Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN RESERVADA DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, EN REDWOOD, CALIFORNIA, ESTADOS UNIDOS, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL SEGUNDO DÍA DE LA 79.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Es en el silencio de Dios en donde se guardan los más grandes y preciosos tesoros de la Creación. Testigos de todos esos tesoros son los árboles, en su diversidad y manifestación, en su expresión y belleza.

Los árboles son los templos que traen hacia la Tierra los Principios de Dios. Ellos captan desde el Universo las energías mayores que la humanidad necesita para elevar su consciencia y curarse.

Hoy están en un lugar al que Yo tanto he esperado llegar desde hace muchos años, uno de los lugares del mundo más importante para Dios.

Aquí no solo están los testigos de la Creación del Padre desde hace millones de años, sino más aún, aquí están presentes los guardianes del Legado original de la humanidad, los que a través de la Sagrada Montaña Blanca, son los que celan y protegen ese sagrado conocimiento que viene de la Hermandad. 

El norte de California es el receptáculo interior del Legado original de la humanidad, algo que hoy las mentes no saben y que escuchan por primera vez.

Los grandes vigilantes del Reino Vegetal están aquí presentes cumpliendo una tarea desde hace millones de años, desde antes que existiera el hombre en la superficie como consciencia y como ser.

Los he traído aquí a todos, en los planos internos, para que puedan recordar y participar del Origen de sus orígenes como humanidad de superficie, como consciencias que deben evolucionar y alcanzar los grados de amor a través de Mí, así como a través de los Reinos de la Naturaleza.

Estos grandes árboles son testigos de los errores de las diferentes civilizaciones de la humanidad, de los acontecimientos que sucedieron y que marcaron también a la Creación, no solo dentro de este planeta, sino fuera de él, en el Universo, en la existencia.

Ellos sienten todo lo que ha hecho el hombre de superficie, todo lo que la humanidad ha generado desde el primer momento en el que existió en la superficie de la Tierra hasta los días de hoy.

Ese sufrimiento lo transmutan los grandes árboles del norte de California, así como también otra parte de los Reinos, y aún la humanidad no tiene consciencia de que eso sucede.

Los árboles del norte de California son un gran misterio para el hombre de superficie. Es hora de que la humanidad descubra el valor que ellos tienen y la espiritualidad que portan como alma-grupo del Reino Vegetal.

Ellos son también los grandes guardianes y vigilantes de los Retiros interiores del planeta. Ellos están presentes a lo largo de los Andes, cada especie y cada árbol, cumpliendo una función principal y primordial para Dios.

Ellos son los templos que guardan los mil portales, a los que la humanidad necesita acceder a través del verdadero y único tiempo que los rodea en el Universo y en el Sistema Solar.

A través de los grandes árboles encontrarán el acceso hacia la realidad superior y podrán vivenciar todo lo que guarda esa realidad superior, y que viene al encuentro de los que buscan la Paz y el Amor del Universo.

Los árboles experimentaron el sufrimiento que vivió el planeta y todo lo que la humanidad le ha generado. Aun así, ellos están presentes aquí sosteniendo lo que la humanidad de hoy no puede sostener, donando lo que la humanidad de hoy no consigue donar y entregar al Padre Eterno.

Su silencio e inmovilidad los hace grandes y fuertes para sostener también el eje de la Tierra y el corazón de este planeta.

Pero ahora es el momento de que todo esto salga a la luz, de que nadie más sea ignorante, de que nada más sea imperceptible ni oculto.

Ellos necesitan el amor de los hombres de la Tierra para poder seguir cumpliendo su tarea espiritual e interna.

Ellos también fueron testigos de lo que le sucedió a su Maestro y Señor, desde antes de que su Maestro y Señor existiera en esta humanidad a través de la encarnación en el humilde pesebre de Belén.

Los grandes Arcángeles de Dios fueron los que ayudaron y aportaron Sus conocimientos para la creación y la manifestación de esta expresión y belleza de Dios, por medio de los devas y de los ángeles menores. Porque los árboles palpitan y vibran en una importantísima melodía que el hombre de hoy desconoce.

Es solo aproximarse a ellos para reconocerlos y sentirlos, y saber que los grandes árboles que se guardan en el norte de California son los antiguos ancestros que no quisieron salir del planeta para ayudarlo en su proceso de evolución y de cura.

Los grandes ancestros de los pueblos indígenas de Norteamérica están aquí. Su sabiduría, su humildad y su amor los ha hecho expresar esta grandiosa manifestación de la Creación del Reino Vegetal, que supera los límites de la consciencia humana, no solo mental sino también visual.

Los grandes árboles tienen mucho para dar a los hombres de la Tierra. Ellos solo necesitan ser reconocidos para que sus esencias se puedan abrir y mostrar, así como hoy se muestran a ustedes en una profunda e incondicional simplicidad.

Fue tan grandiosa su oferta y entrega que se donaron, por medio del madero de la Cruz, para poder ayudar a la humanidad a través de la entrega del Hijo de Dios. Por eso son los grandes testigos del ayer y son los que traen para la humanidad el sagrado conocimiento de la Creación.

Los árboles son una vida no comprendida aún y ellos tienen, en su constitución, lo que el ser humano necesita para poder evolucionar y despertar cada día más.

En estos sagrados espacios del universo vegetal se recoge también la sagrada Jerarquía para poder pensar y meditar sobre los próximos pasos de esta humanidad y de este planeta, así como de todo el Universo.

En los lugares más simples es en donde se encuentra Dios y es en donde Él se muestra en Sus diferentes manifestaciones.

Quiero que sepan que los grandes árboles del planeta seguirán siendo los testigos, pero en este ciclo serán los testigos del tiempo final.

Los hombres los han dañado, ultrajado y herido, y la sangre de su savia tiene un precio para todo el género humano. La falta de conexión con lo Alto y el Universo es la razón de tantos desequilibrios psicológicos y siquiátricos. 

Ellos también vivieron su pasión, tan semejante a la de su Maestro y Señor. Por eso la reconciliación y el perdón de los hombres es imprescindible para estos tiempos, para que se corte esa cadena de daño y de destrucción del Reino Vegetal.

Alégrense porque son conscientes de todo este conocimiento y, sobre todo, de lo que ellos han querido hablar desde hace millones de años y nadie los ha escuchado. Hoy es la primera vez que eso sucede, porque su Maestro y Señor se ofreció para que todo esto se diera conforme a la Voluntad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Cuando el hombre de superficie comprenda porqué existe cada Reino, la humanidad evolucionará y ya no se perderá en los sufrimientos ni en las pruebas.

Por eso, estos grandes árboles están en el norte de este planeta. Ellos son los grandes captadores del principio y de la energía divina para la humanidad. Y eso lo siguen cumpliendo y realizando desde hace millones de años. Es un eterno servicio de amor por las almas y por todos los planos de consciencia.

Ahora digan al mundo que es el momento de reconstruir el planeta y de curar a los Reinos de la Naturaleza, de plantar árboles y de regenerar la vida, el suelo y sobre todo a las consciencias que nunca estuvieron atentas a la Creación y que están para servirla, para hacerla crecer y despertar.

Los Retiros interiores ofrecen estas llaves para todos los seres humanos, independientemente de su condición espiritual, mental o material; porque los grandes árboles de Norteamérica están presentes y existen para que los hombres y mujeres de la Tierra nunca se olviden de regresar al Origen de su esencia que es el amor, la armonía y el equilibrio interno y espiritual.

A pesar de que el mundo esté convulsionado, en el silencio del Templo de los Árboles, de los mil portales, se abren los planos de la Divinidad Única para que todos puedan recibir y acoger la donación que ellos entregan en su silencio y firmeza, para que la cura regenere a las consciencias y para que las consciencias encuentren el camino para entrar en comunión con la Creación.

En el silencio escuchen al alma-grupo de los árboles, de los grandes testigos y guardianes de Norteamérica y del mundo.

Que la humanidad reaccione y ya no se autodestruya ni tampoco destruya a sus hermanos menores, en este caso al Reino Vegetal ni a sus elementales, devas y ángeles que, en su quietud y silencio, celan y protegen su evolución como raza y como consciencias.

Sean tocados por esta poderosa luz que viene de los grandes árboles de Norteamérica y que, desde el coronario hasta el sur del planeta, todo sea trasmutado, transubstanciado y elevado bajo el amor incondicional de la Creación y de sus grandes regentes del Universo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.