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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
La consagración de las almas es como un bálsamo para el Corazón de Dios, es como un rayo de sol en medio de una gran tempestad, es como una brisa suave en un lugar cerrado.
La consagración de las almas le genera alivio al Corazón del Padre. Las almas consagradas son como pétalos de rosas sobre las heridas de Dios que, con su amor y su aroma, van reparando cada pequeño espacio y aliviando el dolor del Padre.
Dios cultiva almas consagradas como un Jardinero Celestial y cuida con cuidado, con amor, a cada una de ellas. Las almas que se consagran son para Dios una esperanza de que Su Proyecto Humano y Divino, poco a poco, se va concretando, de adentro hacia afuera, en sus pequeñas almas.
Cuando Dios contempla el mundo y observa cada ultraje vivido en la humanidad, cada transgresión que el corazón humano le causa, tanto al prójimo como a sí mismo; el Creador busca entonces a las almas consagradas para encontrar en ellas el equilibrio, la razón para interceder por el mundo y concederles una nueva oportunidad a Sus hijos. Por eso, hijos, nunca dejen de vivir con verdad y sinceridad la consagración de sus almas.
Hoy, Mi Casto Corazón viene a interceder con ustedes por el mundo, para rogar ante el Padre por las almas que sufren y necesitan de auxílio; por las almas que claman y no son escuchadas; por las que padecen, pero que no son encontradas, para que su sufrimiento sea aliviado.
Hoy, vengo por las almas de las guerras para que encuentren la paz aun en el profundo caos, para que no pierdan la esperanza de reencontrar a Dios, para que no dejen de creer en el corazón humano y para que no piensen, hijos, que los seres humanos son hechos de maldad y de rencor.
Hoy, vengo como su Padre, como Padre de las almas, para que, junto a cada uno de Mis hijos, podamos orar por el planeta. Escuchen el grito de la Tierra, un grito silencioso que, para ser escuchado, los corazones necesitan estar en oración, necesitan ir más allá de sí mismos, de sus necesidades y pruebas, de sus dificultades y desafíos, para clamar por algo superior a sí mismos, que es el Propósito Divino para este mundo.
Esta Cuaresma, hijos, marca para ustedes y para toda la humanidad el inicio de un nuevo ciclo, que no será como los ciclos anteriores; marca el inicio de una gran prueba, en la que sus pies tocarán por primera vez el calvario de estos tiempos.
Por eso, Nuestro Señor viene al encuentro de las almas todos los días, para acompañar paso a paso su trayectoria por esta Cuaresma. Escuchen Sus Palabras y no dejen que ellas pasen, porque entre cada una de ellas habita un impulso celestial, que emergerá de sus corazones en cada paso del calvario.
Así como vivieron 40 días en la Cuaresma, vivirán 40 ciclos de este calvario, 40 pruebas y, para cada una de ellas, el Señor les entregó una llave que los ayudará a trascenderlas sin dejar este camino, sin desistir ante las dificultades, las caídas, las miserias y la condición humana que emergerá con intensidad desde adentro de ustedes para ser transmutada.
Cada vez que se vean ante una dificultad que no puedan superar, tomen los impulsos cuaresmales y en ellos encontrarán una llave para ir más allá.
Cuando esta Cuaresma termine y el desierto llegue a su fin, los ciclos de la Tierra exigirán de ustedes corazones maduros. Por eso, la consagración los ayudará y los protegerá de ustedes mismos, siempre y cuando sean guardianes de los votos que hicieron, de los pilares que se dispusieron a vivir, de los principios que se abrieron a descubrir.
Es por eso, hijos, que los Mensajeros Divinos les conceden consagraciones a todas las almas para que, según su escuela, según su ciclo evolutivo, según el impulso de sus corazones, puedan encontrar aquella consagración que les sea verdadera y, a través de ella, estarán protegidos.
Hoy, vengo como su Padre y Amigo, en medio de este desierto, así como un día también estuve en espíritu con Jesús.
Cuando el Señor pasaba los 40 días en el desierto, el Creador Me permitió que lo visitara en espíritu para que, como Su padre y amigo, le ofreciera un hombro en donde Él pudiera reposar en medio de todas las tentaciones y le ofreciera agua de la Fuente Divina para que Él pudiera beber y renovar Su oferta.
Junto con los ángeles y arcángeles, Me aproximé al Señor con humildad y Su Corazón Humano y Divino se conmovió al encontrarme.
Así como un hijo encuentra a su padre para encontrar alivio en su abrazo, así fui al encuentro de Jesús, para que Yo pudiera aprender de la condición humana y divina, y para que Cristo también pudiera descubrir la potencia de la paternidad, del amor que existe entre las familias. Y fue así, hijos, que en ese día todas las familias fueron reparadas y el amor de los padres por sus hijos y de los hijos por sus padres fue renovado, a través del Corazón de Cristo, en toda la humanidad.
Hoy, vengo a su encuentro con esta misma esperanza de ofrecerles un hombro y un abrazo, de renovar su esfuerzo y su consagración para que reencuentren el propósito de servir y de donarse para que reencuentren el propósito de vivir sus votos, los pilares y los principios que se dispusieron a vivir; y que así, estén preparados y fortalecidos para comenzar a cruzar los portales que los llevan al calvario, los portales de la entrega, de la rendición y de la renuncia, los portales del vacío, de la trascendencia y del amor extremo que transforma todas las cosas.
Hoy, a pedido del Padre, traigo al mundo los principios que fundaron la Orden Gracia Misericordia, que es una Orden que aún no fue comprendida por sus consagrados ni por el mundo.
La Orden Gracia Misericordia, hijos, nació de lo profundo de la Voluntad Divina; una Orden pedida por el Creador que no forma parte de ninguna religión instituida, para que de esa forma pueda interceder por todas las creencias y todas las razas, para que pueda interceder por todas las almas, independientemente de sus diferencias.
La Orden Gracia Misericordia nació como una Aspiración profunda de Dios para reparar la vida consagrada en el planeta, y este propósito solo podrá cumplirse si la consagración de sus almas fuera renovada todos los días.
Caminen hacia ese Propósito, encuentren esa Voluntad Divina, acojan en sus corazones esta misión para que, como monjes y monjas, como sacerdotes, padres y madres, como adoradores y auxiliadoras, todos los corazones reencuentren el Corazón de Dios y, en Él, Su Propósito para esta Orden.
Que esta sea una Orden intercesora, por todas las religiones y por todos los pueblos, por toda la vida sacerdotal del planeta, por lo sagrado que debe habitar en la Tierra.
Que cada adoración de los adoradores sea reparadora.
Que cada altar de las auxiliadoras sea sagrado.
Que cada oración de las almas consagradas sea verdadera.
Que cada pequeño esfuerzo por vivir sus votos, todos los días, sea sincero.
Que, en cada amanecer, exista la aspiración de trascenderse. Que, en cada instante, exista la aspiración de ir más allá. Que no coloquen limitaciones en sus vidas y en sus pasos. Que crean en la trascendencia de la condición humana. Que aspiren a la santidad, porque ser santos es cumplir la Voluntad Divina, es vivenciar el Propósito de Dios, y esta es una oferta que el Padre realiza para todos Sus Hijos: que aspiren a ser Cristos, a vivir en Cristo y como Él, para que así, hijos, se cumpla el Propósito para esta humanidad.
Que los Hijos de María y los Hijos de San José sean los brazos de la Orden Gracia Misericordia en el mundo, sean la luz que llega a todas las almas en las diferentes ciudades y países, en los lugares más olvidados. Que ellos sean un ejército de oración y de acciones reparadoras. Que, como la Sagrada Familia, puedan obrar en silencio, pero verdaderamente, para transformar la condición humana.
Para que vivan todas estas cosas, hoy Yo les traigo esta Gracia, la Gracia de renovar la consagración, la Gracia de reencontrar el Propósito Divino, la Gracia de encontrar el Abrazo Celestial que los renueva y los fortalece, para que encaren de frente el calvario de estos tiempos, con sus cabezas erguidas y sus corazones abiertos, con sus pasos firmes, sin embargo humildes, con sus corazones orantes y sus consciencias despiertas.
Que se levanten aquellos que se consagrarán como Hijos y Amigos de San José. Traigan aquí agua bendita e incienso.
A los sacerdotes y padres de esta Orden les concedo la Gracia de ser padres, como Yo soy, para que acojan a los corazones, para que consagren a las almas. Que en sus espíritus reine la humildad que les permitirá ser siempre instrumentos de la Mano Divina para bendecir y sacramentar, para traer a las almas el Propósito de Dios.
Por eso hoy, les doy la potestad de consagrar y acompañar a los Hijos y Amigos de San José, así como Yo mismo aspiro a consagrar y a acompañar a las almas. Que sus corazones siempre se oferten, antes de cada consagración, para ser instrumentos de Dios, para ser intercesores ante las almas, que recuerden la Gracia que Yo les entregué y que la hagan revivir dentro de ustedes para que la multipliquen ante las almas.
Con esta agua, los lavo de los pecados y de las transgresiones.
Con este incienso, los libero de las amarras y de las maldiciones para que sus almas sean renovadas.
Que no haya oscuridad que les impida consagrarse. Que no haya miseria que les impida recibir Misericordia. Que el camino esté abierto a la Gracia que desciende de Dios, que los consagra y los renueva en Mi Nombre y por Mi intercesión, como Hijos y Amigos de San José, para que lleven el Amor de la Sagrada Familia a todos los corazones, para que sean ejemplos de transformación y de esfuerzo; porque no les pediré que sean perfectos, pero sí les pediré que venzan las inercias de cada día y que se esfuercen para ir más allá. Mi Gracia siempre los renovará.
Hoy, hijos, la vida consagrada fue renovada en todas las religiones, en todas las creencias, en todas las almas que se ofertaron a Dios con sinceridad. Hoy, el Corazón de Dios fue aliviado, y solo les pido que sean guardianes de este tesoro que recibieron, que sean dignos Hijos de Dios, dignos Hijos y Amigos de Mi Casto Corazón.
Yo los bendigo y los consagro, por la potestad que el Creador Me entregó de interceder por las almas y por las causas imposibles; porque nada es imposible a los Ojos de Dios, pero es necesario esforzarse para encontrar el Propósito Divino.
Yo los bendigo y los consagro, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vayan en paz y continúen reparando el Corazón de Dios.
Tienen Mi bendición para esto.
Hermana Lucía de Jesús:
A pedido de San José, vamos a cantar todos juntos “Gratitud, San José”
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
A través de Mi silencio, vengo a conducirlos a un estado de oración, un estado de súplica por el planeta, por la humanidad y por los Reinos de la Naturaleza.
A través de Mi silencio, vengo a conducirlos a un estado de clamor, un clamor que se hace escuchar de adentro hacia afuera, cuando el verbo es emitido dentro del corazón a través del sonido de las intenciones, y no de las vibraciones que la boca pronuncia.
A través de Mi silencio, vengo a enseñarles a orar en silencio, a observar el propio mundo interior y a saber encontrar allí al Padre Celestial y a todas Sus Criaturas. El silencio, hijos, les revela a los seres humanos su potencial creador, su potencial de abrir puertas y unir dimensiones. El silencio equilibra el caos del mundo, equilibra el desorden de las almas, de la purificación interior y de los asedios del enemigo.
El verdadero silencio, aquel que se transforma en oración, los une a la Consciencia Divina, les revela el universo interior y el puente que existe en el corazón de cada ser para encontrar a Dios.
Sé que hoy muchos de ustedes están ante un gran abismo, como si hubieran llegado a un momento de su trayectoria evolutiva en el que se encuentran frente a un gran precipicio, el precipicio de la purificación, de la entrega, de la rendición, de la renuncia, de la humildad.
Ese precipicio, ese abismo, no existe para detener sus pasos, sino para revelarles su potencial; porque es delante de él, hijos, que aprenden a crear puentes. Y esos puentes se crean primero dentro de sí mismos, con la intención verdadera de llegar al Corazón de Dios simplemente para cumplir Su Propósito, simplemente para vivir Su Amor, para conocer ese Amor desconocido que transforma la Creación, que hace que la evolución ascienda entre las dimensiones, que les permite a las criaturas aproximarse a su Creador.
¿Ustedes quieren conocer esto o quieren permanecer en la condición humana?
¿Quieren conocer ese Amor ilimitado de Dios o permanecer en los conflictos, en la confusión interior, en la afirmación de las propias limitaciones?
Ante ese abismo, hijos, Yo los invito a construir puentes. Yo los invito a entrar en confesión ante el Padre, porque la confesión es una de las formas de liberarse del pasado, de liberarse de las amarras, de liberarse de las creencias, de las limitaciones, para que puedan creer y comprender que deben ser constructores de la vida evolutiva.
El puente no surgirá solo, delante de sus ojos, debe ser construido. Y él se construye primero dentro de ustedes, en la transparencia del corazón, en la firme voluntad de estar unidos con Dios y unos con otros. La unidad es una gran herramienta del camino evolutivo, una herramienta que les permite juntos construir puentes que no solo les servirán a sí mismos, sino también a toda la Creación.
Por eso, comiencen con la intención de estar unidos, verdaderamente unidos. Busquen dentro de ustedes la comprensión de estos tiempos, comprender el dolor y la miseria ajena, orar por sus hermanos, amar a sus enemigos, servir a los egoístas, ser humilde ante los orgullosos, silenciarse para escuchar a los que quieren hablar, darles paso a los que quieren ir al frente, permitir que el otro crezca, porque ustedes no disminuyen cuando el otro crece.
Ustedes crecen en espíritu y en verdad cuando colaboran en la evolución, unos de otros; cuando se alegran de los triunfos, unos de otros; cuando caminan juntos sin protagonismos, sin necesidad de sobresalir, construyen juntos una obra que hoy no existe en la humanidad y que debe comenzar a existir, porque es a través de estos principios que podrán soportar los tiempos que vendrán.
Hoy, quisiera conducirlos a un Espacio Celestial, quisiera construir con Mis propias manos el puente que les falta para llegar a Dios. Pero el Creador no Me permite hacer esto, porque la perfección de Su Proyecto yace en el esfuerzo y en la persistencia que cada una de Sus Criaturas hace para llegar a Su Corazón.
Así como Yo no puedo construir ese puente por ustedes, ustedes tampoco pueden construirlo para otros, solamente para sí mismos. Sin embargo, cada vez que un ser humano construye ese puente verdadero, sólido, que lo conduce a Dios, crea un camino en la consciencia humana como un todo, para que más seres encuentren la forma de recorrer ese camino, de construir ese puente.
¿Cuántas veces ya les dije que la transformación de la propia consciencia es el mayor servicio que pueden prestar en este tiempo?
Pero sus ojos, aún tan humanos, buscan propósitos grandiosos, metas inalcanzables, perfecciones que creen que son la única verdad, la única forma de demostrar la evolución, ciencias, misterios que engrandecen el conocimiento, que ennoblecen la consciencia, pero que solos no construyen la transformación humana.
El conocimiento debe caminar junto con la transformación diaria, con las acciones verdaderas de servicio, de abnegación, de oración, de súplica por el prójimo, de alegría por el triunfo de sus hermanos, de acompañamiento del crecimiento del prójimo.
El conocimiento debe caminar junto con acciones verdaderas de amor; porque es de esa forma que el Cielo se manifiesta en la Tierra, es de esa forma que los milagros acontecen dentro de las consciencias, que la cura se expresa, que la redención se realiza: pequeños actos de amor, verdaderos actos de transparencia, verdadera rendición, verdadera humildad.
Sé que la humildad es un gran misterio y que aquellos que son humildes jamás lo sabrán, pero esa debe ser una aspiración de sus corazones, deben ejercitarla todos los días. Aunque no perciban ningún cambio, aunque aún sientan la agitación de la condición humana, de las pruebas, el dolor de las caídas, la dureza de los muros; aun así, hijos, deben continuar caminando, porque, cuando menos lo esperen, ese Propósito estará realizado en su interior. Y, aunque no lo vean con sus ojos humanos, existe una Mirada Divina que todo lo ve, que lee el corazón de Sus Criaturas, que contempla las intenciones más profundas de Sus Hijos; y es allí, en lo profundo y en lo oculto, en donde el Propósito se realiza.
No vengo aquí a traerles palabras de esperanza, vengo a traerles palabras de consciencia, palabras de elevación que los retiren un poco de la condición humana y que los coloquen un poco en el Propósito Divino; mas, ese Propósito es simple.
No hablo de esta forma para que el camino les parezca fácil. Hay una gran diferencia entre que sea fácil y que sea simple. No, hijos, ese camino no es fácil. Es un camino de muchas piedras, es un camino de eterna ascensión, es un camino de mucho esfuerzo, de profundos dolores, de desconocido sufrimiento, de profundo sacrificio y de una completa transformación.
Mas, es un camino simple que debe ser encontrado en las cosas simples de la vida, en la posibilidad de servir, de amar, de silenciarse cuando quieren juzgar, de orar cuando no consiguen parar de criticar, de ofrecer una oración por aquellos que les causan algún rencor, de ofrecer algún servicio por aquellos que despiertan dentro de ustedes alguna rabia.
Ese camino es simple, sin embargo profundo, y debe ser visto a través de sus vidas. Hoy, ya no basta vivir ese camino en el propio interior, deben comenzar a manifestarlo. La humanidad necesita de ejemplos y ser ejemplo es un gran servicio, al que son llamados a vivir hoy.
Si quieren saber cuál es su misión, hoy, les doy una misión: sean un ejemplo de transformación para la humanidad; sean un ejemplo de amor, de servicio, de entrega, de oración; sean un ejemplo de caridad; sean un ejemplo para sus hijos, sean un ejemplo para sus padres; ejemplos de perdón, de ir más allá de todos los errores, de todos los dolores, de todos los traumas vividos, para conocer un Amor Mayor.
Colóquense por encima del conflicto, colóquense por encima del caos, colóquense en la vibración del perdón, porque ese perdón que proviene de la Fuente Divina es el que curará sus corazones y les permitirá amar lo que es imperdonable para la mente humana.
Hoy, Yo les traigo una Gracia, la Gracia de ser consecuentes. Pero esta Gracia debe volverse vida, y se hace vida a través del Rayo de la Voluntad, la Voluntad y el Poder de Dios que Sus Hijos son capaces de atraer hacia la Tierra.
Despiértense todos los días y afírmenle al Creador:
Padre, aquí está Tu hijo.
Manifiesta en mí Tu Voluntad,
manifiesta en mí Tu Poder.
Que mi vida sea Tu reflejo.
Que mis acciones reflejen Tu Misericordia.
Que mis pensamientos y sentimientos reflejen Tu Amor.
Que mi intención sea transparente.
Que mis acciones sean verdaderas.
Que mi ser sea Tu instrumento.
Que mi consciencia esté en Ti.
Y así, día a día, hijos, afirmen esta Voluntad, afirmen este Poder. Crean en la Gracia que los Mensajeros Divinos les traen. Sus corazones guardan un gran tesoro que, a lo largo de los últimos quince años, fueron acumulando para que hoy este tesoro pueda ser vertido en el mundo.
No sean ricos y egoístas, sean servidores. No dejen que las riquezas celestiales permanezcan en el corazón, en un cofre cerrado con siete llaves.
Multipliquen estos dones a través de la acción y de la oración. Dónenles a los demás lo que hay dentro de ustedes y descubrirán el potencial de lo que es ser un ser humano.
Tienen Mi bendición para esto.
Que se arrodillen aquí los que hoy se consagrarán como Hijos y Amigos de San José.
A Mis Hijos y Amigos, Yo les pido: no se olviden de que Soy su padre e intercesor; no se olviden de que camino con ustedes, de que escucho sus oraciones, de que aguardo para interceder por sus familias, por sus espíritus, por sus planes, por sus intenciones sinceras, por sus oraciones profundas, por las causas imposibles e impensables; porque el milagro, hijos, nace de la fe de que Dios camina a su lado.
El milagro es la manifestación del Amor Divino, y es posible siempre y cuando sus corazones se unan a la Voluntad de Dios, y esa Voluntad se realiza en sus vidas para que den testimonio de ella.
A Mis Hijos y Amigos, Yo les pido: oren por sus familias, oren por las familias del mundo, oren unos por otros, para que el propósito de esta Obra se realice, para que el propósito humano se realice.
Siempre que estén ante algo que les parece inalcanzable, pidan Mi auxilio y Yo los ayudaré; porque, como ser humano e hijo de Dios, Yo también estuve ante muchas cosas que pensé que eran inalcanzables; pero el Creador Me mostró que existe un potencial dentro de cada ser, que se expresa a través del amor y que vuelve posible las cosas imposibles.
Por eso, hoy, intercedo por ustedes; les doy Mi paz, Mi bendición; los consagro como Mis Hijos y Amigos para que caminen Conmigo, como también con la Sagrada Familia de Nazaret, que caminen con la Virgen María, que caminen con Cristo Jesús, que sus vidas sean el testimonio de una nueva vida.
Tienen Mi bendición, Mi Gracia y Mi paz para esto.
Traigan aquí incienso y agua bendita.
Que esta agua los purifique de todo desamor, de toda ignorancia, de toda indiferencia y falta de fe. Que esta agua los limpie de toda desesperanza, de toda falta de perdón, de toda incapacidad de caminar. Que esta agua los renueve y los consagre, por la intercesión de Mi Casto Corazón, con las celestiales bendiciones que hoy les traigo del Cielo.
Con este incienso los purifico, los transmuto y los limpio; los ofrezco en el Altar de Dios para que sean renovados por el Espíritu, el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo. Y que, así como un día Mi Hijo Me hizo conocer la pureza y el Propósito Divino, ustedes sean dignos de vivir la pureza y de expresar el Propósito de Dios.
Recuerden, hijos, que allí donde abundó el pecado, sobreabundó la Gracia; y ya no miren al pasado, sino al potencial que tienen de dar testimonio de la transformación.
Sigan adelante, caminando siempre hacia adelante, construyendo siempre este puente que los une al Corazón de Dios.
Yo les agradezco y los bendigo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sigan en paz.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más