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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Oh, Mis amados hijos!, congrego a todos en Mi Corazón, Templo seguro para su redención, Camino seguro para su conversión, para el alivio de todo el sufrimiento.
Hoy, estoy aquí en regocijo y alegría. Soy su Madre, la que alivia el sufrimiento y los lleva a la paz. Esperé tanto tiempo para volver aquí, para contemplar con Mis propios Ojos y sentir con Mi propio Corazón las bases ardientes de la Obra de Dios, expandidas y multiplicadas en las consciencias.
Por eso, estoy aquí, para confirmar este Sagrado Proyecto de la esperada Casa de San Lázaro, en honor a aquel que fue resucitado por Mi Hijo. A través de esa Casa de cura, acogimiento y sanación, las almas reencontrarán el perdón y la reconciliación.
Como Yo les He dicho hace algunos días, también vengo a bendecir el Proyecto Fraterno Servir.
El mundo necesita conocer que hay un lugar en este planeta, en donde la Obra de Dios se refleja y se manifiesta con el esfuerzo, el esmero y el sacrificio de corazones valientes, con aquellos que confían en la Madre Divina y siguen Sus pasos hacia lo desconocido y lo infinito, aunque muchas veces no comprendan lo que esto significa.
Yo les vengo a anunciar con alegría que su fe los trajo hasta aquí, hasta este momento, en el que el mundo necesita la Ley de la Cura para poder reencontrar la Ley de la Paz y así, poder encontrar el camino del amor y del perdón.
Quiero que la Madre del Alivio del Sufrimiento tenga Su lugar en la Sagrada Casa de San Lázaro, porque allí Yo reuniré a las almas y a los corazones que más necesitan cura. Más allá de los cuidados o del acogimiento, lo más importante, Mis queridos hijos, es que cada gesto y cada acto que realicen, por más pequeño que sean, sean hechos con amor. Esto curará la vida de muchas personas, aliviará el sufrimiento de muchos corazones y les concederá la paz a todos.
Esta es la tarea más importante de Brasil en este tiempo, porque la Sagrada Casa de San Lázaro no es solo para los que lo necesiten, sino también es para toda esta Obra acogida por Mi Corazón Inmaculado.
El tiempo pasará, hijos Míos, y sus almas necesitarán ese lugar para vivir la cura profunda, en el último día de sus vidas; para que ese pasaje no sea un pasaje de miedo o de sufrimiento, sino un camino de trascendencia y de ascensión de sus almas y espíritus hacia la unión perfecta con la Fuente de la Luz, en donde sus experiencias internas serán volcadas para recrear esta Creación y confirmarle al Padre Eterno que es posible este Proyecto de Redención de la humanidad.
La Casa de San Lázaro estará abierta al mundo entero.
Ustedes saben, hijos Míos, que el planeta está enfermo y que la humanidad está enferma en todos los sentidos, por eso, la importancia de esta Sagrada Casa. Que no sea solo un espacio de recibimiento y de atención, sino también un lugar predilecto de Mi Corazón, en donde el amor pueda reinar y expresarse.
También vengo aquí para bendecir el Proyecto Fraterno Servir, una obra silenciosa que comenzó durante esta última pandemia, imperceptible para muchos corazones, pero misericordiosa y bondadosa para muchísimas almas.
Hoy, le entrego este pilar del Proyecto Fraterno Servir a cada uno de ustedes. Por eso, He venido aquí como su Madre del Alivio del Sufrimiento, para que alivien las vidas de muchas personas, para que más corazones conozcan que es posible reencontrar la paz y el amor a través del corazón de este Sagrado Núcleo-Luz.
Que palpite en sus vidas el ánimo de servir, de donarse por el otro, de colocar al otro primero en todos los momentos; porque lo que debe triunfar, hijos Míos, es el Amor de Mi Hijo en los corazones, así como Su Amor ha triunfado a través de estos tiempos en sus corazones; aunque caigan o se detengan, aunque tengan miedo al fracaso o a lo desconocido.
Hoy, Yo vengo aquí, Mis amados hijos, a extender Mi Manto de Cura del alivio del sufrimiento y a decirles que estoy presente en cada uno de sus pasos. Por eso, nunca se olviden de Mi Corazón, del Sacrificado Corazón de María, que sigue siendo traspasado por las injurias y los pecados del mundo; del Corazón que siempre dará la vida por ustedes, que siempre los escuchará y los recibirá, que siempre les concederá la paz y la esperanza para seguir adelante, en estos tiempos de caos; porque todos, absolutamente todos, necesitan del alivio del sufrimiento.
Por eso, derramo hoy, en nombre de Mi Hijo, el Principio de la Compasión, Ley predilecta de Cristo que ustedes deben aspirar a vivir todos los días, comenzando con sus seres queridos y amados, con todos los que encuentren en sus caminos. Porque no será el desafío el que los llevará a la paz ni tampoco el enfrentamiento entre hermanos y hermanas; lo que los llevará a la paz es la Compasión de Cristo, que brota como una Llama Incandescente de Su Corazón Misericordioso para el mundo entero, para todas las almas que lo busquen y lo necesiten.
Respondiendo al pedido de Cristo, también vengo aquí para consagrar a nuevos Hijos de María, este nuevo grupo de oración, que hoy fundaré y bendeciré, que tendrá la sagrada tarea de orar por la Casa de San Lázaro, para que los pilares del amor, de la compasión y de la caridad sean los primeros que se funden como base de esta Sagrada Casa, para que el alma de esta Sagrada Casa, que será construida y manifestada, sea amparada por el Sagrado Ángel de la Compasión de Dios y las almas reciban de la Fuente Suprema todas las Gracias que necesitan a través de las manos y, sobre todo, de los corazones que se ofrecerán para servir en ese lugar.
Por eso, les digo, Mis amados hijos, que ya levita en el plano espiritual sobre este espacio la Sagrada Casa de San Lázaro. Contémplenla, reconózcanla, acéptenla, háganla parte de sus vidas y esencias. Permitan que los Ángeles de la Cura de Dios desciendan y materialicen esta Sagrada Casa de San Lázaro, porque las almas gritan por cura, redención y alivio, en este país y en otros.
Esta será la célula de la Cura de Dios, que curará las células enfermas de los hombres y mujeres de la Tierra a través del sagrado toque del Amor de Dios en las esencias y en los corazones sufridos.
Una vez más, Me alegro por estar aquí, porque en el anonimato de los corazones que aquí sirven, durante esta última pandemia, se forjó el espíritu del guerrero del amor, de la caridad incansable, del sostén para las familias necesitadas, de la aspiración ardiente de manifestar la Casa de San Lázaro; porque recuerden, Mis queridos hijos, que todo forma parte de la Obra de Dios. Esto pertenece al Padre Eterno y sus vidas son llamadas a participar de esta Gracia extraordinaria y especial para todos.
Coloquen sus manos en señal de recepción y reciban, de la Madre de Dios, la consolación y el alivio del sufrimiento que hoy sus esencias y las esencias del mundo necesitan.
Cuando esa Casa se manifieste, seré la primera en entrar en ella para bendecirla con Mi Luz y con Mi Amor de Madre; porque si eso sucede, Mis queridos hijos, la Ley de la Cura no desaparecerá del planeta, no será dominada por el conflicto o por la enfermedad, sino que la Ley de la Cura triunfará a través del Amor.
Reciban este tesoro de la Casa de San Lázaro y, ahora, llévenlo hacia su corazón, haciendo un voto Conmigo de hacer todo lo posible y un poco más para que ese proyecto descienda lo antes posible, porque mientras esto no suceda el mundo seguirá sufriendo.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Los Hijos de María que se consagrarán, se pueden colocar de pie.
Yo vengo a bendecirlos en esta nueva tarea, importante y predilecta para la Madre de Dios, para que las corrientes de la Ley de la Cura desciendan y fluyan desde el Universo hasta esa Sagrada Casa de San Lázaro, aspirando ardientemente a que muchos corazones más alcancen la Cura que necesitan y el alivio del sufrimiento que los hace agonizar y padecer.
Por eso, ofrézcanme hoy sus corazones para que Yo los pueda elevar hacia Dios y presentarle al Padre Eterno la oferta sincera y honesta de los corazones que se esforzarán para llevar adelante este Sagrado Proyecto de la Casa de San Lázaro, que hoy con amor comparto con ustedes para que se sientan parte de esta Gracia Divina.
Por eso, hoy, los consagro no solo como Mis Hijos, sino también como Mis soldados orantes, como los pilares que se ofrecerán espiritualmente para sostener esta Sagrada Casa de Dios y permitir que el Ángel de la Compasión de Dios inspire, guíe y oriente a todos los que servirán fraternalmente a los que sufren en su última hora de la vida.
Yo los consagro como Mis Hijos, como los guardianes de la Casa de San Lázaro, como celadores de este Sagrado Proyecto de la Cura de Dios para este mundo sufrido.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Con alegría, júbilo e infinita gratitud, Mi Hijo Me envía a derramar Sus Gracias y Sus Misericordias a través de los Sacramentos.
Hoy, los que no fueron ungidos serán ungidos, aquellos que no fueron bautizados serán bautizados. Eso es lo que les ofreceré con todo Mi Corazón y Vida para que triunfe el Amor en sus corazones y siempre recuerden, hijos Míos, que siempre estaré allí, a su lado, para llevarlos hacia Mi Paz.
Recemos, a partir de ahora y en los próximos tiempos, por la Casa de San Lázaro, para que siga descendiendo desde el plano espiritual como Dios manda y en poco tiempo sea una realidad en la superficie de este planeta, en Brasil.
Oremos.
Señor,
que se cumpla el advenimiento de la Nueva Raza.
Que la humanidad pueda expresar su arquetipo.
Que la palabra sea viva y construya Tu Templo.
Que se expanda en nosotros Tu Misterio
y que se revele al mundo la verdadera existencia,
para que podamos reunirnos en Tu Nombre
y glorificar la perfecta unidad.
Amén.
Yo les agradezco por haber respondido a Mi llamado en tan poco tiempo. Esto es muy significativo para Nuestro Padre, porque Él puede derramar Su Confianza en los corazones y, a través de los corazones, manifestar Su Infinita e Insondable Misericordia.
Hoy, siéntanse ungidos por las Manos de Jesús a través del Sacramento que será ofrecido con humildad y simplicidad.
Siempre sean agradecidos por todo, la Ley de la Gratitud todo lo transforma y lo concede.
¡Sigan adelante! Yo los acompañaré como la Madre que alivia el sufrimiento, como la Madre que rezará en silencio por la manifestación de la Casa de San Lázaro.
¡Les agradezco!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a prepararnos para los Sacramentos. Vamos a sintonizarnos a través de una canción muy simple que se llama “Consagración”, que para la Madre representa el alivio del sufrimiento.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Una vez más, vengo del Cielo con un Mensaje, pero también con un llamado a la consciencia de la humanidad.
Hoy, con Mi mirada dirigida hacia el suelo, les comparto el lamento del Corazón de la Madre de Dios; porque la humanidad no está comprendiendo Nuestro Mensaje, el Mensaje de los Sagrados Corazones de Jesús, de María y de San José.
Por eso, San José, Mi Esposo Castísimo, se está ofreciendo ante el Padre Celestial para retornar a este mundo a traer un mensaje a esta humanidad, de forma extraordinaria. Su visita a este planeta será inesperada; porque Él intercederá, como Guardián de las Almas, en los momentos más culminantes de la humanidad, y uno de esos momentos culminantes es este momento que vive la humanidad.
Por eso, Mis amados hijos, Nuestras Divinas Consciencias Celestiales amplían Su oferta ante el Padre Creador; porque la humanidad no está comprendiendo, y al no estar comprendiendo la humanidad no quiere cambiar.
Hoy, tendría muchas razones, no solo para estar aquí con ustedes, para que sientan Mi Corazón, para que vivan en Mi Corazón, sino también para expresarles, desde lo profundo de Mi Corazón, todas las situaciones que observa la Madre de Dios de esta humanidad.
¿Cómo creen, amados hijos, que el mundo no se precipitará sobre ustedes, si el cambio aún no llegó?
¿Cómo creerán, hijos amados, que los Reinos de la Naturaleza y los elementos no mostrarán su fuerza y su poder a todos los ojos del mundo, si el cambio aún no llegó?
¿Cómo creen, hijos amados, que el cambio climático no se precipitará en esta humanidad, si el cambio aún no llegó?
¿Cómo creen, hijos amados, que la injusticia, la aniquilación y la destrucción entre hermanos de una misma raza terminará, si aún el cambio no llegó?
¡Cuántas cosas más podría decirles en esta noche!
¡Cuántas verdades más Mi Corazón podría presentarles a cada uno de ustedes!
Les dije, hace unos días, que a pesar de lo que suceda, Mis amados hijos, no dejen de orar, aunque los vientos contrarios sean más fuertes que la elevación de sus súplicas.
Yo les pido que no desafíen las leyes de la naturaleza, porque si desafían esas leyes, desafiarán las Leyes Universales, que es lo que muchos de Mis hijos en el mundo están haciendo sin consciencia.
Todo esto que sucede en el mundo, todo lo que se presenta en los tiempos de hoy, es motivo y razón para acelerar el Retorno de Cristo.
Pero ustedes, Mis queridos hijos, ¿adónde creen que Cristo retornará primero?
¿Sobre qué lugar Él descenderá y dónde Él se presentará para comenzar a corregir a esta humanidad de sus errores y faltas?
¿En dónde creen, hijos amados, que Cristo se mostrará y se revelará a los hombres y mujeres de la Tierra cuando Él retorne a este mundo?
¿Lo han pensado en algún momento?
Yo los invito, Mis queridos hijos, a meditar, en oración, todas las Palabras de la Madre Celeste; porque este Mensaje no es propio, es un Mensaje que vuelve a surgir de la Fuente de Dios, de Su Compasivo Corazón que es infinito e invencible. Todas las causas que hoy se presentan en la humanidad son los motivos para alejar a las almas de la Compasión de Dios.
¿Quién tendrá la valentía y también la determinación para ir por encima de sí mismo, para colocar primero la necesidad del mundo, antes que la propia? ¿Para tener consciencia de la importancia de la gratitud y de la reverencia que, muy velozmente, ya se perdió en el mundo?
¿Cómo creen que Mis Gracias llegarán a la Tierra como flores de Luz que deposito sobre el corazón de cada uno de Mis hijos, para volverles a dar la vida y la renovación?
¿Cómo creen que Mi Luz llegará al mundo si muchos de Mis hijos Me cierran las puertas y no Me dejan pasar hacia sus dimensiones de sufrimiento y de agonía?
Dios también está viviendo una incógnita con esta humanidad.
Por eso, con esta Flor de Luz que hoy traigo entre Mis manos para ofrecérsela a cada uno de Mis hijos, les pido y les suplico: retornen al Corazón de Dios, retornen a su Origen Esencial para que puedan retornar a la Fuente Primordial. Porque mientras millones de almas hacen absolutamente lo contrario, mayores planos de consciencia abarca Mi enemigo, el adversario de todos. No lo permitan, hijos amados.
Sosténganse, en este tiempo, a través de Mi Corazón orante.
Mis súplicas nunca dejarán de pronunciarse, Mi Voz nunca dejará de hablarles; porque lo que Yo le prometí al Padre Celestial lo cumpliré, a pesar del tiempo que Me lleve realizarlo en este mundo. Por eso, les digo, aún sosteniendo entre Mis manos esta Flor de Luz que les ofrezco, que todos los que ya despertaron ayuden a los que aún no despertaron.
No les pido que los instruyan; les pido que les den el ejemplo, el ejemplo que nace del corazón, un ejemplo que los lleva a la verdad, a vivir la simplicidad y la humildad, el ejemplo de la donación incondicional que les permite hacer florecer dentro de ustedes el Amor Crístico.
Reciban con amor y hasta con dulzura celestial, esta flor inmaterial que hoy les ofrezco para que, guardándola en lo más profundo de sus esencias, vuelvan a comulgar una vez más de la Fuente de la Creación por aquellos que no comulgan de Mi Hijo, por aquellos que no viven a Mi Hijo, por aquellos que desmienten a Mi Hijo, por todos los que niegan a Mi Hijo, por los que, por su ignorancia, hieren día a día el Corazón de Cristo.
Que sus vidas se conviertan en flores de luz para la Madre de Dios, porque no les hablo de una perfección inalcanzable; Yo les hablo, Mis queridos hijos, de una simplicidad próxima a cada uno de ustedes, la simplicidad que les da el poder de la oración del corazón.
Necesito aún, amados hijos, por medio de todos los que Me apoyan y Me siguen, como orantes e hijos de María, realizar muchos trabajos en esta humanidad.
Porque la humanidad no está preparada para el Retorno de Mi Hijo, está sumergida cada vez más en la ilusión y presa de ciertas fuerzas espirituales, contrarias al Plan del Padre, que solo someten y castigan a las almas.
Yo también Soy la Madre que libera las cadenas de la opresión, las cadenas de la prisión espiritual, porque es en lo espiritual en donde todo comienza y es en lo espiritual en donde todo termina.
En esta Vigilia de Oración por la Paz en las Naciones, en donde nuevamente han orado con Mi Corazón Inmaculado, en nombre de Mi Hijo, el Cristo, les vengo a agradecer y les pido que sigan siendo perseverantes, a pesar de sus purificaciones y de sus pruebas.
Cuando todo se ponga muy difícil para ustedes, lo mismo que para sus familias o aun para sus naciones, recuerden la flor que hoy les entregué: es la Flor de Loto, la Flor de la Compasión de la Consciencia de Dios, que es lo que las almas necesitan en este momento para poder sanar sus profundas heridas, para poder disolver sus profundas incomprensiones, para ser merecedores de volver a recibir la Gracia de Dios, que elevará sus consciencias, que expandirá el amor de sus corazones.
Porque a través de esta Flor de Loto de la Compasión de la Consciencia de Dios, vuelven a recibir Su Amor Mayor, que es lo que la humanidad necesita para poder curarse, para poder ser liberada de las cadenas de la opresión.
Hijos, el mundo vive su momento más difícil, no solo con los miles de vidas que se perdieron a través de esta pandemia. Les aseguro, Mis amados, que he orado por cada una de esas almas, que han sido llevadas al fuego del infierno, y que Mis Santos Ángeles del Cielo han liberado de esa opresión, para que alcanzaran la Gracia de la Gloria Celestial.
¡Cuántas almas, cuántas personas, conocidas de ustedes o hasta aun desconocidas, fueron arrastradas por esta pandemia!
Les vuelvo a decir que la cura aguarda descender a todo el planeta, pero si los hombres y mujeres no se arrepienten, si no colocan sus rodillas en el suelo para pedir perdón y Misericordia, ¿cómo creen que el cambio llegará?, ¿cómo creen que serán merecedores de la Cura y de la Gracia Divina? En esto no existe ningún misterio y ninguna ciencia.
Hijos, escuchen con atención, Yo les vengo a enseñar lo mismo que aprendí aquí en la Tierra, siendo una Mujer y una Madre que asumió a todos los hijos de Dios, en la gran promesa que le hice a Mi Hijo a los pies de Su Cruz.
Por eso, les vuelvo a decir que, mientras este cambio no se realice, mientras la penitencia y el arrepentimiento no se presenten en lo profundo de la consciencia del ser humano, les pido que imploren por la Sangre Divina de Cristo.
Porque cuando un alma invoca a la Sangre de Jesús, Su Corazón se abre como una infinita fuente y desde lo más profundo del abismo de Su Misericordia, emerge la Gracia Divina que, con Códigos de Luz, baña como una lluvia al alma orante y a todas las situaciones por las que el alma pide en su oración.
Es así que, tímidamente, los apóstoles de Cristo, los ejércitos orantes de María, aprenden sobre el camino de la redención, no solo viviendo su propia redención por medio del poder de la Sangre de Cristo, sino también abriendo la puerta a aquellos que ya se autocondenaron por la ignorancia de esta humanidad.
Es esta ignorancia, Mis amados hijos, que hace tiempo la humanidad ya no debería vivir, que no permite que lleguen los cambios, no solo los cambios materiales, sino también los cambios espirituales, tan imprescindibles y urgentes que, si pudieran ver más allá de lo que es material, de un segundo a otro, harían ese cambio tan esperado por el Padre Eterno.
Por eso, les vuelvo a pedir que le presten atención a Mi Mensaje, porque lo que Su Madre les viene a pedir no es imposible, vengo a pedirles lo que está más próximo a ustedes, vengo a pedirles lo que es más real.
Mientras los cambios en la mayoría de la humanidad no lleguen, Mi pesar será muy grande. Mi Corazón es traspasado por las indiferencias, los sacrilegios, las herejías y los ultrajes de los hombres y mujeres de la Tierra que deben ser transmutados, que deben ser aliviados por la oración de Mis hijos, fortaleciendo la potente red de oración planetaria para sostener todo lo que sea posible el eje de la Tierra.
La contundente expresión de los volcanes en este tiempo es el grito profundo del corazón del planeta, es el aviso de que el eje de la Tierra hoy es sostenido por un finísimo hilo de luz espiritual, que podría romperse si Mis hijos dejaran de orar.
Sé que todos son responsables de esto, y sé que la mayoría de los pueblos y de las naciones son sometidas por aquellos que los dirigen, por todo lo que deciden y mienten, por las falsas promesas que anuncian, porque son promesas vacías, vacías de amor, vacías de verdad, vacías de verdaderas soluciones.
Por eso, su único camino, Mis amados, es volver sus consciencias hacia Dios, porque cuanto más estén en Dios, nada les faltará.
Aunque en algún momento pasen necesidades, aprendan a entender las señales de Dios. Porque Dios no es pobreza, Su Amor es abundancia. Y es ese Amor que está presente en todo el universo y en toda la Creación que permite expresar las Leyes del Altísimo Padre, y esas Leyes no permiten que nada falte.
Pero el desequilibrio que vive la superficie del planeta es generado por una ambición viciada a través de los tiempos, una ambición no solo por lo material, sino también por el poder que ha ampliado en este mundo el nivel de pobreza, de miseria y de hambre.
Pero todo esto es lo que Mi Hijo deberá corregir en un primer momento en esta humanidad.
Yo los invito a orar por aquello que conocen y por aquello que desconocen, así como la Madre de Dios reza por todas las causas y situaciones de este mundo.
Quisiera hablarles de lo maravilloso que es estar cerca de Dios, de lo maravilloso que es ser parte de Su Reino y de poder develar Sus misterios para todas las consciencias de la Tierra. Pero la humanidad por su ignorancia y también por su ingratitud, no aprendió a apreciar Nuestras Palabras y menos los Tesoros del Padre.
Pero como Su Madre, también como Su Sierva, no vengo a juzgarlos ni tampoco vengo a reclamarles nada, Mi Amor está aquí presente para que se puedan superar y ayuden a superar en el amor a todos sus hermanos, especialmente a aquellos que tienen mayores dificultades; dificultades que nacen de profundos traumas, de desconocidos sufrimientos, de culpas que no se han disuelto de la consciencia.
Por eso, nunca deben criticar; solo deben sumar y sumar para que la unidad interna entre las almas sea posible, y esa unidad, hijos amados, se convierta en un gran espejo que sea depositario de la Gracia y de la Misericordia de Dios para todos los corazones.
¿Ahora, comprenden cuán simple es cambiar al mundo?
No es con guerras ni con enfrentamientos que se resolverán los problemas de la humanidad.
¿Los dirigentes de las naciones del mundo seguirán ignorando la existencia de Dios?
¿Hasta dónde son capaces de ir?
¿Hasta dónde son capaces de mentirles a las personas y de no darles soluciones a todos los pueblos?
Solo rezo todos los días para que los dirigentes, que también son Mis hijos perdidos, tengan la Gracia de sentir lo que siente un niño hambriento, de escuchar el llanto de un niño pobre, de escuchar la desesperación de un niño exiliado y refugiado en otra parte del mundo; de poder sentir y conocer lo que siente y lo que vive una familia rechazada, despreciada e insultada en las fronteras de los países de este mundo, por no poder reconstruir sus esperanzas ni su dignidad humana.
Si Dios les dio la Creación, todo lo que existe en el universo; si Dios les dio la naturaleza y sus frutos, las montañas, los ríos y los océanos, las aves, el sol, el amanecer, las estrellas y el firmamento, ¿cómo es posible que aún exista la ignorancia humana y la falta de fraternidad? No les pido que se conviertan en asistencialistas; les pido que sean almas bondadosas, en servicio y amor.
Que Mi silencio permita que las Palabras que traigo de la Fuente hagan eco en el corazón de Mis hijos, porque la copa está más que rebasando y el mundo aún desafía la Ira de Dios.
Les vuelvo a pedir que no atraigan al Ángel de la Justicia Divina hacia la Tierra; porque como fue en Fátima, hace más de 100 años atrás, deberé volver a colocarme delante del Ángel de la Justicia de Dios para evitar el castigo mundial.
Por eso, les vuelvo a pedir que, por los próximos tiempos que llegarán, todos los días 13, hasta que Yo lo indique, trabajen conscientemente en los encuentros de oración con la oración de la reconsagración al Inmaculado Corazón de María, a fin de que sean evitados difíciles acontecimientos en el mundo.
Porque, así como Soy la Madre del Amor, Soy la Mujer del Apocalipsis. Porque una señal aparecerá en el cielo: una Mujer vestida de Sol, coronada de estrellas y con la luna a Sus pies, llegará como la aurora para anunciar el fin de los tiempos, tiempo que se está cumpliendo.
Hijos, les estoy muy agradecida porque he sentido y he visto que han escuchado cada una de Mis Palabras con valentía y coraje, siendo sostenidos por el Cristo Interno.
A pedido del Arcángel Gabriel, vengo a acompañar a cada uno de ustedes para que juntos vivamos el mayor sacrificio de Amor a través de la Eucaristía, a fin de que Mi deseo ardiente se cumpla en las almas.
Que este Mensaje haga eco en todos los corazones posibles y no sea un Mensaje más.
Hijos amados, delante de los ángeles del Reino de Lys, en la simplicidad de este momento, hagamos Nuestro ofertorio a Dios por el triunfo de Su Amor y de Su Verdad en el planeta. Preparémonos para la Comunión.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Hermanos y hermanas, respondiendo a este pedido de la Madre de Dios, ante la Presencia de Su Corazón Inmaculado, invitamos a todos los que puedan a arrodillarse o colocarse de pie, para comenzar a ofrecer este sacrificio del Hijo de Dios, reviviéndolo en cada uno de nosotros para que, como dijo la Madre Divina, Su Mensaje pueda hacer eco en todos los corazones posibles del mundo.
Por eso, ante los ángeles del Reino de Lys, los invitamos, al igual que ellos, a que nos postremos simbólicamente ante Dios para que Su Universo Celestial se aproxime; y para que esta oferta, que hoy realizaremos como una sola familia espiritual, sea recibida con amor y gratitud en la Iglesia Celestial de Nuestro Señor Jesucristo.
Entonces, revelamos en este momento el misterio del Amor de Dios.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En la noche en que Jesús iba a ser entregado, antes de ese momento, Él se reunió con Sus apóstoles en el Cenáculo para entregar Su Mayor Legado de Amor a través de la Eucaristía, del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Fue así que, en ese momento, Jesús tomó el pan, elevándolo a Dios se lo ofreció con todo Su Corazón y toda Su Alma, y le pidió al Padre que ese pan fuera convertido en Su Divino Cuerpo. Luego, Jesús lo partió y se lo ofreció a los apóstoles, diciéndoles: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo, que será entregado por ustedes para el perdón de los pecados”.
Te alabamos, Señor, y te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y te bendecimos.
Amén.
Antes de terminar con la Cena, Nuestro Señor tomó el Cáliz entre Sus Manos y, realizando el mismo ejercicio, lo elevó y se lo ofreció a Dios para que el vino fuera convertido en la preciosa Sangre de Cristo. Luego, Él se lo pasó a Sus apóstoles y se lo ofreció a cada uno de ellos, diciéndoles: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva y Eterna Alianza, que será derramada por su Redentor para la remisión de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía, hasta que Yo retorne al mundo”.
Te alabamos, Señor, y te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y te bendecimos.
Amén.
He aquí el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Que se alegren los corazones por volver a participar de la Cena de Nuestro Señor. Amén.
En unión al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, le pedimos a la Santísima Trinidad que consagre estos elementos que le ofrecemos en este altar, para gloria de Su Reino.
Oramos juntos la oración que Cristo nos enseñó: el Padre Nuestro en arameo.
Que la Paz, el Amor, la Luz y la Misericordia de Cristo desciendan al planeta.
Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme.
Amén.
Con amor y reverencia, anunciamos la Comunión Espiritual de todas las almas de la Tierra con Cristo.
Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente y os ofrezco
el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los Sagrarios de la Tierra,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que Él es ofendido.
Y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.
Ahora, hermanos, respondiendo a un segundo pedido de la Madre Divina, para finalizar con esta tarea que Ella ha encomendado a cada uno de nosotros, nos vamos a preparar para hacer un breve momento de Adoración al Santísimo para que, en ese momento de silencio, cada uno haga un profundo contacto con Dios, a través del Corazón Eucarístico de Cristo.
Y, una vez más, ofrezcamos este momento, para que el Mensaje de la Madre Divina haga eco profundo en muchos corazones.
Vamos a prepararnos para ese ejercicio.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En reverencia y gratitud comenzamos con este momento de Adoración al Santísimo.
Reverenciamos al preciosísimo Cuerpo Eucarístico de Cristo.
Oramos, frase a frase:
Quien está en Dios, nada teme.
Quien está en Dios, no retrocede.
Quien está en Dios, vive del Amor de Dios.
Esta es la fuerza de hoy.
En Dios, en Dios, en Dios.
Amén.
Reverenciamos y agradecemos al Cuerpo Eucarístico de Cristo, y guardamos a Cristo en nuestro corazón.
¡Gracias, Señor, por cuánto nos das!
¡Gracias, Madre Divina, por cuánto nos das!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
He aquí la Madre de los desamparados y de todos los refugiados. Vean debajo de Mi Manto a los que más sufren y padecen el caos de estos tiempos.
Soy la Madre de los inmigrantes y de los exiliados. A través de Mi Corazón, estoy con cada uno de ellos, en este momento.
He aquí la Madre de las culturas y de los pueblos originarios. He venido a estar con cada uno de sus orígenes, de sus razas y de sus culturas para que recuperen, a través del espíritu, el Proyecto Divino que el Padre pensó en el principio y que fue dolorosamente transgredido a través de los tiempos.
He aquí la Madre que clama por los que se exilian y por los que se refugian en lugares lejanos; perdiendo sus hogares, familias y toda su vida; buscando un lugar seguro, un lugar de paz, en donde después de haber perdido todo, tengan la esperanza de comenzar de nuevo.
Por eso, estoy aquí por los que padecen, por los que necesitan encontrar su verdadero destino, por los que necesitan rehabilitar sus vidas y encontrar el sentido de estar en este mundo a pesar del sufrimiento.
He aquí la Madre de los campos de refugiados, de los que son marginados y olvidados, la Madre que conoce en profundidad el corazón de cada exiliado y de cada familia; de los que esperan que los que más tienen puedan hacer algo por ellos, por medio de planes de solidaridad, de caridad y de auxilio para aliviar el sufrimiento.
Un refugiado debe ser comprendido con amor, para poder comprender su vida y también su pasado; porque lo que más espera Dios en este tiempo es que los que sirven a los que más necesitan, tengan una sensibilidad profunda y una compasión muy amplia para comprender, interiormente, el sufrimiento de los refugiados.
Como parte de una única familia universal, Yo también vengo como una Madre que escapó de la persecución en los tiempos de Mi Hijo, una Madre que fue refugiada en Egipto y que, en el camino de ese gran y árido exilio, conoció en lo profundo del corazón lo que es sentirse descartado, repudiado, humillado y, sobre todo, omitido por sus hermanos, por su propio pueblo.
Por eso, hijos Míos, sé lo que significa ser un refugiado, sé lo que significa estar en una tierra que nunca le perteneció y sé lo que significa perder los valores de la dignidad humana y del amor.
Por eso, hoy invito a todos los servidores y a los que se postulan a ser misioneros del Amor, de la Misericordia y de la Caridad; a que primero sientan en su corazón la importancia de aliviar el sufrimiento antes de resolver los problemas, de comprender en lo profundo las heridas del exiliado y del repudiado, de aquel que lo ha perdido todo y hoy no tiene nada.
Pero también, soy la Señora de los Océanos, del gran Vientre Universal que guarda en su interior a todas las esencias de esta Creación; especialmente, a las almas que se arriesgan a cruzar los océanos por una oportunidad y no llegan a la meta que se han propuesto. Por eso, soy la Madre de los desamparados, de los que no son aceptados.
Soy la Madre de los que están solos desde todo punto de vista, de los que no tienen la oportunidad de recuperar su dignidad humana. Por eso, llamo a los que sirven a los refugiados, a lo largo y ancho de este mundo, a que se sensibilicen, a que vayan más allá de las formas, de los métodos o hasta aun de los proyectos, a que sientan al necesitado como un hermano y no como un problema que nadie quiere asumir.
Hasta que la humanidad no resuelva esta situación de considerar a los que sufren con amor y no solo con ciencia, las guerras en este mundo no se detendrán y el triunfo de Mi Inmaculado Corazón estará limitado por los que aún no quieren cambiar.
Agradezco la valentía de los que se esfuerzan y de los que se entregan para ser pequeños granos de arena en este vasto mundo de problemas, pequeñas semillas de luz que se siembran en lugares imperceptibles y hasta aun irreconocibles, pequeñas esferas de luz y de amor que se encienden en la gran oscuridad de estos tiempos por medio del servicio a los refugiados y a los necesitados, para que la Divina Piedad del Corazón de Mi Hijo descienda a la Tierra.
En reverencia, hijos Míos, Yo los invito a meditar sobre Mis Palabras. Es así, que Yo los llamo al apostolado no solo del corazón, sino también al apostolado del servicio definitivo, de la entrega consciente e inmediata a la gran necesidad de esta humanidad.
No se olviden de lo que les he dicho hace poco tiempo, que hasta que los refugiados no sean considerados como hermanos y no solo como personas o problemas, las guerras en el mundo no se detendrán y el triunfo de Mi Inmaculado Corazón estará limitado por los que no quieren cambiar.
Hoy, lo que les presento es una de las tantas y urgentes necesidades, que deben penetrar con la consciencia y con los sentidos internos, y no solo con la mente o con lo que creen conocer. Allí, encontrarán el camino de la sensibilidad y también de la compasión, encontrarán el camino que los llevará a la respuesta de la Sabiduría Divina y a la respuesta inmediata a todas las necesidades que hoy están presentes en el mundo.
Hoy, también les pido dentro de este contexto, hijos Míos, que oren por los océanos, no solo por lo que vive dentro de Él, sino también por todo el Círculo de Fuego del Pacífico.
El mundo, con sus acciones, rebeldías y conflictos, atrae hacia sí los infiernos más desconocidos que habitan en lo más profundo de la Tierra.
No permitan, hijos Míos, que eso suceda. Que los pequeños sacrificios y entregas reparen estas situaciones del mundo, para que descienda el Ángel de la Gracia y no el Ángel de la Justicia, para que todas las esencias, especialmente las más perdidas, sean consideradas por el Universo Celestial en el gran Plan de Rescate que todos son llamados a vivir Conmigo.
Quiero agradecer a todos los que se adhirieron al llamado en el día de ayer, a todos los que en prontitud respondieron a Mi convocatoria maternal. Espero y deseo que eso siga sucediendo porque aún, Mi materno Corazón y toda Mi Consciencia Divina deben seguir interviniendo en esta humanidad y en este planeta.
No solo necesito que sean la propia oración del corazón, sino también necesito que sean puentes que construyen en unidad y en hermandad, para que la Jerarquía Espiritual pueda auxiliar a este mundo.
Mis Manos, llenas de Gracia, de Misericordia y de Amor, no solo desean derramar sobre ustedes estos atributos, sino también desean derramarlos sobre el mundo, sobre los lugares que más los necesitan en este momento, sobre los campos de refugiados, lugares que han sido tomados por el caos.
A través de la Obra de Misericordia de las misiones humanitarias, muchos de ustedes, hijos amados, aprendieron sobre la fraternidad, una fraternidad sentida y no artificial, una fraternidad que se aproxima y que hasta ofrece ternura y compasión a fin de aliviar el sufrimiento.
Quiero que todos los que sirven de forma humanitaria y los que algún día se postularán a servir en las necesidades de este mundo, no se olviden de ser tiernos en la fraternidad, para que puedan ser compasivos con los demás.
Yo le vengo a pedir al mundo que contemple la situación humanitaria, para que se puedan evitar grandes catástrofes en la humanidad, como las que han sucedido en este último año.
En agosto, vendré a pedirle al mundo, por última vez, la reconsagración a Mi Inmaculado Corazón para que la mayoría de las almas, especialmente las más perdidas, hoy condenadas al infierno, tengan la Gracia del rescate y de la liberación. Pero también en agosto, vendré a pedir ayunos y sacrificios, para evitar y revertir la situación de esta pandemia que aún sigue llevando a las almas a la condenación eterna.
Vendré a restablecer, en el mes de agosto, lo que una vez pedí en Fátima; no solo que Rusia se consagre a Mi Corazón Inmaculado de forma definitiva, sino que todas las naciones, a través de las almas devotas y orantes, con sus fervorosas oraciones, reconsagren el mundo a Mi Inmaculado Corazón; porque en el mes de agosto, por última vez, tendré la puerta de Mi Corazón abierta para que todas las consciencias y esencias encuentren el refugio y el camino que los llevará a Dios.
Sé que no pueden estar reunidos Conmigo como en otros tiempos. La memoria de esos momentos y de los encuentros con todos los peregrinos era el gran impulso que Me movía a volver aquí y, como Madre, sé que muchos lo están necesitando. Pero mientras eso no pueda ser posible, hijos Míos, reúnanse en Mi Corazón Inmaculado. Allí está el Templo que los lleva al encuentro con Dios, con Su Amor eterno.
Hoy, les pido que se reúnan en Mi Corazón como almas, pero también como soldados orantes, porque será en sus espíritus en donde estará la Gracia de Dios, que los fortalecerá en este tiempo para vivir sus pruebas y sus desiertos.
Es por ese motivo, pero también por otros motivos que, hasta los días de hoy, vengo aquí, a esta sagrada casa del Árbol Sagrado de Figueira, para que recuerden todos los días de dónde retirar los frutos de la conversión, de este Árbol de abundancia espiritual y de conocimiento infinito.
Hijos, Mis brazos están abiertos a ustedes, Mi Corazón está expuesto a ustedes. Cuando lo necesiten vengan a Mis brazos, pero sean como niños que pierden el miedo y el temor al sufrimiento. En Mi Corazón siempre encontrarán Paz, siempre encontrarán a Dios. Nunca se olviden de esto.
Hoy, vengo a celebrar junto con Mis sacerdotes de esta congregación y de todas las congregaciones del mundo, para que Mis intenciones, que hoy les he expuesto y les he entregado, sean escuchadas por el Padre Eterno. Porque si la humanidad pierde la sensibilidad del corazón, perderá la paz, perderá su inocencia; y eso, hijos, no puede suceder.
Por ese motivo, también estoy aquí, para que sean más sensibles de corazón y menos indiferentes.
Delante de los ángeles de la transubstanciación de la Iglesia Celestial de Cristo, celebremos en simplicidad, como en aquellos tiempos cuando Mi Hijo reapareció después de Su Pasión para anunciar que había resucitado en victoria y en Amor en el corazón humano.
Celebremos.
Hoy, he llamado a las madres guardianas del Cenáculo interior de los sacerdotes de esta Orden, para que compartan Conmigo, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, este momento de ceremonia y de súplica a Nuestro Padre Creador; a fin de que, a través del espíritu de la sensibilidad, el principio de la maternidad impulse y despierte en los corazones la necesidad ardiente de servir y de aliviar el sufrimiento humano.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Señor Jesús, Te ofrecemos este vino con todo nuestro corazón para que, como en las Bodas de Caná, lo transubstancies y conviertas nuestra condición humana. Amén.
Señor Jesús, Te ofrecemos esta agua para que también la transubstancies con Tu Espíritu y así, como en el Bautismo del río Jordán, renovemos nuestro Sacramento del Bautismo, y por medio de Tu Espíritu de Amor consolador, todos nosotros renovemos nuestros votos de servicio y de adhesión al Plan de Amor. Amén.
En aquella noche, cuando Jesús estaba reunido con Sus apóstoles, Él se entregó y se ofreció al mundo en este gran Sacramento de Amor y de Redención. Por eso, momentos antes de ser entregado, Jesús tomó el pan, lo elevó y lo ofreció al Padre para que fuera convertido en Su Cuerpo. Enseguida lo partió y ofreciéndolo a los apóstoles, Él dijo: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por ustedes para el perdón de los pecados”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Antes de finalizar la cena, Jesús tomó el Cáliz entre Sus Manos y se lo ofreció a Dios para que fuera convertido en Su Sangre. Enseguida se lo pasó a Sus discípulos, diciéndoles: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, la Sangre de la Nueva y Eterna Alianza que será derramada por su Señor, para la remisión de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Madre de los sacerdotes y de todos los cristianos, de los que tienen fe y confianza en Tu Amor inmaculado, como parte de esta humanidad, le ofrecemos a Tu Hijo este Sacramento por la conversión de los pecadores y de todas las situaciones que urgentemente necesitan de asistencia espiritual.
Como Tu Hijo nos enseñó, ofrecemos la oración del Padre Nuestro para que este sacrificio del altar sea consumado y esté conforme a la Voluntad de Dios.
Oración: Padre Nuestro.
Que la Paz de Cristo esté en cada uno de los presentes y en cada corazón que está unido en este momento.
Y con la misma fe que tuvo el centurión romano, repetimos esa profunda pero simple oración:
Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme.
Amén.
En reverencia y amor, ante el glorioso Corazón de María y el Sagrado Corazón de Jesús, anunciamos esta Comunión Espiritual de cada corazón de este mundo con el Sagrado Corazón de Jesús.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los Sagrarios de la Tierra,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que Él es ofendido.
Y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.
Les agradezco por haber respondido a Mi llamado.
Y, les confieso que, a través de este reciente ejercicio de Comunión Espiritual, Mi Corazón espinado está más aliviado; porque lo único que deseo es que amen como Yo los amo, es que sientan como Yo los siento a cada uno de ustedes.
Para que las aspiraciones e intenciones de su Madre Celeste se puedan cumplir, conforme a la Voluntad de Dios, los invito a recogerse con una canción muy simple pero muy significativa, la cual los invito a sentir con el corazón, llamada “Tierra de María”.
Yo los bendigo, bajo la Luz del Sagrado Corazón del Señor, en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vayan en paz.
No solo vengo por el amor de Polonia; vengo por su Iglesia y por la Iglesia de toda Europa Central, también allí muchas cosas más se pueden reparar; por eso también es importante para Mi Hijo, sabiendo que aún hay tiempo para Su Misericordia, para poder ingresar en Su Piedad y en Su Compasión.
Así como ayer Mi Hijo les dio la bendición de Su Reino, hoy Yo les doy la bendición de Mi Gracia, la Gracia que siempre ha permeado, a pesar de los acontecimientos, a todos los corazones de Polonia y de Europa Central.
Es esa Gracia de la Fe la que ha permitido a todo su pueblo y a toda Europa Central poder seguir adelante, bajo el espíritu de la perseverancia y de la constancia.
Es así que hoy me presento ante ustedes como la Virgen de Czestochowa, trayendo entre Mis Brazos al Niño Jesús para que Él, desde el seno de Su Pureza, desde el centro de Su Corazón, pueda impartir Su Misericordia sobre toda la Iglesia del mundo y en especial, sobre todos los creyentes.
Aún es necesaria la cura para este planeta, y mediante sus oraciones y súplicas, esa cura espiritual puede descender a la humanidad. Por eso estoy aquí, queridos hijos, para volver a rememorar el Poder de la Virgen de Czestochowa en toda su Patria y en todo su pueblo, para recordarles la importancia de este ícono espiritual y divino, que une a muchas almas en el mundo, no solo por su color o por su raza, sino también por sus almas; por las almas a las que Dios les ha concedido estar aquí para llevar adelante una parte de Su Divino Plan.
Con ese espíritu, Yo los invito a la renovación de su Iglesia y de su pueblo, a que su cultura sea conservada, a que su fe sea expandida y el mundo reciba así, un poco más de paz. No solo la paz en los corazones, sino también en las naciones que necesitan de la oración de sus seres, para poder establecer la paz.
Los invito a dar ese paso, queridos hijos, a poder concebir en sus corazones la necesidad de toda la humanidad y de todo el planeta, sabiendo que son una sola civilización que necesita renacer no solo en la vida del espíritu, sino también en la vida material, mediante las obras del servicio y de la caridad incondicional.
Quiero que Polonia lleve este espíritu obrero al mundo, que enseñe a los demás pueblos cómo renacer en el espíritu de la fe y de la devoción, porque hay muchas naciones que necesitan de eso para poder seguir adelante espiritualmente, para poder establecer en sus Reinos, en su cultura y en su pueblo, los Designios de Dios.
Con ese amor que hoy les trae Mi Corazón, los invito a la renovación de su compromiso Conmigo, porque Yo siempre seré la Madre de su Patria; siempre seré la Luz para sus corazones; Luz que los llevará a Cristo, Mi amado Hijo, para que entren en comunión con Su Consciencia Divina y siempre reciban la bendición de Su Espíritu sabiendo que es necesario, hijos Míos, despertar los dones y los talentos en el corazón, atributos imprescindibles que Cristo necesitará de ustedes, para preparar, en esta parte del mundo, su segundo retorno a la humanidad.
Por eso Yo los quiero tener siempre en Mis Brazos, Hijos míos, al igual que a Jesús, para que sientan el latir de Mi Corazón Maternal; para que sientan el gozo de Mi Espíritu y la alegría de Mi Alma por estar cerca de Mis Hijos, no solo de Polonia, sino también del mundo entero.
Por medio de la Virgen de Czestochowa Yo vengo a unir a todas las culturas y a todos los pueblos, para que cada nación me siga conociendo como su Madre y su Patrona, porque de esa forma, con la devoción de Mis hijos, Yo podré seguir intercediendo no solo por Polonia, sino también por toda Europa Central.
Los invito a seguir los pasos del Redentor. Eslovaquia es una patria que necesita de una cura milagrosa, especialmente en su espíritu; por eso Yo los invito a seguir a Cristo, para que sus obras se puedan manifestar en el mundo por medio de su colaboración y de su cooperación con esta Obra, que en los planos internos construye Catedrales de Luz en donde las almas se puedan refugiar para volver a encontrarse con el Padre Celestial.
Los quiero llevar de nuevo a Dios, reconciliados por Su Gracia y bendecidos por Su Misericordia, para que esta misma Gracia y Misericordia lleguen a las almas que más necesitan despertar en esta parte de Europa.
Por medio de la Señora de Czestochowa les traigo la Sabiduría de Dios necesaria para estos tiempos críticos, imprescindible en la esencia de todas las almas, para que las naciones del mundo después de todo lo que han vivido, aprendan a tomar decisiones correctas y sabias que contribuyan con la solidaridad y el bien de las almas y no con la explotación, ni la esclavitud.
Esa renovación, por medio de la Sabiduría que la Virgen de Czestochowa hoy les trae, sucederá en los corazones simples, se dará en las almas humildes, reverberará en los corazones mansos.
Esta es la promesa que Yo traigo para su pueblo; y esta promesa, que espera descender al mundo y hacerse viva en los corazones, es motivo de la visita de Mi Amado Hijo a la Patria de Eslovaquia, para que más valores espirituales e internos se puedan recuperar.
De nuevo les vuelvo a decir, hijos míos: sigan los pasos de Cristo para reencontrar el Camino hacia el Padre Celestial.
Que el espíritu de la fe de Polonia siempre se conserve; que el espíritu de la devoción de Polonia algún día se torne eterna, para que las almas sean llevadas a Dios y sientan del Padre Celestial Su Misericordia. Misericordia que repara a las almas, Misericordia que repara a los corazones, Misericordia que sumerge a las naciones en el océano de la Compasión de Dios y en el Espíritu de Su Piedad.
Que estos Dones del Espíritu que deberá seguir cultivando Polonia como pueblo, despierten nuevas vocaciones a la vida de Cristo y especialmente al Espíritu de la Santidad, lo que permitirá cambiar el mundo gracias a las almas que renuncian a sí mismas para vivir en Dios y cumplir Su Voluntad, así como a todos los Santos que la cumplieron a través de los tiempos.
Hoy, a Mi lado me acompaña San Juan Pablo II y como Él siempre lo ha hecho con toda la humanidad, de una manera simple pero verdadera, hoy Él les dará Su Bendición, en el nombre de la Virgen de Czestochowa.
Dice Juan Pablo II :"Que Dios siempre les de el Bien y la Caridad para que conozcan el espíritu imperioso de Su Misericordia y para que la Fuente que derrama del Corazón de Cristo pueda bañar a todas las criaturas de la Tierra, a fin de que alcancen la felicidad Celestial y la Unión Interna con el Divino y Sublime Hijo.
Que los poderes de la Gracia de Cristo, que el manantial inagotable de su Misericordia, desciendan sobre Polonia y toda Europa Central y que así, se establezca la Gracia de la Redención.
Que así sea".
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
¡Les agradezco por responder a Mi Llamado!
Sigamos caminando por la Paz, para que la Paz se establezca en la Tierra y en todos los hombres. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Mi silencio habla de todo el mundo, de los que aún no claman, de los que no piden a Dios por Su Divina Intercesión a través de los Sagrados Corazones.
Pero, he venido en esta Natividad a bendecirlos con el Espíritu de la Gracia de Mi Hijo, que participó en la Divina Concepción del Niño Rey.
Es ese Espíritu, queridos hijos, que hoy les ofrezco desde Mi Corazón Inmaculado y desde la Luz de Mi Vientre purísimo, donde se gesta la vida universal y la fraternidad entre todos los seres.
Hoy, los estoy invitando, queridos hijos, con el clamor de Mi Corazón de Madre, a que no bajen los brazos, a que sigan adelante, trabajando por este Proyecto de Dios que es infinito e interminable.
Si sus pasos son dados hacia el Corazón de Mi Hijo amado, si sus Cristos internos consiguieran manifestarse en estos tiempos, muchas más almas llegarán a Mi encuentro a través de los grupos de oración.
Mi Hijo vino a instituir, en este tiempo y para esta parte de América, los verdaderos grupos de oración, los verdaderos principios de la Red-Luz que se basan en la transparencia y en la fidelidad a todo lo que les oferta Mi Hijo, a través de Su infinita Misericordia.
Pero si esos pilares no estuvieran firmes y aún no se separaran de todo lo que sucede alrededor de cada grupo, muchos podrían sufrir por estar lejos del Principio de Mi Hijo amado. Mi Hijo los fundó como Sus Brazos y Sus Manos, como Sus Pies caminantes que van en busca de todas las almas perdidas.
Por eso, llegó en esta Navidad el momento, queridos hijos, de renovar los principios de la Red-Luz, para que no solamente sean servidores de Dios, sino portadores de la unidad, de la verdadera palabra, la palabra de vida y de aliento, de la oración consoladora, de la fe que debe unir a cada uno de sus miembros.
He participado, queridos hijos, de los acontecimientos que han sucedido en el sur del Brasil, a través de estos grupos de oración que Yo amorosamente he congregado, más allá de la vida terrenal y de todas las formas, para servir a Mi Proyecto de Paz en el mundo.
Es como si ustedes, queridos hijos, cuando se sumergen en sus incomprensiones y dudas, abriéndole las puertas al enemigo, Me dieran las espaldas y no escucharan Mi Voz dulce que los llama a servir; no solamente al mundo, sino también a sus hermanos que conviven con ustedes todos los días, siguiendo este propósito con la esperanza de concretar el Plan de Dios.
¿Qué haremos, queridos hijos, cuando las verdaderas cosas sucedan en el mundo? Ustedes son portadores de la Luz de los Centros Sagrados. Ustedes son las células futuras de ese nuevo Orden de la Hermandad que debe estar expresado en el planeta.
¿Cómo podremos, queridos hijos, atender a otras cosas en el mundo si los más pequeños y amados Míos, en el mundo, se separan por cosas tan insignificantes?
Queridos hijos, no quiero revelarles qué es lo que en verdad siente Dios con estas cosas, ante todo el Conocimiento Sagrado que amorosamente les fue entregado en sus vidas.
Verdaderamente, queridos hijos, si ustedes no se unen a través de Mis manos, para que Yo los lleve a recorrer el camino del infinito, su purificación será muy dura.
Queridos hijos, Yo no quiero que sufran por sus propias cosas. Quiero que sufran por el mundo; quiero que sufran por aquellos que no tienen nada y ni siquiera reciben la Mirada de Dios, sino solo la Justicia que en el universo los condena diariamente.
Queridos hijos, Yo les traigo la visión universal de las cosas. Ya no hay tiempo que perder, Mis amados. La Red-Luz debe crecer y debe estar formada por nuevos miembros que respondan a este llamado de servir al Plan de Dios, a pesar de las consecuencias, porque Yo nunca los abandonaré, aun en el tiempo de mayor oscuridad.
Por eso, abran sus ojos; no sus ojos físicos que juzgan y que son indiferentes en muchos momentos de la vida, abran los ojos del corazón y sientan Mi Sagrada Palabra como un Espíritu renovador y divino que viene a traerles la esperanza y la cura de todas las heridas.
Hoy, vengo a abrirles la puerta a la Consciencia Mayor. Hoy, Me tomo este tiempo y les doy este Mensaje para que las cosas no se precipiten dentro de ustedes cuando venga la gran ola de la purificación del planeta.
Queridos hijos, a través de su ayuda y colaboración, muchas cosas se pueden impedir en el mundo; así, como servidores de Cristo, que también pertenecen a la Obra de los Mensajeros Divinos, creen las condiciones necesarias para que las cosas no se precipiten día a día.
Por eso, queridos hijos, no solo los llamo al servicio, sino también a la importante unidad en estos tiempos, que debe estar por encima de sus cuestiones y formas para que siempre puedan ver la Luz del Propósito.
Cada vez, queridos hijos, que ustedes se pierden en las cosas insignificantes, un alma pierde la oportunidad de despertar, ¿y quién se hace responsable de esto? Cuando sus corazones ya estando maduros pueden dar los pasos seguros a la fraternidad.
Queridos hijos, lo más imposible para la Jerarquía de la Luz, es la unidad entre los servidores. Yo no vengo a juzgarlos, hijos Míos, quiero que sus corazones estén abiertos para escuchar estas cosas. ¿Cómo serán portadores de la Luz Divina de Dios, para que pueda llegar a las almas sufrientes de Medio Oriente y del mundo, si sus corazones están cerrados por cosas que ya no tienen importancia?
Necesito, queridos hijos, que, en esta Natividad del Señor, sus corazones estén receptivos al Espíritu de Cristo que, por obra de la Gracia y de la Misericordia, viene nuevamente a su encuentro para unificarlos.
Por eso, queridos hijos, recemos. Recen Conmigo ante los Tronos de Dios para que el Proyecto se cumpla en todos los corazones de la Tierra, y el auxilio infinito de la Misericordia de Dios llegue a través de Mis amados hijos que, a través de los años, Yo he congregado para esta sagrada misión.
Oremos:
Sagrada Unidad de Dios,
unifica nuestras vidas,
unifica nuestro ser,
unifícanos en profunda fraternidad.
Amén.
(siete veces)
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Y les digo todas estas cosas porque Dios Me permitió amparar con Mis propias manos aquellos de Mis soldados que se comprometieron Conmigo desde el principio.
Mucho aún vendrá, hijos Míos, muchas pruebas que deberán superar, muchas barreras que deberán quebrar en sí mismos antes de que Mi Hijo retorne al mundo y procure a todos prontos para fundirse con Su Espíritu Divino.
Les digo todas estas cosas porque el Señor ya no tiene tantos compañeros en esta Tierra así como los tiene en el Cielo. Y, los soldados que aún tengo, necesito cuidarlos porque necesito que despierten a otros por medio del ejemplo de su fortaleza.
Los Atributos de Dios se están extinguiendo de esta Tierra. La unidad, la fraternidad y el amor, que deberían llevar al ser humano a la manifestación del arquetipo divino para esta raza, casi no existen en la consciencia de los seres de la Tierra. Y un día, Mis amados, ustedes dijeron sí a la vivencia de todas estas cosas.
Yo Me aferro a sus palabras y al compromiso que hicieron con Mi Corazón, porque sus almas claman frente a Mi Altar para que Yo nunca permita que se sumerjan en los abismos de este mundo.
El Señor Me pide, día a día, que Yo sea incansable, que recuerde que Soy Madre de esta Tierra, que, así como Soy la Madre de Jesús, que es el principio perfecto de la humanidad, también Soy Madre, hijos Míos, de todos ustedes, de aquellos que escuchan y de los que no escuchan Mis palabras, de aquellos que creen y de los que no creen en Mi Presencia, porque no puedo negar Mi Maternidad.
Sus esencias provienen de Mi Vientre Purísimo, así como proviene Jesús, y debo cuidarlos y ampararlos siempre, como amparé a Mi Hijo.
Deberé conducirlos al sacrificio, a la transformación y aunque no pueda impedir su sufrimiento, como no pude impedir el sufrimiento de Cristo, siempre estaré a su lado, con los ojos fijos en sus almas, padeciendo con cada ser de esta Tierra la transformación que los llevará a la victoria de Dios.
Por eso, solo les pido que confíen en Mi Corazón, que confíen en Mis correcciones, así como confió el Niño Jesús, porque Él sabía que esas correcciones también provenían de Dios.
El Señor confiaba todo el tiempo, desde Su Nacimiento, en la unión de Su Madre Divina con Dios Altísimo y escuchaba cada palabra pronunciada por Mi boca, vivía cada una de Mis instrucciones y, aun siendo Rey, respetaba y amaba a Su Sierva. Por eso, les pido, Mis amados, que imiten los pasos de Cristo y que, con humildad, escuchen a Mi Inmaculado Corazón.
Deseo que Mis ejércitos crezcan y que se fortalezcan en el amor, porque la humanidad necesitará de su ejemplo, necesitará de su amor para trascender el miedo, necesitará de su fraternidad para trascender el odio, necesitará de su esperanza y de su fe para trascender la angustia, el temor y la desesperanza de sus corazones.
Reciban hoy la Gracia que les entrego, de estar ante el Espíritu de Cristo. Dejen que sus almas contemplen la grandeza de este momento, y que esta grandeza disuelva la pequeñez de todos sus problemas, porque no debería existir nada que les impidiera llegar al Corazón de Dios, cuando las Puertas del Cielo se abren delante de sus ojos.
Sientan Mi Amor y Mi Compasión, porque deseo en esta noche que crezcan y maduren, para que la semilla que deposito en el interior de sus seres no pase más un año sin germinar. Y que, en la próxima Navidad, Nuestro Señor no solo renazca, sino que también crezca y se multiplique en la esencia de aquellos que nunca escucharon Mi llamado.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Queridos hijos, como un acto de piedad, como un acto de sembrar el amor en la consciencia de la humanidad, a pedido de San José, ¿serían capaces de llamar a aquel hermano que no han comprendido ni entendido?, para decirle misericordiosamente: “Querido hermano, no te he comprendido. Debo aprender a amar para poder aceptarte”, simplemente con eso, Mi Corazón triunfará.
Por eso, en esta noche, les dejo una lección, una enseñanza para que recuerden lo que su Madre Celestial, que los ama profundamente, siente de esta humanidad.
En cuanto llamo a los divinos hijos que hoy se consagrarán, escucharán: “Encuentro con María en el corazón”.
Les agradezco.
Estoy aquí para escuchar.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Pueden acercarse los que se van a consagrar como Hijos de María, por favor.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Bajo el espíritu de la Paz, Yo los bendigo y, a través de la Misericordia de Mi Hijo, Yo los ilumino para que siempre reine la redención en los seres, el estado de Gracia que los colma perpetuamente desde Mi Corazón de Madre.
Por eso, extendiendo Mis manos sobre sus cabezas, derramo Mis Gracias para que ellas maduren como frutos en los corazones que escuchan a la Madre de Dios; y que, a través del espíritu de la santidad, sus vidas se renueven en la fe, porque un Hijo de María es aquel que escucha con atención al Corazón de su amada Madre Celestial. Y así, como lo tuve a Jesús; en esta Natividad, entre Mis brazos, los tengo a cada uno de ustedes, esperando que crezcan y que caminen hacia su verdadera misión: el retorno al Universo Celestial.
Yo los bendigo y bendigo a todos Mis hijos que en esta hora Me escuchan, en cada punto de esta Tierra, junto con sus Ángeles de la Guarda.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
¡Les agradezco por escuchar la Voz de Mi Corazón!
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más