dios aproxima las criaturas a la Verdad y, ante ese Amor, nada que provenga del mundo tiene fuerza, todo pierde su sentido, su valor, su peso dentro de los corazones, porque ellos descubren el Infinito.
El ser que ama con el Amor de Dios solo aspira a construir Su Reino y a dar a conocer el Amor del Creador. Aprende a vivir de Sus milagros, despierta en su interior la fe, abre la consciencia a la Sabiduría Divina, es impregnado por los Dones del Espíritu Santo, porque cada día aspira menos para sí y más para Dios, se vacía de sí y da lugar al Padre, por eso crece humana y espiritualmente.
Aspiren a eso, hijos, a vivir ese Amor, a encontrar esa Verdad y a crecer humana y espiritualmente.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Permite que tu alma sea arrebatada por el Amor de Cristo. No temas, no te resistas. Entrégale a Él tu vergüenza, tus miedos, tus aspiraciones más profundas, tus metas y todo lo que eres, entre miserias, destrezas y virtudes.
Está llegando la hora de ser lavado por la Sangre de Cristo, de ser permeado por Su Amor y renovado por Su entrega y, más que estar delante de la memoria de Su Pasión, estar delante de Su propia entrega, de Su Amor y de Su Cruz.
Por esto, hijo, ha llegado el tiempo de la definición, de la madurez en Cristo, para profundizar en tu consagración y no tener miedo de crecer en Él y por Él.
Deja que seas barro nuevo en las Manos del Alfarero, porque Él conoce el Propósito de Dios para tu vida y puede moldear tu consciencia según la Voluntad Divina.
Ora y pronuncia con amor los Poemas* que el Señor te entregó, porque a través de ellos, Él te enseña el sentido espiritual de la rendición y de la humildad. Así, un alma rendida se comunica con Cristo.
No temas vivir la experiencia de la entrega. Y en lo que resta de esta Cuaresma y de este desierto profundo, comienza a caminar, en tu corazón, con pasos decididos hacia Jerusalén, confirmando y reconfirmando, cada día, tu entrega a Cristo.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
*San José hace referencia a los Poemas de un alma al Sagrado y Bendito Corazón de Jesús, transmitidos por Cristo Jesús en los meses de julio y agosto de 2018.
De ciclos en ciclos, revive el llamado de Cristo en tu interior.
Dentro de tu corazón, hijo, contempla el mar de tu vida, de tu historia y de tu entrega y, en las orillas de ese mar, encuentra la Mirada de tu Señor que busca tus ojos.
Sin miedo, vuelve a caminar en dirección a tu Salvador y permite que Él te pida algo nuevo, una entrega más profunda, una rendición más perfecta.
Deja a Sus Pies la red de todos tus deseos y aspiraciones, todo aquello que perseguías en el mar de la vida, intentando conquistar, aunque fuera algo espiritual o aunque fuera algo para Cristo.
Escucha la Voz de tu Señor, llamándote para profundizar en Su Corazón. Y, vacío de todo, ve con Él a cumplir Sus designios, a transitar desiertos, a curar tu propio corazón y, así, conceder cura, ser amado profundamente y, de ese modo, conceder el Amor de Dios a las almas.
Nunca pienses que basta entregar la vida a Cristo solo un día, pero sí, hijo, entrégate todos los días. Escucha Su Voz en cada instante. Abre camino, en tu interior, para que Cristo llegue a los espacios más ocultos de tu ser.
Hablo de entrega y de rendición, todos los días. Percibe que esas son las llaves de este tiempo, son las bases en las cuales tu espíritu estará seguro en Dios y en Su Voluntad. Eso es lo que Él te llama a vivir en este momento, porque de esa forma crecerás, de esa forma cumplirás los designios del Creador para tu vida.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando Dios permite que la humanidad padezca ante los planes de Su enemigo, para que sus bases de arena se quiebren, tú, hijo, deja caer las frágiles y falsas moradas y entrega tu corazón a Dios para que Él construya tu fortaleza sobre la roca.
Cuando Dios permite que las almas débiles sucumban ante sus tentaciones y fragilidades más humanas, dejándose vencer por el enemigo, tú, hijo, repara en tu vida todo lo que te distancia de Dios y cierra las puertas a la obscuridad que existe en lo profundo de tu consciencia humana.
Cuando ves que el mundo es frágil y que el mundo interior de los hombres no encuentra sustento en lo que antes lo mantenía de pie, revisa en tu interior en dónde está tu fortaleza, en qué se sustenta tu pobre alma, y coloca tu corazón en el punto correcto de unión con Cristo.
Que las debilidades de las almas o del mundo no sirvan para que te sientas mejor que los demás, para que levantes tu dedo para señalar los errores ajenos y para colocarte en un lugar al que no llegaste, de santidad, entrega y madurez interior.
Que las fragilidades humanas sean siempre un espejo para ti, en el cual te debes mirar todos los días para transformar lo que ves, para curar lo que está enfermo, para arrojar afuera lo que se pudrió y fortalecer lo que es puro de verdad.
Profundiza más y más en el Corazón de Cristo. Busca el camino seguro para estar en Dios.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Entrega tu corazón en las Manos de Dios, ¡oh alma tan pequeña y frágil!
Deja que tu vida esté suspendida en las Manos de Aquel que te creo, para que Él te coloque en el punto correcto de tu evolución.
Vive, siendo una expresión del amor que recibes todos los días de tu Padre Creador.
Deja que tu desierto sea fecundo como los desiertos que, por la Gracia de Dios, florecen y expresan el milagro de la vida, aun en la aridez del mundo.
Que tu pequeña alma sea una fuente de fe a través de la persistencia de tu corazón ante los desafíos y las pruebas de la vida.
Que no te importe ser la última o la primera.
Que no te importe estar oculta o elevada a los ojos de los hombres.
Que sí te importe servir y amar cada día más, cerrar los ojos a las ilusiones del mundo y abrirlos a la Verdad universal que te es revelada.
Que sí te importe entrar en lo profundo de tu corazón y encontrar allí no solo a un Dios Vivo y lleno de Gracias, sino también a un Esposo Crucificado que te llama a ser semejante a Él, todos los días, con la plena entrega de tu corazón.
Que si te importe el dolor del mundo, el dolor de los que sufren y no encuentran alivio, y que la Gracia de Dios en ti haga de tu pequeña vida una fuente para los que tienen sed, a pesar de que muchas veces darás de beber, pero te sentirás sedienta y vacía.
Que tu vacío no sea colmado por el mundo y sus ilusiones, sino por Dios y Sus misterios, por la fe que Él deposita en tu corazón, en tiempos de desierto y de soledad.
Busca alivio en el servicio. Busca amparo en la caridad, en aquellos que siempre estarán en peores condiciones que tu pequeña alma que, a pesar de ser tan frágil, fue escogida por Dios como cáliz de Sus Dones espirituales.
No te cabe a ti juzgar la Voluntad del Señor, sino solo aceptarla, tal como tu Madre María que, pequeña y simple, se hizo Cáliz y Sagrario para que el Dios Vivo viniera al mundo.
Sé tú, alma amada, como tu Madre Divina, y entrega todos los días tu pequeñez en las Manos de Dios, porque en tu nada Él hará todo.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
A veces pareces caminar y caminar, y que tu espíritu se aleja de Dios.
A veces sientes que te esfuerzas y te quiebras, y tu corazón retrocede en el amor.
Hoy, hijo, vengo para decirte que la condición humana es profunda y con muchas capas a ser transcendidas, cada vez más hondo dentro de tu ser. Es un camino largo, hecho de muchas etapas, en las cuales tu corazón debe madurar, pero también dejarse inflamar por el Amor de Dios.
Cada oferta que haces, cada entrega que realizas, abre dentro de ti un nuevo espacio para ser curado, liberado, transcendido. Son las antesalas de tu castillo interior, estas que resguardan tu esencia y sus misterios.
Vive cada etapa de tu entrega, profundizando en tu unión con Dios. Deja que tu alma sea amiga, hermana, compañera, esposa de Cristo, hasta que un día se funda en el Señor y ya no haya límites para Su Amor dentro de ti.
Camina, aun pareciendo que nunca llegarás.
Sabe que esta es una caminata profunda, tanto hacia adentro como hacia el infinito, y no detengas tus pasos.
Fija tu mirada en Aquel que te llama. Y que todos los obstáculos, resistencias, todos los dolores de las capas arrancadas, todos los pesares de los muros derrumbados, se sustenten en el Corazón que tienes delante de ti, en el horizonte de tu entrega, tu inicio y tu fin. Así crecerás en espíritu, pero también en amor.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Acoge con amor y gratitud las pruebas que tu Señor te envía y descubre, a través de cada una de ellas, el camino perfecto para tu cura, tu despertar y tu redención.
A veces, hijo, Dios te da una enfermedad para experimentar y que, a través de ella, vivas una cura espiritual profunda. La enfermedad te muestra la fragilidad de tu ser humano cuando solo está sustentado por fuerzas humanas y en las leyes de este mundo.
Cuando te rindes de corazón y colocas tu vida en las Manos de Aquel que la creó, y que es el único capaz de conducirla con perfección, entonces comprenderás que la enfermedad viene para curarte de ti mismo, para vencer tus resistencias más profundas, para colocarte delante de Dios, tal como un frágil cordero en los Brazos de su Pastor.
Percibe la enfermedad como la advertencia que proviene del Cielo y que te llama a profundizar en tu entrega y resignación a Dios, en tu rendición delante de Su Voluntad, para que comprendas que Él es el único capaz de guiar tus pasos.
Mientras tú tienes fuerzas, Él tiene Poder.
Mientras tienes conocimientos, Él tiene Sabiduría.
Mientras tú buscas una verdad, Él es la Verdad.
Por eso, hijo, permanece delante de Dios en tu interior, para agradecer cuando Él busca abrir tus ojos, revelándote tu fragilidad.
Profundiza en el sentido de la entrega, de la rendición y de la obediencia. Profundiza en el sentido de la fe, de la gratitud y de la humildad ante Dios; porque de esa forma, tu enfermedad será curadora para ti y tu espíritu se liberará.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando tu corazón ya no sepa qué hacer, hijo, mantén tu espíritu en la certeza de la Presencia de Dios y solo ofrece al Padre tu vacío, tu silencio, tu angustia, tu condición humana, tus aspectos más profundos, tus debilidades más ocultas.
Ofrécete al Padre todo el tiempo, y que tu pequeña vida esté delante de Su Altar Celestial.
Agradece, aunque sea por las pruebas, por los desiertos y por los desafíos.
Agradece los abismos profundos, de los cuales tu Creador viene a retirarte, cuando le extiendes las manos.
Que esas experiencias de entrega fortalezcan tu espíritu para una entrega aún mayor, porque se trata solo de rendirse a Dios, cada vez más y más profundamente.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Si tu corazón está cansado interiormente, si tu mente está cansada de resistir, si tus cuerpos están cansados de sustentarse a sí mismos y a este mundo, hijo, llegó el momento de rendirte a Dios.
Si tu espíritu es tentado, si tu alma está en agonía, si la soledad se aproxima y, aun rodeado de amigos, es su silencio el que habla más alto en tu interior, hijo, es porque llegó el momento de rendirte a Dios.
La Pasión planetaria comienza con la tentación.
Antes de entregar todo por amor, tu Señor ya cargaba espiritualmente el peso del mundo y, venciendo a las tentaciones internas con la revelación de Su Fe inquebrantable, venció, entonces, a Sus resistencias más humanas al sudar Sangre y, en ella, al miedo de toda la humanidad de vivir la entrega y el sacrificio por un amor sin recompensas.
Una vez más te digo, hijo Mío, medita en la Cruz de tu Señor y crea un vínculo profundo con Él.
Porque cuando el Verbo Divino se silencie, cuando las estrellas se oculten en el cielo y hasta aun tu universo interior esté oscuro, como una noche sin luna, solo el poder de la memoria de la Pasión de Cristo es lo que inspirará a tu alma. Es tu unión profunda con Él y la meta de imitar Sus pasos lo que te permitirá seguir adelante.
Es tan poco lo que padeces, hijo Mío, pesar engrandecido por las tentaciones del mundo, los asedios de estos tiempos. Pero te digo que mucho mayor es el Amor y el Poder de Dios dentro de ti.
Arriésgate a descubrirlo; entrégate para vivirlo.
No permanezcas en el cansancio o en la agonía, sino bebe del Cáliz divino que parece ofrecerte dolor, pero que, en verdad, te ofrece el Amor infinito.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más