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Deja que tu alma y tu corazón sientan el dolor del Corazón de Dios por Sus hijos que se pierden en este mundo.
Deja que tus oraciones sean un bálsamo que repare el Corazón del Padre y que las lágrimas que caen de tus ojos, por la perdición y por la ignorancia de las almas, laven y curen las heridas de tu Creador.
Cada alma perdida es una llaga en el Corazón de Dios. Cada hijo Suyo que niega o que rechaza la posibilidad de aprender sobre el amor y superarse en el amor, es una herida que se abre en el Corazón del Padre, porque una parte de ese Santo Corazón es arrancado y colocado, por libre y espontánea voluntad, en los abismos oscuros de este mundo.
Ora, clama y deja que tu clamor sea como un aliento para Dios, porque tu oración se transforma en una luz que ilumina la mirada de los que están en la oscuridad para que puedan comprender sus errores y arrepentirse de ellos.
Ora por las almas que se arrepienten para que ellas reciban una oportunidad de salvación, y ora por los que están ciegos y que permanecen en el engaño, sin querer ver la luz.
Haz de tu oración un manantial de Misericordia y de reparación, porque cuando oras tú te unes al Padre y Él vierte Su Misericordia sobre el mundo.
Cuando la Misericordia toca a las almas perdidas, ellas retornan al Corazón de Dios y aquella parte que le faltaba comienza a repararse.
Por eso, ora hijo, ora, clama, ten sed y ansia de curar el Corazón de Dios, abriendo el camino para que las almas retornen a Él.
Tienes Mi bendición para eso.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hermana Lucía de Jesús:
Cuando San José se aproximaba para transmitir Su mensaje, comenzó a mostrarnos algunas imágenes de la vida de Jesús anteriores al cumplimiento de Su misión pública. San José mostraba a Jesús trabajando en una carpintería, conversando con personas, caminando solo… Y, mientras mostraba esas imágenes, decía: “Hijos, Jesús vivió tres años públicamente, pero treinta en el anonimato. Vivió tres años proclamándose el Hijo de Dios Vivo, pero treinta en humildad, como simple carpintero, nacido en una familia pobre. Con eso, aprendan que no hay quien viva mejor una tarea pública que aquel que aprendió a vivir en el anonimato”.
Y, entonces, me pidió que anotara el mensaje de hoy.
No hay guerrero más valiente que aquel que se vence a sí mismo.
No hay predicador más preparado para su misión que aquel que se prepara en el silencio.
No hay corazón más dispuesto a recibir a Cristo que aquel que se abandonó a sí mismo por medio de la esencia de la humildad.
Hijo, no hay alma más consagrada a Dios que aquella que reconoce que su consagración comienza en el espíritu y que su rendición absoluta es lo que más importa, porque si no hay rendición, no habrá ninguna consagración.
Vive, con la alegría que puedas sentir, la renuncia a ti mismo.
Alégrate al esperar en el Señor la hora en que Él te llamará a Su lado y deja que la humildad sea la que prepare tu espíritu para la misión que debes cumplir en estos tiempos.
No hay corazón más atento a Mis palabras que aquel que aspira a vivirlas y que intenta hacerlo, todos los días, en el silencio de su corazón.
Recuerda lo que hoy te dije con simples palabras, pues aquí se encuentra la diferencia entre vivir una experiencia crística y no encontrarla nunca.
Tu padre y amigo,
San José Castísimo
Si contemplasen con el corazón las necesidades del mundo de una forma natural, sus propias necesidades se disolverían. Lo que sucede es que las consciencias no están verdaderamente conmovidas por lo que ocurre en el planeta y aún no se abrieron para comprender lo que está sucediendo.
Mientras las almas se sumergen en los abismos planetarios, muchos aún están preocupados intentando ofrecer a Dios pequeños sacrificios y transformándose, con mucho esfuerzo, casi nada, cada día.
La imposibilidad de la transformación es impuesta por la consciencia que, al estar inmersa en sí misma, no consigue salir de sus propias dificultades; y lo peor que sucede en el mundo, para esa consciencia, es aquello que no consigue transformar.
Compañeros, en tiempos de Apocalipsis, sus proporciones deben cambiar en la consciencia: en lugar de estar tan preocupados con lo que sucede consigo mismos, coloquen la atención en el planeta y toda su vigilancia y oración para equilibrar el caos planetario.
Les aseguro que, si descubren el amor al Plan de Dios y, dentro de ese amor, la perseverancia absoluta en la concreción de ese Plan en todas las almas, en poco tiempo, no serán más los mismos y se disolverán en un propósito mayor.
El Señor necesita, en estos tiempos, consciencias capaces de renunciar a sí mismas; para que solo sean instrumentos de la manifestación de Su Plan, y eso se da cuando el ser dona todo de sí, incluso se dona a sí mismo, para que el propósito de Dios se cumpla en todas las almas.
Ustedes deben preocuparse menos con el cumplimiento del propósito de Dios en sí mismos y más en toda la humanidad. Si todo lo hicieran para que el otro alcance la salvación, el despertar y la santidad, les aseguro que llegarán a la meta de una forma como nunca llegarían si estuviesen tan preocupados consigo mismos.
Son tiempos de crisis planetaria, de Apocalipsis, de Armagedón. Que cada uno retire la atención de sí y observe los que tiene alrededor. Es hora de desarrollar el amor al prójimo, el amor al planeta, a los Reinos de la Naturaleza, al Plan de Dios.
Ofrezcan sus vidas a un propósito mayor y dirijan todos sus esfuerzos a la salvación de otros. Con esmero, den lo mejor de sí para que otro alcance la santidad.
Oren, no por sí mismos, sino por las almas que verdaderamente lo necesitan, pues si ustedes están leyendo estas palabras es porque ya tienen todo, inclusive mucho más de lo que merecen.
Con amor, los guío y en Mi divina paternidad los hago crecer.
San José Castísimo
Existen misterios que sólo son revelados al alma simple, aquella que, en su simplicidad, deja de aspirar a las cosas del mundo y coloca el foco de su evolución en vivir lo que es real y que desconoce por completo.
Sepan que incluso el alma que está aparentemente recorriendo un camino espiritual, cuando tiene alguna meta o aspiración material para sí, jamás comprenderá los caminos de Dios y no será capaz de ingresar verdaderamente en Su Corazón.
El alma que se coloca en el camino correcto es aquella que no aspira absolutamente a ningún mérito en este mundo. Todo lo que construye en su vida material, inclusive la propia transformación, es con la única intención de obedecer lo que a Dios le pide, sabiendo que Él algo hará con todo eso. Su verdadera aspiración es disolverse en Dios, encontrarlo y no ser nada dentro de Su Grandeza.
Esa era la esencia de la Sagrada Familia, que fue el ejemplo para toda la humanidad.
En la vida material, ofrezcan todo con empeño, esfuerzo y perfección, para que aquello que Dios pide, se concrete; no para que ustedes sean los realizadores de la Obra de Dios, sino solo para obedecerle, sin importar la finalidad que Él le dará a todo lo que viven.
Si hacen suyas las Metas de Dios, corren el riesgo de colocar la propia voluntad dentro de los designios celestiales; intentarán descubrir cuál es la Meta de Dios, y al creer conocerla, cuando esta no se concrete, sentirán que fracasaron.
Mis queridos compañeros, ¿comprenden entonces la esencia de ser un obrero del Señor? El obrero de Dios no sabe cómo será el final de la obra, no sabe lo que está construyendo. Sólo coloca, cada día, el ladrillo en donde se le pide. Y lo hace con mucha libertad y con mucho amor, porque la obra no es suya, es de Dios.
La verdadera meta del obrero no está en concretizar la obra, sino en obedecer, cada día, al Gran Constructor Celestial.
Coloquen entonces sus aspiraciones en el lugar correcto y abandonen las metas propias, aunque les parezcan espirituales. Diariamente, déjense construir por Dios y no quieran saber en qué resultará Su Obra. Solo amen ser siervos del Creador. Confíen en Su Perfección y, con simplicidad, encontrarán la unión absoluta con Él.
De esa forma, no importará si fracasan ante los ojos humanos, porque en su interior sabrán que solo Dios, que es Perfecto, conoce el resultado de Sus Obras.
El corazón humilde y simple descubrirá muchos misterios.
Les dejo Mi bendición y Mi paz,
San José, obrero y servidor eterno de Dios
Queridos compañeros y siervos de Dios:
Hoy los invito a meditar con la esencia del corazón en todas las gracias que recibieron y que siguen recibiendo incluso en la actualidad. Los invito a meditar en la verdadera razón por la cual fueron congregados por los Mensajeros Divinos y en cuál es el potencial que está oculto en el interior de cada uno y que, en este tiempo, Dios aspira a revelarles.
Sepan, Mis amados, que no vengo al mundo para instruir solo a una parte de la humanidad, para que se vuelvan más sabios y tengan una vida un poco más pacífica para disfrutar. Mi Casto Corazón tiene una misión clara, que Me fue entregada desde el principio de Mi llegada a este mundo. A pedido del Altísimo Señor, vengo a abrir la consciencia humana y a proporcionarle la posibilidad de vivir según la Voluntad del Creador.
Vengo para que poco a poco, gota a gota, la humanidad deje de ser una llaga en el Corazón del Padre y sea la concreción de Su esperado Proyecto, predilecto en el Reino de los Cielos.
La responsabilidad de los que Me escuchan es inmensa y no cabría en sus mentes, ni tampoco en sus pequeños corazones. Es por eso que, día a día, los Mensajeros Divinos los invitan a confiar en las Palabras de Dios, pronunciadas por los Sagrados Corazones, porque la verdadera esencia y razón por la cual llegamos a este mundo todos los días difícilmente ustedes podrán comprender.
Sepan que el Creador cuenta con pocos soldados dispuestos a seguirlo incondicionalmente; dispuestos a dejar atrás lo que fueron, para renacer en un nuevo hombre, completamente
opuesto a lo que hoy se expresa en el mundo.
En medio de una humanidad ignorante y ciega, los pocos que intentan mantener la fe están siendo sofocados por los ejércitos de la oscuridad, y ustedes están delante de la Voz de Dios, que los instruye día a día, para que sean simples de corazón y humildes, porque esa es la única manera de equilibrar todo lo que hoy sucede en el mundo.
Por más que les parezca increíble y a veces absurdo, Yo les digo, compañeros, que el Creador cuenta con cada uno de los que son capaces de escuchar Su Voz y seguirla. Y sus esfuerzos diarios para transformarse, aunque sean mínimos, son colocados en la balanza del Juez Celestial.
Todas las instrucciones que les traigo son para aplacar la Justicia que descenderá sobre el mundo; mas, para eso, no solo deben encontrar bellas las palabras de los Mensajeros de Dios, sino también vivirlas. Si no fuese así, ¿de qué valdría que vengamos al mundo?
Yo los guiaré y entregaré Mis últimos impulsos a la humanidad, en la divina esperanza de que al menos un alma escuchará y vivirá lo que tengo que decir y enseñar.
Ruego al Padre todos los días por el despertar de los corazones; para que al menos unos pocos descubran cuán simple es seguir los Pasos de Dios y cuán verdadera es la libertad celestial que se encuentra al abandonar lo viejo y abrirse para ser una semilla de la Nueva Humanidad.
Yo los amo y los guiaré incansablemente.
San José, fiel pacificador de Dios
Vengo en esta tarde a revelarles una verdad suprema de Mi Corazón: uno de los pilares para la consagración del espíritu es el amor a la soledad; soledad que encuentra al Corazón del Padre Eterno y, dentro de Él, a toda la Creación.
La consagración de la vida requiere que los seres abandonen todas sus expectativas en relación con el prójimo y consigo mismos; que no quieran conquistar ninguna cosa para demostrar su avance, ni siquiera un atributo espiritual.
En cuanto estén presos de la necesidad de mostrar resultados en sus transformaciones se estancarán en el mismo punto y, a veces, encontrarán las mismas miserias de siempre. La transformación
definitiva comienza en la consagración verdadera a Dios, y consagrarse a Dios es entregarle a Él todo lo que cada uno es. Aunque no obtengan ningún resultado o no alcancen ninguna meta, no importará a dónde llegarán, porque lo que ustedes son solamente pertenece a Dios y a nadie más.
Cuando hablo de soledad, hablo del desapego de las compañías en sus caminos. Con esto no quiero decir que a partir de ahora deban estar solos físicamente. Solo quiero decirles que deberán dar sus propios pasos, aunque sean los únicos en el mundo entero asumiendo un camino de transformación. Y aunque todos a su alrededor no reconozcan ese camino y no se esfuercen en nada para recorrerlo, aun así deben hacerlo.
La consagración debe ser entre la propia alma, el propio espíritu, y Dios. Ninguna interferencia de la vida sobre la Tierra deberá apartarlos de la posibilidad de lanzarse en el abismo de
la entrega al Creador.
Uno de los motivos, Mis queridos, por los cuales la humanidad no alcanza los Principios Celestiales es la imposibilidad que tiene la mayoría de los seres de desapegarse de todo lo que los otros esperan de ellos, o también, de caminar sin depender de los pasos ajenos, de incentivos externos de los que los acompañan.
Como ven, ese camino es duro y árido, pero la fuente que se encuentra al cruzar ese desierto es eterna y, si un ser es capaz de llegar hasta ella, podrá saciar la sed de toda la humanidad.
Sepan que, aunque ese camino esté impregnado por el espíritu de la soledad y de la entrega, lo harán por todos aquellos que no se animaron a caminar. Los méritos generados por uno de ustedes, resultarán en la salvación de muchas almas.
Por eso, nuevamente les digo: conságrense al Creador todos los días, vivan para Él y no para otros, tampoco para sí mismos. Así, abandonarán la necesidad de realizar hechos que no construyen el Proyecto de Dios, por la inseguridad y por el miedo de no ser aceptados por los demás.
El Señor espera que limpien el suelo que pisan, que retiren las hojas secas y vean en la tierra la marca de Sus Pies. Sigan Sus Pisadas. No hubo nadie más solitario ni desapegado de sí y del mundo que el Hijo de Dios, su ejemplo y su salvación eterna.
Bajo el Amor de Cristo, Yo los bendigo.
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más