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El gran misterio del corazón orante es la paz.
La paz, hijos Míos, es el mayor tesoro que les podré dejar en estos tiempos y en los tiempos que vendrán. La paz es fruto de la certeza del triunfo de Dios en la Tierra. La paz es fruto de la consciencia de que una vida superior los aguarda, que su existencia no comienza y no termina en este mundo.
En los tiempos de caos y de confusión planetaria, les pediré que no pierdan la paz, porque la paz en sus corazones es lo que desarma los planes del enemigo. La paz, hijos Míos, es lo que les permitirá comprender las pruebas que vendrán, comprender la propia purificación, la purificación del prójimo y del planeta, y no permanecer en las apariencias. La paz les permitirá ver los acontecimientos del mundo con ojos de madurez.
Sé que, para muchos, es imposible mantener la paz del propio corazón cuando el caos emerge del propio interior y también se manifiesta en la vida de la superficie de la Tierra. Sin embargo, hijos Míos, cuando ingresan en Mi Paz, están ingresando en otras Leyes, que no son las leyes de este mundo. En consciencia, están profundizando en Leyes Universales y es la actuación de esas Leyes que les trae paz, independientemente de lo que ocurra a su alrededor.
La paz en sus corazones será el testimonio vivo de Mi Presencia entre ustedes y es esa paz inmutable e invencible que le demostrará al mundo que una parte de Mi Inmaculado Corazón está dentro de sus corazones y que conduce a sus consciencias a cruzar los obstáculos, a superar las pruebas y a manifestar una nueva vida.
Hijos, la Paz del Creador vive en Mi Inmaculado Corazón desde que Yo estuve en la Tierra y ni aun en el calvario de Mi Hijo, Yo perdí esa Paz. Era esa Paz Divina que Me llevaba a comprender el sacrificio de Cristo y a sustentar a Mi lado a los hombres y mujeres de Jerusalén, para que no perdieran la fe. Ellos contemplaban Mi Paz y Mi silencio, tan misteriosos, y comprendían que el sacrificio de Cristo no terminaba en la Cruz, que lo que Jesús estaba viviendo no era solo el martirio que aparentaba ser.
Quiero, con esto que les digo, enseñarles a vivir los tiempos que vendrán y a comprender el calvario del mundo, más allá de las apariencias. Quiero que permanezcan con el corazón en Mi Corazón, así como Yo permanecía en Dios, contemplando el sacrificio de Mi Hijo; y que aquellos que los acompañen encuentren en ustedes una fortaleza y la fuente de la fe y de la esperanza, una puerta para comprender los acontecimientos del mundo, trascendiendo los hechos físicos e ingresando en la verdadera razón por la que el planeta vive esas cosas.
Hoy, hijos, mientras la naturaleza Me ayuda a transmutar el caos y el mal, les pido que permanezcan en paz; recuerden que Mis Centros Marianos deben ser usinas de transmutación y de liberación para el mundo, y ustedes son Mis operarios, que, a través de la oración y de la paz, abren las puertas para que Mi Luz descienda al mundo y las tinieblas den lugar a la Paz y a la Victoria de Dios.
Sean conscientes de este momento como un aprendizaje único y reciban en sus esencias la Paz que les quiero entregar. Sientan cómo esta Paz les trae una comprensión mayor y cómo pueden sentir esta lluvia y este viento, no como una lluvia común, sino como la liberación de la naturaleza a través de Leyes Superiores.
Vengan más cerca de Mí.
Sientan Mi Manto sobre sus corazones y no teman. Yo estoy aquí no solo para protegerlos, sino para entregarles un aprendizaje: el misterio de la Paz.
Hoy, les ofrezco la Rosa de Mi Corazón para que se multiplique e ingrese en sus consciencias como un símbolo, un símbolo de paz.
Hoy, hijos, les dije que Mi Corazón triunfará, porque sus espíritus están dispuestos a responder a Mi llamado, están dispuestos a crecer y a madurar en consciencia, están dispuestos a comprender nuevas leyes, principios divinos que hasta hoy ignoraban.
En este día, vengo a marcar en sus vidas el fin de un viejo ciclo y el inicio de otro; sin embargo, deben estar dispuestos no solo en el espíritu y el corazón, sino también en la mente, en el sentimiento y hasta aun en sus células, a responder a este llamado. Porque, si Me dicen sí para que Yo pueda actuar en cada nivel de sus seres, Mi Paz disolverá el temor que se oculta en sus células, en sus huesos, y los fortalecerá para que puedan ser testimonios vivos de Mi Presencia y para que lleven al mundo la paz que él está perdiendo.
Hoy, multiplico las rosas de Mi Corazón y se las entrego, porque de esta forma, hijos Míos, podré estar presente entre los corazones humanos, aun cuando Mi Voz ya no resuene en la Tierra, cuando los videntes ya no puedan repetir Mis Palabras. Será esa rosa, en sus esencias, que les hablará y guiará sus caminos para que jamás se separen de Mí. Dejen que esta rosa les revele una ciencia, una ciencia divina, que es la ciencia de la Paz. Dejen que este misterio se revele y que, en su interior, encuentren un estado desconocido, un estado de unión con Dios, con Su Creación, con Su Propósito, con la Verdad. Esa, hijos Míos, es la Paz de Mi Reino.
Por más que les parezca simple, el misterio de la paz, cuando es revelado, es lo que los sustentará. Por eso, Mis amados, den valor a Mis Palabras y a este momento; ábranse, como corresponde, para que puedan vivir una instancia de unión con su Madre Celeste, porque cada momento Conmigo es único y cada una de Mis Palabras viene para entregarles una llave que los ayudará a traer hacia la Tierra el arquetipo divino y manifestar el nuevo hombre.
Ahora, les pido que Mis hijos, que se consagrarán hoy, se aproximen un poco más y permanezcan de pie.
Esta es la Rosa de la Verdad; con esta verdad, hijos, sean fieles a Mi Corazón.
Esta es la Rosa de la Pureza; con esta rosa, jamás se separen de Mí.
Esta es la Rosa de la Esperanza, una esperanza que no proviene de este mundo. La esperanza que les traigo, a través de esta rosa, es la esperanza de encontrarme en esta vida y después de ella.
Esta es la Rosa de la Alegría; para que, a través de ella, hijos Míos, descubran la alegría verdadera que es la alegría de servir a Dios y de amar al prójimo.
Esta es la Rosa de la Reconciliación; porque, a través de ella, reencuentro a aquellos hijos Míos que Me acompañaron en el pasado y que ahora retoman el compromiso Conmigo.
Esta es la Rosa de la Fe, para que aprendan a creer en Mí.
Esta es la Rosa de la Paz; para disipar las preocupaciones de este mundo, los conflictos de esta vida y llevarlos a Mi Reino.
Esta es la Rosa de la Bondad; para que aprendan Conmigo a cuidarse, unos a otros, así como Yo cuido a cada uno de ustedes.
Esta es la Rosa de la Fortaleza; para que sean firmes, superen el pasado y, ante este portal hacia Mi Reino, encuentren una nueva vida junto a Mí.
Se pueden arrodillar.
Con esta rosa, que les entregué, orarán Conmigo por la salvación de las almas y para que ellas vivan los atributos que deposité en sus corazones a través de estas flores que, por el toque de Mis Manos, se tornaron sagradas.
Oremos tres Ave Marías, ofreciendo al Padre la plena gratitud por reencontrar Su Reino.
Oración: Ave María, en español.
Estas tres rosas son para tres de Mis hijos que, por tres diferentes caminos, están intentando encontrarme. Que estas rosas, hijos, les traigan claridad de espíritu.
Con una sonrisa en Mi Rostro, les agradezco por haber venido a Mi encuentro. No se olviden, hijos Míos, de proclamar hoy y siempre la Paz que deposité en sus corazones.
Y les pediré que canten una canción que preparó Mi llegada hasta aquí porque, de esa forma simple, los ángeles Me abrieron las puertas para que Yo viniera a su encuentro. Celebren la Paz de Medjugorje, celebren la Paz del Reino de Aurora, la Paz que le traigo a cada Centro Mariano, porque es la misma Paz que debe vivir en sus corazones.
Les agradezco y los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más