Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN FÁTIMA, PORTUGAL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, DURANTE LA 114.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mi Rayo Blanco justifica a las almas. Mi Rayo Rojo purifica a las almas.

Pero, ¿quién será capaz de colocarse debajo de esta inmensa Gracia?

A través de los tiempos, revelé la devoción a Mi Sagrado Corazón y renové esta devoción a través de Jesús Misericordioso porque sabía que para el mundo no era suficiente una única revelación y, aún más, Me entregué por ustedes en cada momento, revelando en estos últimos tiempos la Faz Glorificada de Mi Corazón.

Sé que la mente humana no puede abarcar el Gran Misterio de Dios, pero el corazón que ama el Misterio desconocido, algún día lo conocerá, porque su fe y devoción en el Gran Misterio es verdadero.

Después de las tres importantes revelaciones que le entregué al mundo, a través de Mi Sagrado Corazón, a través del Cristo Misericordioso y a través del Jesús Glorificado, vengo a poner fin a Mis revelaciones porque se acerca el gran momento de Mi Retorno.

Se acerca el momento en el que la humanidad vivirá su inflexión espiritual, cuando se cumplirá la Palabra de Dios a través de la Palabra del Primogénito, cuando la paja será separada del trigo.    

En verdad, les digo que nunca quisiera que ese momento llegara, pero así es la Ley del Amor y de la Sabiduría; porque no solo el mundo vivirá una corrección y todo quedará en evidencia, todos sabrán todo, sino que también el universo vivirá su corrección y su alineamiento. Pero no quiero que esto lo tomen como un castigo.

El mundo ha demostrado lo contrario a través de los tiempos, ha salido de la Ley muchísimas veces y la ha ofendido.

La Ley viene a protegerlos de ustedes mismos y también a protegerlos de Mi enemigo, el gran adversario de todos. Pero el amor de los consecuentes y de los misericordiosos, de los pequeños grupos de almas y de consciencias en el mundo entero, es lo que ha permitido hasta este momento que su Señor y Maestro se aproxime a ustedes para entregarles la Palabra de Vida y las bendiciones del Cielo.

Con esto, quiero decirles que hasta agosto Me tendrán con ustedes, por medio de este ejercicio de la Maratón de la Divina Misericordia.

Compañeros, Mi tarea se recoge en este momento, y los tres importantes y últimos ciclos se presentan, en los que todo se verá y en los que ustedes podrán reconocer la verdad y la mentira en todo lo que vive esta humanidad en la superficie.

Pero no se desanimen, la Ley que rige a los Cielos y a la Tierra Me seguirá permitiendo venir los terceros viernes de cada mes, porque aún deberé cumplir Mis operaciones universales en la humanidad hasta que el reloj marque la hora de recogerme totalmente.

Con esto, quiero decirles, Mis queridos compañeros, que después de tantos años de impulsos, de bendiciones y de Gracias, ha llegado la hora de que sus vidas sean Mi propio Evangelio y que lo hagan por todos aquellos que no consiguieron seguirme; para que la Gracia de su esfuerzo, de su renuncia y de su consagración, les conceda a los que han quedado atrás una última oportunidad de trabajar en este vasto Plan del Padre Eterno para que cada alma y cada corazón de este mundo encuentre su lugar, y pueda servir a Dios, así como Él lo necesita en este ciclo.

Por eso, deben seguir rezando a Mi Sagrado Corazón, antes de que la puerta de la Misericordia se cierre y la puerta de la Justicia Divina se abra. Con esto, quiero decirles, Mis compañeros, que en esa hora los siete sellos estarán abiertos y el Armagedón pasará a ser el Apocalipsis.

Las cosas más inconcebibles en el mundo serán vistas por todos y, en esa hora, el Arcángel Miguel y el Arcángel Rafael, como Resplandecientes de la Justicia de Dios, evaluarán este Proyecto Genético humano y una muestra de este Proyecto será retirada para repoblar la Nueva Tierra para que, junto a los profetas, patriarcas y seguidores Míos, se reconstruya este planeta y esta humanidad.

Y así, en esta reconstrucción espiritual e interna, se cierren las puertas al mal y se abra la gran puerta de la esperanza y del tiempo venidero para todos.

El Señor también reza por esto.

Ha llegado el tiempo de que caminen solos, pero de que caminen Conmigo y de que caminen, a través de Mí, en todo lo que debemos hacer aún en este mundo, en las obras de Amor y de Misericordia que deberán concretarse para que este mundo y esta humanidad sean reparados.

Eso es todo lo que hoy quería decirles, porque no pueden perder Mis Palabras; deben comprender la inmensidad de Mi Mensaje, porque deben sentir el eco de Mi Voz.

El Señor de la Misericordia los abraza y los contempla. No pierdan ni un momento de beber de esta Fuente de Gracias, y háganlo por aquellos que se olvidaron de Mi Amor. Les agradeceré por ese gesto espiritual.

Que la Misericordia se cumpla hasta en la última partícula de la consciencia. Para que esto sea posible, una vez más, les vengo a entregar el Sacramento de la Eucaristía, para que revivan el sacrificio del Señor por medio de la entrega de Su Cuerpo y de Su Sangre, Tesoros Espirituales para la redención de las almas y del mundo, Reliquias de la Eternidad.

Vayan en paz.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Que Mis Palabras sean vida en ustedes.

Que los impulsos de estos últimos años sean una realidad en sus consciencias.

No vivan Mi Mensaje superficialmente.

Aprendan a sentir sed de Mí, así como Yo siento sed de ustedes.

Les agradezco.