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Permítete, hijo, entrar en el Corazón Agonizante de Jesús y, ahí, comprende no solo los misterios de Su más profundo sufrimiento, sino también y, sobre todo, la expansión de Su extremo y desconocido Amor por toda la vida y todo el género humano.
En oración, entra en el Corazón Agonizante de Jesús, para que puedas percibir lo que significa la unión entre Dios y Sus Criaturas, para que puedas experimentar ser sustentado por un vínculo divino-humano que le revela a tu ser el significado real de la semejanza con Dios.
En contemplación, entra en el Corazón Agonizante de Jesús y, en cada pulsar de este Corazón, siente el poder del Amor Divino y la capacidad de renovación que el Creador les concedió a Sus Criaturas.
Dentro del Corazón Agonizante de Jesús, permite que también tu pequeño corazón experimente la expansión y el significado del Amor, para que así sepas que las pruebas de la vida no son limitantes del potencial humano, sino son verdaderamente motores que conducen a las criaturas hacia la evolución.
Aprende a estar en Dios bajo cualquier circunstancia y, en Él, comprenderás el propósito de la vida y de cada experiencia que vives en la Tierra, aprenderás a amar la vida en esencia y vivirás para abrir el camino, para que todas las criaturas experimenten y sean parte consciente del Amor de Dios.
Todo eso comienza con la oración, con la contemplación, con la entrega, cuando te permites ingresar sin miedo en el Corazón Agonizante de Jesús, y ahí descubrir los misterios profundos de Su Pasión y de Su Amor por la vida.
Tienes Mi bendición para esto.
Tu padre y amigo,
San José Castísimo
Quédate frente al Relicario de Mi Corazón solo para confesar tus miserias más profundas, como un hijo que puede despojarse de su vergüenza delante de su padre.
Quédate frente al Relicario de Mi Corazón para exponerme tus defectos y dificultades, tus vicios no superados, tus miedos más arraigados, tus incomprensiones más difíciles de moldear, tus resistencias más duras de quebrar, tus muros, tus límites.
Quédate frente al Relicario de Mi Corazón e, aunque no consigas decir nada, ofréceme tu silencio, tu incapacidad para rendirte, para soltar las riendas de tu vida, para exponer tu corazón y sentirte frágil y pequeño.
Quédate frente al Relicario de Mi Corazón y muéstrame tus tristezas, pero también tus alegrías, cuéntame tus derrotas y también tus victorias, para que Yo, hijo, disuelva tus ilusiones con Mi Amor, fortalezca tus virtudes con Mi Gracia y te muestre en el espejo del Relicario de Mi Corazón que ser humano es más de lo que descubriste hasta ahora de ti mismo.
Deja que Yo te muestre tu verdad, lo que se esconde más allá de tus apariencias, lo que se oculta más allá de tus fragilidades confesadas. Los seres humanos no son solo una mezcla de miserias y virtudes, de carne y espíritu, sino que son el espíritu mismo, revestido y oculto en lo que hasta ahora te pareció ser tu única verdad.
Contempla el Relicario de Mi Corazón no para encontrarme, sino para encontrarte, y en ti, a Dios.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
En todos los Centros Marianos, a través del Relicario de Mi Corazón, seré el portero y el protector, el guardián de las reliquias espirituales y de los dones divinos que se guardan en los lugares sagrados erguidos en honor a Dios y por la manifestación de Su Plan.
El Relicario de Mi Corazón será la protección de todas las virtudes alcanzadas por las almas. Será el guardián de la evolución de aquellos que dijeron sí a Dios, y cada vez que lo contemplen con amor no solo estarán recibiendo en su interior lo que un día Yo alcancé, a través de la humildad y del vacío espiritual, sino también, hijos, estarán siendo resguardados por Mí que, ante Dios, recibí la potestad de ser su padre y guardián en estos tiempos de transición.
Es por eso que, frente a las dificultades que les parecen imposibles de transformar, oren Conmigo, contemplando el Relicario de Mi Corazón. Cuando el desierto sea mayor que su fe, oren Conmigo, contemplando el Relicario de Mi Corazón. Cuando las energías del mundo parezcan batallar, en su propio interior, con sus principios más puros, oren Conmigo, contemplando el Relicario de Mi Corazón.
Y, para que todas las almas del mundo tengan la oportunidad de estar delante del Relicario de Mi Corazón, les pido que todos los días 19, de una forma simple, el Relicario de Mi Corazón sea transmitido en vivo, durante una hora, para que todos aquellos que quieran estar delante de Él, en silencio, puedan hacerlo. Este ejercicio les permitirá encontrar la paz y fortalecer, en el propio interior, todas las virtudes ya alcanzadas.
En este tiempo de transición, seré el guardián de sus almas, padre y compañero que, en el silencio, seguirá sus pasos para que no se pierdan, sino que siempre se encuentren en Cristo.
Es de esa forma, hijos, que les pido que todos los días 19 de cada mes, a las 17 horas, sus corazones se unan en oración, y sobre todo aquellos que hoy no pueden estar en los Centros Marianos reciban también las Gracias y los Dones que surgen del Relicario de Mi Corazón para el mundo.
Si hacen este simple ejercicio, en el día de la Fiesta del Corazón de San José, no solo por ustedes mismos, sino también por todas las almas del mundo, podrán interceder Conmigo por los más pecadores y por los que se autocondenaron, para que esas almas abran sus ojos y encuentren la luz y la salvación en Cristo.
Yo los aguardo en oración y los bendigo.
San José Castísimo
Desde Su crucifixión y por la eternidad, del Corazón de Cristo brotan Sangre y Agua, goteando poco a poco sobre el mundo y sobre la Creación. Siempre que oran a Su Divina Misericordia, siempre que viven bajo esa Ley, siendo misericordiosos, esas gotas de Sangre y Agua tocan a las almas, lavan sus ojos para que puedan ver un nuevo camino y lavan su corazón para que puedan ser dignos de caminar sobre él.
En estos tiempos, hijos, necesitan aprender a contemplar y a amar las señales de su salvación, como lo son la Sangre y el Agua que brotan del Corazón de Cristo.
Para mantenerse con el corazón en equilibrio, creciendo en la vida espiritual con fundamentos verdaderos, no basta vivir de los propios esfuerzos y conocimientos o de toda la Gracia recibida, también necesitan experimentar la rendición y el amor que la contemplación del sacrificio de Cristo los conduce a vivir.
Hay un poder único en la Sangre de Cristo: el poder de restaurar, curar y redimir lo que es imposible. La Sangre de Cristo es la base de toda redención, es el sentido de la espiritualidad en este mundo, es el secreto para la santidad, la puerta para la rendición, la revelación de los misterios de Amor más profundos de toda la Creación. Y, para profundizar en este misterio, basta que clamen sinceramente por Misericordia, que contemplen espiritualmente la Cruz de Cristo, siempre alzada a los niveles internos de la consciencia humana y, reviviendo Su Pasión repetidas veces, reencuentren el sentido de sus vidas.
Contemplando la Sangre de Cristo encontrarán los Dones de Su Espíritu, la unidad de un Dios Trino que Se entrega por Amor a cada instante; revivirán la humildad de saberse pequeños ante un Amor inmenso y, al mismo tiempo, la Gracia de saberse llamados a imitarlo.
Oren por la Misericordia y vivan las bases de toda espiritualidad verdadera. En la Sangre de Cristo está la base de toda la vida religiosa. Oren unos por los otros, contemplando la Sangre de Cristo y, sobre todo, ríndanse a los pies de Su Cruz y comprenderán lo que les digo.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Aprende a contemplar y a adorar la Sangre de Cristo, sabiendo que cada gota derramada por el Señor representa Su ilimitado Amor por cada ser y por la propia vida.
Pon tus ojos sobre el Cristo del Calvario y sabe que Su Amor, aun sin la Cruz, ya superó y renovó toda la Creación, pero Su oferta fue más allá y, derramando Sangre y Agua, perpetuó la Gracia de la salvación y de la redención para todos los seres de la Tierra y más allá de ella.
Que tus ojos puestos sobre la Sangre derramada de Cristo te concedan la comprensión y la experiencia de lo que es la rendición y la entrega, de lo que es dar todo por amor.
El Agua que fue derramada por Cristo representó la ilimitada Misericordia que, además de verter toda Su Sangre, vertió también Agua para dar todo de Sí, en la materia y en el espíritu.
Juntos, Sangre y Agua representan el misterio de un Amor aún incomprendido por los hombres; Amor al que son llamados a renovar y a superar para que todo se recree y la evolución encuentre un nuevo comienzo, una vida mayor de unión con el Padre Creador.
Comienza, entonces, contemplando en tu corazón la Sangre de Cristo y el Agua que fue vertida de Su Cuerpo, para que así penetres en Sus Misterios y ellos te inspiren y conduzcan a una imitación más verdadera del Amor de Cristo.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Un alma, que aspiraba a vivir el camino crístico e imitar a su Señor, luchaba todos los días con las tentaciones y tendencias humanas y, sintiéndose siempre vencida por el mundo, le cuestionaba a Dios, preguntándole: “Señor, ¿Cómo podré vencer las tentaciones del mundo y superar los vicios de la carne, que parecen tan señores de mi condición humana?”.
Y respondiéndole el Señor, también con una pregunta, le dijo: “Alma pequeña, ¿acaso Yo no te di el ejemplo para superar la condición humana? ¿Acaso no vencí los vicios y tendencias de la humanidad, en carne frágil y mortal, a través de Mi Hijo? Entonces, contempla la Cruz de Cristo, porque en ella encontrarás la respuesta a tus cuestiones más profundas; en ella tu cuerpo, mente y sentimientos se verán movidos para vivir la transformación. A través del Amor de Cristo, encontrarás la llave y el ímpetu para escoger la vida crística, y no el mundo, en cada situación de la vida en la que te sean presentadas las tentaciones.
La Pasión de Cristo debe ser tu refugio, hacia donde debes correr cada vez que el mundo busque tu corazón. Cuando seas tentada a escoger las cosas del mundo, pon tus ojos sobre la Cruz y contempla cada llaga y cada herida del Señor. Todo eso fue por ti, para que hoy puedas escoger el Amor y no las ilusiones, para que hoy puedas descubrir quién eres y no permanezcas con los velos sobre tu rostro.
Los vicios humanos solo son vencidos cuando tu consciencia es tomada por un Amor Mayor que te lleve a caminar hacia Cristo, y ese Amor se encuentra en la Cruz. Por eso, contempla todos los días al Señor del Calvario, y allí encontrarás la paz”.
Les cuento esta historia para que sepan vencer al mundo que se agita dentro de ustedes mismos, en esa batalla constante entre el viejo y el nuevo hombre que se traba en sus corazones.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Oración para imitar a Cristo
Señor,
que mis ojos contemplen el mundo con Tus Ojos,
que mi corazón sienta la vida como Tu Corazón,
que mi alma viva en la Tierra, y más allá de ella, como Tu Alma,
que mis días sean un eterno reflejo de Tu Misericordia,
para que yo vea al prójimo como Tú me ves,
para que así yo comprenda al prójimo como Tú me comprendes,
para que yo sea paciente con el prójimo como Tú lo eres conmigo,
para que yo hable con el prójimo como Tú hablas con los Tuyos,
para que yo actúe con el prójimo como Tú actúas con los Tuyos,
y yo les entregue a ellos todo cuanto Tú desearías entregarles.
Que así, Señor,
yo ame como Tú amas,
sirva como Tú sirves,
y viva como Tú vives,
eternamente.
Amén.
Oren como los primeros compañeros de Cristo que, unidos alrededor de Él, judíos, paganos, ateos, pescadores, prostitutas, eruditos y soldados, pobres y cobradores de impuestos, médicos y leprosos, aprendieron a amarse como Él los amaba.
A través de Su sagrada Presencia, sus ojos se tornaron misericordiosos y pudieron ver más allá de las miserias y de las apariencias.
Es así, hijos, que con esos mismos ojos se deben mirar hoy. Es así que deben reconocerse, unos a otros, en la Presencia eterna de Cristo, amando, comprendiendo, siendo pacientes, misericordiosos y compasivos como es Su Corazón.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Sentado a la mesa con tu Señor, ora, hijo, por toda la vida, por todos los seres, por los que están perdidos en su propia ignorancia, por los que no reconocen a Aquel que reparte el Pan y se entrega a Sí mismo para reparar los pecados del mundo.
Sentado a la mesa con tu Señor, contempla toda la vida, la profundidad de cada instante, la grandeza escondida en cada movimiento, los Ojos atentos de Dios sobre la Tierra, Su Espíritu inundando toda la Creación.
Observa que el Tiempo de Dios se une al tiempo de la Tierra y, por un instante, nada está separado. El Hijo y el Padre son Uno con el Espíritu Consolador, y tu pequeña esencia participa de la unidad divina.
Sentado a la mesa con tu Señor, agradece cada oferta, cada palabra y cada silencio, cada gesto y movimiento, cada instante de quietud. Todo es parte de una ceremonia universal, celestial y humana, revelando lo que verdaderamente es el ser humano para toda la Creación.
Deja, entonces, que tus pies sean lavados, que tu espíritu sea purificado y tu alma redimida. Recuerda, así, la pureza de tu esencia y, dejando que el polvo del pasado sea retirado de tus pies, ábrete a un nuevo y eterno camino de retorno al Corazón de Dios, camino que se recorre en el sacrificio, en el amor y en la unidad perfecta con la Consciencia Divina.
Lavado por Cristo, tu espíritu se torna uno con Él. Eres pan, parte del Pan que se entrega en el altar. Eres sangre, parte de la Sangre que se derrama en el Calvario. Y así como, por los siglos de los siglos, la oferta de tu Señor se renueva, así también debe renovarse tu entrega.
Por eso, siéntate, una vez más, a la mesa de la renovación con tu Señor y Dios, tu Hermano y Amigo, tu Padre, Esposo y Compañero, tu propio corazón, ya que fuiste llamado a ser uno con Cristo.
Recibe Su Cuerpo y Su Sangre, y renueva tu entrega. Entrega cuerpo, sangre y vida a Aquel que todo te da cada día. Vive la revelación de la entrega en el misterio de la Comunión.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Para comprender y amar la Justicia de Dios, primero, hijo, debes abrir tu corazón para conocer al propio Dios, puro Amor, Misericordia y Compasión, que, con ternura, aguarda el retorno de Sus hijos a la Fuente Celestial.
Con tu oración, con tu diálogo con el Creador, con la meditación sobre todas las santas palabras que Él ha enviado a lo largo de los siglos, con la adoración al Cuerpo Eucarístico de Cristo, con la contemplación de Su Sagrada Faz, con el silencio, con la propia vida, conoce a Dios y profundiza tu contacto con Él.
Busca saber quién es Él para que, entonces, sepas que Su Amor excede todos los límites y se oculta hasta aun en la justicia y en las correcciones que expresan Sus Leyes en la vida universal y planetaria.
Conoce a Dios y sabrás, hijo Mío, que Su amor, siempre presente, está sobre ti a través de los Ojos de Dios fijos en tu corazón. Deja que esa mirada te ampare. Encuentra tú también la Faz Sagrada de tu Creador y únete a Él, por medio de una mirada que encuentre la Suya y que se transforme, se funda, se disuelva en esa Presencia Divina.
Todo eso se alcanza no solo con la fe, sino también con el esfuerzo permanente, con la rendición cada vez más interna, más profunda, de los espacios más ocultos de tu consciencia.
Cada día, entrégate más a Dios y sabrás cuánto Él también aguarda para entregarse a Sí mismo a tu corazón.
El Amor de Dios es un espejo que se refleja en tu interior para que lo profundices, para que aprendas a amar. Y cuanto más te abres para recibir el Amor del Padre, más ese Amor se expande y te transforma.
Pide la Gracia de conocerlo más, de dar más espacio a Su expresión, a Su Voz, a Su Vida, a Su Amor en tu interior.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Contemplo con amor el Corazón de Dios y, delante de Él, ruego por el mundo.
Ruego por cada una de Sus criaturas, para que no solo encuentre la paz, sino, sobre todo, para que despierte de la ilusión y de la inmadurez de estos tiempos.
Ruego para que sepan quiénes son, dónde están y lo que son llamados a vivir en este y en todos los ciclos.
Ruego para que el sufrimiento de tantas almas conmueva el espíritu de otras, para que, en el amor y en la oración, aquellos que conocen a Dios clamen por la paz y la vivan, equilibrando así los males de este mundo.
Ruego por la pronta manifestación del Reino de Dios en la Tierra, por el cumplimiento de las escrituras y, sobre todo, por el cumplimiento del nuevo y eterno Evangelio universal, el que ustedes no conocen, a pesar de que la historia de sus almas está escrita en él.
Ruego por el triunfo del Corazón de Dios en cada ser. Pido a Mi Señor que Su Luz ilumine los ojos de los hombres y les muestre la verdad, el camino y la vida eterna, el camino de retorno Su Corazón.
Ruego a Mi Señor y Dios, Creador de la vida, que tenga compasión por las almas perdidas, y que ellas se puedan encontrar.
Mi Corazón, pequeño y simple, se abre para compartir el dolor que siente Dios por la indiferencia y la ignorancia de los hombres ante tantas dádivas entregadas a la humanidad a lo largo de los siglos y desde su origen.
Siento, en lo más profundo de Mi ser, el Amor de Dios por la vida y, movido por este Amor, ruego al Padre por todos los seres, de todos los Reinos; y clamo constantemente por Su Misericordia y piedad, por Su compasión y amor, por Su paz y por Su Presencia viva en cada ser.
Hoy ruego, hijos, para que este mismo sentimiento de amor viva en ustedes y, así, puedan unirse a Mí, en este clamor perpetuo por la Creación, porque el mundo, el Universo y todos los seres lo necesitan.
Que el Amor de Dios los inunde y que Su Verbo se manifieste en sus corazones, en sus pensamientos y por fin, en sus bocas, como un perpetuo clamor de retorno al Corazón del Padre.
Tienen Mi bendición para eso.
San José Castísimo
Mientras clamas por Misericordia, contempla en tu corazón a los que no conocen a Dios.
Contempla en tu corazón a los ignorantes de alma y de espíritu que no creen en una realidad superior y que sufren por no buscar en Dios el aliento y el propósito de sus vidas.
Mientras clamas por Misericordia, contempla los mares y los océanos, los Reinos ultrajados de la Naturaleza, y recorre con tu consciencia cada espacio necesitado de este planeta. Encuentra, así, el sentido de tu oración, de tu canto, de tu clamor, de tu vida.
Contempla la consciencia de este planeta, el Infinito y el Tiempo de Dios. De esta forma, hijo, mientras oras, aspira a esta Vida Superior, para que ella llegue al mundo como la cura de todos los males y desvíos, como la puerta para la redención de todas las almas.
Cada día, da sentido y profundidad a tu oración, profundiza más en tu corazón y, así, profundizarás más en el Corazón de Dios. Como un espejo, tú estarás en Dios y Él en ti.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Conoce el ilimitado Amor de Dios a través de la unión con tu Creador y comprenderás la amplitud de Su Creación y la perfección con la que tu Señor colmó de misterios, de detalles, de caminos, las dimensiones que unen Su Consciencia con las consciencias de Sus hijos.
Conoce el ilimitado Amor de Dios por la vida y, al descubrir la grandeza de Su Creación, no te sorprenderás. Infinitas son las formas que las esencias recibieron de Dios para cumplir Su Propósito y recrear la vida.
Pero recréala, hijo, no solo comenzando de cero una nueva Creación. Recrear significa que la espiral evolutiva llegó a un punto más elevado y de allí, más próximo a Dios, comienza un nuevo ciclo.
Contempla y conoce el ilimitado Amor de Dios y no te asombrarás al descubrir que, más que enviar a Su Hijo a este mundo, el Creador envió a muchos otros de Sus compañeros y también creó otros mundos, otras razas, otras vidas, para que, en la perfecta expresión de cada una de ellas se complementen, se auxilien, crezcan y retornen a Su Corazón con un amor renovado, multiplicado y madurado por las experiencias y superaciones vividas.
Contempla, entonces, y conoce el ilimitado Amor de Dios y sé tú también ilimitado en tu comprensión, en tu apertura, en tu donación y en tu entrega, para que algún día, hijo, más que contemplar y conocer, puedas vivir y ser el ilimitado Amor de Dios.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Aquieta tu corazón para unirlo tanto al Universo como al Infinito. La vida superior comienza a revelarse dentro de ti.
Envía a lo más profundo de tu consciencia el Don del Perdón que proviene de la Consciencia Divina.
Medita en tu Señor en la Cruz y en todos los méritos que Él alcanzó para que vivas la redención, no solo de lo que fue cometido y vivido en este planeta, sino también, y sobre todo, mucho más allá de él, en la historia de tu evolución que desconoces.
Contempla la Sangre de Cristo y siente como esa misma Sangre, código redentor, permea tus células y átomos. Comulga con el perdón y la redención.
Que a partir de tus células, ese perdón ingrese en tu universo interior, en los registros más profundos de tu consciencia. Y allí, donde la vida universal se une a tu condición humana, deja que suceda el propósito de tu encarnación y experimenta la paz de sentirte perdonado.
Todos los días, el sacrificio de Cristo se renueva en cada Eucaristía, para que Sus códigos de perdón y de redención que Él alcanzó por ti en la Cruz, puedan llegar cada vez más profundo en tu ser.
Acompaña con tu corazón el establecimiento y la realización del perdón en todo tu ser. Llegó el tiempo de ser curado y no solo de purificar, sin fin, lo que está podrido en tu interior.
Tu perdón y redención deben ser conscientes. Es necesario saber y ver lo que debes perdonar, pero para eso, hijo, tu consciencia debe estar madura en el Amor de Cristo y en la certeza de todo lo que Él ya alcanzó por ti.
Ahora que tienes el lodo delante de tus ojos, contempla el Amor y el Perdón de Cristo y vive la química oculta de la redención y de la transfiguración de la consciencia.
Tus miserias, tocadas por la Misericordia de Dios, se transforman en la renovación de Su eterno Amor.
Tienes Mi bendición para vivir lo que te digo y alcanzar la paz.
San José Castísimo
Dispone tu corazón para Dios en cada nuevo día. Contempla en silencio Su Presencia dentro de ti y en todas las cosas.
Busca, hijo, profundizar siempre tu unión con el Creador. Deja que en tu corazón se sinteticen todos los impulsos y enseñanzas que el Creador envió para la humanidad, y que, en ti, esos caminos se tornen uno solo: el estrecho y profundo camino de unión con Dios.
Siente al Creador en el aire que respiras, en la naturaleza a tu alrededor y en tu naturaleza humana. Siente al Creador en el Universo sobre ti, en el Cosmos infinito y en tu cosmos interior.
Permite que los tiempos se unan en tu propio corazón. Allí encontrarás la revelación de lo nuevo y el recuerdo de lo eterno. Allí descubrirás la historia de tu origen, el camino para cumplir ese infinito y retornar al punto de partida, que es el propio Corazón de Dios.
Cuando un ser retorna al Creador, después de cumplir con su misión, y lleva consigo una partícula de un amor nuevo e infinito, como lo hizo el Hijo de Dios, en el Corazón del Padre la Creación se comienza a recrear, un nuevo infinito se diseña, un nuevo camino se inicia.
Trasciende, hijo, lo que es superficial y meramente humano, parte de la confusión y de la ilusión de este mundo, y cada día pon tu consciencia en lo que es eterno para que, cuando el Tiempo de Dios llegue a la Tierra, puedas reconocerlo, porque Él está vivo dentro de ti y tu vives dentro de Él.
La verdad se comienza a revelar dentro de ti cuando puedes observar lo que se oculta en tu interior. Entonces, al abrir tus ojos, verás lo que se ocultaba en toda la vida.
San José Castísimo
Contempla el Reino de Dios en tu interior y descubre que el Padre, con toda Su Potestad y Su infinita Luz, habita en ti.
Deja que Cristo se revele siempre vivo en el centro de tu corazón para que percibas, hijo, que no necesitas morir para estar en Dios, pero sí descubrir la verdadera vida, la revelación de que Dios está en ti.
Los Cristos del Nuevo Tiempo son aquellos que buscan la Verdad en el propio corazón y la encuentran. Son aquellos que saben que el Reino de Dios habita en sí mismos como en el prójimo y que basta la llave del amor y de la humildad para abrir las puertas que lo guardan en sus corazones.
Los Cristos del Nuevo Tiempo no buscan la revelación del Reino más allá de las estrellas, mirando al cielo. Los Cristos del Nuevo Tiempo reverencian a las estrellas y a sus misterios, pero se saben espejos de ese Cosmos infinito. Saben que en el propio interior está lo que tanto buscan.
Entonces, vive tu búsqueda, hijo, de adentro hacia afuera. Contempla el Cosmos que hay en tu interior. Valoriza el poder de las virtudes y del amor, y ama saber que el Reino está en ti. Sé ese reino vivo para el mundo. Sé un espejo que revela al prójimo que todo lo que vive y respira es parte de Dios, es morada de Su Reino.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Sé, hijo, que no es fácil olvidarse de sí mismo para cumplir el Plan de Dios, servir y trascender la propia condición humana; pero esa es la esencia del amor.
Aún el mismo Dios renunció a Sí mismo al multiplicarse y crear la vida, renunció a Sí mismo para nacer como Hombre, entre los hombres, renunció a Su vida y al amor que vivió por ella y por Sus criaturas al morir en la Cruz.
La esencia de la vida no es vencer el sufrimiento, es vivir el amor. Esto es lo que debes comprender ahora. No es sufriendo que cumples la Voluntad de Dios para ti, es amando.
La verdadera llave del triunfo de Dios, en Cristo, no fue el sufrimiento que Él vivió en el mundo, fue el creciente Amor vivido desde el pesebre hasta la Cruz. Es este Amor sin límites lo que debes buscar.
Es solo ese Amor, revelado en ti, el que podrá suplir a tu interior y conducir a tu ser a lo que es verdadero. Pero ese mismo Amor, que es el sentido de la existencia de todos los hijos de Dios, está oculto bajo tus aspectos y tus registros, experiencias guardadas en tus células y en tu consciencia, acumuladas a lo largo de toda la evolución humana.
Romper estas paredes de la condición humana fue lo que Cristo hizo en la Cruz y no solo en el Calvario, sino en cada instante de Su vida. Esta era Su misión: buscar la revelación de ese Amor y vivirlo, trascendiendo para eso toda condición humana, no solo de Sus cuerpos materiales, sino de todos los seres de la Tierra.
Cuando Yo te digo que contemples la Cruz, es porque allí se encuentra Aquel que te reveló el Amor de Dios. Allí, Él venció tu condición humana y te abrió las puertas a Dios.
Contempla y ama a la Pasión de Cristo. Encuentra en Sus Llagas el camino abierto para llegar a Su Corazón y descubre allí un Amor perfecto. Deja que las llagas espirituales que se abren en ti en estos tiempos, también te revelen ese Amor mayor, ese Amor que va a renovar y a superar el Amor de Dios.
No concentres tu atención en aceptar dolores y sufrimientos, sino en ir más allá y buscar incansablemente el Amor. Este es tu camino, tu redención, tu salvación, tu plenitud, tu retorno al Origen Divino.
Tienes Mi bendición para esto.
Tu Padre y Amigo,
Sao José Castísimo
Mientras más contemples y adores a Dios en la Eucaristía, Él estará más en ti y se revelará en tu interior.
La Eucaristía no es solo el Cordero entregado por Amor para reparar los pecados del mundo. La Eucaristía es el Corazón completo y perfecto de Cristo, en donde se guardan los misterios de la Creación y la esencia del Amor de Dios. Amor que, conteniendo en sí a todas las cosas, se multiplicó para que la vida tuviera forma y espíritu, renovando y recreando la Existencia Divina.
La Eucaristía es la presencia del Altísimo revelada. Allí está quién es Dios, Sus misterios, Su Amor y Su esperanza. Contempla y adora a la Eucaristía y en ella, al Portal para retornar al Origen, a la Verdad, a la Luz.
Dios se oculta en Sus misterios y se revela a los que lo buscan. Busca a tu Creador y Redentor en la Eucaristía y, en silencio, deja que Él te conduzca a Su Corazón, a una unidad perfecta con Su Verdad y con Su Amor.
El misterio de la Eucaristía se revela a los humildes, en el silencio de su corazón. En humildad, permanece delante de este elemento consagrado y así como Dios colmó el pan de todo lo que Él es, deja que también consagre y transforme los elementos de tu ser en unidad con Él.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Contempla el Corazón Eucarístico de tu Señor y encuentra en Él el alivio de tu corazón y de tu consciencia.
Contempla, en la Eucaristía, la entrega constante del Hijo de Dios por ti. Sabe que no solo estás delante de un pedazo de pan, sino, hijo, de un sacrificio eterno que perduró más allá de la Cruz y que se renueva todos los días para que tu espíritu tenga siempre una nueva oportunidad de redención y de perdón.
La Eucaristía es el fruto de la Misericordia de Dios. En ella se guarda Su misterio universal, la llave para la renovación de Su Amor Divino, la llave para la superación constante, para el vacío de sí y para la plenitud en Dios, para que, a pesar de la soledad, del desaliento y de la agonía que vive aquel que carga la cruz de estos tiempos, el Amor siempre hable más alto, el perdón siempre este vivo y la Misericordia se renueve, constantemente, más allá de los errores y de los ultrajes humanos.
Hoy, hijo, contempla delante de ti el Corazón Eucarístico de tu Señor y renueva tu corazón, reconociendo en la Eucaristía el Amor de Dios.
Tu Creador te llama al sacrificio y a la entrega, a la renuncia, al vacío y, muchas veces, a la soledad; pero Él también vive esto por ti todos los días, en cada instante de tu existencia. Esta entrega se consuma en todos los altares consagrados a Dios, en todos los Sagrarios del mundo.
Por eso, cuando sientas el peso de la cruz de estos tiempos sobre tu corazón y sobre tu consciencia, quédate delante de la Eucaristía y agradece a tu Señor la Gracia que te concede de compartir con Él no solo Su Cruz, sino sobre todo, la revelación de Su Amor.
El Amor de Dios se está revelando en lo oculto de tu corazón y por más que a veces solo sientas desconsuelo y vacío, llegará el tiempo en el que el árbol del sacrificio dará sus frutos y ese será el Amor de Dios en ti. Entonces, ya no contemplarás la Eucaristía delante de tus ojos, sino que la encontrarás viva en tu corazón.
Tienes Mi bendición para eso.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Contempla la Misericordia de Dios que desciende sobre el mundo a través de las oraciones de Sus hijos. Son tiempos de milagros y de Gracias espirituales inexplicables.
Anuncia con tu corazón la Presencia de Dios. Une tu corazón a los coros de ángeles y arcángeles que proclaman la victoria de tu Señor en la batalla de este mundo.
Une tu voz a las súplicas más profundas de los que claman por la paz. Entrega tu vida, conscientemente, por un propósito mayor.
La oración, hijo, es la llave perfecta que abre las puertas del Cielo y de los corazones de los hombres, que hace descender sobre el mundo los principios originales del Pensamiento de Dios en la vida y en los seres. Como una lluvia de códigos nuevos, lava a los seres de sus viejos patrones de conducta y los restaura, revelando la verdad que estaba oculta en su esencia.
La oración es esa melodía celestial que, cuando es sincera, recorre los Universos y se esparce por los aires, llevando la Buena Nueva de la renovación a todos los seres de todos los Reinos. Ingresa en lo profundo de los mares y restaura el espíritu de los océanos, ingresa en lo profundo de la Tierra y cura sus registros internos, ingresa en el profundo de los seres y los torna dignos hijos de Dios.
Por eso, ora con todo tu ser. Ora de corazón y verás cumplirse lo que te digo.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Permanece delante del Relicario de Mi Corazón para que, silenciosamente, él te revele el amor que hay en ti y te conduzca a amar a Dios sin condiciones.
Deja que tu alma se exprese, sin miedo o vergüenza, sin temor de ser nueva, diferente o desconocida. Sumérgete en el misterio de tu mundo interior para expresar lo que la humanidad desconoce. Busca la referencia de tu camino evolutivo en lo profundo de tu esencia porque es en ella misma que se guarda la Verdad que tanto aspiras a encontrar.
El mayor de todos los contactos es aquel que se establece con el propio mundo interior y la mayor de todas las revelaciones es descubrir que el Universo y sus misterios se encuentran en ti. La comprensión de cosas inexplicables, la revelación de las cosas invisibles, el contacto con la vida y con la eternidad, el conocimiento y la consciencia de la Verdad, todo esto está en ti.
Pero este mundo enseñó a los hombres a no buscar respuestas en su propio interior y a pasar la vida buscando referencias en las cosas mundanas, fuera de sí mismos. Buscan la inteligencia en lugar de la sabiduría, buscan la vanidad en lugar de la belleza eterna, buscan los placeres y la felicidad en lugar de la trascendencia, de todo esto, en la plenitud que es estar en Dios.
Permanece en oración delante del Relicario de Mi Corazón porque, silenciosamente, él te mostrará el camino hacia tu propio interior y sabrás quién eres aún sin saber, sin ver o sin escuchar. Será un sentir, será la expresión de la verdad en tu corazón y en tu vida.
Permanece delante de Mi Corazón y siente la paz y la libertad que Yo sentí al descubrir el camino de estar en Dios.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más